𝓈𝓅𝓇 (2) 📚 JaeYong
- mellifluous_AR

- 13 mar 2022
- 1 Min. de lectura
Link capítulos 1-13:
Capítulos
Capítulo 14
El primo de Taeyong, Yuta, vivía en una parte menos que segura de la ciudad. Fue en parte la razón por la que Taeyong no lo vio tanto. La otra razón era que su primo había estado extraño como el infierno después de haber sido liberado de la cárcel hace seis meses: parecía deprimido y distante, como si no estuviera realmente allí. Al principio Taeyong lo atribuyó a la muerte de su tía ( ella había muerto, mientras Yuta todavía estaba en la prisión) pero no parecía ser el caso. En lugar de mejorar, su primo sólo parecía más deprimido al pasar el tiempo. Taeyong se preocupaba por él, por supuesto, pero la verdad sea dicha, tenía problemas más acuciantes en que pensar a su alrededor y no tenía tiempo para visitar a su primo.
Pero dado que había tenido que dejar a las niñas en casa de la señora Hawkins antes de su turno nocturno, Taeyong decidió hacer un pequeño desvío y averiguar cómo Yuta lo estaba haciendo.
Su primo le saludó con una sonrisa—Hola, vamos pasa— le dijo abriendo más la puerta.
Tomó a Taeyong un momento para recuperarse de su sorpresa—Te ves bien— dijo palmeándole el hombro y entrando en el departamento. Yuta se veía genial de hecho; él siempre había sido el más apuesto de los dos. Podrían compartir el cabello azul y los ojos azules de sus mamás, pero era donde terminaban las similitudes. Los rasgos de su primo eran mucho más delicados — infiernos, francamente exquisito. Si YangYang hubiera visto a Yuta, nunca llamaría a Taeyong princesa de nuevo.
En realidad hizo a Taeyong preguntarse, y no por primera vez, si algo... le habían hecho a su primo en la cárcel. Si los rumores sobre lo que pasaba en la prisión eran ciertos, con una cara como esa... Taeyong se estremeció.
—¿Cómo están las chicas?— preguntó Yuta, alejándolo de sus pensamientos.
—Bien. Tengo el turno nocturno esta noche, así que acabo de dejarlas en lo de su niñera.
Yuta se sentó en el sofá, con las piernas cruzadas, y palmeó el lugar junto a él.
Sacándose la chaqueta, Taeyong tomó asiento—Realmente no puedo quedarme— dijo mirando su reloj—O voy a llegar tarde al trabajo. Sólo quería chequearte y ver cómo lo estabas haciendo.
La puerta se abrió y un hombre entró en el departamento.
Al ver a Taeyong, se detuvo y se quedó mirando.
Taeyong le devolvió la mirada fija. El hombre era alto y muy guapo claramente de ascendencia hispana.
—¿Quién es este?— preguntó el hombre.
—Es mi primo, Taeyong— dijo Yuta, más bien a la defensiva—Taeyong, él es WinWin.
Taeyong esperó una explicación, pero no hubo ninguna.
Pero cuando WinWin se acercó, inclinó la cabeza de Yuta y le dio un beso, las explicaciones ya no eran necesarias.
El beso siguió y siguió, y Taeyong sólo podía mirar. Había estado bastante seguro de que Yuta era completamente heterosexual.
Bueno, al parecer, no.
Su primo de hecho gimió, y Taeyong miró hacia otro lado, más allá de incómodo. Se puso de pie y se aclaró la garganta—Um, será mejor que me vaya— Él se rió entre dientes—Tú claramente estas muy bien.
Detrás de él, los besos se detuvieron.
—Mira— dijo Yuta, sonando avergonzado—Yo...
—Tú no tienes que explicar nada— dijo Taeyong rápidamente y encaró hacia la puerta—Me voy.
—Espera— dijo Yuta—Ya está oscuro. No es seguro caminar solo por aquí. WinWin te llevará a tu casa.
—¿Lo haré?— WinWin murmuró—No, en realidad no es necesario...
—Él lo hará— dijo Yuta.
—Supongo que lo haré— dijo WinWin. Dio a Yuta un breve y duro beso.
—Tú mejor estarás desnudo y listo cuando yo regrese, Ojos Azules.
Sonrojándose, Yuta empujó a WinWin hacia la puerta—Voy a ir la próxima semana— dijo a Taeyong—Yo no he visto a las niñas en décadas.
Taeyong asintió y se deslizó en su chaqueta.
WinWin pasó junto a él.
—Vámonos. ¿Cuál era tu nombre otra vez?
—Taeyong— dijo, inseguro de cómo hablar con el tipo.
—¿Dónde vives?
Taeyong le dijo, y WinWin le llevó a una muy antigua, oxidada Ford Pinto. Taeyong lo miró con recelo—¿Estás seguro de que esta cosa es segura?
—No— dijo el tipo, alcanzando el asiento del conductor.
—Eso no es... no es muy tranquilizador.
—¿Quieres que te mienta?— dijo WinWin con un toque de impaciencia, claramente con ganas de acabar de una vez y volver a su primo.
Taeyong subió al coche y se fueron.
—No hay cinturón de seguridad— Taeyong murmuró—¿Por qué no me sorprende?
WinWin no se dignó contestar.
—Entonces— dijo Taeyong después de un rato—¿Tú eres el novio de mi primo o algo así?
—O algo así— dijo WinWin.
—Pensé que era heterosexual.
WinWin se rió, como si hubiera dicho algo gracioso.
—Pero me alegro de que tenga a alguien, sabes— dijo Taeyong—Yo estaba preocupado por él. Él estaba deprimido después de que salió de la cárcel.
—¿En serio?— WinWin murmuró.
—Sí. Espero estar equivocado, pero creo que... Creo que alguien le hizo algo a él en la cárcel.
—Tú no estás equivocado: yo lo hice.
Taeyong abrió la boca y la cerró sin decir una palabra. Digirió la información por unos pocos momentos.
—¿Tú eres un ex convicto?
—Síp.
Excelente. Se encontraba en un oxidado Ford Pinto, sin cinturón de seguridad, y con un ex convicto al volante.
—¿Por qué estabas en prisión?
—Maté a ocho personas en un centro comercial.
Taeyong soltó una carcajada—En realidad no esperas que crea eso, ¿verdad?—
—Tú primo lo hizo, por un largo tiempo.
Taeyong sonrió, sacudiendo la cabeza. Yuta era un poco ingenuo. A pesar de que era más joven que su primo, Taeyong a menudo sentía que él era el mayor—Entonces, ¿qué hiciste realmente?
—Homicidio involuntario. Me emborraché, me metí en una pelea de bar, alguien murió.
Un escalofrío de inquietud recorrió la espalda de Taeyong. No podía imaginar lo que este hombre y Yuta tenían en común, pero su primo estaba claramente feliz. Eso era lo importante, ¿no?
Taeyong estuvo tranquilo por el resto del viaje.
—Gracias— dijo cuando el coche finalmente se detuvo frente a su edificio. Para su sorpresa, WinWin salió también. Taeyong se rió entre dientes—Nadie me va a atacar aquí. Tú no tienes que...
—Yuta me dijo que te dejara en tu casa. Te dejaré en tu casa— WinWin frunció el ceño, mirando por encima del hombro de Taeyong—Alguien nos está mirando. ¿Conoces a ese tipo?
Taeyong se dio la vuelta y se congeló. Jung salió de su Mercedes y se dirigió hacia ellos.
—Sí, lo conozco— dijo Taeyong.
—Se ve enojado— WinWin murmuró.
Taeyong soltó una carcajada—Él prácticamente siempre se ve enojado— Él se encogió ( eso salió casi cariñoso ) y WinWin le lanzó una aguda mirada evaluadora.
Jung se detuvo.
—Hey— dijo Taeyong.
Jung le dio la mirada que le había estado dando toda la semana, antes de barrer lentamente su vista sobre WinWin con una mirada de desdén que haría cualquier persona sentirse de dos pies de altura—¿Quién es esta persona?
WinWin entrecerró los ojos, claramente con aversión a la forma altiva y el tono condescendiente de Jung.
—Dong SiCheng— dijo con una sonrisa agradable, dando un paso más cerca de Taeyong y poniendo una mano en su hombro—Estaba solo dando un paseo a Taeyong—Taeyong inhaló bruscamente al tono sucio en su voz.
Jung claramente no se lo perdió, tampoco. Sus hombros se tensaron y su mirada recorrió a Taeyong, como si buscara pruebas, antes de pasar al coche de WinWin. Una sonrisa burlona curvó sus labios.
—Espero que el viaje fuera cómodo.
Los ojos de WinWin parpadearon hacia el Mercedes de Jung.
—Yo no necesito un coche llamativo para eso.
—Bien hecho, chicos, eso no fue pasivo—agresivo en absoluto—dijo Taeyong, poniendo los ojos. Él miró a WinWin—No lo tomes como algo personal... él es desagradable con todos. Y tú..—Taeyong miró a Jung—Baja un poco el tono. Él es un ex convicto, no un alumno.
—¿Él es un criminal?— En un abrir y cerrar de ojos, Taeyong fue jalado lejos de WinWin y empujado detrás de la espalda de Jung.
Taeyong gritó—¡Oye! ¿Estás fuera de ti?
—Metete en tu coche y conduce a otra parte— dijo Jung a WinWin, su voz muy, muy suave—Ahora. Vuelve cerca de él de nuevo y me aseguraré de que estés de vuelta en tu celda enseguida—
WinWin se puso rígido, apretando los puños—¿Me estás amenazando?
—Whoa, ¡cálmense de una puta vez, los dos!— Taeyong se interpuso entre los dos hombres, poniendo una mano en el pecho de Jung. Él los miró. Idiotas arrogantes, ambos—Tú— Él miró a WinWin—Gracias por el aventón, pero por favor, vuelve a casa y fóllate a mi primo. Nadie te está amenazando es sólo la personalidad encantadora de Jung. Ve.
WinWin asintió con rigidez, se subió a su auto y arrancó.
Cuando el coche desapareció de la vista, Taeyong volvió hacia Jung—Y tú. ¿Qué paso con eso de que los celos son para los hombres con pequeños penes y baja autoestima?
—Nada— dijo Jung con irritación—¿Eres estúpido? ¿Sabes lo que criminales como él hacen a chicos lindos como tú en la prisión? Los hombres como él no están acostumbrados a preguntar.
Taeyong se rió entre dientes—¿T e preocupas por mí? Estoy conmovido. Se cuidadoso, o voy a empezar a pensar que en realidad te importa una mierda.
Jung lo fulminó con la mirada, pero no dijo nada.
—¿Qué estás incluso haciendo aquí?— Preguntó Taeyong. Tardíamente, se dio cuenta de que su mano estaba todavía en el pecho de Jung y estaba acariciándolo. Rápidamente, la quitó y la metió en el bolsillo de su chaqueta. Echó un vistazo al coche de Jung—Espera, ¿estabas esperando por mí?
—Sí.
—¿Por qué? Podrías haber llamado si querías hablar. Tienes mi número.
—No lo hago. Lo borré.
Las cejas de Taeyong volaron—¿Por qué? ¿Acaso te molestaba?
Un músculo se contrajo en la frente de Jung.
—Porque yo no tenía necesidad de él.
—¿Entonces por qué estás aquí?
Los labios de Jung apretados, con los ojos clavados en Taeyong.
—Estoy aquí para advertirte.
—¿Advertirme?
—Sí, para advertirte. Tú rendimiento en mi clase sigue siendo terrible...
—¡Porque tú has estado siendo absolutamente brutal!
—..Así que no esperes que te pase sólo por tu cara bonita, y labios, y ojos, y..—Jung se interrumpió y miró a Taeyong, como si fuera culpa suya que acabara de decir lo que dijo—Mi punto es que tú no conseguirás un tratamiento especial, Lee...
Taeyong se inclinó hacia sus labios y susurró con dureza: —¿Y viniste todo el camino hasta aquí sólo para decirme eso? Yo creo que es unamierda.
Sus respiraciones revueltas, ambas rápidas y tensas, el único sonido en los oídos de Taeyong.
Cristo, Taeyong no podía soportarlo más. Estaba temblando, dolorido.
Cuando Jung chocó sus labios juntos, lo primero que Taeyong sintió fue alivio. Dios, por fin. Y entonces todo lo demás se desvaneció; había grandes manos en su nuca, un cuerpo firme contra el suyo, y labios, calientes y ardientes — tan bueno — y Taeyong estaba gimiendo, tratando de besarle más duro, llevarlo más profundo.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado cuando su celular sonó en el bolsillo de su chaqueta.
Con un suspiro de frustración, Taeyong arrancó sus labios a distancia y contestó.
—¿Sí?— Logró decir, con los dedos apretados en el suéter de Jung mientras el hombre besó su rostro y su cuello. Dios, sus labios parecían quemar la piel de Taeyong.
—¿Dónde diablos estás?— Bill, el gerente del restaurante. Mierda—¡Ya casi es tarde para tu turno!
—Lo siento, dame quince minutos...
—¡Cinco!— Bill colgó.
Taeyong empujó a Jung a distancia.
—Tengo que irme. Llego tarde al trabajo.
Se alejó rápidamente, con las piernas aún débiles y su cuerpo dolorido de deseo—Idiota— murmuró. Tendría que haberle dicho a WinWin que lo llevara directamente a trabajar. Diablos, él no debería haber ido a la casa de Yuta en absoluto después de dejar caer a las gemelas en lo de la señora Hawkins. Y definitivamente no debería haber desperdiciado minutos chupando la lengua de Jung.
Los neumáticos chirriaron y un Mercedes conocido se detuvo junto a él. La puerta del coche se abrió de golpe.
—Entra— dijo Jung—Te voy a dar un aventón.
Taeyong vaciló, pero qué demonios. Realmente se hacía tarde. Terquedad insustancial sería estúpida.
Él entró y dijo a Jung la dirección del restaurante. A veces él era asignado al restaurante en el otro extremo de la ciudad, pero por suerte para Taeyong, esta noche era el que quedaba cerca de su casa.
Ninguno de los dos habló durante el corto trayecto en coche. Taeyong se recostó en el asiento y cerró sus ojos mientras luchaba por controlarse.
Afortunadamente, sólo se tarda unos cinco minutos en llegar al restaurante.
—Gracias— Taeyong murmuró, sin mirar al otro hombre, y abrió la puerta.
Jung le cogió del brazo.
Taeyong dio un suspiro tembloroso antes de voltear hacia Jung.
Los ojos oscuros lo miraron con gravedad.
—Está bien— dijo Taeyong—Pero esta es la última vez, ¿entendido?
Se inclinó hacia Jung, enterró sus dedos en su pelo y le dio un beso profundo, húmedo. Jung aceptó el beso pasivamente, pero Taeyong podía sentir su cuerpo vibrar con la tensión, e hizo a Taeyong ponerse dolorosamente duro.
El teléfono sonó de nuevo.
Suspirando, Taeyong se apartó y le susurró: —Esto es estúpido. Los dos lo sabemos— Se limpió los labios—Vamos a fingir que esto nunca sucedió, ¿de acuerdo?
Y Dios, Taeyong quería besarlo de nuevo. Mal.
Maldiciendo entre dientes, él prácticamente saltó del coche.
Capítulo 15
Taeyong estaba caminando a su última clase del día cuando vio a Jung caminar hacia el lado contrario.
Sus pasos vacilaron por un momento antes de que él desviara la mirada y continuara caminando, determinado a ignóralo.
Excepto que Jung no se lo permitió.
Él agarró el brazo de Taeyong mientras se estaban pasando uno al otro.
—Una palabra, señor Lee.
Taeyong se humedeció los labios, su corazón acelerado. Miró directamente frente a él.
—No creo que tengamos nada de qué hablar, Profesor.
El agarre de su mano se apretó.
—Una palabra.
Taeyong miró a su alrededor—Déjame ir. Estás llamando la atención.
Jung quitó la mano y espetó: —Sígueme.
—Tengo una clase en unos pocos minutos.
—Te voy a escribir una nota— Jung dijo por encima del hombro antes de alejarse.
—Eso es abuso de poder— Taeyong se quejó, pero lo siguió.
Jung lo guió hasta un salón de clases al final del pasillo. Estaba vacío.
Taeyong cerró la puerta—Mira, esto es...
Jung lo estrelló contra la pared y aplastó sus labios juntos.
Maldita sea, no esto otra vez. Pero él ya estaba devolviendo el beso y jadeando en la boca de Jung.
El beso fue desordenado y necesitado, Jung presionando contra él como si estuviera tratando de empotrarlo en la pared.
Taeyong se quejó cuando el beso terminó tan repentinamente como había empezado.
Jung enterró su cara contra el lado de la garganta de Taeyong, aspirando profundamente, su cuerpo tenso como infierno—Quiero follarte—Jung chupó con fuerza a un lado de su cuello, sus manos amasando el culo de Taeyong y empujando sus pollas juntas—Necesito follarte de nuevo.
Taeyong cerró los ojos, tratando de pensar, tratando de recordar cómo respirar porque no parecía como si estuviera recibiendo ningún oxígeno en su cerebro y toda su sangre parecía haber sido drenada hacia su polla y su cabeza estaba felizmente vacía. No podía, ni por su propia vida, recordar por qué era una tan mala idea.
—¿Por qué Taeyong estaría aquí?....Oh.
Taeyong se congeló. Jung se quedó muy quieto, con los labios todavía en el cuello de Taeyong.
Luego ambos volvieron las cabezas.
YangYang estaba en la entreabierta puerta, con la boca abierta.
—Él no está aquí— dijo en voz alta, dio un paso atrás y cerró la puerta.
Con su rostro caliente, Taeyong suspiró.
—Yo debería irme.
Pero él no se movió.
Jung apoyó su frente contra la pared al lado de la cabeza de Taeyong. Sus manos estaban todavía agarrando las caderas de Taeyong, sus pulgares sobre la piel desnuda del bajo estómago de Taeyong.
—Esto es todo tu culpa— él dijo, su voz lacónica.
Taeyong resopló, hundió la mano en el pelo de Jung y tiró—¿Cómo es esto culpa mía?
—No deberías haber decidido terminar temprano— dijo Jung irritado, colocando codiciosos, besos húmedos en el cuello de Taeyong—Si no hubieras hecho eso, te habría jodido unas cuantas veces más hasta que se tornara lo suficientemente aburrido.
—Encantador— dijo Taeyong secamente — o más bien, lo intentó, pero su voz salió un poco entrecortada.
Jung levantó la cabeza de su cuello. Sus pupilas estaban completamente dilatadas mientras su mirada alternaba entre los ojos y la boca de Taeyong—Voy a ir a tu casa esta noche y vamos follar—Eso no fue una pregunta.
Taeyong se humedeció los labios.
—¿Ya te olvidaste de las gemelas?
Respuesta equivocada. Debería haberse negado rotundamente.
Jung se quedó mirando sus labios, sus pulgares acariciando el vientre desnudo de Taeyong—¿No se supone que los niños deben irse a dormir temprano?
—Yo...No puedo dejarlas solas. ¿Qué pasa si se despiertan?
—Seremos silenciosos.
Taeyong no estaba seguro de poder ser silencioso. No cuando él ya tenía que tragarse sus gemidos sólo por tener las manos de Jung sobre su estómago.
—Pero...
—Voy a ir esta noche—dijo Jung firmeza—Y vamos a follar.
Comenzó a inclinarse para besar a Taeyong otra vez, pero se detuvo, miró hacia otro lado y salió de la habitación.
Taeyong golpeó su cabeza contra el muro y tuvo que esperar un tiempo hasta que su excitación se desvaneció y él pudo pensar — y moverse — de nuevo.
—Es usted muy amable de dignarnos con su presencia, señor Lee— la profesora Travis dijo cuando entró en el salón de clases—Sólo veinteminutos tarde.
—Lo siento, profesora— dijo Taeyong, tratando de no retorcerse bajo su aguda mirada. A la Profesora Travis nunca le había agradado particularmente, pero en su clase era en realidad uno de los mejores, por lo que por lo general no tenía razón para criticarlo. Hasta ahora.
—¿Tiene usted alguna explicación, Lee?
Taeyong se frotó la parte de atrás de su cuello—De hecho, sí. El Profesor Jung tenía una tarea urgente para mí. Él me dijo que le pidiera disculpas a usted en su nombre. Él es la razón por la que llego tarde.
Las cejas de la mujer se elevaron.
—¿El profesor Jung?
—Sí— dijo Taeyong, tratando duro de no reírse. No podía imaginar a Jung disculpándose por nada, y mucho menos con esta mujer—Lo siento mucho por mi tardanza, pero si usted tiene un problema con ello, usted debería dirigirlo hacia el profesor Jung.
Como el infierno que lo haría.
La Profesora Travis todavía parecía desconcertada, pero asintió con la cabeza—Muy bien. Siéntese, Lee.
Taeyong se dirigió a su asiento habitual junto a YangYang.
—Una tarea urgente, ¿eh?— YangYang murmuró tan pronto como Taeyong tomó su asiento—¿Cómo chuparle la polla?
Taeyong sintió que se sonrojaba—Vamos...
—Mira— dijo YangYang silenciosamente, con sus ojos marrones mirándolo intensamente—No estoy juzgando. Pero tú no deberías haber mentido. Se terminó, mi culo.
—¿Pero?
Suspirando, Taeyong murmuró: —Soy un poco realmente malo en pensar con mi cabeza cuando pone su lengua en mi boca.
YangYang lo miró fijamente durante un rato antes de sacudir la cabeza lentamente—Esto es tan raro, hombre. Quiero decir, este no es ni siquiera un tipo cualquiera del que estamos hablando. Es Jung. ¡Jung!
—Lo sé. Sé que es raro y estúpido, y totalmente loco y sin sentido. Él es todo lo que yo no quiero, pero al mismo tiempo... Mierda, está jodiendo mi mente.
—Pero todavía lo quieres.
—Sí— dijo Taeyong.
—Así que, ¿qué vas a hacer al respecto?
—Él cree que si cogemos un par de veces más, estamos obligados a que se vuelva aburrido.
Taeyong se reclinó en su silla, pasándose una mano por la cara.
—Será mejor que esté en lo correcto.
Será lo mejor.
Capítulo 16
Las niñas se quedaron dormidas a las nueve de la noche, justo después de que Taeyong volviera del trabajo.
Después de eso, Taeyong pasó una hora tratando de hacer que el aspecto lamentable del departamento se viera semi—presentable. Al final, se dio por vencido considerándolo como una causa perdida y se dio una ducha rápida. Poniéndose unos viejos shorts azules, Taeyong se estaba secando a sí mismo cuando alguien llamó despacio en la puerta.
Descalzo, Taeyong fue en puntillas hasta la puerta y la abrió.
La mirada fuerte de Jung inmediatamente en su pecho desnudo, sus pezones, su ombligo, antes de quedarse en los shorts que caían bajo en sus caderas.
Taeyong se aclaró la garganta silenciosamente y Jung miró su cara.
En la penumbra de la habitación era difícil de leer su expresión.
Taeyong apretó un dedo en sus labios y señaló a la cama de las chicas.
Jung asintió secamente.
Taeyong le tomó la mano, tiró de él dentro, y cerró la puerta. Luego guió a Jung hacia su habitación.
Era la única habitación en el departamento. Cuando recién se habían mudado, Taeyong tenía la intención de convertirla en el cuarto de las niñas, pero era fría y húmeda, por lo que había terminado por tomarla él mismo.
La habitación también era pequeña y carente de cualquier mueble, además de una cama y un escritorio angosto. Taeyong se habría sentido más avergonzado si Jung estuviera en realidad mirando a su alrededor, pero no parecía interesado en su entorno mientras él despacito cerró la puerta y miró a Taeyong a la tenue luz de la lámpara.
Jung comenzó silenciosamente a desvestirse.
El corazón de Taeyong latía más rápido y de hecho podía oír su propia respiración, desigual y temblorosa. Él se quedó quieto y observo, su piel cálida, su polla dura y pesada en sus calzoncillos.
Por fin, Jung estaba desnudo. Luciendo completamente inconsciente de sí, él se acercó a la cama, se sentó y se dio unas palmaditas en la rodilla, la tensión saliendo de él en oleadas. Su erección permanecía larga y gruesa contra una mata de bello oscuro en su ingle.
Taeyong apartó la mirada, se deslizó fuera de sus shorts y caminó hacia Jung.
Dudó.
Sus ojos algo caídos, Jung tomó su brazo y lo tironeó a su regazo.
El resto era un borrón de calientes besos y toques, y tanta piel. Taeyong nunca se había sentido tan fuera del control por el deseo, incapaz de pensar, sin poder hacer otra cosa que sentir y desear.
Cuando finalmente se dejó caer contra la polla de Jung, el profundo alivio fue abrumador. Él gimió. La plenitud, la intimidad era
enloquecedora y aterradora por su intensidad. Jung gruñó, tirando de Taeyong más fuerte contra él, sus pechos rosándose entre ellos.
Mirando dentro de los ojos oscuros, Taeyong se movió. Fue tan excitante ver los ojos de Jung entrecerrarse, la forma en que su cabeza se sostenía con su espalda arqueada.
Taeyong abrió sus piernas un poco más, ajustando su postura mientras tomaba tan profunda y dulce, la longitud caliente de su maestro, que le quemaba de adentro hacia afuera. Miró hacia abajo en medio de sus cuerpos, fascinado por el movimiento de sus propias caderas mientras continuaban girando en su lugar. Vio las manos de Jung — grandes, y cálidas, y fuertes en sus caderas — dirigir el movimiento como él lo quería, guiando a Taeyong montándolo mientras la propia polla de Taeyong se quedó sin ser tocada entre ellos; estaba enrojecida y gruesa, la humedad reluciente y deslizándose por su eje.
Los pulgares de Jung acariciaron sin pensar en sus huesos de la cadera, su lengua trazando una franja húmeda en su cuello mientras su polla extendía a Taeyong tan condenadamente bien. Tragándose sus gemidos, Taeyong empujó hacia abajo para aumentar la presión y tomarlo completamente. La sensación del estómago duro de Jung deslizándose contra la carne dolorida de su polla hizo a Taeyong gemir, y él se aferró de los hombros de Jung un poco más apretado mientras abandonaba las rotaciones con su pelvis y comenzaba a deslizarse hacia arriba y abajo en la polla de Jung, duro y rápido, con ganas de más, más profundo, más.
Tampoco podía respirar bien y ambos necesitaban todo más duro y más rápido, y pronto Jung estaba golpeando sus caderas para encontrarse con Taeyong en cada embestida, y Taeyong jadeaba cada vez que
Jung golpeaba su próstata, estrellas chisporroteando detrás de sus ojos. Jung gruñía, sus músculos trabajando mientras él levantaba a Taeyong y lo bajaba sobre su polla, y joder, su fuerza era tan excitante, y Taeyong lo quería, lo quería, lo quería.
Jung se corrió primero, y Taeyong lo siguió poco después, sacudiéndose su camino a través del orgasmo y hundiendo sus dientes en el hombro de Jung para amortiguar sus gemidos.
Taeyong solamente era vagamente consciente de Jung levantándolo y poniéndolo sobre su espalda: sus párpados crecientemente pesados, su cuerpo lánguido con el placer.
Justo antes de que se quedara dormido, se dio cuenta de que no se habían dicho ni una palabra el uno al otro desde que Jung entró en el departamento.
Capítulo 17
Taeyong despertó lentamente, y lo primero que registró fue un cuerpo muy desnudo y muy caliente contra su espalda. Jung.
Estaban haciendo cucharita. Jung le estaba haciendo cucharita.
Diciéndose a sí mismo que no fuera tonto 'la cama era muy estrecha, y simplemente no había mucho espacio' Taeyong abrió los ojos, parpadeando aturdido.
Y se encontró mirando a dos pequeñas niñas observándolos con curiosidad.
—Taeyong está despierto— susurró Joy, chupando su pulgar—¿Puedo ser ruidosa ahora?
Seulgi negó con la cabeza.
—El Sr. Jung todavía está durmiendo—Un pequeño surco apareció entre las cejas de Joy.
—Pero qué está haciendo el señor Jung en la cama de Taeyong?
—¡Está durmiendo, tonta!—dijo Seulgi, olvidándose de susurrar.
Taeyong sintió que el hombre detrás de él se movió un poco y apretó su agarre suelto alrededor de la cintura de Taeyong. Jung murmuró algo ininteligible, sus labios rozaron la oreja de Taeyong.
Taeyong hizo una mueca y tiró de las sábanas más alto, asegurándose de que las niñas no podían ver nada que no deberían ver.
Joy señaló a Jung—Tú me dijiste que me callara, pero ves, ¡le despertaste!— Ella sonrió—Buenos días, Sr. Jung!
—Buenos días—dijo Jung con voz ronca justo dentro del oído de Taeyong.
Piel de pollo cubría la piel de Taeyong. Él cerró los ojos y se mordió el labio. Contrólate.
—Buen día—dijo al fin, volviendo la cabeza.
Era raro ver el pelo de Jung tan desordenado, pero eso, junto con la barba oscura y toda la piel desnuda, hizo cosas extrañas en las entrañas de Taeyong. Los ojos oscuros de Jung vagaban sobre su rostro.
Taeyong no estaba seguro de cómo actuar. No estaba seguro de donde se encontraban.
—¿Por qué el Sr. Jung durmió en tu cama?—Preguntó Joy—¿Él no tiene una cama?
Los labios de Jung retorcidos.
—Algo así, enana— dijo, sin dejar de mirar a Taeyong.
—No la llames enana.
—No me importa—dijo Joy—¡Soy bajita!
—A ella no le importa—dijo Jung.
Resoplando, Taeyong buscó sus shorts y se los puso, haciendo una mueca con algo de malestar.
—¿Duele?—Jung murmuró, sentándose también.
Taeyong saltó de la cama y le lanzó una mirada con los ojos entornados.
El rostro de Jung era sobre todo inescrutable, pero había un atisbo de algo en sus ojos...
—Deja esa mirada de suficiencia—dijo Taeyong y echó un vistazo al reloj de la pared—¿No tienes una clase que dar pronto?
—Sí—dijo Jung, levantándose de la cama. Se veía tan fuera de lugar en la pequeña habitación en mal estado de Taeyong, que no era siquiera es gracioso.
Taeyong se volvió, agarró a las niñas y las sacó de la habitación.
No seas ridículo, se dijo a sí mismo. Sólo fue sexo. Sí, sexo con otro hombre 'sexo con su profesor'pero sólo sexo. No tenía motivos para sentirse nervioso. Eran adultos, se habían deseado el uno al otro y habían follado para rascarse la picazón. Sencillo. Nada complicado al respecto. No tenía por qué ser complicado.
Taeyong seguía diciéndose a sí mismo eso mientras preparaba el desayuno para las niñas cuando el timbre sonó.
Fue a abrir la puerta.
—¡Buenos días!—dijo la señora Hawkins, empujando más allá de él—Buen día, chicas.
—Buenos días, señora Hawk— las gemelas dijeron al unísono.
—¿Han comido ya?— La señora Hawkins preguntó a Taeyong.
—No, yo estaba a punto de alimentarlas, pero se me está haciendo un poco tarde y realmente apreciaría si usted...
Ella lo despidió.
—Por supuesto, ve a tomar una ducha. Lo haré...
Jung salió de la habitación de Taeyong, deslizándose en su chaqueta. T enía el pelo aún mojado después de una ducha.
La señora Hawkins se lo quedó viendo. Luego su mirada se trasladó a Taeyong.
Taeyong sentía el rubor subiendo por su rostro. Uno no tenía que ser un genio para adivinar lo que habían estado haciendo la noche anterior.
Los labios de la señora Hawkins se fruncieron en una línea. Sin decir una palabra, ella asintió con rigidez en la dirección de Jung, tomó a las niñas y las apresuró hacia la cocina.
Taeyong parpadeó a su espalda. Hace apenas unas semanas, la señora Hawkins le dijo que viviera un poco y se consiguiera una novia, pero al parecer esto era un problema para ella. Qué demonios. Su vida sexual no era su asunto.
—Encuentra otra niñera para los niñas si no quieres que crezcan estrechas de mente—Jung se dirigió a la puerta—Me tengo que ir. Necesito cambiarme antes del trabajo.
Taeyong dudó antes de seguirlo hasta la puerta. ¿Era su imaginación o Jung realmente estaba evitando mirarlo?
—Está bien—dijo Taeyong, forzando la indiferencia en su voz—Nos vemos alrededor, supongo.
Jung se quedó inmóvil antes de girar la cabeza hacia él.
Un latido pasó.
Jung extendió la mano, metió los dedos en la cintura de los pantalones cortos de Taeyong y lo acercó.
Inclinó la cabeza y apretó la nariz contra el costado del cuello de Taeyong antes de chupar duro en su piel. Taeyong se quedó sin aliento por la mezcla de dolor y placer.
En un parpadeo, Jung se había ido, y Taeyong se quedó mirando el espacio vacío que había ocupado un momento antes.
¿Qué se supone que significaba eso?
📚
—¿Y bien?—dijo YangYang cuando Taeyong se sentó junto a él un par de horas más tarde.
Cayendo en su asiento, Taeyong se miró las manos en su estómago.
—¿Qué?
—¿Hiciste tú—tú sabes?—La curiosidad era clara en la voz de su amigo.
Taeyong asintió.
—Sí— murmuró—Me lo follé de nuevo.
—¿Y ahora qué? ¿Tú pasas de él?
Taeyong dijo: —Claro.
Y luego Jung entró en el salón de clases.
Como siempre, el silencio fue instantáneo.
Jung se acercó a su escritorio, vestido con un impecable traje de tres piezas oscuro que abrazaba su musculosa figura. Su fuerte mandíbula estaba limpiamente afeitada...
—Síp, totalmente pasas de él— murmuró YangYang.
Taeyong se sonrojó y desvió la mirada.
—Lo hago.
—Claro que lo haces. Pero limpia esa baba de tu cara. En serio, me estás asustando. Es Jung. El tipo es un idiota total, el que no tiene sentido del humor, ni corazón... y él ni siquiera es guapo para compensar su personalidad.
—Él es guapo— Taeyong murmuró.
—Él no lo es. Muy bien, tiene un gran cuerpo y la confianza, pero su nariz es demasiado grande, y sus ojos son crueles—YangYang sonrió—A menos que te vayan ese tipo de cosas, supongo.
Taeyong puso los ojos y accidentalmente se encontró con la mirada de Jung. De repente, Taeyong pudo sentir el chupetón oculto tras su cuello alto, los moretones en sus muslos, el dolor en su culo.
Jung miró hacia otro lado y se aclaró la garganta.
📚
—Mira, ha venido a recoger a Jisoo de nuevo—YangYang murmuró, haciendo un gesto con la cabeza, mientras atravesaban el estacionamiento después de sus clases—Ves, yo no soy el único que se le queda mirando.
Taeyong siguió la mirada de YangYang.
Efectivamente, había un hombre apoyado en un Lexus blanco, y sí, él estaba atrayendo bastante la atención. El tipo ni siquiera parecía consciente de todos los estudiantes que lo observaban, luciendo aburrido y mirando su reloj de vez en cuando.
—Maldita sea, es tan hermoso— dijo YangYang.
Taeyong miró al chico críticamente. Él realmente era bastante sorprendentemente hermoso: alto y de cabello oscuro, con características fuertes, clásicamente guapo, una firme boca sensual y ojos azul profundo capaces de detener el tránsito. Sí, Taeyong podía entender por qué YangYang se sentía tan atraído por él, a pesar de que el chico parecía todo lo contrario a YangYang: abotonado hasta el cuello, serio y adecuado.
—No sé, hombre—dijo Taeyong—Parece que él tuviera un palo metido en el culo.
Taeyong resopló y le dio una palmada en el hombro.
—Al menos tú llegarás a verlo desnudo este fin de semana.
YangYang hizo una mueca.
—Como un niño mirando en el escaparate de una tienda de dulces.
Taeyong abrió la boca, y luego la cerró cuando un conocido Mercedes negro se detuvo frente a ellos. La puerta se abrió.
—Entra— dijo Jung, sin siquiera echarle un vistazo. Él parecía estar haciendo algo muy desagradable.
—No, gracias, voy a tomar el autobús— dijo Taeyong.
—Entra— dijo Jung de nuevo.
Taeyong miró a su alrededor. Ellos estaban atrayendo bastantes miradas curiosas. Mierda.
Él dio a YangYang un encogimiento de hombros y se metió en el coche.
Jung pisó el acelerador.
—¿Estás loco? ¡Todo el mundo nos vio!—Jung estaba en silencio, conduciendo a una velocidad cegadora—¡Así es como comienzan los rumores sucios!
Jung no dijo nada.
—¡Deja de ignorarme de una jodida vez!
Jung golpeó el pie en el freno.
Antes de que Taeyong lo supiera, los labios de Jung estaban en los suyos y su lengua estaba en su boca.
Taeyong gimió y devolvió el beso, hundiendo las manos en el espeso cabello de Jung.
Oh Dios, oh, Dios, Dios.
Hawk: Las chicas le dicen —Hawk— a la señora Hawkins como abreviatura de su apellido. Sin embargo también significa —halcón— y este es el motivo por el cual Taeyong regaña a una de ellas en el capítulo 1.
Capítulo 18
Las siguientes semanas pasaron volando en un borrón.
Todas las noches, Jung venía y se pasaban horas en la cama, teniendo sexo hasta que quedaban completamente agotados y se quedaban dormidos enredados entre sí. A veces corrían uno al otro en los pasillos o Taeyong iba a la oficina de Jung y se sentaba a horcajadas en su regazo y ellos...
Era una locura. Era desquiciante. Taeyong no podía mantener sus manos fuera de él; era como si no pudiera controlar su cuerpo en absoluto. Se sentía extrañado por su propio comportamiento insaciable; él nunca se había comportado así antes. Esta cosa fue de hecho empeorando. No importaba cuántas veces follaran, no importaba cuántos orgasmos tuvieran, constantemente quería más, más y más de JaeHyun, pero no podía conseguir suficiente.
JaeHyun.
—Dios, ya sal— Taeyong gimió contra la almohada, su voz aún ronca después de la mamada que él le había dado a Jung más temprano—Tengo el turno nocturno esta noche. Necesito estar en el trabajo en menos de dos horas, y toma años llegar allí— Hizo una mueca ante la idea. Odiaba los turnos de noche, odiaba cuando era enviado a trabajar en el restaurante al otro extremo de la ciudad, y odiaba dejar a las gemelas con la señora Hawkins por la noche.
Jung no se movió, su gran cuerpo todavía tumbado sobre la espalda de Taeyong. Él era demasiado pesado y estaba poniéndose difícil respirar, pero Taeyong encontró que no le importaba tanto.
—Tengo que ponerme en marcha, también— dijo Jung contra su cuello, besándolo allí—Tengo cientos de tareas que corregir.
—¿Corregiste la mía ya?
—Sí.
—¿Y?— El estómago de Taeyong se tensó mientras esperaba la respuesta de Jung. Había puesto tanto esfuerzo en ella.
—Fue aceptable—dijo Jung—C .
Taeyong exhaló.
—Oh.
Los labios de Jung se detuvieron contra su nuca.
Luego rodó a Taeyong y se apoyó en los codos por encima de él. Sus ojos oscuros estudiando la cara de Taeyong—¿Estás... molesto?
—No— dijo Taeyong ligeramente con una risa suave, evitando su mirada—Yo solo... yo sólo quería hacerlo mejor. Para callar a las personas que difunden rumores acerca de nosotros.
—Si tuvieras una mejor calificación, sólo lo empeoraría.
—Puede ser. Pero... yo realmente quería hacerlo mejor.
Jung le agarró la barbilla con los dedos y obligó a Taeyong a mirarlo.
Tenía una extraña expresión en su rostro: irritación mezclada con algo más.
—Lo hiciste mejor— dijo con voz ronca—Yo esperaba algo peor.
Taeyong resopló, sacudiendo la cabeza.
—Gracias. Supongo.
Jung se le quedó mirando con la misma mirada vagamente irritada, antes de inclinarse y besarlo.
Taeyong no estaba del todo seguro de cómo habían pasado de besarse a que Jung estuviera tratando de empujar su polla dentro de él, de nuevo.
—Tienes que estar bromeándome— dijo Taeyong, con algo así como una medio risa/ medio gemido—Estoy adolorido.
—Una vez más— dijo Jung, logrando sonar resignado y desesperado al mismo tiempo—Voy a ser suave....Yo fui gentil— dijo Jung, sus caderas meciéndose suavemente en él—Hasta que tú me rogaste que te jodiera más duro.
—Yo no lo hice.
Jung solo resopló.
—Cállate— dijo Taeyong, tratando de mantener sus caderas quietas 'tratando de esconder de Jung lo mucho que estaba disfrutando de la sensación de su polla profundamente en su interior. Se mordió el labio para tragarse sus gemidos. Era realmente vergonzoso: la polla de Jung ni siquiera estaba cepillando su próstata, pero él estaba amando la plenitud increíble y la intimidad embriagadora de tener a otra persona 'JaeHyun dentro de él', sobre él, a su alrededor, el pesado cuerpo de JaeHyun presionándolo hacia abajo contra el colchón, rodeándolo...
—Tú no tienes que ir— dijo Jung en su oído, jadeando levemente mientras sus caderas se sacudieron en él.
—¿Qué?— Taeyong consiguió decir.
—Tú no necesitas trabajar allí— Jung dijo dentro de su oreja, jadeando ligeramente mientras sus caderas golpeaban contra él—Yo pagaré...
—Ni siquiera comiences.
—Tú aceptaste dinero antes— dijo Jung, golpeando en su próstata, una y otra vez.
—No lo hagas— Taeyong apretó las sábanas en sus puños. Era demasiado—Demasiado sensible— Intentó recordar lo que estaban hablando—Tú sabes que era diferente antes.
Las caderas de Jung se detuvieron, haciendo a Taeyong quejarse de frustración.
—¿Cómo era tan diferente?— dijo Jung en una voz extraña.
Taeyong parpadeó aturdido. Era la primera vez que incluso remotamente hablaban sobre esta cuestión entre ellos—Te di las mamadas porque necesitaba dinero— dijo en voz baja—Te follo porque lo quiero.
—¿Lo?
—Porque te quiero a ti.
Silencio.
Taeyong sintió que se sonrojaba y se dijo a sí mismo que no fuera tonto. No era como si hubiera dicho algo que Jung no podría adivinar por sí mismo: era descaradamente obvio que se querían entre sí. Pero nunca lo habían dicho en realidad.
—¿Qué?— Dijo, un poco a la defensiva.
Haciendo un ruido bajo en su garganta, Jung lo besó de nuevo y, cambiando el ángulo, estableció un ritmo constante, inmensamente satisfactorio.
—¿Bueno?— Preguntó Jung con voz ronca entre sus embestidas.
—Sí—Taeyong no podía evitar que pequeños gemidos se escaparan de sus labios—Tan bueno.
Sus gemidos crecieron progresivamente más fuertes con cada embestida, sus bolas apretándose mientras se acercaba orgasmo.
—Sí, así es— dijo Jung en su oído, besándolo—Te quiero— Apretó húmedos besos calientes sobre todo el cuello de Taeyong, sus embestidas perdiendo su ritmo, pero sin perder nada de su poder—Te quiero— dijo de nuevo, con un tono diferente, de alguna manera.
Una oleada de placer golpeó fuerte a Taeyong, y él se vino con un gemido, temblando con todo su cuerpo. Dios.
Sólo era vagamente consciente de Jung embistiendo en él por un rato, antes de que finalmente se corriera todavía encima de él. Entonces, para su decepción y alivio, Jung se retiró y salió de él.
Abriendo los ojos, Taeyong volvió la cabeza.
Jung yacía de espaldas, con los ojos bien abiertos. Su rostro estaba un poco sonrojado, el pecho agitado, pero él estaba lejos de estar relajado. Había una pequeña arruga en su rostro, sus labios apretados en una fina línea.
Finalmente, Jung se levantó de la cama, se deshizo del condón, y comenzó a vestirse.
Taeyong se sentó, mirando los hombros tensos de Jung.
—¿Me puedes dar un aventón al trabajo?—}
Las manos de Jung se detuvieron en los botones de su camisa.
Taeyong no estaba seguro de por qué lo había pedido. Sabía que la casa de Jung estaba en una parte completamente diferente de la ciudad. Simplemente no era práctico para él darle un aventón a Taeyong si tenía mucho trabajo esperándolo en casa... iba a perder horas si hacía eso.
En serio, ¿por qué había preguntado? Era una tontería.
Taeyong estiró sus músculos doloridos, trabajando las molestias en su cuello.
—Sí— dijo Jung secamente, apartando la mirada de nuevo.
—Vístete.
Taeyong se bajó de la cama y se dirigió a él, temblando un poco; la habitación estaba fría.
—Está bien si no quieres hacerlo— dijo, con incomodidad, abrochándole el resto de los botones a la camisa de Jung.
Jung miró los dedos de Taeyong. Tenía una expresión sombría en el rostro.
—Lo quiero.
Capítulo 19
El Profesor Chen era un idiota. Al menos eso fue lo que pensó Taeyong, cuando el hombre ignoró a Taeyong y siguió caminando.
—No hay nada que discutir, Lee— dijo Chen bruscamente, caminando más rápido—La asignación se debía entregar ayer. No voy a hacer una excepción por ti. Es tu propia culpa. ¡Tú eres irresponsable! La termodinámica es la rama más importante de la ciencia y tú no lo entiendes. Si fallas en mi clase, que parece ser cada vez más probable, será merecido.
Taeyong hizo una mueca. Sí, era realmente su propia culpa. No debería haber pasado tanto tiempo estudiando para su tarea de Mecánica de Fluidos, tratando de impresionar a Jung. No lo había exactamente impresionado.
—Pero...
—Deja de poner a prueba mi paciencia, Lee— Chen dijo bruscamente, sacudiendo la cabeza—¿Qué está mal con los estudiantes en estos días?— Y Chen comenzó a despotricar sobre el sentido de amor propio, la falta de atención, y la falta de humildad de los estudiantes, viéndose más molesto a cada minuto, y Taeyong se dio cuenta de que no había manera de que Chen le diera más tiempo para completar la tarea.
—Chen— llegó una voz familiar desde detrás de ellos.
Taeyong se tensó y no miró en su dirección. Maldita sea. Jung era la última persona que quería que presenciara esto.
—¿Hay algún problema?—dijo Jung.
—¡Este muchacho es perezoso e irresponsable!—dijo Chen—¡Él no hace sus deberes a tiempo y ahora me pide que le de unos días más! ¿Cómo va a ser ingeniero cuando él no puede siquiera arreglárselas para pasar los cursos básicos?
Taeyong quería que la tierra se lo tragara. Jung era el hombre más inteligente que él alguna vez había conocido. Probablemente pensó que Taeyong era tan tonto como una roca. No es que importara lo que él pensara. Excepto, que tipo que lo hacía. Importaba. Muchísimo.
—Tenía la misma opinión que tú, Chen—dijo Jung, su voz indiferente—Pero Lee ha mostrado cierta mejoría en las últimas semanas. Dale un día. Si se retrasa de nuevo, repruébalo.
La mirada de Taeyong chocó con él. No había manera en el infierno de que pudiera hacerlo en sólo un día.
—Buena idea—dijo Chen—Un día, Lee.
—Pero...
Chen lo fulminó con la mirada.
—Un día.
Frunciendo los labios, Taeyong asintió y se fue.
Sus pies lo llevaron a la oficina de Jung. La puerta estaba destrabada, y él entró.
Taeyong apoyó la cadera contra el escritorio y se metió las manos en los bolsillos.
No tuvo que esperar mucho.
Jung no parecía sorprendido de verlo, pero parecía ocupado, cargando una pila de trabajos.
—No deberías haber hecho eso— dijo Taeyong—No hay manera de que pueda lograr hacerlo para mañana.
—¿Por qué?— Jung puso los papeles sobre la mesa y se sentó.
Taeyong se encogió de hombros, mirando a sus botas.
—Soy estúpido.
—Tú eres un estudiante becado.
Los labios de Taeyong retorcidos.
—Sí. Yo solía pensar que era bastante inteligente, pero... pero no lo soy. La mayor parte de las cosas que Chen y tú enseñan pasan de largo por mi cabeza. En un momento creo que entiendo termodinámica, al siguiente, no tengo ni puta idea de lo que está sucediendo. Realmente debo ser tonto— Taeyong agarró el borde del escritorio—Me siento como un perdedor a veces, ¿sabes? No puedo encontrar un trabajo decente, no puedo comprarle a las niñas las cosas que necesitan, y ahora esto. Me siento tan inútil y estúpido, y... yo sólo... yo sólo... olvídalo.
Hubo un largo silencio.
Sintió la mirada de Jung en su nuca.
—No soy bueno consolando a la gente— dijo Jung, irritado.
Taeyong se volvió hacia él y forzó una pequeña sonrisa.
—Está bien. Me sorprende que no me hayas echado a patadas todavía.
Los labios de Jung se adelgazaron. Tenía una expresión muy amarga en el rostro.
—Ven acá.
Taeyong nunca se había movido tan rápido en su vida.
Se subió al regazo de Jung, puso su cabeza en su hombro y cerró los ojos. Los fuertes brazos de Jung se apretaron a su alrededor, y Taeyong suspiró de placer. Se sentía tan bien. Justo lo que necesitaba. Lo asustó 'que necesitara esto' pero lo hacía. Se sentía casi mejor que el sexo.
—Te estás volviendo suave, Profesor— murmuró con una sonrisa, respirando su aroma. Era familiar y extrañamente reconfortante.
—Cállate, Lee— dijo Jung, sonando aún más molesto, si eso era posible.
Taeyong rozó sus labios contra su cuello.
—Bien. Eres muy malo y desagradable— Él acarició el cuello de JaeHyun—Cinco minutos. Entonces puedes patearme fuera y vamos a pretender que esto nunca sucedió.
Jung suspiró.
—Muéstrame la asignación.
La boca de Taeyong se abrió. Levantó la cabeza y miró a Jung.
—¿De Verdad?
—No lo haré por ti—dijo Jung, ajustando su mirada en él—Pero voy a explicarte lo que no comprendas.
Taeyong sonrió y lo besó.
Capítulo 20
Por lo general, Taeyong era de sueño ligero.
Pero cuando la puerta de su habitación se abrió esa noche, Taeyong tuvo dificultad para despertarse, su mente mareada. Él se hundió más profundamente en el hombro caliente de Jung, sus manos apretando alrededor del brazo de Jung.
Las voces parecían venir de muy lejos.
—Tu hermano está dormido— dijo Jung—Regresa a la cama.
—¡Pero yo tuve una pesadilla! Tengo miedo. ¡Taeyong siempre me abraza cuando tengo miedo!— Era Seulgi.
Taeyong trató de abrir los ojos. No funcionó.
—Seulgi— dijo Jung severamente—Eres una niña inteligente. No puedes dormir con Taeyong porque la cama es demasiado pequeña para nosotros tres.
—Dormiré con Taeyong. ¡Tú puedes ir a dormir con Joy!
Jung se rió entre dientes.
—Yo no creo que vaya a caber en tu cama, enana.
Seulgi reflexionó.
—Puedo dormir sobre ti. Tú eres grande, y a Taeyong le gusta dormir encima tuyo.
Taeyong ciertamente lo hacía, a pesar de que era perturbador que Seulgi supiera eso.
—No puedes dormir en mí.
—¿Por qué?
—Porque... porque... Bien— Jung espetó al fin, para sorpresa de Taeyong.
Chillando de alegría, Seulgi trepó a la cama y al pecho de Jung.
—Eres muy cálido— dijo, bostezando.
Él lo era en realidad. La habitación era muy fría, pero JaeHyun era muy cálido. Tan cálido.
—Dormir. Y no te hagas pis encima mío— Jung se quejó.
—Yo no soy un bebé. Soy grande. ¡No me hago pis en la cama!
—Bien. Ahora duérmete.
—Tienes pelo divertido en el pecho. Taeyong no tiene pelo divertido en su pecho. ¿Por qué?
Eso hizo a Jung pausar.
—Dormir.
—No te gusto— Seulgi murmuró—Te gusta más Joy.
Un suspiro pesado.
—¿Por qué crees que ella me gusta más?
—¡Le diste chocolate ayer!
Taeyong frunció el ceño. ¿Eh?
—Porque ella lo pidió. Debes pedirlo si quieres algo.
—Así que si yo pido, ¿me darás algo? ¿Cualquier cosa, cualquier cosa?
—¿Si digo que sí, vas a dejar de hablar y dormir?
—¡Sí!
—Bien. ¿Qué quieres?
—¡Quiero un cachorro! ¡Negro y esponjoso! ¡Con una estrella blanca en la frente!
Una pausa.
—Elije otra cosa.
—¡Pero dijiste cualquier cosa!
Taeyong volvió a dormirse, aun sonriendo.
📚
—Entonces— dijo YangYang, echándose hacia atrás y meciéndose un poco en su silla—¿Qué está pasando contigo y Jung?
Taeyong levantó la vista de su plato a él.
—¿Eh?
YangYang rió suavemente.
—Vamos. No estoy ciego. Ha estado sucediendo desde hace semanas. Creí que te cansarías de él para ahora, pero todavía te ves totalmente jodido la mayor parte del tiempo...
—Yo no lo hago.
YangYang le dirigió una mirada chata.
Pellizcándose el puente de la nariz, Taeyong admitió: —Sí, está bien. ¿Entonces qué?
YangYang levantó las manos.
—Hey, yo no estoy juzgando. Lo que sea que haga flotar tu bote— Se encogió de hombros con una sonrisa torcida—No es asunto mío si tú estás enamorado de su polla.
Taeyong se dejó caer en su silla y miró sombríamente a YangYang.
—Puede que sea un poquito más complicado que eso—Se pasó una mano por la frente, suspirando—Ni siquiera estoy seguro de cómo actuar con él en clases ya. Es como si mi cerebro dejara de funcionar cuando él está cerca—Él hizo una mueca—Yo lo besé ayer afuera de su oficina. No pude evitarlo. Tuvimos suerte de que era tarde y nadie nos vio...creo.
Las cejas de YangYang casi alcanzaron el nacimiento del pelo. Silbó.
—Espera, ¿Están, como en una relación?
Taeyong frotó el rabillo del ojo.
—No... quiero decir... no lo sé. Yo... yo, como que le di una llave de mi casa.
YangYang se echó a reír.
Taeyong le dio una patada bajo la mesa.
—Cállate. Tenía mucho sentido hacerlo. A veces él viene muy tarde, y no quiero que despierte a las niñas con su golpeteo. Esto no significa lo que crees que significa.
—¿Oh enserio?
Taeyong dejó escapar un suspiro.
—No lo sé. Las cosas han sido raras últimamente. Él es tan bueno conmigo a veces, y me siento como... me siento tan bien con él, ¿sabes?—Feliz—Es tan confuso.
—No jodas. ¿Ustedes no hablan?
Taeyong se encogió de hombros.
—Claro, hablamos, pero no sobre eso. Él viene a mi casa por la noche y si las niñas están todavía despiertas, no es que no podamos tener una charla apropiada. Si ellas ya están en la cama, no gastamos mucho tiempo hablando— Sólo quiero conseguirlo desnudo y sobre mí—Y él no es exactamente del tipo conversador.
—Parece que él quisiera hablar esta vez— YangYang asintió hacia algo detrás de él.
Taeyong volvió la cabeza y vio a Jung caminar hacia él rápidamente. Taeyong se puso de pie y dio un paso lejos de la mesa justo cuando Jung lo alcanzó.
—Algo está mal?— Taeyong murmuró, mirando a su alrededor. Estaban atrayendo miradas curiosas; los instructores normalmente no visitaban la cafetería.
Rodando los ojos, Taeyong lo hizo.
—Me voy por unos días— dijo Jung una vez que estaban afuera.
—¿Dónde? ¿Por qué?
—No importa. No te incumbe.
Taeyong cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿De Verdad? Entonces ¿por qué siquiera me lo estás contando?
Ellos se quedaron mirando uno al otro.
Taeyong se negó a bajar la mirada.
—Me voy— dijo Jung con carácter definitivo.
—Bien. Ve— Taeyong se mordió el interior de la mejilla, tratando de contener docenas de preguntas. Preguntas que lo harían verse como una patética y necesitada niñita adolescente.
Jung dio un paso hacia él; sus rostros estaban sólo a pulgadas de distancia ahora. Había una extraña inquietud en los ojos oscuros de Jung. Algo estaba cambiando entre ellos, y eso asustaba a Taeyong. Y le excitaba.
Pasaron unos segundos, en que sólo se miraron.
Un tipo salió de la cafetería, y ellos se apartaron bruscamente.
—Señor—el chico dijo respetuosamente a Jung.
—Correcto—dijo Taeyong, metiéndose las manos en los bolsillos—Me iré.
Antes de saltar sobre ti y besarte delante de todos.
Jung asintió con rigidez y se alejó.
Taeyong suspiró. Maldita sea.
Quizás unos pocos días de descanso podría hacerles bien. Las cosas se estaban poniendo demasiado extrañas.
O quizás el problema era que ya no eran tan extrañas.
Capítulo 21
Jung no regresó en unos pocos días.
Tampoco llamó. Taeyong sabía que podía llamar, pero la sola idea le hizo temblar. No quería parecer pegajoso.
Para el viernes, Taeyong no sabía qué pensar. No ayudó el que Seulgi y Joy continuaran preguntando dónde estaba el Sr. Jung, la pregunta para la que Taeyong no tenía respuesta.
¿Dónde estaba él?
Era un pensamiento persistente en la parte posterior de la mente de Taeyong el que Jung era un compromiso—fóbico. Tal vez lo había dejado porque esta cosa entre ellos le asustó. Si eso era así, bien, que se joda. Taeyong estaría condenado si se dejara ser el tipo pegajoso.
—¿Qué te pasa, hombre?— YangYang preguntó el viernes por la mañana, mientras que se sentaron en la clase de Jung.
—Nada.
—Te ves como la mierda.
—No dormí bien— Taeyong murmuró, frotándose los ojos. No era una mentira—Sólo estoy..—Se interrumpió a sí mismo, notando al profesor que entraba en el salón de clases.
No era Jung.
Su corazón se hundió.
La Profesora Newland se sentó detrás del escritorio de Jung y sonrió a los estudiantes.
—Buenos días—dijo la mujer alegremente—Voy a estar reemplazando al profesor Jung hasta nuevo aviso.
Una alegría recorrió la habitación.
Taeyong levantó la mano.
—Sí, señor Lee?—dijo Newland.
—¿Dónde está el profesor Jung?
Ella arqueó las cejas.
—Yo no creo que sea tu problema, pero si quieres saberlo... El Profesor Jung está ausente debido a circunstancias familiares.
—Sí— la chica sentada al otro lado de Taeyong murmuró—He visto en las noticias que él se estará casando con la hija de un político.
Taeyong se quedó mirándola, aturdido.
YangYang le puso una mano en el hombro y le dijo algo, pero apenas podía oírlo.
¿Casado? ¿JaeHyun?
—No puede ser verdad—susurró: más para sí mismo que para la chica—Él es gay. Y él es..— Mío.
Excepto que no lo era, ¿verdad? No tenía ningún derecho a estar enojado. No eran nada el uno del otro.
—¿Estás bien?— dijo YangYang, quien lo miraba con el ceño fruncido.
—Estoy bien.
—Taeyong...
—¡Estoy jodidamente bien!— Taeyong respiró hondo y dijo, más suave—Lo siento. Estoy bien.
📚
Taeyong volvió a casa temprano, despidió a la niñera, se sentó en el sofá y vio a las gemelas jugar.
Sus vestidos estaban gastados y demasiado pequeños para ellas.
Necesitaban ropa nueva.
Cerró los ojos y pensó en cuánto costaría. La Navidad no estaba muy lejos, y las Navidades eran caras, por lo que necesitaba ahorrar dinero. La nueva ropa para las niñas tendría que esperar hasta que encontrara un trabajo mejor.
Taeyong suspiró, frotándose la cara. Sí. Eso era en lo que necesitaba enfocarse. No más distracciones. Las niñas dependían de él.
El sofá se hundió cuando las chicas de pronto subieron a el.
—Estás triste— dijo Joy.
—No nos gusta cuando estás triste— dijo Seulgi.
Taeyong sonrió y envolvió sus brazos alrededor de ellas, tirando de ellas cerca. Eran muy cálidas y olían a jabón y dulces. A inocencia.
—No— dijo—Por supuesto que no estoy triste.
—¿Cuándo va a volver el Sr. Jung?— Preguntó Seulgi, una vez más, sus ojos azules muy abiertos y brillando con lágrimas—¡Él me prometió un cachorro! Con una estrella blanca en la frente.
Joy se chupó el pulgar.
—Sí, ¿cuándo va a volver?
El corazón de Taeyong se apretó. En ese momento, él odiaba a JaeHyun Jung más que a nada. Las chicas no tenían a nadie excepto a Taeyong; por supuesto que se habían apegado a JaeHyun, ya que había estado prácticamente viviendo con ellos durante el último par de semanas.
Taeyong sonrió, pero se sentía más como una mueca.
—No pareciera que vaya a regresar, cariño.
Las cejas de Seulgi frunciéndose.
—¿Por qué?
¿Cómo se suponía que iba a responder a eso?
Taeyong desvió la mirada.
—Porque él tiene su propia familia. Y parece que su padre le pidió que se casara—Al menos esa era la única explicación que se le ocurría—Él va a formar una familia ahora.
—¿Por qué?— dijo Seulgi.
El labio inferior de Joy tembló.
—¿Por qué?
Taeyong miró entre ellas y no sabía qué decir.
—No lo sé, nena—murmuró, presionando sus labios en la frente de Joy y tirando a Seulgi más cerca—No lo sé.
Capítulo 22
Taeyong se despertó en medio de la noche, temblando.
Se acurrucó más profundo debajo de las sábanas. La habitación estaba fría y húmeda, como de costumbre, pero era más difícil de ignorar después de semanas de compartir el calor corporal con otra persona. Echaba de menos estar cálido.
Taeyong suspiró, giró sobre su estómago y abrazó la almohada, enfadado consigo mismo. Esto se le estaba yendo de las manos. Suficiente. Al carajo con Jung y al carajo con su estúpido cuerpo cálido. Al carajo con él.
Pero no importaba lo que se dijera, el dolor en el estómago todavía estaba allí. El hambre. La necesidad que iba más allá del sexo. Quería el cuerpo de Jung junto a él, grande y caliente. Incluso quería oír sus comentarios mordaces, sentir su aliento contra su piel...
Taeyong se tensó y levantó la cabeza. Podría haber jurado que oyó voces procedentes del living. Pero las chicas no podían estar despiertas, ¿verdad?
Con el ceño fruncido, Taeyong salió de la cama, temblando violentamente mientras el aire frío golpeó su piel, y encaró hacia la puerta. H abía luz en la sala, pero no significaba nada: él había dejado la lámpara, ya que las gemelas tenían miedo a la oscuridad.
Taeyong abrió la puerta sin hacer ruido y se congeló.
Jung estaba sentado en el suelo junto a la cama de las niñas, una
de las gemelas en su regazo.
El corazón de Taeyong comenzó a latir en su pecho.
Él estaba de vuelta.
Él estaba de vuelta.
—¿Dónde estabas?—dijo su hermana, frotándose los ojos adormilados con una mano mientras con la otra jugaba con la corbata de Jung. Era Joy, Taeyong decidió. Jung parecía tener alguna debilidad por Joy, aunque era extraño que Jung estuviera tolerando esto incluso de Joy.
Eso fue hasta que Taeyong estudió la cara de Jung. Incluso en la tenue luz de la lámpara, su rostro se veía, extrañamente, con la guardia baja y cansado.
—Yo estaba visitando a mi familia—murmuró Jung.
Joy se chupó el pulgar.
—Me acuerdo de tu familia. A tu papá no le gustamos mucho nosotros.
Una extraña expresión cruzó el rostro de Jung. Él no dijo nada.
—Taeyong dijo que estabas haciendo una nueva familia.
Jung se tensó visiblemente.
—¿Lo hizo?
Joy asintió.
—Él estaba muy triste.
Taeyong se sintió ruborizarse. ¿Ella tenía que decirle eso?
Jung tenía una extraña expresión en su rostro.
—¿Lo estaba?—Murmuró.
—Yo estaba triste, también—dijo Joy—No entiendo. ¿Por qué quieres una nueva familia? Nos tienes a nosotros.
Niños, pensó Taeyong, mordiéndose el labio. No tenían miedo. En cierto modo, los niños eran más valientes que los adultos.
Jung abrió la boca y volvió a cerrarla. Era la primera vez que Taeyong le había visto quedarse sin palabras. La garganta de Jung convulsionó antes de que él le dijera a Joy.
—No te preocupes, no voy a estar haciendo una nueva familia.
Taeyong exhaló.
—¿No se supone que deberías estar durmiendo, enana?
Joy estudió a Jung seriamente con sus grandes ojos azules.
—Estás triste, también. ¿Algo malo pasó?
Una sonrisa sin sentido del humor retorció los labios de Jung.
—Podrías decir eso.
—Cuando yo estoy triste, Taeyong me abraza y ya no me siento tan triste. ¿Quieres un abrazo?
Taeyong esperaba que Jung rechazara la oferta con una sonrisa burlona.
Él no lo hizo. Él no dijo nada.
Tomando su silencio como un sí, Joy se puso de pie y puso sus cortos brazos alrededor del cuello de Jung. Jung tuvo que sostenerla.
Taeyong miró las grandes manos de Jung en la espalda de su hermanita, y luego a su rostro en blanco, estoico.
Silenciosamente, cerró la puerta y se dirigió de nuevo a la cama.
Unos veinte minutos pasaron antes de oír la puerta abrirse de nuevo. Hubo un susurro de ropas antes de que el colchón se hundiera con el peso de Jung, y que él se deslizara bajo las sábanas junto a Taeyong.
La velocidad con la que Taeyong se pegó a él habría sido embarazosa si Taeyong pudiera obligarse a que le importara; no lo hizo. Sólo necesitaba que lo besara. Necesitaba que lo tocara. Así que él lo beso y Jung le devolvió el beso igualmente hambriento, sus labios con urgencia, casi desesperados.
Taeyong no estaba seguro cuántos minutos pasaron besándose...se sintieron como horas y segundos al mismo tiempo.
Cuando finalmente dejaron de besarse para respirar, Taeyong se sentía cálido de pies a cabeza. Enganchando su pierna sobre la cadera de Jung, puso su cabeza en su pecho. El corazón de Jung latiendo bajo su oído, fuerte y rápido.
D urante mucho tiempo, no había más que agradable silencio.
—Él murió, ¿no?—Taeyong susurró al fin.
Sintió a Jung ponerse rígido debajo de él.
—Sí.
Taeyong dudó, sin saber qué decir.
—¿Qué pasó? Alguien dijo que ibas a casarte.
Jung suspiró, algo que Taeyong sintió más que escuchó cuando el pecho de Jung se expandió bajo su mejilla.
—Fueron las manipulaciones de Joseph de nuevo. Fui allí porque él me dijo que estaba en su lecho de muerte. Cuando llegué, había una gran reunión.
—¿Qué tipo de reunión?—dijo Taeyong, pasando los dedos por el pelo del pecho de JaeHyun.
—Un montón de políticos, empresarios ricos y periodistas. Cuando llegué, Joseph hizo un anuncio.
Los ojos de Taeyong se agrandaron.
—¿Él realmente, anunció tu compromiso sin preguntarte? Es una locura—Wow. Él sabía que el padre de JaeHyun era un déspota, pero eso era ridículo, incluso para él.
Jung pareció vacilar.
—Creo que... creo que no ha estado bien de la cabeza últimamente. Y él Probablemente esperaba que a mí no me gustara hacer una escena delante de tantas personas influyentes y periodistas. Él tenía razón...nuestra familia se habría convertido en un hazmerreír si yo hiciera eso. Lo llevé a un lado y le dije que si él no negaba su anuncio, lo haría yo mismo—Jung hizo una pausa. Su voz era plana cuando él continuó: —Él se puso furioso y tuvo un ataque al corazón. Estaba muerto para la siguiente mañana.
Taeyong cerró los ojos.
—¿Arreglaron las cosas antes de morir?
Jung se rió entre dientes, el sonido áspero y sin sentido del humor.
—No. Incluso en su lecho de muerte, él me llamó la mayor decepción de su vida. Él trató de manipularme incluso mientras luchaba por respirar. Amenazando con dejarle todo al marido de Lisa si yo no me casaba con esa chica. Por supuesto que no lo haría. Él es...él era demasiado anticuado para eso.
Los labios de Taeyong rozaron la piel caliente, y él respiró en ella, sintiendo el latido constante del corazón de Jung contra su mejilla.
—Me alegro de que hayas vuelto, JaeHyun.
Sintió al cuerpo de Jung ponerse rígido por un momento y luego relajarse en contra suyo.
Un fuerte brazo se envolvió en torno a la espalda de Taeyong y tiró de él cerca, apretado, casi hiriendo sus costillas.
Taeyong no se quejó. Se acurrucó más cerca de la calidez de JaeHyun y se quedó dormido momentáneamente.
Él dormía como un bebé, por primera vez en una semana.
Final
—JaeHyun—dijo Taeyong, cerrando la puerta.
JaeHyun no levantó la vista de su computadora.
—Ahora no. Estoy ocupado y tú eres... tú eres demasiada distracción.
Taeyong sonrió.
—Distracción, ¿eh?
JaeHyun le lanzó una mirada, pero fue poco entusiasta como mucho.
—¡Vamos, dímelo ya!
—Sin tratamientos especiales—dijo JaeHyun—Vas a conocer tu nota cuando todos los demás lo hagan. Mañana.
Apoyándose contra la puerta, Taeyong se mordió el labio.
—¿He reprobado?
No estaba seguro. JaeHyun le había ayudado mucho últimamente, explicándole muchas de las cosas que Taeyong se había perdido al inicio del semestre. Taeyong había pensado que su comprensión de la materia había mejorado y que lo había hecho bastante bien en el examen, pero ahora, mirando a la cara sombría de JaeHyun, ya no estaba seguro.
—No—dijo JaeHyun—No fallaste.
Taeyong exhaló.
—Entonces, ¿qué me saqué? Una C, ¿verdad?
JaeHyun frunció los labios.
—Obtuviste una B.
La boca de Taeyong se abrió.
—¿De Verdad? Espera, acaso tú...
—No, yo no te doy ningún tratamiento especial—dijo JaeHyun, su tono un tanto a la defensiva—Hiciste un buen trabajo. Tú no eres poco inteligente. Si realmente te molestaras en asistir a clases, no habrías tenido ningún problema en absoluto.
Taeyong sonrió, sintiéndose estúpidamente cálido y mareado. Dio un paso hacia el escritorio, pero JaeHyun espetó: —No lo hagas.
—¿Por qué?
JaeHyun fijó sus ojos en la pantalla delante de él, con la mandíbula apretada.
—Te lo dije. Eres una distracción. Tengo que trabajar.
JaeHyun suspiró entre dientes.
—Bien. Ven aquí y bésame. Un beso. Luego te vas.
Taeyong fue allí y lo besó.
Y lo besó de nuevo.
Y otra vez.
Y una vez más.
📚
Cuando Taeyong abrió los ojos a la mañana siguiente, encontró a JaeHyun observándolo.
—Buenos días—Taeyong murmuró, sus rostros a sólo pulgadas de distancia en la almohada. Se sentía insoportablemente íntimo—¿Dormiste bien?
—No, no lo hice—dijo JaeHyun, su pesada mano sobre la espalda de Taeyong—Tú cama es terrible. Casi me caigo fuera dos veces.
Taeyong sonrió perezosamente.
—Nadie te está obligando a dormir aquí.
JaeHyun dibujó sus labios en una fina línea y desvió la mirada por un momento antes de mirarlo de nuevo.
—Sería mucho más conveniente si utilizáramos la cama en mi casa.
Taeyong parpadeó.
—Tú sabes que no puedo dejar a las niñas solas.
—Tengo una habitación libre para ellas.
Taeyong se le quedó mirando.
—¿Me estás pidiendo que me mude contigo?
La cara de JaeHyun no mostraba nada.
—Sería conveniente.
—¿Conveniente?
—Sí, conveniente.
Presionando los labios juntos para evitar reír, Taeyong asintió solemnemente.
—Muy conveniente.
—Cállate, Lee—dijo JaeHyun.
Taeyong sonrió lentamente y enroscó los brazos alrededor de su cuello.
Se miraron el uno al otro a los ojos durante un largo rato, y Taeyong sintió algo apretando en su pecho. Dijo suavemente:
—Te amo, también, JaeHyun.
JaeHyun se lo quedó mirando durante lo que pareció una eternidad antes de que dijera, un poco sin aliento.
—Sí.
Taeyong rió.
—Está bien, vamos a tener que trabajar en eso...
JaeHyun le cerró la boca con un beso.
Fin.


Comentarios