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𝓈𝓅𝑒 ⚽ JaeYong

Actualizado: 4 may 2022


Sinopsis

Jung Jaehyun es uno de los mejores fisioterapeutas de Europa.

Lee Taeyong es una joven estrella del futbol con una lesión en la ingle.

Ellos se detestan uno al otro desde el momento en que se conocieron.

En cuanto Jaehyun se refiere, Taeyong es un rico mocoso mimado que está demasiado acostumbrado a hacer lo que quiere.

Por lo que a Taeyong se refiere, Jaehyun es un idiota mandón y presumido. Taeyong odia a Jaehyun. Lo hace. El problema es que también quiere empujarlo contra la pared más cercana y trepar en Jaehyun como en un árbol...


⚽ JaeYong

⚽ Saga SP

#4


PRÓXIMAMENTE


ree


Orden

#0.5 — C h i c o_H e t e r o s e x u a l (No Adaptado)

#1 — SPR e t o r c i d o (Adaptado)

#2 — SPO b s e s i o n a d o (No Adaptado)

#3 — SPE n f e r m i z o (Adaptado)

#4 — SPE q u i v o c a d o (Adaptado)

#5 — SPC o n f u s o (Adaptado)

#6 — SPD e s p i a d a d o (Adaptado)

#7 — SPM a l v a d o (En Proceso)

#8 — SPS i n v e r g ü e n z a (Adaptado)

# 9 — SPG a y (Adaptado)

#10 — SPS u c i o (Adaptado)

#11 — SPA r r u i n a d o (Adaptado)

#12 — SPM a n d ó n (Adaptado)

#13 — SPS i n_C o r a z ó n (2022)



Capítulos

Capítulo 1

Lee Taeyong no estaba de buen humor.


—Todavía no entiendo porque no puedo tener a un fisioterapeuta que conozca. No conozco a ese tipo.


La mirada que su asistente personal le dedicó podría considerarse profundamente sufrida en el mejor de los casos.


—Porque los fisioterapeutas del club ya están tapados de trabajo —dijo ella—Y, el Dr. Wong quiere que trabajes con un terapeuta de su confianza.


Taeyong chequeó la hora en su teléfono.


—El tipo está demorado. No tengo todo el día.


Volteó el rostro para ocultar su sonrisa mientras Choi apretaba los dientes. Sin embargo, su voz sonó increíblemente calmada mientras decía— Él está solo 17 minutos demorado, Taeyong. Y es la tercera vez que dices eso durante los últimos 5 minutos.


Taeyong le dedicó una mirada inocente.


—¡Pero él está llegando tarde!


—Tu llegas tarde todo el tiempo princesa —Choi murmuró bajito, claramente sin intención de que él la oyera. A pesar de ser su asistente personal durante un año, Choi aún no tenía idea de cuán aguda era su audición y tenía el hábito de decir cosas sucias sobre él cuando pensaba que no podría oírla. Era bastante molesto.


Taeyong evitó sonreír. Sabía que probablemente debería dejar de irritarla deliberadamente, pero estaba tan aburrido. Ahora que él estaba lesionado y bastante confinado dentro de la casa, molestar a su asistente personal era la única cosa remotamente interesante para hacer. Era casi gracioso ver a Choi tratando de contener las respuestas ingeniosas que deseaba dar. Casi.


—Jung JaeHyun está altamente recomendado —dijo Choi más fuerte.


—Estoy segura de que hay una buena razón para su tardanza. Es un fisioterapeuta, y entrenador personal, exageradamente costoso. Debe ser bueno.


Taeyong se encogió de hombros. El médico de su equipo le prometió encontrar al mejor fisioterapeuta para ayudarle a recuperarse de su lesión en la ingle, pero Taeyong no había pedido ningún detalle; ese era el trabajo de Choi.


—¿De qué me sirve eso a mí si él no está aquí? Mi lesión no va a curarse por sí sola. Estoy cansado de esperar.


—Entonces volvamos dentro —dijo Choi, con una nota de exasperación arrastrándose en su voz de nuevo— de todos modos, estoy bastante convencida de que no se supone que estés caminando.


Apoyándose contra el árbol, Taeyong miró la casa y frunció el ceño.


—Estoy harto de estar atrapado dentro durante todo el día. No soy un inválido —Esta vez no se quejaba solo para molestar a Choi. La falta de actividad realmente lo estaba volviendo loco. Extrañaba el fútbol.


Extrañaba la sensación de estar sano y en forma, el viento en su cara mientras corría hacia la portería, la alegría que sentía cuando metía un gol, el rugido de la multitud cantando y coreando su nombre. El fútbol era su vida. Lo único que importaba.


Taeyong miró al cielo gris. Ya estaban en marzo. La Copa del Mundo estaba a tan sólo tres meses de distancia. El tiempo se estaba agotando. Necesitaba volver al campo de juego tan pronto como fuera posible, y recuperar su forma, si quería impresionar al entrenador del equipo nacional. Taeyong podría ser el jugador más talentoso de Inglaterra en generaciones (en su humilde opinión), pero tenía, relativamente, poca experiencia a nivel internacional y sabía que eso obstaculizaba sus posibilidades de ser elegido. El entrenador era bastante anticuado y prefería a veteranos fiables antes que a las jóvenes estrellas en ascenso. Y ahora su lesión sólo lo había complicado todo. Cuanto más tiempo estuviera lesionado, menores serían sus posibilidades de participar en la Copa del Mundo. Y para empeorar las cosas, estaban en marzo y todavía no tenía un fisioterapeuta, o mejor dicho, su fisioterapeuta aparentemente había decidido que tenía mejores cosas que hacer que su jodido trabajo.


Taeyong desvió su mirada de nuevo hacia Choi.


—Llama al Dr. Wong y pregúntale dónde está ese inútil idiota. Detrás de él, alguien se aclaró la garganta.


—Eso no será necesario —dijo una voz seca— El idiota inútil está aquí.


Taeyong hizo una mueca. Incómodo. Y un poco inconveniente. Le gustaba causar una buena primera impresión en la gente. Tenía una imagen pública que mantener, después de todo.


Fijando una sonrisa en su rostro, Taeyong se dio la vuelta.


Su sonrisa vaciló un poco y se humedeció los labios con la punta de la lengua.


El hombre que estaba a unos pocos pies de distancia —Jung JaeHyun— no era el hombre más guapo que había visto. Él no lo era. Pero exudaba tal confianza, fuerza y virilidad, que daba la impresión de ser increíblemente apuesto. Era alto, con un cuerpo firme y musculosos hombros anchos. Su espeso cabello castaño tenía destellos de oro en él. Tenía una fuerte mandíbula, mejillas magras, piel oliva, y un par de acerados ojos grises. Su boca estaba finamente moldeada, con un ligero rasgo irónico en ella, pero no suavizaban la dureza de sus rasgos en absoluto. Había un surco entre las cejas del tipo mientras que estudiaba a Taeyong.


—Estás descargando todo el peso en una pierna —dijo— Ve adentro. Taeyong parpadeó

— ¿Discúlpame?


Jung se acercó, lo agarró entre sus piernas y le apretó el muslo.


Con los ojos ampliándose, Taeyong se quedó sin aliento, en parten por el shock y en parte por el dolor.


—¿Estás loco?


—Como pensaba —dijo Jung— No debes estar parado. Deberías descansar.


—¿Ya acabaste de manosearme? Jung retiró la mano.


—¿Manosearte? Pensaba que fui contratado para ayudarte a recuperar de una lesión de tercer grado en la ingle. Entra y siéntate. No deberías estar de pie si un simple toque continúa siendo doloroso.


Taeyong cruzó los brazos sobre el pecho.


—Estoy bien aquí, gracias.


—Eso no fue una petición —dijo Jung.


El calor se precipitó a las mejillas de Taeyong. Nadie le ordenaba que hacer. Nadie.


Detrás de él, Choi rió —pequeña traidora— y, rápidamente, empezó a toser.


—Estás despedido —Taeyong dijo apretando los dientes.


—Taeyong, lo siento —comenzó Choi.


—No, tú —dijo Taeyong y miró Jung— Tú.


Jung no se veía preocupado. En todo caso, algo así como diversión brilló en sus ojos.


—No puedes despedirme por hacer mi trabajo. En realidad, tú no me puede despedir y punto. No eres quien me contrató: el club de fútbol para el que juegas lo hizo. Ahora, ve adentro, Sr. Lee —Los labios de Jung se arquearon ligeramente.


Dios, Taeyong quería borrar esa sonrisa de su cara. Le frunció el ceño al tipo, pero antes de que pudiera decir nada, Jung se dirigió a Choi.


—Jung JaeHyun —dijo con una agradable sonrisa, estrechando la mano de Choi.


—Kwon Choi—dijo en voz baja, lamiéndose los labios. ¿Estaba realmente batiendo sus pestañas para el tipo?


—Deja de babear y guarda la lengua dentro de tu boca —Taeyong le dijo— es repugnante.


Choi se ruborizó hasta las raíces del pelo y se quedó mirándolo. Taeyong sólo se levantó sus cejas y sonrió.


—¿Siempre eres así de pendejo cruel y sin tacto? —dijo Jung. Taeyong amplió sus ojos y le dedicó su mejor mirada inocente.


—¿Yo? Creo que estás confundido.


—Sí, estoy confundido —dijo Jung, evaluando a Taeyong— Tienes reputación de ser un hombre agradable, con los pies sobre la tierra. Todavía me estoy preguntando dónde está él.


Taeyong sonrió.


—¿Oíste hablar de mí? Espera, ¿eres un fan?

Los labios de Jung se torcieron —Difícilmente. Soy fanático de Arsenal.


Lo imaginaba. Perdedor.


Como si pudiera leer sus pensamientos, Jung dejó escapar una carcajada.


—Incluso si me gustara tu equipo, yo no sería un fanático tuyo. Creo que tu hermano es el mejor jugador y debería ser el que esté jugando en el ala izquierda para el Chelsea.


Palideciendo de furia, Taeyong apretó los puños. En su vista periférica, podía ver a Choi haciendo una mueca por la observación de Jung. Ella sabía que era muy mala idea incluso dar a entender que su hermano adoptivo era mejor jugador que él —porque Jungwoo no era el mejor jugador, maldición.


Al carajo con dar una buena primera impresión. Este pendejo no se merecía desperdiciar ninguna sutileza en él.


—¿Ah, sí? —dijo Taeyong, dando un paso más cerca de Jung. Sus caras estaban a pulgadas de distancia ahora. De cerca, la mirada de Jung era algo inquietante. No es que Taeyong dejara que lo notara. Y era molesto que el tipo fuera medio cabeza más alto que él — y Taeyong era de una estatura perfectamente normal, muchas gracias.


Trabó los ojos sobre los de Jung y dijo suavemente:


—Se requiere muy poco para arruinar la carrera de una persona, ya sabes. Unas pocas palabras a la persona equivocada harían el truco. Si yo fuera tú, querría ser un poco más respetuoso. Me sorprende que no te estés muriendo de hambre en las calles, si esta es tu actitud habitual hacia los clientes. Ten cuidado —Él sonrió con dulzura— Sólo un consejo amistoso.


Los ojos de Jung se estrecharon, todos los rastros de diversión desaparecieron de ellos.


—Se necesitaría mucho más que las palabras de algún malcriado niño rico para arruinar mi carrera.


—¿De verdad? —dijo Taeyong, ladeando la cabeza— ¿Tan seguro de ti mismo?


—Creo que estás malentendiendo algo —dijo Jung lentamente— No necesito este trabajo. Mis servicios son reservados normalmente con meses de antelación. Acepté hacer esto, sólo como un favor a Wong Lucas. Así que no soy yo quien debe tener cuidado, mocoso. Si no te gusta que yo no vaya a lamerte las suelas como todos los demás...


—¿Cómo sabes eso? —dijo Taeyong, curioso a pesar de sí mismo— ¿Que la gente me "lame las suelas"?


Una sonrisa apareció en los labios de Jung.


—He oído hablar de ti. He sido advertido sobre ti.


—¿Por quién? —preguntó Taeyong, pero una sospecha ya se estaba formando en su mente. Ahora la actitud del tipo estaba empezando a tener mucho más sentido— ¿No será por mi hermano, de casualidad?


—Sí. Por Jungwoo. Taeyong se echó a reír.


—¿Te importaría compartir la broma? —dijo Jung cuando la risa de Taeyong se calmó.


—Mi "llamado" hermano simplemente odia que la gente me quiera más —Taeyong levantó la mano y acarició la mejilla bien afeitada del tipo— Pobrecita, cosita ingenua. Snoopy (Jungwoo) solo está celoso de mí, siempre lo ha estado. Soy más talentoso, guapo e inteligente.


—Y más humilde —dijo Jung.


—La humildad está sobrevalorada —dijo Taeyong con una sonrisa, mirándolo desde bajo sus pestañas.


La cara de Jung permaneció impasible. Él cogió la muñeca de Taeyong y le apartó la mano.


—Puedes terminar con esto. Tus dramáticos ojitos azules de bebé no funcionan sobre mí.


Taeyong parpadeó, apenas dándose cuenta de lo que había estado haciendo —intentando hacer. Estaba tan acostumbrado a intentar tener a cada persona comiendo de su mano, que apenas se daba cuenta cuando lo hacía.


—Hábito —dijo con el ceño fruncido, evitando su mirada— Y, ¿Eres daltónico? Mis ojos no son azules de bebé. Son más verde que azules.


—Son de un azul extraño —dijo Jung, por lo que el ceño de Taeyong se profundizó. Miró a la ingle de Taeyong— Te dije que entraras y te sentaras.


—Y yo te dije que estoy bien aquí —dijo Taeyong. Él no estaba siendo del todo sincero. Sus músculos de la ingle estaban doloridos y la incomodidad crecía cada vez que se desplazaba incluso mínimamente, pero estaría condenado si lo admitiría y demostraría que este gilipollas insoportable tenía razón.


—Si tú lo dices —dijo Jung, encogiéndose de hombros. Asintiendo a Choi, que estaba observando con curiosidad, Jung se alejó.


Taeyong frunció el ceño.


—¿A dónde vas?


—A casa —Jung disparó por encima del hombro. Taeyong fue tras él.


—¿Qué? ¿Qué hay de mi lesión? ¡No puedes irte sin hacer tu trabajo!


—Voy a volver cuando dejes de ser un bebé y, dehecho, me dejes hacer mi trabajo. Yo trabajo con adultos.


—No he dicho que podías irte —Taeyong silbó, la ira acelerando sus pasos. Qué hijo de puta presuntuoso— Si no te dejo mandonearme, eso no quiere decir que puedas simplemente abandonar el trabajo por el que te pagan....¡Ow! —Taeyong se agarró el área superior del muslo y se detuvo, maldiciendo floridamente mientras que un fuerte, agonizante dolor, se disparó por su pierna. Cayó sobre una rodilla, maldiciendo.


Jung estaba a su lado inmediatamente.


—Jodidamente te lo dije. Deberías estar descansando una lesión de ingle, no poniéndola bajo un estrés innecesario.


—Cállate —dijo Taeyong, silbando mientras trataba de lograr ponerse de pie. Tratando y fracasando. Hizo otro intento por ponerse de pie y gimió.


Jung suspiro.


—Por el amor de Dios —dijo antes de inclinarse y recogerlo en sus brazos. Lanzó a Taeyong por encima del hombro como un saco de patatas y se dirigió hacia la casa.


—Bájame —dijo Taeyong, sonrojándose por la humillación— puedo caminar —Jung resopló ante eso.


—Guía el camino —dijo a Choi — A su dormitorio.


—Por aquí —dijo ella, caminando por delante. Al menos no fue riéndose a costa suya de nuevo.


Para el momento en que llegaron a la habitación, el labio de Taeyong estaba ensangrentado; había estado mordiéndolo para evitar hacer algún ruido. Dios, eso dolía.


Se sintió aliviado, y un poco sorprendido, cuando Jung lo bajó con cuidado sobre la cama: él había esperado que fuera brusco.


Cuando Jung agarró la cintura de los pantalones de chándal de Taeyong, Taeyong le agarró la mano.


—¿Qué estás haciendo?


El tipo le dio una mirada extraña.


—Mi trabajo. Necesito examinar la ingle.


Sintiéndose tonto, Taeyong asintió a regañadientes y le dijo a Choi—Fuera.


—Tráeme una bolsa de hielo, una toalla húmeda, y vendas —Jung le dijo. Ella asintió y salió a toda prisa de la habitación.


Taeyong miró al techo, mientras que Jung tiró de sus pantalones de chándal, dejándolo solo en calzoncillos. Fuertes dedos tocaron sus muslos, y a continuación, la parte baja del estómago y la ingle. Taeyong hizo una mueca. No se sentía exactamente agradable.


—¿Y bien?


—Han pasado alrededor de diez días desde que te lesionaste, ¿verdad?—dijo Jung.


—Sí.


—El dolor debería haber disminuido para ahora—dijo Jung, sonando un poco molesto— Mi presencia aquí es prácticamente inútilsi no podemos empezar a hacer masajes y ejercicios, y no podemos hacerlo durante la fase aguda inicial. Debería haber pasado ya. ¿Has seguido las instrucciones de Lucas?


Taeyong se encogió de hombros.


—Más o menos.


—¿Más o menos? —repitió Jung.


—No soy del tipo de sentarse quieto y girar los pulgares durante todo el día —dijo Taeyong, todavía mirando al techo.


Jung respiró hondo y exhaló audiblemente.


Taeyong reprimió una sonrisa. Enloquecer a la gente era una de sus cosas favoritas en el mundo.


—Mírame cuando estoy hablando contigo —dijo Jung. Taeyong lo miró a los ojos.


—¿Qué? —dijo, extrañamente consciente de las manos de Jung en sus muslos.


—Lucas me dijo que querías regresar al juego, tan pronto como sea posible —dijo Jung— Gracias a tu propia imprudencia y terquedad, has empeorado tu lesión. No puedes empezar a entrenar hasta que el dolor se haya ido en su mayoría. Sólo te puedes culpar a ti mismo si te pierdes la Copa del Mundo.


Los labios de Taeyong se adelgazaron.


Choi volvió a la habitación y le entregó a Jung lo que había solicitado antes de salir de nuevo. En silencio, Jung se sentó junto a él, envolvió la bolsa de hielo en una toalla húmeda, y la presionó firmemente contra la ingle de Taeyong.


—¿Ahora entiendes lo estúpido que has sido?


—Realmente no me gusta tu actitud —contestó Taeyong.


Jung sonrió. Era una de esas personas cuyo rostro no se suavizaba mucho por una sonrisa.


—Acostumbrarse a ella. Yo no trato a mis pacientes con guantes de seda.


Taeyong solo lo fulminó con la mirada.


Durante unos largos minutos, sólo hubo silencio, mientras se miraron uno al otro. Estaba haciendo que Taeyong se sintiera un poco raro, pero se negaba a apartar la mirada primero.


Minutos después, Jung fue el que finalmente lo hizo. Quitó la bolsa de hielo y empezó a envolver la venda elástica alrededor de su muslo.


Pasando el vendaje alrededor de la parte posterior de la cintura de Taeyong, lo aseguró allí.


—Ahora debes descansar —dijo Jung, quitando las manos— Y, cuando digo descansar, lo digo enserio. También, hielo tres veces al día por quince minutos.


Taeyong no dijo nada.


—¿Entendido? —dijo Jung, en un tono que no admitía réplica.


—No puedo estar en cama todo el día —dijo Taeyong, tratando de sonar razonable y adulto. Arañaba sus nervios el que Jung lo tratara como si fuera un bebé medio tonto— Mis músculos se están debilitando cada día. ¿Cómo se supone que voy a recuperar la forma si soy una papa tirada en un sillón?


—Vamos a recuperar tu musculatura después de que la fase aguda haya terminado.


Taeyong sacudió la cabeza.


—¿Tienes alguna idea de cuánto tiempo trabajé por este cuerpo? —Él podría no haber sido nunca tan escuálido y bajito como su hermano, pero era naturalmente, muy delgado y le había tomado un montón de trabajo duro para ganar y mantener la masa muscular que tenía. Y aún con todos los entrenamientos diarios, nunca sería tan musculoso y fuerte como la mayoría de los futbolistas. Por lo menos era lo suficientemente fuerte como para no ser acosado por la pelota, como Jungwoo lo era a menudo.


La mirada de Jung barrió sobre el cuerpo de Taeyong.


Taeyong se removió un poco. Era una tontería. No tenía nada de qué avergonzarse —aunque sólo era de mediana estatura, tenía un cuerpo genial— pero el escrutinio de este tipo le hizo sentirse extrañamente consciente de sí mismo, y odiaba sentirse cohibido. Era Lee Taeyong. Era rico, guapo y popular. Sus días de ser un niño delgado y sucio, fueron superados hace mucho.


Cuando Jung volvió a mirar la cara de Taeyong, sus ojos eran ilegibles.


—No es nada que no podamos arreglar.


Taeyong frunció los labios.


—Bien. Pero quiero un masaje de cuerpo entero.Puedo sentir mis músculos poniéndose débiles y tiesos.


Jung le dio una mirada taimada.


—Muy bien —dijo después de un momento de consideración, abriendo el bolso que había tenido colgando del hombro. Sacó una botella de aceite de masaje— Sácate la remera y vuélvete sobre tu estómago.


Taeyong se quitó la remera, rodó sobre su vientre, y cerró los ojos.


Atrapó su labio entre los dientes, repentinamente muy consciente de que llevaba solo los calzoncillos y nada más. Su propio malestar lo desconcertó un poco. Estaba acostumbrado a recibir masajes de los fisioterapeutas del club —Demonios, él estaba acostumbrado a estar completamente desnudo durante esos masajes. De hecho, la única razón por la que Jung no le dijo que se quitará también los calzoncillos, probablemente fuera debido a que la ingle de Taeyong no podría ser masajeada, mientras que su lesión todavía estaba inflamada.


—¿Qué estas esperando? Me está agarrando frío —Taeyong dijo, su irritación creciendo junto con su auto—conciencia. Este hombre le hacía sentir demasiado incómodo y en el borde, sin razón aparente.


Oyó a Jung abrir la botella. Y entonces.


—Se supone que debes calentar eso, ¡idiota!


—Es la segunda vez que me llamas idiota. Me estoy ofendiendo—Jung puso sus manos aceitadas en la base del cuello de Taeyong.


—¡Ay! ¡Eso duele!


—No seas una niña.


—Pero duele.


—Vamos, no es tan malo.


—Tú no eres el que está siendo...¡Ah!


Jung se rió entre dientes, hundiendo sus dedos con más fuerza.


—Bebé.


—No creo que te conozca lo suficiente como para dejarte usar apodos cariñosos —dijo Taeyong, con voz suave y sedosa.


—Te dije que lo cortaras —Jung dijo con sequedad— Tu ridícula voz de dormitorio está desperdiciada en mí.


Sonriendo, Taeyong dijo en voz baja, íntima:


—¿Mi bromeo te hace sentir incómodo, Jaennie?


Jung resopló, sus grandes manos acariciando y amasando a lo largo de la columna vertebral de Taeyong.


—Mi nombre es JaeHyun. Sólo mi madre me llama Jaennie.


—No has contestado la pregunta. JaeHyun hizo un sonido irritado.


—No, no me hace sentir incómodo. Simplemente no me gustan los juegos. No me gusta la mierda.


—¿Y qué te gusta?


—Prefiero la honestidad y los avances directos.


—Aburrido —dijo Taeyong, arrugando la nariz— Entonces, ¿qué haces para divertirte?


—Ver fútbol. Follar —dijo JaeHyun en un tono coloquial.


Taeyong se echó a reír.


—Espera, déjame adivinar: Has estado follando con la misma persona durante años.


—He tenido una novia desde hace años.


—¡Ves!


—Voy a tener que decepcionarte —dijo JaeHyun, presionando sus pulgares en la espalda baja de Taeyong, con fuerza— Estamos en una relación abierta.


—Que progresista de su parte —dijo Taeyong, aunque estaba realmente sorprendido. El chico no parecía ser del tipo que estaba en una relación abierta— ¿Por qué? ¿Cómo incluso funciona?


—No es que sea nada de tu interés, pero cuando dos personas confían entre sí, tan solo es práctico. Ella es periodista deportiva. Los dos estamos alejados mucho, y muchas veces no nos vemos por meses.


JaeHyun continuó masajeando su espalda baja. Se sentía... no apestaba.


—Hmm, ¿Por lo que ambos son libres de dormir con quienes quieran?


—Sí.


—¿Y nunca te sentiste asqueado de que otro hombre tocara a tu novia?— El concepto era un poco difícil de entender para Taeyong, pero por otra parte, nunca había sido bueno en compartir sus cosas.


—No soy del tipo celoso —dijo JaeHyun— Los dossomos adultos, y ambos tenemos necesidades físicas. No es más que práctico.


—¿Y ella no se pone celosa tampoco? —Eso, Taeyong tenía problemas para creerlo, teniendo en cuenta... bueno, él no era ciego. JaeHyun sería un idiota, pero era un idiota sexy.


—Ella sabe que el sexo no significa demasiado si no hay un vínculo emocional real. Ella sabe que es la única que importa.


Taeyong ahora como que quería conocer a la mujer. Ella debía ser muy segura de sí misma... o muy tonta.


—De todos modos —dijo JaeHyun, todavía masajeando su espalda baja— Pronto ya no importará. Hemos acordado que seremos exclusivos después de la boda.


Taeyong abrió los ojos.


—¿Te vas a casar? ¿Cuándo?


—En tres meses.


—Mis sinceras condolencias.


JaeHyun rió mientras se movía para masajear las piernas de Taeyong, salteando sus nalgas y muslos.


—¿Eres compromiso—fóbico?


—No le veo el punto. Las relaciones a largo plazo son restrictivas y aburridas.

Las manos cambiaron hacia sus pantorrillas, masajeándolas con fuerza.


—¿Alguna vez has estado en una relación, pequeño? —La voz de JaeHyun prácticamente chorreaba condescendencia.


Taeyong le dio una patada y luego se quejó de inmediato cuando una sacudida de dolor disparó a través de su ingle.


—Si sigues así, no te recuperarás en el corto plazo —dijo JaeHyun.


—Lo dice el chico que me provocó —Taeyong se quejó, suprimiendo la necesidad de voltear la cabeza y sacar la lengua. Dios, ¿qué tenía este tipo que sacaba lo peor de él?


No podía recordar la última vez que se sintió tan al límite e infantil.


—Voltéate sobre la espalda —dijo JaeHyun.


Gruñendo, Taeyong lo hizo, y Jung empezó a masajear su frente.


Taeyong se retorció un poco. Estaba tan acostumbrado a recibir masajes que había dejado de sentirlos extraños e intrusivos desde hace mucho tiempo, pero por alguna razón... Esta vez era diferente. El toque de JaeHyun era impersonal, sus manos deslizándose sobre la piel de Taeyong con una eficiencia practicada, pero Taeyong no podía apartar la mirada de las manos de JaeHyun, mientras que masajeaban y acariciaban los músculos de su brazo.


Sintió la mirada en su cara y levantó la vista. JaeHyun estaba observándolo.


Tan pronto como sus ojos se encontraron, JaeHyun apartó la mirada, centrándose en la tarea en cuestión.


Eso hizo a Taeyong cuestionarse —¿Qué?


—Nada —JaeHyun dijo bruscamente, moviéndose para sentarse justo por encima de la cabeza de Taeyong. Colocó las palmas de sus manos por debajo de la clavícula de Taeyong. Luego presionó sus manos hacia abajo, con las palmas en los pectorales y masajeándolos.


Taeyong vio las manos de JaeHyun deslizándose sobre su pecho, cubriendo sus pezones, las palmas de las manos frotando contra ellos, una y otra vez. Taeyong se mordió el interior de la mejilla, sintiendo una agitación en la ingle. Mierda. Esto no le había ocurrido durante un masaje desde hacía años. Él sabía que era una reacción bastante normal, y la mayoría de los fisioterapeutas no se molestaban cuando ocurría, pero el hecho de que le estaba pasando con este come—mierda era mortificante. Cerró los ojos, pensando en las cosas más repugnantes que pudo.


—Necesitarás una nueva cama —dijo JaeHyun. Los ojos de Taeyong se abrieron.


—¿Qué? ¿Por qué?


—El colchón es demasiado blando.


Taeyong apretó los dientes. Increíble.


—Nadie te pidió opinión sobre mi colchón. Debes saber, estoy bastante apegado a mi colchón.


Las manos de JaeHyun, finalmente, dejaron de acariciar su pecho. Se movió hacia abajo, para trabajar en las piernas de Taeyong.


—Es malo para tu columna.


—Mi colchón es perfecto.


—No, no lo es —dijo JaeHyun— Debería sostener tu cuerpo en una postura neutral, en la que la columna vertebral tenga una buena curvatura y los glúteos, hombros y cabeza estén soportados en una alineación adecuada. Es necesario para tus huesos que ofrezca alguna resistencia. Tu colchón es demasiado suave para ello.


—Pero si el colchón es firme, empujaría en esos puntos de presión—dijo Taeyong.


—Sí, pero sólo si el colchón es demasiado firme. Si es demasiado suave, como tu colchón, los puntos de presión no serán adecuadamente soportados, por lo que todo tu cuerpo descansará mal —JaeHyun lo empujó hacia un lado— Mira —dijo JaeHyun, poniendo una mano en su nuca. Pasó lentamente la mano por la espalda de Taeyong hacia su baja espalda, justo por encima de su culo— La columna vertebral se curva debido a que el colchón se hunde demasiado bajo el peso. Puede causar varios problemas a largo plazo.


Puede empeorar...


JaeHyun todavía estaba diciendo algo —casi dándole una conferencia— pero Taeyong tenía problemas para concentrarse. La mano de JaeHyun estaba descansando justo encima de su culo.


—¿Entiendes ahora por qué necesitas un colchón nuevo?


—Está bien, ¡lo que sea! —Taeyong se quejó, retorciéndose lejos de la mano de JaeHyun— Todo lo que siempre haces es criticarme.


—¿Siempre? — dijo JaeHyun, sus ojos grises destellando con humor — Nos conocimos hace media hora.


—Precisamente. He oído más críticas en media hora de las que he oído en medio año.


—Eso significa que estás rodeado de lame—botas —JaeHyun se puso de pie, limpiándose las manos con una toalla— Voy a elegir un nuevo colchón para ti. Vas a ser un buen chico y dormir en el colchón que ordene para ti.


Por alguna estúpida razón, la polla de Taeyong se sacudió. Él trató de ignorarlo.


—Estás cruzando la línea —dijo Taeyong, muy, muy suavemente. JaeHyun sonrió.


—No lo creo. Es trabajo del fisioterapeuta asegurarse de que su paciente está en plena forma. Y encontrarás que tomo mi trabajo muy en serio —Él agarró su bolso y se dirigió hacia la puerta.


—¿Alguna otra orden? —dijo Taeyong a su espalda.


—No hagas nada estúpido sólo para fastidiarme —dijo JaeHyun por encima del hombro— Voy a volver mañana por la mañana y espero encontrarte todavía en la cama.


—¿Se me permite levantarme a hacer pis, mi señor?


—Sólo si realmente tienes que hacerlo —dijo JaeHyun— Puedo decirle a Choi que compre pañales para ti. Bebé.


Taeyong agarró una almohada y la arrojó a la cabeza del gilipollas.


JaeHyun se agachó, riendo.

Capítulo 2

Jung JaeHyun era un tirano.

Al menos de ello estaba convencido Taeyong mientras que miraba el desorden poco apetitoso en su plato.

—No voy a comer esto —dijo— devuélveme mi pancho —Para ser honesto, no lo deseaba demasiado; era sólo el principio tras la cosa.

—No —dijo JaeHyun— comes demasiada comida poco saludable.

—Sucede que me gusta mi comida poco saludable. Un pancho no me va a matar.

—Un pancho no, pero Choi me dijo que todo lo que comes es comida rápida y dulces.

Taeyong levantó la barbilla ligeramente.

—¿Y qué? Soy joven, tengo un metabolismo rápido, entreno todos los días—bueno, solía hacerlo.

—Me lo agradecerás cuando tengas más años —dijo JaeHyun— Una cuota regular de panchos puede hacer más que aumentar tus niveles de colesterol y presión arterial. La carne procesada puede aumentar el riesgo de diabetes, enfermedades cardiacas y algunos tipos de cáncer. En realidad, comer un pancho todos los días puede aumentar el riesgo de cáncer colo—rectal en un 20%.

—Me siento tan mal por tu novia. Pobre mujer. Casarse con semejante aburrido.

—Que raro —dijo JaeHyun, con los ojos brillantes por la diversión— Lia me dijo hace una semana que ella era la mujer más afortunada del mundo.

—Ella te ha engañado —Taeyong se quejó, apuñalando al desorden en su plato con el tenedor—Y, te odio.

—No estoy aquí para convertirme en tu mejor amigo —dijo JaeHyun—Ahora come.

Taeyong frunció el ceño profundamente y comió.

Tres días después, Taeyong irrumpió en la oficina de su médico y exigió:

—Quiero que lo despidas.

El Dr. Wong Lucas levantó los ojos de su computadora.

A pesar de su enojo, Taeyong no pudo evitar mirar un poquito como hacía siempre. Con sus ojos azul oscuro, el oscuro pelo y la estructura ósea perfecta, Wong Lucas era sin duda el hombre más guapo que había visto nunca. Pero apuesto o no, todo era culpa de Lucas. Era Lucas el que lo había contratado.

—¿Qué estás haciendo aquí? —dijo Lucas— ¿Todavía te duele al caminar?

—Sí, pero...

—Entonces se supone que debes estar descansando —dijo Lucas — La regla general del pulgar es que si una actividad te trae algún tipo de dolor o molestia, dejes de hacerla inmediatamente.

—Eso es lo que dijo él también —Taeyong se quejó— Quiero que te deshagas de él.

Reclinándose hacia atrás, Lucas le dedicó una mirada paciente.

— Asumo que estás hablando sobre tu nuevo fisio?

—¿Quien más? Quiero que lo despidas.

—¿Por qué?

Taeyong se metió las manos en los bolsillos, sus ojos color aguamarina cayendo por un momento. Realmente tuvo que morderse la lengua para evitar ponerle apodos despectivos a JaeHyun. Al contrario de lo que pensaba JaeHyun, él no era un bebé. Dios, odiaba lo infantil e impulsivo que JaeHyun lo hacía sentir.

—No me gusta.

—Me temo que esa no es una razón losuficientemente buena —Lucas dijo con calma— Sabes lo cortos que estamos depersonal.

—Soy la estrella de este equipo —Taeyong dijo con una agradable sonrisa— Es para tu mejor interés hacerme volver a estar en forma tan pronto como sea posible. ¿No es ese tu trabajo, Lucas?

Lucas entrecerró los ojos.

—Soy muy consciente de cuál es mi trabajo. Soy responsable de la rehabilitación de todos los jugadores de este club y, no hay nadie con derecho a un trato preferencial. Debido a la avalancha de lesiones en el equipo de primera, el equipo de la reserva y el equipo del Sub—18, nuestros fisioterapeutas están con exceso de trabajo.

—Pero...

—Taeyong —Lucas lo interrumpió, nivelándolo con una mirada — le pedí a Jung JaeHyun que trabajara contigo como un favor personal para mí. Es uno de los mejores fisioterapeutas y preparadores físicos de Europa. Fuiste increíblemente afortunado de que haya aceptado hacerlo con tan poca antelación. Normalmente sería imposible. Él es muy demandado.

Taeyong se burló.

—Eso explica por qué es un idiota mandón. Lucas se apretó el puente de la nariz.

—Si quieres volver a la cancha antes del final de la temporada y ser convocado para la Selección Nacional Inglesa, vas a hacer lo que él dice. Y no, no puedes contratar a otro fisio. No te voy a dar el alta si JaeHyun no confirma que estás totalmente recuperado y listo para jugar. Después de todos los problemas que pasé para conseguirte al mejor fisio, no conseguirás que lo despida sólo porque no te gusta — La voz de Lucas se suavizó— Es por tu propio bien, Taeyong.

Taeyong apretó la mandíbula. En otras palabras, Lucas le estaba diciendo que aguantara y lidiara con él. Pero Lucas estaba equivocado si pensaba que Taeyong lo dejaría tratarlo como a una pintura relegada a una esquina. Nunca dejó que nadie lo hiciera. No había dejado que la gente lo hiciera incluso cuando había sido un niño.

Taeyong reconsideró sus opciones. Él no quería hacer esto, pero tiempos desesperados requerían adoptar medidas desesperadas.

Dijo suavemente —Si no lo despides, alguien podría accidentalmente averiguar que te estás follando a mi hermano. Eso sería una pena. Su carrera estaría arruinada.

Lucas se quedó congelado, con los nudillos blancos mientras apretaba la pluma que sostenía.

Taeyong sintió una punzada de arrepentimiento. Le gustaba Lucas. Lo hacía. Lucas siempre había sido amable con él, a pesar de los intentos de Snoopy por convencerlo del pedazo de mierda que era Taeyong.

Y él simplemente había demostrado que Snoopy tenía razón.

El sentimiento de arrepentimiento se hizo más fuerte mientras que Taeyong observaba como la mirada de Lucas se endurecía. ¿Había cometió un error?

—Agradable —una voz familiar dijo detrás de él. ¿Chantaje, Mocoso?

Frunciendo los labios, Taeyong volteó la cabeza y fulminó con la mirada a JaeHyun.

JaeHyun entró en la oficina, sus ojos grises acerados midiendo a Taeyong con una mirada dura— ¿Por qué no estás en la cama? Te di instrucciones claras.

Taeyong frunció el ceño— ¿Quieres decir órdenes?

—Precisamente —dijo JaeHyun, sin inmutarse— Necesito hablar con Lucas. Ve a esperarme afuera.

Que temple nervioso.

Taeyong le dio una mirada rebelde. JaeHyun solo lo miró esperando. La parte exasperante era que algo acerca de este hombre hacía que Taeyong quisiera obedecerle. Y eso le molestaba.

Taeyong salió de la habitación, bueno, intentó salir como una tormenta de la habitación, pero el dolor se disparó a través de su ingle y no pudo contener un gemido. Agarrándose la cara interna del muslo, Taeyong se ralentizó.

—Cállate —disparó por sobre su hombro.

—No dije nada —dijo JaeHyun, irónicamente— Pero si dejas de actuar como un bebé y empiezas a escucharme a mí, te recuperarás el doble de rápido.

—Te odio —Taeyong dijo y cerró la puerta ruidosamente detrás de él.

Fuera de la oficina de Lucas, se dejó caer en el sofá, enojado y más que un poco desconcertado. Dios, ¿qué estaba mal con él? Lee Taeyong no obedecía a nadie. Lee Taeyong no dejaba que nadie le mangoneara. Él era quien engatusaba y manipulaba a las personas. Tenía a todo el mundo comiendo de su mano. ¿Por qué permitía que este gilipollas prepotente dictaminara lo que hacía? JaeHyun le había dicho que esperara afuera y él había obedecido, como un niño bueno. Increíble.

No entendía su propio comportamiento y eso le molestaba. Taeyong sería el primero en admitir que su brújula moral estaba probablemente bastante dañada para los estándares de la mayoría de la gente, y no veía nada de malo en decirle a la gente una mentirita blanca para conseguir lo que quería, pero siempre se enorgullecía de ser brutalmente honesto consigo mismo. Conocía su mentalidad y no era propenso al auto—engaño.

Pero esta vez no tenía idea de lo que estaba pasando. No se reconocía a sí mismo. Se comportaba como un... Como un niño tonto. Desde el momento en que conoció a Jung JaeHyun, que había estado cometiendo un error tras otro. Lo más inteligente habría sido ser amable con JaeHyun desde el principio. Se podía atrapar más moscas con miel que con vinagre: lo cual prácticamente era el lema de Taeyong. Pero cuando se trataba de JaeHyun, su temperamento siempre sacaba lo peor de él y hablaba antes de que pensara. Era francamente estúpido y miope, y Taeyong, no era estúpido y miope, bueno, normalmente.

El sonido de pasos interrumpió sus reflexiones y Taeyong levantó la cabeza. Reprimió un suspiro al ver a Jungwoo, su hermano adoptivo y una constante espina en el costado.

—¿Qué haces aquí? —dijo Jungwoo con desconfianza, mirando la puerta del despacho de Lucas.

—Acabo de terminar de tener sexo salvaje con el Dr. Wong.

—Estás tan lleno de mierda —dijo Snoopy con los ojos en blanco antes de desaparecer en la oficina de su... ¿Amante? ¿Novio? ¿Mejor amigo? La relación de Snoopy con Lucas siempre había confundido a Taeyong.

Siempre había sido tan rara y extrañamente cercana que rayaba en la co—dependencia y lo enfermizo. Fue casi un alivio saber que estaban follando, ya que ahora era más fácil poner una etiqueta a su relación. Taeyong no entendía realmente lo que Lucas vio en su hermano, pero no era ciego. Fue un milagro que no los hubieran descubierto todavía, se los veía tan nauseabundamente pegoteados entre sí, cada vez que Taeyong les había visto juntos.

Taeyong sacudió la cabeza. Snoopy era un idiota por arriesgar su carrera, no importa lo guapo que fuera Wong Lucas. Eran futbolistas profesionales. Siempre estaban en el centro de atención. El riesgo de ser descubierto era enorme. Por eso Taeyong era tan cuidadoso cuando ligaba. Tener una relación real con otro hombre era muy arriesgado para un jugador de fútbol. Bueno, era problema de Snoopy, no suyo. Si el pequeño idiota quería arriesgar su carrera por una polla, era su propia elección. Taeyong miró a la puerta del despacho de Lucas de nuevo.

Está bien, ya era suficiente.

Se puso de pie, abrió la puerta y asomó la cabeza. JaeHyun estaba charlando amigablemente con Lucas y Snoopy.

—¿En serio? —dijo Taeyong— ¿Estás haciéndome esperar para tener una charlita trivial? Me voy.

—Ya terminé —dijo JaeHyun— podemos irnos ahora.

Los ojos de Taeyong se posaron en las invitaciones de boda sobre el escritorio —Podrías haberlas mandado por correo —dijo antes de irse a zancadas.

—Baja el ritmo, Mocoso —JaeHyun lo llamó desde atrás— No te cargaré de nuevo si empeoras tu lesión...de nuevo.

Taeyong lo ignoró, su estado de ánimo agriándose aún más sin motivo aparente.

No le tomó demasiado esfuerzo a JaeHyun alcanzarlo. Le agarró el brazo a Taeyong, lo que lo obligó a reducir la velocidad.

—Viniste a quejarte de mí, ¿eh?

—Sí —dijo Taeyong entre dientes, antes de sonreír alegremente saludando a las personas que se encontraron.

—¡Oye!

JaeHyun se rió entre dientes.

—Eres un camaleón.

—Gracias —dijo Taeyong.

—Eso no fue un cumplido.

Taeyong volvió la cabeza y sonrió.

—Lo sé.

Por un momento los ojos de JaeHyun se detuvieron en él, antes de que finalmente JaeHyun desviara la mirada.

Al salir del edificio, el frío viento de marzo silbaba en el aire, mordiendo en la cara de Taeyong.

—Sube el cierre de tu chaqueta —dijo JaeHyun.

Taeyong subió la cremallera de su chaqueta. No estaba obedeciendo a JaeHyun. Realmente hacía frío.

—¿Eres así de encantador con todos tus pacientes, o simplemente estoy de suerte? —dijo.

Una suave sonrisa torció los labios de JaeHyun.

—Con todos mis pacientes, pero sacas lo peor de mí —Curiosamente, eso agradó a Taeyong.

—¿Condujiste hasta aquí? —dijo JaeHyun. Cuando Taeyong sacudió la cabeza, agregó— Bien. Te llevaré de vuelta a tu casa —Abrió la puerta de su coche y se metió en el asiento del conductor.

—Entonces, ¿Qué vamos a hacer hoy? —dijo Taeyong, entrando en el asiento del pasajero— ¿Otra vez nada? ¿Debo conseguirme algo más que leer?

—De hecho, podríamos por fin empezar con el programa de rehabilitación, si la inflamación ya bajó por completo. Ayer se veía mejor.

Ya era hora —murmuró Taeyong. Condujeron en silencio por un rato.

—Háblame de tu novia —dijo Taeyong finalmente, aburrido por el silencio.

—¿Por qué?

Taeyong lo miró— ¿Por qué no?

—Ya te conté más de lo que debería. Normalmente me gusta mantener mi vida personal separada de mi vida profesional. Mezclarlas nunca es buena idea.

—Deberías decirle eso a tu amigo.

JaeHyun frunció el ceño —¿Te refieres a Lucas?

—¿Conoces algún otro doctor que este follándose a su paciente?

JaeHyun soltó una risita.

—Si te refieres a Jungwoo, son sólo amigos. Amigos muy cercanos, pero eso es todo. Sé que es fácil confundirse... también pensé que estaban juntos cuando los conocí, hace un par de años. Pero son sólo amigos.

—Oh, sí —dijo Taeyong, con sarcasmo— La semana pasada, vi a Snoopy chupándole la polla a Lucas dentro de su coche. Parecían realmente amigables.

Eso dejó a JaeHyun sin palabras.

Finalmente —dijo— Así que no sólo fueron chorradas que inventaste para obligar a Lucas a despedirme.

—Nop —Taeyong parpadeó sus ojos para JaeHyun. Su rostro era difícil de leer— Entonces, ¿Qué opinas de eso?

—No es asunto mío. No es asunto tuyo, tampoco.

Taeyong le dedicó un encogimiento de hombros, sin comprometerse.

—Taeyong.

—¿Qué?

—No te incumbe. Y ni siquiera pienses en chantajear a Lucas de nuevo.

Taeyong suspiró —No eres divertido. Bien —añadió rápidamente— No estoy obedeciéndote. Sólo que acabo de darme cuenta de que no fue lo más inteligente de hacer.

—No lo fue —dijo JaeHyun.

—¿Qué hay de ti? —preguntó Taeyong después de un rato— ¿Alguna vez te has follado un paciente?

JaeHyun no dijo nada, su mirada firme en la carretera. Sus ojos se abrieron y Taeyong sonrió.

—¡Lo has hecho! ¡Tú también lo has hecho! ¡Ah! No eres tan perfecto después de todo.

—Fue hace años —JaeHyun dijo cortante— Yo era joven e inexperto y ella necesitaba consuelo. No sabía cómo establecer el límite... un error común que muchos fisios cometen. Nunca repetí el mismo error otra vez.

—Espera, ¿Por esto es que eres tan dictatorial e insensible con tus pacientes ahora? ¿Debido a que quieres que ellos te odien?

—No soy insensible —dijo JaeHyun.

—Al menos no niegas la parte "dictatorial".

La esquina de la boca de JaeHyun se elevó.

—Hábito. Tengo cinco hermanos menores.

—Pobrecitos —murmuró Taeyong— Entonces, ¿Qué pasó con la mujer?

—¿Qué mujer?

—Con la que dormías. Tu paciente.

—No es asunto tuyo.

—¡Oh, vamos!

—Los dos estuvimos de acuerdo en que fue un error —dijo JaeHyun— Y lo fue. Eso fue hace mucho tiempo. Apenas la recuerdo.

Taeyong lo estudió con interés.

—Hábleme de tu novia, entonces.

—No. Ya te dije eso.

—Pero, ¿Por qué no?

—Debido a que no es asunto tuyo.

Taeyong exhaló con fuerza. La peor parte, era que sabía que JaeHyun le estaba sacando de quicio a propósito. Taeyong lo sabía, porque él le hacía lo mismo a Choi, sólo por el gusto de hacerlo. El rostro de JaeHyun era severo, pero sin dudas había un toque de diversión acechando en sus ojos.

—Estás disfrutando tanto de esto —dijo Taeyong.

—Síp. Eres divertido cuando haces pucheros. Tan "diva".

—No hago pucheros.

—Seguro.

Taeyong cruzó los brazos sobre el pecho y no dijo nada.

Cuando JaeHyun finalmente aparcó el auto delante de la casa de Taeyong, se miraron el uno al otro.

—¿Todavía haciendo pucheros? —dijo JaeHyun. Taeyong asintió con una sonrisa serena.

Riéndose, JaeHyun sacudió la cabeza.

—He visto algunas entrevistas tuyas, luego de los partidos. Eres tan diferente de tu imagen pública.

Taeyong rodó los ojos.

—Sé que no va a gustarme, pero vamos a escucharlo.

Los labios de JaeHyun se torcieron.

—En todas las entrevistas eres siempre tan encantador, fácil de llevar, y sonriente. Eres simpático. Tan condenadamente simpático que mi radar anti—mierda sonaba cada vez que te veía diciendo todas las cosas adecuadas y envolviendo a la gente alrededor de tu meñique.

—Se llama carisma —dijo Taeyong con altivez. JaeHyun soltó una risotada.

—No lo creo. La gente sólo está encandilada, por tu bonita cara y un par de lindos ojos azules.

Taeyong bateó sus pestañas —Aw, ¿Piensas que soy bonito?

Recibió una mirada inexpresiva de JaeHyun.

—Como fisioterapeuta y entrenador personal, aprendí hace mucho tiempo a mirar el cuerpo humano de forma objetiva. Y objetivamente, eres el chico más bonito que he visto nunca.

Taeyong sonrió. Por supuesto que sabía que se veía bien; no tenía falsa modestia. Taeyong miró el espejo. Desordenado cabello rosa, pómulos altos, piel de un color trigueño cálido e impecable, labios gruesos y ojos azul—verdoso. Síp, él totalmente había notado eso.

—Lo es Lucas, sin embargo —dijo Taeyong— Él es totalmente el hombre más guapo que he visto en mi vida.

JaeHyun le lanzó una mirada aguda antes de bajarse del auto burlándose

— Dije bonito, no guapo.

—Tengo la sensación de que eso fue un insulto, no demasiado sutil, a mi masculinidad —dijo Taeyong, saliendo y cerrando la puerta.

JaeHyun estaba de camino a la casa.

—Vamos, vamos a echarle un vistazo a tu ingle y ver si la inflamación se fue.

Un poco desconcertado ante el repentino cambio de tema, Taeyong le siguió.

Cinco minutos después, Taeyong se encontró en su gimnasio, en la planta baja, sentado en un sofá mientras que JaeHyun, arrodillado delante de él, le examinaba el muslo.

La casa estaba tranquila. Taeyong miró a sus jeans, en el suelo.

—Ves, la hinchazón se fue —dijo— Te dije que ya estaba bien para empezar a entrenar.

La hinchazón realmente había desaparecido, y el hematoma también se había desvanecido considerablemente. Su lesión no le molestaba tanto como solía hacerlo. Únicamente lo hacía cuando se movía demasiado abruptamente.

JaeHyun cuidadosamente presionó en su carne. Él acarició el muslo de Taeyong, aplicando un poco de presión.

—¿Te duele cuando hago esto?

—No realmente.

Los dedos se movieron hacia la parte superior del muslo de Taeyong y presionaron —¿Ahora?

Taeyong sacudió la cabeza.

—Está bien —dijo JaeHyun— Voy a quitarte la ropa interior.

Él no estaba preguntando. No hacía falta que preguntara. Era una cosa completamente normal para un fisioterapeuta.

Taeyong vio como JaeHyun puso las manos en sus caderas. Se veían oscuras contra su piel, y Taeyong de ningún modo era pálido. Las manos jalaron los calzoncillos de Taeyong por sus muslos. Era algo que muchos otros fisios habían hecho anteriormente, y el tacto de JaeHyun no era diferente: profesional e impersonal.

Pero no había nada profesional o impersonal en la forma en que el cuerpo de Taeyong reaccionó.

Las manos de JaeHyun quedaron inmóviles en sus muslos, con los ojos fijos en la polla medio—erecta de Taeyong.

Taeyong se preguntaba si era posible morirse de mortificación. Apartó la mirada, sintiéndose traicionado por su propio, estúpido, cuerpo. ¿Qué estaba mal en él?

—No tuve sexo en meses —dijo.

JaeHyun se mantuvo en silencio. Sus manos reanudaron el movimiento y rápidamente quitaron los calzoncillos de Taeyong.

—Es solo que la piel de mis muslos es muy sensible —dijo Taeyong.

—No tienes por qué estar tan a la defensiva.

Taeyong apenas se contuvo de patearlo. Se abstuvo de hacerlo sólo por su lesión: no le daría a JaeHyun otro motivo para regañarlo en su tono de "oh— soy—tan—superior". No es que JaeHyun necesitara motivos.

—No estoy a la defensiva —dijo Taeyong. Estaba bastante orgulloso de cuan pareja y calmada sonó su voz.

—Por supuesto que no lo estás —dijo JaeHyun, moviendo su mano hacia arriba, sus dedos a menos de dos centímetros de la polla de Taeyong. Le acarició la ingle— ¿Esto duele? —Antes de que Taeyong pudiera sacudir la cabeza, JaeHyun presionó con fuerza su dedo en el músculo.

Taeyong chupó aire.

—Sí —Afortunadamente, el dolor solucionó su pequeño problema.

Estaba casi blando de nuevo. Casi.

—Estás lo suficientemente en forma como para empezar con un programa Johnnyatino de rehabilitación —dijo JaeHyun, para sorpresa de Taeyong— ejercicios de estiramiento y fortalecimiento muscular. Vamos a empezar con estiramientos estáticos suaves. Recuerda que los ejercicios de estiramiento no deben ser dolorosos. Si duele, pararás. Avanzaremos a ejercicios más dinámicos cuando estés listo. Lo mismo para los ejercicios de fortalecimiento. Aumentan la carga sobre los músculos poco a poco.

—¿Cuando?

Los ojos grises lo miraron fijamente.

—La palabra clave es poco a poco.

—Pero...

—No está abierto a debate. Sí, Lucas me dijo que querías volver tan pronto como fuera posible, pero vas a volver cuando estés listo, y ni un minuto antes —JaeHyun sonrió un poco— Y deja de darme esa mirada. Te ves ridículo.

—¿Cuál mirada?

—La mirada con ojitos de cachorro. No funciona sobre mí. Tengo cinco hermanos menores. Soy inmune a esa mierda.

—No te estoy poniendo ojitos de cachorro —Taeyong dijo distraídamente, muy consciente de las manos de JaeHyun en sus muslos. Eran tan grandes. Era algo así como una debilidad suya. Le gustaban los hombres con manos fuertes y capaces. Y las manos de este capullo eran perfectas. Le hacían pensar en sexo.

—¿Es realmente necesario que mantengas las manos en mis muslos?—dijo Taeyong, un poco más tembloroso de lo que habría querido.

JaeHyun miró hacia abajo, como si recién ahora notase dónde estaban sus manos. Taeyong tenía esperanza de incomodarlo, pero JaeHyun no parecía nervioso en lo absoluto.

—No lo sé —dijo, su mirada cambiando a la polla, nuevamente medio dura, de Taeyong— Parece que te gusta mucho.

La cara de Taeyong se acaloró.

—¡Vanidoso engreído! Te dije que mis muslos eran muy sensibles.

—Entonces, que mal por ti —dijo JaeHyun— Ahora que la inflamación se fue, voy a masajearlos todos los días, sobre todo después de tus ejercicios. Hablando de ejercicios —JaeHyun subió los calzoncillos de Taeyong y se puso de pie—Vamos a empezar con estiramientos muy suaves. Estiramiento de aductores cortos, aductores largos y los músculos flexores de la cadera.

Asintiendo, Taeyong se puso sus pantalones cortos de gimnasia y se sentó en la alfombra.

—Dobla las rodillas —instruyó JaeHyun— Ahora presiona suavemente hacia abajo con los codos sobre las rodillas, para aumentar el estiramiento...

—Ya sé cómo hacerlo —dijo Taeyong sintiendo un suave estiramiento en la cara interna del muslo. Aunque no era doloroso, se sentía un poco incómodo.

—Aguanta por medio minuto —dijo JaeHyun, haciendo caso omiso de sus palabras. Como si Taeyong no hubiera dicho nada.

Taeyong lo fulminó con la mirada.

—Ahora estiremos el aductor largo —dijo JaeHyun, con la comisura de su boca torciéndose hacia arriba. Cruzó los brazos sobre el pecho— Dado que sabes cómo hacerlo todo. Obviamente, no necesitas de mi ayuda.

Taeyong dudó. No estaba seguro de que ejercicio de estiramiento era, pero estaría condenado si lo admitiera ahora.

Se paró y separó los pies. Mirando a JaeHyun y tratando de evaluar si estaba haciendo el estiramiento adecuado, dobló la rodilla izquierda hacia un lado y se inclinó hacia la izquierda.

—Bien —dijo JaeHyun y Taeyong sonrió en señal de triunfo... hasta que JaeHyun volvió a hablar— Pero ese no es el estiramiento al que me refería.

Taeyong frunció el ceño.

—Estoy bastante seguro de que éste estira al músculo aductor largo.

—Lo hace —dijo JaeHyun— Pero quería que hicieras algo más.

—Entonces, que mal por ti —dijo Taeyong con voz burlona, lanzando las propias palabras de JaeHyun en su contra— Ya terminé de estirar el músculo aductor largo.

Un músculo se contrajo en la magra mejilla de JaeHyun.

—Siéntate en la alfombra.

Taeyong no se movió.

—Siéntate.

Taeyong no se movió.

JaeHyun dio un paso hacia él y luego otro, las cejas juntas y su mandíbula tensa.

—¿Te gusta ponerte difícil?

—Síp —Taeyong murmuró, mirándolo a los ojos— Pero está claro que no tanto como a ti te gusta mandonearme.

Se miraron uno al otro apenas a pulgadas de distancia. El silencio se prolongó.

El corazón de Taeyong latía tan rápido, que casi podía sentir la adrenalina corriendo por sus venas.

—Ya hice el estiramiento del músculo aductor largo. No tengo que hacer nada más, sólo porque se te antoja verme hacer lo que digas.

La mano de JaeHyun se cerró en un puño antes de que JaeHyun estrechara ambas manos detrás de su espalda.

—Soy tu fisioterapeuta —dijo. Su tranquilo tono de voz en desacuerdo con la intensidad en sus ojos— Harás lo que digo si quieres ponerte en forma. Es tan simple como eso.

—Eres mi fisioterapeuta, no mi jefe.

—Cuando concierne a tu recuperación, soy tu jefe.

Taeyong levantó las cejas.

—¿Y qué vas a hacer si me niego a hacer lo que dices? ¿Nalguearme?

Una extraña expresión cruzó el rostro de JaeHyun.

—¿Piensas que no lo haría?

Taeyong sonrió —¡Te reto a intentarlo!

Las fosas nasales de JaeHyun se encendieron —No me tientes— Dio un paso atrás —Sobre la alfombra—le ladró.

La respuesta de Taeyong murió en su garganta. JaeHyun estaba ahora realmente enojado, mucho más enojado de lo que la situación ameritaba.

¿Por qué?

Lentamente, Taeyong se sentó, mirando a su fisioterapeuta con curiosidad.

—Las piernas tan separadas como te sea posible y las rodillas estiradas—dijo JaeHyun, su tono todavía duro— Mantén la espalda recta e inclínate hacia adelante.

Taeyong hizo lo que le dijo.

—Mantén la posición por veinte segundos.

Los segundos pasaban.

—Flexores de la cadera —dijo JaeHyun, sonando un poco más tranquilo ahora.

Taeyong hizo los estiramientos necesarios sin hacer ningún comentario.

Cuando terminó, JaeHyun se dio la vuelta.

—Vas a hacer todos ellos cuatro veces por día. Cinco, si no te sientes dolorido.

Y luego se fue, dejando a Taeyong mirándolo,frustrado y, en gran medida, desconcertado.

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Pancho: Sándwich de salchicha / Hot dog / Perro caliente/ Dogo.

Fisio: Abreviatura defisioterapeuta.

Sub—18: Equipo formado con jugadores menores de 18 años.

Capítulo 3

Al día siguiente, JaeHyun había regresado a su mandona y ligeramente distante forma de ser habitual, la mueca irónica en sus labios estaba firmemente de regreso. La ira desbordante del día anterior no estaba a la vista. Era un misterio. Taeyong no podía resistirse a los misterios.

—Quiero un masaje de cuerpo completo —Taeyong le dijo después de haber terminado de hacer sus ejercicios, bajo la supervisión de JaeHyun— Han pasado días y estoy dolorido.

JaeHyun asintió y agarró el aceite de masajes de su bolsa.

—Desnúdate y ponte sobre tu vientre.

Taeyong se sacó la camiseta y bailoteó para quitarse los pantalones y calzoncillos. Desnudo, se subió a la mesa de masajes. Era nueva, al igual que la reluciente cama nueva en el piso de arriba. Al igual que la variedad de comida "saludable" en su nevera. Era bastante molesta la forma en que JaeHyun había logrado cambiar tantas cosas de su vida en tan poco tiempo.

JaeHyun arrojó una toalla sobre las caderas de Taeyong. Eso lo sorprendió un poco. A menos que lo pidieran, los fisioterapeutas del equipo no se molestaban en preservar la modestia de los futbolistas, si es que tal cosa existiera. Era difícil preocuparse por la modestia, después de partidos brutalmente largos, cuando sus cuerpos se resentían y dolían. JaeHyun, obviamente sabía, como deportólogo profesional, que Taeyong estaba habituado a los masajes, y que realmente no necesitaba cubrir a Taeyong para preservar su inexistente modestia.

¿Su desnudez incomodaba a JaeHyun?

La idea lo intrigaba. Estaba bastante seguro de que JaeHyun era heterosexual. Se iba a jodidamente casar. Pero...

Pero.

Taeyong cerró los ojos cuando JaeHyun empezó a masajear su cuello.

Mientras los fuertes dedos aceitados de JaeHyun amasaban sus rígidos músculos, los pensamientos de Taeyong volvieron a la toalla que cubría su culo.

—¿Crees que soy atractivo?

Las manos se detuvieron sobre sus omóplatos.

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Una sencilla —Taeyong dijo, sin abrir los ojos.

—Sabes que eres atractivo —dijo JaeHyun, con un poco de irritación en su voz— Y respondí esa pregunta ayer.

—No estoy preguntando tu opinión profesionalmente objetiva. ¿Me encuentras atractivo? Lo que uno considera atractivo es subjetivo.

Un largo silencio.

—Soy heterosexual —dijo JaeHyun, como si eso fuera una respuesta. Antes de que Taeyong pudiera decirle que no lo era, JaeHyun continuó, con un atisbo de sonrisa en su voz— y estoy seguro de que te encontraría atractivo si fuera gay. A los hombres homosexuales probablemente no les gustan los chicos femeninos.

—¿Femenino? —Taeyong balbuceó, indignado— ¡No hay nada femenino en mí! ¿Este cuerpo se ve femenino para ti?

JaeHyun realmente tuvo el descaro de reírse.

—Estoy hablando de tu cara. Eres demasiado bonito para un hombre, Carita de Muñeca. No se supone que los hombres tengan ojos y labios como esos.

—¿Oh si? Parece que les has dedicado un montón de pensamientos.

Pero una vez más, JaeHyun no mordió el anzuelo, y su voz fue tranquila cuando respondió:

—Tienes el tipo de cara que llama la atención, y mi trabajo consiste en prestar atención a los detalles. Tu cuerpo es mi trabajo. Lo estudio, lo aprendo, y luego lo mejoro. Nada más y nada menos.

Taeyong frunció los labios.

Las manos de JaeHyun se movieron a su baja espalda y comenzaron a amasar allí. Oh. ¡Se había acostumbrado a las manos de JaeHyun? Ya no se sentían tan brutales. Se sentían... se sentían bien. Fuertes, capaces, un poco duras... simplemente perfectas.

JaeHyun quitó la toalla y puso las manos sobre sus nalgas. Taeyong se tensó y abrió los ojos cuando las manos de JaeHyun comenzaron a acariciar y masajear sus mejillas.

Taeyong se quedó mirando la pared. Era sólo un masaje. Sólo un masaje. Como de costumbre, el toque de JaeHyun era absolutamente impersonal y profesional. No era diferente de recibir un masaje de Ron o Gary, los fisioterapeutas del equipo, que por lo general lo frotaban después de un largo partido.

No debería haber sido diferente.

Los ojos de Taeyong se cerraron de nuevo. Tuvo que tragarse un gemido. No había mentido ayer: su piel realmente era muy sensible, sobre todo allí abajo, pero generalmente era fácil mantener su excitación a raya cuando lo masajeaban. Estaba desconcertado y molesto, porque al parecer no era capaz de hacerlo ahora.

Finalmente, JaeHyun se movió más abajo, pero eso ayudó muy poco. En todo caso, esas manos grandes, acariciando y amasando sus muslos, sólo hicieron al problema empeorar. Su polla estaba totalmente erecta ahora, su cuerpo hormigueando todo, sus pezones apretados y doloridos. Taeyong se tragó otro gemido, más que un poco desconcertado. No podía recordar haber estado tan excitado por un impersonal masaje deportivo.

Había una explicación sencilla, sin embargo. Había pasado demasiado tiempo sin tener una buena, gruesa polla dentro de él. Sólo necesitaba echar un polvo, discretamente, y luego dejaría de reaccionar tan ridículamente ante un simple masaje de un hombre que ni siquiera le gustaba.

—Sobre la espalda —dijo JaeHyun.

Con la explicación encontrada y la decisión tomada, Taeyong se relajó y rodó sobre su espalda. Se encontró con los ojos de JaeHyun cuando este vio su erección.

Se miraron el uno al otro.

JaeHyun resopló y comenzó a trabajar en sus hombros.

—Es una respuesta fisiológica al tacto. Sucede todo el tiempo y no es nada de lo qué avergonzarte.

—No estoy avergonzado —dijo Taeyong. Sentir vergüenza implicaba tener algo de lo qué avergonzarse, lo que sin duda no hacía.

—Entonces ¿Por qué estás sonrojándote?

Estupendo. ¿Ahora se estaba ruborizando?

Nunca se sonrojaba.

—Sólo estaba imaginado tener tu polla dentro de mí.

Los ojos de JaeHyun rompieron en él, sus manos quedaron completamente inmóviles. Habría sido cómico, si Taeyong no se sintiera con ganas de cortar su propia lengua. ¿De dónde carajos había salido eso?

El silencio se prolongó.

Taeyong sonrió y forzó una carcajada.

—¡Jaja! No tienes sentido del humor.

—Y tú tienes uno muy extraño —dijo JaeHyun luego de un momento, volviendo a la tarea en cuestión. Terminó el masaje rápidamente, haciendo caso omiso a la erección de Taeyong, y se apartó— Mañana podría añadir unos cuantos ejercicios más —dijo, lavándose las manos de espaldas a Taeyong— Tal vez apretar muy suavemente una pelota estática.

—¿Puedo tener relaciones sexuales?

JaeHyun hizo una pausa antes de darse la vuelta.

—Absolutamente no —dijo, cruzando los brazos sobre el pecho— El sexo está fuera de los límites.

—Eres tan jodidamente predecible —Taeyong se quejó, cogiendo su ropa.

—Si quieres recuperarte lo antes posible, debes prescindir del sexo.

—Dile eso a mi polla.

—Tienes una mano derecha normofuncionante —dijo JaeHyun— Hazte una paja.

Taeyong le arrojó la toalla mojada a la cabeza.

JaeHyun la esquivó— Es un milagro que puedas anotar algún gol —dijo, con sus labios temblando— tu puntería es muy mala.

Taeyong manoteó el aceite de masajes. Esta vez no falló.

—Podrías haberme mutilado.

Taeyong rodó los ojos, presionando la bolsa de hielo en el ojo derecho de JaeHyun.

—Y me llamas a mí reina del drama.

JaeHyun lo fulminó con la mirada de su ojo izquierdo. No parecía divertido en lo absoluto.

—Esa botella pesa media libra, Taeyong —dijo entre dientes— Y la lanzaste a mi cara.

—No es mi culpa que tus reflejos sean tan pobres —dijo Taeyong con una sonrisa dulce, presionando el hielo con más fuerza en la carne rápidamente inflamándose.

Recibió otra mirada funesta desde el ojo izquierdo.

—Se supone que tengo que participar de una sesión de fotos por la boda.

—Entonces deberías agradecerme que te he salvado de ella.

—¿Y qué se supone que voy a decirle?

—¿A quién?

—Lia.

—¿Lia? —dijo Taeyong con fingida confusión.

—Mi prometida —dijo JaeHyun lentamente— La mujer con la que voy a casarme.

—Ah —Taeyong se acercó para presionar la bolsa de hielo en el pómulo de JaeHyun. No era la posición más cómoda. Era consciente de que su muslo estaba prácticamente arriba de los de JaeHyun. Demasiado consciente— Creo que puedes decirle la verdad. Puede decirle lo idiota que fuiste y que te lo merecías totalmente.

—¿Así es como lo ves desde tu perspectiva?

—No, es sólo la verdad —Taeyong se dejó caer sobre el regazo de JaeHyun, renunciando a toda pretensión de no estar trepando sobre él. Cuando JaeHyun levantó las cejas, Taeyong frunció el ceño— Si tengo que jugar al doctor contigo, no voy a forzar mi propia lesión. Ni siquiera debería estar haciendo esto —Y añadió con una sonrisa fresca— Tienes una mano derecha normofuncionante, después de todo.

JaeHyun dejó escapar una risotada.

—Y tú tienes la memoria de un elefante. Y estás haciendo esto porque fue tu jodida culpa.

—La tuya —dijo Taeyong, hundiendo sus dedos en el espeso pelo de JaeHyun y tirando con fuerza, lo que lo obligó a volver un poco el rostro. JaeHyun dijo algo mordaz, y Taeyong dijo algo igualmente mordaz en respuesta, pero todo parecía distante, irrelevante, estúpido. Su corazón latía con fuerza, su piel se sentía demasiado caliente, el muslo de JaeHyun se sentía duro debajo de él y él simplemente no podía concentrarse. No podía pensar.

Maldita sea.

Taeyong siempre intentaba ser honesto consigo mismo. Él sabía de lo que se trataba. Por supuesto que lo sabía. No hacía falta ser un genio. Sentado tan cerca de JaeHyun, en su regazo, estaba convirtiéndose en un idiota que se preguntaba como se vería la polla de JaeHyun, y si sería tan grande y gruesa como esas manos, y en como se sentiría tenerla en su boca.

Dios. Si JaeHyun no fuera alguien que le disgustaba tanto, alguien que lo enfurecía, que lo frustraba y lo hacía sentir estúpido e inferior, Taeyong no estaría tan enfadado consigo mismo. Habría ido a por ello, como siempre lo hacía cuando quería algo, o a alguien, lo suficientemente. Él sabía que era atractivo. Él sabía que era lo suficientemente atractivo incluso, para hacer de hombres heterosexuales bi—curiosos. Pero este era JaeHyun—Jodidamente—Jung. No había forma en el infierno de que Taeyong fuera a por él. Podía fácilmente imaginar el aspecto de superioridad y disgusto en el rostro de JaeHyun si se diera cuenta de que lo deseaba —y que la polla de Taeyong goteaba por él. Una ola de humillación lo barrió ante la idea. Cuan patético se vería.

Sin embargo, él no quería a JaeHyun. Su estúpido cuerpo estaba caliente y parecía que le gustaba la idea de estar bajo el gilipollas de su entrenador personal.

Sólo necesitaba echar un polvo y luego toda esta tontería desaparecería.

—Ya terminé de jugar al doctor —dijo Taeyong cortante, dejando caer la bolsa de hielo y deslizándose fuera del regazo de JaeHyun con tanta naturalidad como le fue posible. Evitando mirar a JaeHyun, se encaminó hacia la puerta— Sal de mi casa. ¿Por qué estás siempre en mi casa?

JaeHyun murmuró algo en voz baja, demasiado bajo para que él lo escuchara, antes de seguirlo fuera del gimnasio.

Taeyong no se volteó, pero podía sentir a JaeHyun justo detrás de él, podía sentirlo con cada pulgada de su cuerpo. Los ojos de JaeHyun debían estar al mismo nivel del culo de Taeyong. ¿JaeHyun estaba mirándolo?

Taeyong se estremeció, disgustado con su línea de pensamientos. Millones de años de evolución y los seres humanos seguían sin ser mejores que los animales. Animales sin raciocinio guiados por instintos básicos. No le gustaba el tipo siquiera un poco. JaeHyun rápidamente había reemplazado a su hermano, como la persona a la cual Taeyong soportaba menos. Pero eso no cambiaba el hecho de que una parte suya quería darse la vuelta, empujar a JaeHyun contra la pared y treparle como a un árbol.

Taeyong apretó lamandíbula. Esta noche iba a conseguirse un polvo, al carajo con su lesión.

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Media libra: Aproximadamente 250 gramos.

Capítulo 4

El problema de ser un futbolista famoso era que Taeyong no podía ir a un bar gay y recoger a alguien cuando quería echar un polvo. No podía follarse a un extraño al azar que pudiera vender la historia a los periódicos apenas Taeyong se fuera. Tenía que ser extremadamente cuidadoso, por lo que sus opciones eran limitadas. Se suponía que podía follar con hombres que tuvieran tanto que perder como él mismo, si fueran descubiertos — conocía a algunos futbolistas que casi seguro eran gays —pero el riesgo era el doble. O quizás sólo estaba siendo paranoico. De cualquier modo, conectar con hombres siempre era demasiado riesgoso. Por eso era que mayormente estaba limitado a coquetear con hombres y follarse mujeres. El sexo con mujeres era insatisfactorio en el mejor de los casos y, en el peor, vagamente desagradable, pero era más seguro. Más inteligente. No era tan estúpido, como Snoopy, para arriesgar su carrera por una polla. No valía la pena.

Pero a veces, el deseo de sentir un cuerpo duro contra el suyo se tornaba demasiado, y Taeyong no tenía más remedio que rascarse la picazón; la frustración sexual lo volvía irritable y malicioso, que era algo que no podía darse lujo, ya que era mucho más difícil ser un buen chico agradable, cuando todo lo que quería era una follada áspera para relajarse. Y cuando quería un polvo duro, sus opciones eran muy limitadas.

Por eso Taeyong estaba allí.

El club estaba oscuro y brumoso, con el característico olor a sudor y sexo. Había luces en el escenario, que fue lo primero que le llamó la atención al entrar. El escenario de la derecha estaba actualmente vacío, pero el de la izquierda, estaba ocupado por un desnudo moreno, que estaba flagelando a un rubio deslumbrante. Las luces estroboscópicas iluminaban escasamente a la gran habitación, llena de gente, apenas permitiendo distinguir a los individuos agrupados en parejas o tríos... o grupos. Era una gran orgía. El hedor a sudor, sexo y alcohol empapaba el ambiente, se filtraba en todo. Varias filas de sillones se alineaban en las paredes, pero Taeyong no se molestó en mirar a sus ocupantes.

Mientras se abría camino en el club, numerosas manos lo tanteaban y acariciaban, intentando acercarlo más. Haciendo una mueca, Taeyong se sacudió las manos de encima. Nunca había estado en eso de las orgías. Era malo en compartir; lo había sido siempre, incluso cuando era un niño. Pero para ser honestos, esa era sólo una de las razones. La verdad era que no podía evitar la incómoda sensación en el estómago que tenía cada vez que tantos desconocidos le tocaban. No importaba cuántas veces Taeyong se dijera que estaba seguro aquí, era inútil. Algunos hábitos nunca morían. Estaba acostumbrado a cuidar de sí mismo desde una edad muy temprana y, en aquel entonces, cada extraño era peligroso. Incluso después de que fuera adoptado, las cosas no habían cambiado mucho. Los Lee habían sido gente amable, siempre involucrados en causas de caridad y trabajos de voluntariado, pero tenían poca idea de que hacer con un niño y estaban más que dispuestos a dejarlo —y más tarde a Jungwoo— por su propia cuenta. Taeyong había estado bien con ello. Depender de otras personas era tonto; siempre lo había sabido. Estaba por su cuenta, como de costumbre.

—¿Buscando a alguien? —dijo una ronca voz masculina, agarrándole el brazo— ¿Tal vez a mí?

Taeyong se detuvo y miró al hombre en la penumbra. A pesar de que no lo veía del todo bien, el chico parecía ser bastante atractivo y no aparentaba ser un desgraciado. Sólo un excitado tipo normal, en busca de una follada anónima. No era mucho más alto que Taeyong, pero la mano en su brazo era grande y fuerte.

—Servirás —dijo Taeyong— Tengo una política muy estricta sobre los condones. Nada de fluidos corporales.

El chico se rió, acercándolo más.

—No te preocupes, yo también —Sus manos se movieron por el cuerpo de Taeyong, tanteándolo— Agradable —murmuró, deslizando sus manos bajo los pantalones de Taeyong y amasando sus mejillas —¿Quieres hacerme una mamada o...

—Fóllame —dijo Taeyong.

—Está bien, sin dudas puedo hacer eso —dijo el tipo con una sonrisa, volteándolo contra la pared y empezando a trabajar en su cinturón.

Taeyong apretó la frente contra la pared fría y cerró los ojos. Respiró hondo y trató de relajarse, pero la persistente excitación que había estado picando bajo su piel durante los últimos días, no estaba. En cambio, se sentía incómodo...como si estuviera haciendo algo malo.

"Absolutamente no." La miradada de JaeHyun era dura y acerada. "El sexo está fuera de los límites."

Taeyong cambió el peso de un pie al otro, tratando de forzar el recuerdo fuera de su mente. No iba a obedecer las órdenes de JaeHyun, como— como un niñito bueno. No lo era. No lo haría.

Sus pantalones estaban siendo bajados.

—¡Ey! ¿Qué— —El tipo sonaba sorprendido—¿Qué demonios, amigo? ¡Encuéntrate a alguien más, yo no comparto!

—Desaparece.

Los ojos de Taeyong se abrieron de golpe, su pulso por las nubes.

JaeHyun. Era JaeHyun.

—Whoa, ¡Tranquilo! Está bien, lo entiendo —El tipo se alejó.

Lentamente, Taeyong se volteó. Apenas podía distinguir las facciones de JaeHyun en la penumbra, pero no necesitaba ver correctamente su cara para poder sentir la ira que emanaba en cada rígido movimiento de su cuerpo, visible en su mandíbula apretada.

—¿Estás acosándome? —dijo Taeyong, cerrando la cremallera de sus pantalones.

JaeHyun no dijo nada. Simplemente tomó la muñeca de Taeyong, su agarre como una banda de acero, y lo arrastró hacia la salida.

Su respiración saliendo en duros jadeos, Taeyong iba tropezando tras él.

—¿Me estás acosando? —preguntó de nuevo una vez que estaban fuera. JaeHyun se mantuvo en silencio, arrastrándolo hacia su coche. Abrió la puerta, empujó a Taeyong al interior, se metió en el asiento del conductor y luego se pusieron en marcha.

Después de unos minutos de silencio enojado, cargado, Taeyong cruzó los brazos sobre su pecho.

—¿Te comió la lengua el gato?

JaeHyun no dijo nada, sus ojos en la carretera. Estaba tan tenso que hizo a Taeyong retorcerse un poco.

—No vas a hacerme sentir culpable —dijo Taeyong. Odiaba la forma en que sonaba, a la defensiva— No hice nada malo.

Silencio.

Taeyong apretó los dientes.

—¿Y qué crees que estás haciendo, de todos modos? ¿No tienes mejores cosas que hacer que acechar a tus pacientes por la noche?

—No cuando esos pacientes son declaradamente idiotas que no pueden tomar un "no" por respuesta. Sabía que harías algo estúpido.

—Lo que haga en mi tiempo libre no es asunto tuyo —dijo Taeyong.

—Es asunto mío cuando es probable que arruines tu lesión —La voz de JaeHyun podría contener vidrio molido— Te digo que dejes el sexo y, unas horas más tarde, te encuentro en un club de sexo de mala muerte, con los pantalones alrededor de los tobillos, listo para dejar que un desconocido sin asearse te folle y joda todo mi trabajo.

—Sólo quería sexo. No es un crimen querer sexo. ¡Si quiero follar, por un demonio que lo haré!

—No estás autorizado a tener sexo a menos que yo lo diga. Taeyong parpadeó.

—¿Disculpa?

JaeHyun no habló de inmediato, con la mirada fija al frente.

—Tú no sabrías cuándo es correcto que puedas tener relaciones sexuales. Es por eso que puedes tener sexo, sólo después de que yo te diga que estará bien.

Los ojos de Taeyong se clavaron en él. Las palabras de JaeHyun eran bastante razonables. Pero...

—A pesar de lo que piensas, no soy idiota —Taeyong dijo, observando cuidadosamente a su personal trainer. No podía verlo bien en la penumbra— Si no soy el que hace todo el trabajo durante el sexo, debería estar bien. No habría vuelto a lesionarme la ingle en la posición en que estaba.

Un músculo en la mandíbula de JaeHyun pulsada.

—La última vez que me fije, no eras fisioterapeuta.

Estrechando la mirada, Taeyong lo estudió. La sensación de que algo estaba mal sobre el comportamiento de JaeHyun persistía, pero no lo presionó.

—¿No te sorprendió encontrarme en un club de sexo gay? —preguntó en cambio. Probablemente debería sentirse más preocupado por ello. Parte de él esperaba a que le entrara el pánico —su sexualidad era un secreto cuidadosamente guardado— pero él estaba extrañamente despreocupado.

JaeHyun solo tosió burlonamente.

—¿Qué? —dijo Taeyong.

—Lo supe desde el primer día. Debería haber sido ciego para no notarlo.

—¿Notar qué? —dijo Taeyong, una bola de ansiedad instalándose en sus entrañas. ¿Era realmente obvio?— ¿Como lo supiste?

JaeHyun siguió conduciendo en silencio.

—¿Notar qué? —Taeyong repitió, más fuerte— ¡JaeHyun!

—Tienes esa insinuante mirada en tus ojos —dijo JaeHyun con irritación— Todo el jodido tiempo. Incluso cuando estás siendo un idiota.

Taeyong abrió la boca y la cerró.

Echando un vistazo sobre él, JaeHyun rió sin humor.

—No me digas que te sorprende. Ves de esa forma a todo el mundo. Ahora deja de cambiar el tema. Vas a prometerme que no harás nada tan estúpido de nuevo. Cuando digo que no habrá sexo, lo digo enserio.

—Claramente naciste en el siglo equivocado —dijo Taeyong— Lo siento, pero no soy tu esclavito, y no me puedes tirar en el cepo por desobedecer. Estás confundido, Jung.

JaeHyun desvió el coche hacia la derecha, saliendo de la carretera, y frenó de golpe; los neumáticos chirriaron cuando el coche se detuvo. Taeyong miró a su alrededor. Ellos no estaban lejos de su barrio. A esta hora, el barrio era oscuro y relativamente tranquilo.

—Déjame ver si lo entiendo —dijo JaeHyun a través de sus dientes, agarrando la barbilla de Taeyong con rudeza— ¿Soy el responsable de tu recuperación, pero tu ignoras mis instrucciones otra vez y te arriesgas a joderte la ingle, y yo estoy confundido?

Taeyong se humedeció los labios con la lengua. Había algo desconcertante y emocionante acerca de JaeHyun esta noche, igual que ayer, cuando JaeHyun se irritó mucho más de lo que la situación ameritaba.

—¿Lo haces todo para enojarme, mocoso? —dijo JaeHyun, con una voz suave que contradecía por completo su agarre castigador en la barbilla de Taeyong.

—No todo se trata de ti —dijo Taeyong, igualmente en voz baja— Quería una follada. Quería una hermosa y gruesa polla en mí. Salí para conseguirla. Y lo haré de nuevo. No hay nada que puedas hacer para detenerme.

JaeHyun aspiró una respiración. Abrió la puerta, agarró el hombro de Taeyong y lo arrastró sobre sus rodillas. Ocurrió tan rápido que Taeyong sólo pudo balbucear y jadear cuando se encontró echado sobre el regazo de JaeHyun, con la cabeza sobresaliendo del coche.

—¿Qué...

JaeHyun jaló abajo los pantalones y calzoncillos de Taeyong, y le propinó una nalgada rápida.

Los ojos de Taeyong se ensancharon, su cara enrojeciendo por la indignación.

—¡Suéltame! —Él se resistió, tratando de rodar del regazo de JaeHyun, pero JaeHyun lo sostenía firmemente en su sitio.

—¡Estoy herido, imbécil! ¿Qué clase de terapeuta eres?

—Si estás en buena forma para follar, estás lo suficientemente en forma para ser azotado —JaeHyun escupió— Quizás finalmente esto te enseñe una lección.

Él lo azotó de nuevo. En esta posición, no le dolía la ingle en lo absoluto, pero aún así. Era el principio de la cuestión.

—¡Vas a ser despedido por esto, se lo diré a Lucas!

—Hazlo —Otro golpe violento aterrizó en su nalga.

—Estoy hablando en serio, Jung. ¡Vas a ser despedido a primera hora de la mañana! Incluso Lucas no se opondrá cuando se entere de esto.

—Ve corriendo y quéjate con Lucas —dijo JaeHyun, pegándole de nuevo. Su voz sonaba áspera y extraña— No eres más que un malcriado niño pequeño, centrado en sí mismo, acostumbrado a salirse siempre con la suya. Si continúas actuando como un niño insensato, serás castigado como lo sería un niño.

—¡Que te jodan! —Taeyong arremetió de nuevo, pero JaeHyun lo ignoró, manteniéndolo abajo con una mano mientras la otra lo azotaba. La paliza dolía pero de ningún modo tanto como podría hacerlo: JaeHyun estaba claramente conteniéndose, consciente de su lesión incluso ahora.

Otro tortazo, y luego otro. Su piel comenzó a quemarle un poco y Taeyong se oyó a sí mismo gimiendo y suspirando suavemente, su mundo reduciéndose a la mano de JaeHyun y su calor. Se sentía extraño, como si estuviera flotando, como si estuviera flotando dentro de su cuerpo en lugar de que lo vistiera, sin ninguna preocupación en el mundo.

Para el momento en que JaeHyun se detuvo, Taeyong descansaba inmóvil y flexible sobre su regazo.

Todo estaba extrañamente en silencio, salvo por la respiración agitada de JaeHyun y el lejano sonido del tráfico.

El peso de la mano de JaeHyun en su piel desnuda se sentía casi insoportable. Taeyong trató de decir algo mordaz, pero nada le vino a la mente. Su mente estaba vacía. No tenía energía o inclinación a discutir y pelear. Su cuerpo se sentía... suelto. Ingrávido. Él no quería moverse.

—¿Taeyong? —dijo JaeHyun tras de un largo silencio. Su voz sonaba rara. Con cuidado, subió los calzoncillos y pantalones de Taeyong y lo giró sobre su espalda.

Apenas podía distinguir el rostro de JaeHyun. Lo alegraba, porque no estaba seguro de lo que su propia cara habría revelado. Ni siquiera estaba seguro de lo que estaba sintiendo. En silencio, Taeyong salió del regazo de JaeHyun y se dejó caer en su asiento. Cerró los ojos, presionando su caliente mejilla contra el fresco cuero.

Después de lo que pareció una eternidad, la puerta se cerró. El motor rugió.

El coche comenzó a moverse. Taeyong no dijo una palabra.

JaeHyun no dijo nada, tampoco.

Cuando el coche se detuvo de nuevo, JaeHyun dijo —Tu casa— Su voz sonaba áspera, incómoda, y sin embargo, había algo más ahí... algo oscuro e intenso.

Taeyong no se movió. No quería hacerlo. Pasaron segundos en silencio.

—Eso fue muy poco profesional —dijo JaeHyun después de un tiempo, su voz rigida, entrecortada— No sé lo que estaba pensando. No va a suceder de nuevo, pero eres libre de quejarte con Lucas si quieres. Estoy seguro de que va a encontrarte otro fisio.

Taeyong abrió los ojos, abrió la puerta y salió.

Los neumáticos chirriaron y el coche arrancó hacia el frente.

Taeyong se dirigió hacia su casa lentamente, con las piernas todavía un poco débiles y temblorosas.

Abrió la puerta, entró y se apoyó en ella con dificultad, sus pensamientos en desorden.

Y entonces lo golpeó: él realmente podría conseguir que JaeHyun fuera despedido. Finalmente tenía un excelente motivo para conseguirlo despedido. Lucas se horrorizaría si se enteraba de lo que había hecho JaeHyun: Nalguear a un paciente iba más allá de lo poco profesional.

Podría conseguir a JaeHyun despedido.

Podría deshacerse de él para siempre. No más conferencias, no más de esa prepotente actitud y, sin duda, no más azotes que lo dejaran sintiéndose completamente extraño.

No más JaeHyun.

Taeyong frunció el seño.

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Trainer: Profesional a cargo del entrenamiento y cuidado físico de un deportista.

Capítulo 5

—¿Por qué sigues mirando tu teléfono?

Taeyong levantó la mirada y se encontró con Choi observándolo.

—JaeHyun llega tarde hoy —dijo— Sabes que odio cuando la gente me hace esperar.

Sus ojos castaños lo estudiaron con curiosidad.

—¿Qué? —dijo Taeyong, jugando con su teléfono.

—¿Qué está pasando contigo y JaeHyun últimamente?

—No tengo idea de lo que estás hablando.

—No sé... Algo ha cambiado.

Taeyong le dió una mirada significativa.

—¿Has terminado de ir a través de mi correo? No te pago para mover tus dedos.

Tragando visiblemente cualquier comentario bajo que ella quería hacer, Choi volvió sus ojos a la pila de sobres en frente de ella.

Taeyong volvió a mirar a su teléfono.

Ella tenía razón, sin embargo. Algo había cambiado. JaeHyun había sido... diferente. Ya no trató de controlar todos los aspectos de la recuperación de Taeyong... y su vida. JaeHyun se iba tan pronto como era posible después de comprobar la ingle de Taeyong y darle instrucciones para el día. Incluso su actitud había cambiado. JaeHyun ya no le llamaba "niño pequeño", "bebé" o "mocoso". No había más sonrisas torcidas y chistes. De hecho, su tono era neutral y muy profesional cada vez que hablaba con Taeyong.

Y cada vez, Taeyong quería darle un puñetazo en la boca.

El comportamiento oh—tan—correcto de JaeHyun lo volvía loco. Le molestaba mucho más de lo que esperaba a Taeyong. Y no ayudó que aún estaba caliente y frustrado como el infierno. Al menos había dejado de sentirse mortificado cuando tenía una erección, mientras JaeHyun le masajeaba. Debido a que ni siquiera ver su erección tenía absolutamente ninguna reacción por parte de JaeHyun, ni siquiera el levantamiento de una ceja. JaeHyun era un perfecto profesional. En cuanto a la conducta de JaeHyun en los últimos diez días, era difícil creer que el incidente "zurra" hubiera pasado.

Taeyong se retorció un poco. No habían hablado de ello, por lo que el incidente puede ser que nunca haya sucedido. No le había dicho nada a Lucas. Todavía no estaba seguro de por qué.

—Me gusta JaeHyun —dijo Choi de repente— Él es un buen tipo. Me invitó a su boda.

La mirada de Taeyong se levantó para encontrar la de ella.

—¿Qué? Lo has conocido sólo por un par de semanas.

Choi le dio una sonrisa muy dulce.

—¿Quieres decir que no te invitaron?

Taeyong le devolvió la sonrisa. Choi era una perra. Ella era divertida, pero no estaba en su liga cuando se trataba de mala leche.

—Yo no habría aceptado la invitación, de todos modos —dijo con perfecta calma— ¿Por qué querría ir?

Claramente decepcionada, Choi volvió a clasificar su correo.

Taeyong dejó el teléfono antes de recogerlo de nuevo. Se quedó mirándolo por un momento.

—¿Has visto a su novia? —dijo casualmente.

—¿Lia? Oh, sí, ella le recogió el otro día cuando su auto se había descompuesto. Nos presentó.

—¿Cómo es ella?

Sentía su mirada especulativa sobre él.

Manteniendo su rostro vagamente aburrido, Taeyong dijo— Tengo curiosidad saber qué clase de mujer sería tan estúpida como para casarse con un tipo tan mandón. Ella debe ser un felpudo.

—Ella no lo es —dijo Choi inmediatamente— Ella es fuerte y fue obvio para mí que su relación es de igual a igual. Él la respeta. Ella parecía práctica y de mente abierta.

Taeyong se miró las uñas —¿Es que dicen estar enamorados?

Choi se río entre dientes.

—Ellos se van a casar, ¿verdad? Deben estarlo.

—No seas tonta. La gente se casa todo el tiempo por muchas razones diferentes.

—¿Cómo qué?

—Hábito —dijo Taeyong— expectativas familiares, razones financieras. Las personas inseguras buscan la seguridad del matrimonio. Algunas personas tienen miedo de estar solas. Algunos quieren niños. Y así sucesivamente. El amor no es necesario en absoluto. En realidad, las personas realizadas no necesitan "amar" a nadie para sentirse feliz. El amor es algo que la gente inventa para excusar su comportamiento idiota y para vestir la lujuria de corazones y flores.

—Espero que algún día te enamores —Choi murmuró, apenas audible— Y esa persona te pondrá de rodillas.

Taeyong sonrió.

—Eres hilarante, corazón. Es por eso que te tengo alrededor, aunque sé que odias mis tripas.

Fue divertido ver su cara de color rojo. Ella abrió y cerró la boca varias veces sin decir nada.

Por fin, se aclaró la garganta —De todos modos, si estás esperando a JaeHyun, no lo hagas. Él no viene hoy.

La sonrisa de Taeyong se desvaneció.

—¿Qué?

Choi le dio una mirada inocente.

—¿No te dije que él llamó mientras estabas en la ducha? Vaya. Me dijo que no iba a venir hoy. Dijo que sabías qué ejercicios hacer. Él tiene planes con Lia para hoy.

Taeyong se quedó mirándola. Entonces, llamó a JaeHyun.

—No recuerdo que te diera un día libre —agregó en el momento que JaeHyun respondió su teléfono.

—Tú no me necesitas hoy —dijo JaeHyun. Sonaba como si estuviera conduciendo— Sabes qué ejercicios se supone que debes hacer. No me necesitas allí para supervisarte. No eres un niño.

—No te he dado un día libre —dijo Taeyong lentamente, como si él le estuviera hablando a un niño pequeño— Eres mi fisioterapeuta. Se supone que debes revisar mi progreso cada día. No puedes darte un día de descanso cuando lo desees. Lo que quiero es lo único que importa. Ven aquí. Ahora.

—Estoy ocupado, Taeyong —dijo JaeHyun. Una voz de mujer dijo algo en el fondo.

El pulso de Taeyong comenzó a hacer un ruido sordo en sus oídos

—No me importa. Vas a venir aquí enseguida. Mientras seas mi terapeuta, puedo mantenerte a mi lado todo el tiempo que sea necesario durante sus horas de trabajo. Has firmado el contrato. ¿Creías que no lo he leído? A partir de las nueve de la mañana hasta las seis de la tarde, eres mío...si yo lo quiero. Y ahora lo quiero.

—Estás haciendo esto sólo para fastidiarme.

—Me conoces tan bien —dijo Taeyong en su mejor voz— Ahora trae tu trasero aquí.

JaeHyun dejó escapar un suspiro.

—Escucha, b—Taeyong. Estoy realmente ocupado. No estoy solo. Dame un día libre, y mañana puedo esperar ahí todo el día sin hacer nada, solo verte no hacer nada.

— No lo creo. Te quiero ahora —Taeyong hizo una mueca tan pronto como él dijo eso, una oleada de calor subiendo a sus mejillas.

Hubo un silencio en la línea.

—Bebe mimado —dijo JaeHyun través de sus dientes. Taeyong sintió una involuntaria sonrisa tirar de sus labios

—Siempre —dijo y colgó, sintiéndose ridículamente satisfecho por el hecho de que JaeHyun lo había llamado "bebé mimado" y actuó más como su viejo yo.

Mirando hacia arriba, se encontró en el otro extremo de la mirada crítica de Choi

—¿Qué?

Choi negó con la cabeza

—Es sólo... que podrías haberle dado un día libre. ¿Sabes que él había liberado su agenda para la boda? Es por eso que el Dr. Wong pudo contratarlo para ti al final. Si no fuera por este trabajo, JaeHyun habría estado pasando su tiempo con su prometida, como lo había previsto. Como debería ser.

—Esa no es mi problema —dijo Taeyong— Estoy herido. Es mi fisioterapeuta. Lo necesito aquí.

Choi me miró extrañamente pero no dijo nada.

Pasaron cincuenta y siete minutos antes de que sonara el timbre.

Taeyong no se molestó en levantarse del sofá. Esperó, mirando a la puerta, mientras Choi fue a abrir la puerta principal.

El sonido de los pasos y las voces se acercó.

—Aquí está —Choi le dijo a JaeHyun, rodando los ojos.

JaeHyun se acercó y simplemente le miró durante un largo momento. Por último, JaeHyun habló— ¿Puedo hablar contigo un minuto, Taeyong?

A solas —JaeHyun agarró su muñeca y lo arrastró nada demasiado suavemente fuera de la habitación.

Cerrando la puerta, se volvió a Taeyong.

—¿Y bien? —dijo, con la mano aún agarrando la muñeca de Taeyong—Estoy aquí. ¿Ahora que?

Taeyong apretó los labios.

—No sé a qué te refieres. Se supone que debes estar aquí, conmigo. Ni siquiera te molestaste en pedir mi permiso... y no, una llamada a Choi no cuenta.

—Lia ha vuelto a casa por sólo unos pocos días entre sus viajes de trabajo. Te dije qué ejercicios debías hacer hoy. En realidad no me necesitas hoy.

—Ese no es el punto —dijo Taeyong— Eres mi fisio. Se supone que debes estar aquí si yo te quiero aquí.

JaeHyun levantó las cejas.

—¿Y por qué me quieres aquí? ¿Hmm? ¿Para mirarte mientras te relajas en el sofá?

.

Taeyong se tragó la respuesta que tenía en los labios. No sabía que donde había venido.

—Admítelo —dijo JaeHyun, tomando la barbilla de Taeyong con su mano libre. Sus ojos grises perforaron a Taeyong. Su pulgar acarició detrás de la mandíbula de Taeyong y apretó, duro.

—Tú no me necesitas aquí. Eres un pequeño niño mimado, y has echado a perder mi día sólo porque podías.

—Muérdeme —Taeyong dijo con una sonrisa

Los ojos de JaeHyun se oscurecieron. Se lanzó hacia delante y mordió el labio de Taeyong salvajemente.

Ambos se congelaron. Sus respiraciones mezclándose. Un latido pasó.

Taeyong se lamió los labios y sintió el sabor del cobre de su propia sangre. Lentamente, levantó los ojos para encontrarse con JaeHyun.

JaeHyun lo soltó y se apartó, pero Taeyong agarró un puñado del pelo de JaeHyun, tiró de él cerca y le mordió los labios de vuelta. Se quedó sin aliento, sintiendo el sabor amargo de la sangre y algo puramente masculino. Mordió de nuevo.

JaeHyun chupó una respiración antes desgarrar su boca libre.

Se miraron el uno al otro, con los ojos abiertos, su dura respiración, el único sonido en la habitación.

Por fin, JaeHyun se dio la vuelta, pero Taeyong agarró sus bíceps. Los músculos de JaeHyun se tensaron ante su contacto.

—Tienes sangre en el labio —Taeyong se oyó decir. Se sentía distante, como un sueño.

JaeHyun no se movió para limpiar la sangre. Su cara estaba en blanco, pero sus ojos eran aterradores en su intensidad mientras miraba a Taeyong. Miró a Taeyong como si fuera una serpiente venenosa. Una serpiente venenosa de la que no podía apartar la mirada.

Taeyong se inclinó y lamió la sangre en el labio de JaeHyun lentamente, sólo su lengua contra los labios de JaeHyun. El cuerpo de JaeHyun vibraba de tensión contra él.

JaeHyun lo empujó y salió de la casa.

Cuando la puerta principal se cerró tras él, Taeyong cerró los ojos. Él aspiró y exhaló antes de abrir los ojos de nuevo.

Con cautela se tocó el labio partido y se miró los dedos.

Ellos estaban temblando. Él les enroscó en un puño.

La puerta se abrió detrás de él.

—¿JaeHyun ya se ha ido? —dijo Choi, sonando desconcertada.

Sin decir una palabra, Taeyong volvió al sofá, llevó las rodillas a su pecho y envolvió sus brazos alrededor de ellas. Miró por la ventana.

—¿Taeyong?

—Vete —susurró Taeyong.

—¿Qué?

—Déjame solo.

Capítulo 6

Lucas lo llamó justo cuando se preparaba para la cama.

—¿Qué hiciste esta vez, Taeyong?

—Hey, Lucas —dijo Taeyong, tirando de su camiseta. Se sentó en la cama para quitarse el calcetín— ¿De qué estás hablando?

—JaeHyun me llamó y me dijo que quería renunciar.

Taeyong se pausó.

—¿Te dijo por qué?

—No. Es por eso que te llamo.

Taeyong retiró el otro calcetín.

—¿Qué le dijiste?

—Que ha firmado un contrato y tiene que darme una buena razón para romperlo —La decepción en la voz de Lucas era inconfundible— Él es mi amigo, pero debe saber muy bien que dejar a los pacientes en el medio de su recuperación no está bien sin una buena razón. Dime lo que hiciste. Normalmente, JaeHyun es muy responsable y nunca se da por vencido con sus pacientes, sin importar lo difíciles que son.

—¿Por qué estás suponiendo que fue mi culpa? —Taeyong se estiró en su espalda y miró al techo.

—¿Estás diciendo que no tienes nada que ver con eso? —dijo Lucas, su voz seca como papel de lija.

Taeyong hizo una mueca. Lucas le había dicho muy poco desde su intento de chantajearlo. Una vez más, Taeyong sintió una punzada de pesar. A él le gustaba Lucas. Todo fue culpa de JaeHyun. Si JaeHyun no se hubiera vuelto loco, él habría pensado dos veces antes de chantajear al hombre que iba a ser el médico del club de alto nivel en el futuro previsible. Era fastidiarse a él.

—No estoy diciendo eso —Taeyong se lamió el labio. Ya no picaba—Estoy diciendo que JaeHyun está lleno de mierda.

Lucas dejó escapar un suspiro.

—Mira, no voy a pretender entender lo que está pasando con vosotros dos, pero estoy cansado de vuestra lucha constante. Contrato o no, si JaeHyun realmente quiere dejarlo, no puedo obligarlo a quedarse. Él no necesita este trabajo, el cual tomó sólo como un favor para mí. Así que, soluciona el problema, Taeyong —Lucas colgó.

Solucionar el problema.

Taeyong se pasó una mano por la cara. Era fácil para Lucas decirlo.

¿Cómo se suponía que iba a hacer eso cuando él no sabía lo que quería?

Sus labios se curvaron. Muy bien, muy bien, era una mentira. Él sabía lo que quería. Por supuesto que sí. Quería a Jung desnudo, encima de él y atornillándole en el colchón.

Una risa áspera arrancó de su garganta.

El problema era que no quería quererlo. Decía problemas. Era imprudente y estúpido, y Taeyong no era imprudente ni estúpido. Por un lado, no le gustaba JaeHyun. Odiaba su más—santo—que—tú actitud superior. JaeHyun le miraba como si él le hubiera descubierto, como si pudiera ver el inútil pedazo de mierda que Taeyong era. Pero admitir que en realidad quería a JaeHyun a pesar de todo esto, para actuar efectivamente en esos sentimientos (aunque la lujuria tenía poco que ver con los sentimientos) —era humillante y vergonzoso.

Es cierto que probablemente no era tan vergonzoso, como debería haber sido para JaeHyun quererle en contra de su mejor juicio.

Taeyong sonrió ante la idea. Había algo hilarante acerca de la situación.

Su sonrisa se desvaneció al pensar en otra razón por la cual esta lujuria era muy incómoda. JaeHyun se iba a casar pronto.

Taeyong sería el primero en admitir que tenía muy pocos principios morales, pero había uno que nunca se rompió: él nunca se involucró con un hombre casado. Nunca sería tan estúpido. Además, tener un romance con el muy masculino entrenador personal —un muy conocido entrenador personal— mientras el dicho entrenador personal estaba a pocos meses de casarse con una periodista deportiva era espectacularmente una mala idea. Potencialmente una idea que terminaría con su carrera. Él no era un idiota para arriesgar su carrera —su vida— por joder con un hombre que le disgustaba intensamente. Él no lo era. E incluso si lo fuera, nunca se involucraba con un hombre casado, por lo que el punto era discutible, de todos modos.

Pero Dios... desear esa polla era bastante malo, pero ahora que sabía que JaeHyun no era tan indiferente como pretendía, era una receta para el desastre.

La cosa era, que Taeyong nunca había sido particularmente bueno en negarse a sí mismo cosas.

Capítulo 7

Taeyong sabía quién era cuando sonó el timbre.

Abrió la puerta y se hizo a un lado, dejando que JaeHyun pasara.

Con la espalda apoyada en la puerta, mirando a su huésped en silencio.

Nunca había sabido que el silencio podía sentirse así; nunca supo que podría tener tal peso.

El rostro de JaeHyun era pétreo, sus ojos brillaban con una emoción que Taeyong no podía ubicar.

—Hablé con Lucas y dile que estás de acuerdo con mi decisión de dejarlo —dijo JaeHyun— Pídele que te encuentre otro entrenador personal.

Taeyong cruzó los brazos sobre el pecho. Eso era lo que él tenía la intención de hacer de todos modos, pero el tono inflexible de JaeHyun estaba rozando el camino equivocado. Como siempre.

—¿Y por qué debería hacer eso? —dijo Taeyong— Buenos días a ti también, por cierto.

Un músculo se contrajo en la mandíbula de JaeHyun.

—Eso es lo que querías. ¿Tengo que recordarte que incluso has tratado de chantajear a Lucas para deshacerte de mí?

—Sí —dijo Taeyong— Pero tal vez he cambiado de opinión —Para. ¿Que estaba haciendo? No había cambiado de opinión. Era tonto antagonizar con JaeHyun por el gusto de antagonizar. Pero era como si su boca se hubiera desconectado de su cerebro. No había forma de detenerlo— ¿Qué haces aquí, de todos modos? Si deseas renunciar, no necesitas mi permiso. Sin duda, se vería mal en tu CV, pero...

—Lucas es mi amigo —dijo JaeHyun— Le prometí que le ayudaría, y no me gusta dejarlo tirado. Él estaba enojado cuando me negué a decirle por qué quería renunciar. Es por eso que le dirás nuevo que deseas que me vaya.

—¿Lo haré? —dijo en voz baja Taeyong. Puso una cara confusa— Por cierto, ¿por qué quieres renunciar?

Recibió tal mirada, que hizo que un escalofrío corriera por su columna vertebral. De repente, quería sonreír.

Darle cuerda a JaeHyun era una de sus cosas favoritas en el mundo.

—No juegues recatado, Taeyong —dijo JaeHyun, su voz entrecortada—Sabes por qué.

—No lo creo. ¿Y tienes que estar tan lejos? —Taeyong era incapaz de reprimir su sonrisa por más tiempo— Si no te conociera mejor, pensaría que tienes miedo.

Si no hubiera estado observando tan de cerca, se habría perdido el endurecimiento en la postura de JaeHyun. Entonces él estaba acechando sobre Taeyong.

Su ritmo cardíaco corrió, Taeyong agarró el pomo de la puerta detrás de él.

JaeHyun se detuvo a pocas pulgadas de distancia.

Taeyong exhalado, odiando la forma temblorosa en la que sonaba.

JaeHyun tomó su barbilla y la inclinó hacia arriba, los dedos ásperos contra la sensible piel del cuello de Taeyong. Sus acerados ojos se clavaron en los de Taeyong.

—Creo que estás confundiendo algo, mocoso —dijo, sus labios curvándose en una sonrisa irónica familiar— No te tengo miedo. Quiero dejar el trabajo porque tú me molestas demasiado y no puedo comportarme profesionalmente a tu alrededor. Es eso.

—Ah —dijo Taeyong, mirándolo desde debajo de sus pestañas— Así que me besaste porque era molesto. Tiene mucho sentido ahora.

—No te bese —JaeHyun dijo entre dientes. Su cuerpo casi presionado contra Taeyong. Casi.

—No, por supuesto que no —dijo Taeyong. Alguien respiraba con dificultad; esperaba que no fuera él— Tú sólo me mordiste. Me mordiste el labio y me dejaste lamer los tuyos.

La nuez de Adán de JaeHyun se movió.

—Tú me molestas.

—Yo no sé tú, pero yo no muerdo los labios de la gente cuando me molestan —Taeyong lamió la comisura de su boca seca. Estaban tan cerca ahora que podía sentir el aliento de JaeHyun en los labios— ¿Estás molesto conmigo ahora? —Su voz salió mal: se suponía que sonaría como una burla, que se suponía que molestaría a JaeHyun, pero en vez de eso, sonaba como una invitación. Dios, estaba respirando y temblando como si estuviera en medio del sexo ¡Y el único lugar que JaeHyun estaba tocando era su cuello! Esto era ridículo.

—¿Por qué haces esto? —dijo JaeHyun con voz ronca, el ceño fruncido hacia él con los ojos vidriosos. Sus dedos se cerraron alrededor del cuello de Taeyong— Tú tampoco puedes querer esto.

—No lo hago —Taeyong acordó aturdido— No quiero esto —Empújalo. Patéalo lejos. Pero no podía hacerlo. No podía moverse— No lo hago — susurró de nuevo, su mano llegó para enterrarse en el grueso cabello castaño dorado de JaeHyun— Todo esto es tu culpa —Sus dedos temblorosos se clavaron en la nuca de JaeHyun cuando los labios de JaeHyun casi cepillaban los suyos. Los rastrojos de JaeHyun rasparon su barbilla— Te odio —murmuró, ya en boca de JaeHyun...

Y entonces se estaban besando, si es que se podría llamar besarse en absoluto, más bien atacarse. JaeHyun violaba su boca con besos húmedos y profundos, con un hambre feroz que debilitó las rodillas de Taeyong. En un rápido empujón JaeHyun le había clavado, atrapado entre la puerta, su cuerpo duro y el de Taeyong mismo, presionándose con necesidad. Dios. La lengua de JaeHyun se sumergió en su boca, barriendo el interior y la saqueó, la poseyó, y Taeyong le devolvió el beso, haciendo caso omiso del sabor metálico agudo de la sangre que se mezclaba en sus lenguas. Las llamas que ardían en su sangre estallaron en un infierno repentino, y él se perdió, sólo lejanamente consciente de que estaba jadeando y moliéndose sin poder hacer nada en contra de la cadera de JaeHyun, su mano en un puño en la camisa de JaeHyun y su mente felizmente vacía más allá de una profundidad sin forma de querer, y deseo, y necesidad carnal. Tanta necesidad.

Gimiendo en la boca de JaeHyun, Taeyong deslizó la mano entre ellos y agarró el bulto en los pantalones de JaeHyun. JaeHyun se estremeció y mordió su labio con un gemido, su pene empujando contra la codiciosa mano de Taeyong. Dios, quería esto. Lo quería dentro, profundo y duro.

—Fóllame —se oyó implorar. ¿Era realmente su voz, temblorosa y patética?— Por favor, fóllame.

Todo se detuvo. Los besos se detuvieron. JaeHyun se puso rígido. JaeHyun apartó la boca, el pecho agitado, con los ojos tormentosos.

—No

Empujó a Taeyong lejos de la puerta y luego se había ido.

Sus rodillas cedieron, Taeyong se deslizó hasta el suelo y cerró los ojos, tratando de ignorar los escalofríos de deseo todavía viciaban su cuerpo. Ira, vergüenza y humillación quemaba en su interior.

Estúpido estúpido estúpido.

Capítulo 8

Cuando Taeyong tenía cinco años, su madre lo llevó a una casa grande en los suburbios de Londres. La memoria era algo tan voluble. Taeyong no recordaba muchas cosas que sucedieron más recientemente, pero recordaba esa noche fría y lluviosa con perfecta claridad. Recordó el frío filtrándose en su pequeño cuerpo mientras permanecía de pie, agarrando la fina mano de su madre. Estaba temblando, su agarre en la mano doloroso. Taeyong pensó que estaba asustada. Estaba asustado, también.

—Tengo frío —se quejó.

—Cállate. Estarás caliente pronto —dijo antes de toser violentamente. Se soltó de su mano para cubrir su boca. Ella siempre lo hacía, como si no pudiera escuchar. Como si fuera estúpido.

Taeyong desvió la mirada durante el minuto que tomó antes de que sus toses se calmaran y el sonido de su respiración se hizo menos espantoso. Una ráfaga de viento sopló en su rostro, casi haciéndole perder el pie y borrando temporalmente su visión. Odiaba esto.

—Me quiero ir a casa —murmuró, a pesar de que odiaba su casa: el pequeño cuarto frío que estaba repleto de cosas.

Con un suspiro, su madre se volvió y se inclinó hacia abajo, así que estaban cara a cara. Su cara estaba gris, delgada y fea, con los ojos sin brillo por el dolor. Taeyong odiaba su cara, también. Solía ser tan diferente. Ella solía ser la mujer más bella en su vecindario. La enfermedad la hizo fea y Taeyong lo odiaba y la odiaba.

—Bebé —dijo con voz ronca— ¿Recuerdas que solías preguntar sobre tu padre? Esta es su casa, una de sus casas. Vas a vivir con él ahora.

Los ojos de Taeyong se abrieron. Miró a la casa grande.

—¿Papá?

—Sí —dijo, tomando de nuevo su mano y tirando de él hacia la casa— Él es... Él es una persona muy importante y te puede dar cualquier cosa que necesites. Él... Él se ocupará de ti.

A medida que sus palabras se hundieron en él, Taeyong retiró la mano y corrió por delante de ella. Un papá. ¡Su papá! Billy tenía un papá. Tom tenía un papá también. Incluso esa estúpida Charlie Kane tenía un papá. Un papá. Tenía un verdadero padre. Y ¡tal vez su padre podía arreglar lo que estaba mal con su madre, también!

Taeyong golpeó la puerta delantera.

—Tae —amonestó su madre, pero un ataque de tos terrible interrumpió cualquier otra cosa que ella quería decir.

La puerta se abrió, revelando a un hombre en el otro lado.

No era muy alto, pero parecía... agradable. Él no se parecía a Taeyong—todo el mundo dijo que Taeyong se parecía a su madre— pero tenía los ojos como él.

El hombre —su padre— lo miró con confusión, una educada sonrisa en los labios. El corazón de Taeyong latía en su pecho. Él sonrió.

—Hola.

—Hola —dijo suavemente su padre— ¿Puedo ayudarle, jovencito?

Taeyong le sonrió.

—Soy Taeyong.

Parecía desconcertado, su padre miró por encima del hombro de Taeyong. Detrás de Taeyong, su madre finalmente dejó de toser.

—Hola, Arthur —dijo ella, su voz todavía terrible por la tos. Su padre la miró, su cara... vacía.

A medida que el silencio se prolongó, Taeyong tuvo una sensación extraña en el estómago.

—Lo siento, señor, yo no oí los golpes —dijo de pronto una voz masculina de disculpa— No debe abrir la puerta.

—Está bien, Barnes —dijo su padre después de un momento— No es nadie importante. Puedes irte —Le frunció el ceño Taeyong. ¿Tal vez él no la había reconocido? Se veía tan diferente ahora que ella estaba enferma.

—Soy tu hijo, Taeyong —lo intentó de nuevo, tratando de dar al hombre su mejor sonrisa. La madre de Billy siempre dijo que era "un niño bonito" e "irresistible" cuando era agradable.

Su padre le dio una mirada muy extraña.

Antes de que pudiera decir nada, se oyó el sonido de alguien corriendo y, a continuación, un muchacho rubio, de la edad de Taeyong, vino entre las piernas del padre de Taeyong.

—¡Papi, no hemos terminado de jugar! —dijo, agarrando su mano y tirando del hombre.

—Espera por mí en la sala de estar, Shotaro.

El chico miró a Taeyong e hizo una mueca.

—¡Da algo a los mendigos y vamos! —Taeyong miró al chico, de repente consciente de que él se veía como un mendigo en comparación con el muchacho, que usaba ropa limpia y ordenada. Taeyong nunca había visto ropa de ese estilo.

—¡Retíralo! —dijo, lanzándose hacia adelante y empujando al chico—¡No soy un mendigo!

—Taeyong —su madre comenzó, pero otro ataque de tos la interrumpió a mitad de camino.

—¡Papá! —El niño gritó, tratando de empujar a Taeyong lejos.

Manos agarraron el cuello de Taeyong y lo empujaron fuera del chico.

Mirando hacia arriba, Taeyong se encontró con los ojos con ira de su padre. Él tuvo esa sensación rara en el estómago de nuevo.

—Dile que no soy un mendigo —susurró— Dile que soy tu hijo.

Algo brilló en los ojos de su padre, algo así como vacilación. Miró por encima del hombro de Taeyong a su madre.

—Arthur, por favor —dijo, con la voz entrecortada—No tiene a nadie. Cuando me vaya, él...

— Papi, ¿quienes son estas personas? —El niño se quejó.

—¿Arthur? —Una voz femenina culta llamó. Se oyó el ruido de pasos que se acercaban— ¿Quién es?

Tragando, su padre soltó el cuello de Taeyong.

—Nadie —dijo y cerró la puerta en la cara de Taeyong.

La memoria era una cosa caprichosa. Taeyong no recordaba lo que le dijo a su madre después o lo que ella le dijo. Sólo tenía un vago recuerdo de la muerte de su madre unos meses más tarde. Pero recordaba con perfecta claridad lo que sentía mientras miraba la prístina puerta blanca hace dieciséis años: la sensación de insuficiencia y completa humillación y el dolor. Y la ira. Montones y montones de ira.

Taeyong sacudió la cabeza con una sonrisa torcida. Dios, esto era tan patético. Era perfectamente consciente de que era un caso de libro. Freud habría tenido un día de campo con él. El sabía que una de las razones por las que no podía soportar a Jungwoo porque él proyectó su odio hacia el chico —su verdadero hermano— en él, a pesar de que no ayudó el que Jungwoo menudo lo hacía sentir inferior, también.

Jungwoo a menudo lo acusó de ser una mierda de dos caras, manipulador. No estaba equivocado. Pero él no estaba bien, tampoco. A Taeyong le hubiera gustado ser tan tortuoso como Snoopy lo imaginaba ser, pero la verdad era más simple y mucho más degradante: Taeyong puso mucho esfuerzo en ser del agrado de otras personas porque lo necesitaba.

Pero ser consciente de sus problemas y realmente hacer algo acerca de ellos eran dos cosas diferentes. Hacía dieciséis años y él todavía no podía lidiar con el rechazo mejor que cuando era un niño. Odiaba sentirse inadecuado. Inferior. No deseado y humillado.

Nunca había odiado a Jung JaeHyun más.

Taeyong cerró los ojos, tratando de aclarar su mente, pero no pudo borrar el recuerdo de su propia voz temblorosa, necesitada implorando a JaeHyun y el golpe del rechazo. Por supuesto JaeHyun le había rechazado, él podría haber querido a Taeyong físicamente, pero tenía una pequeña novia perfecta con la que se iba a casar.

El padre de Taeyong la habría aprobado.

Una risa brotó de su garganta y Taeyong sacudió la cabeza. No. Él no dejaría que JaeHyun le redujera a esto. No iba a revolcarse en la autocompasión. Así que JaeHyun lo rechazó; ¿Y qué? Fue una buena cosa. No importaba lo humillante que era, era una buena cosa que JaeHyun se había detenido antes de que pudieran ir demasiado lejos. Si se hubiera acostado con JaeHyun, se habría arrepentido, de todos modos. Un polvo no era digno de su autoestima. Nunca sería "la otra mujer", como su madre había sido. Así que, que se joda JaeHyun. A Taeyong no le importa nada de él. Era Lee Taeyong, una estrella de fútbol de clase mundial y millonario, y él era increíble. Millones de personas querían ser él. Millones lo querían. JaeHyun era nada. JaeHyun era nadie para él. JaeHyun no se merecía besar sus botas. Y JaeHyun seguro de que no merecía una salida fácil.

Su mandíbula se apretada, Taeyong sacó el teléfono y lo llamó.

—Mira —dijo JaeHyun cuando finalmente respondió— Acerca de lo ocurrido.

—Has descuidado tu trabajo durante dos días — Taeyong lo interrumpió, su voz dura— Espero que estés aquí a primera hora de la mañana.

Hubo un silencio en la línea.

Por fin, JaeHyun dijo— Estoy en mi camino hacia Lucas. Estoy entregando mi renuncia.

— ¿Por qué? —dijo Taeyong. JaeHyun exhala audiblemente.

—Tae

—No, realmente no entiendo por qué estás dejando el trabajo —Taeyong se burló, asegurándose de sonar tan burlón como fuera posible— Si se trata de lo sucedido esta mañana, olvídate de ello. Obviamente no va a suceder de nuevo. No sé lo que estaba pensando —Taeyong sonrió con gravedad, contento con lo aburrido e indiferente que sonaba su voz— Yo espero verte aquí mañana.

—Lo estoy dejando, Taeyong.

—Ah, lo entiendo —dijo amablemente— Tienes miedo de que no seas capaz de mantener sus manos fuera de mí.

—No tengo miedo de eso —dijo JaeHyun con irritación.

—Entonces demuéstralo —dijo Taeyong suavemente— Pero creo que no puedes. Tienes miedo de estar cerca de mí.

—¿Cómo entras por la puerta de entrada con una cabeza tan grande?—preguntó JaeHyun con una risa.

—Es un talento especial. Soy muy talentoso. No llegues tarde —Taeyong colgó, sabiendo que había ganado.

O perdido, algosusurró en el fondo de su mente. La verdad era que tenía miedo, también.

Capítulo 9

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1 comentario


montse.ja04
18 feb 2024

Hola. No encuentro el link para los siguientes capítulos. :'(

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