𝓈𝓅𝑒 🍇 JaeYong
- mellifluous_AR

- 20 dic 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 20 mar 2022
Sinopsis
Cuando la línea entre "la necesidad" y "el deseo" se torna confusa...
Lee Taeyong, futbolista estrella en ascenso. Jung JaeHyun, médico del equipo.
Para el mundo externo, ellos solo son buenos amigos. Pero lo cierto es, que Taeyong no está completamente seguro de que son el uno para el otro.
Hay quienes llaman a su relación enfermiza. Hay quienes la llaman co-dependiente. Taeyong la llama confusa. Él sabe que JaeHyun lo quiere... más que como un amigo. Él no desea a JaeHyun. Él es heterosexual, tiene una novia, y la ama. Pero JaeHyun es... JaeHyun es más. JaeHyun es suyo. Él lo necesita... su toque y su fuerza.
¿Pero es eso suficiente para JaeHyun?
🍇 JaeYong
🍇 Saga SP
🍇 #3
PRÓXIMAMENTE

🍇
Orden
#0.5 — C h i c o_H e t e r o s e x u a l (No Adaptado)
#1 — SPR e t o r c i d o (Adaptado)
#2 — SPO b s e s i o n a d o (No Adaptado)
#3 — SPE n f e r m i z o (Adaptado) 🍇
#4 — SPE q u i v o c a d o (Adaptado)
#5 — SPC o n f u s o (Adaptado)
#6 — SPD e s p i a d a d o (Adaptado)
#7 — SPM a l v a d o (En Proceso)
#8 — SPS i n v e r g ü e n z a (Adaptado)
# 9 — SPG a y (Adaptado)
#10 — SPS u c i o (Adaptado)
#11 — SPA r r u i n a d o (Adaptado)
#12 — SPM a n d ó n (Adaptado)
#13 — SPS i n_C o r a z ó n (2022)
🍇
Capítulos
Primera Parte: RÚPTURA.
Prólogo: Pájaro Robando Pan.
Contar ovejas no funcionó.
Taeyong se volvió sobre su espalda con un suspiro. Él escuchó la respiración de Sana, tratando de dejar que lo amodorrara hasta dormirse.
Eso no funcionó, tampoco. Su novia podría estar durmiendo a su lado, pero la persona que ocupaba su mente estaba abajo, emborrachándose. JaeHyun. Su mejor amigo.
Suspirando de nuevo, Taeyong se sentó y enterró sus dedos en su pelo. Retuvo el aliento y forzó su audición. La casa estaba completamente silenciosa. Habían pasado horas; a lo mejor JaeHyun había finalmente ido a acostarse.
Y a lo mejor todavía estaba bebiendo frente a la chimenea. Apretando la mandíbula, Taeyong miró hacia la puerta.
Él no debería. No debería ir abajo. Eso no cambiaría nada. No había nada que él pudiera hacer por JaeHyun.
Después de todo, él era la razón por la que JaeHyun estaba bebiendo.
"¿No ves lo cruel que es esto? ¿No te importa? Lo estás quebrando." La voz del primo de JaeHyun resonó en su mente, una y otra y otra vez, cada palabra como un puñetazo en el plexo solar.
Taeyong cerró los ojos, tratando de bloquearlo. Él no tenía intención de revelarle a Hendery que sabía acerca de los sentimientos de JaeHyun por él. No se suponía que lo supiera nadie. No se suponía que JaeHyun debiera saber que Taeyong lo sabía. Ahora, Taeyong no podría dejar de preocuparse. Hendery había prometido no decirle nada a JaeHyun, pero Taeyong no estaba seguro de poder confiar en el tipo — se lo veía bastante enojado más temprano esa noche.
"Él no es tu padre. Él no es tu hermano mayor. Él no es un monje. Él es un hombre saludable en su mejor momento. Si lo amas tanto como afirmas, dejarás de ser una pequeña mierda egoísta y lo dejarás ir."
Hendery tenía razón, por supuesto: Taeyong era heterosexual, tenía una novia que amaba y no podía darle a JaeHyun lo que quería. Lo correcto sería decirle a JaeHyun, que él sabía sobre los sentimientos de JaeHyun por él — y que cualquier cosa entre ellos era imposible. Hubiera sido más amable permitir a JaeHyun dejarlo y encontrar a alguien más para amar.
Excepto que JaeHyun no podía dejarlo. Incluso pensar en ello hacía que su estómago se retorciera en un nudo doloroso y una oleada de pánico le atravesara todo su cuerpo. Dios, esto estaba tan jodido. Le había dicho a Hendery la verdad: realmente se alegraba de no ser gay. Si él era así de necesitado y dependiente, cuando no quería a JaeHyun de ese modo, Taeyong no podía imaginar la pegajosa ruina que habría sido, si él realmente quisiera a JaeHyun de esa manera. Era lo suficientemente malo ya.
Por el amor de Dios. Él era una estrella del fútbol en ascenso y millonario. No se suponía que se sintiera de esa manera aún. Ya no era un adolescente. Ya no estaba paralítico. No se suponía que todavía sintiera como que JaeHyun fuera su ancla.
Él tenía dieciséis años cuando se dañó la columna vertebral durante algún partido amistoso sin importancia, aquí en los Estados Unidos. El club lo había colocado en el centro de rehabilitación donde JaeHyun estaba haciendo su residencia, y JaeHyun había sido asignado como su fisioterapeuta. Durante diecisiete largos meses, JaeHyun había sido su mundo: él había sostenido la mano de Taeyong mientras trataba de mover sus extremidades, limpiado el sudor de la frente de Taeyong, lo había animado y elogiado cada pequeño logro suyo. Todo el mundo había pensado que la carrera de Taeyong había terminado antes de que incluso hubiera comenzado adecuadamente <los médicos no eran optimistas sobre sus posibilidades de caminar de nuevo, mucho menos de regresar al fútbol> pero JaeHyun le hizo creer que podía hacerlo. Y lo hizo. El día en que dio sus primeros pasos sin caerse, JaeHyun lo abrazó con fuerza y le susurró, con voz llena de orgullo, "Este es mi niño." Y Taeyong no quiso soltarlo jamás. JaeHyun era suyo. No sabía lo que habría hecho sin él.
Él aún no lo hacía. Él podría tener veinte ahora, él podría ser capaz de caminar de nuevo, él podría ser un jugador estrella en un club Inglés de los mejores, pero nada había cambiado sobre la forma en que se sentía por JaeHyun. Se sentía verdaderamente en paz, sólo cuando JaeHyun estaba con él. Si pasaba unos pocos días sin ver a JaeHyun, comenzaba a sentirse fuera de balance y malhumorado, lo que era enfermizo en tantos niveles que Taeyong no podía incluso admitírselo a los psicólogos del club. Pensarían que estaba loco, y tendrían razón.
Infiernos, él pensó que estaba loco por autoinvitarse cuando JaeHyun decidió pasar sus vacaciones con su familia en los Estados Unidos. Afortunadamente, o desafortunadamente, coincidió con que Taeyong se estaba todavía recuperando de una pequeña lesión en el tobillo, o no habría sido capaz de dejar Inglaterra durante el apogeo de la temporada de fútbol.
No había querido traer a su novia consigo, pero no pudo decirle a Sana por qué exactamente no quería que viniera. Sana no sabía acerca de los sentimientos de JaeHyun; ella no sabía que su presencia sería dolorosa para JaeHyun.
Taeyong se pellizcó el puente de la nariz. Joder, ¿por qué todo tiene que ser tan complicado?
Si tan sólo JaeHyun no hubiera desarrollado algo por él... Excepto...
Excepto que a él tipo que... A él no le molestaba.
La embarazosa, vergonzosa verdad hizo que las mejillas de Taeyong se calentaran. Sabía que era terriblemente egoísta. Él no podía estar complacido de que JaeHyun tuviera sentimientos no correspondidos por él — y no lo estaba. JaeHyun era la persona más agradable que conocía. No había nadie en el mundo que mereciera más la felicidad que JaeHyun. Pero Taeyong no podía negar que a una parte suya le gustaba que JaeHyun no estuviera enamorado de alguien más. Si fuera honesto consigo mismo, antes de que hubiera descubierto que JaeHyun tenía sentimientos por él, había estado asustado de que JaeHyun se enamoraría de algún idiota que no lo mereciera y que ese idiota se llevaría a JaeHyun lejos de él. Ahora nadie podría.
Taeyong sacudió la cabeza con una mueca. A veces, estos pensamientos egoístas lo enfermaban incluso a él. Tal vez los medios británicos tenían razón: tal vez él realmente era un imbécil egoísta.
Un perro aullaba fuera.
El aullido siguió y siguió, y Taeyong sintió un escalofrío de inquietud bajando por su columna vertebral. Le hizo acordarse del viejo orfanato coreano, y de noches frías pasadas acurrucado bajo una manta delgada, deseando algo que pudiera llamar suyo. Hasta JaeHyun, nunca había tenido nada que fuera realmente suyo. Bueno, por unos breves tres años, sus padres adoptivos, los Lee, fueron suyos — o algo así. Fueron gente lo suficientemente agradable, pero no muy buenos padres: siempre demasiado ocupados viajando por todo el mundo como voluntarios para prestar demasiada atención a sus hijos adoptivos. Taeyong nunca llegó a amarlos. Se preguntó que decía eso sobre él, que lo único que había sentido cuando se enteró de la muerte de sus padres adoptivos fue indiferencia. Él solía preguntarse si algo estaba básicamente mal en él, si él era incapaz de amar a alguien. Él ya no lo hacía. Podía amar a la gente. Amaba a Sana. Y a JaeHyun. Amaba a JaeHyun un poco demasiado para su gusto.
El perro aullaba fuera de nuevo, un aullido lastimero. El sentimiento de soledad creció dentro de él, como un amigo perdido hace mucho tiempo. Soledad y algo peor: miedo.
Con cuidado de no despertar a Sana, Taeyong salió de la cama y dejó el dormitorio.
El segundo piso de la pequeña casa estaba completamente a oscuras. Él bajó las escaleras, temblando un poco mientras sus pies descalzos tocaban el suelo frío.
El fuego estaba muriendo en la chimenea y las brasas apenas iluminaban la sala de estar. JaeHyun estaba dormido en el sofá junto a la chimenea, una botella medio vacía aún agarrada en su mano.
Taeyong se acercó. Sus ojos recorrieron las familiares facciones y el rastrojo oscuro en la angulosa mandíbula. El rostro de JaeHyun era pacífico, libre de líneas duras o preocupaciones, pero incluso dormido, parecía un poco triste y abatido.
La garganta de Taeyong se cerró.
El viento aullaba; la tormenta de nieve aún estaba en su apogeo afuera.
Se sentó en el sofá junto a JaeHyun y apoyó su cabeza en su hombro. Él aspiró, dejando que el olor familiar de JaeHyun lo impregnara. Generalmente era suficiente para calmarlo, pero esta vez, el miedo en la boca de su estómago sólo empeoró.
Perdería a JaeHyun. Tarde o temprano, JaeHyun decidiría que no podía hacerlo más. Él lo abandonaría.
Taeyong se hundió más profundo contra el lado de JaeHyun, envolviendo su brazo alrededor de su cintura.
JaeHyun se agitó en su sueño.
—¿Tae?—Su voz era un murmullo ronco—¿Qué estás haciendo aquí?
—No podía dormir—dijo Taeyong—Sabes que odio las tormentas de nieve. Y esta casa es fría. Me estaba congelando.
—Todas las mejores razones para quedarte en una cama caliente—dijo JaeHyun.
No sonaba borracho. ¿Cuánto tiempo había dormido?
Taeyong simplemente murmuró algo evasivo y se acurrucó más cerca.
JaeHyun olía bien. Siempre olía bien.
—Mimosa—Puta—JaeHyun dijo con una sonrisa.
—Cállate. Estoy congelado.
JaeHyun escabulló un brazo alrededor de su torso, tirando de él prácticamente sobre su regazo.
Taeyong dejó escapar un ruidito contento. Él estaba cálido ahora.
—Mmm, mucho mejor—dijo en el cuello de JaeHyun.
—Vivo para servir—JaeHyun dijo secamente.
Taeyong se preguntó cómo JaeHyun podía hacer esto. ¿Cómo podía fingir todo el tiempo? ¿Cómo podía ser tan agradable con Sana? Tenía que ser duro, y agotador. No podía seguir por siempre. JaeHyun era la persona más fuerte que él conocía, pero todo el mundo tenía un punto de quiebre. Todos.
Taeyong se quedó mirando las brillantes brasas rojas de un fuego moribundo. Últimamente, Sana había estado tratando sacar el tema del matrimonio y los bebés. Él había estado evitando el tema tanto como podría, pero no pudo hacerlo por siempre sin lastimarla. No era que él no amara a Sana; lo hacía. No era que él no quisiera tener niños; lo hacía. Tener una familia propia siempre fue algo que él anheló. Pero ellos eran demasiado jóvenes. ¿Cuál era la prisa?
Y si él cedía a sus deseos, JaeHyun ... ¿Se quedaría JaeHyun? ¿Podría hacerle eso a JaeHyun?
Déjalo ir. Era la voz de Hendery, dura y enojada. Si realmente lo amas, dejarás de ser una pequeña mierda egoísta y lo dejarás ir.
Taeyong se retorció, apretando su brazo alrededor del centro de JaeHyun. Una mano cálida, fuerte, se instaló en su nuca.
—¿Taeyong?— la voz de JaeHyun era seria ahora. Preocupada.
Taeyong se obligó a no apoyarse demasiado en el toque.
—Ellos tienen razón, sabes: realmente soy un hijo de puta.
JaeHyun se quedó inmóvil.
Fuera, la tormenta azotó nieve contra la ventana.
—Está bien, ¿qué pasa?— JaeHyun dijo despacito.
Taeyong negó con la cabeza.
—Olvídalo. Sólo... ¿me prometes algo?
—¿Qué?—los dedos de JaeHyun empezaron a recorrer su pelo.
No me dejes.
Él no lo dijo. No podía decirlo sin despertar las sospechas de JaeHyun.
Él no podía decirlo sin sonar como un niño necesitado.
—¿Te arrepientes de mudarte a Inglaterra?—Taeyong preguntó en cambio. Ellos nunca hablaron sobre ello. Sí, fue gente del club de fútbol de Taeyong quienes, impresionados por la poco probable recuperación de Taeyong, le habían ofrecido a JaeHyun un empleo. Pero sabía que él fue la razón principal por la que JaeHyun se había mudado a Inglaterra después de terminar su residencia. Fue hace dos años. Dos años de vivir cada uno en el bolsillo del otro y Taeyong nunca había preguntado. Había tenido miedo de preguntar.
Y ahora, el silencio de JaeHyun le daba miedo. ¿Se arrepentía? Se había mudado a otro país por él y apenas había visto a su familia en el último par de años.
—No—JaeHyun dijo por fin, con la voz un poco entrecortada—No me arrepiento.
—¿Y nunca lo harás?
—Hablar de nunca y siempre es ingenuo—JaeHyun dijo en voz baja—Tú no eres ingenuo.
Taeyong se mordió el interior de la mejilla, sintiendo un dolor físico en sus entrañas. Él se volvió muy consciente del sonido de tic—tac del reloj. Tiempo, yéndose.
No sabía qué hacer.
Así que hizo lo que siempre hacía cuando se sentía perdido, o enojado, o molesto: cerró los ojos, se empujó más cerca del costado de JaeHyun y fingió que los problemas no existían.
Él era bueno en eso… mientras que tuviera a JaeHyun.
Mientras que tuviera a JaeHyun.
El reloj siguió con su tic-tac.
Capítulo 1
Deshecho.
Seis meses después
En momentos como este, Jung Jaehyun odiaba su empleo. Ser el Jefe de Medicina Deportiva en un renombrado club de la Premier League podía ser prestigioso, pero mientras miraba la pantalla de su computadora, luchando por recordar la lesión de algún futbolista adolescente que ya no jugaba para el club, odiaba su trabajo. Si hubiera sabido cuanto de su tiempo gastaría tras un escritorio mientras llenaba papeleo, JaeHyun lo habría pensado dos veces cuando la junta directiva del Chelsea le ofreció la promoción hace un año.
El teléfono sonó.
Con sus ojos todavía en la pantalla del ordenador, JaeHyun contestó.
—Yeri, te pedí que no me interrumpieras.
—Lo sé— su secretaria dijo y bajó la voz—Pero tu chico está aquí.
JaeHyun miró hacia la puerta.
—No sé de quién estás hablando.
No necesitaba ver a Yeri para saber que estaba rodando sus ojos.
—Cinco-nueve, pelo rubio ceniza, adorables ojos verdes, y un temperamento terrible. Tae. Lee Taeyong. ¿Te suena?
—Te has vuelto descarada, Yeri.
—¿Yo? Nunca. ¿Puedo dejarlo entrar, por favor? Me está provocando dolor de cabeza. No parece entender que no puede entrar a tu oficina cuando él quiera.
JaeHyun no pudo evitar una sonrisa. Eso sonaba como Taeyong—¿No le has dicho que estoy ocupado?
—Lo hice. ¿Y sabes que dijo él? „Pero soy yo.‟ Como si las reglas no aplicaran para él— Ella no podía contener el disgusto fuera de su voz.
La sonrisa de JaeHyun desapareció—Suficiente, Yeri. Déjalo entrar— JaeHyun colgó, su ánimo tornándose ácido. Sabía que Yeri tenía buenas intenciones. Ella era sólo un poco sobreprotectora con él y nunca le había gustado Taeyong. Para ser justos, Tae no era todo sol y arcoíris: él podía ser un poco idiota con la gente que no le importaba — que era la mayoría de la gente — pero era ferozmente leal a aquellos pocos que le importaban.
La puerta se abrió y Taeyong entró en la habitación, vestido con su conjunto azul de entrenar. Él se dejó caer en la silla grande al otro lado del escritorio de JaeHyun.
—¿No se supone que deberías estar entrenando?— preguntó JaeHyun. Taeyong podía ser una de las estrellas del equipo, pero incluso él no podía salir del entrenamiento sin una buena razón.
—Sí.
—¿Estás lastimado?
Taeyong atrapó su labio inferior con sus dientes—Mi espalda baja todavía me duele un poco después del golpe que recibí la semana pasada. Necesito un masaje.
JaeHyun lo estudió por un momento. Conocía al cuerpo de Taeyong mejor que al suyo propio y atestiguaba que el dolor estaba ausente, lo que significaba que Taeyong simplemente quería un masaje. Y por lo general deseaba un masaje cuando quería consuelo pero nunca lo admitiría.
—Doyoung es el kinesiólogo de turno en este momento— JaeHyun dijo suavemente—Pídeselo.
Taeyong frunció el ceño.
JaeHyun soltó una carcajada—Te das cuenta que ya no soy tu kinesiólogo, ¿cierto?
Taeyong esbozó una sonrisa—¿Qué? ¿Demasiado importante para ello?
—Precisamente— JaeHyun se puso de pie y se dirigió al cuarto de examen contiguo—Está bien, vamos. Tira la camisa y súbete a la camilla.
Para el momento en que él hizo aparecer una botella de aceite para masajes, Taeyong ya estaba en la camilla.
JaeHyun trabajó el aceite sobre sus palmas y lo extendió sobre la espalda de Taeyong, deslizándolas sobre las curvas de sus omóplatos con una practicada eficiencia.
Con un suspiro de satisfacción, Taeyong se relajó.
JaeHyun se concentró en trabajar en los nudos, tratando de ignorar la impecable piel pálida que estaba tocando. La espalda de Taeyong era fuerte y delgada, con músculos bien tonificados. La mirada de JaeHyun viajó por la graciosa curva de la espalda de Taeyong al culo respingón vestido sólo con unos delgados pantalones cortos azules.
Apretando la mandíbula, JaeHyun apartó la vista y se aclaró la garganta—Entonces, ¿qué te tiene de mal humor?
Taeyong se tensó un poco antes de relajarse lentamente de nuevo mientras JaeHyun masajeaba su espalda baja—El entrenador quiere pasarme al ala derecha.
Las cejas de JaeHyun se fruncieron. Taeyong era uno de los mejores extremos en Europa, pero era de conocimiento popular que él se sentía incómodo jugando en el ala derecha. Él siempre jugó a la izquierda. Siempre.
—¿Por qué?
—¿Por qué te parece?— Taeyong dijo, con amargura—Por el niño de oro.
JaeHyun sonrió un poco—Él es tu hermano, Tae.
—No, no lo es. No estamos emparentados por sangre.
—Eso no importa— dijo JaeHyun.
—Dile eso a él. Él es el que constantemente le recuerda a la prensa que él es Inglés, mientras que yo soy francés — o coreano — lo que más le convenga.
JaeHyun sacudió la cabeza para sí mismo. Él nunca había entendido la rivalidad feroz entre Taeyong y su hermano adoptivo, Jungwoo. Ellos eran de la misma edad, ambos huérfanos, ambos amaban el fútbol y ambos eran increíblemente talentosos, pero no podían soportarse el uno al otro. Tal vez el problema era que Taeyong y Jungwoo no habían vivido como hermanos por mucho tiempo: sus padres adoptivos, los Lee, habían muerto cuando tenían nueve y habían sido dejados al cuidado de familiares lejanos que no querían particularmente criar a dos niños difíciles que ni siquiera estaban relacionados con ellos por sangre. Para sacárselos de las manos, sus parientes habían inscripto a los niños en las ligas menores de un club de fútbol francés. Progresando rápido por seis años, y los chicos llamaron la atención de la red de cazatalentos del Chelsea. JaeHyun pensaba que era bastante irónico que Taeyong y Jungwoo se odiaran entre sí, pero no pudieran librarse de la compañía del otro, incluso en Inglaterra.
—¿Qué hizo Jungwoo ahora?— Preguntó JaeHyun, reanudando el masaje—No es su culpa si el entrenador decidió moverlo a tu posición habitual.
Taeyong soltó un bufido—¿Realmente crees eso? Él siempre quiso ocupar mi posición. Nunca me pasa la pelota y siempre trata de hacerme ver mal, y todo el mundo lo ama porque él es tan querible e Inglés, y tú sabes cómo es. A la prensa británica le encanta revolver la basura y siguen proclamando que yo estoy arruinando el desarrollo futuro de una superestrella Inglesa— Taeyong dijo burlón—Y ese gilipollas echa constantemente más leña al fuego y comenta a la prensa que habría estado jugando mucho mejor si él jugara en el ala izquierda.
JaeHyun pasó las manos a lo largo de la espalda de Taeyong—Jungwoo no es un chico malo. Estoy seguro de que no quiso decirlo en ese sentido.
—¡El Infierno no lo hizo!— Los músculos de Taeyong se pusieron duros bajo sus manos—Esa pequeña mierda manipuladora. ¿Por qué nadie puede verlo además de mí? Él es un chupa pollas con doble cara, pero todo el mundo piensa que es un tipo agradable. ¡Incluso tú! Yo pensé..— La voz de Taeyong se volvió firme—Pensé que tú estarías de mi lado. Pero siempre eres tan agradable con él.
JaeHyun paró de masajear y se quedó mirando su nuca rubia oscura—Soy el doctor principal de este club de fútbol— dijo lentamente—Y él es un jugador del equipo de primera. Es mi trabajo ser amable con él y asegurarme de que está entrenando y en su mejor forma— Él no sabía por qué estaba incluso explicando esto. Él no tenía que explicar nada a Taeyong. Estrictamente hablando, Taeyong era sólo uno de los setenta y ocho deportistas de edades variadas bajo su cuidado. No era asunto de Taeyong cómo trataba a los demás jugadores.
Excepto que aparentemente Taeyong pensaba diferente—No quiero que seas agradable con él.
JaeHyun parpadeó—¿Qué?
Taeyong se volvió sobre su espalda, sus labios apretados en una línea triste—¿No has notado lo dulce que es contigo? Yo lo conozco. Él nunca es dulce sin una razón.
JaeHyun reprimió un suspiro. Podía ver hacia dónde iba esto. Taeyong era muy posesivo con sus cosas. No hablaba mucho sobre su primera infancia en Corea — afirmaba que no lo recordaba — pero JaeHyun pudo sacar una conjetura educada. Los orfanatos coreanos no pudieron haber sido un lugar agradable para vivir. Cuando niño, Taeyong no había tenido demasiado, por lo que era solo natural que hubiera crecido acostumbrado a velar celosamente lo poco que tenía. No importaba que Taeyong ya no fuera un niño y podía permitirse cualquier cosa que quisiera; él nunca había superado su posesividad. Todos sabían que Lee Taeyong era malísimo para compartir. Era evidente en el campo de fútbol, también: a menudo era egoísta y despiadado, queriendo ser el único que anotara todos los goles. Por esa razón, él era el blanco favorito para la crítica mordaz de los medios, universalmente odiado y admirado a regañadientes.
Cuando JaeHyun había sido asignado como fisioterapeuta de Taeyong en el centro de rehabilitación, él ya había oído hablar de la personalidad difícil del niño. La verdad sea dicha, en aquel entonces JaeHyun no había estado emocionado por la asignación. La residencia era agotadora, como lo fue para él, y cuidar a un adolescente difícil, paralítico, no era algo que estaba deseando en su futuro. Además, odiaba a los casos como el de Taeyong: cuando había pocas esperanzas de una recuperación completa y él verdaderamente podía hacer poco para ayudar.
Pero la primera vez que había visto al escuálido chico recostado inmóvil bajo las sábanas, sus enormes ojos verdes siendo el único color en su cara, esto se volvió personal. Demasiado personal para su gusto. Había líneas que los médicos no deberían cruzar con sus pacientes, y dar falsas esperanzas de recuperación era una de ellas, pero JaeHyun no pudo evitarlo. No podía decirle al niño que nunca volvería a caminar nuevamente y que debería acostumbrarse a estar postrado. Simplemente no podía decirle eso. Había algo en ese chico pálido, de aspecto extraño, que sacó afuera cada instinto protector en él. Quería verlo sonreír. Quería verlo feliz. Quería verlo saludable. Se había tornado un poco obsesivo, y por los próximos diecisiete meses, JaeHyun se encontró pasando el poco tiempo libre que tenía con Taeyong. El muchacho tenía una personalidad difícil, pero a JaeHyun no le importaba. Tae era como un animal herido (un cachorrito, JaeHyun pensó cariñosamente) que quería ayuda y consuelo, pero trataba de ocultarlo. Por ensayo y error, JaeHyun había aprendido cómo tratar con él. Cuando Taeyong lanzaba sus rabietas, JaeHyun simplemente le devolvía una mirada no impresionada; cuando Taeyong se negaba a hacer sus ejercicios —porque no tenían sentido— JaeHyun le llamaba cobarde y desertor; cuando Taeyong estaba deprimido y comenzaba a perder la fe, JaeHyun lo jalaba cerca y lo abrazaba, susurrándole palabras de amor hasta que Taeyong sonreía y recuperaba su persistente creencia en que todo iba a estar bien.
La fe por sí sola no era suficiente —en cierto modo, la recuperación de Taeyong fue un milagro médico— pero el milagro no habría sucedido si Taeyong hubiera dejado de intentarlo. El día en que Taeyong logró dar unos pocos pasos sin caer, él abrazó a JaeHyun con fuerza y murmuró bajo su cuello, con su voz llena de emoción—No habría podido hacer esto sin ti. Te amo.
Y JaeHyun se había quedado congelado en su sitio, sintiendo frío y calor a la vez. Él Sabía que era una confesión completamente inocente. Era bastante común que los pacientes se apegaran a sus médicos, especialmente considerando las circunstancias de Taeyong: él estaba en un país extranjero y no tenía a nadie además de JaeHyun. En todos los meses que Taeyong había pasado en el centro de rehabilitación, nadie lo había visitado, además de unas pocas personas de su club de fútbol. Así que no era sorprendente cuan apegado Taeyong se había puesto con él.
Lo que era sorprendente, era lo apegado con el chico que JaeHyun había llegado a estar, aunque... apegado no sería la palabra correcta para ello. Estar solo apegado hubiera sido poco profesional, pero todavía estaría bien. Lo que él había sentido por su paciente—de—diecisiete—años—que era diez años más joven que él— definitivamente no estaba bien.
El día en que Taeyong había sido dado de alta fue sumamente agridulce, porque significaba que Taeyong regresaría a Inglaterra. Esa noche JaeHyun fue a un bar y se emborrachó. Él apenas recordaba lo que pasó después de eso, pero recordaba despertar con resaca y un extraño desnudo junto a él —un extraño que apenas parecía tener edad legal. Un extraño que tenía cabello rubio oscuro y ojos verdes.
—¿Jae?
JaeHyun se estremeció y apartó los recuerdos de su mente, reprimiéndolos como había aprendido a hacer mucho tiempo atrás. Suspirando, se alejó de la mesa de masajes y se dirigió al fregadero para lavarse las manos—Sabes que esto es ridículo, Taennie— A Taeyong no le gustaba cuando JaeHyun lo llamaba por la versión coreana de su nombre, pero eso siempre le hacía prestar atención. JaeHyun sabía que Taeyong odiaba todo lo que el nombre implicaba más que al propio nombre. A JaeHyun le gustaba el nombre, pero lo usaba con moderación —a Taeyong no le gustaba ser recordado sobre su niñez. Tanto como JaeHyun sabía, era una de las pocas palabras que Taeyong todavía recordaba de su lengua materna; él era francés ahora, en otras formas además del nombre.
—No puedes decirme cómo tratar a mis pacientes— añadió JaeHyun.
—Pero.
—¿Cuál es exactamente tu objeción?— Silencio.
Y entonces,
—Porque tú eres mío.
El corazón de JaeHyun se salteó un latido. Se dijo a sí mismo que no debía ser idiota. Por supuesto que esto era sobre la rivalidad de Taeyong con su hermano.
JaeHyun volvió a su escritorio, se sentó y se quedó mirando a la pantalla sin ver—Vuelve a entrenar y deja de molestarme, Taeyong. Estoy trabajando. Tú deberías estar trabajando también, y, a diferencia tuya, a mí no me pagan millones por correr en una cancha de fútbol y perseguir una pelota.
Taeyong se echó a reír. JaeHyun podía oírlo saltando de la mesa de masajes y caminando de regreso a la oficina.
—Jae— dijo suavemente.
—No.
—Vamos.
—Dije que no. Estás siendo ridículo.
Todavía vestido solo con sus pantalones cortos, Taeyong rodeó el escritorio, llevando la camiseta en su mano.
JaeHyun se preparó.
—No estoy pidiéndote que seas malo con él ni nada— Taeyong pasó un brazo alrededor de sus hombros y se inclinó hacia él—Sólo no confíes en él, ¿de acuerdo? Él es una víbora.
Su cálido aliento rozaba la oreja de JaeHyun. Su aroma cosquilleando en su nariz. Su piel desnuda estaba tocando el brazo de JaeHyun.
JaeHyun siguió mirando un informe sin prestar atención, centrándose en mantener su respiración uniforme.
Taeyong suspiró, presionando su nariz contra un lado de la cara de JaeHyun—Yo solo—Yo no confío en él. No contigo. Prométeme que tendrás cuidado de él. No dejes que te envuelva alrededor de su dedo meñique como hace con todo el mundo.
JaeHyun casi se echó a reír. Él era un hombre sano, con necesidades y no estaba ciego —Jungwoo era increíblemente hermoso y coqueteaba abiertamente con él— pero si hubiera alguien que lo tenía envuelto en su dedo meñique, era Taeyong.
—Prométemelo— pidió Taeyong.
—Lo prometo— JaeHyun dijo, resignado. Hace mucho que había perdido toda ilusión sobre su habilidad para decirle no a Taeyong. No podía soportar oír la nota de inseguridad en la voz de Taeyong. El mundo conocía a Taeyong como a un tipo confiado, arrogante, al que no le importa una mierda nada, pero no podían estar más equivocados. Taeyong solo ocultaba bien su vulnerabilidad. A veces demasiado bien.
No, JaeHyun no estaba ciego ante los defectos de Taeyong. Taeyong estaba lejos de ser un ángel. Tenía una veta egoísta, despiadada, era demasiado posesivo para su propio bien, y podía ser un imbécil con las personas que no le gustaban. Taeyong también era tristemente célebre por ser un mal perdedor. Si el equipo perdía un partido, era imposible estar alrededor de Tae. No sabía cómo perder. Ponía mala cara, enfurruñado, y tenía rabietas como un niño pequeño cuando las cosas no salían como él quería. Pero debajo de todo eso, él tenía un tipo de vulnerabilidad que hacía que JaeHyun quisiera envolverlo en sus brazos y protegerlo de todo el mundo.
Entre otras cosas, JaeHyun admitió para sí mismo tristemente.
Apretando la mandíbula, miró directamente hacia el frente mientras Taeyong lo abrazaba.
—Gracias— él murmuró, sus labios rozando la oreja de JaeHyun.
Maldito sea todo. A veces JaeHyun sentía que lo estaba matando. Pero se dejó envolver un brazo alrededor de Taeyong y acercarlo más. Saboreó la sensación del cuerpo de Taeyong contra el suyo y bebió su aroma como si fuera aire, y él fuera un hombre ahogándose. Era un tipo particular de infierno: estar tan cerca de él y saber que nunca podría tenerlo.
—Ahora dejar de intentar ahogarme y vuelve a entrenar.
Riendo, Taeyong se enderezó—Voy a volver después del entrenamiento. No te vayas sin mí— Él besó a JaeHyun en la mejilla.
Luego se fue.
Un silencio cayó sobre la habitación después que la puerta se cerró tras Taeyong. Estaba todo demasiado tranquilo, de repente. Demasiado vacío. Su piel hormigueaba donde Tae lo besó.
—Deberías decirle.
JaeHyun levantó la vista. Yeri estaba apoyada en el marco de la puerta, con un profundo ceño fruncido.
Él volvió su mirada a su computadora—¿Para qué?— No tenía sentido; eso sólo haría todo más incómodo. Taeyong podría amarlo, podría ser excesivamente cariñoso con él, pero era cien por ciento heterosexual. Él tenía una adorable novia de la que estaba enamorado. JaeHyun no era nada para él además de su amigo, y nunca sería nada más.
Yeri dejó escapar un profundo suspiro—Entonces sigue adelante, JaeHyun. Te mereces algo mejor. ¡Puedes hacerlo mucho mejor que con él! Mírate. ¿Cómo puede un hombre con tu apariencia estar soltero? Han sido ¿cuántos años ya? ¿Tres? ¿Cuatro?
—Yo salgo. Tengo sexo— a veces.
Yeri se burló—¿No quieres algo más? ¿No quieres una relación plena? Alguien a quien amar —y ser amado también? Alguien...
—Suficiente, Yeri— dijo entre dientes.
—Han pasado años, JaeHyun. ¿Y cuántos años más van a ser? He oído a su novia hablando sobre casarse y tener hijos. Estoy segura de que él va a ser lo suficientemente insensible e ignorante para pedirte ser su padrino. ¿Cómo vas a hacer frente a eso?
Los números se borronearon en la pantalla. Como siempre lo hago. Eso era lo que tenía intención de decir, pero su garganta estaba apretada y dolorosa.
—Suficiente— espetó—Déjame solo—Sacudiendo la cabeza, ella cerró la puerta, y JaeHyun se quedó solo con sus pensamientos una vez más.
Reclinándose en su silla, cerró los ojos. Yeri tenía razón, por supuesto: esto era completamente inútil. Debería renunciar. Hendery, su primo, le había dicho lo mismo cuando él se había enterado de esto medio año atrás. Hendery quería que se fuera de Inglaterra —que dejara a Taeyong— y volviera a los Estados Unidos.
A decir verdad, si no fuera por Taeyong, JaeHyun nunca habría salido de Estados Unidos en primer lugar. Había dejado su casa y todo lo que conocía por el jovencito que se le había metido tan profundamente bajo la piel, que JaeHyun no podía imaginar estar a un océano de distancia de él. Pero de alguna manera, estar tan cerca fue por lejos más doloroso de lo que esperaba. Ver a Taeyong encaprichándose con Sana lo había curado de cualquier ilusión que pudo haber tenido.
Esto no tenía sentido. Debería regresar a casa. El problema era, que los Estados Unidos ya no se sentían como su hogar.
El teléfono volvió a sonar—¿Ahora qué, Yeri?— dijo JaeHyun.
—El Sr. Seo quiere hablar contigo— JaeHyun frunció el ceño—Déjalo entrar.
Se sentó más derecho mientras que Johnny Seo entró en la habitación.
—Johnny— murmuró JaeHyun, un tanto sorprendido. Johnny era un entrenador muy comprometido y raramente se iba mientras los jugadores estaban entrenando—Toma asiento. ¿Algún problema?
El hombre se dejó caer pesadamente en la silla frente a él, sus pesadas cejas arqueadas—Es sobre Lee. Me refiero a Taeyong, por supuesto. Jungwoo nunca causa ningún problema, al contrario de su hermano.
JaeHyun luchó por mantener su rostro indiferente—¿Qué sobre Taeyong?
Johnny cruzó los brazos sobre su pecho—¿Hablas en serio? ¿No has notado lo imposible que ha estado últimamente? Tú lo conoces mejor que yo. Pensé que serías el primero en notarlo.
El ceño de JaeHyun se profundizó. Se devanó los sesos tratando de recordar algo raro en el comportamiento de Taeyong, pero no lo encontró.
En realidad, Taeyong había estado bastante bien últimamente. Él parecía estar haciendo un esfuerzo por mantener su temperamento en calma.
—¿De qué estás hablando?— preguntó JaeHyun.
Las cejas de Johnny se levantaron de golpe—¿Quieres decir que no se ha estado comportando como un culo malhumorado a tu alrededor?
—No realmente— dijo JaeHyun—Todo lo contrario.
Johnny sacudió la cabeza—Él ha estado absolutamente imposible durante el último par de meses. Él desafía mis instrucciones y discute con otros jugadores todo el tiempo. Él está alterando el clima en el vestuario.
—Eso no suena como él— JaeHyun dijo lentamente. Taeyong podría ser terco y un poco egoísta en el campo de juego a veces, pero él era un buen compañero de equipo; él sabía la importancia de un buen ambiente en el vestuario.
—Lo sé— Johnny frunció los labios—Pensaba que lo superaría —lo que sea que fuera— pero parece estar empeorando. Cada pequeña cosa lo puede desencadenar. Comenzó a meterse en peleas físicas con otros jugadores. Fue grosero con los aficionados y periodistas esta mañana.
Cuanto más JaeHyun escuchaba, más difícil le era creer que había logrado perderse eso. O tal vez Taeyong había hecho un esfuerzo para ocultar su estado de ánimo de él, lo que era aún más preocupante.
—Él no está contento con que quieras moverlo al ala derecha— JaeHyun dijo—Tal vez sea eso.
—No, es una consecuencia de su comportamiento, no la causa él.
—¿Hablas con él? ¿Le preguntaste qué está pasando?
Johnny hizo una mueca.
—Lo intenté. Pero ya sabes cómo es él. Fingió que no tenía idea de lo que le estaba hablando— Él negó con la cabeza—Yo lo dejaría estar si su comportamiento no estuviera afectando al equipo, pero lo está, así que no puedo. Al principio pensé que podría estar teniendo problemas para lidiar con su inminente paternidad y todo eso, pero...
—¿Paternidad?— dijo JaeHyun.
—Sí, es un hombre muy joven, después de todo. Sé que muchos futbolistas se vuelven padres a una edad temprana, pero personalmente, no creo que Taeyong esté de ningún modo preparado.
—¿Cómo— cómo te enteraste del embarazo?— JaeHyun apenas podía reconocer su propia voz. Apenas podía oír algo más allá de los latidos de su propio pulso en sus oídos.
Johnny resopló.
—Ciertamente no de él. Yo los escuché a él y a Lambert. Pienso que las únicas personas que lo saben somos Lambert y yo. Y tú, obviamente. Probablemente te contó sobre el embarazo de su novia hace meses, ¿Uh?
JaeHyun no dijo nada.
—De todos modos— dijo Johnny—¿Podrías hablar con él? Si no consigue contenerse, lo sentaré en el banco, y no me importará que él sea el mejor delantero en el país.
JaeHyun probablemente asintió, ya que Johnny se levantó y se fue. Cuando la puerta se cerró, JaeHyun no se movió.
Se quedó allí sentado, muy quieto.
🍃🍇🍃
Premier League: La "Premier League", tambiénconocida en el Reino Unidocomo The Premiership, es la máximacategoría de la ligade clubes de fútbol de Inglaterra y Gales. En Sudamérica, sería equivalente a los equiposde la primera división.
Cinco-nueve: serefiere a la altura de Taeyong en pies (aprox. 1,80 m).
Extremos: posición en el fútbol también conocidacomo alero o delantero exterior.
Equipo de primera: refiere a que juegan en laprimera división de fútbol.
Capítulo 2
Corte.
A principios de año, JaeHyun le había dicho a YangYang, el novio de su primo, que la gente era buena ignorando cosas que no querían ver. Parecía que él había sido culpable de lo mismo. Nunca se había preguntado por qué no había visto a Sana en meses. Nunca le había preguntado a Taeyong dónde estaba ella. Él simplemente había estado contento de que ella no estuviera alrededor.
A JaeHyun no le caía mal Sana. Ella era una agradable jovencita. Era buena para Taeyong: ella siempre le llamaba la atención de su mierda y le decía cuando estaba portándose como un culo. No, a JaeHyun ella no le caía mal. Pero había una diferencia entre caer mal y odiar. A él, ella no le caía mal.
JaeHyun se llevó la botella a los labios y tomó un gran trago. El vodka incendió su garganta mientras bajaba, pero el entumecimiento que había estado buscando desde que salió de su oficina no llegó.
Taeyong iba a ser papá. Un papá. Su Tae.
Era surrealista. En muchos sentidos, Taeyong era todavía un inseguro, vulnerable niño, él mismo.
Un hijo.
Sana iba a darle a Taeyong un hijo. Una familia, algo que Taeyong siempre había querido.
JaeHyun tomó otro trago de vodka. Su mirada perdida en la pared de enfrente, se preguntó cómo era posible sentir la pérdida de algo que nunca había tenido. Siempre supo que iba a terminar de este modo. Siempre supo que no había esperanza. Pensó que lo había aceptado. Pensó que estaba preparado. Él se había equivocado.
El timbre sonó.
JaeHyun miró la puerta y no se movió. Volvió a sonar.
Suspirando, JaeHyun dejó la botella, se levantó y cruzó la habitación. Abrió la puerta y no se sorprendió al ver a Taeyong.
—¿Por qué no me esperaste? Te dije que vendría después del entrenamiento— Taeyong olfateó y entrecerró los ojos—¿Estabas bebiendo?
—Sí— dijo JaeHyun.
Preocupación cruzó por el rostro de Taeyong.
—¿Por qué?— preguntó, empujando a JaeHyun dentro de la casa—¿Ocurre algo malo?
JaeHyun rió, cerrando la puerta y apoyándose contra ella. Era un sonido horrible, pero no podía parar. Él se rió y rió y rió —de sí mismo más que de cualquier otra cosa. Sí, algo andaba mal: su vida.
Un estúpido. Un estúpido enamorado.
—¿Jae?— Taeyong dijo con voz insegura.
—Creo que las felicitaciones están a la orden del día.
—¿Felicidades?
—Sí— JaeHyun dijo, mirando a los ojos de Taeyong—Por la paternidad inminente.
El rostro de Taeyong perdió todo color. Abrió la boca, pero la cerró de nuevo sin hacer ningún ruido.
—¿Por qué?— JaeHyun dijo, haciendo la pregunta que le había estado molestando durante horas—¿Por qué no me lo dijiste? Pensé —pensé que sería a la primera persona que le dirías algo tan importante.
La garganta de Taeyong convulsionó mientras tragaba. Él se limitó a mirar a JaeHyun y no dijo una palabra.
—¿Cuán avanzado está?
Taeyong bajó la mirada.
—Más de cinco meses.
—Cinco meses— JaeHyun repitió—Y todo este tiempo, has estado... ¿Por qué?
Taeyong se mordió el labio, con los ojos todavía bajos. JaeHyun lo estudió.
Y luego tomó una profunda aspiración.
No podía ser. Taeyong no podía saberlo. Él no podía.
—Dime— Él estaba sorprendido por la tranquilidad de su propia voz.
—Ahora.
Taeyong miró a cualquier sitio, menos a él.
—Yo... Yo no sabía cómo decírtelo. No quería hacer que todo se sintiera raro.
—¿Raro?
Taeyong se pasó la lengua por el labio.
—Yo sé sobre... tú cosa por mí.
El estómago de JaeHyun se volcó sobre sí mismo, creando una extraña sensación de vacío.
—Mi cosa por ti— dijo sin expresión. ¿Cómo? ...¿Cómo?
Los ojos verdes se encontraron con los suyos.
—Te conozco.
Dos simples palabras, pero que se sintieron como una puñalada en el corazón.
Taeyong le dio una sonrisa tensa—¿De verdad creías que no me daría cuenta? Me miras como, como..— Taeyong se sonrojó, se lo veía incómodo—Eres bastante obvio.
Un sonido ronco salió de la garganta de JaeHyun. No sabía si reír o ir a esconderse en alguna parte. Todo este tiempo había pensado que estaba siendo sutil, pero al parecer, Taeyong lo había sabido todo el tiempo.
JaeHyun regresó al sofá, cogió la botella y bebió un largo trago.
—Jae.
—Voy a regresar a los Estados Unidos— dijo JaeHyun.
—¿Qué?
JaeHyun tomó otro sorbo de vodka.
Taeyong lo agarró del hombro y lo hizo girar—¡No puedes estar hablando en serio! No importa. No tienes nada de qué avergonzarte. No me importa que —que sientas una cosa por mí...
—Cállate— JaeHyun dijo entre dientes—Cállate.
Una mirada de incertidumbre cruzó los rasgos de Taeyong—Nada tiene que cambiar. Realmente no me importa...
—A mí sí— JaeHyun espetó—Yo no tengo una —cosa— por ti. Yo te amo— Silencio.
La expresión en el rostro de Taeyong era extraña: algo entre inquietud, desconcierto y... algo más.
—JaeHyun...
—No— dijo JaeHyun—He tomado la decisión. Tan pronto como encuentren un reemplazo para mí, voy a irme.
Taeyong se agarró a su camisa—¡No lo harás! Te lo prohíbo.
JaeHyun sonrió—No puedes prohibirme nada, Taeyong— dijo en voz suave, tratando de destrabar los dedos de Taeyong de su camisa—Somos entidades separadas. Tienes tu vida. Yo tengo la mía propia.
Taeyong apretó la camisa de JaeHyun con más fuerza, sus ojos verdes ampliándose—No.
—Sí— dijo JaeHyun, de alguna forma arreglándoselas para mantener su voz firme—Es para mejor, realmente.
Taeyong lo quedó mirando—¿Mejor para quién?— Su nuez de Adán se balanceaba arriba y abajo—¿Por qué tienes que hacerlo? ¡Todo está bien! ¡Estamos bien!
JaeHyun miró la cara de pánico de Taeyong y tuvo que contenerse de tocarlo—No, No lo estamos. Esto —esto nunca va a funcionar. Y tú lo sabes, o no estarías escondiendo el embarazo de Sana de mí. Eso fue estúpido, por cierto. ¿Por cuánto tiempo esperabas hacerlo? Tarde o temprano lo habría descubierto, de todos modos. ¿Entonces qué?
La mandíbula de Taeyong se trabó—Lo sé. No era mi intención hacerlo. Yo iba a decírtelo, pero no pude— Taeyong miró a su mano todavía apretando la camisa de JaeHyun—Cuando Sana me dijo que estaba embarazada, entré un poco en pánico. Quiero decir, por supuesto que estoy contento con el bebé, pero —pero no estaba listo. Pensé que ella tomaba la píldora. Habíamos acordado esperar.
—No importa ahora— JaeHyun dijo inexpresivamente—Van a tener una familia. Es mi señal para irme.
—No— Taeyong lo abrazó de repente, había algo muy desesperado y doloroso en ello—Jae, no hagas esto. Por favor. Yo no puedo —no puedo—
—Tú puedes— JaeHyun dijo—Es tiempo de que camines por tu cuenta. Ya lo hiciste una vez. Puedes hacerlo de nuevo. Esto... nuestra relación... no es saludable para ti.
—No me importa un carajo— Taeyong apretó aún más los brazos a su alrededor—Esto es lo que necesito. Tú.
JaeHyun luchó con la reacción instintiva de su cuerpo. Taeyong no quería decirlo en ese sentido. Él nunca tuvo intenciones de ese modo—No es suficiente para mí. Pensé que lo era —pensé que podría hacerlo— pero me equivoqué. No puedo hacerlo. No lo haré.
El cuerpo de Taeyong se puso rígido.
—Lo siento— dijo JaeHyun—Este es el final— Besó a Taeyong en la sien, pero Taeyong lo apartó, con su mandíbula apretada, ira y algo parecido a traición en su mirada.
—Bien. ¡Lo que sea!— Y él salió de la casa, cerrando la puerta detrás suyo con tanta fuerza que las ventanas temblaron.
JaeHyun se sentó en el sofá y hundió el rostro entre sus manos.
Capítulo 3
Sangrando.
Lee Jungwoo estaba emocionado.
Era casi la hora. El estadio ya se estaba llenando con miles de espectadores, y con la multitud ya empezando a animar, tuvo problemas para mantenerse en calma. Este no era un partido amistoso. Este era el primer partido oficial de la temporada. Esta era la Premier League de Barclays, la mejor liga de fútbol del mundo, y él iba a estrenarla como delantero izquierdo, en lugar de Taeyong. Finalmente.
Mientras se dirigían hacia el túnel, Jungwoo miró a su hermano adoptivo. Apestaba que tuviera que mantener las apariencias y no pudiera sonreír ante la incomodidad de Taeyong. Él quería sonreír y regodearse, pero por supuesto que no podía: había cámaras por todas partes. Las apariencias eran importantes. Él era el chico bueno y Taeyong era el malo de la película — o al menos esa era la opinión pública. Los chicos buenos no se regodeaban.
Algunos probablemente podrían considerar lo que él había hecho cruel, pero a Jungwoo no le importaba. En lo que a él concernía, no era nada que Taeyong no se mereciera. Ese pedazo de mierda siempre le había caído mal. Desde el primer momento en que sus padres adoptivos trajeron a Taeyong a la familia, a Jungwoo le había desagradado enormemente. Él no había pedido por un hermano. No quería un hermano. Pero por supuesto, nadie se había preocupado por lo que él pensaba. Los Lee estuvieron demasiado enamorados del pequeño muchacho de aspecto extraño como para preocuparse por la opinión de su primer hijo. Y eso fue lo que Jungwoo había sido: él era el primero. Sus padres eran sus primeros, y él no quería compartir sus juguetes con ese enano escuálido que ni siquiera hablaba inglés o francés. Le desagradó Taeyong a primera vista y el desagrado era bastante recíproco, y, como se vio después, de larga duración. Habían pasado casi quince años, sus padres adoptivos llevaban mucho tiempo muertos, pero la antipatía entre ellos sólo había crecido con cada año que pasó. Ahora que ellos competían por cosas más importantes que juguetes, el deseo de Jungwoo por limpiar el piso con Tae era más fuerte que nunca.
Por eso no pudo evitar sentirse un poco decepcionado ahora. Él esperaba que fuera más difícil robar la posición favorita de Taeyong en la cancha, pero todo había ido sorprendentemente bien. Había sido demasiado fácil. Él había pensado que Taeyong sería más que un desafío, pero esa pequeña mierda ni siquiera puso demasiada resistencia. Los extraños arrebatos en el temperamento de Taeyong durante el último par de meses, en realidad lo habían hecho demasiado fácil para él. A la luz del comportamiento de Taeyong, convencer a los medios de comunicación y al entrenador de que merecía jugar en la posición favorita de Taeyong fue un juego de niños. Desagradablemente fácil.
—Espero que no estés enojado conmigo, Tae— dijo Jungwoo, incapaz de resistir la oportunidad de refregárselo.
Taeyong no dijo nada, así que Jungwoo le lanzó otra mirada. El idiota se veía como la mierda. Estaba aún más pálido de lo normal, y los oscuros círculos bajo sus ojos lo hacían verse más viejo. Y esos extraños ojos verdes... había algo desconcertante en ellos.
—Oye, ¿estás bien?— preguntó Jungwoo, empujándolo con la mano. Taeyong no respondió.
—¿Tae?
—Fantástico— Taeyong dijo sin mirarlo—Nunca he estado mejor.
—Pero te ves..
—Guárdate tu falsa preocupación— Taeyong dijo inexpresivamente—No estoy de humor para tu mierda.
Esa era otra cosa molesta. En lugar de estar irritado por el hecho de que Jungwoo había conseguido su posición favorita, parecía que a Taeyong no le importaba. Aunque Taeyong había estado viéndose como la mierda durante el último par de semanas, Jungwoo sabía que no era por su culpa.
—Es hora de salir, muchachos— El entrenador dijo, y ellos caminaron por el túnel hacia la cancha.
Jungwoo mantuvo un ojo en la cara tensa de Taeyong. Cuando se dio cuenta de que algo cambio en la expresión de Taeyong, Jungwoo siguió su mirada hasta el médico del equipo sentado en el área técnica. Sus ojos se detuvieron en el Dr. Jung. Como siempre, Jungwoo no pudo evitar quedarse mirando.
Jung Jaehyun tenía que ser el hombre más atractivo que había visto nunca. Cabello rubio, profundos ojos azules, y una mandíbula fuerte con una ligera barba. Como si tener un hermoso rostro no fuera suficiente, el hombre era alto y tenía hombros increíblemente amplios y brazos fuertes. Era alucinante que un hombre tan guapo fuera soltero. El rumor era que él era gay, pero probablemente fuera una mentira. En parte para molestar a Taeyong, que siempre actuó como si el Dr. Jung fuera de su propiedad, y en parte porque JaeHyun era atractivo como el infierno, Jungwoo había intentado coquetear con el hombre, pero en vano. Una pena. Y era una lástima que el hombre estuviera renunciando al trabajo. Los exámenes físicos iban a ser mucho más aburridos ahora.
El silbato finalmente sonó, indicando el comienzo del partido, y Jungwoo empujó al Dr. Jung fuera de su mente y se perdió en el juego.
Los primeros veinte minutos estuvieron bien. Jungwoo lo estaba haciendo genial: la mayor parte de los ataques iban hacia él, y si no fuera por alguna mala suerte, él habría marcado al menos dos goles ya.
Pero, de pronto, Taeyong le estaba empujando a un lado e interceptando un pase que iba hacia él.
—¿Qué carajos?— Gritó Jungwoo—¡Se supone que debes jugar en el ala derecha esta noche!
Taeyong le dio una mirada venenosa—Piérdete. Esto es mío. ¡Mío!— Jungwoo se volvió hacia el entrenador y lo señaló a Taeyong.
—¡Haz algo!
Con el ceño fruncido, el entrenador comenzó a gritarle a Taeyong para que volviera al ala derecha del campo. Ignorándolo, Taeyong corrió hacia los defensores y dentro del área, causando confusión y caos. Él esquivó al arquero y clavó la pelota en el ángulo superior derecho.
La multitud rugió, pero Taeyong no celebró. Tampoco lo hizo nadie más: Taeyong había conseguido cabrear a todos sus compañeros de equipo en el último par de meses. El entrenador seguía gritándole a Taeyong para que volviera a la derecha, y ahora incluso los aficionados en las gradas podían ver lo que estaba pasando.
Jungwoo levantó las manos para mostrar su descontento y reprimió una sonrisa cuando los aficionados comenzaron a corear su nombre. Por supuesto que ellos estaban de su parte; él era la parte agraviada aquí.
Fue entonces cuando los abucheos comenzaron. Cada vez que Taeyong tocaba el balón, la multitud abucheó y se burló. Taeyong lo ignoró y corrió imprudentemente hacia los defensores de nuevo.
Jungwoo sintió una reacia punzada de admiración. Taeyong realmente no daba una mierda por lo que la gente pensaba de él. El abucheo habría desanimado a cualquiera, pero nada parecía tocar a Taeyong. Nada parecía llegar a él, su pálido rostro carente de expresión.
Taeyong siguió adelante, pasando instantáneamente a dos jugadores antes de que ellos se dieran cuenta incluso de lo que había sucedido, burló a un tercero, y anotó otro gol por su cuenta. El defensor burlado inmediatamente se enfrentó a Taeyong, gritándole, y Taeyong lo empujó bruscamente. El árbitro corrió y le sacó a Taeyong una tarjeta roja.
Algo desconcertado, Jungwoo miró a Taeyong salir de la cancha acompañado por los abucheos de la multitud. ¿Qué estaba mal con el pequeño idiota? Taeyong estaba loco. Él estaría destrozado por esto por la prensa, el entrenador y los fans.
Frunciendo el ceño, Jungwoo decidió concentrarse en el partido. Gracias a ese idiota estaban con un hombre menos, y ahora él tendría que defender. El odiaba defender. Estúpido Tae.
🍇
JaeHyun encontró a Taeyong en el vestuario. Estaba sentado en el banco, con sus brazos alrededor de las rodillas. La habitación estaba tranquila excepto por el ruido del partido de fútbol que continuaba fuera.
Los hombros de Taeyong se tensaron cuando él entró, pero no levantó la vista, la mirada perdida en sus botas. Todavía llevaba el uniforme azul del equipo.
—Vete— Taeyong dijo, sin levantar la vista—Te podría necesitar en la cancha. ¿Qué pasa si el chico de oro se rompe una uña y no estás ahí?
JaeHyun no dijo nada, mirando a Taeyong con cautela. En las dos semanas desde su conversación, Taeyong había estado distante y tenso, evitándolo y negándose a hablar. Taeyong no era del tipo silencioso. Cuando él meditaba demasiado, no significaba nada bueno. JaeHyun había esperado la crisis emocional, pero nada tan público.
—Oh espera— Taeyong dijo, sin dejar de mirar sus botas—Este es tu último día aquí, así que no te importa, por supuesto.
—Esto fue increíblemente estúpido— dijo JaeHyun—¿Qué estabas tratando de probar? Has estado recibiendo todo tipo de mierda de los medios de comunicación como estaban las cosas. ¿Por qué les das un palo para que te peguen con él? La prensa se va a hacer un día de campo con esto. El entrenador está furioso —tú públicamente socavaste su autoridad. Y sabes cuánto los fans aman a Jungwoo —te abuchearan cada partido ahora. ¿Qué carajo pensaste que estabas haciendo?
Taeyong levantó la mirada hacia él, sus ojos el único color en su pálido rostro—Me dijiste que caminara por mí cuenta— Una sonrisa torcida curvó sus labios—Eso era yo caminando por mi cuenta. Creo que lo hice bastante bien, ¿no te parece? Marqué dos goles.
JaeHyun lo miró fijamente—No te hagas esto a ti mismo.
—¿Por qué? ¿Por qué te importa?
JaeHyun se acercó y lo arrastró a sus pies—¿Estás tratando de hacerme sentir culpable? ¿Es eso?
Taeyong se encogió de hombros, mirando a un lado, con la mandíbula apretada.
JaeHyun se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza—¿Me estás tomando el pelo? Entonces, ¿qué se supone que debo hacer? ¿Qué? ¿Quedarme a tu lado, verte construir una familia, y estar solo por el resto de mi vida?
—Dijiste que me amabas— Taeyong dijo, sin dejar de mirar a un lado, con su voz apretada—Si realmente me amaras, tú no me abandonarías.
JaeHyun respiró hondo—No puedes usar esto contra mí. Esto no. ¿Tienes alguna idea de cuánto apesta esto? El amor no correspondido no es divertido.
La mirada de Taeyong rompió contra él—¿Amor no correspondido?— Él se echó a reír—¿De qué estás hablando? ¿Qué amor no correspondido?— Él liberó su hombro del agarre de JaeHyun—Tú no te vas porque tu amor es „no correspondido.‟ Me estás dejando porque—porque el sexo significa más para ti que el amor.
—No es lo mismo— dijo JaeHyun—Tú no me quieres de esa manera...
—¿De qué manera?— Taeyong gritó, ruborizándose y respirando con dificultad—¿De qué manera? Pero bien, lo que sea— déjame. Ya no me importa más. Eres igual que todos los demás.
Maldita sea.
JaeHyun le tocó el hombro, pero Taeyong saltó alejándose y lo fulminó con la mirada—No me toques. Te dije que me dejaras. ¡Adiós! ¡Vete a la mierda!
—Tae...
—No me digas „Tae‟— Taeyong dijo, su rostro endurecido—¿Sabes qué?— dijo, mirando a JaeHyun a los ojos—Te odio.
Fue como un puñetazo en el estómago.
—Desearía nunca haberte conocido— Taeyong dijo con sentimiento antes que dejar de golpe la habitación.
JaeHyun se quedó congelado, mirando fijamente a la taquilla y no viendo nada, mientras las palabras de Taeyong entraban en sus oídos. La peor parte fue, que él sabía que Taeyong las sentía —al menos una parte de él lo hacía.
Desearía nunca haberte conocido.
La multitud fuera ovacionando.
Capítulo 4
Partida.
Normalmente, a JaeHyun le gustaban los aeropuertos. Le gustaban los diferentes dialectos, idiomas, vestimentas y costumbres. Le gustaba ver a la gente comprar un recuerdo de mal gusto de último minuto, que sólo los extranjeros pensarían que eran interesantes. A él le gustaba escuchar las observaciones de la gente sobre Londres: lo confuso que era el metro, sus destinos turísticos favoritos, y las pequeñas diferencias culturales en cuanto a comidas.
Pero nunca antes había visto a tanta gente viéndose desesperada, llorando y tirando de sus seres queridos cuando ellos se disponían a abordar el avión con destino a los EE.UU. O tal vez él nunca les prestó atención. Cada vez que había dejado Inglaterra antes, él sabía que iba a volver. No esta vez. Echaría de menos Inglaterra. JaeHyun sonrió un poco para sí mismo, recordando las miserablemente noches frías, lluviosas, en Stoke. Pensándolo bien, tal vez no lo haría.
Echó un vistazo a su reloj. El abordaje comenzaría pronto.
—¡JaeHyun!
Se congeló y luego se dio la vuelta.
Taeyong estaba empujando a través de la multitud hacia él.
El corazón de JaeHyun se salteó un latido antes de comenzar a martillar tan fuerte que él difícilmente podría concentrarse en otra cosa. Una parte de él quería alejarse. Pero la otra parte bebía se su mirada —por última vez— y el pensamiento hizo que su pecho le doliera físicamente.
Entonces vio a una pareja de ruidosos reporteros siguiendo a Taeyong, gritando preguntas en su cara. Tae debería usar gafas de sol oscuras. No es de extrañar que fuera reconocido.
JaeHyun avanzó para encontrarlo a mitad de camino. Ignorando las preguntas de los periodistas, agarró el brazo de Taeyong sin decir una palabra y lo llevó hacia el baño más cercano.
Empujando a Taeyong en el interior, JaeHyun cerró la puerta, la trabó y se volvió hacia Taeyong.
—¿Qué estás haciendo aquí? No debería haber...
Taeyong cayó contra él. No había otra palabra para ello: se cayó, enterrando la cara en el hombro de JaeHyun y envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de JaeHyun apretadamente—No te vayas— dijo, con la voz quebrada—Por favor. Yo no puedo. No puedo—no puede vivir sin ti.
JaeHyun cerró los ojos. Sus brazos subieron en torno a Taeyong y lo apretaron con fuerza. Taeyong gimió, acariciando su garganta con la nariz, y JaeHyun sintió una abrumadora oleada de amor, de la que era doloroso no tener una salida para ella. Él nunca supo que era posible extrañar a alguien a quien estabas sosteniendo con tus propios brazos. Su garganta apretada por la pérdida, él apretujó a Taeyong aún más fuerte, pero se sentía como si tratara de aferrarse a la arena escapándose entre sus dedos.
—No lamento haberte conocido— dijo JaeHyun y Taeyong hizo un ruido que sospechosamente sonaba como un sollozo.
—Oye— JaeHyun dijo suavemente, tomando la barbilla de Taeyong y obligándolo a mirar hacia arriba. Húmedos ojos verdes se encontraron con los suyos, y algo oprimía en el pecho de JaeHyun. Taeyong nunca lloró. No había llorado incluso cuando él estaba paralizado y nada que hicieran parecía ayudar. No había llorado cuando fue abucheado y repudiado. La nariz de Taeyong nunca se enrojeció y sus ojos estuvieron siempre luminosos y secos.
Hasta ahora.
—No...
—No estoy llorando— Taeyong dijo, levantando la barbilla obstinadamente y mirándolo—Yo nunca lloro.
JaeHyun sonrió y limpió la lágrima en la esquina del ojo de Taeyong—En algunos años o incluso meses, mirarás atrás y te reirás de lo tonto que fuiste al pensar que no podrías vivir sin mí.
Taeyong abrió la boca, pero JaeHyun apretó un dedo contra sus labios—Verás. Tú eres joven y..— Él tragó—Lo que sientes por mí es... no es muy saludable para ti. Estarás mejor sin mí. Esto... pasará, y tú serás más fuerte por ello.
Podía ver que Taeyong quería discutir, pero entonces algo se rompió en su expresión—¿Qué hay de ti?— preguntó en cambio.
—Voy a estar bien, también— Eventualmente. Probablemente. JaeHyun forzó una carcajada—No tengo ninguna intención de ser un hombre antisocial, solitario, deprimido. Quizás algún día, voy a enamorarme de alguien que efectivamente me ame también— Al menos él quería creerlo — creer que él sería capaz de amar a alguien más. JaeHyun forzó una sonrisa—Todo saldrá bien, ya lo verás.
Taeyong lo miró como si él no pudiera entender una palabra de lo que estaba diciendo.
Cuando el anuncio de embarque del vuelo, llegó a través de los altoparlantes, JaeHyun se aclaró la garganta, dejando caer las manos a los costados. Sus brazos ya se sentían vacíos—Ese es mi vuelo. Me tengo que ir.
Taeyong todavía lo miraba fijamente, con el rostro pálido.
JaeHyun se volvió hacia la puerta, pero se detuvo y miró hacia atrás por última vez: al rizado pelo rubio oscuro y a los ojos verdes que tanto amaba y a la vulnerable curva en los labios de Taeyong. Ellos temblaban mientras Taeyong luchaba para decir algo.
Los pies de JaeHyun se movieron por su propia voluntad. Sus manos acunaron la cara de Taeyong—Estoy orgulloso de ti— dijo con voz ronca, presionando sus frentes juntas. Tomó una respiración profunda, inhalando su aroma con avidez. Taeyong. Su Tae—Recuerda eso— Rozó sus labios contra la esquina de la boca de Taeyong y sintió los labios de Taeyong temblar. Besó la otra esquina y le susurró: —Adiós, Tae.
Lo miró tirando hacia atrás, pero Taeyong se agarró a su camisa, sus ojos húmedos y suplicantes.
—Déjame ir— JaeHyun dijo, mirando hacia otro lado. No podía mirarlo. No creía ser lo suficientemente fuerte como para seguir diciendo que no mientras que Taeyong lo estaba mirando de ese modo.
Silencio.
Entonces sintió los dedos de Taeyong aflojarse lentamente, liberándolo.
Debería haberse sentido aliviado. No fue así.
Dio un paso atrás, abrió la puerta y se fue del baño.
Ignorando a los periodistas, se alejó, la sensación de vacío en su pecho creciendo con cada paso que daba.
Adiós.
🍃🍇🍃
Stoke: Ciudadde Inglaterra famosa por su equipo de futbol local.
Segunda Parte: A LA DERIVA.
Capítulo 5
Sana.
Su vejiga la despertó en medio de la noche. Sana abrió sus ojos legañosos y los frotó. Un vistazo rápido le mostró que el otro lado de la cama estaba vacío. Taeyong no estaba en la cama de nuevo.
Ella frunció los labios y se sentó con dificultad. Dios, ella estaba sólo de siete meses y medio, pero se sentía como un pequeño elefante. No estaba segura de sí podría soportar otros dos meses de esto. Tal vez realmente deberían haber esperado, como Taeyong había querido: tenían suficientes problemas ya sin un bebé en la mezcla. La reacción de Taeyong ante su embarazo no había sido tan buena como Sana lo había esperado. Su humor parecía estar deteriorándose mientras que el embarazo avanzaba y ella no era la única que lo había notado. Gracias a Dios, el gerente de relaciones públicas de Taeyong al menos había logrado acallar el escándalo causado por el comportamiento de Taeyong durante el partido inaugural de la temporada —él había plantado el rumor de que Taeyong sólo estaba tomando la noticia de la renuncia de su médico con dificultad. La prensa había aceptado la explicación: la historia de la recuperación milagrosa de Taeyong por su lesión en la médula ósea era ampliamente conocida. Fue una buena explicación.
Fue una buena explicación porque era la verdad. A veces ella deseaba que no lo fuera.
Sana dejó escapar un suspiro. Para ser completamente honesta, ella se había alegrado un poco cuando se enteró de que JaeHyun estaba dejando Inglaterra.
Le gustaba JaeHyun —era imposible para él resultar desagradable y tampoco resultaba hiriente el que fuera increíblemente agradable a la vista— pero su relación con Taeyong siempre la hizo... sentirse incómoda. Para llamar al pan, pan, ella siempre se había sentido un poco celosa de lo cerca que estaba de Taeyong. Sabía que sus celos tenían poco sentido. JaeHyun podría ser gay, pero su relación era completamente platónica; Taeyong era tan recto como una flecha y la amaba. Excepto...
Excepto que había algo que tenía la relación de Taeyong con JaeHyun que faltaba en la de ella y Taeyong: intimidad emocional. Taeyong podría estar enamorado de ella y desearla, pero él nunca se abrió por completo a ella. Incluso cuando estaban acostados desnudos después de hacer el amor, ella podía sentir algo separándolos. Algo intangible, pero que estaba allí. A Taeyong no le gustaban los abrazos después del sexo de todos modos; él no era del tipo acariciador—sensible —bueno, a menos que fuera con JaeHyun. Con JaeHyun se convertía en un acariciador—sensible—pulpo y se acurrucaba contra él en cada oportunidad. Racionalmente, comprendía porqué Taeyong se sentía tan cómodo cuando JaeHyun lo tocaba: teniendo en cuenta el hecho de que Tae había estado paralítico por meses, probablemente se había acostumbrado a tener las manos de JaeHyun sobre él a diario. Solo era natural que confiara tanto en su ex fisioterapeuta. No era nada por lo que estar celosa.
Sana miró el lado vacío de la cama nuevamente e hizo una mueca.
¿A quién estabaengañando? Ella sabía por qué se sentíacelosa de JaeHyun.
Taeyong podría estar enamorado de ella, pero él no la necesitaba. Cuando estaba triste, era a JaeHyun a quien recurría. JaeHyun era el único al que necesitaba.
Los labios de Sana se torcieron al recordar el partido contra Arsenal la temporada pasada. Había sido un torneo muy importante en Londres y el equipo de Taeyong había perdido gracias a la dudosa decisión del árbitro de anular el gol de Taeyong. Decir que Taeyong estaba enojado y molesto sería no decir nada. Sana trató de consolarlo, pero Taeyong le gritó que lo dejara solo y que no quería compañía, así que Sana decidió dar un paseo y darle unos minutos para calmarse. Cuando regresó diez minutos más tarde, se encontró con Taeyong acurrucado junto a JaeHyun, su expresión tranquila y relajada mientras que JaeHyun le acariciaba la espalda y le susurraba algo al oído. Sana se quedó congelada, sintiéndose ajena, viendo algo de lo que nunca podría ser parte.
Fue por eso que ella había estado contenta con que JaeHyun renunciara a su trabajo y regresara a los Estados Unidos. Había pensado que finalmente tendría a su novio completamente para ella.
Sana se echó a reír. Qué ingenua que había sido.
La presión persistente en su vejiga se hizo notoria de nuevo, así que salió de la cama y encaró hacia el baño.
Cuando terminó, volvió al dormitorio pero hizo una pausa, mirando la cama vacía. ¿Dónde estaba él?
Sana se dio la vuelta y dejó de la habitación.
La casa que Taeyong había comprado para ellos, después que se enteró del embarazo, era enorme y lujosa. Era la casa de sus sueños. Pero ahora, en la oscuridad, parecía demasiado vacía y fría. Sana presionó una mano en su vientre. Pronto no estaría tan vacía.
Encontró a Taeyong abajo.
Estaba dormido en el sofá, la luz de la luna entrando por la ventana abierta e iluminando sus facciones. La luz de luna era amable con él. Ocultaba las bolsas bajo los ojos de Taeyong.
Sana se lo quedó mirando por un momento, antes de cambiar su mirada hacia el teléfono sobre el pecho de Taeyong. Ella dudó, pero quería saber.
Con cuidado, agarró el teléfono de Taeyong y echó un vistazo a la pantalla.
El correo electrónico estaba abierto. Sana frunció el ceño, notando que Taeyong tenía muchos mensajes no enviados como „borradores.‟ Correos para JaeHyun, todos ellos sin enviar. Silenciosamente, se sentó en el sofá junto a Taeyong y comenzó a leer desde el correo más viejo, con fecha hace más de un mes.
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Sana me dijo que te saludara. Ella no sabe por qué te fuiste, por lo que no pude decirle que no estábamos hablando en absoluto. Por eso te estoy escribiendo. Para decirte que ella te manda saludos.
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La nueva doctora es genial. Su nombre es Park Joy, y ella es divertida y muy bonita. Es la única mujer médica en un equipo de la Premier League. ¿Cuán genial es eso?
Me gusta mucho. Es asombrosa. No me regaña y no me dice que no coma cualquier cosa que quiera comer. No le importa. Ella es genial.
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Jungwoo es tan trepador. De alguna manera, ahora trepó su camino a la SN de Inglaterra. Todo el mundo me trata como a una bomba de tiempo por algún motivo. Probablemente esperan que yo esté enojado al respecto y envidioso, pero no me importa una mierda. Él puede presumir todo lo que quiera.
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No sabemos el sexo del bebé todavía. Sana quiere que sea una sorpresa. No estoy seguro de que me importe de un modo u otro y eso me asusta. ¿No debería importarme? Tengo miedo de que vaya a ser un papá de mierda.
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Mis músculos están tan doloridos después del entrenamiento de hoy. Los masajes de ron apestan. Y tuvo el descaro de decirme que era mi culpa por no estar lo suficientemente relajado y tensarme cuando me tocaba. No es mi culpa que él haga todo mal.
Casi espero estar en la banca para el próximo partido. Odio jugar en el ala derecha de todos modos.
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Hoy encontré tu camiseta en mi armario. Creo que es la que llevabas cuando fuimos de excursión en junio. Huele como a verano y a sol. Extraño el verano.
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Anoche no pude dormir otra vez. Le pedí a Yeri que me diera alguna pastilla para dormir de nuevo, pero ella se negó y le contó al entrenador. Siempre supe que ella me odiaba.
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El entrenador me obligó a ver a un terapeuta. Ya sabes que odio a los psicólogos.
Ellos siempre tratan de enroscar tus palabras en algo que nunca dijiste.
La Dra. Kim no es tan mala, pero hace preguntas estúpidas. Hoy me preguntó por qué todavía no me había casado con Sana. Como si fuera asunto suyo. ¿Por qué es importante un pedazo de papel? A Sana no le importa, y a mí tampoco.
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El entrenador me gritó de nuevo. No estoy seguro por qué. Últimamente lo hace todo el tiempo. Probablemente debería importarme más.
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Está lloviendo otra vez. A veces me siento como si siempre estuviera lloviendo.
Quizás debería aceptar la oferta del Barcelona y mudarme a España el año próximo. No hay nada que me ate aquí. Al menos estaría cálido allí.
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Jae, yo...
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Es todo culpa tuya, sabes. Me convertiste en esto. Así que vete al carajo. Espero que seas miserable. Espero que tus días parezcan sombríos e interminables. Espero que mires mis fotos y sientas que pagarías millones por un abrazo. Espero que no puedas dormir, y cuando lo hagas, espero que sueñes conmigo, y cuando despiertes, te sientas frío y quieras volver a dormir, pero no puedas.
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Ese fue el último correo electrónico sin terminar, escrito apenas esta noche.
Sana cerró la aplicación de correo electrónico y se quedó con la mirada perdida en la oscuridad. Oh Dios. Dios. ¿Así es como Taeyong se sentía mientras ella está embarazada de su hijo?
Dolía. Dolía aún más que su opinión sobre el matrimonio.
Taeyong nunca se había molestado en preguntar. Él nunca le había preguntado si ella quería casarse. ¿Por qué habría asumido que no importaba para ella? Le había insinuado muchas veces, que ella había soñado siempre con una gran boda.
Sacudiendo la cabeza, Sana se dijo a sí misma que no fuera ingenua. Muchos futbolistas no se casaban con sus novias —los futbolistas más famosos tenían relaciones felices y tuvieron hijos sin estar casados— así que ella sabía que no debía sentirse herida. Taeyong la amaba. Lo hacía. Pero le habría gustado que él le preguntara su opinión.
Le habría gustado saber otras cosas, también.
Sana no sabe por qué te fuiste.
¿No se supone que ella fuera la persona más cercana a Taeyong? ¿Por qué él le guardaba secretos a ella? ¿Por qué era tan distante?
Sana trató de recordar cuando todo se había arruinado, pero no podía hacerlo. Habían sido felices una vez. Todo parecía haber ocurrido en otra vida. Ellos se habían conocido en una fiesta hace más de dos años. Para ella había sido amor a primera vista. Ella se quedó cautivada por su atractivo poco convencional, su fama, sus brillantes ojos verdes. Cuando él pasó toda la velada con ella, no podía creer en su suerte: él era una estrella del fútbol en ascenso, y ella era una modelo joven que nadie conocía. Pero él parecía cautivado, incapaz de sacar sus ojos de ella. Pasaron juntos esa noche, pero él parecía querer más que eso. Le pidió una cita. Y luego otra, y luego otra.
Por un tiempo, ella había estado más que feliz, pero a medida que su relación progresaba y el enamoramiento de Taeyong parecía desvanecerse poco a poco, comenzó a asustarse. Le asustaba que Taeyong se cansara de ella, ahora que el periodo de luna de miel había terminado. ¿Él la amaba lo suficiente como para quedarse con ella? Él era joven y famoso y podría tener a cualquier mujer que quisiera. Fue entonces cuando sus amigos le aconsejaron que quedara embarazada y atrapara a Taeyong de una vez por todas. Ella había escuchado sus consejos. ¿Había sido lo correcto?
Sana se llevó la mano a su vientre. Tenía que serlo.
A su lado, Taeyong se agitó. Sana dejó el teléfono en el sofá rápidamente.
—¿Sana?— murmuró adormilado—¿Por qué no estás en la cama?
—¿Por qué no lo estás tú?
Taeyong bostezó—No podía dormir, así que salí a caminar. No quería despertarte. ¿Por qué estás levantada? ¿Es por el bebé?
—No— dijo Sana, poniendo ambas manos sobre su vientre. La prueba de su amor—No es por el bebé.
Taeyong volvió a bostezar—¿Entonces qué?— Sana se mordió el labio—¿Por qué se fue JaeHyun?
No podía leer su expresión con la luz de la luna, pero su silencio era muy revelador.
—¿Por qué es importante?— Taeyong dijo finalmente, un dejo extraño de tensión en su voz.
—Solo estoy curiosa— ¿Iba a mentirle? ¿Le diría la verdad? ¿Cuál era la verdad?
—Te dije que... él extrañaba su hogar.
—Deja de mentir— dijo ella.
Otro silencio largo y pesado.
—Es personal— Taeyong dijo escuetamente—Es entre mí y JaeHyun.
Ella apretó sus manos en puños—Soy la madre de tu hijo. No hay nada más personal que eso...
—Es diferente.
—¿Cómo?— Fue una lucha por mantener la voz calmada—¿O hay un estándar de „personal‟ para JaeHyun y otro tipo de „personal‟ para nosotros, el resto de gente sin importancia?
—No seas ridícula...
—Estoy harta de siempre quedar tercera— susurró Sana—Cuando JaeHyun se fue, pensé que las cosas finalmente serían diferentes, pero estás demasiado ocupado deprimiéndote y languideciendo por él como para prestarme demasiada atención. Vamos a tener un bebé en menos de dos meses, Tae. ¡Un bebé!— Su voz se quebró—¿No te importa?
Él se sentó y pasó un brazo alrededor de sus hombros, presionando su nariz contra la mejilla de ella—No seas tonta— Taeyong dijo con preocupación—Por supuesto que me importa. Estoy muy emocionado por tener un niño. Siempre he querido una familia, ya sabes eso. Siempre ha sido mi sueño.
Sana inhaló temblorosamente—Lo sé. Pero a veces pienso que... A veces creo que fue sólo un sueño infantil. Un bonito futuro, nada real. Como... como un hermoso trofeo que sacas de la caja en ocasiones especiales para admirarlo, no como algo que deseas tener cada día.
—Vamos, no seas ridícula.
—¿Ridícula?— Sana sonrió sin humor—¿Sabes de lo que tengo miedo? Que cuando el bebé nazca, vaya también a ser algo secundario para ti. Algo que siempre va a quedar por debajo de JaeHyun y del fútbol...
—JaeHyun se fue— Taeyong arrancó, quitando su mano y alejándola—Él no va a regresar.
Una risa brotó de su garganta—Dite eso a ti mismo. Pareces ser el que no puede aceptarlo y seguir adelante.
Taeyong no dijo nada. Sana deseó poder verle la cara, aunque una parte de ella casi se alegraba de no poder hacerlo—Yo nunca lo pedí— susurró ella, mirando sus manos—Yo nunca quise ser el tipo de novia que le pide a su novio que se deshaga de sus amigos por ella. Pero tal vez debería haberlo hecho. Porque tu relación con él es... era... demasiado. Demasiado inquietante. Demasiado íntima— Ella se rió entre dientes—Ya sabes, a veces sentía como si él fuera tu novio, y yo fuera tu amiga con beneficios.
—Sabes que yo no juego para ese lado— Taeyong dijo con cansancio.
—Esa es la única razón por la que nunca te he pedido que terminaras tu relación con él— Sana se mordió el interior de la mejilla. La verdad era que ella no había pensado que tuviera una oportunidad de éxito.
—¿A dónde vas con esto?— Dijo Taeyong—¿Cuál es el punto? JaeHyun se fue. Puedes estar feliz.
Sana se dejó caer en el sofá—¿Cómo puedo estar feliz cuando estás deprimido?
—No estoy deprimido— Taeyong dijo, sin demasiado sentimiento.
Sana resopló—Seguro. Apenas duermes, apenas comes, y juegas al fútbol como si no te importara una mierda más. Pero no, no estás deprimido.
—No estoy deprimido— Taeyong dijo de nuevo, como si repetir esto lo hiciera verdad—Estoy, solo... Sólo tengo que esperar. Pasará. Lo hará. JaeHyun lo dijo.
Sana se encogió ante la mezcla de desesperación con fe en su voz.
JaeHyun lo dijo. Eso estaba muy lejos de estar pasando.
¿Qué era? ¿Algún tipo de desastrosa dependencia? ¿Amor? ¿Podría el amor platónico ser tan fuerte? Ella no lo sabía. Tenía miedo de preguntarlo. Miedo de la respuesta que obtendría.
—Lo extrañas— murmuró ella, apretando las manos.
Taeyong se echó a reír. Era un sonido horrible—¿Extrañar? Yo no lo extraño. Yo..— Se calló.
Cuando volvió a hablar, su voz era apenas audible y llena de resentimiento—Sólo me siento vacío. Incompleto.
Sana se mordió el labio. Dios.
—Pasará— él susurró con voz ronca, agarrando sus manos y apretándolas—Lo hará. Lo prometo.
Su agarre dolía, pero ella no se quejó—Está bien— dijo ella con mucha más convicción de la que sentía. Por el bien de su hijo, tenía que creer en eso.
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Recto: La autora usael término "straight" que en ingléssignifica tanto recto/derecho (de ahí la metáfora de laflecha) como heterosexual. En la frase se refiere a los 2 significados.
SN: Selección Nacional de futbol.
Capítulo 6
Mentiras que Decimos a los Otros.
—Él parece un monito— dijo Taeyong, mirando al bebé. Se veía rojo y feo, para nada como los lindos bebés que había visto en la televisión.
Sana sonrió, a pesar de que todavía se veía agotada—Todos los recién nacidos parecen monitos— Levantó al bebé hacia él—Vamos, tómalo.
Él dudó, mirando al bebé con inquietud. Parecía tan frágil—Lo dejaré caer. O lo lastimaré.
—No seas tonto, no lo harás. Vamos.
Tentativamente, Taeyong tomó al bebé de ella. Joder, esto era diminuto. Esto no pesaba nada. No, no esto: él. Su hijo.
—Ey— dijo, aclarándose la garganta—Ey, bebé.
El niño abrió los ojos legañosos y Taeyong dejó de respirar. Sus ojos eran azul profundo—Él tiene ojos azules.
—La mayoría de los recién nacidos tienen los ojos azules. El color probablemente cambie. Ninguno de nosotros tiene ojos azules.
Taeyong acarició el oscuro pelo en la cabeza del bebé. Esperaba que el color no cambiara.
—Sana necesita descansar— el médico de Sana intervino—Deme su hijo a mí, Sr. Lee.
Taeyong hizo lo que se le dijo.
Sana le sonrió con cansancio y estiró su mano. Él la tomó y la apretó.
La mirada que ella le dio era tentativa—¿Estás feliz?
Taeyong sonrió—Por supuesto que lo estoy— Le echó un vistazo al doctor—Duerme algo. Debes estar exhausta— Se inclinó para besarla brevemente, sonrió de nuevo y dejó la habitación.
Tan pronto como estuvo fuera, su sonrisa se desvaneció.
Dios, era agotador. Él no era un mentiroso natural como Jungwoo —esa pequeña—polla podría mirar a alguien a los ojos y entregar una completa mierda absoluta sin inmutarse. No tenía ni idea de cómo Jungwoo pudiera hacerlo. Para Taeyong era mentalmente agotador poner una cara feliz y estar animado y toda esa mierda constantemente. Si no fuera por Sana, ni se hubiera molestado, pero ella se preocupaba demasiado y él no quería entristecer a una mujer embarazada. Ella no necesitaba saber cómo de arruinado estaba en su cabeza. Cuán absolutamente patético era. Habían pasado meses, por Dios santo. No se suponía que todavía se sintiera con ganas de acurrucarse en una pelota, cerrar los ojos y esperar que todo fuera únicamente un mal sueño y JaeHyun no estuviera fuera de su vida para siempre.
Para siempre.
Su garganta se cerró y Taeyong empezó a caminar más rápido. Quería aire fresco. Odiaba los hospitales. Odiaba que cada hombre alto, de pelo rubio con una bata blanca hiciera que su aliento vacilase. Era jodidamente estúpido. JaeHyun raramente usaba batas blancas; él prefería evitarlas. Pero quizás JaeHyun las usara ahora. No es como si él lo sabría.
Afirmando su mandíbula, Taeyong abrió la puerta principal y salió.
Estaba lloviendo, una miserable fría lluvia de noviembre, pero la lluvia no parecía amedrentar a los periodistas que habían estado acechándolo.
Haciendo una mueca, Taeyong encaró hacia su coche. Empujó micrófonos sacándoselos de su cara mientras caminaba, haciendo todo lo posible para ignorar las preguntas que le gritaban desde todas las direcciones.
—Taeyong, ¿Cuál es el nombre de tu hijo?
—Taeyong, ¿Qué piensas del brillante debut de tu hermano en la Selección Nacional de Inglaterra?
—Taeyong, ¿Qué piensas de las posibilidades del Chelsea de ganar la liga tras el empate con el Manchester United?
—Taeyong, ¿Vas a casarte con tu novia?
—Taeyong, ¿Todavía te molesta que tu hermano tenga tu posición en el ala izquierda?
—Taeyong, ¿Has...
Él se metió en su coche, cerró la puerta en la cara del reportero y la trabó con dedos temblorosos. Sin inmutarse, los periodistas siguieron golpeando la ventana y gritando algo. TaeyongTaeyongTaeyongTaeyong.
Sintiéndose ahogado, Tae jaló de su cuello, pero su camisa no tenía cuello. Él no estaba ahogándose; todo estaba en su cabeza.
Se dejó caer en el asiento, mirando la lluvia golpear contra el parabrisas y tratando de fingir que el vacío enorme en su pecho no existía.
¿No se suponía que ya estuviera mejor?
Tal vez el próximo mes, Taeyong se dijo a sí mismo —lo mismo que se había dicho el mes anterior.
Capítulo 7
Mentiras que Nos Decimos a Nosotros Mismos.
Un mes después
Jungwoo sería el primero en admitir que él no tenía ningún problema en doblar un poco la verdad para conseguir lo que quería. La mayoría llamaría a lo que hacía deshonestidad; Jungwoo lo llamaba inteligencia. Además, tenía una gran ventaja: desde que él era bueno en pretender ser lo que no era, podía reconocer fácilmente cuando otras personas trataban de hacer lo mismo.
Jungwoo se apoyó contra el casillero, viendo a Taeyong sacarse su camiseta empapada en sudor. Él continuó ignorando a Jungwoo, aunque la sonrisa sosa que había entrenando antes, durante el entrenamiento, no estaba a la vista.
Ladeando la cabeza, Jungwoo lo estudió—¿Cómo está el bebé? Jeno, ¿no? Bonito nombre. Siempre he sido partidario de los nombres que empiezan con J.
Las manos de Taeyong se frenaron por un momento antes de que él le diera la espalda y se pusiera una camiseta limpia.
Jungwoo apretó los labios. Taeyong solía ser más divertido. En estos días parecía que no le importara un carajo de nada. Le molestaba a Jungwoo, y le molestaba que le molestara. Normalmente era divertido cuando su llamado—hermano estaba teniendo un día de mierda, pero el desinterés continuo de Taeyong por todo era francamente aburrido. Le quitaba toda la diversión al asunto.
—¿Entonces vas a hacer una mujer honesta de Sana?— Jungwoo dijo.
Taeyong no mordió el anzuelo—Sólo di por qué estás aquí y piérdete.
—Sólo quería decirte que vi un artículo interesante ayer en el Daily Mail— Jungwoo dijo, mirando a Taeyong como un halcón—Era sobre un Futbolista estadounidense, Samuel Jones.
Sin reacción. Jungwoo sonrió. Hah, Tae realmente no lo sabía. Eso lo hacía incluso mejor.
—Yo nunca he oído hablar de él antes— continuó—Pero, de nuevo, ¿quién se preocupa por los jugadores estadounidenses? Pero de todos modos, el tío salió del armario cuando fue fotografiado besándose con un médico deportivo muy conocido. ¿Adivinas quién?
Los hombros de Taeyong se pusieron rígidos. Finalmente. Una reacción. Pero era una reacción muy previsible, teniendo en cuenta la rara relación de Taeyong con Jung Jaehyun.
Jungwoo hizo una mueca ante la idea. Antes de su parálisis, Taeyong solía ser más como él, pero luego de su regreso del centro de rehabilitación, era prácticamente una persona diferente. Jungwoo no podía creer lo pegajoso que Taeyong se había vuelto en torno a JaeHyun. Taeyong era terriblemente posesivo del tío y no quería compartir la atención de Jung con nadie.
Si Jungwoo no lo conociera tanto, pensaría que Taeyong sentía algo por JaeHyun o algo así, pero él lo conocía mejor. A diferencia de él, Taeyong era tan heterosexual como se podría ser, así que su apego por el tipo era más que raro.
—Jones estaba completamente sobre JaeHyun— dijo Jungwoo—Parecían muy felices juntos.
Taeyong permaneció inmóvil, de espaldas a él. Jungwoo no podía ver la cara de Taeyong, pero no lo necesitaba—Estoy tan contento por él— Jungwoo dijo casualmente—JaeHyun se merece un descanso después de ser tu niñero por años y no tener una vida personal de la que hablar.
Dándose la vuelta, Taeyong se metió en su chaqueta—¿Por que no te largas y me dejas en paz?— dijo, abotonándola. Su rostro era inexpresivo, pero sus dedos estaban inestables, temblorosos.
—Lo lamento, ¿Toqué algún punto sensible?— dijo Jungwoo con una dulce sonrisa.
Taeyong frunció el ceño—Piérdete.
—Oye, sólo decía— Jungwoo levantó sus manos de una manera conciliadora—Yo no pretendía... molestarte.
—No estoy molesto.
—No necesitas poner buena cara— Jungwoo dijo, luciendo su expresión más sincera—Somos Familia, después de todo.
La sonrisa que recibió fue positivamente asesina.
Jungwoo dejó caer su máscara y se encontró con los ojos de Taeyong—En Serio, contrólate. Me estás aburriendo. No es divertido patear a alguien que ya está caído. No representas ningún desafío en estos días.
—No tengo ni idea de lo que hablas.
Jungwoo soltó una carcajada—Has estado comportándote como un cachorro apaleado durante meses. Un cachorro sin su dueño. Eso es triste y patético.
Un músculo palpitaba en la mejilla de Taeyong.
Jungwoo se burló—Tu rara pegajosidad por JaeHyun era bastante patética de por sí, pero esto —la depresión sin sentido— es caer aún más bajo para ti. Si realmente lo quieres tanto de vuelta, ¿cuál es el problema? Tráelo de vuelta.
—Él no quiere regresar— Taeyong escupió.
Jungwoo levantó las cejas—¿Entonces? Si quiero algo, camino sobre cualquiera para conseguirlo, en lugar de deprimirme y no hacer nada. Solías ser del mismo modo...
—Solía ser— Taeyong mordió—Ya no más.
Jungwoo ladeó la cabeza—¿De verdad? Puedes engañar a todos los demás, pero ¿tú y yo? Sabemos la verdad. Estamos cortamos por el mismo patrón. En el fondo, eres la misma codiciosa mierda egocéntrica que eras de niño. No me digas que nunca cruzó por tu mente: hacer lo malo, lo egoísta, y al carajo todos los demás.
La manzana de Adán de Taeyong se movió.
—Tienes— Jungwoo dijo en voz baja—Puedes pretender ser el chico bueno todo lo que quieras. Pero tú no eres el chico bueno. No eres mejor que yo— Él rió—Pero ¿sabes la diferencia entre tú y yo? A veces yo podría decir una pequeña mentira piadosa para conseguir lo que quiero, pero por lo menos soy honesto conmigo mismo. Yo sé lo que soy, y estoy bien con eso. Yo soy un capullo y soy impresionante— Él sostuvo la mirada de Taeyong—Y yo definitivamente no necesito una cerca blanca para sentirme mejor acerca de mí mismo.
El rostro de Taeyong palideció. Abrió la boca, pero nada salió.
Sonriendo, Jungwoo se fue, contento de que había tenido la última palabra.
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J: El apodo cariñoso que Taeyong da a JaeHyun, Jae,suena en inglés igual que la letra "J".
Daily Mail: Periódico Británico. Es el segundo más populardel país. Al ser un nombre se deja en idioma original.
Cerca blanca: (white picket fence) — refiere a las cercas blancas de las casas, pero se utiliza como metáfora de la casa típicamente/convencionalmente soñada. Representa los estándares convencionales y conservadores. Ej. "Solo queremos una casita con una cerca blanca, chimenea, dos hijos y un perro."
Capítulo 8
Hendery.
Wong Hendery observaba a su primo de reojo. JaeHyun estaba sentado en el sofá de dos plazas junto al árbol de Navidad, su nuevo novio junto a él.
—Deja de mirarlos fijamente— Un brazo se envolvió por la cintura de Hendery y suaves labios se presionaron contra su mejilla.
Hendery se giró hacia su novio y arqueó una ceja—Yo solo te miro fijo a ti.
YangYang con hoyuelos rozó sus labios contra los suyos. Hendery tuvo que frenarse para no profundizar el beso; no estaban solos—Recuérdame porque invitamos a tanta gente.
—¡Oye, no es mucha gente!— YangYang abrió los ojos inocentemente—Son, como, solo treinta.
—Jodidamente demasiados— murmuró Hendery.
—Deja de ser un bicho tan antisocial. No te preocupes, nadie derramará nada sobre la alfombra.
Hendery dio a su novio una mirada inexpresiva, pero YangYang se limitó a sonreírle y le lanzó un beso.
—Además— dijo YangYang, enganchando el pulgar en el cinturón de Hendery y apoyándose contra él—Queríamos animar a JaeHyun, ¿recuerdas?
Hendery volvió a mirar a su primo. JaeHyun tenía a su novio completamente encima de él—Él no parece necesitar ser animando.
—Hmm— YangYang dijo.
—Samuel parece un tipo agradable.
—Uh huh.
—JaeHyun está sonriendo. Él se ve feliz.
—Uh huh.
Hendery miró a YangYang—No es de nuestra incumbencia.
YangYang se mordió el labio—Probablemente. Pero no creo que sea una buena idea. Un poco demasiado pronto después de...
—Es mejor que quedarse en su casa y beber hasta que se acabe el mundo.
—Bueno, está eso— dijo YangYang y compartieron una mirada.
Hendery hizo una mueca al recordar el primer mes luego del regreso de JaeHyun de Inglaterra. Estuvo... mal. Nunca había visto a su primo siempre—tan—entero en ese estado. JaeHyun no se afeitaba, apenas comía y bebía demasiado. Ello continuó hasta que Hendery finalmente tiró todo el alcohol en la casa, metió a JaeHyun en una ducha de agua fría, y le dijo que obtuviera algo de autocontrol y dejara de perder su vida a causa de un imbécil que no lo merecía. JaeHyun le dio un puñetazo en la cara y lo echó de su casa, pero después de eso, parecía haberse rearmado: dejó de beber e incluso encontró un trabajo en algún club de fútbol. Hendery se había sentido aliviado —hasta que descubrió que JaeHyun había empezado a dormir por ahí. YangYang no lo aprobaba, lo que era algo divertido, considerando el pasado de YangYang. Pero en la opinión de YangYang, había una diferencia entre tener mucho sexo porque a uno le gustaba el sexo y tener mucho sexo porque uno quería olvidarse de alguien. YangYang pensaba que no era saludable, pero Hendery pensaba que probaba que JaeHyun al menos estaba haciendo un intento por olvidar y seguir adelante.
Cuando las fotos de JaeHyun y Samuel Jones habían golpeado los medios unas pocas semanas atrás, Hendery había estado aliviado. Habían sido fotografiados abrazados y parecían cariñosos entre sí. Claramente no era solo sobre sexo. Samuel parecía totalmente enamorado y JaeHyun estaba...
Hendery miró a su primo de nuevo. Samuel estaba riendo y diciendo algo al oído de JaeHyun, y JaeHyun lo escuchaba con una sonrisa algo indulgente.
—Realmente parece feliz— murmuró Hendery—Está sonriendo.
—Seguro— Dijo YangYang.
Antes de que Hendery pudiera decir nada, Jisoo echó sus brazos alrededor de ellos—¡Oigan, chicos!— Ella los besó en las mejillas y les dirigió una mirada apreciativa—Maldición, echo de menos los buenos viejos tiempos, en que tenía eso en mi cama.
YangYang se echó a reír—¿Estás segura de que deberías estar diciendo eso en frente de tu novio?
—El novio está acostumbrado a ello— Fred, su novio, dijo secamente.
Hendery tuvo que darle crédito al chico: no todos los hombres estarían cómodos en presencia del ex—novio de su novia y de otro tipo con el que habían hecho un trío.
Jisoo miró YangYang—¿Cómo te las arreglaste para convencer a este tipo de dar una fiesta? Él siempre se negó de plano a hacerlo cuando estábamos juntos.
YangYang le sonrió a Hendery y le guiñó un ojo.
Jisoo rodó los ojos y le dio unas palmaditas en el pecho a Hendery—Estás dominado, dulzura.
Hendery no lo negó. Lo estaba. El timbre sonó.
Hendery miró a YangYang—¿Todavía estamos esperando a alguien?— YangYang frunció el ceño antes de encogerse—No lo creo. Pero Jennie dijo que podría venir.
Asintiendo, Hendery fue a abrir la puerta. No era Jennieh.
—Hola— Lee Taeyong dijo, sus ojos verdes extrañamente brillantes mientras encontraban los suyos—¿Feliz Navidad?
Hendery lo miró fijamente por un momento antes de salir y cerrar la puerta rápidamente—¿Qué estás haciendo aquí?
Taeyong levantó las cejas—Es lindo verte de nuevo, también.
—¿Qué estás haciendo aquí?— Hendery repitió.
Taeyong se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta—Quiero hablar con JaeHyun. El detective que contraté dijo que tendría que estar aquí.
—¿El detective que— Olvídalo— Hendery negó con la cabeza—No lo verás.
Entrecerrando los ojos, Taeyong cruzó los brazos sobre su pecho—¿Por qué no?
Hendery le clavó una dura mirada—¿No crees que ya has hecho suficiente? Él no necesita más de esa mierda. Tiene un novio ahora. Déjalo en paz.
Los labios de Taeyong se abrieron—Yo...
La puerta se abrió detrás de él—Alec, ¿Quién es ese?
—Nadie— dijo Hendery.
YangYang puso su barbilla sobre su hombro desde atrás—¿Nadie? El Nadie se parece a un hombre para mí. ¡Oye, Nadie!
—Hey.
Hendery suspiró—Es el chico francés. El jugador de soccer.
—Jugador de Fútbol— Taeyong gruñó—Y no soy un chico.
—¿El chico de JaeHyun?— YangYang murmuró al oído de Hendery—¿Así que este es él? Pensé que sería más apuesto. Él es lindo, supongo, pero JaeHyun está muy por fuera de su liga. Así que ¿por qué no lo estás dejando entrar, bebé?
—Porque JaeHyun no necesita esta mierda.
—JaeHyun puede cuidar de sí mismo, si este escuálido chico resulta ser más malo de lo que parece.
—Yang...
—Déjalo entrar— dijo YangYang—Confía en mí.
Hendery se pellizcó el puente de la nariz y se hizo a un lado.
Cuando Taeyong desapareció dentro del apartamento, Hendery se giró hacia YangYang—¿Por qué correr el riesgo? JaeHyun está mucho mejor ahora. Él es lo suficientemente feliz.
YangYang le dio una suave sonrisa—Tú no te lo crees, tampoco. Si JaeHyun realmente ama a Samuel y ha seguido adelante, esta visita no va a cambiar nada. Mira..— YangYang enroscó sus brazos alrededor del cuello de Hendery y acarició los dedos por su pelo, sus ojos oscuros serios por una vez—Tú pensabas que eras feliz con Jisoo. Sé que las situaciones son diferentes, pero..— YangYang lamió la comisura de su boca—Existe la felicidad y luego está la felicidad. Hay una diferencia, ¿no?
—Sí— dijo Hendery, acercándolo más. Él acarició la mejilla de YangYang, respirándolo. Pensó en las mañanas tranquilas en que despertaba y veía a YangYang babeando la almohada —en la sensación que lo invadía sobre que eso era correcto, mientras veía la forma dormida de YangYang. Antes de conocer a YangYang, había pensado que era feliz con su novia. Pero comparado con lo que él sentía con YangYang —por YangYang— sus sentimientos por Jisoo habían sido una broma. Una imitación pálida de la cosa real—Sí— dijo de nuevo—Pero este chico no le dará a JaeHyun nada más que dolor. Es heterosexual.
—Vagamente recuerdo que tú solías pensar que eras hétero, también— dijo YangYang con una sonrisa.
Hendery negó con la cabeza—Es diferente. Él es cien por ciento hétero. Conformarse con un buen tipo que lo ame es la mejor opción para JaeHyun.
—Conformarse con alguien al que no amas nunca debería estar bien— YangYang afirmó.
—Lo sé— Hendery lo apretó, sintiendo de repente una oleada de gratitud por lo que tenía—Pero sucede todo el tiempo.
—Pero...
—Mira— dijo Hendery, tirándose hacia atrás para verlo a los ojos—Sé que te gusta JaeHyun y sólo tienes buenas intenciones, pero confía en mí, ese tipo... está jodido. Se ve como un niño inocente, vulnerables, y puede que incluso sea bastante agradable la mayor parte del tiempo, pero hay algo feo y cruel debajo de la superficie.
YangYang se rió con incredulidad—Vamos, No hay forma...
—Yang— dijo Hendery con gravedad—Hace un año, me dijo que nunca renunciaría a JaeHyun, sin importar el costo. Me amenazó con que se aseguraría de que JaeHyun no me hablara de nuevo si le decía algo a JaeHyun. Implicó que JaeHyun siempre lo elegiría a él por sobre cualquier otra persona, incluyendo a su primo más cercano.
La boca de YangYang cayó abierta.
—Sí— dijo Hendery. Vamos a esperar que él estuviera equivocado. Cuando JaeHyun dejó Inglaterra, pensé que demostraba que Taeyong estaba errado, pero...
—Deja de preocuparte por JaeHyun. Él es un chico grande.
—Yo simplemente no entiendo que es lo que JaeHyun ve en él.
—No se puede racionalizar el amor— dijo YangYang encogiéndose de hombros—O tu no estarías conmigo.
Hendery se inclinó y lo besó en sus labios suaves. Dios, amaba esos labios.
—No lo sé— murmuró cuando finalmente rompió el beso—Yo creo que mi elección fue bastante racional. Eres bello por dentro y por fuera.
YangYang se rió, sus ojos cálidos y las mejillas sonrojadas—No pensabas eso cuando nos conocimos.
—Bueno, tú eras muy irritante.
YangYang le sacó la lengua—Y tu tenías un palo metido en el culo. En realidad, ya ha pasado un año y todavía no te lo has sacado completamente.
—Me retracto— dijo Hendery—Todavía eres irritante.
—Tú me amas— Yang sonrió con hoyuelos y lo besó brevemente—Estás totalmente loco por mí.
Hendery suspiró—Supongo que lo estoy— dijo con gravedad antes de sonreír y devolverle el beso.
Él lo estaba.
Capítulo 9
Peleando contrala Gravedad.
Taeyong se quitó la chaqueta y miró alrededor de la habitación llena de gente, su corazón latiendo tan rápido que se sintió un poco mareado por un momento. No debería estar aquí. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué había escuchado a Jungwoo, de entre todas las personas?
Porque eso es lo que querías desde el principio, le susurró una voz en el fondo de su mente. Porque Jungwoo sólo fue el último empujón que necesitaba. Porque JaeHyun se había equivocado. El tiempo no ayudaba. En todo caso, se sentía más como la mierda con cada día que pasaba, perdiendo el interés por todo. Incluso el fútbol. Incluso su hijo. Incluso Sana. Ya no podía negar que algo andaba mal con él. Podía recordar su amor por el fútbol, su atracción y amor por Sana, sus sueños de una familia, pero ya no podía sentir ninguna de esas cosas más. Era como si algo estuviera roto dentro suyo, algo que había dejado de funcionar bien. A veces se preguntaba si no habría desde siempre algo fundamentalmente mal en él, y que JaeHyun fue el motivo de que haya podido sentir amor en absoluto. Solía ser feliz con Sana, pero él estaba acostumbrado a recibir un abundante amor de JaeHyun en simultáneo. Podría haber subestimado cuanto su relación con JaeHyun afectaba su estado de ánimo y sus relaciones con otras personas. Ahora que JaeHyun se había ido, ya no podía sentir nada más —nada, aparte de su sensación de incompletud y desconexión con el mundo. Joder, estaba peor que arruinado.
Y la peor parte era que, al parecer, JaeHyun no se sentía de la misma forma. Aparentemente JaeHyun estaba bien. Más que bien. Aparentemente JaeHyun estaba demasiado ocupado besándose con algunos estadounidenses como para echarlo de menos en lo absoluto.
—¡Hola! ¿Buscando a alguien?
Taeyong se estremeció y volvió la cabeza. Un tipo rubio lo miraba con curiosidad, pero no había ni siquiera un destello de reconocimiento en sus ojos. Aquí, del otro lado del charco, pocas personas lo reconocían.
—Sí, de hecho— dijo Taeyong—¿JaeHyun?
—Creo que está en la cocina— El chico hizo una seña a su izquierda—Soy WinWin.
Murmurando su agradecimiento, Taeyong se dirigió hacia allí, con las piernas un poco inestables.
Frenó de golpe en la puerta de la cocina.
JaeHyun no estaba solo. Tenía a un tío (Samuel Jones) sobre él. Se estaban besando. Las manos de JaeHyun estaban en el culo de Jones y Jones gemía, prácticamente en celo contra JaeHyun, sus dedos en el cabello de JaeHyun.
Por un largo, doloroso momento, se sintió como si el corazón de Taeyong le dejara de latir. Tenía problemas para respirar. Así que era verdad. Todo era cierto.
Debe haber hecho algún ruido ya que JaeHyun terminó el beso y volvió su cabeza.
JaeHyun se quedó completamente inmóvil. Sus miradas se encontraron y el ruido de la fiesta pareció desvanecerse. El corazón de Taeyong martilleaba en sus oídos.
—Oye, eres Lee Taeyong.
Taeyong se obligó a apartar los ojos de JaeHyun para mirar a Jones. Casi se echó a reír, aunque diversión no era la emoción que sentía mientras miraba al chico. Se imaginó que la única persona que lo habría reconocido en los Estados Unidos sería Jones.
—Sí, ¿y tú eres?— Tae sabía que estaba siendo desagradable y no le importaba. Él nunca había afirmado que fuera una buena persona, y no iba a empezar a hacerlo por el bien de este idiota.
—Este es Samuel Jones, mi novio— dijo JaeHyun, poniendo un brazo alrededor de Jones.
Tragando, Taeyong miró la mano en la cadera de Jones antes de levantar los ojos a la cara de JaeHyun. Expresaba muy poco. No podía leer a JaeHyun en absoluto, y eso dolía. No se suponía que iba a ser así. Cuando imaginó —soñó— ver a JaeHyun de nuevo, él nunca pensó que sería así. JaeHyun no se suponía que iba a mirarlo con desinterés y tener a algún rubio oxigenado apretado contra él.
Taeyong pegó una sonrisa en su rostro—Mucho gusto. ¿Puedo robar a JaeHyun por un minuto?
Jones le dirigió una mirada curiosa, pero asintió con la cabeza y salió de la cocina. Cuando Jones lo pasó, Taeyong contuvo el aliento: olía a la colonia de JaeHyun.
Cerró la puerta tras Jones y se giró.
El rostro de JaeHyun permaneció impasible—¿Qué estás haciendo aquí?
Taeyong no sabía qué decir. No se suponía que debiera estar aquí. Sana pensaba que estaba en el centro de entrenamiento con el equipo. Chelsea tenía un juego en el Día de San Esteban, y seguro como el infierno que no se suponía que él estuviese en los Estados Unidos el día anterior. El entrenador lo mataría si se enterara. Y JaeHyun no se veía exactamente feliz de verlo. Todo lo que había planeado decir parecía estúpido ahora. JaeHyun había seguido adelante. A JaeHyun no le importa una mierda más. JaeHyun tenía un nuevo y radiante novio.
—Es bueno verte también, Jae— JaeHyun desvió la mirada.
—Taeyong...
—Es bueno saber que todavía recuerdas mi nombre— Su tono estaba volviéndose desagradable, pero Taeyong no podía parar. Era jodidamente doloroso. Todos estos meses, él había estado hecho un desastre, continuando en movimiento sin que realmente le importe, pero aparentemente JaeHyun estaba muy jodidamente feliz—Wow, Eres rápido. Pensé que pasaría por lo menos un año antes de que empezaras a „amar‟ a alguien más.
JaeHyun seguía sin mirarlo—¿Cómo está Sana?
—Ella está bien. Tenemos un hijo, Jeno.
—Felicidades— JaeHyun dijo enérgicamente, caminando hacia la puerta—Me tengo que ir. Samuel me espera...
Taeyong le agarró el brazo.
Los músculos de JaeHyun se endurecieron bajo su mano.
—Déjame ir— JaeHyun dijo, con voz uniforme—¿Lo amas?
JaeHyun miró a la puerta cerrada—Sí.
—Eres un mentiroso— Agarró el hombro de JaeHyun y le dio la vuelta—¡Son putas mentiras!
El rostro de JaeHyun era inescrutable, sus músculos rígidos bajo su tacto—Estoy en una buena relación. Déjame ser.
Taeyong apretó con más fuerza—Mírame a los ojos y dime que lo amas. Y me iré y nunca regresaré.
JaeHyun apretó la mandíbula—Él es todo lo que siempre quise en un novio.
—Eso no es lo que pregunté.
JaeHyun lo miró a los ojos y dijo: —Lo amo. Ya te superé. Ya no te amo más.
Tae aspiró una bocanada de aire. Se sentía mal del estómago.
—Pruébalo— susurró, odiándose un poco a sí mismo por ser tan patético.
—¿Cómo se supone que voy a probarlo?
—Abrázame. Y yo lo sabré. Siempre lo supe.
Alguna emoción cruzó el rostro de JaeHyun—Eso es estúpido.
—Demuéstralo, entonces— Taeyong repitió, más firme en esta ocasión—Si estás diciendo la verdad, no tienes nada que ocultar, ¿verdad?
JaeHyun no se movió.
—¿O lo tienes?— Taeyong dijo, levantando las cejas.
Apretando los labios, JaeHyun levantó los brazos y los puso flojamente a su alrededor antes de dejarlo ir rápidamente —pero Tae agarró su camisa—Un abrazo de verdad. ¿O tienes miedo?
Maldiciendo entre dientes, JaeHyun tiró acercándolo y lo abrazó tan fuerte que apenas podía respirar. A Taeyong no le importó: se derritió contra JaeHyun, en él, queriendo escalar en él, arrastrarse bajo su piel y nunca soltarlo. Maldiciendo otra vez, JaeHyun lo apretó con más fuerza, y Dios, el olor de JaeHyun, sus brazos alrededor suyo, su fuerza —se sentía tan bien, correcto y perfecto en tantos niveles que se sentía drogado. Se había sentido frío por tanto tiempo. Él se sentía cálido ahora. Cálido, acariciado y amado.
—Bebé— JaeHyun graznó, besando la frente de Tae y luego su mejilla, su respiración inestable y desigual.
Taeyong sonrió, JaeHyun no le había llamado así en años—Te extrañé— susurró, cerrando los ojos y apoyándose con entusiasmo en el tacto mientras JaeHyun besaba su cara—Tanto.
—Lo sé— dijo JaeHyun, arrastrando sus labios por la mejilla de Taeyong e inhalando profundamente. Parecía no estar llevándolo mejor que Tae: tan hambriento de contacto. Y Dios, que él había estado hambriento de esto. Tan hambriento que a veces sentía como si la necesidad estuviera royendo un agujero dentro de su alma.
Taeyong suspiró cuando JaeHyun besó la comisura de su boca, luego la otra. Sus labios se separaron—Dime que me amas.
—Cosita egoísta— dijo JaeHyun, pero su voz estaba tan llena de afecto que Taeyong se sintió cálido hasta los pies.
—Dilo— exigió, enterrando una mano en el cabello de JaeHyun. Había crecido más largo de como JaeHyun normalmente lo usaba.
—Te amo— JaeHyun dijo con voz ronca, acariciando su mejilla—Te amo.
Taeyong sonrió, sintiéndose más que un poco mareado—Ves, tú eres mío— él susurró—No suyo.
JaeHyun se puso rígido. Luego maldijo entre dientes, se apartó de él y lo miró—¿De qué va todo esto, Tae? ¡Eres como un maldito perro en el pesebre! No soy tu posesión. Tengo a Samuel ahora...
—Dijiste que me amabas. ¡Acabas de decirlo!
La mandíbula de JaeHyun se tensó. Sacudió la cabeza—Eso no cambia nada...
—¿Por qué?— Taeyong gruñó—¡No lo necesitas! Tú me amas, y yo te amo...
—Deja de decir eso— JaeHyun espetó—Tú no me amas.
Taeyong se echó a reír—Gracias por informármelo. Tal vez tú me puede decir por qué me siento tan como la mierda sin ti, entonces.
Suspirando, JaeHyun se pasó una mano por el pelo y se alejó—Yo no sé qué estás haciendo aquí. No hay un jodido punto. Tú tienes tu vida, tu familia, tu hijo. No hay lugar para mí en tu vida —realmente nunca lo hubo...
—Lo hay.
—No lo quiero— JaeHyun dijo en voz baja. Se oía cansado—No puedes darme lo que yo quiero.
—¿Y Jones puede?
—Sí, él puede— JaeHyun lo miró—No te amo como a un hermano o un amigo. Deseo cosas.
Las mejillas de Taeyong se calentaron—Lo sé— él dijo, un poco torpemente—No soy idiota. Lo entiendo.
—No, no pareces entenderlo— JaeHyun sacó fuera—Quiero besarte. Quiero besarte por todas partes. Quiero dejar chupones sobre todo tu cuerpo. Quiero empujarte debajo de mí, separar tus piernas y poner mi polla en ti...
—¡Para con eso!— Taeyong dijo, ruborizándose.
JaeHyun se rió, un sonido amargo y áspero que cortaba a través de él—Sí, eso es exactamente lo que quería decir— Y antes de que Taeyong pudiera decir nada, se fue.
🍃🍇🍃
Día de San Esteban: Se celebra el día después de Navidad.
Capítulo 10
La Propuesta.
Se sintió como si la cena duró por siempre.
JaeHyun estaba medio—tentado a irse temprano, pero no quería que pareciera como que huía de Taeyong —que era cómo iba a ser interpretado por su primo y YangYang. Por no hablar de que despertaría las sospechas de Samuel. Ya era bastante malo que Samuel estuviera desconcertado por la presencia de Taeyong y no parara de hablar de él: Samuel era un poco cholulo. Habría sido gracioso si no fuera Taeyong.
Taeyong.
JaeHyun miró al otro extremo de la mesa. Taeyong estaba mirando su plato con una expresión profundamente contemplativa en su rostro. ¿Qué estaba haciendo?
Al darse cuenta de que lo estaba mirando fijo, JaeHyun se obligó a alejar la mirada.
Encontró a Hendery estudiándolo con atención, un pequeño ceño entre sus cejas. YangYang le susurró algo al oído y el ceño fruncido de Hendery desapareció. Hendery sonrió irónicamente a su novio y negó con la cabeza, tocando el cuello del YangYang con sus dedos. YangYang le sonrió.
JaeHyun apartó la mirada. A veces ver a Hendery y a su novio era más que un poco incómodo. Estaba feliz por su primo —él era quien le había dicho a Hendery que fuera a por ello— y sin embargo...
La mirada de JaeHyun cayó sobre otra pareja, sentada frente a él: un hombre caracúlico de pelo oscuro y un chico rubio asombrosamente guapo. No los conocía demasiado bien, sólo sus nombres: Taeil y WinWin.
—No seas tan aguafiestas— WinWin le dijo al otro hombre, rodando sus ojos—No te haría daño usar una sonrisa de vez en cuando— Sonrió ampliamente a su compañero de rostro severo—¿Ves? No es tan difícil.
Taeil le dio al rubio una mirada poco impresionada, pero la forma en que sus oscuros ojos se quedaron en la cara sonriente de WinWin lo traicionaba. La pareja parecía extraña y sin nada en común, pero al mismo tiempo, perfectos el uno para el otro —Simplemente correcto.
Contra su voluntad, los ojos de JaeHyun se sintieron atraídos a Taeyong de nuevo.
Esta vez se encontró con Taeyong mirándolo.
Taeyong le dirigió una mirada significativa e inclinó la cabeza hacia la puerta.
Apretando los labios, JaeHyun negó con la cabeza. Él ya había dicho todo lo que había que decir. No había nada más que hablar. Y si JaeHyun era completamente honesto, no confiaba en sí mismo para estar a solas con Taeyong y seguir diciendo no. Su resolución no existía cuando Taeyong lo miraba con sus grandes ojos verdes y susurraba su nombre. JaeHyun había pensado —deseado— que la entrada de Samuel en su vida lo hubiera cambiado, pero se había equivocado. En el momento en que había visto a Taeyong en la cocina, el primer impulso de JaeHyun había sido empujar a Samuel lejos, como si hubiera sido atrapado haciendo trampa, lo que era ridículo. Taeyong no era nada para él, nunca lo había sido y nunca lo sería. JaeHyun tenía un novio ahora, y el nombre de su novio no era Taeyong. El nombre de su novio era Samuel.
JaeHyun miró al joven que estaba sentado junto a él. Samuel sonrió. JaeHyun logró una sonrisa en respuesta. Cuando había conocido a Samuel hace dos meses, suponía que sería sólo una aventura de una noche, una de muchas.
JaeHyun hizo una mueca ante el pensamiento. En ese momento, él había estado dispuesto a follarse a cada chico guapo que viniera a él. Había querido demostrarse a sí mismo que aún podía hacerlo. Había querido demostrarse a sí mismo que podía seguir adelante. Había querido probarse que él no era el hombre de ojos apagados que veía en el espejo.
Pero una noche se había convertido en dos, luego tres, luego una semana, y así sucesivamente, y JaeHyun descubrió que le gustaba Samuel . Era guapo, pero también era agradable y con los pies en la tierra. Comparado con el temperamento y la actitud exigente de Taeyong, Samuel era un santo. Samuel era amable y sin complicaciones. Samuel era todo lo que Taeyong no era. Samuel era todo lo que JaeHyun quería en un novio. Y Samuel lo quería a él.
—¿... JaeHyun? ¡JaeHyun!
JaeHyun se estremeció. Cierto. Samuel—¿Qué?
Los ojos grises de Samuel estaban llenos de confusión—¿Qué pasa contigo? No estabas escuchando.
—Yo estaba— dijo JaeHyun—Yo...
Taeyong ya no estaba más en su asiento. Estaba junto a la puerta que conducía a los dormitorios. Captó la mirada de JaeHyun antes de desaparecer de la vista.
JaeHyun vaciló, dividido entre el sentido común y el deseo de ir tras él. Maldita sea. Era una batalla perdida.
Él murmuró una excusa y siguió a Taeyong fuera de la habitación, sintiendo la desaprobadora mirada de Hendery a su espalda.
Taeyong le estaba esperando en una de las habitaciones de invitados, sus brazos cruzados sobre el pecho. Había una extraña expresión en su rostro: una mezcla de determinación y algo más.
—Dijiste que no tenías un lugar en mi vida porque yo no puedo darte lo deseas— dijo Taeyong sin preámbulos—¿Y qué si puedo?
—¿Qué?
Taeyong levantó la barbilla—¿Qué si puedo? ¿Qué pasa si... ¿Qué pasa si te dejo besarme en donde sea que quieras?
JaeHyun lo miró fijamente—No puedes estar hablando en serio. Yo no necesito tu lástima.
—No tiene nada que ver con la lástima. Yo creo que es bastante justo: te doy algo que quieres, y me das algo que quiero.
JaeHyun se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza—Mierda, en realidad hablas en serio— Él se pasó una mano por el pelo—No puedo jodidamente creerte.
—¿Por qué?— La voz de Taeyong era tranquila y racional, como si JaeHyun fuera el que estuviera diciendo cosas ridículas—Sólo piensa en ello y tiene todo el sentido— Su expresión se suavizó—Sabes lo mucho que significas para mí. No me daría asco si me besas a veces. Si significa que puedo mantenerte, lo haré felizmente.
—Eso es—Eso es jodidamente una locura.
Taeyong se veía tan terco como siempre—No lo es. Me gusta cuando me tocas. No me daría asco.
JaeHyun soltó una carcajada dura—¿Y crees que sería suficiente para mí? ¿Qué tú no sientas asco? ¿Qué pudieras soportarlo estoicamente? ¿De verdad, Tae?
Una multitud de emociones cruzaron el rostro de Taeyong hasta que se establecieron en una clara expresión de determinación.
Taeyong caminó hacia él.
—No— JaeHyun logró decir antes de que Taeyong le agarrara la cara, se parara en puntas de pies y presionara sus labios juntos.
JaeHyun era más fuerte y más grande que él. Él podría empujarlo fácilmente.
Y aún así, no podía.
Los labios de Taeyong eran muy suaves y regordetes —y de Taeyong. De su Taeyong. JaeHyun no pudo resistirse. No pudo luchar contra sí mismo. Sus labios se movieron. Fue un momento robado, algo jodido y sin esperanza, pero todos los años de mirarlo y anhelarlo lo habían despojado de su control y él volcó todo en el beso. Todo lo que no podía decir y todo lo que sentía.
Taeyong no devolvió el beso. Estaba completamente quieto, solo permitiéndolo, y la furia creció en JaeHyun, una rabia diferente a todo lo que alguna vez había experimentado antes. JaeHyun endureció el beso hasta el punto de causar moretones. Él forzó los labios de Taeyong abiertos y metió su lengua dentro de la caverna cálida y húmeda de su boca, el beso convirtiéndose en obsceno y sucio. Él quería escandalizarlo. Quería hacerle daño. Quería causarle repulsión.
Pero Taeyong no lo empujó lejos. Lo tomó todo, confiando en él. Y eso le hizo detenerse.
JaeHyun arrancó sus labios e inclinó su frente contra la de Taeyong, respirando entrecortadamente. Maldito seas.
Sintió a Taeyong tocar su pelo y luego acunar su cara suavemente. JaeHyun se apartó para mirarlo.
El rostro de Taeyong estaba enrojecido, con una expresión un poco desconcertada, pero él no parecía disgustado. Se humedeció los labios—¿Te gustó?—
JaeHyun se echó a reír. Se deslizó al suelo, apoyando la cabeza en sus manos y se rió, y se rió, y se rió. Era un sonido horrible, como si su garganta hubiera sido cortada, pero él no podía parar. Se sentía vacío. Desilusionado. No sabía que es lo que había esperado. Desde luego, no había esperado que Taeyong se diera repentinamente cuenta de que era gay después de un beso, pero...
Pero a lo mejor lo había hecho. Un idiota. Un puto idiota.
Taeyong se sentó a su lado y le pasó un brazo alrededor de sus hombros—Jae...Lo lamento.
JaeHyun no dijo nada.
Taeyong apoyó la mejilla contra el hombro de JaeHyun—Te amo— él susurró con voz tensa por la emoción.
JaeHyun cerró los ojos—No.
Taeyong envolvió su otro brazo alrededor de la cintura de JaeHyun—No puedes decir que no lo sienta solo porque yo no te quiera de esa manera. Yo..— Su voz se espesó—Te amo en todas las formas que importan. Te amo tanto que me asusta jodidamente— Su voz cayó, volviéndose apenas audible—No debería amarte más que a Jeno y a Sana.
—No seas tonto. No me amas más que a ellos.
La carcajada que dejó los labios de Taeyong era extraña—Jeno tenía ojos azules y cabello oscuro al nacer ¿sabías? Sana me dijo que el color de ojos y cabello podría cambiar, pero yo no lo creí. Pero entonces empezaron a cambiar y yo... yo estaba tan decepcionado. Me sentí tan mal por ello, no tienes ni idea. Traté de ocultarlo de Sana, no quería molestarla, pero de alguna manera lo supo y ella estaba tan enloquecida. Tuvimos una gran pelea. Ella me gritó que yo debería haberte dejado que me follaras si quería un hijo que se pareciera a ti.
Cristo.
—No es para nada como lo imaginaba— Taeyong dijo en voz baja contra su hombro. Sus dedos jugaban con los botones de la camisa de JaeHyun—Solía pensar que tener una familia sería increíble, pero— pero no lo es. El bebé llora todo el tiempo, y Sana... hemos estado peleando de vez en cuando. Acerca de pequeñas cosas, cosas como que nosotros pensamos que el otro dijo algo y lo tomamos de forma equivocada —cosas pequeñas como esas, pero últimamente ha sido peor. Mucho peor. Ni siquiera estoy seguro de por qué. Todo se siente mal y sin sentido, ¿sabes? Suena horrible, pero a veces... a veces me gustaría que ambos desaparecieran. Y entonces me siento como un hijo de puta.
JaeHyun puso una mano sobre la de Taeyong y le acarició los nudillos. Suspirando, Taeyong entrelazó sus dedos juntos.
JaeHyun se quedó mirando fijamente a la alfombra, preguntándose cómo una persona que nunca podría ser verdaderamente suya, podría sentirse tan bien. El simple hecho de sostener la mano de Taeyong era muchísimo más satisfactorio de lo que debería ser. Se ajustaba perfectamente a la suya.
Estaban casi en silencio, sacando los ruidos lejanos que llegaban de más lejos al final del pasillo, y sería tan fácil pretender que el mundo exterior existiera. Durante un tiempo. Y ese era el problema. Sólo podía ser por un tiempo.
—Vuelve conmigo— Taeyong susurró de repente—Por favor— —No puedo. Nunca funcionaría.
Taeyong le apretó la mano—Nosotros haremos que funcione— JaeHyun sonrió sin humor— ¿Cómo?
Taeyong no respondió de inmediato—Te gusta besarme, ¿verdad?
JaeHyun parpadeó lentamente antes de mirar la cabeza de Taeyong en su hombro.
Taeyong parecía un poco incómodo, un leve rubor en sus pómulos, pero encontró la mirada de JaeHyun con firmeza—Lo digo en serio. Vuelve y haré todo lo posible para hacerte feliz— JaeHyun abrió y cerró la boca varias veces antes de que pudiera finalmente hablar—Todo— dijo rotundamente.
Taeyong asintió, mordiéndose el labio—Dentro de lo razonable— dijo, avergonzado.
—Dentro de lo razonable— JaeHyun repitió.
Taeyong le dio una mirada cautelosa—¿Por qué estás enojado conmigo?
—¿No puedes adivinarlo?
Taeyong levantó la cabeza del hombro de JaeHyun y se enderezó—Mira— dijo, sin dejar ir la mano de JaeHyun.
—Mira— Taeyong dijo de nuevo—Yo sé que puede sonar loco, pero sólo piensa al respecto. Puedes pretender ser „feliz‟ con ese tipo todo lo que quieras, pero no va a durar. Traté de mentir, también. Fingí estar feliz por el bienestar de Sana y a veces lo logré, pero era agotador y me hizo sentir aún más como la mierda. No eres feliz. Si realmente estuvieras contento con él, no me tocarías de la forma en que lo hiciste— La voz de Taeyong se suavizó, una expresión de confusión y pregunta se reflejó en su rostro—Incluso no me mirarías de la forma en que lo haces.
JaeHyun no quería ni saberlo—Tae...
—No, escúchame— Taeyong dijo, apretando su mano y mirándolo a los ojos—Yo te puedo hacer feliz. Puedo. Lo haré, o al menos daré mi mayor esfuerzo intentándolo. No tiene por qué ser todo o nada. Podemos hacerlo funcionar.
Maldiciendo, JaeHyun liberó su mano y se paró. Odiaba que una parte él quería aceptar lo que sea que Taeyong le estaba ofreciendo, sin importarle cuán loco y poco realista era.
—Nunca funcionaría— dijo JaeHyun.
—¿Por qué?— Taeyong sonaba frustrado ahora.
—Porque eres heterosexual— JaeHyun dijo entre dientes—Quizás pienses que el sexo no es importante, pero lo es. Es importante. No quiero que me dejes que te toquetee por lástima.
Taeyong hizo un ruido frustrado y se puso de pie también. Dio un paso más cerca de JaeHyun, por lo que estaban casi pecho contra pecho—No es lástima, tonto— Taeyong dijo, tomando la mano de JaeHyun y levantándola hasta su mejilla. Giró la cabeza para besar la palma de JaeHyun.
JaeHyun se puso rígido.
—Me gusta— Taeyong dijo, viéndose un poco avergonzado—Me gusta cuando me tocas. Sí, claro, no me gusta de esa manera, pero lo disfruto. Siempre disfruto tener tus manos sobre mí. Y cuando recién me besaste... No voy a negar fue extraño —lo fue— pero... pero me gustó. Me gustó, ¿de acuerdo?
JaeHyun lo miró fijamente—¿Cómo puede gustarte, pero no de esa manera? Fue un beso. O te gusta de esa manera o no te gusta.
Taeyong se encogió de hombros, pasando su mano por el pelo—Es—es difícil explicar. Sabes que me encanta cuando me abrazas. Me siento bien, casi como si estuviera drogado.
—Eso no es raro— dijo JaeHyun—Los abrazos animan a tu cuerpo a liberar oxitocina, lo que disminuye el nivel de...
—Sí, está bien— Taeyong dijo con una sonrisa afectuosa y rodando los ojos—Pero ese no es el punto. Cuando me abrazas, se siente bien, pero todavía siento como que quisiera más, ¿sabes? Como si quisiera que te metas debajo de mi piel, dentro mío.
JaeHyun aspiro aire, toda su sangre corriendo hacia el sur. Su polla se puso dura como una roca, espesándose con necesidad, su corazón latiéndole en el pecho.
Taeyong se puso rojo carmesí y sonrió torcidamente—Está bien, eso sonaba mucho mejor en mi cabeza— Se frotó la parte trasera del cuello—De todos modos, yo... es por eso que, como que me gustó cuando me besaste. Yo no estaba solo soportándolo. No me excita, pero se siente bien, y no me importaría en lo absoluto si lo hicieras de nuevo— La mirada de Taeyong cayó a los labios de JaeHyun por un momento antes de que mirara a otro lado, rascándose tras la oreja con el pulgar—No es lástima, lo juro.
—¿Qué es exactamente lo que estás sugiriendo?
—Volvamos y voy a tratar de darte todo lo que normalmente esperarías de una relación.
—Todo excepto sexo— dijo JaeHyun.
—Bueno— Taeyong dijo, cambiando de un pie al otro y mirando a cualquier sitio menos a JaeHyun—Sí. Si estás caliente, supongo que podrías levantarte a alguien —a veces. Pero aparte de eso, te daré todo lo que necesites.
JaeHyun no sabía si reír o llorar—Hay una diferencia entre tener relaciones sexuales con alguien que amas y follar a alguien a quien no.
Los labios de Taeyong se fruncieron brevemente—Entonces no hay mucha diferencia entre una aventura de una noche y Jones, ¿verdad?
Eso fue un golpe bajo, pero Taeyong tenía un punto. De hecho, JaeHyun estaba teniendo problemas por encontrar fallas en la lógica de Taeyong.
Pero había una cosa que Taeyong había dejado de mencionar.
—¿Qué hay de Sana?— Preguntó JaeHyun—¿Qué va a decir al respecto?
Por primera vez, Taeyong parecía inseguro. No por mucho tiempo, sin embargo—Ella es inteligente. Sabe lo importante que eres para mí, siempre lo hizo. Ella sabe que yo te amo más.
JaeHyun negó con la cabeza—¿De verdad crees que ella estaría bien con eso?— ¿Cómo podía Taeyong ser tan ingenuo? Ninguna mujer estaría feliz de compartir su pareja con otra persona, incluso si la relación era mayormente inocente.
—Creo que lo estaría— dijo Taeyong—Además, nada cambiaría para ella— Le dedicó a JaeHyun una sonrisa torcida—Apuesto a que ella incluso se alegraría de tenerte de regreso. Ella no tiene mucha paciencia conmigo cuando estoy con un ánimo de perros.
JaeHyun no sonrió. Él lo miró por un momento antes de tocar la barbilla de Taeyong e inclinar su cara hacia arriba—¿Tú comprendes lo que estás ofreciendo?
Taeyong tragó—Sí, lo hago— Se inclinó y rozó sus labios contra los de JaeHyun.
JaeHyun se tensó, su cuerpo apretado por la necesidad.
—Lo quiero— Taeyong dijo suavemente—Vamos. Besame— Rozó sus labios de nuevo.
El control de JaeHyun se desmoronó. Tiró de él contra sí y chupó el labio de Taeyong. El cuerpo de Tae seguía rígido contra el suyo, pero sus labios se abrieron de buena gana. La lengua de JaeHyun acarició el interior de la boca de Taeyong y Taeyong hizo un pequeño ruidito sorprendido.
Con una increíble fuerza de voluntad, JaeHyun se obligó a retroceder un poco.
Taeyong lo miró con los ojos muy abiertos. Parecía un poco desconcertado de nuevo.
—¿Estás bien?— Dijo JaeHyun y no reconoció su propia voz. Taeyong sonrió débilmente y asintió.
—¿Estás seguro?
Taeyong volvió a asentir y se pasó la lengua por el labio.
Gimiendo, JaeHyun cogió esa lengua y chupó de ella. Taeyong hizo ese pequeño jadeo suave de nuevo, sus manos agarrando los hombros de JaeHyun con fuerza. Él no besó a JaeHyun en respuesta, solo tomándolo y dejando que JaeHyun hiciera lo que quisiera con su boca, y era más excitante de lo que tenía derecho a ser. JaeHyun empujó su lengua en la caverna de la boca de Taeyong y tiró de él con más fuerza, besándolo más profundo, hambriento e insaciable. Dios, él lo deseaba. Quería empujar a Taeyong sobre la cama, rasgar su ropa y besarlo en todas partes. Quería chuparle la polla y hacerlo rogar para que lo toque. Quería poner su polla en Taeyong y follarlo sobre el colchón, lo deseaba tanto que apenas podía pensar. Profundizó aún más en Taeyong, su boca cada vez más insistente mientras que el deseo amenazaba con devorarlo. Él estaba temblando literalmente, pero no podía hacer nada al respecto. No podía controlar su cuerpo en absoluto. Sentía como que algo se había roto dentro de él, ahora que había besado a Taeyong una vez — no podía frenarse a sí mismo de hacerlo otra vez, y otra vez, y otra vez. Dios, quería tenerlo. Necesitaba tomarlo.
Alguien se aclaró la garganta. Maldita sea.
Respirando con dificultad, JaeHyun arrancó sus labios alejándose—JaeHyun.
Hendery estaba de pie en la puerta. Su rostro era mayormente inexpresivo, pero JaeHyun conocía bien a su primo.
—Samuel ha estado buscándote— dijo Hendery.
JaeHyun se estremeció, una oleada de vergüenza y culpa bañándolo.
Joder. Se había olvidado completamente de Samuel.
Aún dolorosamente excitado, asintió enérgicamente y se movió para dejar la habitación, pero una mano en su brazo lo detuvo.
Taeyong buscó su rostro—¿Te veré en Londres, verdad?— dijo, inseguro.
JaeHyun se quedó mirando a los hinchados labios de Taeyong —hinchados por sus besos— y luego a los ojos verdes que tanto amaba.
—JaeHyun, no hagas esto— Hendery dijo con calma.
Taeyong lo miró por encima del hombro de JaeHyun antes de mirar hacia atrás a JaeHyun—Jae...
—Ve a casa— JaeHyun dijo, empujando sus temblorosas manos en los bolsillos—Necesito pensar.
Taeyong abrió la boca para discutir, pero pareció pensarlo mejor. Acercándose, abrazó a JaeHyun—Te amo— susurró, sólo por sus oídos—Recuerda eso.
JaeHyun asintió y se permitió dejar caer un casto beso en la frente de Taeyong.
Pero, por supuesto, Taeyong no estaba teniendo nada de eso. Se inclinó y le dio un suave beso en los labios. Tomó todo el autocontrol de JaeHyun contenerse para no profundizarlo.
—Te veo pronto— Taeyong dijo, alejándose. Él sonrió y dedicó a JaeHyun una larga mirada, extrañamente hambrienta, antes de salir.
—No digas nada— JaeHyun dijo cuando él y su primo quedaron a solas—Sé lo que vas a decir y tienes razón. Yo no debería hacerlo.
Hendery dejó escapar un suspiro—Sólo espero que sepas lo que estás haciendo. Ese chico va a romper tu corazón de nuevo si lo dejas.
JaeHyun se encontrócon esos ojostan parecidos a los suyosy sonrió sin alegría.
—Lo sé.
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Cholulo: Personaque se encandila por las celebridades.
Capítulo 11
Desilusionado.
—Muy bien, ¿qué está pasando?— Samuel dijo tan pronto como regresaron a la casa de JaeHyun.
JaeHyun se quitó la camisa y se volvió hacia Samuel. No se molestó en fingir ignorancia; sólo un idiota no se habría dado cuenta de lo callado que había estado durante el viaje a casa, y Samuel no era idiota.
—Puedes decirme lo que sea— dijo Samuel, sus ojos grises amables y preocupados.
JaeHyun miró su rostro intensamente atractivo. Entonces él agarró el brazo de Samuel y lo jaló más cerca. Samuel hizo un ruido sorprendido que fue tragado por la boca de JaeHyun. JaeHyun lo besó duro, tratando de sentir algo, cualquier cosa. Samuel gimió y le devolvió el beso, deslizando sus manos bajo la camisa de JaeHyun, y él sintió.
Se sentía mal. Se sentía mal, y sucio, como si él estuviera engañándolo a Taeyong, lo que era tan ridículo que hacía enojar a JaeHyun. Enojado con Taeyong, pero sobre todo enfadado consigo mismo. ¿Por qué los besos que Taeyong había permitido que él tomara se habían sentido mucho mejor que los apasionados besos de Samuel? No tenía sentido. Le gustaba Samuel. Quería amarlo. Samuel era el novio perfecto que cualquier hombre gay podría desear.
No era Taeyong.
JaeHyun se sacudió el pensamiento. Había estado lo suficientemente contenido con Samuel hasta que Taeyong había aparecido. Podría contentarse con Samuel de nuevo. Sólo tenía que intentarlo en vez de suspirar por algo que nunca podría realmente tener.
Samuel rió sin aliento cuando JaeHyun lo empujó hacia la cama.
Al menos físicamente aún podría sentir lo que su mente y su corazón no podían. Se las arregló para tener una erección, y se las arregló para mantenerse duro hasta empujarse dentro de Samuel.
Entonces, todo salió mal: el pelo rubio brillante de Samuel se oscureció, su piel más pálida y más suave, su cuerpo más delgado, y luego era Taeyong mirando hacia arriba hacia él con confianza. Y algo se rompió dentro de él, su polla hinchándose, su sangre quemando.
Después, JaeHyun apenas podía recordar el sexo. Recordaba el deseo, el amor y la desgarradora ansiedad corriendo por su sangre. Recordaba el nombre que salió de sus labios cuando él se corrió. No fue el de Samuel.
Por un largo, tenso momento, no hubo ningún sonido en absoluto. Entonces Samuel lo empujó antes de sentarse y alcanzar su ropa.
JaeHyun se giró sobre su espalda, sintiéndose como el mayor idiota del planeta.
—Deberías habérmelo dicho— dijo Samuel secamente, parándose para subirse los jeans—Deberías haberme dicho que estabas jodidamente enamorado de alguien más. Entonces yo no estaría tan..— Él se rió entre dientes, sacudiendo la cabeza—Deberías habérmelo dicho.
—Yo no creí que importara.
Samuel comenzó a abotonarse la camisa, sus movimientos rígidos, tiesos—Importa— dijo—Si yo hubiera sabido que era sólo un reemplazo para ti, no habría sido tan estúpido como para —para...
JaeHyun se deshizo del condón—Lo siento.
—Correcto. Lo lamentas.
JaeHyun se levantó de la cama y le puso una mano en el hombro a Samuel—Realmente lo hago— dijo en voz baja—Sé mejor que nadie cuánto esto apesta. Él es heterosexual y nunca va a ser realmente mío.
Una risa sin humor dejó la garganta de Samuel —Justo ahora no puedo realmente sentir pena por ti— Se dio la vuelta, sus labios torcidos en una sonrisa que parecía más una mueca—Pensé que eras el indicado para mí, sabes.
El dolor desenmascarado en los ojos de Samuel trajo una nueva ola de culpa, arrepentimiento y resentimiento por la injusticia de todo—Quería que esto funcione— dijo JaeHyun—Eres el tipo de hombre que siempre quise para un compañero: agradable, y desinteresado, y...
—Pero no soy él— dijo Samuel.
JaeHyun desvió la mirada—Eres mejor persona que él.
—Pero no soy él.
JaeHyun se quedó en silencio.
Con su mandíbula apretada, Samuel asintió y se volvió hacia la puerta—Traté de enamorarme de ti— dijo JaeHyun—Pensé que tal vez si pudiera hacerlo de alguien...
—No.
—Serías tú. Si yo pudiera elegir...
—Pero no puedes— dijo Samuel con fuerza—Y tampoco puedo yo— Le dio un débil intento de sonrisa—Pero al menos sé que no debo enamorarme de un chico heterosexual. Buena suerte con eso— Y se fue.
Samuel no azotó la puerta a su salida. Taeyong lo habría hecho.
JaeHyun se sentó en la cama deshecha y enterró su cara entre las manos. Maldita sea, estaba cansado. Cansado de luchar contra esto. Cansado de obligarse a sentir lo que él no sentía. Cansado de suprimir las emociones que sí sentía. Lo había hecho por años. Él había tratado con encuentros de una sola noche, lo había intentado con una relación, había tratado de seguir adelante y vivir lejos sin Taeyong. Pero nada había funcionado, y en el fondo, sabía que nunca nada lo haría.
Te amo. La voz suave y sincera de Taeyong, susurrando en su mente. No puedes decir que no lo sienta solo porque yo no te quiera de esa manera. Te amo en todas las formas que importan.
JaeHyun se mordió el interior de la mejilla hasta que sintió el sabor amargo de su sangre.
Capítulo 12



Eres un pendej en la primera parte Taeyong. Qué estrés 😩
Caps Parte 2: https://jaeyonglove.wixsite.com/mellifluousar/post/2-jaeyong-1