sǫɴʜ (2)☁️ JaeYong
- mellifluous_AR

- 13 ago 2022
- 1 Min. de lectura
Capítulos
Capítulos 1-9:
13
PRESENTE
MIÉRCOLES 24 DE NOVIEMBREDE 2021
Ahora sería un buen momento para retirarme a nuestro búnker preparado para el apocalipsis zombi porque el fin del mundo llegó: estoy camino a tu casa para recoger a la persona que te robó de mi lado.
No odio a Jungwoo, Jaehyun. Pero no tengo que ser su amigo. La única razón por la cual siquiera fui amigable cuando lo conocí fue porque no podía ser un imbécil. No podía siquiera parecer que estaba en su contra o que quería sabotear la relación que teníais. Cuando tuviéramos nuestro reencuentro en algún momento, podrías ver cómo mi amor por ti superaba mi propia felicidad. Pero ahora, por más vulnerable o patético que suene, Jungwoo es alguien a quien recurro. No tengo la fortaleza suficiente para sufrir solo.
Nieva un poco y hace mucho frío, y el aire gélido muerde mi cuello expuesto, mis orejas y mis manos cuando saco el teléfono para enviarle un mensaje a Jungwoo:
Llego en dos canciones.
Borro el mensaje y en su lugar envío:
Llego en seis minutos.
Jungwoo no hubiera comprendido el primer mensaje; solo te lo enviaría a ti. No lo confundiré por ti, pero tomo la ruta habitual para llegar a tu calle. En el tiempo que me lleva luchar contra el viento, pasar el supermercado con bicicletas encadenadas a los parquímetros, la tienda de alquiler de vehículos, la tienda de bagels en la que escatiman la cantidad de mermelada, y la tienda de mascotas que ahora tiene las luces apagadas, he escuchado dos veces «Love Minus Zero/ No Limit» de Bob Dylan. Tú sabías cómo medir mi distancia en canciones. Jungwoo no.
Esta calle realmente es un paseo por el pasado para mí y la fuerza repentina que tiene casi es demasiado para soportar. El lugar en la calle junto al correo donde casi te arrolla un automóvil, lo cual llevó a hacer la promesa de no morir jamás que rompiste; el pórtico de tu vecino, donde nos sentamos y lloramos después de romper y limpiamos nuestras lágrimas con las mangas y las manos del otro; el escalón que lleva a tu vestíbulo, del cual siempre te olvidabas y contra el que golpeabas el dedo gordo del pie al menos dos veces; la acera donde jugábamos al frisbi mientras esperábamos que el cartero trajera tu carta de admisión; todas las veces que quedamos encerrados fuera de la casa, pero en especial aquella semana después de que descubriéramos el sexo, cuando no podíamos entrar a tu apartamento vacío; cómo después de tu mudanza a California a veces terminaba loco de amor, de pie frente al portero automático, deseando poder presionar 2B para hacer que aparecieras en mis brazos.
No subiré. Nunca podría salir de allí. Ni siquiera puedo ingresar al vestíbulo.
Le envió un mensaje a Jungwoo:
Estoy abajo. Y hace frío.
En pocos minutos, Jungwoo baja corriendo hacia la puerta principal mientras coloca un abrigo sobre una chaqueta más liviana. Quizás esa es una chaqueta que viste esos días lluviosos sobrenaturales en California, días en los que se detiene en la carretera por chicos que te cambian la vida como tú.
Eso es inapropiado. Pondré el condón en mi boca: conozco el procedimiento, Jaehyun.
—Hola —digo y asiento a modo de saludo. Jungwoo está a un metro de distancia y ya tiembla, y casi me inclino hacia adelante para darle un medio abrazo, pero me detengo.
—Hola—Jungwoo sube la cremallera de su abrigo y coloca un gorro en su cabeza; un poco de su pelo queda expuesto en los laterales—Lo siento, no podía encontrar mi otro guante arriba—Coloca el único guante que posee en una mano y guarda la otra desnuda en el bolsillo de su abrigo.
Te hubiera dado una patada voladora si hubieras regresado a Nueva York con esta actitud de «no puedo tolerar el frío».
—¿A dónde vamos? —pregunta.
—No lo sé —digo—Sígueme.
Durante un rato asimilo solo los vehículos que tocan el claxon, el chapoteo de la nieve derritiéndose, el transeúnte ocasional que habla por teléfono. Echo un vistazo a mi derecha y Jungwoo se ha retrasado, camina codo a codo con mi sombra proyectada por las luces automáticas de un edificio. Gira y camina hacia atrás para evitar el viento. Pero luego, se da media vuelta y yo regreso a mi lugar original mientras él sujeta su bufanda frente al rostro. Estoy seguro de que te mareé con esa danza, Jaehyun, pero Jungwoo no tiene idea de qué demonios está pasando. Doblamos en una esquina donde estamos un poco mejor protegidos del viento más fuerte.
—¿Cómo estuvo la cena? —le pregunto. Supongo que oírlo de su boca no será siquiera un décimo de doloroso de lo que sería oírlo de Jessica o Yunho, o aún peor, de Jisoo.
—No muy bien —dice Jungwoo—No quisieron sentarse a la mesa. Nos acomodamos en la sala de estar y pedimos comida china. Jisoo puso Disney Channel, pero no creo que estuviera mirándolo. Me ofrecí a cocinar pan de maíz o brownies, pero nadie estaba muy interesado.
—¿Jisoo no quiso ayudar a cocinar?
—No —responde.
Es incluso peor de lo que creí.
Jungwoo se detiene frente a una casa de embutidos cerrada y comienza a andar de nuevo; se adelanta un poco como si supiera a dónde debemos ir. Aprieto el paso y lo alcanzo, lo cual es una suerte de carrera porque nuestras piernas tienen el mismo largo, pero yo gano; es agradable ganarle.
—No debería haber estado allí esta noche —dice él—No pertenezco ahí.
No, es cierto. Él es la pieza en forma de W del rompecabezas del cielo estrellado por la cual discutíamos, la que yo intentaba encajar en el lugar erróneo a pesar de tu insistencia. En el rompecabezas que es tu casa, Jungwoo no tiene un lugar asignado para él.
—Me siento muy culpable porque Jaehyun pasó su último Día de Acción de Gracias conmigo.
Debería sentir culpa. Si hubieras sabido que sería tu último día de Acción de Gracias, sé que hubieras venido a casa, incluso si eso implicaba arrastrar a Jungwoo contigo como si fuera una maleta llena de videojuegos nuevos; unos con los que jugarías un poco antes de perder el interés con el tiempo porque extrañabas los clásicos.
Tú y yo siempre hemos sido buenos dejando ir las cosas, en especial las que están fuera de nuestro control. Probablemente podría mencionar algunos recuerdos delante de él para probar este punto, pero los estoy acaparando.
Me recuerdo a mí mismo que solo porque alguien sea indulgente no significa que sea fácil pedir perdón. Recuérdalo, Jaehyun.
—Ahora no hay nada que puedas hacer al respecto —digo después de un minuto.
Me preparo para recibir otro ataque de aire frío y la nieve en mi rostro. Oculto las manos dentro de mis mangas y cruzo los brazos sobre el pecho para mantener mi abrigo cerca. Detengo la marcha cuando pierdo a Jungwoo de vista. Introduce su mano enguantada en el bolsillo y sostiene la mano desnuda abierta frente a él. Parece retrógrado al principio, pero recuerdo haberlo hecho cuando era un niño. Debe ser la primera nevada real de Jungwoo, y sonríe cuando atrapa un poco de nieve. Cierra la mano, aplasta los copos; luego la limpia contra sus pantalones y se acerca a mí.
—¿Puedo contarte una historia acerca de Jaehyun? —me pregunta. Habla con la urgencia de alguien que ha estado encerrado en su casa todo el día, anhelando la interacción humana; una urgencia que comprendo.
Parte de mí quiere decir que sí, pero la otra parte grita: Maldita sea, no.
—No quiero que esto sea incómodo, Taeyong —dice Jungwoo—Deberíamos poder hablar acerca de Jaehyun. Si es imposible, cada uno puede seguir su camino esta noche y nunca más nos veremos otra vez. De todos modos, estoy seguro de que eso es lo que todos apuestan que sucederá—Suena un poco triste al decirlo. También está absolutamente en lo cierto—Pero creo que podemos ser mejores que eso.
Es verdad. Sé que lo es. Esa es la razón por la que estoy aquí, en medio del frío gélido la noche de Acción de Gracias. Tú querrías que mantuviéramos vivo tu recuerdo. Maldición, creí que era imposible que esta persona (la persona que te pidió que dejaras de ser mi amigo) sugiriera tener una relación entre nosotros. No sé si puedo tolerar oír acerca de tu felicidad junto a él, pero quizás me ayudará a comprenderte mejor. Quizás me ayudará a añadir piezas en el rompecabezas de tu vida. Es hora de hacer una prueba piloto.
—¿Cuál es tu historia acerca de Jaehyun?
Jungwoo se agazapa, coge nieve, forma una bola (quizás es la primera que arma en su vida, no lo sé, dado que ha habido nieve en el suelo desde antes de tu funeral) y la lanza contra la pared.
—Jaehyun enloqueció cuando le conté que nunca había tocado la nieve. Es una mentira porque hay una fotografía mía de niño en la que estoy haciendo un ángel de nieve junto al puente de Brooklyn, pero en realidad no recuerdo nada de eso. Jaehyun esperaba que nevara cuando viniéramos para su cumpleaños, solo para poder verme... —Deja de hablar—Para poder ser testigo de tu primera nevada —añado.
Lo comprendo. Es como cuando por fin me hiciste ver la trilogía original de La guerra de las galaxias un fin de semana. Ver luchas entre jedis fue divertido, e imaginarme a mí mismo blandiendo un sable láser doble fue genial también, pero mi momento favorito de todos fue cuando vi la sonrisa en tu rostro después de apretar el botón de play en tu portátil. Me miraste como si ya hubiera formado una opinión maravillosa al respecto, cuando lo único que había visto eran las palabras grandes en amarillo que me bombardeaban con información.
Aquí es cuando todo se complica. La historia de Jungwoo duele, pero solo porque he experimentado aquella misma felicidad antes.
—Sígueme —digo. Sé a dónde debemos ir ahora. Lo llevo hasta el Lincoln Center. Tengo mi propia historia que compartir.
Cuando estabas aquí, caminando conmigo, nos cogemos de la mano como si nadie jamás pudiera pensar que había algo extraño en ello. Caminábamos a paso lento para disfrutar de la mayor cantidad de tiempo posible lejos de la supervisión paternal, incluso cuando nuestros calcetines estaban mojados y nuestros pies fríos. Con Jungwoo, camino rápido. Pronto, llegamos a la entrada y atravesamos los escalones amplios y bien iluminados. La plaza elegante, las columnas y los estandartes inmensos que anuncian los espectáculos de ballet nuevos siempre me recordaron un paisaje que encontraría en una novela de fantasía: te lo conté la primera vez que vinimos aquí como pareja. Me acerco a la fuente Revson. Siempre la he llamado «la fuente grande» antes de que llegaras tú con tu información detallada. Sé que los chorros de agua y las luces están apagados porque es invierno, pero de todos modos hay algo mal en ella, como si la fuente hubiera muerto y la hubieran abandonado.
—Me precipitaré y asumiré que Jaehyun y tú pedisteis deseos aquí —comenta Jungwoo.
Por un breve instante, olvidé que Jungwoo estaba presente. Estoy a punto de romper en llanto frente a él. Tiemblo, no de frío, y me alejo. No quiero un abrazo de él.
—Sí, pedimos deseos. Y todo es una maldita mentira—Le hago un gesto grosero con la mano a la fuente—Mira, hay muchas monedas allí dentro. Las personas realmente creían que su vuelto podía otorgarles cosas, como riquezas o algo así. Somos todos unos idiotas.
Jungwoo mira el agua.
—Siempre creí que era algo más religioso que fantástico—comenta—Ignora a todos los que lanzan monedas para pedir más dinero. Todos los demás están rezando. Lanzar una moneda en una fuente es un poco menos decepcionante que rezarle a una iglesia. Si vas directo a la casa del gran Señor, esperas resultados.
Me giro hacia él.
—Pregunta: ¿cómo diablos es posible que creas en Dios después de lo que pasó con Jaehyun?
Jungwoo se encoge de hombros.
—No paso mis domingos en la iglesia, pero siempre he creído en la idea de que hay un plan mayor. Tenía grandes planes con Jaehyun... y ahora no los tengo. Debe haber algo que aprender de esto. Me niego a creer que murió en vano.
—Jaehyun no murió para que pudieras aprender personalmente una gran lección acerca de la vida—Siento como mi rostro comienza a arder.
Jungwoo se acerca más a mí, y yo retrocedo porque estoy temblando más fuerte y él debería sentirse nervioso por quedarse a solas conmigo.
—No estoy diciendo eso, Taeyong. Eso sería un completo desperdicio. Lo sé; lo sabes. Simplemente no voy a dejar de hablarle a Dios porque estoy furioso por la muerte de Jaehyun. Jaehyun creía en Dios.
—No necesito que me digas en qué creía Jaehyun —replico. Lo siento, Jaehyun. Debería disculparme con él, no solo contigo—Lo lamento... No estoy en un buen lugar y... —No comprendo por qué él conversaría con Dios en busca de consuelo cuando podría estar hablando contigo—Debería haberlo sabido, pero regresar aquí sin Jaehyun apesta.
—Sí. Es una de las razones por las que no me entusiasma regresar a casa — Jungwoo mira hacia la fuente—Sé que es tabú compartirlo, pero ¿qué deseo pedirías?
—Sé que te interesa más qué deseo pediría Jaehyun —digo.
—Eso requeriría de una resurrección —responde Jungwoo.
—Supongo que no es tan tabú compartirlo —añado. Algunos de mis deseos también necesitarían una resurrección para hacerse realidad.
Le cuento a Jungwoo algunas de las cosas que pedí, como que tu madre tuviera buena salud cuando se asustó al creer que tenía cáncer de mama; cómo quería con todo mi corazón que obtuvieras una beca para que tus padres tuvieran más dinero en el bolsillo para que pudieras volar a Nueva York cada vez que extrañaras tu hogar. No le cuento a Jungwoo algunos de los otros deseos que pedí, como en la última Noche Buena, cuando lloré tanto que no podía respirar porque deseaba que tú me llamaras a la medianoche y me dijeras que me extrañabas, que me amabas, que regresarías conmigo y que serías mío de nuevo pronto.
—Eso fue muy amable de tu parte —comenta Jungwoo—Altruista.
—Lo único que siempre quise fue lo mejor para él —respondo. No estoy seguro de creer que yo era la mejor opción para ti, Jaehyun, pero sin duda pienso que era mejor que Jungwoo.
Jungwoo hurga en el bolsillo de su abrigo, saca un puñado de monedas, cierra los ojos, susurra algo y lanza todas las monedas dentro de la fuente.
No le preguntaré qué deseo pidió.
Se hace a un lado, sus zapatos salpican y frota sus brazos.
—Hace frío —dice.
A duras penas puedo sobrevivir un minuto más de esto. Estoy listo para dar por concluida la noche, pero no me entusiasma la idea de estar solo en mi habitación.
—Y es tarde. Si quieres, puedes venir a mi casa para conversar un rato.
—No tienes que hacer eso —replica Jungwoo—¿Quizás hay una cafetería abierta?
—Mi padre está despierto y se sentirá mucho más cómodo yendo a la cama si estoy en casa —insisto—Pero si te parece extraño, no hay problema.
—No, quiero continuar la conversación. Vamos. Pero ¿cogemos un taxi? No creo que pueda sobrevivir a una caminata.
Mandaría al diablo a tu chico de la Costa Oeste por no tolerar el frío, pero un viaje en taxi suena bien. Nos dirigimos a la parte alta de la ciudad por la acera, en dirección a mi edificio mientras esperamos que aparezca un taxi vacío en medio de la noche. Por fin uno para a nuestro lado después de un rato. Jungwoo sube primero y se acomoda detrás del conductor... en lo que sería mi lado izquierdo si subo. Pienso en acomodarme en el sector derecho, virando mi cuerpo para mirarlo de frente, pero ya estoy clavando las uñas en mi palma entumecida, así que corro hasta el otro lado del vehículo y abro la puerta.
—Robaré tu lugar —le digo.
Él se mueve a la izquierda y subo. Si está confundido o molesto no lo demuestra. ¿Cuánto le contaste acerca de mí, Jaehyun? ¿Sabe de mi TOC? Cierra la puerta de su lado y yo hago lo mismo del mío. Pago en efectivo, bajamos del taxi, y corremos hasta mi edificio.
En 2017 viniste a mi casa por primera vez. Tus padres pasaron todo el día en el cumpleaños de una compañera de Jisoo. No querían que estuvieras solo en casa. Tus padres llamaron a los míos y me entusiasmé mucho cuando mi padre me dijo que vendrías durante unas horas porque estábamos de vacaciones de verano y fue más difícil reprimir mi entusiasmo. Trajiste un rompecabezas de un castillo medieval mientras mirábamos un DVD de X-Men. Mientras armábamos el rompecabezas, hicimos nuestros propios planes de vernos pronto (asumiendo que mis padres estarían de acuerdo con que lo hiciera, claro) y sentí cuánto me extrañabas también y fue genial, incluso aunque nunca lo dijimos.
Pero traer a Jungwoo a casa es algo completamente diferente.
El exterior de mi edificio luce bastante elegante, pero cuando entramos, no puedo evitar notar cosas a las que nunca antes le había prestado atención: la falta de portero; la pintura saltada en las barandas azul oscuro; las marcas de huellas dactilares en los botones del ascensor, porque el administrador no contrató a alguien para que los limpiara a diario; la mancha amarillenta en la alfombra del pasillo. Espero que Jungwoo no vea nada. Es estúpido porque sé que asisto a una escuela privada y recibo mesadas decentes todos los meses, pero odio que Jungwoo compare tu maravilloso edificio con el mío y sienta con certeza que tú siempre estuviste por encima de alguien como yo.
Llegamos a mi puerta. Jungwoo se reclina contra la pared.
Abro la cerradura, me asomo y veo a mi padre durmiendo con mi madre en el sillón con la tele aún encendida. Será difícil conversar con Jungwoo en la sala de estar con ellos allí. Ingresamos en puntillas y nos dirigimos directo a mi habitación, y Jungwoo cierra la puerta detrás de nosotros.
—Juro que mis padres tienen su propia habitación —digo—Es solo que a mi madre le gusta dormir en el sillón de vez en cuando.
Jungwoo no responde. Observa mi cuarto: comienza por las fotografías tuyas enmarcadas que tengo sobre la cama. En el exterior, las historias acerca de ti con él pueden herirme y apuñalarme. Pero dentro de mi habitación, donde los recuerdos de tu persona saltan por la cama, los estantes, las paredes y el escritorio, estamos en mi territorio. Puedo utilizar nuestra historia como un arma si lo deseo. Excepto que no quiero hacerlo. No voy a desquitarme por tu muerte con él, en especial no cuando nos observas.
No puedo mirarlo.
Jungwoo se acerca a mi cama, mira las fotografías antes de, finalmente, coger la que te muestra sonriéndome desde un banco.
—¿Cuál era la ocasión? —pregunta en voz baja.
—El aniversario de mis padres, algunos abriles atrás —respondo—Han estado juntos desde los diecisiete años, creo. No lo sé, mi padre dice que desde los dieciséis y mi madre desde los diecisiete, pero creo que están contando distintos aniversarios, si entiendes a qué me refiero—No debería mirar esa foto con Jungwoo aquí porque es probable que me quiebre, pero extraño ver tu sonrisa fuera de mi memoria, así que me uno a él—Esa fue una buena tarde.
—¿Tus padres tienen un buen matrimonio?
—Sí, son cool. A veces me confundo cuando entro a una habitación y los encuentro conversando y riendo. Creí que ya se han dicho todo lo que hay para decir, ¿sabes? Pero no. Nunca cierran la boca y me encanta—Solo en ese instante noto que él me lo pregunta debido a sus propios padres.
Jungwoo se sienta en mi silla de escritorio y se encoge de hombros en su abrigo grande. Levanta la vista y me mira, evidentemente triste y luego dirige su mirada otra vez a la fotografía del aniversario de bodas.
—Ni siquiera fingiré que no has tenido los mismos sueños que yo. Sé que tú también amabas a Jaehyun de ese modo.
Amo. Te amo. No es un amor en tiempo pasado.
No espera a que diga nada antes de continuar hablando.
—Pero las personas no me toman en serio, como si no tuviera permitido estar destruido por la muerte de Jaehyun y el amor porque ni siquiera tengo la edad suficiente para beber según la ley. De hecho, mi padre tuvo el coraje de decirme que tengo el resto de mi vida para enamorarme de nuevo.
—Suena a que tienes que evitar algunas visitas de fin de semana cuando regreses a casa.
Jungwoo hace una mueca.
—No lo notará ni le importará. Trabaja para una aerolínea, así que sus fines de semana quedarán libres para quedarse en otra ciudad y conocer mujeres en los bares o... Lo siento, cerraré la boca—No estoy seguro de por qué se disculpa, pero siempre está pidiendo perdón por algo, ¿verdad? Ahora me mira—¿Tú también te sientes derrotado? Me recuerda a una carrera en la que participé: estaba a la cabeza, pero caí y destrocé mi rodilla y todo hacia lo que corría terminó.
Espero que esta no sea su manera astuta de decirme que piensa que estaba ganando tu afecto en mi lugar. Si alguna vez hubo un momento en el que debe disculparse, es ahora.
—Yo estaba en la misma carrera, Jungwoo. Y no estabas a la cabeza.
—No estaba hablando acerca de ti, lo juro. Es solo que nunca creí que era lo suficientemente digno para que alguien como Jaehyun se fijara en mí. A eso me refería con estar a la cabeza —dice Jungwoo. Evito su mirada.
—Lo siento.
—Lo entiendo. Jaehyun y tú crecisteis juntos y fuisteis prácticamente sus primeras veces para todo. Pero comprendes que yo también lo amaba, ¿verdad? Y él me correspondía, aunque a veces me resultaba difícil creerlo debido a ti. No sé por qué me importa tanto, pero desearía que no desestimaras lo que él y yo teníamos, en especial porque cada pareja debe empezar por alguna parte. Tú solo llegaste antes que yo.
Creo que se supone que debo decir algo ahora. Pero no puedo.
—Estás molesto, ¿verdad? Mira, háblame. Cada vez que Jaehyun y yo estábamos en desacuerdo siempre lo hablábamos de inmediato. Si dejamos que crezca, se convertirá en algo mucho peor de lo que debe ser. Por favor, habla conmigo, Taeyong —insiste Jungwoo.
Cerrar la boca y encerrarme en mí mismo siempre ha sido lo que mejor hago durante una confrontación. Tú me señalaste eso. Sin embargo, me esfuerzo mucho más de lo habitual para no decir algo imperdonable. Es tu perdón al que apunto. Planeaba ser mejor cerrando la boca acerca de mis problemas contigo cuando volviéramos a estar juntos, en especial después de que me contaste cómo les ayudaba hablar acerca de sus problemas a Jungwoo y a ti. No es que no quería resolver cualquier inconveniente; solo no quería hacerlo con la ira del momento, cuando había una posibilidad de decir algo improvisado e hiriente.
Pero también lanzaste algunos golpes hacia Jungwoo.
En los primeros meses de su relación, acudías a mí cada vez que discutíais. A Jungwoo no le agradaba que fuéramos tan cercanos, o que nunca hubieras permitido que él te sacara de mi vida. Dado que no podía decir nada malo acerca de Jungwoo, estaba obligado a decirte que tuvieras paciencia, que todo se arreglaría solo. Y cada vez que me llamabas, esperaba que fuera para decirme que Jungwoo y tú ya no estaban juntos, que no era solo debido a las discusiones, sino que era por lo mucho que aún me amabas y extrañabas. Pero sin excepción, las llamadas siempre iban por el mismo camino: «Lo resolvimos, tal como dijiste. Gracias por escucharme, Tae».
Tomo asiento en mi cama. Ahora no tengo idea de qué decir. Jungwoo se pone de pie y cierra la cremallera de su chaqueta.
—Me iré—Camina hacia la puerta de mi habitación—Lamento haberte molestado con todo esto—Se detiene y me lanza una mirada de decepción, no muy distinta a la que encontraba en tu rostro cuando acampaba en mi zona de silencio—Lamento haberlo intentado, Taeyong. Realmente creí que lo comprenderías.
Me guste o no, debo hablar. Jungwoo también tiene una historia compartida contigo. Estoy seguro de que ambos poseemos bromas internas, lugares favoritos, fotografías que me apuñalarán, pero que quizás valga la pena mirar para ver tu rostro de nuevo, historias que me muestren quién eras en California. Hay un lado tuyo que nunca vi. Jungwoo no solo conoce ese lado, sino que te amaba por ello.
—No te vayas —digo—Tienes razón. Amamos al mismo chico, y es extraño, y de todos modos él querría que habláramos, incluso acerca de las cosas que no quiero oír o de las que preferiría mantener en privado—Me pongo de pie de la cama y camino hacia mi armario. Saco el colchón inflable, el que mis padres compraron para las escasas ocasiones en que te permitían quedarte a dormir después de que comenzáramos a salir... claro que no lo usamos—Deberías quedarte. Afuera es un asco. Quizás podemos intentarlo de nuevo mañana temprano.
Él vacila.
—¿Estás seguro?
Desenrollo el colchón inflable en el extremo opuesto de mi cuarto, lejos de mi cama.
—Sí, no hay problema—Desconecto el cargador de mi teléfono del tomacorriente, lo lanzo sobre mi cama y conecto el inflador. Es ruidoso y quizás despierte a mis padres, pero es imposible evitarlo. Es la una menos cuarto y estoy listo para quedarme dormido después de que escuche tu mensaje de voz.
—Gracias, Taeyong —responde en voz baja.
—No es nada. Puedo darte algo para que te pongas—Por costumbre, me dirijo a tu cajón y lo abro. Me paralizo un segundo mientras asimilo tus cuatro camisetas, dos pares de pijamas, pantalones cortos de gimnasia (aunque odias Gimnasia), calcetines, un pijama de una sola pieza del Monopoly que trajiste a modo de broma y un jersey. Nunca vestiré a Jungwoo con tus prendas. Cierro el cajón y abro uno mío; lanzo una camiseta de manga larga que me queda pequeña y un pijama sobre el colchón inflable—¿Quieres agua?
—Si no es molestia; gracias.
Salgo de mi habitación, hago pis, me cepillo los dientes, voy de puntillas a la cocina, cojo dos vasos con agua y cuando regreso encuentro a Jungwoo con mi ropa puesta. Le entrego su vaso. Todavía me sorprende su presencia, este chico con el que no quería tener contacto alguno; me sorprende que de verdad pase la noche en una habitación donde hice todo contigo, desde dormir a tener sexo, desde jugar videojuegos a armar rompecabezas, desde discutir a intercambiar besos raros, desde cantar mal al karaoke a bailar lentos sin música: este lugar en donde fuimos nosotros mismos, nos pertenecimos y todo lo que sucedió en el medio y todo lo demás.
Tomo una manta para él del armario y una almohada de mi cama. Son cosas que solo yo usé, no que tú usaste; esas se quedan conmigo. Me quedo con tres almohadas, así que le lanzo una segunda sin explicar por qué.
—Voy a dormir —digo y apago la luz. Un haz de luz de luna golpea a Jungwoo—El baño está a la izquierda de mi habitación si lo necesitas.
—Gracias —susurra Jungwoo como si yo ya estuviera durmiendo—Buenas noches.
Ruedo en la cama, aún vestido con mi vaquero y tu jersey, y me pongo de espaldas a él. Abrazo tu almohada contra mi pecho y apoyo la cabeza donde solías colocar la tuya. Mi teléfono está a punto de quedarse sin batería, pero conecto mis auriculares y presiono play en tu mensaje de voz, una y otra vez.
En medio de la reproducción número cuatro, Jungwoo me llama.
—¿Taeyong? Lo siento, Taeyong, ¿estás despierto?
—¿Sí? —Miro la pared.
—Gracias por darme una oportunidad. Ahora veo por qué Jaehyun nunca dejaba de hablar de ti.
No respondo. Pero dejo a un lado mi teléfono. Entierro más mi rostro en la almohada, apretando los ojos y hago mi mayor esfuerzo para dormirme, pero mi jalón de orejas y la necesidad de llorar me mantienen en vela. Tú me mantuviste vivo cuando estuvimos separados. Prometo que yo siempre haré lo mismo por ti.
☁️
El llanto de Jungwoo me despierta. Intenta reprimirlo, pero no deja de escaparse de su control. Suena muy parecido a mí los últimos días, cuando me rendí ante la angustia, pero me aseguré de que no hiciera demasiado ruido para llamar la atención de aquellos que piensan que las palabras me harán sentir mejor. No puedo girarme para ver porque, si la cama cruje, él sabrá que estoy despierto. No sé cómo consolar a este desconocido.
Jungwoo, al igual que yo, te ama. También, al igual que yo, está atascado en este universo sin ti. Sé lo que dirías: hay infinitos universos paralelos. ¿Existe uno en el que has decidido cuidar de Jungwoo desde el más allá? No, eso está mal. Incluso Jungwoo dijo que siempre hablabas de mí. Me niego a creer que vivo en un universo en el que ni siquiera estás conmigo en la muerte. Me niego a creer que sufres por él ahora mismo mientras llora y que mueves tu telescopio un poco a la izquierda y me encuentras completamente despierto, sin hacer nada por consolarlo. Debes pensar que soy el peor ser humano del mundo, y juro que no es así. He cometido algunos errores, claro, y tú ya me has alcanzado; lo siento, pero no puedo volver el tiempo atrás y deshacerlos. Tendrás que perdonarme.
Eso es si asumo que estás en este universo, que estás observando, Jaehyun.
14
PASADO
VIERNES 31 DE OCTUBRE DE 2019
El rompecabezas de la mansión embrujada que estoy armando con Doyoung en el suelo de la habitación de Jaehyun realmente comienza a tomar forma. No estoy seguro de si es bueno o malo. Estamos pasando el tiempo con un rompecabezas de doscientas piezas en lugar de ir a una fiesta de Halloween como todos los demás.
Doyoung alza la vista, sosteniendo la pieza necesaria para coronar al rey fantasma y la golpetea contra las ventanas destrozadas de la mansión. Está disfrazado de Doctor Who.
—Oye, Jaehyun. ¿Podrías apresurarte, demonios? —pregunta—¿Cuántas veces cae Halloween un viernes?
—Más veces de las que cae un viernes trece —responde Jaehyun de inmediato. Ni siquiera está completamente vestido todavía. Aún está en su ordenador, revisando su ensayo de admisión temprana.
—Tenía once años cuando dije eso —protesto—Ya olvídalo.
Amo a Jaehyun, pero también amo con todo mi ser Halloween. Hay una fiesta en Brooklyn, con máquinas de humo, karaoke, DJ y, sobre todo, una competencia de disfraces a la que todos queremos llegar, pero la fecha de entrega del ensayo de Jaehyun termina a media noche. Iba a entregarlo a las 7:00 hasta que cometió el gran error de leerlo una última vez. Resulta que ya no cree en todo lo que escribió durante el último mes. Ahora son las 21:45 (minuto impar) y aún estamos aquí en su habitación sin humo, sin karaoke y sin DJ.
Al menos hay disfraces. Ninguno de nosotros es realmente fanático de Doctor Who. Pero Doyoung viste una chaqueta de tweed, una corbata de moño roja, un sombrero tirolés del mismo color y lleva un palo semejante a una varita: todo por Shania, la anfitriona de la fiesta, que es una gran fanática de Doctor Who y el nuevo interés romántico de Doyoung. A Doyoung no le importa el personaje, así que hemos comenzado una apuesta. Cada vez que llamen a Doyoung «el Doctor Who negro», Jaehyun le deberá un dólar.
Por supuesto que Jaehyun y yo tenemos los mejores disfraces que este universo ha visto: piratas zombis. Es un tributo a nuestra relación, claro está, pero también es algo ridículamente divertido. Esta noche, soy Griffy, el compañero de tripulación que fue asesinado por Jaehyun, el tuerto sanguinario, excepto que Jaehyun aún no tiene ni una gota de sangre encima que no haya provenido de mis abrazos.
—¿Cuánto tiempo más necesitas? —pregunta Doyoung—Estoy seguro de que tu ensayo está bien.
—Si mi intención fuera que esté «bien» hubiéramos salido por la puerta hace una semana —replica Jaehyun mientras gira en su silla para fulminarnos con la mirada—Todo puede cambiar si hago las cosas bien aquí, ¿vale? —Rara vez se harta de este modo. En sus ojos, hay pocas emergencias en el mundo por las que valga la pena ponerse nervioso—Tendría que ser muy estúpido para creer que soy el chico más inteligente de los postulantes. Hay muchísimos candidatos más calificados que yo, y no confío en que ellos arruinarán sus ensayos para que yo ingrese. Tengo que ser el mejor—Entierra el rostro entre las manos—Lo siento, chicos. Probablemente deberían ir sin mí.
Doyoung me mira, preguntándome en silencio si deberíamos hacerlo.
—Ve —le digo—Buena suerte con Shania.
—Buena suerte con el ensayo, Jaehyun —dice Doyoung—Te enviaré la cuenta por el Doctor Who negro.
Cuando parte, me pongo de rodillas frente a Jaehyun y cojo sus manos. Veo que tiene los ojos rojos. Abro los míos de par en par.
—¿Qué sucede? —Esto es lo más cerca que lo he visto del llanto.
—Son los cambios, Tae. Ahora tengo en mi mente que quiero ir a la universidad el próximo año. Sé que no solo vendrán cosas buenas si me aceptan. Falta un año, pero ya sé que te extrañaré demasiado —Jaehyun se hunde en el suelo conmigo, envuelve mis hombros con un brazo y apoya el rostro contra mi pecho—Sabes que te amo.
—Yo también te amo.
—También amo la idea de asistir a la universidad. Espero que eso no nos separe. Es solo que siempre pensé que la preparatoria era como un juego con puntajes que no tenían importancia, pero estoy equivocado. Las personas adecuadas prestan atención. En algún universo paralelo donde no soy uno de los mejores de la clase, es probable que hubiera perdido el tiempo y desaprovechado esta oportunidad.
—Pero no la desaprovechaste —señalo—Estás reescribiendo este ensayo por cuarta vez porque es algo que te importa mucho.
—Si no me aceptan, será un golpe muy duro.
—Eso es mucha presión, Jaehyun. Es presión que no pensabas sentir sobre tus hombros hasta el año entrante —le recuerdo. Masajeo su brazo y respiro hondo. Nunca ha sido fácil hallar las palabras adecuadas para consolar a alguien tan brillante—No eres solo alguien con buenas calificaciones, Jaehyun—Espero a que me corrija diciendo algo adorable como «calificaciones astronómicamente increíbles» o «las mejores calificaciones del territorio», pero no está de humor para hacerlo—No eres alguien que memoriza hechos para los exámenes y olvida todo al día siguiente. No tienes suerte adivinando las respuestas correctas en los exámenes sorpresa. Llevas tus libros contigo a la ducha. Básicamente, eres un superhéroe muy extraño.
Él dibuja una sonrisa forzada.
—Un día, Batman se quitará la máscara y, bum, seré yo.
—Robin es más apuesto, pero me conformaré.
Jaehyun levanta la cabeza y me mira, y yo me inclino hacia adelante y lo beso.
—¿Cómo me fue? —pregunto—¿Con la conversación alentadora?
—Estoy motivado —responde Jaehyun—Y me siento culpable porque no estás afuera disfrutando tu festejo favorito. Vete de aquí.
Quito mi parche y lo lanzo al otro lado del cuarto.
—De todos modos, esta cosa me da picazón—Me pongo de pie y lo obligo a hacer lo mismo—Descansarás dos minutos antes de avocarte de lleno al ensayo otra vez—Jaehyun luce un poco ansioso, pero está de acuerdo en concederme dos minutos a cambio de mi Halloween—Mis padres me enseñaron estos besos cuando era pequeño.
Me inclino hacia su rostro como si fuera a besarlo, pero rozo sus pestañas contra las mías y espero a que él haga lo mismo.
—Este es un beso mariposa.
—Hace un poco de cosquillas —comenta Jaehyun. Golpeo mi frente con la suya unas veces.
—Este es un beso cavernícola.
—No sabía que los cavernícolas eran tan románticos.
Froto mi nariz contra la suya sin detenerme hasta que Jaehyun me imita.
—Este es un beso esquimal.
—Ahora quiero un cuarto beso, algo especial como estos.
—Mis padres me enseñaron solo tres, pero inventaré uno ahora... em... —Miro por la ventana donde las calles están llenas de vida y de muertos vivos por Halloween—Este es un beso zombi—Mordisqueo su mejilla, gruñendo. Comienzo a reír a carcajadas cuando Jaehyun me devuelve su propio beso zombi.
—El beso zombi es mi favorito —dice Jaehyun—Al diablo la universidad, mejor tengamos sexo.
—Tus padres y Jisoo están aquí.
—Al diablo con ellos también.
Sonrío antes de hablar.
—No. Te ayudaré con tu ensayo. Vamos—Señalo su silla de escritorio y él suspira. Pero no puede quedarse quieto en la silla y comienza a caminar de un lado a otro.
La pregunta es simple: ¿Cuál es la creación que más te enorgullece?
Originalmente, Jaehyun quería hablar acerca de algunos de sus vídeos de animación, pero esta noche cambió de opinión; está superorgulloso de sus universos paralelos. Hojeamos su diario juntos. Estamos de pie al lado de la ventana, pero no me distraigo en lo más mínimo con todos los Harry Potter y los dinosaurios sensuales que pasean por las calles. Jaehyun prácticamente me pasea por su cerebro, como una visita guiada a su imaginación, y ambos nos perdemos en ella, nos perdemos pensando por qué este universo en el que vivimos supera a todos los demás. Somos dos piratas zombis que no abandonarán el barco para alimentarse de cerebros, pero sin duda hay un destino más grandioso por delante.
De todos modos, siempre tendremos el próximo Halloween.
15
PRESENTE
JUEVES 25 DE NOVIEMBRE DE 2021
Buenos días, Jaehyun. Lamento haberme cerrado anoche. No pude quitarme de encima la sospecha perturbadora de que estás cuidando a Jungwoo en lugar de a mí. Era como una picazón que se expandía a toda velocidad por mi cuerpo, y siempre llegaba un segundo demasiado tarde para rascarme y eliminarla. No pongas los ojos en blanco, pero busqué en el interior de mi alma. Hurgué en lo profundo de nuestra historia y recordé todos los buenos tiempos y los recuerdos felices que en algún momento te hubieran traído de regreso a mí en vida. Ya no creo que esté solo en esto, hablando conmigo mismo.
Sin embargo, todavía me pregunto con qué frecuencia cuidas a Jungwoo.
Jungwoo.
No he olvidado que está aquí. Su llanto creó un tornado de compasión y furia en mí y, si bien resistí con firmeza contra la fuerza de esa angustia, sin duda estoy magullado. Debería haberme dado media vuelta para ver si él se había dormido al caer exhausto o si estaba recostado despierto mirando las paredes como yo, pero no pude hacerlo.
Jungwoo tenía razón: ayer no empezamos bien. Ni siquiera sé qué es lo que está comenzando. Afortunadamente, hoy no hay escuela, así que no tengo que pasar la mañana discutiendo con mis padres para que me permitan quedarme en casa o caminando como un zombi de clase en clase cuando me obliguen a asistir de todos modos. Jungwoo y yo aprovecharemos este tiempo para intentarlo de nuevo, por ti.
Me incorporo cuando mi teléfono indica que son las 8:02. Cuando miro, Jungwoo no está en la cama. La manta está extendida sobre el colchón inflable, las prendas de Jungwoo están en el suelo, pero él no está aquí. Salgo de mi habitación para ver si está en el cuarto de baño duchándose o algo así, pero encuentro la puerta del baño abierta de par en par. Oigo el sonido fuerte del teclado del ordenador portátil de mi madre. Siempre bromeabas con ella al respecto, la acusabas de intentar lucir ocupada para no tener que responder tu interrogatorio acerca de cómo era ella en la adolescencia.
En la sala de estar, encuentro a mi madre en la mesa junto a Jungwoo, que ocupa tu asiento. Me pregunto si mi madre le contó que era tu lugar o si él sintió cierta atracción hacia esa silla debido a ti. Quizás es solo una coincidencia.
—Lo lamento —dice mi madre. Al principio, creo que está disculpándose conmigo, pero cierra su portátil y alza la vista hacia Jungwoo—Algunos clientes no recibieron el aviso de que se suponía que hoy no respondería emails. Entonces, ¿te ausentarás al resto del semestre?
—Mis profesores han sido comprensivos, pero no es mi estilo —dice Jungwoo.
—El mío tampoco —comento y me uno a ellos en la mesa. Tomo asiento frente a Jungwoo, como hacía habitualmente cada vez que tú ocupabas su lugar, y mantengo los ojos en el bagel frente a él—Excepto que nadie me da un descanso, así que es probable que repruebe todo.
—Todavía hay tiempo para cambiar las cosas —dice mi madre con dulzura.
Continúa hablando acerca de conversaciones que ha tenido con mis profesores acerca de crédito extra y la emisión de pases para que pueda acudir a mi asesor académico cuando quiera. Pero pierde mi atención cuando alzo la vista. Estoy asimilando de nuevo por qué Kim Jungwoo está aquí, en mi apartamento, con mi ropa.
De muchas maneras, Jungwoo es mi clon. Nuestros ojos café están cansados por la falta de sueño y el llanto, enmarcados por ojeras negras y pálidas más oscuras que las que obtuve el verano pasado cuando pasamos una semana entera jugando a juegos de Xbox en línea hasta el amanecer. Apenas ha tocado su bagel, y apuesto a que últimamente solo ha estado comiendo lo necesario para callar el rugido de su estómago. También es incapaz de funcionar en lo que respecta a la escuela y a todo lo demás que la vida exige; te ama y tú lo amabas.
—¿Taeyong? ¿Taeyong? —Mi madre coge mi mano y la aprieta.
—Lo siento—Deslizo mi mano lejos de la suya—Me perdí de nuevo en mis pensamientos—Oculto mi mano bajo la mesa para que Jungwoo no me vea rascando la palma.
—No es necesario que te disculpes—Mi madre se pone de pie y coge su portátil—Despertaré a tu padre.
No sé cuándo regresó a su habitación, pero con suerte mi madre lo pondrá al tanto del motivo por el cual Jungwoo está aquí.
—¿Cómo dormiste? —le pregunto. Hacerse el distraído es otro modo de mentir, ¿sabes?
Jungwoo se encoge de hombros y evita mi mirada.
—Ya sabes.
No sé si quiere decir «ya sabes cómo es» o «maldición, ya sabes perfectamente que no dormí bien», pero no ahondaré más en el asunto.
—¿Hablaste con Yunho o Jessica?
—Llamé a Jessica hace una hora. Suena que están relajados esta mañana— Jungwoo coge el bagel y parece a punto de hacerlo girar como una moneda antes de mirarme con las mejillas sonrojadas; quizás es algo que hace en casa o que hacía contigo—Gracias de nuevo por permitir que me quedara anoche. Pensé en regresar esta mañana para darte espacio, pero tu madre estaba despierta cuando vine aquí a llamar a Jessica.
—¿Te reconoció del funeral? —Y continúo haciéndome el tonto, porque debo admitir que mi madre está bastante familiarizada con las fotografías de Jungwoo. Le mostré el álbum digital que hice de vosotros dos. Quería que ella me dijera que no estaba loco por ver un parecido entre él y yo.
—Sí, lo hizo—responde Jungwoo y se avergüenza un poco—No negaré que estaba muy sorprendida de verme.
Imagino que estaba tan pasmada como todos los asistentes al funeral que atestiguaron la presencia de dos chicos en tu velorio, la competencia incómoda entre ellos, cómo cada uno leyó un panegírico acerca del amor de su vida. Hasta esta mañana, mi madre nunca había visto salir de mi habitación a otro chico que no fueras tú.
—Es culpa mía. Debería haberle dejado una nota en la pizarra blanca para que supiera que estarías aquí.
—Fue amable —dice Jungwoo. Se inclina hacia mí y baja la voz—Debo hacerte una pregunta. Por favor, responde con honestidad. No preguntaría si no supiera que puedo tolerarlo. ¿Vale?
Me preguntará algo tremendamente íntimo acerca de ti, Jaehyun; lo presiento. Quizás tiene las agallas suficientes para preguntarme acerca de nuestra primera vez o por qué rompí contigo.
—¿Me odias? —dice abruptamente Jungwoo—Sé que no nos conocemos. Pero lo comprenderé si me odias o si lo hacías. Supongo que quiero saber en qué situación estamos sin Jaehyun.
Este desayuno es incluso más extraño que el primer desayuno en que me olvidaste; el que ocurrió unas semanas después de que termináramos la relación, cuando no me enviaste una fotografía de lo que estabas comiendo con algún mensaje presumido. Tus fotografías siempre tenían el 90 por ciento de probabilidades de hacerme sonreír y hacerme sentir bien por salir de la cama. Pero ¿Kim Jungwoo en mi sala de estar, preguntando si lo odio? Eso sin duda es más extraño.
Estoy a punto de intentar responderle cuando mis padres ingresan juntos a la habitación.
—Jaejoong, él es Jungwoo —dice mi madre.
Jungwoo se pone de pie y extiende la mano. Cada segundo en que mi padre no la estrecha, me siento más culpable por ser la fuente de su resistencia por todo mi odio y mi llanto. Por fin, cede. Probablemente recuerda que es un adulto que debe priorizar eso a ser un padre cuando otro chico está involucrado; en especial un chico que ya debe estar jodidamente incómodo en nuestra casa.
—Buenos días —dice mi padre. Camina rápido hacia el sofá—¿Cuánto tiempo te quedarás en la ciudad?
—Volaré a casa el lunes —responde Jungwoo, aún de pie—De hecho, ahora debería regresar a la casa de Jaehyun—Intenta llevar su plato al fregadero de la cocina, pero mi madre lo intercepta del modo que siempre lo hacía contigo. Él mira a mis padres—Gracias por el desayuno y por permitirme pasar la noche aquí.
Regresa a mi habitación y yo lo sigo. Me apoyo contra la puerta de entrada.
—¿Estás bien? —pregunto.
Jungwoo se sienta en el colchón inflable; su cabeza cuelga mientras pasa su teléfono entre las manos, como si fuera una de esas patinetas en miniatura.
—¿Tú estás bien?
—Claro que no.
—Lo mismo digo.
Jungwoo deja su teléfono, dobla la manta, recoge las prendas del suelo y se dirige al cuarto de baño sin decir ni una palabra.
Desenrosco la boquilla del colchón inflable y observo mientras se desinfla; el silbido ensordecedor desaparece a medida que la cama se dobla sobre sí misma. Coloco todo en el armario, incluso la almohada que él utilizo. Estoy exhausto. Aceptaría con gusto una siesta. Pero le debo otra oportunidad. Lo sé.
Jungwoo regresa del cuarto de baño y me entrega la ropa con la que durmió.
—Gracias de nuevo por permitirme dormir aquí, Taeyong. Iré a buscar un taxi.
—Ahórrate el dinero —digo, sin saber cuál es su situación económica, aunque me precipitaré y supondré que es promedio—Podemos caminar hasta allí—Tomo mi abrigo y me lo pongo sobre tu jersey.
—¿No hace mucho frío afuera?
—Probablemente no sea tan grave—Miro la temperatura en la aplicación de mi teléfono—Bueno, hace bastante frío, pero estoy seguro de que a ti también te vendría bien un poco de aire fresco—Calzo mis botas y tomo mi teléfono y las llaves—En especial, si permanecerás encerrado en el apartamento todo el fin de semana.
—Tienes razón. Gracias, Taeyong—Se coloca la chaqueta y su único guante. Tengo la intención de buscar otro par de guantes, pero él ya está avanzando hacia la puerta. En la sala de estar, saluda a mis padres moviendo la mano; tú lo sabrías mejor, pero no me doy cuenta de si su saludo es poco entusiasta o vacilante—Gracias de nuevo por el desayuno, señor y señora Lee. Espero que tengan un buen fin de semana.
Nunca le dije mi apellido. Supongo que tú lo hiciste o que Facebook se lo contó. Pero veo un atisbo de lo que tú debes haber visto y no solo por sus modales. Sin duda, tiene el corazón de alguien que detendría el automóvil para rescatar a un chico de la lluvia.
—Que tengas un buen vuelo de regreso a casa—Mi padre no se levanta del sofá; apenas alza la vista de su portátil. Sin duda está jugando uno de esos juegos de lógica que tú le presentaste, para poder mantener la mente activa en los días de descanso o los fines de semana—¿A dónde vas, Taeyong?
—Lo acompañaré hasta la casa de Jaehyun—Siempre lo llamé tu hogar, aunque nunca hayas gastado ni un dólar para pagar el alquiler, aunque ya no vives físicamente ahí—De todos modos, quiero ir a caminar un rato.
Ninguno de mis padres se negará. Son muy conscientes de que la alternativa sería acampar en mi habitación y escuchar tu mensaje de voz infinitas veces.
—Suena bien. Llámanos si cambias de planes—Mi madre abandona su ordenador y se acerca para estrechar la mano de Jungwoo—Lamento de nuevo... —Deja de hablar y aparta la mirada. De verdad espero que no estuviera a punto de llamarte la pérdida de Jungwoo... de nuevo—Buena suerte para decidir lo que harás respecto a la escuela.
Lo guío hasta la salida sin decir nada.
Jungwoo baja la escalera detrás de mí y no sé si puede percibir el cambio en mi actitud, pero necesito recobrar la compostura antes de llegar al último escalón para no desquitarme con él... de nuevo. Odio esas palabras en este instante, y quizás siempre lo haga, dado que ha acompañado este momento de traición y decepción; esta clase de agobio es el motivo por el que las personas deben cuidar lo que dicen y lo que hacen. Llego al último peldaño y todavía cargo esa amargura, y no puedo quitármela de encima al igual que no puedo quitarme de encima mi angustia o mi vergüenza. Soy como una moneda que da vueltas constantemente: cara, cruz, cara, cruz, cara, cruz, cara, cruz... como si alguien me hubiera lanzado al aire para definir algo de una vez por todas, pero no me hubiera atrapado y ahora caigo en un abismo, incapaz de ver cuál será el resultado cuando aterrice.
Oculto mi mano en el bolsillo de mi chaqueta. Rasco mi palma en paz.
Tengo la tentación de llevar a Jungwoo por mi camino habitual a tu casa, pero avivará demasiados recuerdos.
—Doblemos a la izquierda —digo y me alejo del supermercado y de la tienda de alquiler de vehículos en el último segundo—Tienes amigos en Nueva York, ¿verdad?
—Algo así. Mis amigos Anika y Veronika estudian teatro en la NYU. Hicimos el bachillerato juntos, pero es una de esas amistades donde la distancia arruina todo—Jungwoo se encoge de hombros—Las extraño, pero puedo ver en Internet que están bien sin mí.
—¿Eran cercanos los tres?
—Hemos sido unidos desde primer año. Era la primera reunión del club de Dungeons and Dragons y queríamos unirnos, pero notaba que ellas vacilaban tanto como yo porque no sabíamos qué implicaría para nuestro estatus en el bachillerato. No lo sé, actuábamos como niños de catorce años, supongo.
Entonces: Jungwoo es uno de esos chicos de dieciocho años que habla acerca de tener catorce como si hubiera sido diez vidas atrás. Apuesto que eso te resultó encantador.
—En el penúltimo año ya habíamos superado todas esas tonterías, pero dado que el exnovio de Anika pertenecía al club de Dungeons and Dragons, formamos nuestro propio club después de la escuela en la casa de Anika e inventamos nuestro propio juego, Jaulas y Quimeras. Jaehyun incluso...
¿Tú qué?
—¿Jaehyun qué? —pregunto en voz alta.
—Jaehyun jugó el juego con Anika y Veronika en febrero cuando vinimos aquí.
No lo sabía. Quería pasar el rato contigo, claro, pero de ningún modo estaba dispuesto a sufrir viendo cómo sujetabas la mano de Jungwoo o reías por sus bromas. Asiento por cortesía, lo cual Jungwoo no ve en absoluto porque no está mirándome.
—¿Por qué no te contactas con ellas mientras estás aquí? —pregunto.
—Anika y Veronika están en casa por Acción de Gracias. Creo que regresarán aquí el día que me voy, lo cual apesta. Querían hablar por Skype, pero... —Cierra la boca de nuevo. Estoy listo para desafiarlo a que me cuente más, pero se detiene. Estamos frente al escaparate de Game Express, mi tienda de videojuegos favorita. Debes admitir que, aunque tú siempre fuiste fiel a GameStop, Game Express nunca te decepcionó gracias a los descuentos—¿Te molesta si entramos un momento?
—No, vamos.
Puedo encontrarte aquí.
La calidez del interior se siente bien. No reconozco a la joven detrás del mostrador, y sin duda recordaría a alguien con mechones de pelo azul y lentes de contacto amarillos: un estilo demonio. Es realmente genial. Pero no debería sorprenderme de ver rostros nuevos. No he venido aquí desde el inicio del verano, e incluso esa visita no fue muy larga.
—Tienen muchas cosas para Game Boy —comenta Jungwoo. Coge algunos de los juegos en oferta de una cubeta y los deja en otra un segundo después.
—Sí, es grandioso.
No hay nada que quiera comprar, así que solo sigo a Jungwoo mientras pasea por la tienda (mi favorita, no la tuya) por primera vez. Al menos creo que él nunca antes ha venido aquí. No sé por qué habrías caminado hasta aquí con Jungwoo en el invierno, a menos que estuvieras tratando de toparte conmigo para perturbar mis pensamientos o para hacer que te extrañara más. Permíteme cerrar la boca o creerás que he vuelto a ser el paranoico de antes. Juro que he mejorado. Juro que tengo una mejor noción de la realidad hoy en día.
Jungwoo pasa mucho tiempo con los juegos de Xbox. Antes de continuar avanzando, mira un juego de carreras, otro de lucha y uno de espías. Lo detengo.
—¿Hay algo más que llame tu atención?
—No mucho.
—Conté los juegos que miraste y te detuviste en el tercero...
—Sí... —Está confundido.
—Tengo un problema con los números. Prefiero que las cosas se hagan en números pares.
—Ni siquiera te oí contar.
—Conté en mi mente. Siempre estoy contando en mi cabeza. A veces ni siquiera lo noto, pero sé que estoy haciéndolo—Sé cómo suena y quiero ser capaz de decirle a él y al resto del mundo que está bien, que no es necesario estar pendiente de sucesos impares como este, pero sé que no estará bien: si puedo controlar algo por mi salud mental, quiero darme a mí mismo ese alivio—El tres me causa mucha ansiedad de un modo en que el uno no lo hace porque las cosas suelen venir de a una, así que tres es el primer número impar después del que siempre anticipo la aparición de algo que ocupe el número cuatro. De otro modo, no puedo concentrarme.
Jungwoo asiente y coge una secuela de Halo que tiene descuento. No siento que sea natural como con los primeros tres juegos que observó, así que tengo la tentación de pedirle que mire dos juegos más. De ese modo, tendré dos grupos de tres y podré salir de este momento con un hermoso seis, pero lo acepto y lo dejo ir.
—Gracias —digo.
Si está juzgándome, no lo veo en su rostro. Honestamente, no creo que él posea esa fealdad en su interior, a diferencia de algunos de mis compañeros estos últimos meses (tú no sabes nada de esto) cuando mis compulsiones empeoraron.
—No hay problema —responde Jungwoo. Continúa paseando por los pasillos y de vez en cuando descubro que me mira; es posible que haya arruinado su experiencia de compras al hacer que sea más consciente de lo normal de hacer todo en números pares. Pero quizás no. Parece relajado aquí, como si hubiera dejado su angustia en la puerta, sin saber que continuará persiguiéndolo en cuanto nos marchemos. Su tranquilidad me recuerda a ti, en el suelo frente a un rompecabezas.
Llegamos a un sector de clásicos. Tu peso me aplasta aún más cuando veo esos videojuegos alineados. Nunca tuve ninguna de estas consolas, pero tú estabas obsesionado: la primera Playstation y Nintendo, Sega Genesis, la breve Dreamcast y una Game Boy aparatosa que es imposible que entrara en el bolsillo de nadie. Sonrío en contra de mi voluntad delante de los estantes de vidrio polvorientos, mientras recuerdo las veces que jugué a algunos de ellos contigo o que observé cómo ganabas mientras hacía la tarea: Pac-Man, Space Invaders, Earthworm Jim, Mortal Kombat, Batman, étcetera.
—Es como un mercado de pulgas —comenta Jungwoo.
—Salvo que no lo es —señalo un cartel que dice no está en venta—Me agrada que solo sea un altar.
—Puntos extra por no estar en un museo.
Veo un videojuego particular en uno de los estantes más abajo. Tetris. Me siento sobre mis rodillas. Jungwoo se agazapa y hace lo mismo.
—Era su favorito —dice Jungwoo.
El comentario no me molesta del modo que lo hicieron otros, porque que jugaras al Tetris no es un detalle muy íntimo. Diablos, incluso tus profesores sabían de tu adicción al Tetris debido a todas las veces que confiscaron tu teléfono durante la clase. Jungwoo presiona la mano contra la vitrina. Quizás ha olvidado que estoy a allí, aquí, justo a su lado.
Tengo una historia para compartir con Jungwoo.
—¿Alguna vez Jaehyun te contó acerca de Mac: la maldición familiar?
—No.
—Lo odiaba tanto. Es decir, la mayoría de las personas lo odiaría. Pero él creía que sería perfecto porque era un juego en el que debías resolver acertijos basados en la física. Pero había tantos errores que Jaehyun se encomendó a sí mismo la tarea de regresar a la tienda para comprar todas las copias, así nadie tendría que sufrir con el juego. Aposté dos dólares a que no lo haría. Perdí.
Jungwoo ríe un poco, lo cual es genial porque esa fue básicamente una broma que te costó cuarenta dólares; bueno, treinta y ocho porque recuperaste dos.
—Despotricó contra el juego durante días. A veces, me despertaba y tenía un mensaje de texto que detallaba algo nuevo que odiaba del juego o que le resultaba ilógico—Estoy sonriendo de nuevo, y esta vez, sonrío con él, lo cual es un descanso agradable de la confusión, la angustia, la culpa y la infelicidad. Es la clase de alivio que sentía cuando estaba encerrado en casa, enfermo, extrañando tu rostro y tu voz, y luego me llamabas en cuanto terminaba la escuela y me sentía entero otra vez. Daría todo por ser capaz de jugar al Tetris contigo en este mismo instante. Saber que no puedo hacerlo arruina el momento y me destierra de nuevo a este universo vacío.
—Te esperaré afuera —le digo a Jungwoo.
Me pongo de pie y parto tan rápido que estoy seguro de que la cajera de pelo azul probablemente cree que robé un llavero de Yoshi o algo así. El aire frío muerde mi rostro, un beso zombi inútil. Jungwoo aparece pocos segundos después con las manos vacías. Si planeaba comprar algún juego (de ser así, es un momento de mierda para hacerlo) sin duda se lo arruiné.
—Lamento haberte hecho hablar acerca de él—dice—No sabía esa historia. Es extraño, pero me agrada aprender algo nuevo acerca de él en lugar de recordar todos los buenos tiempos que compartimos, ¿sabes?
—Es bueno hablar de él —concuerdo—Siempre lo es—Pero apesta que hable acerca de ti, y contigo, y que no puedas responder... algo que Jungwoo no sabrá jamás al volver a California—Sé que hablar acerca de Jaehyun lo mantiene vivo. Pero eso no implica que sea menos difícil el hecho de que no esté aquí, manteniéndose vivo el mismo.
Jungwoo asiente y guarda las manos en los bolsillos; tiembla. Eso es todo. Me mira del mismo modo que yo lo observo: con tristeza. No mentiré para decirle que estoy seguro de que todo mejorará y él tampoco intenta consolarme con ninguna de esas tonterías. Camino hacia su izquierda y comienzo a señalar el camino hacia tu casa.
☁️
—Llegamos.
Está de pie en la puerta de entrada, esperando que le abran desde el portero eléctrico sin siquiera haber mirado el intercomunicador. Así que supongo que estaba acostumbrado a que lo hicieran pasar cuando se quedó aquí en febrero. Presiono el 2B por él mientras da saltitos en el lugar. O está intentando entrar en calor o tiene muchos deseos de orinar, pero no mencionó nada durante nuestra caminata completamente silenciosa hasta aquí.
—¿Quién es? —pregunta Jessica por el portero eléctrico. Jungwoo responde y añade mi nombre. Jessica nos hace pasar.
—De hecho, no planeaba subir —le digo a Jungwoo—Solo quería acompañarte hasta aquí.
—¿No quieres ver a todos?
—Por supuesto que sí, en especial a Jisoo. Pero, no lo sé, también quiero respetar su tiempo de duelo y no invadir su espacio—He pensado mucho al respecto, pero nunca planeé contárselo a Jungwoo, el fantasma que ahora mismo mora en tu casa—No lo digo como una crítica hacia ti. Sé que tus opciones eran bastantes limitadas, en especial con tus colegas que están de viaje esta semana.
—¿Puedo ser honesto contigo? —pregunta Jungwoo. Avanza un poco más en el vestíbulo, evitando el frio que continúa ingresando por la puerta principal—Sería agradable que me acompañaras arriba, aunque sea solo unos pocos minutos.
Es una pieza de rompecabezas que no encaja. Y lo sabe.
Solo puedo imaginar tu expresión si le dijera que no a Jungwoo en este instante; estoy seguro de que sería muy similar a la expresión que tenías la última vez que te vi. Pero no quiero pensar en eso; olvida que lo mencioné. Es tabú.
—Subamos —le digo a Jungwoo.
Apenas registro que Jungwoo me agradece. Subimos la escalera hacia tu apartamento y no quiero estar aquí; es demasiado pronto. Siempre será demasiado pronto. El tiempo no cura todas las heridas. Ambos sabemos que es mentira; lo dicen las personas que no poseen nada reconfortante u original que decir. Pero me pregunto si otros perpetúan esta mentira porque no quieren decir la terrible verdad. La herida nunca cierra y el dolor permanece, siempre punzante, siempre ardiente, siempre asfixiante, siempre sangrando.
Jessica nos recibe en la puerta. Nos saluda con los dedos como siempre. Quizás tenga que ver con que no somos tú y yo regresando de una película, sino dos chicos que te aman.
—Buenos días.
—Buenos días —responde Jungwoo y pasa junto a ella.
—Buenos días, Jessica—Entro y la abrazo después que cierra la puerta. Ella también me abraza; es la primera vez que nos abrazamos desde que te perdimos. En este abrazo ya no siento que está decepcionada de mí por haberte dejado; siento que aún me ve como su otro hijo. En ese instante, me alegra haber permitido que Jungwoo me convenciera de venir.
Jessica coge mi brazo.
—Permítanme que les prepare un té helado, chicos.
Continuaré diciéndolo después de que los zombis piratas hayan ganado: cualquiera que rechace el té helado de tu madre, incluso en invierno, odia la felicidad. La sigo a la cocina y todo luce igual, excepto por la mesa redonda nueva junto a la ventana. Jungwoo toma asiento primero. Tomo cuatro vasos, uno extra para Jisoo, para distraerme de pensar qué le ocurrió a la mesa anterior (y perfectamente aceptable) y preguntarme si esta nueva ha estado aquí suficiente tiempo para que Jessica ya ni siquiera la considere nueva. Tomo asiento junto a Jungwoo y Jessica comienza su rutina cortando rebanadas de limón para nosotros.
—Jaehyun hubiera querido que hiciéramos esto, ¿verdad? —dice Jessica en voz baja—¿Habéis tenido una buena noche?
—Estuvo bien —responde Jungwoo.
No sé qué más añadir. Oigo el tintineo del piano que proviene de la sala de estar.
—¿Esa es Jisoo tocando el piano?
—Debería serlo —Jessica se asoma a la habitación siguiente mientras revuelve el té helado—Qué bueno, Yunho está con ella. Mi hermana me envió un artículo el miércoles o el jueves... perdí la noción de los días; no importa. Me envió un artículo acerca de cómo distraer a los niños de su angustia obligándolos a continuar con sus rutinas—Sirve el té—Vale la pena intentarlo.
—Por supuesto—Mis rutinas me tranquilizan cuando no me enloquecen. Jessica mira su reloj.
—En un rato la llevaremos a la casa de su amiga Mitali—Sin decir nada más, ingresa a la sala de estar.
Recuerdo a Mitali. Es la que habla rápido. Tus padres organizaron hace años una fiesta de detectives para ella. Mitali, Jisoo y algunas chicas más cuyos nombres ni siquiera yo recuerdo insistieron en que las llamaran «adultas detectives» en vez de «niñas detectives», y lo tomaron demasiado en serio, pero les seguimos la corriente. Tú fuiste la víctima asesinada en la sala de estar; estabas rodeado de «cinta amarilla para la escena del crimen» (cof, banderines de cumpleaños, cof) hasta que te levantaste para beber agua mientras ellas investigaban su última pista en la habitación de Jisoo. Gran error. Mitali salió corriendo y dijo que estabas haciendo trampa. La mejor parte: me acusó de ser un mal médico por haberme equivocado en declarar que habías muerto. Desearía que esta vez también estuvieras engañando a la muerte.
Bebo el té helado y coloco mi vaso en el fregadero. Jungwoo y yo seguimos a Jessica hasta la sala de estar. En el sillón, hay unas sábanas plegadas y una almohada. Quizás quedarse en tu cama era demasiado para Jungwoo y acampó aquí. No le pregunto.
Jessica se inclina junto a Jisoo, que está sentada en el banco del piano con Russel, y agarra la mano de su hija con las suyas.
—Debemos irnos pronto. El padre de Mitali dijo que preparará el pastel de manzana que te encanta. ¿Quieres que te ayude a elegir algo bonito que ponerte?
—Puedo vestirme sola —responde Jisoo. Su voz es inexpresiva. Libera su mano de la de su madre, se da la vuelta en el asiento, me ve, gira y regresa para mirarme de nuevo y abre los ojos de par en par—¡Taeyong!—Corre hacia mí y me abraza por la cintura; cielos, no creo que haya registrado por completo en el funeral cuánto está creciendo.
—¿Cómo estás, Soo?
—¿Qué estás haciendo aquí?
La respuesta es incómoda, pero le debo la verdad a tu hermana.
—Jungwoo durmió en mi casa anoche, y lo acompañé de regreso hasta aquí.
Jisoo frunce el rostro y pasa la mirada de Jungwoo a mí una y otra vez.
—Creí que se odiaban.
Algo que me dijiste una vez: «El mundo debería dejar de mentirle a los niños porque ellos siempre son brutalmente honestos con nosotros».
—¡Jisoo! —la regaña Jessica.
—Jisoo, cielos —dice Yunho.
Ella se sonroja. Odio que sienta vergüenza por esto.
—Taeyong y yo aún no hemos tenido la oportunidad de ser amigos —dice Jungwoo. Siento que le habla de un modo un poco condescendiente, ¿no te parece? Creo que no es su intención, pero quizás no ha pasado mucho tiempo cerca de niños. Pero lo que es más importante es que no niega la declaración de tu hermana. Él realmente piensa que lo odio y aunque no quiero prenderle fuego o maldecirlo para que muera mil veces, no estoy seguro de que esté equivocado en pensarlo.
—Sí—Es lo mejor que tengo para decir.
Luego, Jessica obliga a Jisoo a prepararse para comer pastel de manzana y jugar con su colega habladora, quien sin duda hablará sin parar acerca de cosas típicas de niños de nueve años, que a tu hermana ya es imposible que le interesen. Apuesto que perderte será su pasaje rápido a la adultez.
Tomo asiento en el sillón mientras lucho por alejar los recuerdos y mantengo los ojos fuera de tu puerta cerrada que está justo al frente. Yunho está sentado en el borde del banco del piano, con el rostro entre las manos. No sé qué decir, así que menciono las rutinas porque hablar acerca de la normalidad parece, bueno, normal.
—Sí, las rutinas —gruñe Yunho—Estoy seguro de que Virginia le enviará a Jess otro artículo de palabrerías psicológicas mientras conducimos hastala casa de Mitali, y dejaremos de hacer todo paraintentar aplicar lo que diga—Se pone de pie y coge un paquete de cigarros del bolsillo de su bata de baño—¿Podrías decirle a Jess que estaré afuera, junto al automóvil?
Nunca he visto a Yunho salir tan rápido. Parece que no recuerda o no le importa estar vestido con su bata de baño.
Pasan pocos minutos antes de que Jessica y Jisoo salgan de la habitación vestidas con prendas nuevas para la reunión. Los ojos de Jessica recorren la habitación con la misma intensidad que en aquellas mañanas en las que nos llevaba con el vehículo hasta la sala de juegos de New Rock, y tú aún estabas en la ducha.
—¿Dónde está Yunho?
Jungwoo señala con el pulgar la puerta de entrada.
—Salió.
—Dijo que estará junto al automóvil —añado.
Si Jessica está intentando ocultar su molestia, fracasa. Respira hondo y lanza un juego de llaves sobre el sillón entre Jungwoo y yo.
—Chicos, ya saben dónde está todo. Taeyong, puedes quedarte, por supuesto. Jungwoo, si sales, no olvides las llaves. Deberíamos regresar en pocas horas.
Jisoo me abraza y choca los cinco con Jungwoo antes de salir.
—No me quedaré mucho tiempo —le informo a Jungwoo cuando estamos solos.
—No estoy echándote —dice Jungwoo.
—Lo sé—Sin duda no planeo estar aquí cuando tus padres y tu hermana regresen; es demasiado para ellos, sabes—Es difícil estar aquí... No sé cómo diablos lo haces.
—No tengo opción —responde Jungwoo.
—Claro. Es bueno que estuvieras aquí—Lo digo en serio.
—Era imposible que me perdiera su funeral —responde Jungwoo.
Me levanto y camino hacia tu habitación. Maldición, soy bastante consciente de que no estarás del otro lado, inclinado sobre tu escritorio, haciendo un boceto de un universo al que esperas darle vida en una animación. De todos modos, siento la tentación de llamar a la puerta.
—No he entrado —confiesa Jungwoo. Le doy la espalda a tu puerta.
—¿Qué? Creí que dormías allí.
—Claro que no. ¿Hubieras sido capaz de hacerlo?
He imaginado esa situación antes y me he visto en tu cama, siempre. Pero extrañaba estar contigo en tu habitación mucho antes de que murieras.
—¿Has visto a sus padres entrar?
—Sí, a Yunho algunas veces.
—¿Alguien dijo que no quería que ingresaras?
Jungwoo mueve la cabeza de lado a lado. Miro de nuevo hacia la puerta y tomo el picaporte.
—Entraré. Puedes hacer lo que quieras, pero...
—Iré contigo —dice Jungwoo. Siento sus pasos rápidos en el suelo.
Se pone de pie a mi izquierda, pero en lugar de soltar el picaporte y cambiar mi ubicación, elimino el espacio que me separa de la puerta para que él ya no esté directamente a mi lado. Ahora estoy incluso más cerca de ti. Giro el picaporte. Aquí estamos, en la exhibición principal del museo Jung.
Quiero decirte cómo es estar rodeado de estas paredes celestes de nuevo. Nuestros rompecabezas enmarcados todavía están aquí: el astronauta esperando el tren es mi favorito; el mapa de Brasil, que fue brutal pero divertido de armar juntos; una maleta abierta que contiene otra maleta que tiene una pila alta de muñecas rusas; y Pompeya, nuestro primer rompecabezas. Si tuviera otra oportunidad para describir cómo es, lo llamaría mi resurrección.
Pero esta maravilla, esta segunda vida, es efímera. Todo el aire abandona mi ser cuando veo las fotografías tuyas con Jungwoo apoyadas en el alféizar junto a tu cama. En el mismo lugar donde solían estar nuestras fotos. En una, tienes un brazo sobre los hombros de Jungwoo y tu sonrisa es muy amplia; es una imagen con la que estoy familiarizado, por supuesto, y por ese motivo se siente tan fuera de lugar. Aparto la vista de la ventana antes de que las otras fotografías me apuñalen, antes de que me desquite con Jungwoo y le exija que me diga si él te obligó a quitar las nuestras. Pero solo encuentro más objetos extraños. Junto a las novelas gráficas que te di hay un box set de cuatro películas de suspenso de consumo masivo. No sé si es un regalo de Jungwoo o si no está en absoluto relacionado con él. El atrapasueños en el suelo también es nuevo y no sé si es de un evento especial con Jungwoo, como la figura de Batman que mandé a diseñar con tu rostro, la cual aún está apoyada sobre tu biblioteca.
No quiero preguntarle nada a Jungwoo. Me equivoqué antes. No quiero saber acerca de tu vida sin mí. No puedo hacerlo. Salgo corriendo de la habitación y casi tropiezo. Jungwoo me llama, pero no puedo estar con él ahora mismo, así que salgo de tu apartamento y bajo las escaleras.
Gracias a Dios nunca me quité la chaqueta porque está helado. Dejo de correr en la esquina, temblando. Miro el cielo, entrecerrando los ojos ante el sol entre las nubes, antes de cerrar los párpados para ver tu rostro en mi memoria con mayor claridad.
Pero el Jaehyun que recuerdo no es el mismo que encontré en tu habitación.
Por fin encontraste un modo de hablarme, Jaehyun, y no me agrada todo lo que tenías para decir.
☁️
Estoy exhausto cuando atravieso la puerta principal. Una de las lecciones que he aprendido una y otra vez desde el fin de nuestra relación y de tu muerte es que el dolor se torna físico. Me duele el cuerpo. Estoy tan agotado que creerías que es como esa vez en que anduvimos en bicicleta por el Central Park y dimos tres vueltas (el número aún me molesta) y subimos rápido por aquella colina empinada. Se me cerró el estómago, me ardían las piernas, me dolían los brazos y tenía la garganta seca. Ahora estoy igual de listo que en ese entonces para dormir una siesta.
Camino directo hacia mi cuarto, ignorando a mi madre mientras cierra su portátil y me llama. Le avisa en voz alta a mi padre para que sepa que estoy en casa, pero estar solo significa solo tú y yo. No madre, no padre. Entro a mi habitación, cierro la puerta y me lanzo sobre la cama, demasiado agotado para siquiera llorar. Espero que no creas que esto significa que estoy menos angustiado por tu muerte. Échale la culpa a mi cuerpo. Estoy acurrucándome entre nuestras almohadas cuando abren mi puerta. Fiel a mi naturaleza idiota, olvido algo clave en el juego de evadir a las personas indeseables: la cerradura. Desearía poder aparecer en uno de mis universos paralelos en este instante.
—¿Jungwoo llegó bien? —pregunta mi madre.
—Sí, Jungwoo está en la casa de Jaehyun, donde está llorando su pérdida — respondo y me incorporo—Estabas lista para llamar a Jaehyun la pérdida de Jungwoo otra vez, ¿verdad?
Ella asiente, como si yo realmente necesitara que lo confirme.
—Ambos lo amabais, Taeyong. No fingiré que su dolor no existe.
—No, ese es trabajo de papá —digo.
—¿Qué hizo tu padre? —pregunta mi madre.
Mi padre permanece en silencio, probablemente dudando si debería o no hacerse de armas e ir a la batalla conmigo.
—Incomodó mucho a Jungwoo... es decir, ni siquiera yo fui tan frío con él — respondo. Solo puedo imaginar cómo es estar fuera de mi estado, de mi huso horario, en el hogar de alguien que intentó hacerme su enemigo, sintiéndome rechazado e indefenso.
—Ya basta, Taeyong —replica mi padre. Su tono me recuerda a cuando me metía en problemas de niño por cosas sin importancia, como intentar escabullirme en su habitación para asustar a mi madre mientras trabajaba, o gritar una y otra vez palabras inventadas para llamar la atención—No puedes estar furioso con tu madre por ser demasiado amable con ese chico y conmigo por ser demasiado frío con él.
—Entonces, ¿admites que fuiste frío con él? —contraataco.
—No lo negaré; no fui muy gentil. Pero eso es porque conozco a mi hijo. No creo que realmente estés molesto con tu madre o conmigo. No discutiremos si tú no discutes con nosotros. ¿Cómo nos llama Doyoung? ¿El grupo Taeyong?
—El equipo Taeyong —corrijo.
—El equipo Taeyong —repite mi padre—Sabemos que no debe ser fácil ver a Jungwoo, pero de todos modos toleraste la situación como un soldado. Espero que te haya ayudado de alguna manera. Si no fue así, él se marchó y nunca tendrás que verlo otra vez. Pero estamos aquí para ti y queremos saber qué necesitas de nosotros.
—Hay algo que necesito —digo.
—¿Qué? —pregunta mi madre.
—Espacio. Por favor, denme un poco de espacio. Estoy muy cansado—No puedo llorar. No puedo discutir.
Mi padre comienza a protestar, pero afortunadamente mi madre lo hace callar. Salen rápido, y encuentro la energía suficiente para cerrar la puerta detrás de ellos; esta vez cierro con llave. Regreso a la cama y me arrastro debajo de las mantas, esperando dormirme de inmediato. Por supuesto que no sucede. Considerando la semana, el año, el mes y la vida que he tenido últimamente, soy un estúpido por pensar que siquiera tendré suerte en cosas sin importancia.
16
PASADO
JUEVES 25 DE DICIEMBRE DE 2019
Este es el primer año que el escuadrón no hará el juego del amigo invisible para Navidad. Solemos sacar un nombre de la gorra de Doyoung, pero ahora que Jaehyun y yo somos pareja, era imposible que no fuéramos a comprarnos regalos aparte si uno de los dos sacaba el nombre de Doyoung. Es la clase de cosas que hace que nuestra relación sea injusta para nuestra amistad con Doyoung. Rompimos la tradición, lo cual parece molestar un poco a Doyoung, pero el enfado desapareció cuando notó que recibiría un regalo más.
Ya hemos pasado la mañana y la tarde con nuestras familias, y es agradable relajarnos en la habitación de Doyoung. Escuchamos su lista de jazz en sus altavoces nuevos. Jaehyun me muestra su teléfono y hace clic en mi nombre.
—Mira tu nueva imagen de contacto.
Es la fotografía que le envié esta mañana en la que estoy de pie junto a mi árbol de Navidad, sosteniendo el ornamento de Ron Weasley que me regaló el día que comenzó nuestra historia. Es una locura cómo dos estaciones después, todavía me sonrojo por este muchacho.
Doyoung debe verla porque reparte los regalos que Jaehyun y yo dejamos debajo del miniárbol de Navidad apenas llegamos.
Jaehyun y yo concordamos al comienzo del mes que nuestros regalos debían ser considerados pero aleatorios. Básicamente, significa que no puedo comprarle un rompecabezas y que él no puede comprarme nada relacionado con Harry Potter, lo cual apesta porque este año no recibí ningún regalo relacionado con el niño mago por primera vez en no sé cuánto tiempo. Me hubiera gustado recibir un llavero. El regalo que Jaehyun me hizo, una caja pequeña envuelta en papel color esmeralda, hace que me pregunte si me esforcé demasiado cuando compré mi regalo para él. El mío es una caja grande.
Intercambiamos miradas nerviosas.
Comenzamos en círculo y presionamos a Doyoung a ser el primero.
Doyoung empieza con el mío, que es una novela poca conocida, Las aventuras de la cortesana y el golem. Es una comedia negra acerca de una prostituta no fértil quien roba una poción de su cliente hechicero para crear un hijo y termina dándole vida a un golem.
—No tengo idea de si es bueno —digo alzando las manos—pero últimamente diste indicios de que estarías interesado en darle otra oportunidad a la ficción si algo distinto aparecía en tu camino. Si conoces más libros como este, necesitas dejar de acapararlos para compartirlos.
Doyoung sonríe.
—Muchas gracias, Tae.
—Taeyong —tose Jaehyun. Insiste en ser la única persona además de mi padre que me llama Tae.
—Controlador —responde Doyoung del mismo modo. Mueve la cabeza de lado a lado e inspecciona la contraportada—Suena apropiado para mí. No estoy seguro de qué dice eso acerca de mi persona, pero lo acepto. Gracias, Taeyong—Abre el regalo de Jaehyun: una docena de corbatas diferentes. También hay una nota que dice que debe mejorar su estilo—Mi estilo está a punto de ser perfecto. Gracias, Jung Yoon Oh. ¿Está bien si te llamo así, Jung Yoon Oh?
—Jaehyun está bien —responde él, sonriendo. Chocan los puños.
—Tu turno —le digo a Jaehyun.
—Bastardo.
Jaehyun abre el regalo de Doyoung: una guía ilustrada de recetas de cócteles.
—Cuando aprueben tu admisión temprana, quiero que sepas cómo beber como un menor de edad responsable —explica Doyoung.
Jaehyun y yo reímos.
Luego, Jaehyun acerca un poco más el regalo que le hice. Realmente desearía que este momento fuera privado. No es necesario estar en una relación con alguien para saber si no le agrada un regalo. A menos que alguien aquí sea en secreto excepcionalmente bueno ocultando verdades, me gusta pensar que todos tenemos detectores de mentiras bastante buenos. Me atormenta rompiendo el papel despacio, pero tú eres la víctima de la broma: todavía hay debajo una caja común que atravesar. Cuando la abre con sus llaves, saca un busto de Batman. Le lleva un segundo ver que quien lo mira no es el rostro de Bruce Wayne. Es el suyo, gracias a una página web que he encontrado que hace figuras de acción y muñecos con el rostro de las personas.
Jaehyun ríe tanto que cae hacia atrás. Estoy a punto de colapsar junto a él del alivio.
—No lo entiendo —dice Doyoung.
—En Halloween, Jaehyun ha dicho en broma que un día quitaría su máscara y veríamos que él había sido Batman todo este tiempo —explico. Apuntábamos a regalos considerados pero aleatorios, y di en el blanco. Justo en el centro.
Cuando Jaehyun se recupera y me da un beso de agradecimiento, coloca el Batman-Jaehyun a su lado y hace un gesto hacia mis regalos.
—Abre primero el de Doyoung.
—Sí, señor.
—Advertencia —dice Doyoung—Digamos que es algo para parejas, pero creo que es más probable que tú enloquezcas al respecto, Taeyong. Pero no os confundáis y creáis que me parece bien que vosotros seáis superinseparables. Solo tuve esta idea y no pude quitarla de mi cabeza.
Arranco el papel que lo envuelve y lo único que veo es la parte de atrás de un marco, pero cuando lo volteo, encuentro mi rostro y el de Jaehyun. Juntos. No como un espejo, pero similar. Distintas partes de nuestras facciones están unidas para crear una sola cara: su ojo azul, el mío, castaño; la hilera pequeña de pecas sobre su nariz, mi protuberancia en el puente de la mía; su labio inferior, el mío superior; su ceja café, la mía clara. Es un retrato y un rompecabezas.
De hecho, mi mano tiembla un poco al ver cuánta consideración hay en este regalo.
—Doyoung, guau. Muchísimas gracias—Lanzo la imagen sobre el regazo de Jaehyun y abrazo fuerte a Doyoung, probablemente por primera vez en la vida y luego regreso a mi lugar junto a Jaehyun—Lo colgaré en cuanto llegue a casa.
—Supuse que lo harías. Veamos qué te compró Jaehyun.
—Lo mejor para el final, por supuesto —dice Jaehyun—¡Redoblen los tambores, por favor!
Todos permanecemos quietos unos pocos segundos antes de golpear el suelo con los puños. La caja pequeña pesa. Arranco el envoltorio y encuentro un cofre del tesoro.
—Por favor, dime que hay minipiratas zombis dentro —digo. Jaehyun se encoge de hombros. Abro el cofre y veo que contiene cuatro figuras aladas con una notita.
—¿Una compulsión de grifos? —Leo con una sonrisa.
—Dijimos considerados, pero arbitrarios, ¿verdad? —Jaehyun está totalmente entusiasmado—Son grifos debido a tu nombre, obvio. Por cierto, es difícil conseguir esos pequeños bastardos, pero encontré uno con Doyoung en una tienda de segunda mano y compré los otros tres por Internet.
Observo las figuras y me detengo cuando veo un círculo plateado pequeño en el lomo de uno de los grifos.
—¿Qué es?
—Los sustantivos colectivos nunca tienen sentido. Una bandada de cuervos, un banco de peces, un rebaño de ovejas. No tienen sentido. Es completamente absurdo. Inventé una compulsión de grifos para ti. Compulsión funciona porque tienes esas pequeñas peculiaridades y porque convertí a los grifos en broches magnéticos para que estén juntos —Jaehyun me entrega otra placa de metal que saca del bolsillo y hace una demostración: la coloca dentro de mi camiseta y lanza el grifo sobre ella de modo que queda fijo allí—¿Gané la Navidad? El punto de la Navidad es ganar, verdad?
—Ambos ganan la Navidad —afirmo.
—Buena respuesta —dice Doyoung.
—Una respuesta más o menos buena —añade Jaehyun.
Coloco todas las placas dentro de mi camiseta y coloco los grifos imantados allí. No les digo que estoy mintiendo. Ellos no ganaron la Navidad. Yo lo hice.
¿Cómo podría no hacerlo? Siento una compulsión de grifos revoloteando en mi corazón.
☁️
MIÉRCOLES 31 DE DICIEMBRE DE 2019
Si me hubiera sentado con una tarotista el último enero y ella me hubiera dado una predicción que dijera que estaría saliendo con Jaehyun en junio, habría pasado mi año planificando una misión elaborada para recuperar mis diez dólares. Incluso si las tarotistas son reales, no creo que hubiera podido sobrevivir a la ansiedad. A veces, está bien que te sorprendan. Sonará estúpido, y nunca lo diría en voz alta, pero el modo en que Jaehyun y yo declaramos nuestra sexualidad ante el otro fue similar a estar atrapado en una tormenta eléctrica. Las tormentas apestan cuando cortan la electricidad y destruyen casas, sin duda. Pero otras veces, los truenos son la banda sonora de algo impredecible, algo que acelera nuestro pulso y nos despierta. Si alguien me hubiera advertido acerca del clima, es probable que hubiera enloquecido y permanecido encerrado.
Pero no lo hice.
Es víspera de Año Nuevo, faltan pocos minutos para la medianoche. La fiesta que mis padres organizaron en la sala de estar para sus amigos y vecinos favoritos está bastante agitada y nadie ha notado cómo Jaehyun y yo nos escabullimos a mi habitación con copas de champán.
—Salud —dice Jaehyun.
—Salud.
Chocamos las copas y tragamos los primeros sorbos de champán. Es seco, fresco y ácido; exactamente lo que anunciaba la botella. No cerramos mi puerta. En caso de que mis padres noten que nos hemos marchado, no quiero que piensen que estamos teniendo sexo, en especial si existe la posibilidad de que lleve a otra conversación incómoda con mi padre. Pero es cerca de la medianoche y queremos estar solos por algunos motivos.
Coloco mi copa de champán sobre mi cómoda y enciendo la tele para no perdernos las campanadas. Faltan cuatro minutos para el 2020.
—Le patearemos el trasero al año entrante, ¿verdad?
—Quizás no patearemos su trasero, matón —dice Jaehyun, poniendo su mejor expresión seria—Quizás invitaremos al año a casa y lo llevaremos a cenar—Ríe—Nah, patearemos su trasero—Jaehyun también apoya su copa. Viene a mis brazos y me sujeta fuerte. Apoya su mentón en mi hombro unos minutos antes de acomodar su frente contra mi cuello, piel contra piel.
Las campanadas comienzan y la multitud helada en Times Square es un coro que nos lleva a enero. Siento tensión en el pecho.
—Cuatro —digo.
—Tres —dice Jaehyun.
—Dos.
—Uno.
—Feliz Año Nuevo—Muevo la cabeza de lado a lado, incrédulo, maravillándome al ver al chico frente a mí. Es Año Nuevo, y tengo a alguien en brazos, y alguien que me abraza. Tengo a alguien a quien besar, y alguien que me bese. Nos besamos mientras suena «Auld Lang Syne» de fondo, y continúo el beso lo máximo que puedo, pero luego me quiebro y comienzo a llorar.
—Tae, ¿qué sucede?
—Esta canción me emociona a veces—Cierro los ojos. Estoy un poco avergonzado de llorar frente a él—Te amo, Jaehyun.
—Yo también me amo.
—Ponte serio dos segundos. Estoy llorando.
—Vale. Uno, dos...
—Retiro lo dicho.
—Yo te amo más, Taeyong—dice Jaehyun y me acerca más a él—Me maravilla cuán feliz me haces. Gracias por estar conmigo cuando soy lo bastante estúpido de creer que preferiría estar solo.
Cuando Jaehyun ingrese a la Universidad de Santa Mónica (y lo conseguirá porque es Jaehyun) será difícil, pero aparentemente lo maravilla cuán feliz lo hago. No arruinaré eso.
No puedo predecir qué sucederá este año, pero no me molesta experimentar más tormentas eléctricas.
☁️
Canción Auld Lang Syne:
17
PRESENTE
SÁBADO 27 DE NOVIEMBREDE 2021
Lo llamaré, ¿vale?
Se lo debo a Jungwoo y a ti también.
Me siento en un soporte para bicicletas; mis pies cuelgan. Hace frío y está oscureciendo, pero es el único lugar donde estoy seguro de que tendré privacidad, dado que mis padres están constantemente en mi espacio. Espero que la hora cambie y cuando son las 8:34 presiono llamar en el número sin nombre que pertenece a Jungwoo. Tal vez cree un perfil de contacto después de esto. Él atiende al cuarto tono, peligrosamente cerca del quinto.
—Taeyong —dice Jungwoo. Oigo agua caer de fondo.
—¿Es un mal momento?
—Respondo y hago llamadas en la ducha todo el tiempo —dice Jungwoo.
—¿Algún accidente con el teléfono?
—Algunos —admite Jungwoo y me pregunto si está igual de sorprendido que yo por la liviandad en su voz. Quizás incluso está aliviado de hablar acerca de algo que no lo hará llorar—¿Recibiste mi mensaje ayer? No estoy seguro de si se envió o no, pero...
—Lo he recibido—interrumpo—De hecho, pensaba que deberíamos hablar antes de que te marches. A menos que estés en la ducha porque tienes que ir a alguna parte...
—No —dice Jungwoo—Solo tomo una ducha porque no tengo nada más que hacer. Jisoo y sus padres ya están en la cama—Es extraño escuchar que Jungwoo se refiere a Yunho y Jessica como los padres de Jisoo y no los tuyos—¿Querías venir? Estoy seguro de que a Yunho y Jessica no les molestará.
—Sécate y vístete—respondo—Hay una entrada al Central Park sobre la calle setenta y dos oeste. No es muy lejos desde la casa de Jaehyun, pero si te pierdes, utiliza el mapa en tu teléfono.
—¿A qué hora?
Casi le digo que estaré allí en seis canciones.
—Debería llegar en veinte minutos. Nos vemos.
Corto la comunicación, preguntándome si le he dado suficiente tiempo para terminar su ducha, secarse de modo apropiado para que no regrese a California con un constipado mortal, vestirse, encontrar su segundo guante y reunirse conmigo en el parque. Si llega tarde, no hay problema. He pasado gran parte del año pasado esperando... sobre todo por ti. Espero que Jungwoo venga.
☁️
He llegado puntual al parque. En cambio, Jungwoo no. Mantengo el calor de mi cuerpo sosteniendo dos chocolates calientes con coco que compré en el café; cada uno tiene cuatro añadidos de jarabe de caramelo. Siempre decías que este era tu brebaje extraordinario, como si fueras un científico loco. Estos chocolates calientes con coco eran una bebida obligada durante el otoño y el invierno, como las paletas del Hombre Araña durante la primavera y el verano.
Busco con la mirada a Jungwoo, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. Bebo un sorbo de mi vaso y por fin lo veo corriendo del extremo opuesto de la calle hacia mí. Tiene la chaqueta abierta y las manos enterradas en los bolsillos.
—Me he perdido, lo siento —dice Jungwoo.
—Vale. Debería haber pasado a buscarte—Le entrego su bebida—Toma, una bebida que Jaehyun inventó. No es nada muy raro, solo chocolate caliente con coco y caramelo. ¿La has probado antes? —Por favor, di que no; por favor, di que no.
Jungwoo mueve la cabeza de lado a lado. Coge el vaso con ambas manos para calentarlas y mira la bebida.
—Jaehyun también decía que haría su propio batido de marca registrada, pero nunca llegó a hacerlo.
Espero que comente algo. Él asiente y no dice palabra alguna; no sé si está poco impresionado o perdido en sus pensamientos. Mira a su alrededor.
—He estado aquí antes, en febrero.
Debería haberlo sabido. En el segundo mes del año, él estuvo aquí contigo. En el anteúltimo mes del año, él está aquí conmigo. Nunca lograré comprender cómo un único momento puede continuar atormentando nuestra vida. Siento que soy un guijarro que lanzaron para que rebote sobre el océano: dolor, alivio, dolor de nuevo, alivio de nuevo, finalmente destinado a hundirse.
—¿Jaehyun imitó al troll cuando atravesasteis los túneles aquí? —pregunto.
—No aquí en Nueva York, pero lo hizo en casa. Tenemos unos túneles que comienzan en un lateral, cruzan la calle y llevan a la playa —responde Jungwoo.
Si recuerdo correctamente, las imitaciones de troll comenzaron gracias a tu madre. Ella os recogía a Doyoung y a ti de la escuela primaria (antes de que yo llegara al grupo) y cuando había clima agradable, os hacía atravesar el parque y os contaba historias acerca de los trolls que vivían en los puentes y en los túneles del parque y que amenazaban con comerse a los niños que huyeran de casa. Me sorprende mucho que no fueras más fanático del género fantástico, teniendo en cuenta la imaginación de tu madre.
—Puedo llevarte por el sendero que Jaehyun te hubiera llevado —digo—Pero no haré las voces. Apesto haciéndolas.
—Me apetecería—responde Jungwoo—Sé que Jaehyun realmente quería que «conociera» los trolls neoyorkinos, pero tuvimos que reunirnos con mis colegas una noche y nunca llegamos a hacerlo.
No me agrada que él te haya desanimado, que te haya decepcionado. No me agrada que vieras tal futuro con él que aceptaste esa decepción porque habría más tiempo para los dos. Tampoco me agrada que él confiara en que existiría un futuro contigo. No me agrada cuán amenazado aún me hace sentir. No me agrada lo injusto que soy con él. No me agrada que probablemente esté molestándote con mis celos. No me agrada decepcionarte con mis tonterías.
Aparto estos pensamientos de mi mente. No tiene sentido enfadarme contigo por haber compartido tu infancia con Jungwoo.
Ingreso al parque y Jungwoo me sigue. Es una buena oportunidad para obtener aire fresco y para aclarar las cosas.
—Lamento haberme marchado el otro día. Creí que al estar de nuevo en la habitación de Jaehyun sentiría que estaba en un museo, pero no podía dejar de pensar en que está muerto.
—Más bien un mausoleo que un museo, ¿no te parece?
—Exacto.
Soy extrañamente consciente de los montículos de nieve sucia y basura desparramada. Debe lucir feo para alguien que vive en la tierra de las playas y el sol eterno, de las gaviotas y los delfines. Es como si un invitado hubiera llegado de improviso a mi hogar, sin darme la oportunidad de ordenar. Me he sentido así antes, incluso sin Jungwoo a mi lado. En enero y febrero, justo antes de que tú y él vinierais, creí que padecía un trastorno afectivo estacional como el resto de Nueva York. Quizás me sentía un poco así (el clima despiadado exigía hallar un modo de vestir dos abrigos) pero más que nada era saber que estabas feliz y tranquilo en un lugar soleado, en un huso horario distinto, probablemente bebiendo un batido con alguien que no era yo.
—Quiero ser honesto contigo, Jungwoo —le digo a ese alguien. Espero que crea la cosa increíble que tengo para decir porque es cien por ciento real—No te odio. He creído que lo hacía, en serio. Pero solo odiaba tu relación con Jaehyun. No creí que serías alguien que él realmente traería a Nueva York para conocer a su familia y amigos—Considero detenerme en una de las bancas del parque, aunque están húmedas por la nieve derretida, pero si Jungwoo no se sienta a mi lado, me veré obligado a mirarlo a la cara durante esta confesión—Odio que también tengas un pasado compartido con Jaehyun. Y odio que estuvieran construyendo un futuro juntos.
No puedo decirte cuándo fue la última vez que he sido tan honesto.
Eres mi persona favorita del mundo entero, pero de verdad no puedo decírtelo, Jaehyun.
Jungwoo detiene el paso.
—Sabes que yo tampoco te odio, ¿verdad?
Yo también me detengo, pero no lo miro a los ojos. Miro a todas partes menos a él, contando: ocho barras en la rejilla del desagüe; seis montículos de hojas secas y muertas que forman un ceño fruncido; dos postes de luz encendidos (hago una nota mental de encontrar un segundo poste de luz roto para justificar el que está roto más adelante); dos adultos acercándose... y supongo que ellos no están en medio de la situación imposible que Jungwoo y yo enfrentamos increíblemente ahora... que quizás incluso aceptamos.
—Querías que Jaehyun dejara de hablar conmigo—No lo digo como una acusación. Esta es una conversación legítima, hombre a hombre, corazón roto a corazón roto. No me hace ningún bien convertir todo en una confrontación; no me hace un ganador.
—Bueno, yo también odiaba tu historia compartida con Jaehyun—confiesa Jungwoo—Odiaba la frecuencia con la que tu relación con él me hacía preguntarme si realmente sobreviviríamos. Sabes, en realidad no se suponía que vendría con él a Nueva York en febrero. El cumpleaños de mi madre fue el día anterior, y siempre lo pasamos juntos. Desayuno en su cafetería favorita, luego una película, después regresamos a su cafetería favorita para el almuerzo, vemos otra película, luego volvemos a su cafetería favorita para la cena, vemos otra película, regresamos a la cafetería para beber un batido y por fin volvemos a casa para otra película.
Casi lo interrumpo para decirle lo mucho que aprecio la simetría de su madre (cuatro películas, cuatro viajes a la cafetería), pero cierro la boca y permito que prosiga. Nunca tuve la impresión de que él no siempre fue parte de tu visita a casa.
—Pero la abandoné porque sabía que Jaehyun estaría aquí y que te vería—Jungwoo inclina la cabeza. Ahora lo miro—Es como dicen «ojos que no ven, corazón que no siente». Juraba que si no viajaba con él, Jaehyun sin duda me llamaría y diría que estaban juntos de nuevo.
Estoy a punto de apartar la vista cuando hace contacto visual.
—Creí que tal vez el año entrante Jaehyun podría unirse al festejo con mi madre y conmigo—Se encoge de hombros; sé que no lo hace restándole importancia al asunto. Hace lo que yo he hecho antes: intentar encoger mis propios sentimientos, hacer que mis problemas suenen leves ante otros porque a veces las personas simplemente no comprenden. Pero yo sí lo entiendo, y él debería saberlo.
El primer túnel de los trolls está apenas más adelante. Permanecemos de pie allí.
No nos odiamos. Tampoco deberíamos odiar la historia del otro.
No logro quitar de mi mente aquellos sentimientos. Al menos, no de inmediato. Dudo de que Jungwoo también pueda hacerlo, en especial aquí en el Central Park, donde oficio de guía en un paseo que tú deberías estar liderando. Nuestra situación es como un juego de cartas arreglado, y la mano que el universo nos dio está hecha totalmente de comodines; somos una broma cósmica. Pero quizás no debamos retirarnos con tanta facilidad. Quizás podemos continuar jugando la partida y convertirnos en reyes a pesar de todo.
Me acerco a Jungwoo, miro sus ojos cansados, uno está más rojo que el otro debido a ese vaso sanguíneo que estalló. Lo abrazo con todas mis fuerzas. Lo abrazo por él, porque él sabe de primera mano cómo el amor y el dolor pueden volver a alguien loco y paranoico. Lo abrazo por ti, para que estés orgulloso de mí por hacer lo correcto en vez de darle la espalda a él como he hecho la otra noche. Lo abrazo por mí, porque su honestidad brutal de algún modo me ayuda a no sentirme inútil y vencido. Lo abrazo por todos nosotros porque ya no somos fuerzas que batallan una contra la otra.
—Por fin hacemos algo bien —digo y retrocedo un paso de él.
—Es una lástima que no pudimos ser así de maduros cuando él estaba vivo—dice Jungwoo—Quizás lo hubiéramos logrado con el tiempo.
Asiento.
—Odio que hayamos complicado su vida del modo en que lo hicimos... y odio que tal vez hubiéramos llegado a un punto en el que Jaehyun se hubiera sentido obligado a despedirse de mí o de ti... o incluso de los dos porque no podíamos llevarnos bien.
Esa es una de las tantas razones por las que pido perdón, Jaehyun.
—Sí—Es lo único que Jungwoo puede decir.
Le doy una palmadita en el hombro y me alejo, invitándolo a seguirme. Le hará bien oír las historias que le contaré acerca de ti y a mí me hará bien hablar de ellas. Está bien que esta noche Jungwoo no sea tan comunicativo. En cierto modo me agrada estar en el asiento del piloto, haciendo que surquemos los cielos que conozco. Creo que Jungwoo y yo corremos el riesgo de chocar si él posee todo el control.
☁️
—Esta es una mejor despedida de la que esperaba —dice Jungwoo mientras salimos, atravesando la misma entrada donde tú y yo una vez nos turnamos para orinar, tarde a la noche, mientras el otro vigilaba—Ni siquiera creí que te vería de nuevo. Quería tener la oportunidad de disculparme por intentar quitar a Jaehyun de tu vida.
Sé que yo también tengo mucho por lo que disculparme, pero algo más profundo me atormenta.
—¿Debes marcharte mañana?
Has oído bien, Jaehyun; yo, Taeyong sin segundo nombre Lee, le he pedido a mi anterior némesis, Kim Jungwoo, si puede quedarse en Nueva York.
—Ya no puedo abusar de la amabilidad de la familia de Jaehyun. Necesitan su espacio —responde Jungwoo.
—Quédate con nosotros—ofrezco—No es que debas preocuparte por la escuela.
—Creo que tu padre no estaría de acuerdo con eso —dice Jungwoo.
—Lo estará. Lamento que haya sido un imbécil contigo. Solo estaba siendo demasiado leal a mí—A diferencia de mi madre, quien no estaba siendo lo suficientemente leal. Pero ella tiene razón. Lo sé.
—Pero ya tengo reservado el vuelo —dice Jungwoo.
—Tu padre trabaja para una aerolínea. ¿No obtienes vuelos gratuitos?
—Pues... sí.
—Mira, si quieres regresar a casa, no te detendré. Pero te estoy dando una oportunidad si quieres una vía de escape.
—No, no es que no quiera quedarme, pero...
—Estoy más que listo para refutar tu próxima excusa.
—Tengo una pregunta, no una excusa.
—Quieres saber por qué deseo que te quedes, ¿verdad?
—Exacto.
—Eres la única persona que comprende lo que estoy pasando, lo que estamos pasando. La familia de Jaehyun atraviesa un duelo mucho más difícil que nosotros, no hay competencia. Pero nosotros también lo hemos perdido y siento que a todos les sorprende que aún no haya continuado con mi vida. No sé si te ocurre lo mismo. De todos modos, realmente no me importan los que piensan así. Tengo cero intenciones de olvidar a Jaehyun en la vida. Si apareciera un genio y dijera: «Oye, ¿quieres usar uno de tus deseos para olvidar que Jaehyun alguna vez existió y curar tu agonía?», probablemente pediría dos deseos distintos y luego patearía al genio en los testículos por decir algo tan estúpido.
—¿De veras no utilizarías tu tercer deseo? —pregunta Jungwoo.
Niego con la cabeza. Al menos que me garantizaran que puedo pedir tres deseos más, y así tener un total de seis, nunca utilizaría mi tercer deseo, ni siquiera si me quedara atascado en compañía de ese genio gilipollas para siempre.
—Mi punto es que tú me entiendes y yo te entiendo—le digo—Creo que podemos ayudarnos mutuamente a lidiar con esto y, incluso mejor que eso, creo que podemos ayudarnos a sanar. ¿Qué dices?
Él sonríe, pero luce tembloroso bajo la iluminación fría del poste de luz.
—Tendría que ser un idiota para rechazar la oportunidad de sanar. Tienes razón en que apestaría regresar a casa en este momento. Estaría muy solo y vería a Jaehyun en todas partes—Hace una pausa—¿Estás seguro de esto?
Yo también te veo en todas partes ahora. Sin embargo, espero que hablar con Jungwoo acerca de ti ayude a aliviar el dolor. Sin duda ayudará con la soledad.
—Lo estoy.
Estamos más cerca de mi casa, así que Jungwoo y yo nos dirigimos allí con el plan de trasladar sus pertenencias mañana, cuando yo regrese de la escuela. Mientras nos acercamos a mi edificio, digo en voz baja:
—Yo también lo lamento.
☁️
DOMINGO 28 DE NOVIEMBREDE 2021
Jungwoo tampoco puede dormir. Ha pasado casi una semana desde tu funeral, así que quizás es justo dejar de culpar al horario de la Costa Oeste por su insomnio. Nadie puede conciliar el sueño porque tú nos mantienes despiertos: a Jungwoo, a tu madre, a tu padre, a tu hermana, probablemente a Doyoung. Son las seis de la mañana y, aunque debería hacer mi maldito mayor esfuerzo por al menos dormir una siesta breve, ya que debo prepararme para la escuela en una hora, Jungwoo y yo permanecemos junto a la ventana cerrada y observamos un avión volar a través del cielo oscuro.
—Han pasado dos semanas —digo. Dos semanas desde que te has ido.
—Lo sé —responde Jungwoo. Se aparta de la ventana y toma asiento en el colchón inflable.
Continúo mirando el avión. Jungwoo debería estar en el aeropuerto ahora, preparándose para su vuelo de las ocho, de regreso a casa, viajando en el tiempo, ya que gana tres horas más en su vida. Pero en cambio, está aquí para hablar conmigo y, a diferencia de ti, Jungwoo responde.
☁️
Mi padre para el vehículo frente a tu edificio. Le digo a Jungwoo que lo veré después de la escuela. Él está completamente exhausto. No soy un monstruo: considero permitirle quedarse en casa mientras no estoy, pero todas nuestras cosas están allí, tuyas y mías. No creo que Jungwoo me robe; lo único que me ha robado es a ti y tú fuiste un blanco fácil. Pero no quiero que Jungwoo toque mis cosas o tus cosas cuando estoy despierto, mientras hace suposiciones acerca de nuestra historia sin que yo esté allí para informar.
Hay un silencio total en el vehículo después de que dejamos a Jungwoo. Si mi padre no dice nada al segundo semáforo en rojo, escucharé música. El segundo semáforo en rojo llega rápido, y estoy colocando los auriculares sobre mis orejas para escuchar el cover que hizo Lily Allen de «Somewehere Only We Know», cuando mi padre me mira a los ojos a través del espejo retrovisor. Habla.
—¿Cuán bien conoces a Jungwoo?
No estoy seguro de cómo interpretar el tono extraño de mi padre.
—Sé que Jaehyun confiaba en él —respondo, y dejo que los auriculares cuelguen—Y yo también lo hago.
—¿Cuántos años tiene?
—Dieciocho—Hasta el jueves, al menos, cuando cumple diecinueve. Tú nunca tendrás diecinueve años. Estás atascado.
Luego, las compuertas se abren y mi padre me da un escarmiento: estuve mal en persuadir a Jungwoo de perder su vuelo; estuve mal en invitar a Jungwoo a acampar en mi habitación, en especial sin hablarlo primero con mi madre y con él; estuve mal en ir al parque tarde anoche, en especial cuando hay pocos policías patrullando en esta estación (no tengo idea dónde obtuvo el dato, pero como sea); estuve mal en actuar de un modo tan irracional.
—Sé que extrañas a Jaehyun, pero...
Coloco mis auriculares y subo el volumen de mi canción al máximo.
☁️
He tenido zombis en el cerebro todo el día, por así decirlo (tristemente, no los piratas zombis que nos dominarán un día).
He adoptado muchas versiones de zombis a lo largo del instituto. Hubo días de muerte cerebral en los que permanecí despierto hasta muy tarde quemándome las pestañas por un examen de mitad de año. Sucedía lo mismo después de pasar la noche entera despierto, jugando videojuegos contigo o hablando por teléfono. Me arrastraba como un zombi por los corredores, incapaz de aprobar un examen o siquiera pensar en una buena mentira para explicar por qué no había hecho mi tarea, mientras que tú continuabas siendo el mejor. Luego está la clase de zombi en la que me he convertido ahora: el que ha perdido todo: su cerebro, su corazón, su luz, su dirección. Vaga sin rumbo por el mundo, chocando contra esto, tropezando con aquello, pero continúa avanzando y avanzando. Eso es la vida después de la muerte.
Hoy soy el zombi que está de pie frente a tu antiguo casillero, como si fuera un búnker subterráneo donde te encontraré con vida.
Pero sé que no es así.
Estás muerto, y yo estoy vivo de la peor manera.
☁️
Llego a casa antes que el taxi de Jungwoo. No puedo echarlo cada vez que voy a la escuela, pero tampoco puedo ocultarte cuando él está en mi habitación. Miro a mi alrededor, aturdido. Puedo guardar en cajas las cosas que son muy personales y exclusivas para mí, como las cartas que me escribías cada mes para nuestro aniversario de «por fin estamos juntos». O el dibujo que me diste para el aniversario mensual de la primera vez que tuvimos sexo. Maldición, la generosidad que nos otorgaste es demasiado graciosa para no enmarcarla, pero demasiado cruda para compartir. Hay muchas cosas pequeñas que nunca compartiría con nadie, en especial no con Jungwoo. Quizás lo hubiera hecho en algún momento cuando quería hacerlo sentir celos, pero ahora no. Hay algo de historia que no necesita que le refrieguen en el rostro.
Por suerte, el apartamento está vacío. Empaco todo lo que puedo encontrar en una sola caja y la cierro con cinta de embalaje. No quiero ser desconfiado de más, pero no creo que sea una buena idea dejarla dentro del armario de mi habitación, donde he invitado a Jungwoo a coger lo que necesite en caso de requerir sábanas limpias, así que la llevo al armario del pasillo. Poso los ojos en una caja de zapatos: cosas que saqué de mi cuarto unos días después de tu muerte. Aquellas cosas aún no tienen por qué estar en mi espacio, así que coloco la caja nueva sobre la otra y cierro la puerta del armario.
Jungwoo envía un mensaje; llegará en cualquier momento. Bajo las escaleras justo a tiempo para verlo descender del taxi con un bolso de gimnasia. Esperaba que tuviera una maleta con ruedas, pero olvido que es un niño como yo, que se suponía que estaría aquí solo unos pocos días.
Mientras subimos, Jungwoo me cuenta que tus padres se comportaron extraño cuando les dijo que decidió quedarse en mi casa. No sé si sospechan de mí, lo cual no tendría sentido alguno. No son en absoluto conscientes de que lo más peligroso acerca de mí es mi capacidad de mentir, y eso no comenzó hasta el final de nuestra relación. Pero dejaré de mentir... créeme. Ser brutalmente honesto es una libertad que nunca esperé sentir. Quizás tus padres se comportaron de modo extraño porque somos una improbable... no sé qué palabra usar aquí porque pareja suena demasiado romántico y amistad suena demasiado fuerte. Tú sabrías qué palabra usar. Sea lo que sea, lo que Jungwoo y yo tenemos es improbable. Pero a fin de cuentas, sin importar cuán preocupados puedan estar tus padres, ellos no invitaron a Jungwoo a continuar su estadía con ellos, así que aquí está él.
—¿Qué dijeron tus padres? —pregunto.
—Mi padre no tiene problema en conseguirme otro billete de avión cuando esté listo para regresar a casa. A mi madre no le fascina que me ausente de la escuela durante el resto del semestre, pero confía en que sé lo que es mejor para mí —responde Jungwoo mientras deja su bolso de gimnasia junto a mi escritorio.
Dejo escapar una risa sombría.
—Me pregunto cómo se siente. Recibí un sermón de camino a la escuela— Hurgo entre mis prendas en busca de unas camisas extras, camisetas, vaqueros y bóxers que no importa que Jungwoo use.
—Sí, Jaejoong no parecía encantado con que pase tiempo aquí.
—No, es más bien que le molesta que lo haya hecho a sus espaldas. Como sea—Le entrego las prendas, más de las que probablemente necesitará, pero suficientes para que pueda dejar libre un cajón para él y llenarlo. Me lanzo sobre la cama y le entrego el control remoto de la tele—Interrumpieron mi siesta durante Álgebra, así que cerraré los ojos un rato. Siéntete libre de ver lo que quieras, leer, dormir o lo que sea. Tienes casi diecinueve años, ya sabrás qué hacer.
—Gracias —responde Jungwoo en voz baja.
Siento la tentación de preguntarle si está bien, pero ya sabes como soy cuando estoy exhausto; hablo dormido, mitad escuchando, mitad dentro de un sueño, y digo cosas sin sentido en absoluto. No es el mejor momento para tener una conversación seria como la que sospecho que él quiere tener. Ni siquiera tengo la energía para ponerme los auriculares y reproducir tu mensaje de voz, pero el sonido de la televisión me reconforta un poco con su familiaridad. No la he tocado desde tu muerte, porque nadie debería ver televisión cuando la persona que aman está muerta. Pero ahora mientras me duermo, me recuerda a los maratones que disfrutábamos, las películas que odiábamos, los programas que veíamos semanalmente, los documentales que nos mantenían en vela, las películas de acción que nos aburrían y el sonido ambiente insignificante que proveía para que pudiéramos besarnos y hacer otras cosas sin que nos interrumpieran.
Realmente apesta que no estés durmiendo a mi lado. Más que nada porque habría sido agradable saber si en verdad estoy quedándome dormido con una sonrisa en mi rostro, o si estoy loco y lo imagino.
☁️
Se siente extraño que ahora Jungwoo sea parte de nosotros, ¿verdad? No solo porque es un número impar, claro, sino que me refiero a que es raro, inesperado. Es todo lo que tú hubieras querido cuando aún estabas aquí para pasar el rato con nosotros. Como ves, Jungwoo y yo estamos madurando gracias a ti. Espero que no suene a que tu muerte ha arreglado nuestra vida; odié cuando Jungwoo dijo eso, y me odié a mí mismo por siquiera insinuarlo. De todos modos, los tres faltaremos a la cena con mis padres esta noche porque aún quiero espacio para tranquilizarme después del sermón de mi padre. Odio sentirme un niño travieso.
Además, ahora que estoy un poco mejor, quiero que Jungwoo y yo tengamos un tiempo a solas (sin ti, mejor dicho, contigo, claro). Específicamente, quiero saber qué ocurrió cuando me quedé dormido —fue la mejor siesta de toda la semana—, qué hizo que él esté un poco más distante. Nos sentamos en el colchón inflable con nuestros cuencos de pasta y él desplaza la lista de películas disponibles en la pantalla.
—¿Qué tienes ganas de ver?
—Lo que quieras.
Jungwoo elige la segunda película de Terminator, pero después de pasar veinte minutos moviendo las manos con nerviosismo y mirando el cuarto, es bastante obvio que no estamos prestando atención.
—¿Todavía estás mirando? —pregunto.
—En realidad, no —responde Jungwoo.
—¿Porque es basura?
—Porque estoy pensando en Jaehyun —dice Jungwoo.
—Iba a preguntártelo. ¿He dicho algo antes que te hizo pensar en él?
—Mencionaste mi cumpleaños. Jaehyun y yo habíamos hecho planes en casa. Tomaríamos lecciones de surf, iríamos a una muestra de arte y terminaríamos en la playa. Es extraño saber que no estaré en casa para mi cumpleaños, que no estaré con él y... Debo sonar como un disco rayado.
Muevo la cabeza de lado a lado.
—Estoy seguro de que juntos sonamos como un concierto de discos rayados. Si aún estás aquí para tu cumpleaños, tal vez puedas reunirte con tus colegas. Deberían estar de regreso en la ciudad para ese entonces, ¿verdad? Quizás tu cumpleaños puede ser la reunión que necesitas. Y si no funciona, aquí estoy para hacer algo aleatorio.
Él suspira.
—Gracias, Taeyong. Para ser honesto, ni siquiera he pensado en Anika y Veronika. Las llamaré mañana o en estos días. Sin duda necesitaré una distracción en mi cumpleaños.
Lo comprendo. Incluso cuando tú estabas vivo, sentía que algo andaba mal en los eventos en los que no estabas cuando por fin sucedían. Tuve que recurrir a personas que no me importaban tanto, lo cual apestó. Tener un plan no siempre es una garantía.
Han pasado dos semanas desde tu muerte, y una semana desde que Jungwoo y yo dimos nuestros panegíricos. Como dije, es extraño.
☁️
Lily Allen de «Somewehere Only We Know»:


Comentarios