𝓒 (2) 🕯️ 𝓙𝓪𝓮𝓨𝓸𝓷𝓰
- xiaotrufa

- 29 ago 2022
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 18 sept 2022
Capítulos
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9
Taeyong se puso de pie, su alma expuesta.
Yoon Oh siempre parecía saber lo que quería Taeyong. Lo que necesitaba. Lo odiaba. Y odiaba que estuviera aprendiendo todo acerca de los vampiros de un hombre que los había estado matando durante un milenio.
—No hay nada malo en ti, —aseguró Yoon Oh. —Pero eres diferente.
—¿De qué manera? —Taeyong dio un paso hacia Yoon Oh, olvidándose de que estaba al final de su cadena. Su cuello lo tiró hacia atrás. —Maldición. —
Simpatía cruzó los ojos de Yoon Oh como si se sintiera mal porque Taeyong estaba encadenado. Taeyong no lo creyó, ni siquiera por un momento. Si realmente se sentía mal por el collar, podía quitarlo.
—¿Sabes qué es una bolsa de sangre? —, Preguntó.
Taeyong pasó ausente la mano por su torso al lugar por el que había sido apuñalado con la estaca.
—He oído decirlo a tu cazador. Supongo que tiene sangre dentro de mí.
—Sí y no. La bolsa de sangre tiene condensada, por la falta de un término mejor, es la energía de la sangre. Es donde los vampiros sacan su poder. Si te enfocas, puedes dirigir el poder para mejorar tus habilidades. Si, por ejemplo, quieres curarte más rápido, o empujarte a moverte más rápido, tocarías en tu bolsa de sangre. Es de lo que sacas cuando obligas a alguien.
Taeyong cerró los ojos y sintió los filamentos de poder dentro de él. Centrándose en ellos, se hicieron visibles en su mente. Rojos y remolinos, se agruparon y se retorcieron en su vientre, esperando su orden. Esto era nuevo, y sin embargo era natural, como si hubiera sido capaz de verlos a lo largo de todo, pero nunca lo pensó mucho. Con este nuevo conocimiento, quería probarlo. Agarró muchos de los remolinos de poder y los acercó a sus oídos. El escuchó. Había gente caminando por el pasillo afuera, una cena dos niveles abajo, un humano cambiando las sábanas, la charla de cazadores... oía todo. Contó a la gente. Había diecisiete incubes en el edificio, sin contar a Yoon Oh, y sesenta y tres humanos. Taeyong se preguntó cuántos eran cazadores y cuántos servían a otros papeles, como médico o tal vez cocineros o criadas.
Se acercó a los otros cinco vampiros. Oía los corazones batir sólo una vez cada pocos minutos, excepto los de Seulgi, que se habían detenido porque no había tenido sangre en mucho tiempo. Fue la ausencia de ruido lo que le ayudó a concentrarse en ellos. Ampliando su audición hacia el exterior, descubrió docenas de humanos patrullando los terrenos.
Y un vampiro. Estaba esquivando cada una de las patrullas, acercándose cada vez más. Escuchó cuando el vampiro trepó por la pared exterior, clavando sus garras en la piedra.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Yoon Oh. Taeyong había permanecido inmóvil durante muchos minutos con los ojos cerrados. El cuerpo a los pies de Taeyong había desaparecido, parecía que Yoon Oh lo limpiaba.
Taeyong miró hacia la ventana.
—Hay un vampiro parado en tu balcón.
Yoon Oh sacudió la cabeza y cruzó los brazos sobre su pecho desnudo.
—Ningún vampiro podría llegar tan cerca de este lugar desapercibido. Incluso si pudiera, podría sentir uno parado en mi balcón.
Taeyong se encogió de hombros. No le importaba de una manera u otra si Yoon Oh le creía, pero se preguntó qué estaría haciendo el vampiro ahí fuera. Taeyong siguió mirando en esa dirección.
Irritado, Yoon Oh se acercó a las cortinas.
—No hay vampiro, Taeyong. —Abrió las cortinas.
Él estaba en lo correcto. No había vampiro por ahí. El balcón estaba vacío. El enorme balcón fuera de la suite de Yoon Oh estaba hecho de piedra trabajada gris y la hiedra creció en la barandilla. Más allá, todo lo que podía ver era la parte superior de los árboles de invierno con un único camino torcido a través de ella. No había otros edificios alrededor.
Taeyong todavía podía oír los cambios casi inaudibles de algo moviéndose. Ahora estaba en el tejado.
—Juro que oigo algo.
—Oh—Yoon Oh sonrió. —¿Ningún latido del corazón? ¿Y cuándo se mueve suena un poco como grava? —
Taeyong escuchó. El sonido de la grava era tan débil que casi no se dio cuenta.
—Sí.
Yoon Oh sacó su teléfono celular de la cama. Entró un código en él que Taeyong no podía ver. Las puertas del balcón se cerraron. El aire frío llenó la cálida habitación cuando Yoon Oh abrió ambas puertas. Taeyong se preguntó si el frío afectaría al íncubo, no parecía a pesar de que no llevaba camisa y nada sobre sus pies.
Yoon Oh salió, caminó hasta el final del balcón y gritó hasta el techo.
—Asper, ¿te gustaría venir a conocer al nuevo vampiro? —
Yoon Oh no esperó una respuesta. Volvió a entrar en la habitación, dejando la puerta abierta detrás de él.
Taeyong observó cómo una gárgola alada cayó del techo y se arrastró hasta la habitación. Era del tamaño de un hombre grande, encorvado a cuatro patas. Se movió al lado de Yoon Oh y se congeló, su rostro se torció en una permanente y horrible mueca de desprecio.
Taeyong retrocedió un paso. Parecía que podría desgarrarlo con su fuerza y no tenía idea de cómo luchar contra uno. Yoon Oh bajó la mano y acarició la cabeza de la gárgola.
—Asper, este es Taeyong. Taeyong, Asper.
— ¿Es... tu mascota? — Preguntó Taeyong.
—Ella definitivamente no es una mascota. Las gárgolas son inteligentes y ella me eligió, no al revés. Las gárgolas hacen lo que quieren. Si quisiera matarte ahora, habría poco que pudiera hacer para detenerla—.
—Uh, lo siento si te he ofendido—dijo Taeyong a la gárgola, que no se movió.
Yoon Oh asintió con la cabeza en señal de aprobación.
—Puedo ver por qué la confundiste con un vampiro. La mayoría de las noches no escucharás ninguna de ellas—.
Sin advertencia alguna, la gárgola salió de la habitación. Yoon Oh cerró las puertas detrás de ella y presionó un botón en su teléfono para bloquearlas. Se metió el teléfono en el bolsillo y cerró las cortinas.
—¿Estabas intentando extender tu audiencia? —
—Yo... —Taeyong se detuvo.
Yoon Oh le hizo sentirse a gusto, como si pudiera decirle algo.
No era real.
Taeyong dio un paso atrás y luchó contra su influencia. Él entrecerró los ojos.
—No tienes que manipularme. Ya me has encadenado. Estoy respondiendo a tus preguntas.
—Fue sólo para mantener la calma mientras Asper estaba aquí. El poder de una gárgola tiende a ser abrumador para los jóvenes vampiros. Jóvenes íncubos también. Dime lo que estabas haciendo.
Taeyong sintió que la neblina que lo rodeaba se elevaba.
—Sí, estaba aprovechando el poder para mejorar mi audición. —
— ¿Y? —Yoon Oh levantó una ceja.
—Y yo estaba contando el número de personas en el edificio.
— ¿Cuántos? —
— ¿Ahora mismo? Excluyendo a ti ya mí, diecisiete íncubos, sesenta y tres humanos y cinco vampiros. Hay doce cazadores que patrullan el campo y otros doce guardias.
—No pensé que pudieras distinguir la diferencia entre un íncubo y un humano. No pudiste la noche en que te atrape.
—No, no pude entonces. Ahora puedo.
Yoon Oh sacó su teléfono de nuevo y pulsó un botón para llamar a alguien.
— ¿Cuál es la plantilla actual? —Escuchó por un momento. —Gracias—dijo
Yoon Oh, sorprendido—Kun dijo que eras un aprendías rápido, pero, diablos, no esperaba que fueras tan rápido.
— ¿Es por eso que soy diferente? ¿Porque soy rápido para aprender? —Yoon Oh todavía no había respondido realmente a la pregunta que él deseó desesperadamente contestara.
—Ah, no. Pero necesito explicar un poco más sobre bolsas de sangre. Yoon Oh cogió una de las sillas de cuero de frente a la chimenea y la arrastró a Taeyong, deteniéndose justo fuera del límite de las cadenas. Se sentó y extendió los brazos para descansar sobre la espalda. Taeyong deseaba que Yoon Oh no estuviera medio desnudo. Parecía poderoso en esta posición, masculino.
Como un rey ante su esclavo.
Taeyong arrastró sus ojos a través de los brazos atléticos de Yoon Oh, su bíceps se movió cuando él extendió su mano hacia delante, indicándole a Taeyong que se sentara en el catre. Sus músculos eran perfectos. Taeyong se sentó.
—Los jóvenes vampiros tienen una bolsa, tal vez dos si fueron convertidos por alguien fuerte o viejo. Los Lords vampiros tienen...
— ¿Lord? ¿Cómo todos te llaman Lord? —Taeyong interrumpió.
—No. Lord Incubo y Lady son un título solamente. Con los vampiros, es un cambio físico real que pasa siglos en la vida. Se vuelven más fuertes, resistentes a la plata, y tienden a adquirir nuevas habilidades como el enmascaramiento o una transformación. A la mayoría les crecen alas.
— ¿Los vampiros pueden tener alas? — Taeyong no pudo ocultar lo emocionado que lo había puesto esa noticia. Quería preguntar cómo era volar, pero Yoon Oh pareció molesto por la interrupción. El preguntaría más tarde.
—Sí. Y como decía, los Lords vampiros, el término utilizado para ambos géneros, a veces ganan una bolsa de sangre extra durante su cambio. La mayoría termina con dos. He peleado con un puñado que tenía tres. Esos Lores eran algunos de los vampiros más poderosos que he enfrentado.
—Recuerdo que en el bosque dijiste que creías que tenía dos. ¿Eso significa que tengo un padre poderoso? —
—No tienes dos bolsas, Taeyong. —Yoon Oh se inclinó hacia delante. —Tienes cuatro.
Taeyong puso su mano sobre su estómago.
— ¿Cuatro? ¿Eso significa qué? ¿Que soy más fuerte que otros vampiros? —
—Tienes el potencial de serlo. ¿Con qué frecuencia te alimentabas cuando estabas solo?
—Uh—tartamudeó Taeyong, sorprendido por la pregunta. No le gustaba hablar de las veces que había matado. —Fue cada noche al principio. A veces familias enteras si podía convencerlos de que me invitaran. Fue terrible los primeros años, así que empecé a luchar contra el hambre, ahora sólo necesito comer una vez por semana.
Taeyong estaba orgulloso de que pudiera ignorar el hambre durante tanto tiempo. Esperaba que en el futuro pudiera seguir por más tiempo.
Yoon Oh frunció el ceño.
—Y cuando finalmente piensas, ¿te sentiste obligado a hacerlo, como si no tuvieras opción en tus acciones?
Taeyong asintió con la cabeza.
—Tienes que aceptar el hecho de que eres una criatura que se alimenta de sangre. Te estás muriendo de hambre y, como resultado, dos vértebras de tu espalda se han derrumbado. Se puede invertir, pero tardará algún tiempo y necesitará mucha sangre para hacerlo. Tienes una suerte increíble de que tu hambre no te haya convertido en una ira sangrienta. Matar a una familia o dos no se compara con la cantidad de muerte y destrucción que un vampiro perdido en la rabia puede causar. El peligro de exposición a los humanos por un vampiro furioso es tan extremo que es una de las pocas cosas que los vampiros y los incubes trabajan juntos para detener. Lo último que quieren los dos lados es una guerra con los seres humanos, que es probablemente lo que sucedería si supieran que existimos.
— ¿Y qué hay de Seulgi? Ha estado sin sangre por mucho tiempo. ¿Por qué no se ha enfurecido?
Yoon Oh levantó una ceja.
—¿Seulgi? ¿Ha hablado mucho contigo?
Mierda.
Se olvidó de que en realidad no había hablado en voz alta.
—No. Juro que sólo me dio su nombre y eso fue todo. Por favor, no la lastimes por mí. —
Taeyong se puso en pie y se tensó contra sus cadenas. No se perdonaría si la mujer fuera castigada por su error.
— ¿Por qué te importa lo que le pase?
—No lo sé. Solamente lo hago. Por favor no la castigues, realmente fue sólo su nombre. Al contrario, se mantuvo alejada de mí. Ella tiene miedo de mí. — Taeyong deseó que hubiera algo que pudiera hacer para convencer a Yoon Oh de no hacerle daño.
Yoon Oh no dijo nada. Si llegaba a una decisión, no iba a dejar que Taeyong la supiera.
— ¿Por qué no la has estado alimentando? —preguntó Taeyong. Yoon Oh había dicho que tenía que responder a la pregunta si se lo pedía.
—Tiene la rara habilidad de dar pesadillas a los humanos mientras duermen. Los vuelve locos. Lo estaba usando en mis cazadores. En cuanto a tu pregunta sobre su furia, sé cuánto tiempo un vampiro puede estar sin comida. La mantengo cerca del borde, pero no la dejaré caer sobre ella. Y no es lo suficientemente fuerte como para ser una amenaza de todos modos. — Yoon Oh apretó las yemas de los dedos y apoyó la barbilla en ellos. —No la castigaré, e incluso empezaré a alimentarla de nuevo si juras que me pedirás sangre cada noche.
Eso significaba que Taeyong tendría que humillarse ante Yoon Oh cada noche. No quería hacerlo. Pasó la mano por los fríos grilletes de metal y cerró los ojos mientras más control se alejaba.
—Lo juro. —Él no tuvo que abrirlos para saber que Yoon Oh le estaba sonriendo.
Taeyong no podía soportarlo.
—Taeyong—dijo Yoon Oh.
Taeyong abrió los ojos, pero los mantuvo enfocados en el suelo. Oyó a Yoon Oh levantarse y acercarse. El incubo colocó su cálida mano sobre la mejilla de Taeyong y suavemente inclinó la cabeza hacia arriba. Taeyong pensó en atacarlo ahora que estaba lo bastante cerca, pero decidió no hacerlo. Sólo conseguiría uno, tal vez dos golpes antes de que Yoon Oh saliera de su rango. Entonces estaría a su merced.
Estaba claro que Yoon Oh tenía siglos de práctica en torturar vampiros. No quería que su situación empeorara más.
Taeyong encontró la mano contra su rostro irresistible. Odiaba a Yoon Oh por ser capaz de sacudirlo con un toque o una mirada. Se odiaba por no ser lo suficientemente fuerte como para resistirse a él.
—Puede que no lo parezca ahora, pero todo lo que hago es tratar de ayudarte.
— ¿Por qué? Matas a los vampiros, los torturas. —Taeyong escupió las palabras con dureza.
—Las cuatro bolsas de sangre te hacen especial pero no es lo único.
— ¿Qué más me pasa? —preguntó Taeyong. Quería alejar la cabeza de la mano de Yoon Oh, pero no pudo. Estaba atrapado por el tacto ligero y tierno.
—Te lo dije, no hay nada malo contigo. Eres hermoso. Eres imposible. —Los labios de Yoon Oh se acurrucaron mientras acariciaba la cara de Taeyong. —Eres un íncubo.
10
El cerebro de Taeyong corrió a través de una rápida serie de emociones: shock, confusión, ira, incredulidad. Se apartó del tacto de Yoon Oh y dio varios pasos hacia atrás hasta que se topó con el catre y se dejó caer.
— ¿Qué dijiste?
—Eres un íncubo —repitió Yoon Oh.
Imposible. Él era un vampiro. Se alimentaba de sangre, no de sexo. Antes de que fuera convertido, tenía un apetito saludable. Antes de conocer a su esposa, mantenía relaciones sin comprometerse, pero nada extremo; contaba a sus compañeras con los dedos de la mano. Él tenía una buena vida sexual con su esposa, Alyssa, pero no era como lo que un íncubo tenía. O al menos lo que él imaginaba era la vida sexual de un íncubo.
—No puedo serlo.
—Lo eres. Los íncubos tienen algo llamado soavik que, al igual que una bolsa de sangre, almacena la energía que recogemos cuando nos alimentamos. En nuestro idioma, muchos íncubos lo llaman una "glándula de seducción", pero odio el nombre. Tienes un soavik. Está ubicado en el centro de tus cuatro bolsas de sangre. —
Yoon Oh dio un paso adelante y se sentó en el catre junto a Taeyong. Una vez más, pensó en atacar a Yoon Oh, pero quería respuestas sobre quién y qué era, y sentado junto a Yoon Oh se sentía bien.
—Hábleme de tus padres —dijo Yoon Oh.
Taeyong sacudió la cabeza.
—Soy huérfano, fui abandonado en un hospital cuando tenía sólo unos pocos días.
Quien lo dejó no le dejó más que un nombre de pila y ninguna otra indicación de dónde venía. La mayor parte de su infancia pasó sintiéndose como un pedazo de basura rotando de casa en casa. Pero eso fue antes de conocer a su esposa. Antes de tener una hija. Una hija que abandonó para mantenerla a salvo. La culpa fluía a través de él.
—Ya veo. ¿Cuántos años tenías cuando te convirtieron en un vampiro? Tu edad humana.
—Treinta y dos —Taeyong pasó una mano por su cabello castaño, la cadena se sacudió cuando lo hizo—. No me alimento del sexo. No tengo alas ni cuernos, y no puedo seducir a una persona como tú.
—Tenemos una teoría sobre eso.
¿Tienen? ¿Quién más lo sabe? Esa súcubo pelirroja era una, ¿habían otros? Alguien había mencionado un rey...
—Los íncubos sufren algunas transformaciones importantes en su vida. La primera es cuando llegan a la mayoría de edad. Por lo general se lleva a cabo durante los últimos años de la adolescencia. Ganamos nuestras alas, cuernos, garras y otras cosas durante este tiempo. También aprendemos a encantar nuestros cuerpos como una forma de hacernos más atractivos a cualquier ser humano que estemos cazando.
—Así que, es una pubertad de íncubos. ¿Cuántos años tenías?
—Tenía diecisiete años cuando empecé con el cambio. Gané la mayor parte de mi poder durante mi segunda y tercera transformación. — Yoon Oh sonrió y frotó los dedos por la sien de Taeyong, a través de su oreja y luego por la parte posterior de su cuello.
Taeyong tembló.
—Hay algo maravilloso en ti. Todo es nuevo y fresco. Todo te asombra. Es algo que ya no veo mucho. Eres diferente a todo lo que he visto.
¿Lo era? O tal vez Yoon Oh estaba jugando con él. Tal vez fue así como controló a los otros vampiros.
—Creemos, y ten en cuenta que esto es solo una teoría, que naciste un íncubo y justo después de que tu transformación comenzó, un vampiro te convirtió, congelando la transformación en tus primeras etapas. Significa que tienes el soavik pero ninguno de nuestros rasgos físicos, que vienen hacia el final de la transformación. Ahora, nada de esto debería ser posible, ya que los vampiros solo pueden convertir a los seres humanos, pero aquí estás.
—Pero dijiste que la transformación ocurre a finales de la adolescencia. Yo tenía treinta y dos años.
—Dije que suele suceder alrededor de los últimos años de la adolescencia. Ha habido algunas excepciones notables. Todos los cuales terminaron convirtiéndose en poderosos íncubos.
Taeyong levantó un poco la camisa y pasó la mano por la cicatriz deslucida de su estómago, donde el médico lo había abierto. — ¿Es mí, uh, glándula... normal?
Yoon Oh apoyó la mano sobre la de Taeyong. —No sabremos hasta que esté activo, pero nuestra mejor conjetura es que, sí, tu soavik es normal.
— ¿Cómo es que nunca lo he sentido?
— ¿Has tenido sexo desde que te convertiste en un vampiro?
El rostro de Taeyong enrojeció gracias a la sangre fresca que fluía a través de él.
Porque, no, no había tenido sexo en años y él estaba sentado al lado de una criatura que se alimentaba de ella. Afortunadamente, Yoon Oh no forzó una respuesta.
—Nunca llegaste lo suficientemente lejos en tu transformación para experimentar el primer hambre. Será difícil de ignorar una vez que se despierta. Te enseñaré cómo hacerlo.
Yoon Oh movió la mano y la apoyó en el abdomen de Taeyong. Taeyong no estaba seguro de querer aprender a usarlo. Sería otro tipo de hambre con el que tendría que luchar. —Si un vampiro no hubiera venido y me hubiera convertido, ¿qué me habría pasado?
—Eso depende de quién te encontrara primero después de transformarte. Si hubiera sido un vampiro, habrías muerto. Si hubiéramos sido nosotros, habrías sido llevado y asignado a una casa. Te entrenarían y, a cambio, los servirías.
¿Y qué pasa con alguien que era ambos? Taeyong miró sus cadenas y encontró la respuesta. Esclavo. — ¿Mi familia habría venido conmigo?
— ¿Tenías una familia?
—Sí. Una esposa y una hija. Tenía once años cuando me convirtieron. Ahora tendrá dieciocho años.
—Debe haber sido difícil para ti perderlas.
Taeyong pensó en el último momento en que las vio la noche en que se volvió. Alyssa estaba cocinando la cena mientras ayudaba a Lily con su tarea. Ellas eran felizmente ajenas a él. Sólo una noche normal. —Ojalá pudiera ir a verlas. Pero tengo mucho miedo de que me vean y no quiero asustarlas. Además, —Taeyong tiró de una de las cadenas conectadas a su cuello—, no creo que vaya a ninguna parte de momento.
Yoon Oh parecía confundido.
— ¿Todavía están vivas? ¿No las mataste?
Taeyong lo fulminó con la mirada. — ¿Por qué mierda mataría a mi propia familia?
—Cuando los vampiros se convierten, una de las primeras cosas que hacen es alimentarse de su antigua familia. Es un imperativo evolutivo que los rompe de su vieja vida y fortalece el vínculo con su padre. ¿Cuáles son sus nombres? Voy a buscarlas por ti.
Taeyong miró la mano de Yoon Oh en su estómago. Yoon Oh lo estaba haciendo de nuevo. No había querido decir nada sobre su familia. Quería protegerlos. Pero Yoon Oh lo estaba tocando y manipulándolo de nuevo, haciendo que sus secretos brotaran de sus labios. Taeyong le apartó la mano de Yoon Oh.
Al notar la creciente agitación de Taeyong, Yoon Oh se levantó y retrocedió lo suficiente para que Taeyong no pudiera alcanzarlo.
Taeyong gruñó.
—No te quiero cerca de ellas.
—Tengo a algunos de los mejores rastreadores del mundo a mi disposición...
Taeyong se lanzó contra sus cadenas, su aspecto de vampiro rasgando hacia adelante.
— ¡Entonces úsalos! No voy a hacer que sea fácil para ti herir a mi familia. Yoon Oh se mantuvo firme, a pocos centímetros de Taeyong. —No les haré daño —le prometió, manteniendo la voz baja.
—No te creo. Les harías daño para lastimarme a mí.
—Tranquilo, Taeyong.
—No me equivoco, ¿verdad? —gritó, esforzándose contra sus cadenas.
—No necesito que te hagan daño. —La expresión de Yoon Oh era dura como una piedra.
Taeyong no estaba escuchando.
— ¡Aléjate de ellas!
Taeyong encontró las hebras rojas de poder dentro de él y las atrajo hacia su brazo. Golpeó su brazo derecho hacia Yoon Oh; las grietas aparecieron en la pared donde la cadena estaba conectada.
Yoon Oh dio un paso atrás cuando vio que la pared empezaba a doblarse.
—Tranquilízate, Taeyong.
— ¡No! No te dejaré acercarte a ellas.
No estaría tranquilo, no mientras su familia estuviera en peligro. Alargó aún más poder y volvió a golpear hacia delante. Una gran sección de hormigón y yeso explotó fuera de la pared, su cadena todavía conectada a un pedazo de ella. Taeyong agarró la cadena y movió su brazo hacia adelante, enviando el bloque de hormigón hacia Yoon Oh.
Yoon Oh trató de alejarse del camino, pero chocó contra su hombro y lo envió deslizándose por la habitación hacia la pared más lejana. Con un gruñido, Taeyong trató de quitarse el collar. No cedía.
Ya transformándose en íncubo, Yoon Oh se levantó despacio. Sus cuernos se adelantaron y sus ojos se volvieron morados. Él no mostró sus alas, pero incluso sin ellas parecía aterrador.
—Atacarme fue un error —dijo mientras agarraba su kanabō un club de metal con puntas de casi cinco pies de largo—
Fuera de la pared y luego caminó hacia Taeyong. Con cada paso que daba, se volvía más alto y más ancho, con sus enormes pezuñas golpeando contra el suelo. Desesperado, Taeyong tiró de cada filamento de poder que pudo encontrar para hacerse más fuerte y rasgar el collar en dos, arrojándolo a un lado. Luego, tiró de la segunda cadena que corría desde su otro brazo a la pared para tratar de romper con ella, pero no fue lo suficientemente rápido. Yoon Oh lanzó el arma.
Taeyong salió corriendo del camino, evitando el kanabō por un pelo. Tiró de su mano derecha para tirar del improvisado guijarro de hormigón. Lo tomó lo más rápido que pudo y lo envió volando a Yoon Oh.
Con gracia excepcional, Yoon Oh se lanzó hacia delante y rodó hacia Taeyong mientras el bloque se elevaba sobre su cabeza. Se puso de pie e hizo girar el kanabō en las costillas de Taeyong, el hueso se rompió bajo el impacto del golpe. Las puntas afiladas, cubiertas de plata, le perforaron la piel y voló hacia atrás. Estaba en el aire hasta que la cadena de la mano izquierda se le escapó de la holgura y su hombro fue sacado del zócalo mientras se detuvo con un grillete. Golpeó el suelo con fuerza, con el vientre hacia abajo.
Agonía.
Taeyong gritó mientras se arrastró de rodillas. Su cuerpo empezó a curar las costillas, pero no tuvo tiempo de volver a colocar el hombro antes de que Yoon Oh lo atacara. La pesada arma de Yoon Oh se agrietó contra la cara de Taeyong, fracturando su cráneo y rompiéndole la mandíbula. Su cabeza se clavó en un costado y escupió sangre. Los picos de plata se deshacían de la mitad de la piel de su rostro.
Alcanzando dentro de sí hebras de poder, Taeyong forzó su cuerpo a curar los huesos rotos. Antes de que Yoon Oh pudiera golpearlo una vez más, se levantó de un salto, ignorando el dolor, y agarró el rostro de Yoon Oh, dejando tras de sí cinco heridas.
Yoon Oh agarró el brazo colgante de Taeyong y lo tiró hacia abajo. Taeyong aulló. Se apartó, pero eso resultó ser un error, ya que le dio a Yoon Oh la oportunidad para volver a golpearlo de nuevo. Rompió el kanabō contra su brazo bueno, destrozando el hueso.
Luego dio una patada a Taeyong en el pecho con la pezuña, enviándolo volando hacia atrás y volviendo al suelo. Con movimientos controlados, Yoon Oh levantó el arma sobre su cabeza y la condujo hacia el estómago de Taeyong. La sangre llenó su boca y roció el aire mientras la tosía. Taeyong necesitaba sanar. Se agachó para encontrar el poder en él, pero no le quedaba nada.
Detrás de Yoon Oh, los cazadores se teletransportaron dentro de la habitación. Observaron cómo Yoon Oh tomaba el arma una y otra vez, rompiendo el cuerpo de Taeyong.
Misericordia. Intentó decirlo, pero no salió nada.
Yoon Oh no tenía ninguna.
Siguió golpeando a Taeyong deliberadamente hasta que finalmente llevó el arma al cráneo de Taeyong y la oscuridad lo inundo.
11
Dolor.
Cada pulgada de él dolía. El cuerpo de Taeyong estaba destrozado. La primera noche le tomó horas hasta que pudo abrir sus ojos. Miró hacia arriba y observó el techo de una celda de prisión. No se podía mover, ni siquiera para levantar su cabeza y echar un vistazo alrededor. Sus sentidos estaban limitados, no podía oler, y su visión se mantenía borrosa. Podía escuchar, pero no muy bien; sospechaba que uno de sus tímpanos se había reventado.
Sintió un nuevo collar alrededor de su cuello, apretado y pesado. No llevaba camisa o zapatos y un intricado metal le pellizcaba la muñeca y las piernas. En un punto escuchó gritos. Le tomó un tiempo notar que los gritos venían de él.
Sangre.
Necesitaba sangre. No se podía curar sin ella. Forzado a estar tendido en agonía, atrapado en su propio cuerpo, ni siquiera tenía la energía para salirse de su lado vampiro.
El tiempo pasaba, pero no tenía idea de cuánto. Quería mantener la cuenta, pero su mente estaba borrosa y causaba que se olvidara de ello. ¿Fueron semanas? La única liberación que tuvo fue cuando se desmayó o cuando el sol subió y lo forzó a dormir.
No podía soportar esto.
Dolor. Cada noche, se despertaba tan pronto como el sol se ponía, y cada noche quería desesperadamente quedarse dormido. Estar despierto sólo significaba miseria.
Esta noche, cuando Taeyong abrió sus ojos, Yoon Oh se encontraba parado sobre él. Llevaba un traje y no tenía ninguna de las heridas que Taeyong había causado. El miedo lo inundó y luchó para alejarse de Yoon Oh, pero no se podía mover.
Yoon Oh lo miró por un tiempo hasta que finalmente puso una mano en el pecho de Taeyong.
—Sigues siendo tú mismo, joven.
Una ola de tranquilidad se sumergió en él y no peleo contra ella. Era la primera cosa placentera que había sentido en semanas. Lagrimas salían por las esquinas de los ojos de Taeyong.
Misericordia.
Sangre.
Le preguntaría a Yoon Oh por sangre, le rogaría incluso. Se entregaría a cualquier humillación, si tan sólo pudiera obtener sangre. No tenía idea de que pudiera ser así. No tenía idea de que el hambre se pondría así de mal o que su cuerpo pudiera estar tan roto y herido.
Trató de hablar, pero sus palabras eran ilegibles como si su cerebro no pudiera colocarlas en el orden correcto.
—No quería herirte de esta manera. No debería haber dejado que llegara tan lejos. Algunas veces olvido lo que es ser joven: imprudente, sin entrenamiento y fuera de control —Yoon Oh se inclinó al oído de Taeyong que aún funcionaba—. Si me vuelves a atacar de nuevo, será mejor que te asegures que de verdad me mataste, porque este castigo es sólo una pequeña prueba del dolor que puedo descargar en ti. Parpadea si entiendes.
Taeyong cerró sus ojos lentamente y los volvió a abrir.
—Bien —Yoon Oh se enderezó, su mano aún en el pecho de Taeyong—. Hay algunos que piensan que debería mantenerte así por un año o dos. Piensan que te hará dócil, pero no te quiero roto. Quiero tu fidelidad. Y creo que ya aprendiste tu lección. ¿Estoy en lo correcto?
Taeyong trato de decir que sí pero sólo un revoltijo de silabas escaparon de su boca. Dejó de tratar de hablar y parpadeó una vez.
Yoon Oh quitó su mano de Taeyong y desapareció de su vista, sólo para aparecer un momento después con una botella de sangre. Lamió sus labios y rezó silenciosamente que Yoon Oh no fuera a provocarlo con ella.
Yoon Oh desenroscó la tapa y puso su manó detrás del cuello de Taeyong para levantar su cabeza. Con su otra mano, atrajo la botella a los labios de Taeyong y la inclinó, lenta y cuidadosamente.
La sangre llenó la boca de Taeyong y un gemido escapó de sus labios. El espeso líquido lo abrumó mientras él tragaba y su cuerpo comenzó a calentarse. Su piel hormigueó cuando la esencia de vida empezó a curarlo. Una botella no era suficiente. Taeyong necesitaría galones para curarse del daño masivo que había sufrido, pero quizá sea bastante para quitar algo de dolor e incluso curar las heridas de su cabeza que provocaban su falta de poder hablar.
Cuando vació la botella, miró a Yoon Oh.
—Descansa.
Taeyong se quedó dormido mientras su cuerpo se reparaba. La siguiente noche, con un tremendo esfuerzo logró sentarse. Muchos de sus huesos aún seguían agrietados o rotos, aunque su brazo estaba de nuevo en su glena*. La piel que había sido desgarrada de él estaba empezando a crecer de nuevo, roja y blanda. Sus sentidos aún continuaban atontados. Se encontraba en la última celda de la prisión. Llevaba los mismos pantalones que había utilizado durante la pelea. Estaban rasgados y pegajosos por la sangre podrida con grilletes sujetados sobre cada pierna. Las abrazaderas de metal en sus antebrazos eran largas y ajustadas, diferentes de los sujetadores que usó previamente.
Taeyong no podía hacer nada más que sentarse. Al menos su lado vampiro se desvaneció en algún punto. Las garras provocaban que fuera imposible hacer algo con sus manos.
Los otros vampiros lo miraban desde sus celdas. ¿Había estado aquí todo el tiempo? ¿Lo habrán escuchado gritar? Ya no parecían tener miedo de él. O, al menos, no se acobardaban alejándose. Se sentía triste al ver que Seulgi aún lucía delgada y hambrienta. Por lo menos no parecía que Yoon Oh la hubiera castigado más allá de negarle sangre. ¿Mantendría Yoon Oh su palabra y la alimentaría si se lo pidiera? Esperaba no haber arruinado eso para ella por atacarlo.
Su desafiante protector paseaba alrededor de su celda con nuevas cicatrices en su cuerpo. La segunda mujer tenía un largo corte en su cara que estaba sanando.
Miraba desde su cama, pero parecía estar en blanco, vacía. Los otros dos hombres parecían igual de vacíos mientras miraban a Taeyong. Kun entró a la prisión, acompañado de su equipo de cinco cazadores. La cerradura de la celda de Taeyong se abrió y Kun ingresó. Desencadenó los tobillos de Taeyong y tiró las cadenas fuera de la jaula.
La ducha se encendió para su celda, pero no para los demás.
—Desvístete —ordenó Kun.
Taeyong no estaba tan seguro que podría lograrlo con su fémur izquierdo roto y su rodilla fracturada. Gimió mientras se levantaba de su cama y se paró, colocando su peso en el lado derecho. Sus manos dolían Mientras luchaba para bajar sus pantalones y ropa interior.
—Ducha —dijo Kun una vez que Taeyong por fin logró quitarse su ropa. Tomó un paso hacia la ducha y cayó en el suelo. Agarró la esquina de su cama e intentó levantarse, pero no era lo suficientemente fuerte y se derrumbó de nuevo. Kun frunció el ceño mientras ayudaba a Taeyong a levantarse y sentarlo en la cama, después dejó la celda. Ni siquiera se molestó en cerrar la puerta cuando se fue a reunir con su equipo de cazadores.
Parecían estar esperando algo, lo más probable era a Yoon Oh. El silencio hizo a Taeyong consiente de cuan desnudo estaba. Osciló entre no importarle una mierda por la cantidad de dolor que sentía y deseando que algo lo cubriera. Reposó sus manos en su regazo.
Los cazadores lucían aburridos.
—¿Eres humano? —le preguntó Taeyong a Kun, con voz tensa. Quería saber la respuesta, pero también quería saber si podría hablar de nuevo. Estaba satisfecho al ver que logró hablar, pero tomó demasiada energía y lo hizo sentir exhausto.
Algunos de los cazadores se rieron.
—Sí —respondió Kun. Taeyong se sorprendió que lo hiciera. Asumió que todos en este maldito lugar tenían órdenes de no hablar con él o responder cualquiera de sus preguntas.
—Eres más fuerte que un humano —dijo Taeyong con esfuerzo.
Kun asintió, pero no ofreció ninguna explicación. Quería preguntar más, sin embargo, comenzó a sentirse cansado. Cerró sus ojos y escuchó el sonido del agua cayendo de la regadera. El sonido lo relajaba y lo hacía somnoliento. Cuando abrió sus ojos de nuevo, Yoon Oh estaba enfrente de él. ¿Acaso se durmió? Ni siquiera lo escuchó entrar.
—Es bueno verte despierto —dijo sonriendo, sus ojos azules escaneando el cuerpo de Taeyong de arriba abajo.
Taeyong sabía que lucía terrible, magullado y crudo con cicatrices ensuciando su piel. No quería lucir así de mal. No cuando Yoon Oh se miraba tan bien en este momento, usando pantalones de lana gris y una camiseta blanca de botones con sus mangas enrolladas.
Se rio cuando se dio cuenta que Yoon Oh estaba influyendo en él y ni siquiera tenía la fuerza para pelear contra eso.
Yoon Oh levantó una ceja.
—¿Qué te divierte tanto?
—Tu. Yo —Taeyong suspiró y su diversión se tornó en una tristeza paralizante. Ya no quería luchar. Estaba jugando un juego en el que no conocía las reglas. Cada vez que trataba de resistir, terminaba golpeado y roto. Bajó la cabeza.
—Está mejorado por la magia —dijo Yoon Oh, alejando a Taeyong de sus
pensamientos.
Estaba confundido hasta que Yoon Oh hizo señas hacia Kun, quien estaba parado en la entrada de la celda.
—Muéstrale —le dijo Yoon Oh al comandante.
Kun removió su cinturón de cuchillos de plata y se las dio a otro cazador, después desabrochó su jubón y lo mantuvo separado, mostrando su pecho. Había una gran cantidad de cicatrices, pero destacaban más los cientos de tatuajes rúnicos que cubrían cada pulgada de su piel. Parecía como si continuaran debajo de sus brazos y espalda. De vez en cuando, uno brillaba verde y desaparecía, justo como había observado antes en el cuarto de Yoon Oh.
Un símbolo que parecía dos líneas de remolino encerradas dentro de un círculo inscrito justo debajo de su hombro izquierdo comenzó a brillar y atrapó el ojo de Taeyong. Destelló. Kun se teletransportó unos pasos más adelante en la jaula, junto a Yoon Oh.
—Magia... —dijo Taeyong en voz baja.
—Cada uno mantiene un hechizo diferente. Desafortunadamente, para los vampiros e íncubos es muy difícil usar la magia —habló Yoon Oh, contestando las preguntas de Taeyong antes de que tuviera la oportunidad de hacerlas.
—Gracias, comandante.
Kun asintió y comenzó a abotonar su jubón mientras obtenía sus armas de
regreso.
—¿Todos ellos los tienen? —preguntó Taeyong, mirando a los otros cazadores.
No era de extrañar porqué sus trajes cubrían casi toda su piel. El brillo verde destacaría en la oscuridad de la noche.
—Sí, aunque no tantos. Toma tiempo encontrar a las brujas que pueden crear y llenarlos de poder. Al comandante le tomó quinientos años para obtener los suyos.
¿Quinientos años? Ni siquiera parecía tener 50.
—Pero es un humano...
Yoon Oh sonrió y comenzó a desabotonar su camisa. Taeyong observó mientras veía como sus dedos trabajaban su camino hacia abajo, revelando más y más de su tormentosa piel.
—Lo es. Puedo alargar la duración de su vida, y lo hago porque es excepcional en su trabajo.
Que era matar vampiros. Taeyong se preguntó cómo extendió su vida. ¿Kun tuvo que dormir con él? Pensó en preguntar, pero se sintió demasiado avergonzado con la pregunta, especialmente en un cuarto lleno de cazadores y vampiros observándolo.
Olvidó su pregunta cuando Yoon Oh se sentó a su lado, sus brazos rozando los de él. Taeyong tragó.
Dios, su piel se sentía tan bien. Cálida.
Yoon Oh se quitó sus zapatos y calcetines, colocándolos cuidadosamente a un lado. ¿Qué estaba haciendo? Yoon Oh se volvió a parar, desabrochó su cinturón y se quitó su pantalón revelando unos ajustados calzoncillos que mostraban su maravilloso paquete.
Si no estuviera en tanto dolor o cansado, Taeyong estaría duro en este momento, pero a como estaba, dudaba que pudiera conseguirlo incluso si Yoon Oh empezara a lamer su miembro.
Mm. Se preguntó qué tan buena sería la felación de un íncubo.
Yoon Oh dobló sus pantalones y los colocó al final de la cama junto con su camisa y cinturón. Puso sus manos debajo de las axilas de Taeyong y lo levantó suavemente.
—Ven.
Con la ayuda de Yoon Oh, Taeyong cojeó hasta la ducha. Cada vez que se tropezaba, los fuertes brazos de Yoon Oh se tensaban y lo mantenían caminando. Yoon Oh, quien normalmente era un poco más pequeño que Taeyong, era ahora unas pulgadas más alto. ¿Podría encogerse y crecer a voluntad?
El momento en el que entró al agua, comenzó a correr roja mientras lavaba la sangre del cuerpo de Taeyong. Se sentía tan bien como el agua calentaba su fría piel. Cerrando los ojos, sus preocupaciones parecían derretirse. Yoon Oh lo dejó por un momento, volviendo después con una barra de jabón y se detuvo detrás de él, envolviendo un brazo alrededor de su cintura para asegurarse de que no cayese.
Taeyong gimió mientras el íncubo trabajaba su camino de arriba hacia abajo por su espalda con el jabón. Cada paso sobre una cortada o moretón picaba, no importa que tan delicado fuera el toque. Rodeándolo, Yoon Oh limpió cada pulgada, haciendo su camino a través de la piel con golpes precisos y suaves. Taeyong se mantuvo recto durante todo el tiempo que pudo, pero comenzó a desvanecerse rápidamente. Sus rodillas se torcían y se colapsó en unos brazos que lo sujetaron fuertemente, suficiente para evitar que se cayera, pero no tan ajustado como para aplastar sus rotos huesos.
Su cabeza se inclinó en el hombro de Yoon Oh y sollozó en él.
—Shh, joven, todo estará bien —dijo Yoon Oh y plantó un beso en la frente de Taeyong. Podía escuchar la sangre de Yoon Oh corriendo debajo de su piel y el rápido, rítmico latido de su corazón. Era demasiado tentador; tanto su superior e inferior conjunto de colmillos salieron—. Creo que estos cazadores tomaran cartas en el asunto si tratas de morderme.
Allí en sus brazos Taeyong se había olvidado de los cazadores. Deseó que se hubieran ido.
—¿Puedo tener algo de sangre?
—Podría —lo corrigió Yoon Oh.
Era un maldito perfeccionista. ¿Quién demonios decía podría en estos tiempos? Taeyong inclinó su cabeza y miró directamente a los ojos azules de Yoon Oh.
—¿Podría tener algo de sangre?
Yoon Oh desplazó el cuerpo de Taeyong para poder sostenerlo con sólo un brazo. Recorrió con su mano desocupada la cara de Taeyong en un gesto afectivo.
—Maestro.
Dios no. No quería llamarlo Maestro. Juró a sí mismo que jamás lo haría, que preferiría morir a entregarse. Pero no quería morir. Taeyong cerró sus ojos fuertemente y su cara se retorció en dolor.
Yoon Oh no lo apuró. Se quedaron parados con el agua corriendo, sus cuerpos cerca, como si supiera la batalla interna que Taeyong sufría. Su cuerpo comenzó a temblar al mismo tiempo en que su última gota de esperanza se destrozaba dentro de él.
—¿Podría...? —Taeyong perdió su voz y le tomó unos momentos encontrarla de
nuevo— ¿Podría tener un poco de sangre... maestro?
Yoon Oh ganó. La última pizca de control de Taeyong sobre su vida se deslizó fuera de su alcance. Victorioso, Yoon Oh se inclinó y reclamó su premio besando profundamente a Taeyong. Su lengua se deslizó más allá de sus colmillos y dominó su boca con fervor agresivo.
El deseo de sangre comenzó a abrumarlo mientras el beso lo encendía. Trató de pelear contra el inevitable ataque, pero su lado vampiro ganó. Sus garras salieron y deslizó sus brazos alrededor de Yoon Oh para mantenerlo en su lugar... Sólo para ser arrancado de él y aventado dentro de las plateadas barras de la celda, cayendo contra el suelo de ellos.
El dolor ardió por su cuerpo y gruñó con enojo cuando vio a Kun parado sobre él. El gruñido se convirtió en un grito, demasiado débil para moverse de las barras que lo quemaban.
Yoon Oh le gruñó a Kun, molesto de que su premió haya sido quitado de sus brazos.
—Señor, él no es Taeyong en este momento —dijo y se mantuvo firme ante él. Yoon Oh frunció el ceño a su comandante y después miro a Taeyong, quien se esforzaba para moverse de la plata. Después de un momento, Yoon Oh asintió hacia Kun, quien, sucesivamente, mencionó una orden a sus cazadores.
Taeyong siseó a Yoon Oh cuando deslizó sus brazos debajo de él y lo levantó, acunándolo. Llevó a Taeyong a su cama y lo sentó. Lo puso de costado y lo empujó, dejando algo de espacio en la cama.
Lo siguiente que supo, una mujer humana descansaba a su lado. Envolvió una mano alrededor de ella y lamió su cuello ociosamente varias veces antes de morder su suave y fresca carne. Le tomo un largo tiempo drenar toda la sangre, y cuando terminó cayó dormido con sus colmillos incrustados aún en su piel.
1 Glena: Cavidad articular donde se encaja un hueso.
12
La noche siguiente, Taeyong despertó en una prisión vacía. Todos los demás vampiros se hallaban ausentes de sus celdas, y el cuarto de observación estaba desierto. Taeyong se sentía mejor, aún cubierto con cortadas y raspones, y adolorido, pero sus huesos se repararon. Y sus sentidos regresaron, Taeyong escuchó los latidos de los cazadores en el pasillo, montando guardia.
Se puso la ropa que estaba tendida para él. Ahora que no se hallaba lisiado por el dolor, podía ver que los brazaletes de metal en sus antebrazos tenían símbolos rúnicos grabados en ellos. No brillaban, pero les recordó las que vio en el pecho de Kun. Los brazaletes eran fuertes con costuras no visibles en ellos.
Jugó con el collar en su cuello, era delgado, no más de un cuarto de centímetro de espeso y sólo unos cuantos centímetros de largo, pero no mostraba señales de movimiento. Tenía un solo lazo en la parte posterior para atar una cadena. Sentía runas grabadas en él también. No podría encontrar una costura en este... ¿le soldaron la maldita cosa?
Si nada más que hacer, se tendió en el piso y descansó. Seis horas después del ocaso Yoon Oh entró al cuarto, usando pantalones bronce oscuro y un suéter azul claro estilo Oxford. A parte de cuando estaba desnudo o en ropa interior, era lo más casual que Taeyong lo había visto. En su cinturón descansaba una estaca de madera y una bomba de plata.
Yoon Oh parecía sombrío. En su mano había una carpeta, gruesa con papel. Taeyong se puso de pie, dudando acercarse. ¿Por qué estaba armado? ¿Por qué sus cazadores esperaban afuera en el pasillo?
—De rodillas —comandó Yoon Oh mientras se paraba frente a la celda.
Taeyong envolvió sus puños y miró al piso. Por un breve momento, consideró rebelarse, pero no ganaría nada con ello y sólo terminaría de vuelta con más dolor. Se arrodilló y bajó su cabeza como había visto a otros vampiros hacer cuando sea que Yoon Oh entraba.
—Arrodíllate sólo con la pierna izquierda. Coloca tu brazo derecho en tu pierna derecha, tu puño izquierdo debe estar en el suelo. Mantén tu cabeza gacha.
Taeyong se acomodó.
—Bien. Cuando entre al cuarto, te arrodillarás. Te quedarás así hasta que yo, o alguien superior a mí, te diga que te levantes. Si alguna vez me ves de rodillas, haces lo mismo. Ahora mismo sólo tengo un solo invitado que es superior a mí, pero te diré cuando haya otros. ¿Recuerdas a la mujer pelirroja de cuando estuviste en la enfermería?
Nunca podría olvidarla, ella era la criatura más encantadora y repulsiva que había visto. ¿Cómo es que era superior a Yoon Oh? Él era un general, un guerrero.
Ella no era una luchadora.
—Wonyoung —respondió.
—Lady Wonyoung. Si la ves, tienes que arrodillarte ante ella. Debes llamarla “mi señora”. ¿Entiendes?
—Sí. —Asintió Taeyong.
— ¿Sí, que?
Taeyong cerró sus ojos y apretó la mandíbula.
—Sí, Maestro.
—Sé que aun te estás recuperando, pero no pidas sangre. No te voy a dar nada
hoy. Alza la cabeza, pero quédate de rodillas.
Se preguntó por qué no le iban a dar sangre hoy cuando Yoon Oh había sido tan firme sobre él alimentándose cada noche. Taeyong alzó la vista.
— ¿Por qué estoy en una sola rodilla y no en dos como los otros vampiros?
—Los esclavos y sirvientes se arrodillan con ambas rodillas. No quiero que seas un esclavo. Los guerreros se arrodillan con la rodilla izquierda y todos los demás con su rodilla derecha.
Yoon Oh podía llamarlo un guerrero, pero el collar en su cuello y los brazaletes en sus brazos mostraban lo que en realidad era. Una vez más, los brazaletes no eran grilletes; parecían y se sentían más como una armadura. El collar, sin embargo, hablaba por sí solo.
—¿Entonces, estoy aquí para ser tu guerrero? ¿Para matar vampiros por ti? — preguntó Taeyong. Los Vampiros no habían hecho nada por él, pero tampoco lo hirieron. No quería matar a su propia clase.
—Para matar a quien sea que te ordene. Sí —Yoon Oh suspiró—. Pero eso podría no pasar, tu destino final no está en mis manos, sino en aquellos que están por encima de mí en nuestra sociedad. Tengo mucha influencia, pero tiene límites. Viste como reaccionó Lady Wonyoung cuando descubrió que eras, y su opinión no puede cambiarse. Hay otros como ella, y ahora mismo los íncubos están divididos en lo que se debe hacer contigo. Ellos tienen miedo del poder que un día podrías manejar. Necesitamos ganarles o serás ejecutado.
Taeyong no esperaba que Yoon Oh fuera tan abierto, pero tal vez debería haber considerado que Yoon Oh siempre había sido directo cada vez que Taeyong hacía una pregunta.
—Deseo que puedas ver que estoy intentando salvarte —dijo Yoon Oh.
—¿Por qué? Nadie me ve como algo más que un vampiro.
—Eso no es verdad —Yoon Oh parecía ofendido. Apretó la carpeta que sostenía más fuerte.
Taeyong sintió un tirón de arrepentimiento. Yoon Oh no había sido amable con él, pero parecía verlo como algo más que sólo un vampiro. Él lo había reconocido como diferente esa primera noche y le dijo lo que era en vez de mantenerlo para él. En última instancia, no lo había matado aún.
—Sí, eres un vampiro, un vampiro imposible, pero también eres uno de nosotros. Los Íncubos siempre hemos cuidado de los nuestros. Nos mantenemos como uno, lo que es uno de los pilares de nuestra cultura. O por lo menos solía serlo. Todavía significa algo para mí, incluso si otros lo han olvidado.
Yoon Oh se desplazó a través del cuarto como si meditara admitirle algo a Taeyong.
—He pasado la mayoría de mi vida encerrado en una guerra sin fin contra los vampiros. Tenemos cese al fuego de vez en cuando, pero nunca duran. No creo que seas una casualidad. Creo que existes para ser un puente entre ambas especies. Tal vez eso significa que puedes traer algo de paz duradera o tal vez significa que forzarás a un lado a someterse a través de la masacre, no lo sé. Pero antes que podamos averiguarlo, necesitamos asegurarnos que sobrevivas. Eso significa que asesinarás vampiros, muchos vampiros, para probar tu valía a los íncubos. ¿Crees que serás capaz de hacer eso?
Era demasiado para procesar. Notó que Yoon Oh no estaba empujando alguna influencia en él y se sentía agradecido por ello. Eso sólo enredaría sus pensamientos y lo haría resentido luego. Después de la paliza que Yoon Oh le dio, sabía que no podía permitirse perder el control de nuevo, pero no tenía idea de cómo comandar a la bestia dentro de él, Yoon Oh sí. Él podía enseñarlo a domar su bestia... y a cómo usar todos sus poderes.
Taeyong no tenía muchas opciones a su favor. Resistir y morir o jugar este juego y tal vez vivir. No era una decisión difícil. Tenía que ser más inteligente esta vez. Esperaría y aprendería a controlar sus habilidades. Le ganaría a cada maldito íncubos que hubiera. Mataría a cualquier vampiro que lo amenazara. Se volvería poderoso... imparable. Luego mataría a cualquiera que estuviera en su contra.
Taeyong le disparó una sonrisa tortuosa a Yoon Oh.
—No si me mantienes encerrado... Maestro.
Yoon Oh parecía emocionado. Sonrió por un momento, luego su rostro regresó a la mirada sombría que tenía cuando entró, como si estuviera tratando de mantener el ánimo tan serio como fuera posible.
—Tenemos poco tiempo. El Gran Rey te quiere vivo por ahora, pero la opinión de su corte puede cambiar su decisión y aquellos que te quieren muerto son poderosos.
—¿El Gran Rey? —preguntó Taeyong.
—El Gran Rey SooHyuk. Ha reinado más tiempo del que llevo vivo. Hay otros reyes y reinas por todo el mundo, pero todos se arrodillan ante él. Empezamos tu entrenamiento la próxima semana.
—¿Por qué esperar?
Yoon Oh ignoró su pregunta y a su vez hizo una propia.
—Puedes levantarte. ¿Has examinado tu nuevo collar y brazaletes?
Taeyong se levantó y pasó sus dedos a través de las runas en los brazaletes.
—¿Son mágicas, no?
—Sí, y necesito advertirte sobre ellas así no te matas, inadvertidamente. Tuvimos una bruja que le colocó varios hechizos. Si obligas a alguien sin mi permiso, serás castigado. Pero, si me obligas a mí o al Comandante Kun, el Gran Rey, o su comandante cazador, el Emperador Eunwoo, el collar y los brazaletes explotaran
Taeyong dejó de frotar los brazaletes.
—Nosotros cuatro somos los únicos capaces de removerlos. Si tú o alguien más intenta removerlos, se dispararán los hechizos. Sobrevivirás a una explosión en los brazaletes, pero tus brazos se irán y tardarán un tiempo en volver a crecer. No sobrevivirás a la explosión del collar, te volará la cabeza.
A Taeyong le gustaba su cabeza justo donde estaba.
—No debes preocuparte sobre ellos explotando durante una batalla, están diseñados para tomar una gran cantidad de castigo. Sólo las criaturas más poderosas podrían intentar quitarlos.
— ¿No debería?
—Bueno, si el collar explota, no deberás preocuparte por nada más —bromeó
Yoon Oh—. También hay hechizo de rastreo en él. Si tratas de escapar no llegarás lejos.
Taeyong no lo veía divertido.
— ¿Por qué no hacer estas para todos tus prisioneros?
—La magia no viene barata. El costo por tener estas hechas fue tremendo y las brujas no tienen una fuente ilimitada de poder. Es por ello que no tenemos trampas de vampiros por todos lados —Yoon Oh suspiró y golpeó la carpeta que estaba sosteniendo contra su pierna.
—¿Dónde están los otros vampiros? —Taeyong miró alrededor a las otras celdas
vacías.
—Los cambié. Quería darte algo de privacidad, pero no quería que destruyeras mi cuarto de nuevo. Sé que estarás enojado conmigo por no manejar esto, pero necesitaba que tuvieras la cabeza clara en esos otros problemas antes de que abordáramos este.
Blanca furia destelló a través de Taeyong y su aspecto vampiro se forzó a salir. Cerró sus garras en sus manos, la sangre comenzó a caer en el suelo.
—¿Encontraste a mi familia?
—Sí. Te castigué por treinta y siete días. Mis rastreadores las encontraron dos días después que me hablarás de ellas.
—¿Les hiciste daño? —preguntó Taeyong en un susurro enojado. El deseo de salir de esta celda y estrangular a Yoon Oh surgió a través de él. Le tomó cada onza de control que tenía mantenerse en su lugar, apretó los puños y sus músculos temblaban; tensos.
—Te dije que no lo haría, y no lo hice, pero te tengo algunas malas noticias. — Sus ojos se suavizaron y suspiró—. Tu esposa murió hace dos años de cáncer.
Taeyong parpadeó.
—¿Qué?
—Alyssa Lee tenía glioblastoma multiforme, un cáncer de cerebro raro. Ella luchó durante un año antes de que se la llevara.
—No —no podía aceptar esto. No podía haberse ido. No después de todo lo que sacrificó para salvarla.
—Tu esposa está muerta, Taeyong —dijo Yoon Oh. Era firme—. Tengo su reporte médico completo aquí por si quieres leerlo.
—¡NO! —Taeyong dejó salir un desgarrador gemido y empujó las puertas de la celda. La plata lo quemó. No le importó. La empujó de nuevo y de nuevo. No se movieron; no estaba lanzando su fuerza en ello. No era satisfactorio.
Buscó en su interior y enfocó su poder en su puño y empujó las barras una vez más. La celda cedió unos cuantos centímetros, dejando una abolladura, por lo que se sintió un poco mejor.
Kun y Joy se teletransportaron a la habitación, desde fuera del pasillo. Tenía el arco alzado mientras la mano de Kun descansaba sobre su espada larga plateada. Yoon Oh alzó sus manos como una orden para que no intervinieran aún.
Taeyong retrocedió unos pasos y miró a sus nudillos sangrantes.
—Debería haber estado allí.
—No podías haber estado. Al dejar a tu familia le dio a ella cinco años más de los que hubiera tenido si te hubieses quedado. Incluso si no sentías la necesidad de asesinarla justo después de que te convertiste, tu hambre la hubiera puesto en peligro.
Él tenía razón. Los humanos eran tan frágiles. Todo lo que hubiera tomado era una fracción de segundo de perder el control y ella habría muerto. Lágrimas de sangre empezaron a caer de sus ojos. Se tocó el rostro y miró a la sangre en sus garras. Nunca había sangrado por sus ojos antes. Parecía que no querían parar.
Yoon Oh dio un paso hacia la celda.
—He perdido muchas parejas y niños a través de los años. Conozco tu dolor. Es un dolor sin igual.
Taeyong no quería pensar en ello. No quería hablar de ello. Sino regresaría a atacar la celda.
— ¿Mi hija?
—Se fue a vivir con su tía en Oregón. Estaría comenzando en la universidad de Purdue el otro año.
—¿A qué te refieres con “estaría”? —Ladró Taeyong, destellando sus largos colmillos.
Yoon Oh se frotó la nuca.
—Eres un íncubo.
—Eso me dijiste —espetó. No estaba de humor para juego.
—Eres un incubo, Taeyong —dijo Yoon Oh de nuevo.
Taeyong gruñó y dio un paso hacia la puerta de la celda.
—Lo sé, por qué demonios sigues diciendo... —se detuvo. Cayó en cuenta— ¿ella es una súcubo?
—Lo que nos prueba más allá de cualquier sombre de duda que tú naciste incubo. La saqué de Oregón, es un territorio vampírico. Ella está a punto de alcanzar su primera transformación pronto. Si pasaba mientras estuviera allá, hubiera sido asesinada. Los jóvenes súcubos sin entrenamiento no son exactamente sutiles.
Dios, si Yoon Oh no la hubiese encontrado, podría haber perdido a su hija también. No podía manejar eso. Apenas lo sobrellevaba ahora. De vez en cuando una ola abrumadora rodaba a través de él. La empujaba lejos y se enfocó en obtener información sobre su hija.
—¿Dónde está ahora?
—La he enviado a vivir con un amigo mío llamado Lord Minghao, vive en un territorio seguro en la costa este donde rara vez se ven vampiros. Es más viejo que yo. Un guerrero espartano retirado, de hecho, pero peleará si tiene que hacerlo. Es poderoso y puede protegerla.
Taeyong mataría a cualquiera que se atreviera a poner una mano en ella. Minghao, el espartano... le dio el nombre a la memoria. No podía creer que Lily se convirtiera en una súcubo.
—¿Va a dormir con ella? —preguntó.
Yoon Oh sonrió.
—Estás pensando como un humano. Estar con él es una de las mejores cosas que le puede pasar. Puede aprender cómo navegar en nuestra sociedad sin ser arrojada a los leones. Y sí, él la enseñará a cómo usar sus habilidades. Tu hija se está convirtiendo en una criatura que se alimenta de sexo, espero que puedas entenderlo.
Taeyong llevó sus garras a su cabello y se rascó el cráneo.
—Ella es mi bebé. Es demasiado joven. ¿Y él es qué? Jesús. ¿Doscientos y algo años viejo?
—Doscientos cinco.
Siempre pensó que estaría persiguiendo adolescentes, no hombres que estuvieran sobre los doscientos años. Todo eso estaba fuera de sus manos ahora, de igual forma. Él no sabía cómo era en realidad la transformación para un súcubo.
Para ella. No podía orientarla, incluso si quería.
— ¿Sabe sobre mí?
—No. decidí que no debería saber porque no sabemos aún cuál es tu destino. Creo que sería cruel darle a su padre de vuelta sólo para quitárselo de igual forma. Estaría resentida con nosotros y nos necesita ahora mismo.
Taeyong asintió en acuerdo.
—¿Pero no saben un montón de íncubos sobre mí? ¿No es posible que oiga de mí por alguno de ellos?
—Sólo la elite de los íncubos y unos cuantos cazadores... —Yoon Oh señaló a Kun y Joy— saben sobre ti, todos ellos tienen la orden, ahora mismo, de no hablar de ti fuera de ciertos círculos. Romper una orden de nuestro Gran Rey es una sentencia de muerte. Nadie dirá una palabra hasta que decidamos que el tiempo es el correcto.
Ese le dio esperanza. Quería verla de nuevo. Quería disculparse por marcharse, por perderse tanto de su crecimiento, y por no estar allí cuando su madre falleció.
Quería pedirle perdón.
—Si quieres mantenerla segura, no dejes que los vampiros sepan que existe.
—No lo haré. ¿Si su... madre era humana... no sería ella mitad íncubo?
—Ah, no —dijo Yoon Oh—. Siempre y cuando un padre sea íncubo el niño se convertirá en uno también. Mi propio padre era humano.
Taeyong se sentó en la cama y enterró su rostro en sus manos. Alyssa estaba muerta. Preferiría que Yoon Oh lo hiciera pedazos que enfrentar esto. Siempre tuvo la esperanza de encontrar el coraje para volver con ella un día y tratar de convertirla en vampiro así podían vivir juntos por siempre.
— ¿Cómo lo está llevando Lily? —preguntó, frotándose los ojos con la palma de sus manos.
—Estuvo un poco en shock al principio, pero lo está llevando bien, considerando. Tiene tu temperamento, afortunadamente no tu fuerza.
— ¿Fuiste tú personalmente y la buscaste?
Yoon Oh asintió.
Él había salvado a su hija. Taeyong le debía más de lo que podía saber.
—Gracias.
—De nada. —Yoon Oh deslizó la carpeta que estaba sosteniendo en el piso de la celda—. Hay fotos de Lilian en esta carpeta. Empiezas a entrenar la próxima semana. Prepárate.
❧—❧—❧—❧—🕯️—❧—❧—❧—❧
Gran Rey Soohyuk:

Emperador Eunwoo:

Lord Minghao:

13
Taeyong pasó el resto de la semana solo en la prisión, atormentado por su dolor. Iba y venía en oleadas. Estaría bien durante horas, entonces él recordaría como sonaba la risa de su esposa o su sonrisa y sería mutilado por las emociones. Él lloraría hasta que no le quedara nada, entonces la rabia lo llenaría.
Las primeras noches hizo cuatro abolladuras más en las barras de plata que rodeaban su jaula. Cada vez Kun o Joy entrarían luciendo listos para noquearlo en caso de que logrará tirar la puerta. Él no podría; las barras eran duras y no tenía sangre en él para usar. No era de extrañar que Yoon Oh dejará de alimentarlo.
Todos los ataques lo dejaban drenado hasta el punto en que las heridas de sus nudillos no se cerraban después de cada estallido. Las heridas derramaban la poca sangre que le quedaba.
A medida que pasaba la semana, él se relajaba y era capaz de mantener su ira bajo control. Las fotos de su hija lo calmaban. Eran recientes y ella se veía tan feliz en cada una. Tenía su mismo cabello castaño pero los grandes ojos de avellana de su madre. Una de las fotos era de ella con un equipo de natación, otra en un partido de baseball con un chico y la última la mostraba sosteniendo un gordo gato naranja.
Las estudió por horas, grabando las imágenes en su memoria para que nunca las olvidara. Cuando despertó la séptima noche su hambre fue abrumadora. Estar tanto tiempo sin sangre resultó ser duro para él, especialmente porque no había sanado completamente.
Buscó la carpeta con las fotos y el expediente médico de su esposa, pero había desaparecido. Gruñó mientras miraba a su alrededor, sólo para ver que los otros vampiros estaban de vuelta en sus celdas.
Una hora después de la ducha, Yoon Oh entró vistiendo un traje de nuevo, acompañado por Joy y otros cuatro cazadores y con ellos había un humano drogado.
Los vampiros se arrodillaron, Taeyong se arrodilló. El olor del humano hizo que cada uno lamiera sus labios, mostrando sus colmillos. Yoon Oh caminó hacia la celda de Taeyong.
—Pregunta —le dijo Yoon Oh a Taeyong.
— ¿Puedo tener sangre, maestro? —Esta vez no se le atascó en la garganta la pregunta. Deseaba que lo hubiera hecho.
—Sí, en un momento. Puedes levantarte.
Taeyong todavía tenía cortes y magulladuras que cubrían su cuerpo, sus nudillos seguían derramando sangre. El lucía como mierda, pero no perdió de vista el parpadeo de hambre que cruzo el rostro de Yoon Oh mientras él se ponía de pie y tiraba los hombros hacia atrás. Los ojos de Yoon Oh se quedaron en el pecho sin camisa de Taeyong. Al parecer él no era el único que tenía hambre esa noche.
Yoon Oh señalo hacia Seulgi.
—Sáquenla.
Los cazadores la sacaron de su jaula. Se dejó caer de rodillas delante de Yoon Oh, encorvada, con la cabeza inclinada. El corazón de Taeyong se rompió, ella se veía tan pequeña. Un gruñido salió de la jaula de su desafiante vampiro protector.
—Tranquilo Chenle —Joy le dijo al vampiro. Todo su cuerpo se tensó y dejó de gruñir.
—Sé que le diste a Taeyong tu nombre Seulgi —dijo Yoon Oh. Taeyong apartó la mirada de ella con vergüenza.
No debió de haber sido tan descuidado. Chenle entrecerró los ojos mirando a Taeyong y frunció los labios en una amenaza silenciosa.
Seulgi tembló.
—No te preocupes, vampiro. Taeyong me persuadió de que no te castigara e incluso podrás volver a recibir sangre pronto.
Al oír eso se atrevió a mirar a Yoon Oh, deseando sangre, y casi con la misma rapidez volvió a inclinar la cabeza.
Joy se adelantó y tomó a Seulgi del brazo.
—Regresa al fondo de la jaula —Joy le ordenó a Taeyong.
Taeyong miro a Yoon Oh.
—Haz lo que ella dice.
Se movió hacia la parte trasera de la jaula. La puerta de la jaula se abrió y Seulgi fue puesta en la celda con él. Después el humano fue conducido a la celda. Encerrados juntos, Seulgi lucia aterrorizada. Sus garras estaban fuera listas para golpearle si se acercaba demasiado. Taeyong se quedó en su lugar.
Yoon Oh señalo a Seulgi.
—Ella va a compartir la celda contigo un tiempo y te daré un humano cada noche. Tienes que alimentarte primero y ella puede tener la sangre que le dejes —no... él no podía alimentarse de un humano sin drenarlo—. No le des sangre de tus venas. No dejes que coma primero.
Taeyong dio un paso adelante hacia Yoon Oh, lo que le valió un gruñido de Seulgi.
—No quedará nada para ella, Maestro —no estaba seguro de cuán a menudo Yoon Oh quería que lo llamara maestro, pero parecía agradarle cada vez. Y ahora parecía un buen momento para complacerlo.
— ¿Querías aprender a alejarte de un humano a la mitad de cuando te alimentas? Te dije que no sería fácil.
— ¿No hay otra forma de aprender esto?
—La hay, pero he elegido esta forma —dijo Yoon Oh, con la expresión bastante seria como para que Taeyong se atreviera a pelear con él. Yoon Oh señaló al humano—. Come.
A Taeyong no le tuvieron que decir dos veces. Estaba demasiado hambriento para resistirse. Ignoró el gruñido de Seulgi mientras corría hacia el humano y hundía sus dientes en su cuello. Oyó que Seulgi se alejaba y luego todo lo que le rodeaba se desvaneció cuando tomo la sangre. Se perdió en el sabor dulce e irresistible. El poder comenzó a regresar a él y empezó a succionar más rápidamente. Cuando el corazón del hombre comenzó a disminuir, Taeyong escucho a Seulgi lloriquear y dar un paso más cerca de él. No iba a conseguir nada. Está sangre le pertenecía a él. Un gruñido profundo se formó en su pecho como una advertencia.
Aparto al hombre de ella y siguió bebiendo hasta que terminó. Cuando lo tomó todo, dejó caer el cuerpo del hombre al suelo. Forzó los colmillos y las garras a retraerse mientras recuperaba el control de sí mismo.
Maldición.
Ni siquiera había intentado detenerse mientras se alimentaba. Oliendo la angustia de ella no pudo ni mirarla.
—Lo siento —dijo él.
Chenle gruñó de nuevo, pero se quedó en silencio cuando un cazador golpeó los barrotes de su celda.
—Volveremos a intentarlo mañana —dijo Yoon Oh. Los cazadores sacaron el cuerpo de la celda mientras Yoon Oh les daba sangre a los otros vampiros.
Luego se fue.
Decepcionado consigo mismo, Taeyong pensó que tal vez alimentarse sería más fácil si no estuviera tan hambriento.
Después de una hora, finalmente fue lo suficientemente valiente como para mirar a su nueva compañera de celda. Estaba acurrucada en un rincón, con las rodillas contra el pecho y la cabeza baja.
Taeyong pasó la noche sentado en la otra esquina de la celda sin querer asustarla. El deseaba saber exactamente porque ella le temía. ¿Podría ella sentir sus bolsas de sangre? ¿O que era un incubo? O tal vez solo sabía que él era diferente y eso la asustaba.
—Puedes tener la cama, yo dormiré en el suelo —le dijo Taeyong al acercarse el amanecer. Ella no lo respondió. No importaba si ella tomaba la cama o no, Taeyong se quedaría en su lugar. Por alguna razón él quería agradarle a ella, o al menos que no le temiera. Y quería que lo perdonara por ser débil.
Se durmió primero, su espalda plana en el suelo duro, y cuando despertó la noche siguiente se encontró con que ella se había movido a la cama. Estaba feliz de que lo hubiera hecho. Una vez que ella se levantó, volvió al otro lado de la celda.
Cuando las duchas se prendieron fue un poco incómodo para él. Ella se desnudó y se metió bajo el agua. Ahora que la mayoría de sus heridas estaban curadas, él desesperadamente necesitaba lavar la sangre seca de su piel, pero no iba a unirse a ella. En vez de eso se quedó quieto y apartó sus ojos. Ella se enjuagó y salió de la ducha después de un minuto. Se envolvió en una toalla y cuando Taeyong la miró, ella indicó la ducha.
Ya que la ducha se apagaría pronto, él saltó fuera de su ropa y estaría lavándose rápidamente. Ella no apartó los ojos. Taeyong no estaba seguro de si lo estaba mirando por miedo o por anhelo. Tal vez era su sangre lo que quería, pero él tenía la sensación de que era algo más. Esperaba que no. Ya que él no iba a dormir con una mujer a la que ni siquiera le podía hablar.
Durante la alimentación de esa noche, Taeyong nuevamente fue incapaz de resistir su instinto de mantener a su presa para él. Se sentía terrible, patético.
Las siguientes cinco noches no fueron mejor. Seulgi se mantenía en su lado de la celda y él intentaba parar de alimentarse, pero nunca fue capaz de hacerlo. Chenle le gruñía cada vez que fallaba en detenerse. Se lo merecía. Después de otro intento fallido para detenerse mientras se alimentaba en la sexta noche, Kun y sus cazadores permanecieron en la prisión después de que Yoon Oh se fuera.
—Te moveremos de lugar —dijo Kun
Los cazadores lo ataron como de costumbre, colocándolo en el lugar correcto sobre las muñequeras. Las cadenas estaban frías contra su espalda sin camisa. Con toda la alimentación, su cuerpo se sentía caliente por una vez, y su corazón latiendo contra su pecho. El asumió que lo subirían al cuarto de Yoon Oh, por lo que se sorprendió cuando salieron de la planta baja. Pasaron sirvientes humanos y a otros cazadores como Kun, junto a su equipo de cinco lo sacaron por una puerta lateral.
Oscura y fría la noche le llamó, y respiró profundamente dejando que el aire llenara sus pulmones muertos. Quería correr a través del bosque y cazar. En lugar de eso fue empujado a una furgoneta negra y pesada que lo esperaba. Una vez sentado, un cazador encadenó su collar al revestimiento reforzado. Los cazadores subieron y tomaron los otros asientos.
—¿A dónde me llevan? —preguntó Taeyong
Kun golpeó la jaula que lo separaba del conductor.
—Ya verás.
Taeyong miró por las ventanas traseras mientras se alejaban, la calzada de grava crujiendo debajo de las ruedas. Finalmente pudo ver dónde estaba cautivo. Era una impresionante torre de piedra que se elevaba cuatro pisos inmaculadamente arreglada y con un jardín igual de cuidado. Parecía que pertenecía a Europa y no a Estados Unidos. Docenas de gárgolas estaban congeladas en el techo cubiertas por un ligero polvo de nieve. Pasaron a través de grandes puertas de hierro conectadas a un muro de piedra que abarcaba toda la finca. Taeyong podía sentir a los cazadores patrullando.
El viaje fue tranquilo; el oscuro camino atravesó un siniestro bosque. Diez minutos después se alejaron del camino principal. Por un momento pensó que el coche chocaría contra algunos árboles, pero pasaron a través de ellos. Estaba asombrado.
—¿Magia? —preguntó
Kun asintió.
Supuso que era una manera de evitar que la gente condujera accidentalmente por su camino. Después de unos momentos llegaron a otra puerta custodiada. Había un letrero grande justo en el interior que decía Bienvenidos a Ashwood VHA Pennsylvania. Est 1753.
Más allá había cinco edificios. Un edificio principal en el centro hizo eco de la torre de piedra de Yoon Oh, pero con una altura menor y parecía más una escuela que una casa.
Flanqueándolo estaban edificios cuadrados que parecían ser dormitorios. El otro edificio parecía también dormitorios, pero mejores. El quinto edificio era una enorme cúpula cerrada en la parte trasera.
Mientras conducían Taeyong vio maniquís de entrenamiento, establos, una pista de obstáculos... y percibió centenares, tal vez miles, de latidos de corazón cerca.
—Mierda —dijo Taeyong—. Aquí es donde entrenan a los cazadores, ¿no?
Kun se adelantó.
—Una de las ubicaciones.
El frunció el ceño. Él no tenía idea de que había tantos cazadores de vampiros...
La furgoneta se detuvo frente al edificio de la cúpula. Dos jóvenes cazadores vigilaban la puerta. Saludaron cuando Kun salió y sus corazones se aceleraron cuando vieron a Taeyong, debían ser estudiantes.
Taeyong fue llevado dentro y el apenas podía creer lo que vio: una arena. La gran sucia área en el centro debía de tener tal vez a cien cazadores entrenando. Estaban divididos en grupos más pequeños, en su mayoría asientos vacíos rodeando la arena.
Kun condujo a Taeyong por las escaleras y hacia una plataforma con una buena vista de la arena de abajo. Taeyong vio su destino: una jaula de plata con unos metros de ancho, pero por lo menos diez pies de altura. Cadenas colgaban en su interior.
—Si sientes la necesidad de escapar esta noche, por favor hazlo. Le daré al chico que traiga tu trasero de regreso un pase en los finales —dijo mientras quitaba los grilletes y lo empujaba dentro de la jaula.
Que imbécil.
Taeyong no respondió, pero quería golpear al humano mágicamente mejorado en la garganta y colapsar su tráquea.
—Manos arriba.
Taeyong levantó las manos y Kun las encadenó. Estaban lo suficientemente sueltos para que tocara el piso, pero lo suficientemente apretados para que no fuera a ninguna parte. Kun y su equipo dejaron a Taeyong colgando sin nada que hacer aparte de mirar a los cazadores que entrenaban abajo. Había siete grupos de doce personas y cada uno tenía un instructor que los guiaba en diferentes tareas. Un grupo practicaba el combate cuerpo a cuerpo mientras que otro terminaba flexiones.
Taeyong recibió miradas curiosas del grupo más novato que miraba. ¿Nunca habían visto a un vampiro tan cerca? Pasaron unas horas y nadie vino por él.
Taeyong cerró sus ojos y extendió sus sentidos. Extendió su sentido auditivo y se sorprendió de encontrar que había muchos niveles bajo la arena. Escuchaba y podía oír latidos lentos de corazón.
Vampiros.
Casi un centenar de ellos
Supuso que tenía sentido, los cazadores tenían que ser entrenados de alguna manera, pero también lo ponía un poco triste el saber que tantos vampiros estaban presos aquí. Paso la noche viendo como los cazadores se entrenaban.
Estaba feliz por ello; le dio algo en lo que pensar aparte de su esposa. A medida que avanzaba la noche, los equipos salían y los nuevos iban llenando el espacio. Taeyong pensó que debían de pasar la mayor parte de su tiempo despiertos en la noche, y dormidos en el día para equiparar a los vampiros.
Dos horas antes del amanecer, Kun y su equipo regresaron y llevaron a Taeyong de vuelta a la torre de Yoon Oh. Taeyong no tenía idea de qué diablos se trataba todo eso y él realmente no tenía ganas de preguntarle a Kun; sus respuestas siempre lo dejaban queriendo más.
Caminando por el pasillo espejado, Kun y sus cazadores llevaron a Taeyong más allá de las puertas de las celdas de la prisión, dentro de uno al final del pasillo.
Taeyong se quedó boquiabierto cuando entro en la habitación.
Era una cámara de tortura para vampiros. Las cadenas colgaban del techo, las estacas y las armas plateadas se alineaban en la pared, había una mesa con restricciones en ella y un gabinete lleno de artículos alquímicos. Y expuestos en una bandeja rodante estaban unos alicates dentales, instrumentos para cortar hechos de plata, abrazaderas y sierras.
Se veían limpios, pero Taeyong podía oler la vieja sangre debajo de la lejía. Kun tiró de su brazo hacía adelante, pero no se movió. No quería entrar en esa habitación.
—¿Hice algo mal? —pregunto Taeyong con los ojos arrugados por la preocupación.
—Muévete o te obligare a moverte —dijo Kun y tiró nuevamente del brazo de Taeyong.
A regañadientes Taeyong se ubicó en el centro de la habitación. El pánico se extendió cuando Kun lo encadenó y uso una manivela para enrollarlo. Una vez que Taeyong estuvo colgando unos centímetros del piso, Kun puso la manivela en su lugar y ordenó a sus cazadores que esperaran afuera. Después de que se cerrara la puerta, sacó un látigo de la pared junto con un cubo en el cual vertió un líquido marrón. Sumergió el látigo en el cubo.
—Voy hacerte una serie de preguntas —dijo finalmente Kun—. Por cada respuesta equivocada, serás azotado. ¿Entiendes?
Comprendió el concepto, pero no el por qué estaba sucediendo.
—¿Cuántos cazadores había en la arena cuanto te metí por primera vez?
Había siete grupos de 12 cazadores, además de los instructores. También Kun y su equipo.
—Noventa y siete— respondió Taeyong.
Kun se acercó a la espalda de Taeyong y el látigo cayó sobre él como una grieta. Taeyong gritó. El líquido marrón se sentía terrible. La herida ardía peor que la plata y parecía retrasar su curación.
—Ciento tres —Kun lo corrigió—Había dos cazadores mirando en las gradas junto con cuatro guardias estacionados dentro del anillo. Uno de los cadetes fue cortado ¿Cómo se llamaba?
Taeyong recordaba que el chico se había cortado la sangre olía maravillosamente. Obtuvo miradas cuando sus colmillos bajaron, pero los guardo tan rápido como pudo una vez que el cadete había sido despedido para ir a la enfermería.
—No lo sé —dijo y se preparó cuando el látigo se impactó contra su espalda.
Gritó de nuevo.
—Dokyeom, se dijo muchas veces. ¿Cuántos pisos tenía encima el edificio principal?
—Tres —Taeyong hizo una mueca de dolor.
—Correcto. ¿Cuál es el nombre de mi equipo de cazadores?
Taeyong no tenía ni idea. El nombre había sido dicho... pero había tanta charla acerca de eso que Taeyong no pudo sintonizarlo. Empezó a repetir la noche en su cabeza esperando llegar al nombre. Momentos después estaba rugiendo cuando el látigo partió su piel.
—Mi equipo se llama Wardens. Somos los guardaespaldas personales de Yoon Oh y los cazadores de más alto rango actualmente en Ashwood. Ashwood es tanto la propiedad como la academia.
Kun le hizo a Taeyong veinte preguntas en total. Al final de la sesión Taeyong había recibido dieciocho latigazos.
Cuando lo bajaron de las cadenas, cayó al suelo y los cazadores lo arrastraron a su celda. Lo arrojaron con el vientre abajo.
No se molestó en moverse y en su lugar se quedó dormido justo donde lo dejaron.
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Dokyeom:

14
Cada noche Taeyong era arrastrado al VHA (Veterans Health Administration) de Ashwood y depositado en la pequeña jaula. Cuando el amanecer estaba próximo, Kun hacía sus preguntas. En un principio, Taeyong sólo obtenía unas cuantas respuestas correctas en cada sesión. Luego, conforme se iba enfocando en los detalles cada tarde, se volvió mejor. Y las preguntas se volvieron más difíciles.
Kun le preguntaba cosas como “¿De qué color era el cabello del conductor?” o “Enlista las armas que los guardias llevaban con ellos”. Había cientos de cazadores a los que había estudiado cada noche. Los memorizó a ellos y a sus acciones; incluso había comenzado a aprenderse sus nombres. No eran únicamente cazadores, tenía que memorizar a cada persona con la que se cruzara en su camino hacia el área de entrenamiento y de vuelta. Lo golpeaban si no sabía cuántas flores cargaba una mucama en un florero.
Una semana más tarde, Taeyong podía contestar la mayoría de las preguntas. Sus habilidades de observación mejoraban, pero aun así cada noche tenía cuatro o cinco latigazos en su espalda en los cuales debía concentrarse y curar.
El líquido marrón que recubría el látigo disminuía su curación natural, haciendo que se sintiera incluso más hambriento de lo normal y más glotón por los humanos que le eran entregados.
Quince noches. Pasaron quince noches antes de que Taeyong se pudiera separar de un humano mientras comía. No era fácil para él, pero estaba enfermo de que el vampiro en él gobernara y no al revés. Y estaba cansado de ver a Seulgi tan hambrienta y asustada.
Finalmente, Taeyong apartó sus colmillos del cuello del hombre humano. Era doloroso y quería enterrarlos de nuevo inmediatamente. Toda su naturaleza le indicaba que debía terminar de alimentarse.
Pero se resistió. El humano en su brazo estaba débil, los latidos de su corazón eran lentos, y casi no había tanta sangre restante dentro de él como a Taeyong le hubiese gustado. Movió al humano hacia Seulgi. Ella no se acercaría a él mientras estuviese sosteniendo a una presa, así que colocó al hombre sobre la cama.
Ella se lanzó sobre éste en el instante en que Taeyong dio un paso atrás. Sus colmillos se encajaron en el cuello del humano y bebió profundamente.
—Bien hecho Taeyong —aplaudió Yoon Oh, mirando desde el exterior de la jaula, tal y como hacía cada noche.
Taeyong sonrió.
—Gracias, Maestro —tenía la esperanza de poder hacerlo de nuevo mañana, y temprano, también; ella necesitaba muchísima sangre más.
—Kun me dice que fuiste capaz de responder a la mayoría de sus preguntas la noche pasada —dijo Yoon Oh—. Pienso que es hora de que te enseñemos como pelear de verdad.
Kun, quien estaba de pie en su lugar habitual detrás de Yoon Oh, asintió concordando.
Taeyong se preguntó cuándo Yoon Oh le enseñaría cómo usar sus habilidades de íncubo, pero no iba a preguntarle ahora, no con tantas personas alrededor que no sabían sobre él.
Yoon Oh caminaba de un lado a otro, con las manos detrás de su espalda.
—Mañana Maestros van a juzgar qué es lo que puedes hacer.
Taeyong mostró una sonrisa juguetona.
— ¿Que mi trasero sea tomado por ti y el comandante no es suficiente prueba de lo que puedo hacer?
Yoon Oh rio entre dientes.
Durante las noches, deseaba que lo hubieran llevado de vuelta a la habitación de Yoon Oh, aunque sólo fuera para acercarse más al íncubo. Algunas veces atrapaba al general mirando sus abdominales... y más abajo. Taeyong deseaba que fueran las manos de Yoon Oh y no sus ojos las que recorrieran sus abdominales... y más abajo.
Sus sentimientos podrían ser sólo la influencia de Yoon Oh sobre él, pero eso dejó de importarle. Mientras más le gustara a Yoon Oh más confiaría en él y le enseñaría lo que él quería saber.
El plan de Taeyong estaba definido en su mente. Aprendería todo lo que pudiera del íncubo y después derrotaría a cualquiera que amenazara su libertad. Podría tomarle años, incluso décadas, pero tenía tiempo. Era inmortal después de todo.
—Tenemos algo más en mente. Algo más a la par con tu nivel de habilidad —dijo Yoon Oh, pero no entró en detalles.
Taeyong rio y puso su mano sobre su corazón.
—Ouch.
Un íncubo entró a la habitación. Taeyong no había visto muchos íncubos, pero podía sentirlos en el edificio. La casa usualmente tenía quince de ellos en cualquier momento, y había más en la academia.
Él era perfecto, como se esperaba de un íncubo. Compartía las mismas características de Yoon Oh: cabello de un rubio polvoriento, ojos azul oscuro, una mandíbula fuerte, pero él era más delgado y tal vez unos cuantos años más joven, se veían como hermanos, excepto que él vestía jeans elegantes y una camiseta con una chaqueta encima.
Taeyong no podía imaginar a Yoon Oh usando jeans.
La otra vampira en la habitación dejó salir un gemido cuando él entró. Una cruel sonrisa apareció en los labios del incubo y ella se encogió de miedo.
Debía ser Lord Jeno. Él era el único incubo que proclamaba a la mujer vampiro para sí, y ella siempre regresaba herida.
Taeyong contuvo un gruñido.
—¿Necesitas algo, padre? —preguntó el íncubo.
¿Era hijo de Yoon Oh? Eso era impactante.
Taeyong había planeado matarlo en algún momento por lo que le hacía a la vampira, pero necesitaba que Yoon Oh estuviera de su lado. Sin mencionar, que Yoon Oh había salvado la vida de su hija.
Matar al hijo del general a cambio ya no era una opción. Tenía que encontrar otro modo de castigar a Jeno.
Yoon Oh señaló a Taeyong.
—Necesito que lo revises y me digas el estado de sus bolsas de sangre.
Jeno frunció el ceño.
—¿Acaso no las puede sentir él mismo y decirte?
Yoon Oh se veía molesto.
—Haz lo que te ordeno, Jeno.
—Sí, señor —dijo Jeno, con un ligero tono de burla en su voz. Señaló a los cazadores—. Sáquenlo de ahí.
Taeyong se dio la vuelta y pasó sus manos a través del espacio de la barra y el cazador esposó sus manos tras su espalda. La puerta se abrió y él salió. Jeno caminó hacia él y puso sus manos en el abdomen de Taeyong. Se parecía muchísimo a Yoon Oh, pero no se sentía como él en absoluto. Sus manos eran más frías y sus movimientos contra su piel eran toscos. Incluso su olor era incorrecto.
Taeyong no disfrutaba su contacto ni siquiera un poco.
Un profundo gruñido comenzó a alzarse desde su pecho.
—Tu juguete está haciendo que me sea difícil examinarlo —dijo Jeno mientras presionaba su mano con más fuerza contra la carne de Taeyong.
—Detente, Taeyong —dijo Yoon Oh, su voz cargada de advertencia.
Con esfuerzo, Taeyong se detuvo.
Jeno cerró sus ojos y Taeyong sintió la misma sensación resonante que cuando Wonyoung lo examinó.
Abrió sus ojos y apartó sus manos.
—Están sanando, pero pasará un mes antes de que pueda comenzar a usarlas. Las que están saludables están llenas ahora mismo. ¿Eso es todo? Tengo una fiesta a la que atender.
—Sí. Diviértete esta noche —dijo Yoon Oh, pero Jeno ya estaba saliendo por la puerta.
Bastardo arrogante.
Parecía que Kun compartía esa opinión por el ceño fruncido que cruzaba su rostro.
Taeyong volvió a su jaula. Los cazadores se tomaron su tiempo para limpiar al cadáver que yacía en la cama.
Seulgi había vuelto a su rincón.
—No irás a la academia esta noche así que descansa un poco —dijo Yoon Oh y se fue con los cazadores.
Taeyong se sentó en su rincón, y colocó su cabeza entre las rodillas. Las semanas pasadas habían sido duras. Saber sobre su esposa fue devastador, y mientras había logrado esconder su dolor de los otros vampiros, no había sido fácil. Odiaba estas jaulas. Odiaba que castigaran a los otros vampiros por hablar. Hacía que las noches fueran muy aburridas. En ocasiones alcanzaba a escuchar a los demás en el edificio. Captaba fragmentos de conversaciones, pero era difícil escuchar si la persona que hablaba se movía.
Sospechaba que algunas habitaciones tenían una especie de protección mágica. A veces cuando seguía el sonido de los latidos de una persona de repente de forma abrupta ya no podía escucharlos en absoluto cuando entraban a una habitación.
La habitación de Yoon Oh era una de esas.
Esta noche Taeyong escuchaba a los cazadores en el corredor. Usualmente estaban en silencio durante su guardia, pero en otras ocasiones charlaban ociosamente. Había una película taquillera que recién se había estrenado y hablaban de ella. Taeyong sólo había visto una película desde que fue transformado. La pantalla lastimaba sus ojos y sentarse tan cerca de tantos humanos por dos horas era casi imposible de manejar para él ahora.
Sus ojos se abrieron abruptamente cuando sintió una mano sobre su rostro. Seulgi estaba de pie frente a él. Ella ahuecó su mano contra la mejilla de él. Taeyong miró hacia arriba a sus ojos marrones. Ya lucía mejor.
—Lamento que me tomara tanto —dijo Taeyong—. Espero que sepas que lo estaba intentando.
Ella asintió.
Su mano se sentía bien en su rostro. Se inclinó hacia ella. Su contacto le recordaba a Alyssa y la manera en que ella lo podía consolar con tan sólo el roce de su mano.
Taeyong contuvo las lágrimas.
Seulgi sostuvo el brazo de Taeyong y tiró de él. Él se levantó. Ella lo condujo hasta la cama e hizo que se tendiera sobre su costado. Ella se deslizó dentro de sus brazos y se acurrucó contra él. Él puso sus brazos alrededor de su estómago y la acercó hacia sí.
Él no sabía por qué ella hacía esto ahora después de semanas temiéndole, pero no le importaba. Era bueno tener a alguien entre sus brazos. Permanecieron así toda la noche y durmieron de la misma manera durante el día.
La comida de la noche siguiente fue mejor; sacó sus colmillos de la mujer humana cuando sólo había tomado aproximadamente sólo un cuarto de su sangre.
Un dolor fantasma recorrió su cuerpo, quemando sus músculos, animándolo a que continuara bebiendo. Se apartó y depositó a la humana sobre la cama. Seulgi ya estaba bebiendo de la mujer incluso antes de que él la dejara.
Yoon Oh se veía complacido. Vestía una chaqueta gris bordada a la altura de la rodilla con grandes, y brillantes botones negros. Por debajo, vestía una camisa con botones blancos y pantalones negros ajustados que estaban arremangados justo por encima de unas largas, y pulidas botas de montar.
Se veía como un uniforme.
—Es bueno ver que ayer no fue casualidad. Normalmente un vampiro de tu edad no puede hacer eso sin su señor presente. Eres verdaderamente excepcional.
Taeyong se enorgulleció. No pudo evitarlo.
—Esta noche vas a pelear contra algunos vampiros —dijo Yoon Oh e indicó a los cazadores que prepararan a Taeyong para viajar—. No va a ser una pelea de entrenamiento tampoco. Se les ha prometido la libertad si te matan. No los dejes vivos.
Taeyong nunca había peleado contra un vampiro antes, ya no decir matado uno. No quería hacerlo, pero sabía que esto sucedería al haberse entregado a Yoon Oh.
Esta noche vestía estratégicamente pants negros, camiseta blanca sin mangas, y botas negras. Era la primera vez que le daban algo más que jeans.
Los cazadores encadenaron sus brazos tras su espalda y pusieron grilletes en sus piernas. Una vez que estuvo afuera de la jaula, Yoon Oh colocó una mano sobre su hombro.
Se sentía bien.
—Confío en que harás un trabajo estupendo esta noche, pero algunos que no creen en tus habilidades estarán mirando. Necesitas demostrarles que se equivocan.
¿Quiénes estarían ahí? Él asumió que pelearía frente a Yoon Oh, Kun, y quizá un puñado de cazadores. Esperaba que no fueran Jeno o Wonyoung, ambos le ponían la piel de gallina.
—No te decepcionaré, Maestro.
Afuera, pusieron a Taeyong dentro de la camioneta y se le unieron los Guardias mientras Yoon Oh entraba a una limusina; Taeyong podía sentir a otros tres íncubos con él. Había otros dos autos, ambos llenos con cazadores, formando su caravana.
Diez minutos después llegaron a la Academia Ashwood, y Taeyong no podía creer lo que sintió. Todos los edificios estaban prácticamente vacíos, excepto por la arena... porque todo el mundo estaba ahí.
Más que todo el mundo.
Sintió miles de latidos, fácilmente el doble de los que lo rodeaban comúnmente. Esto no era ninguna evaluación, era una exhibición y él era el espectáculo.
—Tienes que estar bromeando —masculló.
La limusina fue a la parte frontal del edificio mientras la camioneta estacionaba en una entrada lateral. Kun ordenó a los otros cazadores y al conductor que se retiraran. Espero a que estuvieran solos para hablar.
—El Lord General no quería hacer esto todavía, pero tiene menos tiempo del que inicialmente pensaba. Tu meta esta noche no es solamente matar a los vampiros, debes presentar un espectáculo —desató la cadena que conectaba el cuello de Taeyong a la camioneta.
Que el comandante lo aconsejara sorprendió a Taeyong.
—No estoy seguro de cómo sería capaz de hacer eso. No es como si precisamente hubiera ganado mis últimas peleas.
—Eso es porque perdiste el control en esas peleas. Te van a sobrepasar en número y no tendrás armas. Si pierdes el control esta vez, perderás la única ventaja que tienes: tu habilidad de adaptarte. Pero, no estaba hablando de la pelea.
— ¿Entonces qué demonios quieres decir?
El comandante no respondió. En su lugar, mostró una sonrisa de suficiencia mientras empujaba a Taeyong desde el carro.
—Conserva tu cabeza, vampiro.
Ese era el plan. Su único plan de hecho.
Kun lo escoltó dentro del edificio y a través del corredor que conducía a la arena. El olor de tantos humanos en el auditorio lo abrumaba. El aire zumbaba con energía de emoción. Con todo el mundo hablando, los ruidos fuertes harían casi imposible confiar en el sonido durante la pelea.
Kun empujó a Taeyong a una parada justo afuera de la puerta que conducía a la arena.
Runas delimitaban el marco.
—No trates de salir de la arena. Hay una trampa de vampiros que la separa de la audiencia —advirtió Kun mientras un guardia removía los grilletes de las piernas de Taeyong. Kun llevó la parte posterior de su enguantada mano hasta su boca y habló en ella—. Está listo para salir.
—Adelante, comandante —replicó la voz de Yoo Oh.
Kun abrió las puertas y la luz los inundó. Taeyong pasó saliva con dificultad y salió para comenzar el show.
15
Un mar de cazadores llenaba toda la arena. La mayoría vestían uniformes de cuero negro, cada uno diseñado únicamente para ajustarse al estilo personal de pelea del cazador, mientras que el resto estaban con uniformes de cadetes o ropa de calle.
Al final de la arena había dos plataformas. Una tenía un trono vacío con sillas de ornamento que lo flanqueaban, también estaban vacías. En la otra plataforma, situada cerca de la arena, se sentaba Yoon Oh el centro de la misma, rodeado de íncubos. Lady Wonyoung estaba a su izquierda y un hombre alto, de piel morena, estaba a su derecha. Había otros diez sentados en la plataforma, incluyendo a Lord Jeno que tenía a un humano en su regazo.
Taeyong sentía al menos a cuarenta íncubos más en las gradas. Probablemente no eran lores ni ladies.
La audiencia se susurraba.
Taeyong fue consciente de sí mismo mientras todos los ojos caían sobre él. Jesús, ¿qué esperaban? Él no sabía pelear, no realmente.
Kun le quitó las esposas de los brazos y se teletransportó a la plataforma, parándose detrás de Yoon Oh. Taeyong restregó sus brazaletes. De verdad esperaba que Yoon Oh estuviera en lo correcto y que no explotaran durante la batalla.
Cerrando sus ojos, él se acercó a sus sentidos, pero todos los humanos cerca hacían muy difícil el identificar algo. Sus nervios no estaban ayudando. Los cabellos en la parte de atrás de su cuello comenzaron a picar. Abrió los ojos de repente y se lazó hacia delante mientras una espada cruzaba el aire detrás de él.
La multitud enloqueció de emoción.
Taeyong tropezó y se enfrentó a su atacante: un vampiro macho, con cabello cenizo y ojos hundidos. En su mano había una espada larga plateada. Se lanzó a la izquierda y luego a la derecha, moviéndose tan rápido que era un borrón. Lazó dos golpes; la primera estocada superficial cortó a Taeyong en el pecho. La segunda fue un corte profundo en su hombro.
Taeyong trató de retroceder antes del tercer golpe, solo para que una flecha se hundiera en su muslo. Fue en ese momento cuando se dio cuenta a lo que se estaba enfrentando: cuatro vampiros en total, tres hombres y una mujer. Todos se veían hambrientos con colmillos largos, garras e irises quemando de color rojo.
¿Qué mierda estaba pensando Yoon Oh? Nunca había peleado con un solo vampiro, que decir de cuatro. Esto era a duras penas “igualado” con su habilidad.
Amenazados, los colmillos y garras de Taeyong salieron. Gruñó y sacó la flecha de su muslo mientras trataba de esquivar más estocadas de las espadas.
Uno de los vampiros–––una bestia gigante que parecía pertenecer a un luchador profesional–––lanzó otra flecha desde la ballesta que sostenía. Taeyong se hizo a un lado solo para que su otro brazo fuera cortado.
El tercer vampiro hombre, moviéndose con rapidez, flanqueó a Taeyong. El vampiro arañó su espalda. Taeyong dejó salir un aullido mientras las heridas le provocaban un dolor agudo. Se dio la vuelta para ver al vampiro retrocediendo. Este estaba usando guantes con garras de metal en las puntas, embarradas con la mierda que hacía más lenta la curación.
Mierda.
El veneno sería un problema. Necesitaba su habilidad de curación. Taeyong esquivó otro golpe y una estocada de la espada, para llegar justo cara a cara con la vampiresa.
Sus delgados labios se retorcieron en una sonrisa mientras movía sus delgados dedos hacia Taeyong. Algún tipo de energía cinética lo golpeó con fuerza y él salió volando hacia la trampa invisible del vampiro, golpeándola con un doloroso aporreo. Algunos miembros de la audiencia se hicieron hacia atrás mientras él chocaba contra la pared de fuerza y se deslizaba hacia el suelo.
¿Qué carajos? ¿Los vampiros podían hacer eso?
Mientras Taeyong se levantaba, vio a los cuatro vampiros caminar hacia él. Contra la pared y en desventaja, se sintió perdido. Los cuatro lo habían herido de alguna manera y él no había tocado a ninguno.
El vampiro con las garras de metal se lanzó a sí mismo hacia el frente y pasó sus garras por su pecho. Profundos lazos de rojo florecieron sobre su camisa blanca, uniéndose a las heridas de las espadas. Se lanzó contra el vampiro, pero ya se había ido. El vampiro atacó de nuevo, arañándolo mientras corría por el lugar y retrocediendo antes de que Taeyong fuera capaz de reaccionar.
Una idea desesperada llegó a Taeyong. Empujo el poder en su brazo, fortaleciéndolo y cuando el vampiro de garras de metal volvió a por él una tercera vez, Taeyong estaba listo. Golpeó al vampiro en el pecho tan fuerte como pudo. Primero se encontró con carne y hueso y sangre.
La audiencia se quedó sin aliento.
Taeyong sonrió mientras miraba abajo para ver al vampiro empalado en su brazo, aún vivo, pero sin moverse. Sacó su brazo del vampiro y antes de que llegara al suelo, Taeyong tomo al vampiro por el pecho y la mandíbula y los separó, separando la cabeza del cuerpo. El cuerpo comenzó a descomponerse justo frente a sus ojos.
Su rugido de victoria se cortó cuando otra flecha lo golpeó, esta vez en un lado de su cuello. Taeyong gimió y la sacó. Antes de que se le pudiera ocurrir cualquier plan para detener al vampiro con la ballesta, otro golpe de la vampiresa lo golpeó. Estaba vez salió volando por toda la arena, cayó en la tierra y tropezó por ella hasta que llegó a un alto.
Se paró y vio a lo que se enfrentaba. La mujer se quedó en el fondo, detrás de los dos hombres que quedaban. El vampiro con la espada avanzó y el vampiro grande con la ballesta recargo y disparó de nuevo.
Esta vez, Taeyong atrapó la flecha en el aire y la siguiente también. La plata quemaba sus palmas y tiró las flechas a sus pies. Frustrado, el vampiro grande tiró la ballesta a un lado y se unió a la avanzada. Se veía como si, de todas maneras, él fuera mejor con los puños.
Taeyong tenía dos heridas de flechas, las palmas de sus manos quemadas, moretones, arañazos por todo su pecho, brazos y espalda que no podía curar ahora mismo y estaba cubierto de tierra. Esto no era un show, era una paliza. Había tenido suerte con el vampiro que había matado, pero allí había tres más y ninguno tenía un arañazo. Necesitaba igualar esto y tenía que encontrar una manera de impresionar a estos íncubos.
Vio a la mujer alzar su mano para otro ataque.
A la mierda con eso.
Taeyong empujó las hebras rojas de poder en su velocidad y comenzó a moverse tan rápido que parecía como si el mundo entero se congelara a su alrededor. Incluso los otros vampiros parecían moverse lentamente comparados con él.
No podría mantener eso por mucho tiempo, estaba quemando mucha sangre... sangre que necesitaba para el resto de la pelea.
Sin perder tiempo, se deslizó entre los dos hombres, que casi llegaban a él, y atrapó a la mujer, empujándola contra la pared de la arena. Dejó de usar la energía de la sangre y el mundo volvió a la normalidad. Para un humano, e incluso para estos vampiros, debió parecer como si Taeyong se hubiera teletransportado de una arena a la otra.
La vampiresa se quedó sin aliento y peleo para alejarse de él, arañando sus brazos. Él lo ignoró y la miró a los ojos.
— Deja de pelear conmigo. Mejor mata al grande — le dijo mientras él la tomaba.
Podía sentir su voluntad tomando la de ella y sabía que ella estaba bajo su control. La dejó ir y ella caminó hacia el hombre grande. Eso igualaba las posibilidades un poco, dos en dos. Se dio cuenta que la audiencia estaba en silencio... eso no era buena señal.
Nadie le había dicho que no podía hipnotizar a nadie esta noche; deberían haberlo hecho si no querían que él usara esa habilidad.
Vio como la mujer lanzaba al hombre grande a través de la arena con un movimiento de su muñeca. Taeyong desvió su atención al vampiro con la espada, que sonrió maliciosamente y se lanzó contra él. Era rápido. Taeyong se acuclillo bajo su espada y regresó mientras otro golpe venía a él.
No estaba segundo de cómo contrarrestar una espada sin un arma propia. Todo lo que podía hacer era retorcerse y esquivar los ataques, pero no podía seguir con eso. Sus heridas estaban sangrando bastante, negándose a sanar.
Tarde o temprano, el vampiro podría golpearlo.
Fue antes.
La espada hizo contacto con su antebrazo, quemándolo. Se tambaleó hacia atrás, lo cual lo dejó abierto para un ataque. El vampiro se lanzó contra él con gran velocidad y cortó el interior del brazo de Taeyong seguido con un tajo grande y ardiente en su cadera.
El vampiro atacó de nuevo y Taeyong lo bloqueó con su brazalete, un resonante “clang” llenó el aire. No hubo ninguna explosión. Estaba agradecido por eso, al menos.
Corrió hacia el vampiro y trató de golpearlo en la mandíbula, pero el vampiro lo arañó en la cara y clavo la espada de plata en el estómago de Taeyong. Miró hacia su propio abdomen y vio cantidades copiosas de sangre saliendo de los alrededores de la espada.
Mierda. El maldito había golpeado una de sus bolsas de sangre.
Taeyong no tenía tiempo. No iba a durar mucho más. No con esta pérdida de sangre. Tenía que derrotar a este hombre–––ahora.
El vampiro trató de sacar la espada de Taeyong, pero él la agarró por la empuñadura para mantenerla en el lugar, luego esquivo un golpe del vampiro. Dio un paso hacia él, tomó su brazo y rompió la muñeca del vampiro.
Mientras el vampiro retrocedía, Taeyong sacó la espada de su estómago y golpeó. Cortó al vampiro por el cuello, chispeando sangre en el aire y antes de que el vampiro pudiera sanar Taeyong terminó el trabajo con otro corte. El cuerpo cayó lejos de él.
Dejó salir un estruendoso rugido y la multitud enloqueció. Al otro lado de la arena, su hipnotizada mujer lanzaba al vampiro grande por todos lados, pero el control de Taeyong sobre ella se debilitaba por la pérdida de sangre. Aún peor, estaba perdiendo control de sí mismo. Su mente se nublaba y el deseo de deleitarse en sangre lo abrumaba.
No.
No podía permitirse caer en ello. Se convertiría en algo salvaje y perdería la pelea. Dios. ¿Cómo podría controlarse cuando estaba así de hambriento y el olor a sangre estaba por todos lados? Se congeló dónde estaba mientras luchaba, alejándose del deseo–––funcionaba... por ahora. Pero estaba teniendo problemas con mantener a la mujer bajo su control y ella había dejado de atacar al otro vampiro.
Al ya no estar acorralado, el vampiro malditamente grande corrió hacia Taeyong, que trato de reaccionar, pero fue demasiado lento–––el vampiro lo golpeó. Taeyong perdió el agarre de la espada y cayó al suelo, rodando en el suelo.
Antes de que dejara de deslizarse, el enorme vampiro estaba en su trasero–––moviéndose mucho más rápido que algo de su tamaño sería capaz de moverse. El vampiro agarró a Taeyong, lo levantó sobre su cabeza y lo lanzó de nuevo al suelo con tanta fuerza que Taeyong rebotó.
El vampiro levanto su pie para pisar la sección del medio de Taeyong, pero él rodó fuera de su alcance.
Usando los últimos lazos de poder que pudo encontrar, Taeyong los canalizo hacia su pierna y golpeo con su talón la rodilla del vampiro. La rodilla se fue hacia atrás y el vampiro aulló.
Taeyong se levantó y hundió sus garras en el cuello del vampiro, empujando por los ligamentos, músculos y venas. Tomó la columna vertebral. Jalando tan fuerte como pudo, sacó la columna vertebral fuera del cuerpo del vampiro. La criatura colapsó y comenzó a descomponerse.
Una ovación explotó de las gradas.
Sangriento y sucio, Taeyong cojeó hasta la mujer, que se quedó dónde estaba, todavía tratando de pelear contra la compulsión. Él tomó sus hombros y puso sus labios sobre su cuello, sus colmillos rasgando su suave piel.
— Taeyong.
La voz de Yoon Oh se alzaba sobre el ruido. Todos se callaron. Incluso con los miles de personas allí, se podría escuchar como un alfiler caía. Taeyong se detuvo, pero no podía quitar sus ojos del cuello de la mujer.
— ¿Te di permiso para beber su sangre? — preguntó Yoon Oh, su voz severa.
Bajó la cabeza. La vergüenza de ser regañado frente a una multitud lo humillaba.
— ¿Puedo tomar su sangre, Maestro? — preguntó Taeyong. Estaba tan hambriento.
— No — la dura respuesta de Yoon Oh hizo eco por toda la arena.
Taeyong miró sobre su hombro hacia Yoon Oh que se paraba al filo de la plataforma. Estaba indeciso entre tomar la sangre de ella o seguir la orden de Yoon Oh. Entonces, escuchó a Kun susurrar “someterse” en un susurro, tan despacio que él fue el único en toda la arena que podría haberlo escuchado.
Lo que Kun le había dicho en la van tenía sentido ahora–––esto era el show, no el asesinato o la pelea. Era el sometimiento después, para demostrar que él podía ser controlado; que no era una amenaza para los íncubos.
Puso a la mujer de rodillas y con un movimiento suave, pateó la espada que había perdido antes hacia su mano y la decapitó.
Taeyong tiró la espada al suelo frente a él de tal manera que quedara clavada en la tierra y él se arrodilló viendo hacia la plataforma de Yoon Oh, apretando la herida en su estómago.
— Peleaste bien, Taeyong.
— Gracias, Maestro — le dijo, manteniendo su cabeza inclinada.
— Te las arreglaste para sorprenderme esta noche.
— ¿Cómo, Maestro?
— ¿Sabías que los vampiros no pueden hipnotizar a otros vampiros?
Taeyong volvió a mirar a la mujer, su cuerpo hundiéndose en sí mismo.
Sonrió. Otro poder que solo él poseía.
— No puedo decir que estoy de acuerdo con esa afirmación, Maestro.
Unas cuantas risas se escucharon en la multitud.
Entonces los escuchó. Gritos. Se paró y dio unos pasos a su derecha.
— ¿Te di permiso para levantarte? — preguntó Yoon Oh, molesto.
— Perdóneme, pero sus cazadores están muriendo.
En la forma de una luz verde, Kun apareció junto a él.
— ¿Qué quieres decir?
— El grupo de seis en patrulla en el bosque al este solo cuenta con cuatro personas ahora. Sus corazones se están acelerando.
Kun se llevó una mano a la boca.
— Jeonghan, reporte — no hubo respuesta—. Despachen apertura Ashwood Amarilla de intercomunicación. (En inglés era, literalmente, “Dispatch open Ashwood Yellow’s comms”)
Gritos y comandos en pánico se escuchaban por el aparato de comunicación de Kun. Él presionó la superficie de su guante y los sonidos se cortaron. Apunto a los dos cazadores veteranos en la audiencia.
—Sine. Price. Vayan.
Dos equipos de seis cazadores se levantaron y se teletransportaron.
—Ahora son tres —dijo Taeyong.
— ¿Cuántos vampiros? —preguntó Kun.
Taeyong no tuvo la oportunidad de responder pues las alarmas comenzaron a sonar. Fuerte y ensordecedoras. Él puso sus manos sobre sus orejas por el dolor.
A su alrededor toda la audiencia se estaba moviendo. Instructores estaban dando paso a los estudiantes para la seguridad, mientras algunos cazadores estaban teletransportándose desde el edificio y otros tomaban posiciones de defensa alrededor de los íncubos. Los guerreros íncubos estaban sacándose sus camisas y armándose.
Taeyong cayó al suelo y rodó sobre su espalda, todavía apretando sus orejas. El estruendo de las alarmas fue demasiado. No sabía cómo bloquearlo. Su cuerpo débil por el hambre y el dolor. Dudaba que pudiera moverse. Miró como una sección del techo explotaba, dejando un hueco enorme. Concreto y polvo cayeron a su alrededor.
Un cuerpo cayo en la arena, su rostro rasgado de tal manera que era imposible reconocerlo, pero el atuendo de cuero negro le decía que era un cazador.
Entonces un vampiro apareció, revoloteando sobre el techo con unas enormes alas de murciélago.
Una Señora. Era hermosa.
Su cabello era negro seda, su piel pálida como la nieve, sus labios manchados de rojo con sangre.
Miró hacia Taeyong. No, ella miro dentro de él, como si pudiera ver cada parte de él. Como si pudiera ver su alma, asumiendo que él tenía una. La sensación más extraña se espacio por su interior.
Pronto.
La palabra apareció en su mente. Era una telépata, como Seulgi.
La Lady sonrió y se alejó volando mientras los cazadores se teletransportaban al techo. Le lanzaron cadenas de plata, pero ella las esquivó todas como si fueran una molestia pequeña. Taeyong vio a Yoon Oh y a tres íncubos más desplegar sus alas y volar detrás de ella.
Kun, que había estado dando órdenes todo el tiempo, se paró frente a él. —Lo siento, Taeyong —le dijo, mientras clavaba una estaca de madera por su corazón.
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Jeonghan:



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