sǫɴʜ ☁️ JaeYong
- mellifluous_AR

- 21 dic 2021
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 13 ago 2022
Sinopsis
Cuando Jaehyun, el primer amor y exnovio de Taeyong, muere ahogado en un accidente, su universo estalla. A pesar de que Jaehyun se había mudado a California para asistir a la universidad y había comenzado a salir con Jungwoo, Taeyong nunca dudó de que Jaehyun regresaría con él cuando fuera el momento indicado. Pero ahora, el futuro, todo lo que tenía pensando para su vida, se está derrumbando.
Para empeorar las cosas, la única persona que de verdad comprende el dolor de su pérdida es Jungwoo. Pero sin importar cuánto se sinceren el uno con el otro, Taeyong continúa hundiéndose en su dolor. Comienza a perderse en sus obsesiones y elecciones destructivas, mientras todos esos secretos que tiene tan bien guardados podrían destruir su vida para siempre.
Si Taeyong quiere reconstruir su futuro, primero deberá enfrentarse a su pasado, a cada pieza desgarradora del rompecabezas de su vida.
☁️ JaeYong
☁️ Historia única
PRÓXIMAMENTE

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Capítulos
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Para aquellos con historias grabadas en su mente y en su corazón.
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Capítulo 1
PRESENTE SÁBADO 20 DE NOVIEMBRE DE 2021
Todavía estás vivo en universos paralelos, Jaehyun, pero yo vivo en el mundo real, donde esta mañana estás teniendo un funeral a cajón abierto. Sé que estás allí afuera, escuchando. Y deberías saber que estoy muy furioso porque juraste que nunca morirías y, sin embargo, aquí estamos. Duele aún más porque esta no es la primera promesa que has roto.
Analizaré los detalles de esta promesa otra vez. La hiciste el último agosto. Créeme cuando digo que no estoy hablándote de manera condescendiente mientras rememoro este recuerdo, y muchos otros, con gran detalle. Dudo siquiera que te sorprenda, dado que siempre bromeábamos acerca de cómo tu cerebro funcionaba de manera extraña. Sabías tantos datos triviales como para llenar cuadernos, pero de vez en cuando olvidabas cosas más importantes, como mi cumpleaños este año (el diecisiete de mayo, no el dieciocho), y nunca cumpliste con tus clases nocturnas, aunque te regalé una agenda genial con zombis en la cubierta (que probablemente —ya sabemos— te obligaron a tirar). Solo quiero que recuerdes las cosas del mismo modo que yo. Y si ahora te molesta que hable del pasado —como sé que sucedió cuando dejaste Nueva York para irte a California— quiero que sepas que lo lamento, pero, por favor, no te enfades conmigo por revivirlo todo. Solo me quedó nuestra historia.
Nos hicimos promesas el día que rompí contigo para que pudieras hacer lo tuyo en Santa Mónica sin que yo te retuviera. Algunas de esas promesas salieron mal, pero no se rompieron, como cuando dije que nunca te odiaría a pesar de que me diste suficientes razones para hacerlo, o como cuando nunca dejaste de ser mi amigo a pesar de que tu novio te lo había pedido. Pero el día en el que estábamos caminando hacia la oficina de correos con Doyoung para enviar tus cajas a California, caminaste hacia atrás en la calle y casi te arrolla un automóvil. Vi nuestro destino —encontrar nuestro camino de regreso cuando fuera el momento adecuado, sin importar nada más— desaparecer, y te hice prometer que siempre cuidarías de ti mismo y que nunca morirías.
«Vale. Nunca moriré», dijiste mientras me abrazabas.
Si había una promesa que tenías permitido romper, no era esa, y ahora estoy obligado a acercarme a tu ataúd en una hora para decir adiós.
Aunque no será un adiós.
Siempre estarás aquí, escuchando. Pero estar cara a cara contigo por primera vez desde julio y por última vez en la vida será imposible, en especial por la compañía indeseable de tu novio.
Mantengamos su nombre alejado de mi boca lo máximo posible esta mañana, ¿vale? Si existe alguna posibilidad de que sobreviva a este día, a mañana y a todos los días subsiguientes, creo que necesito regresar al inicio, cuando éramos dos chavales que forjaban un vínculo entre rompecabezas y se enamoraban.
Lo que sucede después de que te desenamoraste de mí es lo que está mal. Lo que sucede después de que rompimos es lo que me pone tan nervioso. Ahora puedes verme, donde sea que estés. Sé que estás ahí y sé que me observas, atento a mi vida para unir todas las piezas tú solo. No son solo las cosas vergonzosas que hice las que me están enloqueciendo, Jaehyun. Lo que me vuelve loco es que sé que aún no he terminado de hacerlas.
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Cambié las fechas para traer la historia en el año actual, aunque se sitúa en Noviembre :( Esa parte decidí dejarla así para evitar confusiones de mi parte al cambiar las fechas por completo.
Capítulo 2
PASADO DOMINGO 8 DE JUNIO DE 2019
Hoy estoy haciendo historia.
El tiempo avanza más rápido que este tren L, pero todo está bien porque estoy sentado a la izquierda de Jung Jaehyun. Lo conozco desde la escuela primaria, cuando captó mi atención durante el recreo. Me llamó con la mano y dijo:
«Ayúdame, Taeyong. Estoy reconstruyendo Pompeya».
Un rompecabezas de cien piezas de Pompeya, obviamente. En ese entonces, yo no sabía nada acerca de Pompeya. Creía que el Monte Vesubio era la guarida oculta del villano de un cómic. Las manos de Jaehyun me habían embelesado mientras, antes de comenzar, organizaba las piezas del rompecabezas en grupos según sus tonalidades, separando las calles de granito de las construcciones demolidas cubiertas de ceniza. Ayudé con el cielo y armé todas las nubes mal. No avanzamos demasiado ese día, pero hemos permanecido unidos desde entonces.
Nuestra salida de hoy nos lleva de Manhattan a Brooklyn para comprobar si los tesoros perdidos de algún mercado de pulgas cuestan mucho más de lo que deberían, como dicen todos. Sin importar dónde estamos, Brooklyn o Manhattan, el patio de recreo o Pompeya, he planeado cambiarle las reglas del juego a Jaehyun en este día par. Solo espero que él tenga ganas de seguir jugando.
—Al menos, estamos solos —digo.
Es prácticamente sospechoso cuán vacío está el vagón del metro. Pero no lo cuestiono. Estoy demasiado ocupado soñando despierto con cómo sería compartir siempre este espacio y cualquier otro con este sabelotodo que ama la cartografía, los rompecabezas, la animación y descubrir qué mueve a las personas. En un vagón atestado de gente, Jaehyun y yo solemos apretujarnos juntos cuando nos sentamos, nuestras caderas y nuestros brazos quedan comprimidos unos contra otros, y es muy parecido a abrazarlo, excepto que no debo soltarlo tan rápido. Apesta que Jaehyun esté sentado directamente frente a mí ahora, pero al menos, tengo una vista fantástica. Unos ojos azules que encuentran algo maravilloso en todo (incluso en los anuncios de blanqueamiento dental), el pelo chocolate que se oscurece cuando está húmedo, la camiseta de Juego de Tronos que le regalé para su cumpleaños en febrero.
—Es mucho más difícil observar personas cuando no hay ninguna a la vista—dice Jaehyun. Sus ojos se posan en mí—. Aunque supongo que estás tú.
—Estoy seguro de que habrá algunas personas interesantes en el mercado de pulgas. Como unos hipsters.
—Los hipsters son personajes, no personas —replica Jaehyun.
—No discrimines a los hipsters. Algunos tienen verdaderos sentimientos debajo de sus gorros de lana y sus camisas de leñador.
Jaehyun se pone de pie e intenta colgarse estúpidamente de la barra; su cerebro le otorga calificaciones altísimas, pero sus músculos no pueden llevarlo tan alto. Se rinde y comienza a saltar de un lado a otro entre los asientos del vagón como un trapecista callejero. Quisiera que aterrizara de un salto a mi lado y que permaneciera quieto. Sujeta la barra y estira su pierna hacia el asiento opuesto a él; su camiseta se levanta un poco y veo periféricamente un atisbo de su piel expuesta mientras mantengo la atención en la sonrisa de Jaehyun. Quizás es mi último día para hacerlo.
El tren para y por fin bajamos.
Manhattan es el hogar y todo eso, así que Jaehyun nunca habla mal de él, pero sé que desea que más de sus paredes estuvieran manchadas con grafitis como aquí, en Brooklyn, brillantes bajo el sol veraniego. Jaehyun señala sus favoritos de camino al mercado de pulgas: un niño en blanco y negro caminando sobre unas letras mayúsculas que dicen Sueña; un espejo vacío que exige encontrar a la más bella de todas en una letra cursiva realmente delicada que compite con la caligrafía perfecta de Jaehyun; un avión volando alrededor de Neptuno, tan fantástico que no dispara mi pánico a volar; unos caballeros con armadura sentados alrededor de la Tierra, como si fuera su mesa redonda. Ninguno de nosotros tiene idea alguna de qué se supone que significa, pero maldición, es guay.
Es una caminata larga y calurosa hasta el mercado de pulgas, ubicado cerca del East River. Jaehyun ve un camión de refrescos, y gastamos cinco dólares cada uno en unos vasos de limonada congelada, salvo que no hay suficiente líquido, así que nos vemos obligados a masticar hielo para sobrevivir al calor.
Jaehyun se detiene en una mesa que tiene objetos de La guerra de las galaxias.
Frunce el rostro cuando se gira hacia mí.
—¿Setenta dólares por ese sable láser de juguete?
La voz interna de Jaehyun apesta. Es un problema.
La vendedora de unos cuarenta años alza la vista.
—Es un sable de colección —dice ella—. Es único y debería cobrarlo más caro —su camiseta dice: La princesa Leia no es la damisela en apuros que buscas.
Jaehyun le devuelve su mirada fulminante con una sonrisa relajada.
—¿Acaba de hacer como Obi-Wan y me cortó el brazo?
Mi conocimiento acerca de todo lo relacionado con La guerra de las galaxias es bastante limitado, y lo mismo sucede con el conocimiento de Jaehyun acerca de todo lo que respecta a Harry Potter. Él es el único humano de dieciséis años que conozco que no está al tanto del mago favorito de todos. Una noche, debatimos durante una hora acerca de quién ganaría un duelo entre Lord Voldemort y Darth Vader. Me sorprende que aún seamos amigos.
—La trampilla de la batería se retira fácilmente y parece que los niños no pueden mantenerla fuera de sus malditas bocas —dice la mujer. Ya no está hablando con Jaehyun. Está hablando con un tío igual de infeliz y de la misma edad que ella que no puede comprender el funcionamiento de un reloj despertador de R2-D2.
—Hasta luego, entonces —Jaehyun le hace un saludo militar y nos marchamos. Paseamos durante unos minutos. (Seis, para ser exactos).
—¿Ya terminamos aquí? —pregunto. Hace calor, me estoy derritiendo y sin duda ya hemos comprobado que algunos tesoros cuestan mucho más de lo que legalmente deberían.
—Claro que no, no terminamos —responde Jaehyun—. No podemos irnos con las manos vacías.
—Entonces, compra algo.
—¿Por qué no me compras algo tú?
—No necesitas ese sable láser.
—No, gilipollas, cómprame otra cosa.
—Asumo que tú me comprarás algo a mí también, ¿verdad?
—Parece lo justo —dice Jaehyun. Da unos golpecitos sobre su reloj peligroso. De hecho, es peligroso de verdad, porque no es seguro usarlo. Ni siquiera sé cómo o por qué lo hicieron, porque sus manecillas de reloj solar han arañado los cuerpos de personas distraídas —incluso el mío— tantas veces que debería lanzarlo al fuego, destruirlo y luego demandar al fabricante. De todos modos, lo usa porque es un reloj diferente—. Encontrémonos en la entrada en veinte minutos. ¿Vale?
—Venga.
Jaehyun se aleja corriendo y casi se topa con un hombre barbudo que lleva una niña en los hombros. Se pierde de vista en cuestión de segundos. Miro la hora en mi teléfono —4:18, minuto par— y avanzo rápido en la dirección opuesta, en un laberinto lleno de personas y reliquias a la venta. Paso corriendo junto a cajas llenas de calzado viejo, hileras torcidas de espejos manchados, como los de una casa de la risa cutre, percheros con chales florales que se inflan por un ventilador oculto y cubetas con caracoles que se venden en conjunto con unos pinceles.
Los caracoles son bastante geniales, supongo, pero no gritan el nombre de Jaehyun.
Alrededor de un minuto después, me encuentro con un sector del mercado que sí habla el idioma de Jaehyun. Un atrapasueños con un aro de sauce teñido de su tono favorito de verde. Una mesa entera llena de barcos diminutos dentro de unas botellas. Recientemente, estuvo leyendo acerca de las complejidades de esos objetos con la esperanza de hacer uno él mismo, excepto que sé que quiere que su botella tenga dentro una nave espacial porque siempre tiene que darle el toque de Jaehyun a las cosas.
Todavía tengo todo el tiempo del mundo: al menos, si el mundo solo tuviera doce minutos que ofrecer. Es una pena que Jaehyun no sea un fanático de la fantasía, porque los abre cartas que venden son bastante geniales y una parte de mí espera que él ya haya encontrado esta mesa y que me sorprenda con uno, preferentemente el que tiene forma de espada o ese con mango de hueso. Vale, porque tengo todo el tiempo del mundo... De hecho, ahora mismo, no, no lo tengo, porque según mi teléfono, solo tengo nueve minutos, un número impar que me está poniendo muy ansioso, así que rasco mi palma mientras comienzo a correr de nuevo. De algún modo, regreso a un mundo más «girly». En este momento, Jaehyun no usaría cuencos y sartenes que invitan a desayunar, dado que es bastante feliz comiendo cereales en un bol con zumo de naranja, y sin duda no necesita herramientas de jardinería, a menos que vengan con instrucciones que expliquen cómo puede cultivar más videojuegos y aplicaciones para el ordenador gratis.
Entonces, bingo. Rompecabezas.
Miro rápido mi teléfono de nuevo: quedan seis minutos. Ya no estoy nervioso, estoy entusiasmado. Por haber ido suficientes veces a la casa de Jaehyun sé que no posee ninguna de estas cosas: un granero steampunk que planea con alas construidas con restos de un satélite; el trineo de Santa tirado por unos delfines bajo el agua (no quiero saber qué hay en esos regalos envueltos, pero me gustaría oír las suposiciones de Jaehyun); un rompecabezas 3D de un balón de fútbol; la parte tridimensional es genial, pero la parte deportiva no tanto. No estoy seguro de qué opina Jaehyun de los rompecabezas tridimensionales, pero este no parece uno que vaya a clasificar; ja.
Bum, lo tengo. El cuarto de la fila sobre la mesa: un barco pirata maldito. Los piratas caen al agua debido al clima tormentoso y al mar embravecido; algunos, intentan subir a bordo de nuevo, mientras que otros cuelgan de la plancha. Sé que Jaehyun creará una historia increíble detrás de esta imagen. El vendedor coloca el rompecabezas en una bolsa color café de plástico y, aunque cuesta nueve dólares, coloco diez en su mano y corro de regreso.
Jaehyun está esperando junto a la entrada, apoyado contra la pared intentando ocultarse en la sombra, como un vampiro que ha permanecido fuera hasta demasiado tarde (¿o hasta demasiado temprano?). No lo culpo. Ambos estamos sudando. Él mira su reloj solar de pulsera.
—¡Quedan dos minutos! Salgamos de aquí antes de que nos incendiemos o peor, que te broncees.
De camino de regreso al metro, la única pista que tengo de su regalo es una caja. Un cubo perfecto. No tengo idea de qué puede ser. Bajo tierra estamos ocultos del sol, pero la humedad de una plataforma plagada de una multitud es insoportable a su manera, como si hubiéramos acampado en la cima de un volcán y cerrado la carpa. De algún modo, sobrevivimos a los seis minutos de espera, y cuando el tren abre sus puertas, corremos hasta el asiento de la esquina y lo ocupamos antes de que unos chicos que parecen universitarios puedan sentarse allí. El aire acondicionado está a máxima potencia, y me siento mejor.
—¿Regalos? —pregunta Jaehyun, mientras señala mi bolsa haciendo una pistola con los dedos.
—Tú terminaste de comprar primero, así que tú empiezas —digo y acerco apenas unos centímetros mi pierna a la suya para que nuestras rodillas puedan rozarse accidentalmente.
—No estoy seguro de que esa lógica tenga sentido, pero, vale —responde Jaehyun.
Me entrega la caja pequeña. Sea lo que sea que contiene, no pesa mucho y se mueve de un lado a otro cuando paso la caja de una mano a la otra. La abro y saco una figura de nada más y nada menos que Ron Weasley, el mejor amigo de Harry Potter.
—¿Qué te parece? —pregunta Jaehyun—. Sé que es tu personaje favorito, así que es probable que ya lo tengas, pero me pareció que este era genial, en especial porque tiene ese aspecto desgastado de «haber visto tiempos mejores».
Asiento. Es verdad: esta figura de Ron Weasley está un poco maltratada; le faltan trozos de pintura en su pelo rojo y en su túnica negra. Pero no es mi personaje favorito. Es un error fácil de cometer porque Ron es mi favorito del trío —lo siento, Harry; lo siento, Hermione— y no es que hacen figuras de los personajes que estuvieron con vida y fueron importantes en un solo libro. Pero Cedric Diggory es sin duda mi personaje favorito de toda la saga y de cualquier libro, de hecho. Cuando Cedric murió al final del Torneo de los Tres Magos, lloré durante más tiempo de lo que jamás le he admitido a nadie. La muerte de Cedric es sin duda mi pérdida más dolorosa. Pero vale, no es como si yo supiera con certeza cuál es el personaje favorito de Jaehyun en La guerra de las galaxias. Quisiera decir que es Yoda, pero suena estúpido, incluso para mí. La intención es lo que cuenta.
—Es guay —digo—. Y no lo tengo, así que gracias —me pregunto si el antiguo dueño se hartó de la saga y vendió a este amiguito por cincuenta centavos o algo así. La basura de un hombre es el tesoro de otro, como dicen, supongo—. Bien. Tu turno —extraño el vagón vacío del metro que cogimos antes; estoy completamente consciente de los espectadores anónimos que observan cómo intercambiamos regalos y sacan sus propias conclusiones acerca de que debemos estar saliendo. Apesta que estén equivocados. Y apesta el doble que exista la posibilidad de que Jaehyun esté demasiado asustado para ser siquiera mi amigo después de hoy.
Jaehyun saca el rompecabezas de la bolsa y abre los ojos de par en par.
—Guay. Ochocientas piezas. Tienes que armarlo conmigo.
—¿Cuál es la historia detrás de la imagen?
Jaehyun la observa un momento.
—Es sobre el inminente apocalipsis de los piratas zombis, sin duda.
—Sin duda. Dime, ¿cómo se infectaron los piratas con el virus antes que nadie?
—El virus zombi siempre ha existido, pero los científicos sabían que lo mejor era mantenerlo lo más alejado posible de tierra firme. Sabían que los humanos son estúpidos, que están aburridos por naturaleza y que desatarían el infierno si eso implicara que no tendrían que ir a sus trabajos eternos el lunes por la mañana. Los científicos contuvieron el virus en una isla; omitiré el nombre porque no puedo confiarte este secreto, Tae; pero no tuvieron en cuenta que la tormenta furiosa que ves aquí destruiría la isla y liberaría el virus hasta que flotara en el aire e infectara primero a los piratas viajeros. Bueno, primero infectó al loro del Capitán Hoyt-Sumner, que llevó el virus a bordo de La saqueadora María.
Solo en ese instante, pierdo el control y sonrío.
—¿Cómo rayos se te ocurren esos nombres?
—No los inventé, están en los libros de historia. Deberías leer acerca de tu historia futura —dice Jaehyun.
—¿Cómo se llama el loro?
—Fulton, pero todos lo llaman Plumas podridas porque convierte a todos los piratas en zombis. Después, le cambiaron el nombre al barco por El rastreador espeluznante, lo cual parece apropiado.
Realmente me gustaría pasar una hora dentro de su cabeza, observando todos los engranajes movedizos en su interior.
—¿Estos piratas zombis tienen la inteligencia suficiente para cambiarle el nombre a su barco? —le pregunto—. Estamos jodidos.
—Será mejor que seas mi compañero contra los piratas zombis —responde Jaehyun—. Yo sé cómo salvarnos.
Jaehyun explica diferentes estrategias que podemos usar para sobrevivir al apocalipsis. Necesitaremos construir una fortaleza en una zona muy elevada, con cañones y otras armas prácticas, como ballestas militares que disparen flechas ardientes. Fácil: casi siento que puedo manipularlas debido a todos los libros de fantasía que he leído. Aparentemente, también tendré que aprender a cocinar, porque Jaehyun estará muy ocupado montando guardia las veinticuatro horas. Está bastante seguro de que para ese entonces ya habrá descubierto la clave para estar despierto eternamente mientras los muertos vivos están entre nosotros y que no tendrá tiempo de cocinar, así que o aprendo yo o nos comeremos mutuamente.
—¿Te parece bien, Tae?
—No puedo prometer que la comida que haré siquiera será comestible, pero tiempos desesperados requieren medidas desesperadas.
Jaehyun extiende la mano y nos damos un apretón para sellar nuestros roles en el apocalipsis de los piratas zombis. Tocarlo hace que mi corazón lata rápido y pesado.
Lo suelto.
—Tengo que decirte algo —el metro traquetea y hace mucho ruido, y los ojos curiosos se han dispersado. Todos están perdidos en su propio mundo personal.
—Yo también tengo que decirte algo —responde Jaehyun.
—¿Quién va primero?
—¿Piedra, papel o tijera? Ambos elegimos piedra.
—¿Los dos al mismo tiempo? —sugiere Jaehyun.
—No creo que lo mío sea algo para gritar al mismo tiempo. Tú puedes empezar.
—Créeme. Apuesto que ambos diremos lo mismo. Será más fácil así — insiste Jaehyun.
No continuaré discutiendo al respecto. Quizás lo que él tiene para decir es peor que lo mío y no me sentiré tan mal.
—¿Cuenta regresiva hasta tres?
—Cuatro.
Jaehyun sonríe a medias y luego asiente.
—Cuatro, tres, dos, uno.
—Creo que tal vez estoy loco —digo mientras él dice:
—Me gustas.
Jaehyun se ruboriza, y su media sonrisa desaparece.
—Espera, ¿qué? —Mueve su cuerpo, gira la cabeza y mira por la ventana del vagón, pero estamos bajo tierra, así que lo único que ve es la oscuridad y su reflejo—. Creí que dirías que yo te gustaba. ¿Eres gay, Tae?
—Sí —admito por primera vez en la vida, y por algún motivo decirlo no hace que mi corazón lata desbocado o que mi rostro arda. Lo único que sé es que le hubiera mentido a cualquier otra persona.
—Bien. Es decir, guay —dice Jaehyun. Parece que coquetea con la idea de hacer contacto visual de nuevo antes de mantener la vista clavada en la ventana—. ¿Por qué tenías miedo de decirme que crees que estás loco?
—Claro, eso es lo segundo que quería decir. Creo que tengo un TOC.
—Tu habitación está demasiado desordenada —dice Jaehyun.
—No se trata de la organización. ¿Viste que últimamente siempre me obligo a avanzar por la izquierda de las personas? No era así cuando éramos niños. También está el problema de contar, que prefiero que todo sea un número par, con algunas excepciones, como el uno o el siete. El volumen, el reloj del microondas, cuántos capítulos leo antes de soltar un libro, incluso cuántos ejemplos uso en una oración. Me distrae, y siento que es algo que siempre está encendido.
Jaehyun asiente.
—Yo también me he sentido así antes. Quizás no con tanta intensidad, pero creo que es solo una señal de tu genialidad. Estoy bastante seguro de que Nikola Tesla estaba obsesionado con el número tres y que a veces rodeaba la manzana tres veces antes de entrar a un edificio. Pero, Tae, hasta donde sabemos, esas compulsiones quizás solo resulten ser peculiaridades —posa otra vez en mi rostro sus ojos azules, iluminados—. ¡Podemos hacer una investigación luego!
Quizás tiene razón. Quizás no soy un chico demente que tiene un tic en el cuello, que se rasca las palmas de las manos cada vez que está nervioso, que prefiere pasar del lado izquierdo de todos, que tira de sus lóbulos y que prefiere los números pares. Quizás es como enfocar una cámara: hago zoom en una sola cosa y me pierdo lo demás.
—Me ha estado asustando un poco; no sé quién seré en el futuro. Me asusta que esto crezca y me convierta en un Taeyong que te resulte demasiado complicado para ser tu amigo en unos años —no puedo creer que estoy contando todo esto; siento que es surrealista e increíble, pero no puedo detenerme. Quizás confesar todo hará que cualquier enfermedad desaparezca por arte de magia.
Jaehyun se acerca más a mí.
—Tengo cosas serias de qué preocuparme, tío, como si los piratas zombis sabrán cómo usar ganchos y llaves de mecha o si nos hundirán con dientes y uñas. Tú no me asustas, y nunca serás demasiado complicado para ser mi amigo —Jaehyun le da una palmadita a mi rodilla. Su mano se detiene allí un minuto entero—. Lo siento si acabo de obligarte a salir del armario... Espera, ¿soy la primera persona a la que se lo has dicho?
Asiento, mi corazón late desbocado.
—No me obligaste. Bueno, de hecho, un poco sí, pero de todos modos quería decírtelo. Es solo que no tenía el valor para hacerlo ni un discurso importante que dar al respecto. También me asustaba un poco que mi instinto estuviera equivocado acerca de ti. Las alucinaciones son frecuentes en el lado materno de mi familia.
—No estás alucinando —dice Jaehyun—. Y no estás loco.
Extiende la mano hacia la mía y no es para chocar los cinco. Sé que el mundo no ha cambiado, todavía lo que sube tiene que bajar, pero el modo en que yo veo el mundo se ha movido un poco a la derecha, hacia adelante, y ahora lo veo del modo que siempre he querido hacerlo. Espero no decir o hacer nada que obligue al mundo a ir contrarreloj de nuevo.
Aprieto la mano de Jaehyun, poniendo a prueba lo que sea que estamos haciendo aquí, y siento que estoy respondiendo una pregunta que nunca tuve el valor suficiente de hacer.
—Quédate conmigo, ¿vale? —dice Jaehyun.
—No planeo exactamente salir de un vagón en movimiento.
Jaehyun suelta mi mano. Me hundo un poco en mi asiento, como si le hubiera fallado.
—Nunca antes se lo he dicho a nadie, pero he estado soñando con universos paralelos durante unos años. Me conoces, siempre me pregunto «¿qué hubiera pasado sí...?». —Gira la cabeza un segundo—. Últimamente, me he estado haciendo esa pregunta cada vez más. Muchas de esas opciones alternativas son divertidas, pero muchas también son muy personales. Cada noche antes de dormir, busco todas las notas que he escrito en un trozo de papel o en mi teléfono y las archivo en un diario. Cientos y cientos de universos paralelos.
De pronto, el metro se detiene; algunos pasajeros suben y otros bajan, lo que nos da un poco más de espacio para respirar... pero cuando las puertas se cierran, Jaehyun tiene toda mi atención otra vez.
—Escribí una en el interior de mi brazo mientras buscábamos los regalos — continúa—. No te la mostraré aún. No seré aguafiestas. Pero solo me recordó algo. En cada universo que he creado últimamente tu rostro no deja de aparecer. Y pensé que si no podías aceptarlo, no te odiaría, pero quizás necesite algo de tiempo a solas hasta que hayamos tomado la distancia suficiente y pueda imaginar mundos inventados sin que tú aparezcas automáticamente. —Jaehyun se gira, sobre su codo izquierdo veo su letra, no tiene la perfección habitual porque ni siquiera él puede escribir en su propio
cuerpo con prolijidad, y extiende el brazo hacia mí. El garabato dice:
Universo paralelo: estoy saliendo con Lee Taeyong y eso es todo.
—No sé si tiene algún sentido para ti, pero yo quiero que sea real —dice Jaehyun, todavía con el brazo extendido hacia mí, como para grabar a fuego esas letras desprolijas en mi memoria—. Si no puede serlo, lo comprendo y espero que aún podamos encontrar un modo de seguir siendo mejores amigos. Solo que no imagino no atreverme a intentarlo nunca. —Baja el brazo, por fin—. Ahora tienes que decir algo.
Siento que alguien me ha hecho aterrizar de una patada voladora en un universo paralelo maravilloso. No puedo creer que esté teniendo esta conversación; no puedo creer que realmente esté coqueteando con Jaehyun y que él me corresponda. Este universo me va más que bien. No puedo decirle todas estas cosas. Al menos, aún no.
—Iba a hacerlo —respondo.
—Vale, pero solo di algo si es bueno. Si apesta, cierra la boca.
—He estado pensando en lo mismo, tío. No sé cuándo hubiera tomado valor y dicho algo, pero no hubiera superado tu idea de los universos paralelos. Solo habría dicho que me gustas.
—¿Al menos ibas a mencionar cuán sexy soy?
—Sexy parece una palabra demasiado fuerte, pero hubiera mencionado que eres agradable a la vista, claro.
—Es bueno saberlo. —Debería decirle cuánto me gusta el sonido de su escritura, las palabras que anota en sus cuadernos cuando está encorvado sobre el escritorio; quiero saber cuáles son. Debería contarle acerca de las fantasías que he tenido, en donde la próxima vez que duerma en su casa y compartamos su cama, no tenemos que usar edredones distintos y que quizás un día podamos compartir uno sin que sea incómodo. Debería decirle cuánto me divierte observar cómo gira un reloj de arena e intenta terminar un rompecabezas inmenso por su propia cuenta, y como siempre estoy esperando que tenga éxito porque sé lo feliz que es cuando gana. Debería decirle cuánto aprecio el modo en que últimamente ha estado ubicándose a mi derecha. Pero no digo nada de esto en voz alta ahora mismo porque quizás pueda admitir estas cosas frente a él cuando suceda en tiempo real.
—¿Por qué hoy, Jaehyun?
—Por la fotografía que Doyoung nos tomó ayer —responde.
Me doy cuenta de que no he pensado ni una sola vez en Doyoung durante la aventura de hoy. Somos un grupo de tres chicos, pero parece que en ese caso no me genera demasiada ansiedad la batalla entre los pares y los impares, quizás sea porque siempre logramos que funcione: es la única excepción universal. Como ayer a la tarde, cuando jugamos un torneo de Super Smash Bros en la casa de Jaehyun; Jaehyun y yo contra Doyoung y el ordenador, equipos que formamos sacando papeles con nuestros nombres de la gorra ajustada de Doyoung. Estuvo cerca, porque Doyoung es muy bueno jugando con Bowser y el nivel del ordenador estaba al máximo, pero Jaehyun y yo ganamos con el Capitán Falcon y Zelda. Nos pusimos de pie, triunfantes, y nos abrazamos como si acabáramos de ganar una guerra contra los alienígenas o, más adecuado por lo hablado hace diez minutos, una guerra contra los piratas zombis.
Doyoung nos hizo posar. Jaehyun y yo fingimos poner nuestra mejor expresión seria, pero fracasamos y comenzamos a reír a carcajadas.
—Nos vi juntos y pensé que ya había sido suficiente. Ya desde hace un tiempo quiero estar contigo. La fotografía de Doyoung hizo que fuera un poco más insoportable no estar contigo—dice Jaehyun.
—Supongo que siento lo mismo —respondo—. ¿Y ahora qué? ¿Cómo sellamos esto? Probablemente con un beso o algo así, pero no estoy de humor para eso. —Se me traba la lengua en la última parte porque, siendo honesto, es mentira. Decido que dejaré de mentir porque decir la verdad puede generar esta clase de felicidad, la clase que abre infinitos universos paralelos. Solo me gustaría mucho tener goma de mascar, pero Doyoung es el proveedor de goma de mascar del grupo—. ¿Quizás un apretón de manos?
Estrechamos las manos, y ninguno de los dos suelta al otro.
—Esto es guay pero extraño —digo.
—Muy guay, muy extraño —comenta Jaehyun—. Pero creo que encajamos, ¿verdad?
—Sin duda, Jaehyun.
No puedo esperar a ver qué sucederá a continuación.
Capítulo 3
PRESENTE
SÁBADO 20 DE NOVIEMBRE DE 2021
La alarma del reloj por fin se detiene diez minutos después, pero mis padres continúan amenazando con abrir mi puerta. La última vez que hicieron eso, perdí mi privacidad durante dos meses hasta que mi padre por fin reemplazó la cerradura.
Creo que nunca te conté acerca de eso. Fue después de que rompimos.
—¡Taeyong!
—¡Diez minutos más! —grito.
—Dijiste eso hace una hora —replica mi madre.
—Seis veces —añade mi padre—Vístete.
—Saldré en diez minutos —digo—Lo prometo.
La última vez que vestí un traje negro fue para la boda de tu primo Xiumin en Long Island. Fue unos meses después de que por fin hubiéramos comenzado a salir y también fue nuestra primera fiesta formal, si no contamos el bautizo de tu hermana. Para mi alivio, Doyoung (antes, cuando tú y yo aún éramos cercanos a él) estaba equivocado cuando dijo que todas las bodas gay son como conciertos de Katy Perry (no creo que mi ansiedad hubiera podido soportar bailar contigo por primera vez bajo luces estroboscópicas). Cuando vi las rosas blancas en el invernadero de la mansión, comencé a esperar con ansias el día en que vestiría un traje negro mientras estaba de pie frente a ti, tomándonos las manos, listo para decir: «maldición, claro que acepto». En ese entonces no lo sabía, pero esa fue la última vez que usaría un traje negro en la vida. Ahora sin duda no me pondré uno.
Iré al funeral como estoy; bueno, no completamente como estoy, porque aparecer vestido con pantalones térmicos podría ofender a tu abuela. Pero no me quitaré el jersey con capucha que me diste la tarde que perdimos la virginidad. Lo he llevado puesto los últimos dos días, más exactamente durante quince horas, aunque el tiempo ha estado escurriéndose. Desearía nunca haber lavado el maldito jersey ahora que te has ido. Ya no huele como la vieja tienda de flores de tu abuela; no tiene las manchas de tierra causadas por todas las horas que pasamos en el parque. Es como si te hubieran borrado.
Cojo dos de los cuatro grifos magnéticos que me regalaste hace dos navidades y los coloco en el jersey, uno en el cuello y otro en mi corazón. Es como si el grifo azul estuviera persiguiendo al verde por el cielo.
Miro el reloj, esperando el próximo minuto par —9:26— y salgo de la cama. Piso directamente la cena de la noche anterior; olvidé que había abandonado el plato en el suelo mientras miraba el techo, pensando en todas las preguntas que tengo demasiado miedo de hacerte. Pero, oye, si hay un lado positivo de tu muerte, es que no estás aquí para decirme cosas que no quiero escuchar.
Lo siento. Eso fue algo imbécil de mi parte. Necesito un condón para mi boca.
Por mucho que me gustaría sentarme dentro de la bañera y dejar que el agua de la ducha cayera sobre mí, tengo que salir de esta habitación. Miro el reloj en mi portátil abierto y salgo cuando cambia de 9:31 a 9:32.
El pasillo está plagado de fotografías en los marcos baratos que mi tía nos regaló la Navidad pasada: la clase de regalos que mi madre considera desatentos, pero como es muy buena, los cuelga de todos modos. Aún bebe de la taza de Yoda que le compraste hace dos años por ningún motivo especial, solo porque sí. Siempre serás una presencia para mis padres, incluso aunque ahora no puedan ver tu historia en nuestros muros.
Acumulo todas las fotografías y sus marcos baratos en mi cuarto. Hay espacios vacíos mientras avanzo por el pasillo: una en la que estamos sentados en la sala de estar de tu infancia en la avenida Columbus, armando un rompecabezas del Empire State; nosotros a los dieciséis/quince años, tú con los brazos alrededor de mi cintura después de que Doyoung dijera alguna broma acerca de que los chicos no podían abrazar a otros chicos; tú sonriéndome desde el extremo de otra banca del parque mientras yo brindo por el aniversario de mis padres el año pasado; y mis favoritas, una junto a la otra en el mismo marco: la primera la sacó Doyoung, una foto inexpresiva de nosotros haciendo nuestro mayor esfuerzo por contener las sonrisas y fracasando. En la segunda estamos abrazados y sonreímos después de visitar a nuestros padres en la fiesta de cumpleaños de Jisoo.
Siempre fuiste fanático del resplandor del sol sobre tu cabeza en esa foto.
«Parezco un ángel de la destrucción rudo», dijiste. «El ángel al que le dan una espada en llamas mientras que a ti te dan un arpa».
En la sala de estar, mis padres ya están listos, con las chaquetas puestas, y mi padre tiene una bolsa con bollos horneados apoyada en su regazo, mientras ambos miran las noticias sin sonido en la tele. Mi madre me ve primero y se pone de pie de prisa, lo cual sé que es malo para su espalda, en especial en días lluviosos como hoy. Oculta su dolor y se acerca a mí con cautela, sin saber con certeza qué Taeyong le tocará.
—Estoy listo —miento. Tengo hambre, estoy exhausto, estoy harto de todo y no estoy listo. Pero hay un cronograma en todo esto. Hoy es el funeral. Mañana, el entierro. No sé qué viene después de eso.
Mi madre extiende los brazos hacia mí, como si fuera un niño que supuestamente debe dar sus primeros pasos hacia sus brazos. Es ridículo. Soy un chico de diecisiete años llorando a su persona favorita. Tomo mi chaqueta y camino hacia la puerta.
—Estaré afuera.
Cuando todos nos acomodamos en el automóvil, mi padre enciende la radio para llenar el silencio. Miro por la ventanilla cuando paramos en un semáforo en rojo y cuento pares para mantener la cordura: dos tías con chaquetas, compartiendo un paraguas azul; dos ancianos empujando carros y saliendo del supermercado; cuatro árboles talados en el jardín comunitario; dos cestos de basura llenos hasta arriba con deshechos.
El conteo me da algo de alivio, pero no es suficiente. Dejo caer mi mano derecha en el espacio vacío a mi lado e imagino tu mano sobre la mía. Dos manos.
Eso se siente mejor.
Capítulo 4
PASADO
LUNES 9 DE JUNIO DE 2019
Es rutina que después de la escuela, Jaehyun, Doyoung y yo vayamos a la librería Barnes & Noble en el Upper West Side a hacer la tarea, pero las clases ya están a punto de terminar. Así que, en cambio, exploramos los estantes. Se suponía que Jaehyun le contaría a Doyoung que estamos comenzando a salir mientras él y Doyoung corrían en la última hora de clase, pero se acobardó. No soy fanático de los secretos. Los secretos convierten a las personas en mentirosos, y ya he dejado atrás mis días de mentiras.
Nos alejamos de las novelas gráficas y terminamos en el pasillo de las biografías. Es mi sección menos favorita, pero estamos aquí por Doyoung y Jaehyun.
—Quiero tener mi propia autobiografía —comenta Jaehyun.
—Solo una persona puede hacer que eso suceda —respondo.
—Aún no tengo un título —dice Jaehyun.
—Qué horror —añade Doyoung, mientras restriega sus ojos de nuevo porque los nuevos lentes de contacto le molestan. Todavía luce como él mismo en general: pelo corto, piel porcelana, camiseta arrugada... pero creo que parece más genial con gafas—Probablemente llamaré a la mía Navegando por la vida.
Jaehyun finge bostezar.
—No puedo esperar a leer ese libro elaborado.
Doyoung le hace un gesto obsceno con el dedo a Jaehyun.
—Iré a la cafetería a comprar un té helado. ¿Quieren uno, chicos?
—De hecho, sí, pero yo invito —le doy a Doyoung una tarjeta de regalo que me quedó de mi cumpleaños el mes pasado.
—¿Estás seguro? —pregunta Doyoung. Asiento.
Cuando se marcha, fulmino a Jaehyun con la mirada que dice «por qué no le contaste acerca de nosotros», pero él se da media vuelta y posa la vista de nuevo en los estantes llenos de libros.
—¿Qué te parece Jung Jaehyun: asesino de piratas zombis? —sugiero ante el silencio.
Él se gira mientras continúa evitando mi mirada.
—Pero si el apocalipsis de los piratas zombis nunca sucede, creerán que mi libro es una novela de fantasía. ¡Maldita sea, me niego a que confundan mi existencia con ficción! Quizás debería usar algo sencillo. ¿Qué opinas de Jaehyun: la autobiografía?
Muevo la cabeza de lado a lado.
—Eres mi Jaehyun favorito, pero no eres el único. Él se gira hacia mí.
—¿Conoces más JaeHyuns? Dame sus direcciones así puedo darle fin a esta locura—Mueve las manos en pose de karate, como si estuviera listo para enfrentarse a cualquier Jaehyun que pase. Su postura de lucha me recuerda el disfraz de C-3PO hipster que usó el año pasado para Halloween. Vistió una camiseta parecida al cuerpo del androide y pintó de dorado sus brazos y su rostro.
—¿Qué te parece C-Jaehyun-PO?
—Nah. Es demasiado insignificante. Aunque quizás es un buen título para un capítulo—Jaehyun alza una ceja y me señala—Ya tengo el título para el tuyo, sabes. Taeyong, a la izquierda.
Ahora tengo muchas ganas de besarlo.
—Es perfecto—Me aseguro de que Doyoung no esté regresando, tomo la mano de Jaehyun y lo llevo hasta el siguiente pasillo. Pero no lo beso porque no quiero apresurarme o sentir que lo hacemos a espaldas de Doyoung.
—Oye, tenemos que contarle a Doyoung —susurro—Si quieres contárselo solo, vale; si quieres que lo hagamos juntos, tampoco hay problema. Pero no nos marcharemos de esta librería hasta que lo hagamos.
—Trato hecho —responde Jaehyun, apretando mi mano— ¿A qué hora cierra la librería? Porque...
—Guau —dice Doyoung.
Está de pie al final del pasillo, sujetando una bandeja con vasos de té helado. Suelto la mano de Jaehyun rápidamente.
—Guau —repite Doyoung y camina hacia nosotros. Tiene la misma altura que Jaehyun, pero parece más pequeño por el modo en que caen sus hombros. Mueve la cabeza de lado a lado y logra esbozar una sonrisa—El escuadrón fue divertido mientras duró.
No es la reacción que esperaba.
—¿De qué estás hablando?
—¿Hace cuánto que estáis saliendo? Sabía que esto pasaría. Vosotros dudáis de mis habilidades psíquicas, chicos, pero supe que esto sucedería desde el año pasado. Solo que no lo comenté con nadie.
No sé qué esperaba, pero sin duda no era esta reacción.
—¿Tuviste una visión en la que Taeyong y yo estábamos juntos y que era el fin del mundo?—pregunta Jaehyun. Su voz es extrañamente aguda.
Doyoung sonríe, y me entrega un vaso de té helado.
—Así es.
—Tus visiones son bastante gay —bromea Jaehyun, intentando recobrar la compostura.
Bebo un sorbo mientras yo también intento tranquilizarme.
—Espera. ¿Cómo sabías que Jaehyun y yo nos gustábamos? No digas que porque eres psíquico.
—No es necesario ser psíquico para haber previsto que esto pasaría. Su química estaba todo el tiempo frente a mis narices—Vacila—Eso sonó mal. De todos modos, no seré la tercera rueda, amigos.
El tres es un número que he perdonado desde ayer, pero solo para nuestro grupo. Con suerte, ya no me molestará tanto ahora que Jaehyun y yo estamos juntos; nuestra unidad personal contará como «uno», aunque es probable que lo mejor sea no mencionarlo delante de Doyoung.
—Nuestro grupo no ha terminado. Piénsalo como un juego nuevo, si quieres, con niveles y mundos nuevos.
—Con nuevos obstáculos para mí si quiero verlos y con modos de juego desconocidos que son exclusivos para vosotros dos—responde Doyoung.
—Eres bienvenido a unirte a nuestras actividades exclusivas—dice Jaehyun y guiña un ojo.
Doyoung procede a enumerar cada ejemplo de amor que ha terminado mal, principalmente en los cómics: la novia de Linterna Verde que fue asesinada y cuyo cadáver guardaron en su nevera; Cíclope y Jean Grey, novios desde la escuela secundaria que se separaban constantemente por todo lo que el mundo interponía en su camino; Ant-Man que le lanza mata insectos a la Avispa. No sabía que Ant-Man era un abusador a nivel físico y emocional. Doyoung no agrega un cuarto ejemplo.
Jaehyun me mira.
—Prometo nunca rociarte con mata insectos, Tae. ¿Prometes no hacérmelo a mí?
—Lo prometo.
Mentira, le digo a Doyoung solo moviendo los labios frente a Jaehyun para normalizar la situación, o al menos intentarlo.
Jaehyun coge su vaso de té helado de la bandeja.
—Entonces, ¿estamos bien?
—Debéis prometerme que no destruiréis el escuadrón cuando se separen—dice Doyoung. A juzgar por su tono, sé que no bromea. Esto es como en el séptimo curso, cuando Jaehyun y yo nos burlábamos de Doyoung por haber escrito su nombre en el lateral de su corte de pelo y él también rio al respecto un tiempo, hasta que nos pidió que paráramos.
—Ten un poco de fe en nosotros, amigo—responde Jaehyun en voz baja—Pero claro, prometo que seremos adultos si efectivamente rompemos.
—Tienes dieciséis años. No eres adulto —señala Doyoung.
—Confío en que estaremos juntos durante bastante tiempo —responde Jaehyun.
Respiro hondo y juro que no permitiré que Doyoung arruine mi felicidad causada por Jaehyun.
—Yo también prometo que no destruiré el escuadrón si rompemos. Ahora, ¿podemos regresar a mirar libros, por favor?
Jaehyun hace un gesto para que nos acerquemos y nos envuelve a los dos con un abrazo. Finge susurrarle a Doyoung:
—Tenemos que hacer un abrazo de grupo para que Taeyong no se sienta aislado.
—Los odio a ambos —dice Doyoung.
Todos reímos y así, de pronto, ya no hay más secretos, y continúo sonriendo un rato más que todos porque Jaehyun confía en que estaremos juntos mucho tiempo. Lo cual es bueno. Me dará tiempo suficiente para pensar en el título perfecto para su autobiografía.
Capítulo 5
PRESENTE
SÁBADO 20 DE NOVIEMBRE DE 2021
No quiero entrar, no quiero entrar. Jaehyun, no quiero entrar; no quiero entrar y despedirme de ti.
La capilla del funeral está en la ochenta y uno y Madison y parece una construcción de ladrillos de juguete apilados, y extrañamente incompleta porque es color beis, como si hubieran olvidado pintarla de un color real o hubieran creído que no era apropiado hacerlo. No puedo creer que este sea el lugar que tus padres eligieron para que tus amigos y tu familia te digan adiós. No se me ocurre otro lugar, pero sea cual fuera, tendría color.
Al menos, a mí no me importa. No entraré allí.
—¿Vienes, Taeyong?
—No —respondo—No entraré. No puedo.
Mi madre retira la llave del automóvil y la guarda en su bolso.
—Nos quedaremos sentados aquí hasta que estés listo—Tiene la vista clavada al frente, donde los asistentes al funeral (no hay nadie que reconozca) entran a la capilla con tazas de café mientras la campana da la hora. No me molesta perderme la misa de las diez en punto. No planeo liberar mi angustia cantando o rezando en el futuro cercano. Mi madre extiende la mano y mi padre la coge, como es habitual. El amor de mis padres es sin duda inquebrantable. Ahora estoy demasiado anestesiado para sentirlo, pero realmente les debo a ellos toda la confianza en nuestro futuro porque ellos también han estado juntos desde la adolescencia.
Ver esas manos unidas cuando yo tengo que imaginar que tú coges la mía me enfurece.
Bajo del automóvil y cierro la puerta de un golpe. El aire frío otoñal atraviesa mi chaqueta y mi jersey; respirar el frío cansa mis pulmones. No está lloviendo fuerte, pero estoy empapado.
Mis padres abandonan la calidez de su Toyota destartalado y se ubican a mi derecha, respetando la compulsión que a veces te resultaba fascinante. Permanecen en silencio. No dicen ninguna tontería salida de una galleta de la fortuna. Tengo suerte de tener padres que saben cuándo ir a la guerra conmigo y cuándo dejarme solo en el campo de batalla.
Estás esperando adentro. No eres tú, pero eres tú. Te debo un adiós.
Si estuvieras aquí, ya hubiera entrado, lo cual... bueno, no paso por alto la extrañeza que sería que me lleves a tu propio funeral. Siempre fuiste un experto en darme valentía... en hacer que derrumbara los muros que me era posible derrumbar al menos. No tienes la culpa de mis compulsiones inquebrantables.
En la puerta, percibo que mis padres quieren acercarse. Me doy la vuelta y veo algunos rostros nuevos caminando hacia nosotros. Si yo no los conozco, entonces ellos tampoco me conocen, y no sabrán por qué es tan difícil para mí colocar la mano sobre ese maldito picaporte, girarlo y entrar, porque ellos no conocen nuestra historia. Quizás son amigos de tus padres o vecinos que has mencionado pero que nunca conocí.
La presión aumenta, pero nadie dice nada.
Siento que caigo en picada hacia el suelo y que me ahogo sin intentar salir a la superficie, todo a la vez.
Extiendo la mano hacia el picaporte. Ingreso a un espacio lleno de aire viciado y angustia.
Hay un retrato gigante de tu rostro en la entrada. Tus padres eligieron esa foto extraña de las fotografías escolares del penúltimo año, pero no la que creíamos que era la mejor, la que sería la foto de autor en tu autobiografía: donde tu sonrisa es un poco tímida y tus ojos azules tienen un indicio de picardía. Quizás no es la impresión que querían que los otros tuvieran de ti. No entiendo en absoluto por qué tus padres la eligieron para tu funeral. Pero no diré nada. Quién sabe en dónde está la mente de Yunho y Jessica estos días.
Me acerco a tu retrato mientras mis padres me siguen, ofreciéndole sus condolencias a Dios sabe quién. Mis ojos se posan en los tuyos, inexpresivos como deben estar. Casi me convenzo de no hacerlo, pero toco la fotografía y mis huellas marcan tu mejilla brillante. Mis dedos caen hacia la placa de bronce que está en el centro del marco. Recorro cada letra con las yemas de los dedos:
Jung Yoon Oh
14 de febrero, 2003 —13 de noviembre, 2021
—Taeyong.
Realmente no quiero enfrentarme a Doyoung ahora mismo. No he hablado mucho con él durante los últimos meses, no después de todo lo que ocurrió entre nosotros dos recientemente. Él intentó contactar conmigo varias veces durante la última semana, claro, pero nunca respondí el teléfono ni a la puerta. Sin embargo, me giro. Doyoung lleva puesta una de las corbatas que le regalaste para Navidad hace unos años, y se rasca una costra del codo. O está evitando mirarme a los ojos o sus lentes de contacto hacen que su atención esté en otra parte. Estoy seguro de que se siente culpable por no haber hablado contigo cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.
—Lamento tu pérdida, Taeyong —dice Doyoung.
Tu antiguo mejor amigo comprende que eres mi pérdida. Allí está el pasado.
—Igualmente —logro decir.
Observo la multitud. No me sorprende que la lluvia no haya afectado la inmensa convocatoria a tu funeral. Me pregunto cuántas de estas personas han reído desde tu muerte. Estoy seguro de que han sonreído ante algo estúpido, como viejas fotos graciosas en sus teléfonos o episodios de alguna comedia que quizás miraron para dejar de pensar en tu muerte. Pero quiero saber si ellos han reído a carcajadas tan fuerte que les dolieron las costillas. Porque yo no. No estoy enfadado con ninguno de ellos si lo hicieron. Apesta porque sé que estaré solo en mi angustia un tiempo. Solo quiero saber cuándo será posible reír de nuevo. Y cuándo estará bien hacerlo.
Doyoung por fin posa la mirada en mí.
—¿Hablarás con Jungwoo?
Incluso después de todo este tiempo, su nombre aún me afecta.
—No es una prioridad —respondo. Debería cerrar la boca o marcharme.
—Sé que es diferente, pero es probable que él sea la única persona aquí presente que comprenda lo que estás pasando.
—Lo que ellos tuvieron no es lo mismo —replico sin poder controlarme, reprimiendo las lágrimas y los gritos. Aparto la mirada de nuevo para que Doyoung no intente consolarme. Veo a tu abuelo de pie con su bastón, a tu tía Clara entregando paquetes de pañuelos desechables que probablemente compró al por mayor como todo lo demás, a tu prima tejiendo lo que, desde aquí, parece una bufanda, pero no hay rastro de tus padres. Recobro la compostura y le pregunto a Doyoung dónde están.
—Yunho salió a fumar —informa—Hace un rato. Ya debe ir por el cuarto cigarro. Y Jessica está sentada al frente con Jisoo. Con Jaehyun.
Está con tu cuerpo, no contigo.
—Iré a ver a Yunho.
—Antes de irte...
Me dirijo a la puerta. Mis padres ven que me muevo y se acercan como si estuviera intentando irme de aquí de una vez por todas. Detengo el paso cuando mi madre me pregunta adónde voy y si quiero ir con ella a darle mis condolencias a Jessica. Pero no puedo hacerlo en este momento. Intento hacerme el distraído y centro la atención en mi entorno. Encuentro a tu tío Ned entre la multitud, leyendo una Biblia, y veo a la tía Clara usando sus propios pañuelos desechables mientras llora junto a un vecino que quizás reconozco.
Pero mis ojos regresan a la puerta de inmediato.
Tu novio bloquea la entrada. Su mirada está directamente clavada en mí.
Capítulo 6
PASADO
JUEVES 12 DEJUNIO DE 2019
Es nuestra primera cita y descubrimos que llueve cuando bajamos del metro.
—¿Quieres la buena o la mala noticia? —pregunta Jaehyun.
—Siempre di primero la mala. Esto es Nueva York, ¿recuerdas? ¿Dónde te criaron?
—No tengo paraguas —dice Jaehyun.
—¿Y la buena?
—Te la estoy diciendo.
—Tu buena noticia apesta.
Si tuviéramos tiempo que perder, esperaríamos aquí en la estación a que la tormenta pasara. Pero es noche de trivia sobre cultura pop en el Bonus Diner, ese bar-barra-sala de juegos cerca de Union Square, y comienza a las seis. Comenzamos a correr y odiamos cada rincón expuesto en el que nos vemos obligados a esperar antes de que sea nuestro turno de cruzar la calle, y estoy muy feliz de que el año escolar esté a punto de terminar porque es imposible que los libros de texto que llevamos en la mochila sirvan de algo después de esta tormenta.
Maldición. El lugar está invadido por el rugido de las conversaciones, pero aún hay mesas libres. Me siento traicionado por el frío que hace aquí dentro. Los espacios cerrados siempre deben ser el opuesto al clima de afuera. Nunca nadie ha ingresado a un restaurante un día de verano abrasador y se ha enfurecido porque había aire acondicionado.
Pero no permitiré que nada arruine mi primera cita con Jaehyun. Lucho contra mis escalofríos y pido un lugar para nuestro dúo. Nos acomodan en la mesa dieciséis: un buen número. Voy rápido al baño para intentar secarme con toallas de papel. Regreso e insto a Jaehyun a que haga lo mismo. Observo el lugar y solo en ese momento siento más calidez. Somos más jóvenes que cualquiera de los presentes, pero de inmediato decido que todos mis oponentes son prácticamente las personas más geniales del universo.
Jaehyun regresa, frotando sus manos.
—Los destruiremos.
Mira el menú. Este es otro de esos momentos en los que quiero inclinarme hacia él y por fin besarlo. No estoy tratando de hacerlo para quitármelo de encima, pero creo que no habernos besado durante los pocos días que hemos comenzado a salir está creando cierta expectativa. Pero quizás un primer beso sin ningún gran acto hablará por sí solo. Quizás dirá: «oye, me gustas cuando no estás haciendo nada en especial».
Antes de que siquiera pueda considerar acercarme a él, una anfitriona silba y todos los comensales hacen silencio, incluso algunos rezagados en las mesas de pool y en las máquinas de pinball cercanas. La anfitriona repasa las reglas. Habrá veinte preguntas, todas para completar. Habrá un minuto para responder cada una. Los voluntarios circularán por la sala para asegurarse de que nadie haga trampa. El premio del tercer puesto es un folleto con cupones para una tienda de regalos en línea. El premio del segundo puesto es una réplica de la espada y el escudo de The Legend of Zelda: Twilight Princess. El gran premio es un box set de las primeras seis películas de La guerra de las galaxias, versión del director.
De pronto, quiero desesperadamente ganar, porque quizás me obsesionaré tanto como él con esas películas y podremos hacer cosas, como organizar fiestas de Halloween temáticas de La guerra de las galaxias para nuestros colegas.
Vale, necesito calmarme y llevar esta relación semana a semana.
Las camareras y los camareros entregan papeles y plumas mientras recogen los pedidos de comida. Cuando terminan, la anfitriona anuncia que comenzaremos en un minuto.
Jaehyun se gira hacia mí y mi corazón intenta salir desbocado de mi pecho.
—Primera pregunta...
No tardamos mucho en ver que esta noche es más que nada para personas más grandes que quieren emborracharse. En cuestión de minutos, los estamos destrozando. ¿Las escenas del planeta Hoth en El imperio contraataca se filmaron en...? Noruega (gracias, Jaehyun). ¿El autor de Toy Story y Firefly es...? Joss Whedon. ¿El único personaje de Los Simpson que tiene diez dedos es...? Dios. ¿El último libro de Harry Potter se publicó en...? 2007, pero en realidad la saga termina en 1998 (De nada, Jaehyun). Trabajo en equipo.
—¡Última pregunta!
Estoy bastante seguro de que tenemos diecinueve de diecinueve bien, así que no podemos equivocarnos en esta.
—¿El actor que no podía hacer el saludo vulcano en la Star Trek del 2009 es...?
Jaehyun escribe Zachary Quinto y entrega nuestra hoja al voluntario más cercano.
—Lo tenemos. Prepárate para una maratón en mi casa.
Los jueces tardan veinte minutos en corregir las respuestas, y luego suena una campana. La anfitriona regresa al frente de la sala y tose teatralmente.
—¡Me complace anunciar que hay un empate entre dos equipos! Pero, dado que solo tenemos un box set, ¡tendremos que hacer un desempate en vivo!
¿Podría acercarse un representante del equipo Stark-Kirk y uno del equipo Humanos-Piratas?
—¡Sí! —Jaehyun se pone de pie y espero que gane el premio para nosotros—Tú. Arriba.
—¿Qué? No. Ve tú.
—¡Yo te elijo!
Alzo la servilleta y la agito.
—Renuncio.
—Técnicamente, te rindes cuando agitas una bandera blanca. Es una diferencia pequeña, pero importante.
—¿Ves? Tú eres más inteligente. Hazlo.
—Tú puedes, Tae. Creo en ti. Ve.
Jaehyun me empuja hasta el frente del escenario y regresa a su asiento cuando ya estoy arriba. Estoy representándonos en una competencia de trivia; este sin duda es un universo extraño. Estrecho la mano de mi contrincante, una pelirroja con gafas grandes. Es ella contra mí por el box set de La guerra de las galaxias. Todos están callados, mirándonos, entusiasmados por el final. Pero mi visión acotada solo muestra un Jaehyun sonriente y sus alentadores pulgares arriba.
—El primero en contestar correctamente se lleva el gran premio —anuncia la anfitriona—La pregunta del desempate —introduce la mano en lo que parece un bol de dulces vacío y coge un trozo de papel—: ¿Cuál es el nombre completo de Dum bledore, personaje de la saga Ha rry Po tter?
Una pregunta acerca de Harry Potter; lo tengo.
—¡Al bus Percival Brian Wulfric Dum bledore!
Antes de que la anfitriona comience a mover la cabeza de lado a lado, me doy cuenta de que me equivoqué. Wulfric viene antes que Brian. Cubro mi boca con la mano y doy un grito ahogado. Ni siquiera puedo mirar a Jaehyun. Mi contrincante de gafas responde la pregunta correctamente y recibe un aplauso ensordecedor: el aplauso que yo quería que Jaehyun presenciara para mí. Intento recordar que todo esto es una tontería, y sonrío y felicito a la muchacha. Ella tiene la gentileza de felicitarme también, lo cual mejora un poco la situación.
Regreso a mi mesa con la espada y el escudo.
—Apesto.
—¡Estuviste genial! Apuesto que no te hubieras confundido los nombres si hubieras podido escribirlos. Es como intentar resolver ciertos problemas matemáticos sin una calculadora.
—Algo que tú haces todo el tiempo.
Él mueve la cabeza de lado a lado.
—No es lo mismo. A ti te apasiona esto. Además, es jodidamente imposible que yo hubiera siquiera sabido cuál era el primer nombre de Dumbledore.
—Estás obligado a ser amable conmigo porque acabo de perder —replico. Jaehyun coge la espada de mi mano.
—Arrodíllate ante el rey, Tae—Miro a mi alrededor en busca del monarca—Soy yo, idiota. Soy el rey. ¿Quién más lo sería sino? ¿Doyoung?
Rio aunque no era mi intención hacerlo y apoyo mi peso en una rodilla, inclinando la cabeza mientras me nombra caballero.
—En este jueves lluvioso, yo, el rey Jaehyun de la ciudad de Nueva York, te felicito a ti, Sir Taeyong de la ciudad de Nueva York, por tu vasto conocimiento de novelas de fantasía que nunca me tomaré el tiempo de leer. Y por tener la clase de risa que me agrada tanto oír que sería capaz de golpearme a mí mismo una y otra vez si te resultara gracioso.
Me pongo de pie, todavía sonriendo por nuestra estupidez. Jaehyun gira la espada entre sus dedos e intenta golpearme con ella, pero evito su ofensiva con el escudo. Continúo evadiendo sus ataques. Ignoramos a los camareros que nos piden que dejemos de jugar y después de un rato corremos hasta las máquinas de pinball, donde por fin suelto el escudo.
—¡Me rindo! —digo—Es así, ¿verdad? ¿No «renuncio»?
—Mi trabajo aquí está hecho. No tengo nada más que enseñarle, Sir Taeyong de la ciudad de Nueva York—Jaehyun exhibe la espada, victorioso.
Nos desarmo a los dos y lo beso, la espada de plástico cae a nuestros pies y hace ruido cuando me acerco hacia él.
Esto se siente bien, incluso aunque nuestros dientes se chocan. Me río cuando nos separamos.
—Entonces, acabamos de hacer eso —comento.
—Hagámoslo más seguido —responde Jaehyun.
Capítulo 7
PRESENTE
SÁBADO 20 DE NOVIEMBRE DE 2021
Kim Jungwoo está aquí y ya no puedo no hablar de él.
Ya no puedo negar que Jungwoo y yo nos parecemos; incluso Doyoung bromea al respecto. Su pelo es un poco más claro y más largo que él mío, pero igual es rosa a primera vista. Somos desgarbados, con mala postura, y ambos miramos tus ojos azules con nuestra mirada color avellana. Mencionaste haberte obsesionado con la marca de nacimiento en forma de herradura que tiene en la clavícula, parecido a esas veces en que delineabas con los dedos la «pirámide desinflada» que tengo en la cara interna del muslo. La gran diferencia entre nosotros ahora mismo es que yo estoy aquí en tu funeral, vestido con tu antiguo jersey y unos vaqueros, y él luce un traje que le queda grande. El traje tiene sentido, aunque no sé para qué lo querría un joven de dieciocho años en California.
Esta es tu historia con Jungwoo según me la contaste: lo conociste el año pasado, el 29 de octubre, mientras caminabas por la carretera. Estabas camino a darle clases de apoyo a ese estudiante de preparatoria, mientras que Jungwoo conducía desde la casa de su madre para pasar el fin de semana con su padre. La lluvia te tomó por sorpresa, lo cual no me sorprende dado que siempre te negabas a mirar la aplicación del clima; te enorgullecía adaptarte a cualquier condición climática externa.
Para tu suerte, Jungwoo acudió al rescate.
Te había visto antes en su mismo recorrido y creía que parecías amigable. Le intrigaba cómo era posible que existieras en California sin un automóvil, una bicicleta o «una alfombra voladora». Pensaste que la parte de la alfombra era graciosa. A mí no me pareció nada original. Es posible que esté programado para ser un idiota con cualquiera que muestre interés en ti. Pero no dejemos de lado que la broma de Jungwoo apestó porque...
Lo dejaré ir. Seguiré adelante.
Jungwoo detuvo el automóvil y te ofreció viajar con él. Era un extraño, pero debido a todo lo que me contaste acerca del clima extremadamente perfecto de California, suena a que la lluvia es la primera ola del apocalipsis de los piratas zombis, así que supongo que no puedo culparte. Solo apesta que estuvieras buscando un nuevo compañero que te ayude en el que se suponía que era nuestro universo alternativo.
En el automóvil, Jungwoo y tú comenzasteis a llevaros bien mientras conversabais acerca de películas y juegos de rol. Y el resto es, desgraciadamente, historia.
Primero: la llamada del 7 de noviembre en la que hablamos en detalle acerca de este nuevo amigo en tu vida. Había esperado que tu tiempo con Jungwoo fuera breve, pero se prolongó hasta tal punto que ya no podía negar que nuestro final estaba anunciado. Quería saber exactamente cómo lucía él, cuál era su historia, cómo eran sus citas, qué tenía él que te deslumbraba.
Jungwoo bloquea la puerta. Tu padre está intentando reingresar a la capilla. Sin duda ha estado fumando mucho, y el olor me da nauseas al instante y me recuerda a todas esas veces en que nos llevó en su vehículo que apestaba a cigarro y ambientador hasta que por fin abandonó el vicio. (Hasta ahora). Tu padre no le presta demasiada atención a Jungwoo; solo coloca una mano sobre el hombro del chico y, si bien es desagradable admitirlo, su actitud me hace sentir bien. Jungwoo voló hasta aquí, pero no recibe demasiada atención del hombre que te enseñó a amarrarte las agujetas y andar en bicicleta.
Mi padre se acerca al tuyo. Mi madre permanece cerca de mí. Doyoung aparece de nuevo a mi lado. No sé si Doyoung está nervioso por cómo se desarrollarán las cosas entre Jungwoo y yo ahora mismo o si está dándome su apoyo, pero no lo necesito en este instante. Necesito hacerlo solo. Pero en cuanto estoy a punto de acercarme a Jungwoo, tu padre y el mío caminan hacia mí.
—Hola, Yunho —digo mientras retuerzo mi dedo anular. Es un truco que me enseñaste para combatir el estrés, que usan las personas con miedo a volar; aunque yo nunca me subiría a un avión.
La última vez que hablé con tu padre fue por teléfono el día de tu muerte, y luego el día después, pero esta es la primera vez que lo veo. Lleva puestas sus gafas de lectura en vez de las gafas de carey que debería tener y, cuando abre la boca para hablar, noto que sus dientes se han tornado amarillentos. No dice nada. No tiene sentido preguntarle cómo está. Lo abrazo mientras lucho contra la nube invisible de cigarro.
—¿Todavía crees que puedes compartir unas palabras? —susurra Yunho.
Retrocedo y asiento. No puedo creer que vivo en un universo en el que daré un panegírico para ti.
Me da una palmada en el hombro, como hizo con Jungwoo, y se marcha hacia la habitación de servicio para ver cómo está Jessica.
Jungwoo avanza hacia mí, con la mirada baja y las manos en los bolsillos. Mis padres y Doyoung me observan. Les pido en voz baja que nos den un minuto a solas. No estoy seguro de si Jungwoo siquiera desea hablar conmigo, pero sucederá. Mi madre dice que guardará un asiento para mí. Todos parten, y Doyoung mira por encima del hombro como si estuviera esperando presenciar algo explosivo. No habrá peleas en tu funeral, lo prometo.
De pronto, estoy cara a cara con tu novio. Su ojo izquierdo está inyectado en sangre y él también huele a humo de cigarro.
—Hola, Taeyong —dice Jungwoo.
Pronuncia mi nombre como si fuéramos amigos.
Qué gracioso, dado que me negué a conocerlo cuando lo trajiste aquí en febrero para tu cumpleaños. Maldición, por supuesto que no iría a uno de nuestros lugares con él. Y no nos comunicamos después de tu muerte y nadie esperaba que así fuera. Pensé en él, claro, pero no tanto en cómo estaba, dado que me preguntaba cómo rayos habían sido tus últimos momentos con vida.
Él estaba contigo.
¿Es extraño que lo envidie por eso? ¿Por haber presenciado algo que yo nunca querría ver con mis propios ojos? Tengo mucha historia contigo, Jaehyun, pero él posee piezas de tu rompecabezas que me destruirían si alguna vez las hiciera encajar; sin embargo, aún las quiero.
—Hola, Jungwoo —respondo. No intercambiamos condolencias. Quizás está esperando que yo lo haga; tendrá que esperar un buen rato—¿Qué le sucedió a tu ojo?
—Explotó un vaso sanguíneo —dice—El doctor no sabe si fue debido al llanto o a los gritos. Desaparecerá.
No sabía que el llanto podía provocar que un vaso sanguíneo estalle. Eso es algo que tú sabrías.
Jungwoo pasa a mi lado para acercarse a tu retrato. No toca tu rostro ni recorre tu placa con los dedos. Apoya su frente contra la tuya (que no encajan, obviamente) y cierra los ojos.
—Te extraño, Yoon Oh —dice.
Que utilice tu nombre completo es tan inesperadamente íntimo... y a ti no te agradaba que te llamaran así. Creías que te hacía sonar demasiado rígido y presidencial. Pero no le diré nada. No puedo. ¿Y si cambiaste de opinión? ¿Y si queda en evidencia que yo no sabía quién eras realmente antes de morir?
—¿Cuánto tiempo te quedarás en la ciudad? —pregunto. Parece más amable que preguntarle cuándo rayos partirá.
Jungwoo se da media vuelta y se encoge de hombros.
—Llegué anoche. Creo que me quedaré una o dos semanas más.
Me contaste que su madre ha estado los últimos años en silla de ruedas, así que es bastante probable asumir que no está aquí con él.
—¿Te hospedas con un amigo?
Habías mencionado que Jungwoo tenía «amigos de teatro» en NYU cuando vino de visita en febrero, aunque no estoy seguro de que ustedes dos se hayan reunido con ellos; no con todo el tiempo que pasabas con tu familia, incluyendo la salida tradicional al cine y al teatro para tu cumpleaños. Debes haber compartido un sillón reclinable con Jungwoo: solía ser nuestro trono, Jaehyun.
—Me estoy hospedando con los Jung —responde Jungwoo.
Soy un completo idiota. Huele a cigarro porque estuvo afuera con tu padre y solo recibió una palmadita en el hombro porque ha estado con ellos desde anoche. Debe dormir en tu habitación. Por supuesto. Es el curador en jefe de la exhibición principal del museo Jung e inspecciona todos los archivos de tu vida. Puedo verlo todo: nuestros rompecabezas enmarcados sobre tus muros celestes, una biblioteca llena de bocetos que luego animaste a una velocidad increíble, premios que no te importaba «presumir», el área de tu ordenador cubierta de imanes de robots y cartuchos viejos de Tetris, el monociclo dorado que ganaste en el carnaval del Bronx el verano pasado, el bate de plástico que usaste para romper la piñata en el séptimo cumpleaños de Jisoo y que luego reservaste para el apocalipsis de los piratas zombis...
El forastero está dentro del núcleo de nuestra vida, y lo odio.
—Será mejor que ocupemos nuestros asientos —dice Jungwoo. Mira su reloj; es uno viejo que era tuyo. El modo en que lo exhibe rápidamente a duras penas es discreto—La misa comenzará en cualquier momento.
Ingresamos a la sala juntos. Cambio de lado cuando él camina a mi izquierda. No le presta atención a mi movimiento y continúa caminando en línea recta hacia el asiento vacío al frente, junto a tu madre. Jessica está vestida completamente de negro y callada, con la cabeza descansando sobre el hombro de Yunho. Estoy listo para enfurecerme porque no sé cómo se atreve Jungwoo a sentarse junto a tus padres cuando mis ojos encuentran tu cuerpo.
Incluso verlo no es suficiente para creerlo.
Estás dentro de un ataúd de caoba, vestido con un traje negro que no recuerdo que tuvieras. Hay cientos de flores a tu alrededor. Me recuerda a la tarde de verano en que confesaste tu amor por las calas con miedo porque «las flores no son masculinas». Cuando comencé a hablar acerca de mi obsesión secreta con los lirios germánicos que surgió cuando los descubrí en un cómic, la conversación se tornó felizmente masculina. Después, a veces íbamos a la florería de tu abuela, antes de que cerrara el invierno pasado debido a todos los competidores que aparecieron con la fiebre del Día de San Valentín. Observo de nuevo las flores en la habitación y no veo ninguna cala.
Debería haber traído algunas blancas, tus favoritas. Lo siento.
Camino hacia ti, aunque sé que no es el momento de hacerlo. El cura está a punto de iniciar una plegaria o de cantar un himno con todos, pero eres tú, Jaehyun, dentro de una caja. Mi visión se nubla y mis rodillas tiemblan. Mi padre llama, y mi madre aparece a mi izquierda y tira de mi brazo. Quito su mano de encima con un movimiento y cambio de lado antes de permitirle que me guíe hacia nuestros asientos que están en el extremo izquierdo de la habitación, lejos de tu familia y de Jungwoo. El asiento es incómodo. Hay demasiados ojos puestos en mí, así que me hundo en el suelo alfombrado y cruzo las piernas, como si estuviera de nuevo en quinto grado.
El padre Jeffrey comienza con un versículo, Mateo 5:4: «Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consuelo».
Supongo que hay algo consolador en estar en una sala rodeado de las personas que te aman. Pero deberían haberte dado más tiempo en este universo. De ese modo, cuando estuvieras listo para morir, podrías llenar estadios con las personas que te amaron; no solo una habitación.
Cantan himnos, pero yo no. Acordamos que puedo hacer muchas cosas, como correr a la par de un vehículo durante cuatro calles antes de perder el aliento o andar en bicicleta sin manos por largos períodos de tiempo, pero no puedo cantar. Pero Jungwoo está cantando. No logro distinguir su voz en medio del coro de los otros, pero te mira con la cabeza inclinada a un lado, como un niño curioso que pregunta por qué duermes en una caja.
Los panegíricos comienzan y son devastadores. Tu madre es la primera en subir e intenta bromear acerca de las diecinueve horas de parto que toleró en tu nacimiento, antes de callar y reiniciar el discurso rápidamente. Le cuenta a todos cuánto extrañará cuidar de tu salud cada vez que te enfermabas y que lamenta haber confiscado tu Xbox One después de que obtuviste una C+ en el examen de mitad de ciclo de Ciencias de la Tierra. Jisoo es la siguiente. Le cuenta a todos que los dos solían hacer fiestas de baile en la sala de estar, algo que yo no sabía, y cuando pierde la compostura, me levanto de inmediato y corro hacia ella porque tú estás en un ataúd y no eres capaz de consolarla. La invito a sentarse de nuevo conmigo.
No me sorprende que tu padre cuente la historia de que tu primera palabra, calcetín, fue la primera vez que entendió que serías un pequeño ser humano que crecería y usaría toda clase de palabras para comprender el mundo. La tía Clara extrañará tus «peliculitas divertidas». El tío Ned ya no sabe con quién hablará acerca de motores. Doyoung también hace algo breve y dice que ya te extraña mucho y se disculpa por haberte hecho daño. Tu vecina, Simone, aún está agradecida por aquel mes que fuiste con ella a hacer las compras después de que se quebró la pierna en un accidente automovilístico.
Luego, es mi turno.
No estoy seguro de qué quieren que diga.
Quizás les interesa cómo surgió nuestra amistad en la escuela con Pompeya.
Y ahora se supone que debo decir un panegírico en tu honor.
Me pongo de pie y ayudo a Jisoo a hacer lo mismo. La aliento a reunirse con tus padres, lo cual hace sin resistencia alguna.
Me acerco más a ti, tu rostro está retocado con maquillaje y no luces como el chico que amaba. Tu cuerpo tiene tus facciones, claro, pero estás un poco blancuzco y muy antinatural. Unos escalofríos suben por mis brazos. La corbata azul brillante que eligieron para ti hubiera combinado a la perfección con tus ojos abiertos. Me dejo llevar por el recuerdo de tu aspecto en la fiesta de graduación, cuando superpusiste esta corbata sobre la verde que tenías puesta para ver cómo luciría y luego regreso a la realidad porque no puedo cambiar nuestra historia. No puedo comenzar a recordarte del modo equivocado.
—Un minuto —le digo a la sala.
Camino hasta llegar a ti y me aferro al marco de tu ataúd. Miro el reloj a la espera del siguiente minuto par —10:42— y toco tus manos cruzadas. Estás frío, sabía que lo estarías, pero coger tu mano después de no haber sido capaz de hacerlo durante tanto tiempo me recuerda la fogata en la playa del verano pasado; la calidez del fuego resplandeciente, nosotros dos apiñados en la arena. Pero a diferencia de esa noche, donde nos prometimos que tu partida a la universidad no nos arruinaría, estoy atascado en una conversación unilateral contigo mientras tu novio está sentado detrás de mí. Aprieto tus manos, llorando un poco.
Les contaré a tus amigos y a tu familia una historia sobre ti, ¿vale? No iré muy lejos.
Suelto tus manos y me giro.
Me ubico en el centro y miro solo mis zapatos, y el podio en donde tengo la tentación de esconderme.
—Amo a Jaehyun —digo, ahogándome. Tiro de mi lóbulo derecho y lo aprieto entre mi pulgar y mi dedo mayor—Ha sido mi mejor amigo desde que tenía diez años, mi persona favorita, que se suponía que existiría para siempre. Le contaba todo, incluso las cosas acerca de mí que me asustaban. Como la vez que le admití que quizás era una persona demente en el mismo segundo que él me decía que era gay... —Les cuento un poco cómo nos quitamos las capas de heterosexualidad hace dos años el ocho de junio, y cómo me enseñaste que la honestidad a veces lleva a la felicidad.
El recuerdo viene y desaparece con rapidez.
Ahora estoy llorando mucho y una de mis manos tira de mi oreja y la otra presiona mi pecho.
—Él me hacía sentir a salvo del mundo y me hacía sentir a salvo de mí mismo—Mis piernas están a punto de rendirse—No sé qué hacer a partir de ahora. Creo que ninguno de nosotros lo sabe. Nadie hubiera perdido dinero apostando que nos despediríamos de Jaehyun tan pronto, y no es justo y es una pesadilla. Pero todos amamos a Jaehyun con locura y la forma de conservarlo es con los recuerdos.
Regreso a mi lugar en el suelo, pensando en miles de cosas más que quisiera decir. Mi padre se inclina y besa la parte superior de mi cabeza. Me dice que hice un buen trabajo, pero él no sabe nada. He dicho lo suficiente para todos los presentes, pero aún hay muchísimo que debo decirte.
El padre Jeffrey se acerca al altar cuando Jungwoo abandona su asiento. Se acerca al podio.
—Hola a todos, soy Jungwoo —anuncia con la voz tensa—Era el novio de Jaehyun en California.
No puedo escuchar esto.
Excepto que debo hacerlo. Por mi salud mental tendré que batallar con este panegírico. No querrías que lo ignorara o que huyera. Aunque me hace preguntarme de nuevo si alguna vez le contaste historias acerca de mí, o si acaparaste los recuerdos de nuestro tiempo juntos del modo que lo hiciste con él. No sé cuál de las dos opciones gana: tu entusiasmo por contar una historia acerca de nosotros porque no hacerlo era asfixiante o mantener nuestra historia escondida en tu corazón como una broma privada que no podías compartir con nadie más.
Jungwoo no deja de mover las manos y toquetea tu antiguo reloj.
—Mis padres han estado divorciados desde que tengo catorce años. Incluso cuando era un niño notaba que no estaban enamorados. Cuando por fin obtuve mi permiso de conducir, fue maravilloso, porque no tendríamos que pasar por los viajes incómodos de una casa a la otra en los que mis padres a duras penas se saludaban. No creí que encontraría a alguien que amaría mientras conducía entre las casas de mis padres los fines de semana. Ni siquiera noté que era el mismo chico hasta la tercera o cuarta vez. Pero un día llovía y lo vi de camino a la casa de mi madre, a la misma hora de siempre, y él no tenía paraguas. Así que me detuve y Jaehyun me preguntó si solía rescatar extraños de la lluvia.
Puedo oír cómo las palabras salen de tu propia boca, Jaehyun. Mi rostro arde.
Jungwoo sonríe al recordar ese momento y ya mismo noto que es demasiado íntimo, más de lo que jamás creí que querría saber.
—Le dije que lo había visto varias veces mientras conducía y que parecía inocente, pero que más le valía no ser un asesino. Naturalmente, a él le pareció sospechoso que yo tuviera un preconcepto de quién era, así que hizo una broma y golpeó su hombro contra la puerta, como si estuviera intentando salir del vehículo.
Suena a algo que tú harías. Oigo algunas risas detrás de mí.
—Jaehyun temblaba de frío. Cogió mi jersey de la SMC del asiento trasero, ni siquiera se lo ofrecí; él solo lo cogió y me contó que también acababa de comenzar a estudiar allí. Le advertí acerca de un profesor pervertido en el campus, y nos conocimos durante aquel viaje de quince minutos. Nunca le conté esto a Jaehyun, pero pensé en perderme para pasar más tiempo con él. Debería habérselo dicho.
Jungwoo hace una pausa.
Estoy en una encrucijada. Odio la tristeza que él clama sobre ti, pero empatizo con él porque está destruido por ti. También desearía que algunas de las cosas que debo decirte fueran dulces como esa y que no fueran cosas que cambiarán el modo en que me ves.
Clavo las uñas en la palma de mi mano.
—No tuve la oportunidad de decírselo en ese momento, pero intercambiamos números de teléfono y pasamos el rato en el campus. Le dije que me sentía atraído hacia él al final de un día maravilloso que pasamos juntos. Eso lo hice—El labio de Jungwoo tiembla un segundo antes de convertirse en un llanto absoluto. Y, no sé, parece más bien un llanto feliz. Casi me siento obligado a ponerme de pie y abrazarlo o darle una palmada en la espalda. Apuesto por mí mismo mientras te imagino indefenso en el océano—Incluso si solo hubiera podido compartir aquel primer viaje hacia el planetario con Jaehyun, él me rompió de un modo que todos deberían tener la fortuna de experimentar al menos una vez. Tuve el privilegio de que él me destruyera hasta que hallamos una mejor versión de mí mismo dentro de la persona que fingía ser. Espero enorgullecerlo.
Jungwoo te mira.
—Gracias, Yoon Oh —concluye.
Regresa a su asiento, donde se inclina hacia adelante mientras agarra su estómago y oculta el rostro con la otra mano.
El funeral termina, lo cual es bueno para mi corazón y mi cabeza, pero sufriría durante miles de historias más acerca de ti si hubiera personas que las contaran. Bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consuelo.
Mañana temprano te sepultaremos.
☁️
Panegírico: es un discurso que se pronuncia en honor o elogio de una persona.
Capítulo 8
PASADO
DOMINGO 15 DE JUNIO DE 2019
Estoy seguro de que sonaré como un psicótico si alguna vez intento explicarle a alguien mi consciencia creciente de los números pares, incluso a Jaehyun (en especial a Jaehyun) porque sin duda es lindo con obsesivo. El viernes, cuando Jaehyun y yo estábamos besándonos en la estación del metro después de la escuela, descubrí que estaba contando nuestros besos. No me refiero a uno, dos, tres, cuatro y así sucesivamente, sino más bien a uno, dos, uno, dos, uno, dos para asegurarme de que quedáramos en un número par. Y cuando Jaehyun se apartó en un beso impar, me apresuré a darle otro. Hay problemas más graves que besar a Jaehyun de nuevo, pero el conteo también está entrometiéndose en el resto de mi vida. Por ejemplo, cómo la fecha impar de hoy me está poniendo un poco nervioso, o cómo he estornudado tres veces seguidas y estoy deseando que ocurra una cuarta vez.
Ah, sí, estoy constipado.
Resulta que correr bajo la lluvia y jugar trivia en un restaurante muy frío es la primera cita perfecta y, a su vez, la receta perfecta para enfermar a alguien. Yo soy ese alguien. Jaehyun esquivó esta bala, pero está lanzándose al fuego cruzado solo para hacerme compañía.
—¿Ya terminamos de estornudar? —pregunta.
Estaría realmente agradecido de estornudar una sola vez más.
—¡No era necesario que vinieras!
Estamos en el suelo de mi habitación, armando juntos su rompecabezas de los piratas zombis.
—Sí, bueno, no estaba teniendo mucha suerte con el nivel diecinueve del Tetris porque no podía lograr que mi cerebro dejara de extrañarte —dice Jaehyun—No me preocupa enfermar. Solo necesito que termines de construir la tabla de El rastreador espeluznante cuanto antes.
—Lo sé, lo sé—Sorbo mi nariz—Es solo que me siento en un conflicto porque si construyo la tabla implica que el pirata zombi que cuelga de ella subirá al barco e infectará a los piratas humanos, o incluso los matará—Lo miró—Quiero evitar el apocalipsis, si es que eso tiene sentido.
—Pero si el apocalipsis no ocurre, no seremos los últimos dos chicos en el mundo a cargo de reconstruir la población —responde Jaehyun.
—Eres el genio más estúpido si crees que así funciona la reproducción.
—Ah, sé cómo funciona. Es solo que no permitiré que eso evite que lo intentemos.
No sé si Jaehyun sonríe porque está imaginándonos teniendo sexo o porque le agrada incomodarme, pero sí sé que no tengo el valor de continuar con esta conversación. Tomo todas las piezas de la tabla y las encastro como un buen soldado. Y maldición, ahora estoy pensando en un juego de roles donde soy un soldado don nadie que obedece las órdenes del sargento Jung Jaehyun, y cuando él me pide que haga cuerpo a tierra y le dé cien... vale, debo parar. Acomodo la manta sobre mis hombros para proteger mi regazo de sus ojos.
—¿Todavía tienes frío? —Jaehyun se pone de pie y coge su abrigo verde del radiador—Toma, ya está seco. Debe existir algún estudio científico que compruebe que el jersey de tu novio te mantendrá más cálido y curará cualquier enfermedad mucho más rápido que una manta comprada en Pottery Barn.
—De hecho, la compré en Target—Mantengo la manta en su lugar mientras me pongo el jersey de Jaehyun. La prenda huele a la florería de su abuela y me queda cómodo como a Jaehyun—Gracias, colega.
—El verde te queda muy bien —comenta Jaehyun—Consérvalo.
—Gracias de nuevo, colega.
Este rompecabezas realmente es una obra en construcción: el barco tiene agujeros, como si los humanos que aún no han sido infectados estuvieran al tanto de la existencia del virus zombi y ya hubieran comenzado a disparar balas de cañón. El océano, el cual Jaehyun decidió que completaría solo, también tiene cientos de agujeros, como si una sucesión de remolinos muy profundos amenazara con tragarse el barco entero. Hay un pirata a bordo que actualmente carece de cabeza porque Jaehyun tiene la pieza necesaria de su lado. El cielo está oscuro y agujereado; es culpa mía, como siempre. Y lo desarmo más cuando me inclino sobre el rompecabezas para darle a Jaehyun un beso de agradecimiento, apoyo la rodilla sobre las piezas y desarmo algunas partes por accidente. Se suponía que mi beso de agradecimiento sería breve, pero Jaehyun tira de mí, me sienta en su regazo y me atrapa, y el beso se convierte en algo más.
Jaehyun se detiene y respiramos.
—¿Quieres...?
—¿Si quiero... qué? —Esto seriamente podría significar mil cosas: ¿Quiero dejar a un lado el rompecabezas y llevar nuestros besos a la cama? ¿Quiero quedar completamente desnudo, lanzar mis bóxers al otro extremo de la habitación y tener sexo con él? ¿Quiero mantenerlo simple y quizás dejar que él me masturbe y luego yo hacer lo mismo por él? ¿Quiero echarme una siesta porque estoy enfermo, maldita sea, y no debería estar despierto, y ni hablar de hacer actividad física?
—No me hagas decirlo —responde él.
Jaehyun se sonroja. Lo he hecho sentir incómodo.
—Lo siento, pero si no me dices qué quieres, asumiré que te refieres a que deseas que teja al crochet un jersey nuevo para ti.
—¿Tejes al crochet, Tae?
—Deja de hacerte el tierno, Jaehyun.
Jaehyun reprime una sonrisa y mueve la cabeza de lado a lado.
—¿Quieres que practiquemos para repoblar la raza humana?
—Pero estoy enfermo.
—Lo sé. Lo único que pido es que no estornudes sobre mí.
Ruedo y me quito de encima de él porque está en el suelo, y ambos sabemos por todas las pijamadas pasadas que no es un lugar cómodo para pasar la noche. Así fue como comenzamos a usar nuestro sistema: ambos dormimos en la misma cama, con la cabeza junto a los pies del otro, acurrucados en nuestras propias sábanas. Pero ya no tenemos que hacer eso. Me pongo de pie y cierro la puerta, aunque mis padres están fuera comprando víveres para la barbacoa para celebrar el cumpleaños de la hermana de Jaehyun esta semana. Asiento.
—Practiquemos.
Hay algo que nunca he considerado acerca de mi primera vez: estamos a mitad del día. Siempre creí que era algo que ocurría de noche, algo que haces antes de ir a la cama; incluso quizás miras televisión un rato si no estás demasiado cansado. Pero se supone que mis padres no regresarán por unas horas. Mi madre y mi padre son muy particulares al momento de buscar lo que necesitan cuando van de compras. Jaehyun y yo tenemos tiempo suficiente para organizarnos... quizás incluso podamos organizarnos dos veces si la primera va bien o si termina temprano.
—¿Te molesta si cierro las cortinas? —pregunto.
—Estamos en el sexto piso, Tae. Dudo que alguien vaya a vernos.
—Lo sé, pero creo que estaré un poco más cómodo si está más oscuro.
—Sabes que eres apuesto y hermoso, ¿verdad?
—Me agrada que pienses así, pero no quiero que te lo replantees.
—Es imposible que cambie de opinión, pero haz como quieras.
Jaehyun se acerca a la cama y se sienta en el borde mientras yo apago las luces y cierro las cortinas. Permanezco de pie. Jaehyun es bueno con las palabras, pero es mejor con las acciones, es mejor haciendo las cosas. Es la parte de él que hace que se sienta incómodo diciendo la palabra sexo pero que esté completamente tranquilo cuando las cartas están sobre la mesa. Me saluda con dos dedos y su estúpida expresión fruncida y graciosa que siempre me hace reír. Vacilo.
—Quizás debamos poner algo de música...
—Taeyong, no tenemos que hacerlo si prefieres esperar.
—No, quiero hacerlo. Solo me gustaría poner algo de música. Perdón si es algo estúpido.
Me siento extraño disculpándome, pero admitir que estoy intentando que este momento sea especial se siente tonto. No puedo rebobinar el tiempo y cambiarlo. He salido con Jaehyun desde hace una semana, y no existe ningún universo paralelo en el que no me sienta avergonzado por nuestro «aniversario». No quiero que piense que soy un perdedor por prestarle atención a cosas así. Solía pensar que era estúpido cada vez que mis padres celebraban sus aniversarios. Mírenme ahora: dándole importancia a una semana. Una semana junto a alguien que realmente me gusta. Una semana junto a alguien a quien he esperado durante años. Espero que saber cómo será pasar un año entero con Jaehyun no quede librado a mi imaginación.
—No es estúpido, Tae.
Jaehyun hace sugerencias, como «Love Shack» por su mera ridiculez, pero decidimos poner su lista de reproducción con canciones de películas de acción.
Es épico.
Con suerte, la música fuerte ahogará cualquier pensamiento que pueda asustarme y hacer que no siga adelante con esto, y las cortinas cerradas me hacen sentir que soy lo suficientemente invisible para no tener que sentirme cohibido.
Tomo asiento junto a Jaehyun, quien de inmediato sujeta mi mano y me besa. Nos recostamos. Cuando nuestras camisetas por fin desaparecen, es distinto a todas las veces que hemos ido a la playa porque nunca nos abrazamos con el torso descubierto.
—¿Nos quitamos los pantalones a la cuenta de tres?
—¿A la de cuatro mejor?
Jaehyun sonríe.
—Claro. Cuatro...
Desabrocho sus jeans mientras él desenreda los nudos de mi pijama.
—Tres...
Lentamente, quito mi propio pijama y también comienzo a bajar los bóxers. Espero para asegurarme de que Jaehyun está haciendo lo mismo con sus vaqueros y sus calzones de Tetris antes de comprometerme de lleno. Pero él también está decidido.
—Dos... Uno.
Y así, estamos desnudos en mi cama, con nuestras prendas a los pies.
Es extraño. Es extraño como todo puede cambiar en una semana. Es extraño como pasamos de ser mejores amigos, que buscaban el modo de confesar lo que sentían mutuamente, a novios. Es extraño cómo Jaehyun fue quien me hizo caer por accidente de un juego del parque cuando éramos niños, lo cual dejó una cicatriz en forma de corazón en mi cadera, y que ahora él sea capaz de ver y tocar aquella marca arrugada de la que es responsable. Es extraño cómo solíamos hurgar en la mochila de Jaehyun para coger otro control de Xbox y que ahora esté viendo cómo él corre hacia el extremo del cuarto para buscar condones... que guardó en la mochila en caso de que perdiéramos el control. Es extraño cómo duele al principio; es extraño cómo siento que oír a Jaehyun hablándome para asegurarse de que yo esté bien es mucho mejor que todo lo demás que está pasando. Es extraño cómo aprendemos a hacer esto juntos, cómo descubro que no estoy contando, cómo soy capaz de estar aquí para él y estar presente sin ninguna distracción, cómo olvido que estoy constipado. Es extraño cómo no se parece en nada a lo que creí que sería después de ver incontables horas de porno que he cronometrado. Es extraño como puedo sentir su amor por mí aunque no es una palabra que hayamos dicho, y espero que Jaehyun también pueda sentir el amor que siento hacia él. Es extraño cómo cuando terminamos no se siente en absoluto extraño, cómo nunca quiero ser invisible cuando estoy con él, y cómo no puedo creer que vacilé antes de hacerlo en primer lugar.
—Entonces, eso ocurrió —dice Jaehyun mientras apoya su cabeza sobre mi pecho.
—Es algo extraño que ocurrió —añado—Pero extraño en el buen sentido. En el mejor de los sentidos. La clase de rareza que debería ganar una medalla por lo buena que fue.
—¿Qué es tan extrañamente bueno al respecto?
—Que pude hacerlo contigo—Miro el techo. Podría ser un cielo nocturno sin estrellas—Pero también cómo me sentí. Es como que soy el mismo, pero en realidad no. ¿Te sientes así?
—No. Creo que lo dijiste mejor: me siento diferente de un modo extraño pero en el buen sentido—Jaehyun se gira y descansa sobre su estómago—Tuve que reunir mucho valor para dejar de dar vueltas y ser completamente honesto contigo, ¡y quiero todo el crédito, maldita sea! ¡Soy un hombre nuevo! ¡Soy diferente pero en el buen sentido! —Se incorpora, se pone de rodillas y lanza un puño en el aire. Quiero ir a buscar la espada y el escudo que ganamos la otra noche y presentarlos ante él, pero estoy demasiado cansado. Ahora recuerdo que estoy constipado—Soy Jung Jaehyun, ¡un chico que tuvo sexo con otro chico! Un chico que ama a un chi... —Deja de hablar, probablemente mientras desea tener el poder de regresar el tiempo atrás y deshacer sus palabras. Hace un gesto hacia la cama—Al diablo. Te amo, Taeyong. Ni siquiera fingiré que es algo distinto. No eres un desconocido para mí. Lo he sabido desde hace un tiempo. De hecho, estoy feliz de haberlo confesado.
No sé cómo procesar que soy alguien digno de ser el primer beso de otra persona, su primera cita o su primera vez, o su primer amor.
Esta tarde gana por su extrañeza en el buen sentido. Sonrío y por fin llega: el estornudo número cuatro.
—Se supone que estoy enfermo. Es decir, lo estoy —digo; me arde la garganta.
—¿Disculpa?
—Lo siento, em. Estoy enfermo. Hoy parece un día muy extraño, es decir, raro, pero en el buen sentido, para alguien que debería estar comiendo sopa y durmiendo. Ni siquiera esperaba verte hoy porque estoy constipado, pero aquí estás. Solo ha pasado una semana desde que comenzamos a salir, y recién tuvimos sexo y dices que me amas y estoy aquí, perplejo, diciendo ¿qué?
Reflexiono acerca de lo que acabo de decir. O estoy haciendo algo muy bien o muy mal.
Jaehyun ríe y mueve la cabeza de lado a lado.
—Eres tan raro, Tae. No deberían dejarte salir de tu habitación. Este es mi momento para insertar algún comentario coqueto sobre cómo me encerraría aquí contigo, pero soy mejor que eso. Creo—Se recuesta a mi lado y sujeta mi mano—Por favor, no enloquezcas por lo que dije. Si queremos hacernos los tontos al respecto, podemos. Puedo rehacerlo más adelante, cuando estés listo.
Deslizo un dedo por su mandíbula. Tengo al novio más honesto mirándome.
No tengo motivos para mentir, ni a él ni a mí mismo.
—Ya estás haciéndote el tonto si crees que no te amo. Pero, oficialmente, aquí lo tienes: te amo, Jaehyun. Te amo, chico que tuvo sexo con otro chico. Te amo, chico que ama a otro chico—Cuatro veces. Le he dicho a Jaehyun que lo amo cuatro veces y fue más fácil cada vez. Imagino que cada palabra es un paracaidista intrépido. Un grupo de palabras atravesó las nubes y aterrizó en mi cama.
Jaehyun y yo permanecemos allí un rato más, pero cuando mi madre me envía un mensaje preguntándome cómo estoy y diciendo que regresará pronto con sopa caliente, sabemos que es hora de que él se marche. No es en absoluto sospechoso que Jaehyun esté aquí, pero ambos sabemos que ahora todo es distinto. El amor y el sexo se han incorporado a la receta de nuestra amistad. Somos algo nuevo. Pero, cielos, Jaehyun y yo vistiéndonos juntos es una clase de milagro silencioso, algo con lo que las personas no saben que sueñan hasta que sucede en la realidad. Intento aferrarme a ese sueño, a la certeza de que todo se sentirá tan infinito como ahora y que nuestra historia será como la historia de amor adolescente que tienen mis padres.
—Te acompaño a la puerta—Lo ayudo a ponerse la mochila, cualquier excusa para tocarlo un poco más.
—Le dices eso a todos los chicos con los que te acuestas, ¿verdad?
—Solo a los que son lo bastante tontos como para amarme.
—Entonces, ¿cuántos? ¿Diez chicos?
—Ya quisieras que fueran solo diez.
Jaehyun y yo nos besamos por milésima vez esta tarde y mientras sale, dice:
—Nos vemos luego. No olvides que te amo. Por cierto, en caso de que te lo preguntes, todavía te amo. Oye, eres lo máximo. No cambies. Si cambias, quizás ya no te amaré, lo cual es algo que ahora hago. Te amo multiplicado por diez.
—Si me amas, nunca más traerás a colación las matemáticas —respondo, frotándome la nariz.
Jaehyun continúa susurrando «te amo, te amo » mientras avanza por el pasillo, como si esas fueran las únicas dos palabras de su vocabulario... y antes de que pueda doblar en la esquina para tomar el ascensor, se detiene y coloca la mano en su oreja.
Pronuncio las palabras que espera. Añado «yo también» antes del te amo para mantener par la cantidad de palabras.
Cuando cierro la puerta, lo extraño. Se siente en extremo patético, pero le resto importancia porque no se sentirá así cuando Jaehyun y yo estemos juntos durante años. Confío en eso. Ya no escucho aquellas dudas que me hacen sentir inferior a Jaehyun. Y también creo que soy la primera vez de Jaehyun porque él así lo quiso, y no porque fui una prueba piloto para él hasta que aparezca alguien más digno en un futuro. No solo lo creo, lo sé.
Él dijo que me ama. También creo eso. Pero quiero más. Quiero saberlo.
☁️
SÁBADO 21 DE JUNIO DE 2019
El constipado veraniego de Jaehyun, bueno, seamos honestos y llamémosle mi constipado veraniego dado que es bastante obvio cómo se enfermó, ha desaparecido, justo a tiempo para la fiesta de cumpleaños número seis de Jisoo, en el Central Park. Es una fiesta temática de princesas de Disney (¿de qué más sería?). Jisoo y la mayoría de sus amigas están vestidas de Elsa, pero llamarlo una fiesta de Frozen no sería justo para las dos Bellas y la Mulán presentes.
—Deberíamos habernos disfrazado también —digo.
—No puedes lucir un vestido tan bien como Jisoo —replica Jaehyun.
—Debería haber olvidado asistir —comenta Doyoung; tiene puestas sus gafas de nuevo este fin de semana, dado que sus lentes de contacto por fin se tornaron insoportables. Agita su mano delante de nosotros—¿Me recuerdan? ¿Kim Doyoung? El que aceptó venir a esta fiesta de niños a pesar de tener algo mejor que hacer.
Jaehyun me mira.
—Oye, ¿escuchas algo? ¿Como un fantasma fingiendo tener algo mejor que hacer?
Me siento un poco culpable por reírme, pero no lo suficiente para no hacerlo. Además, no es un secreto que hay una cantidad inmensa de acoso en la amistad entre Jaehyun y Doyoung. Ahora todos están habituados a ello, sobre todo yo. A veces, me pone nervioso pensar en que él busque nuevos amigos; no estoy tan desesperado porque nuestro grupo tenga un número par de integrantes.
—Como sea. Solo no tengan sexo aquí, o llamaré a la policía.
Eso es otra cosa: hace referencia a nuestra vida sexual cada vez que es posible.
—No hay suficientes dedos medios en el mundo para que te responda, Doyoung—replica Jaehyun—Pero para empezar... —Le hace un gesto grosero a Doyoung con ambos dedos medios, y me señala con la cabeza para que haga lo mismo, lo cual hago—Aquí tienes cuatro.
Doyoung ríe de manera forzosa.
—Ataque a dúo. Qué divertido.
Hay algo de verdad en sus palabras. Ahora que la escuela ya no estorba, Jaehyun y yo estamos haciendo planes para el verano. Y realmente no queremos que Doyoung sienta que sobra, y parece que ya estamos fallando. Incluso antes de que nuestro verano comience, Jaehyun y yo hemos decidido contarles a nuestros padres que somos gays. Y Doyoung no puede acompañarnos. Es algo que pertenece solo a nosotros dos.
Mi madre y mi padre están sentados junto a los padres de Jaehyun en una mesa de pícnic, almorzando con algunos de los otros padres. Ríen y conversan mientras una horda de Elsas persigue a Mulán alrededor de un árbol. Estoy un poco nervioso. Más que un poco. Son completamente inconscientes del misil que estamos a punto de disparar hacia ellos.
—Ahora parece un buen momento —digo.
—Vale, ¿por qué no? —Jaehyun se gira hacia Doyoung—Vale, amigo. Iremos a contarles a nuestros padres que somos gays. ¿Has tenido alguna visión psíquica superlegítima que indique cómo saldrá esto?
Doyoung mueve la cabeza de lado a lado.
—Predigo que todo permanecerá perfecto en la perfección que es tu vida, Jaehyun.
—Perfecto —responde Jaehyun. Hace el símbolo de la paz con los dedos—Danos diez minutos. Quince si quieren tomar fotografías.
En mi mente, corrijo el número a dieciséis minutos, pero no digo nada.
—Vale—Doyoung se sienta en el suelo y saca su teléfono—Con suerte podré usar Instagram sin que esas Elsas me pregunten si hacemos un muñeco.
Armándonos de valor, nos acercamos a la mesa de pícnic. Interrumpimos cordialmente, y les preguntamos a nuestras madres y a nuestros padres si podemos molestarlos un segundo. Nos siguen hasta el árbol que tiene un globo de cumpleaños amarrado al tronco y nos apretujamos bajo la sombra.
—¿Qué ocurre, chicos? —pregunta mi padre.
—Queremos ponerlos al tanto de algo —responde Jaehyun. Los cuatro nos miran, pero dejo de sentir que nos superan en número cuando Jaehyun agarra mi mano—Estamos saliendo, y hemos decidido que si no les parece bien, viviremos aquí entre los árboles—Las palabras brotan de su boca con semejante rapidez que suenan como una palabra larga en lugar de dieciséis palabras separadas.
—No, dijimos que viviríamos en el muelle —añado. Jaehyun me mira.
—Estoy intentando distraerlos. No quiero que nos encuentren si les parece mal que salgamos—Enfoca su atención de nuevo en nuestros padres—¿Estamos bien?
No sé cómo se sienten todos los demás, pero yo no me siento bien. Rasco mi palma con la mano libre. Me sentía valiente cuando caminé hacia aquí y aún más cuando Jaehyun agarró mi mano, pero ahora mi estómago da vueltas porque hemos llegado al punto sin retorno. Estoy listo para coger mi lóbulo cuando todos comienzan a sonreír. Yunho ríe.
—¿Eso es todo? Creí que estaban intentando abandonar la fiesta para ir a pasar el rato a otra parte. El pobre Doyoung luce terrible. La respuesta hubiera sido no, pero estoy más que de acuerdo con que ambos estén saliendo.
Jessica entrelaza el brazo de Yunho con el suyo y le da una palmadita en el hombro.
—Jaehyun, creí que por fin habían logrado hackear alguna red que no era de tu incumbencia y que habías obligado a Taeyong a ser tu cómplice.
—Es un escenario posible —responde Jaehyun—Es justo.
Mi madre mueve los hombros de un modo extraño que nunca he visto antes, y quizás es la felicidad de una madre al ver que su hijo tiene pareja, pero no me encanta.
—Les daré un abrazo—Nos abraza a los dos al mismo tiempo—Creí que este día jamás llegaría. Estoy muy entusiasmada.
Cuando mi madre retrocede para abrazar a los padres de Jaehyun, mi padre abraza a Jaehyun.
—Buena elección, Jaehyun —dice mi padre. Luego se acerca a mí y sí, recibo otro abrazo—Ya no harán más pijamadas, pero me alegro por ambos.
Los abrazos y los cumplidos incómodos acerca de cuán adorables somos por fin terminan. Me siento mareado. Jaehyun y yo regresamos con Doyoung, quien ya está riendo.
—Se ha alcanzado el límite de abrazos para hijos que salen del armario — dice Doyoung.
—Totalmente —respondo. Doyoung mira su teléfono.
—Supongo que esto está pasando de verdad —dice—Han declarado su sexualidad ante el otro, se han besado, se han acostado y ahora le han contado a sus padres. Están lo más afuera posible del armarío.
—Gracias por el resumen —comenta Jaehyun.
—Supongo que lo acepto. Júntense, chicos. Hora de la foto—Doyoung se pone de pie y apunta su teléfono hacia nosotros.
Jaehyun y yo colocamos los brazos alrededor de la cintura del otro.
—¿Con o sin sonrisa?
—Con sonrisa esta vez —digo.
Todas las personas importantes en nuestras vidas saben acerca de nosotros. Mejor amigo, padres. Jaehyun y yo ya hablamos de lo que viene a continuación. Estamos bastante seguros de que lo haremos público en Internet en algún momento del verano, pero no estamos apurados por hacerlo... ya no. Mi mayor prioridad ahora mismo es enmarcar la última fotografía que Jaehyun y yo nos tomamos como mejores amigos junto a la primera fotografía que nos han hecho como novios.
Capítulo 9
PRESENTE
DOMINGO 21 DE NOVIEMBRE DE 2021
Moriste un día impar, y también te enterramos un día impar.
Está lloviznando, pero estás acurrucado en tu ataúd cerrado. La fila para poner flores sobre ti avanza, las huellas se hunden en el césped enlodado del cementerio donde nos obligarán a dejarte. Esta vez recordé traer la flor blanca.
Nos reunimos en un círculo mientras bajan tu ataúd dentro del suelo.
Pienso en universos paralelos mientras te dejamos para que descanses en este. Hay mil millones, trillones, que existen al mismo tiempo: uno en el que nunca nos separamos y en el que permaneciste en Nueva York; uno en el que estás lejos de los océanos que tienen algo en tu contra, uno en el que ambos nos mudamos a California para estudiar; uno en el que abandonaste la escuela, la animación y a Jungwoo porque me extrañabas demasiado; uno en el que nos encontramos a mitad de camino en alguna parte porque no solo querías que yo fuera tu futuro, sino que querías que te ayude a encontrar el tuyo; uno en donde somos los únicos sobrevivientes del apocalipsis de los piratas zombis... Incontables más donde las cosas están bien, quizás con algunos dejos de mal. Pero en todos, tú y yo somos más que historia. Tengo que creer que estos universos existen; es el único modo de tolerar el sufrimiento aquí. Hay versiones paralelas de mí que son perfectamente felices con versiones paralelas tuyas, porque estás vivo. Todos los JaeHyuns paralelos le hacen honor a la promesa que hiciste de no morir nunca (ni siquiera a manos de un pirata zombi).
Pero están metiéndote en una fosa. Tus padres y Jisoo están descontrolados. Jungwoo llora, y mueve los hombros de izquierda a derecha, como si estuviera buscando a alguien (a ti) con quien llorar, hasta que la realidad también le da una paliza. Doyoung está de pie junto a mis padres, y mi madre lo abraza. Y yo, por algún motivo, estoy de rodillas. Hace un minuto estaba de pie, meciéndome de atrás hacia adelante, llorando y suplicando que mi persona favorita saliera del ataúd y me abrazara. Alzo la vista y los ojos de Jungwoo se encuentran con los míos. Por un segundo, casi siento que ambos estamos a punto de correr hacia la fosa para reunirnos contigo. Que te entierren vivo debe ser mejor que lo que sea que vendrá a continuación.
Este es el momento del fin. Ahora es cuando renunciamos a la esperanza de volver el tiempo atrás, donde abandonamos la idea de encontrar la cura para la muerte, donde vivimos en este universo sin Jaehyun, donde decimos adiós.
Pero no puedo.
Es un adiós para la mayoría, pero no para mí.
Nunca para mí.
Capítulo 10
PASADO
JUEVES 17 DE JULIO DE 2019
Hacía tiempo que teníamos pendiente nuestro Día Grupal. Pasamos el rato en el High Line, el mejor parque de la ciudad. Central Park está bien, pero realmente no puede competir contra una vía aérea urbana. Había cientos de transeúntes en la pasarela de grava, pero nosotros tres logramos hallar un lugar genial en el césped, con vista al río Hudson. Armamos un rompecabezas de un dragón encadenado, algo que hubiéramos hecho antes de que Jaehyun y yo comenzáramos a salir. Decidimos regresar a pie mientras miramos cómo el sol desciende cada vez más mientras pasamos frente a los edificios, y cuando nos acercamos más a casa, recuerdo mi misión. Quería esperar hasta que estuviéramos solos, pero ¿por qué Doyoung no podría oírlo también?
—¿Aún vendrás conmigo a comprar condones? —le pregunto a Jaehyun. Es la primera vez que los compro, y si Jaehyun sabe lo que le conviene, vendrá conmigo.
—Necesitarías conseguirme un boleto sin retorno a un universo paralelo en el que caminas desnudo las veinticuatro horas para que me lo pierda — responde Jaehyun.
Doyoung lucha por encontrar su voz y agrega:
—La próxima vez, solo di que sí—Mueve la cabeza de lado a lado y comienza a alejarse—Divertíos con eso, chicos.
Jaehyun corre hasta colocarse delante de él y le bloquea el paso.
—No, no. No quieres sentir que sobras, ¿verdad? Vamos, sé un colega que ayuda a sus otros colegas a comprar condones.
Ayudo a Jaehyun a arrastrar a Doyoung dentro de la farmacia Duane Reade que está junto a mi edificio. Doyoung mueve la cabeza de lado a lado, pero todos reímos como idiotas mientras avanzamos hacia el pasillo de planificación familiar... directo hacia la pared de condones. Mi plan familiar: no empezar una familia la próxima vez que tengamos sexo. Pero los condones son solo 98 por ciento efectivos, así que ¿quién sabe?
—Vaya, cuántas opciones —dice Jaehyun, sonriendo ante nuestras posibilidades y la incomodidad de Doyoung—No puedo evitar pensar en caballos y sandalias gladiadoras con los Trojan. Magnum suena rudo, como si viniera con una bazuca. Casanova está esforzándose demasiado por ser encantador, creo. El encanto viene antes del sexo, no durante —Jaehyun coge una caja negra pequeña—¿Qué hay de este? Escriben piel con Y—Coge una caja azul—O podemos ir a lo clásico. Aunque no sé por qué alguien querría lo clásico cuando puedes optar por los condones de fuego y hielo de Trojan.
Alzo la mano.
—Optaré por algo clásico si eso significa que mi pene no arderá y se congelará a la vez.
—Es justo.
—¿Qué hay de Durex? —sugiere Doyoung, intentando con valor sumarse al espíritu de la situación. Él nunca antes ha tenido sexo, pero Jaehyun y yo sabemos que estuvo cerca algunas veces durante nuestro primer año de preparatoria—¿Te hace pensar en ponis o en lanza cohetes?
—Eran caballos y bazucas, pero no—Jaehyun coge los condones Durex de la mano de Doyoung y le da una palmadita en la espalda—Gracias, amigo.
Nos ponemos en la fila. Ya no me río. Realmente desearía que tuvieran un sistema de autoservicio para pagar aquí porque comprar condones quizás es la transacción legal más incómoda de todas. Es raro que te vean como algo sexual, no sé por qué. Incluso sentí que era un poco extraño para mí que Jaehyun me viera de ese modo, y él no es un vendedor desconocido. Es extraño que vea a los mismos vendedores aquí, así que en realidad no debería importarme; es como si estuviera comprando estos condones del otro lado del mundo en un país que nunca planeo visitar otra vez. Pero de todos modos siento que esta compra viene acompañada de un reflector. Tomo unos dulces por impulso con la esperanza de atenuar la mirada fulminante del cajero.
—Solo mantén la calma —dice Jaehyun—No estás comprando drogas.
Tiene razón. Mantendré la calma. No estoy comprando droga. Ni siquiera estoy comprando alcohol, para lo que debería tener veintiún años. Comprar condones es algo completamente normal. Es algo que muchos chicos hacen porque hay opciones, lo cual implica que es un negocio en alza, lo cual significa que hay muchas compañías intentando convencernos de que su producto es el mejor, lo cual quiere decir que debemos agradecerle a todos (incluso a mí mismo en este momento, por así decirlo) por no solo ayudar a mantener el mundo seguro, sino también por asegurarnos de que no esté superpoblado.
—Taeyong. Hola.
Imposible.
Me paralizo al oír la voz de mi padre. Está justo detrás de nosotros.
Honestamente, creo que prefiero que me encuentre masturbándome.
Doyoung ríe un poco para sus adentros, quizás porque esto será totalmente humillante. Aplaude en cámara lenta.
—Apuesto a que se arrepienten de haberme traído.
Es imposible mantener la calma en esta situación. Lo único que podría empeorar la situación es ver que mi padre también está comprando condones. Sé que mis padres aún tienen sexo, porque no soy un idiota; sé que no solo miran Netflix o duermen temprano cuando me dicen buenas noches alrededor de las 8 p.m. Me doy media vuelta y veo que sujeta maquinillas de afeitar y cajas de cereal. El cereal me recuerda a cuando era un niño y desayunaba frente a la tele los domingos por la mañana mientras miraba caricaturas. Nunca seré así de inocente de nuevo.
—Hola, papá.
Saluda a Jaehyun y a Doyoung moviendo la cabeza.
—¿Cómo estuvo el High Line, chicos? —Ve los condones en mis manos, que están mal escondidos detrás de los gusanos de jalea—Oh—Intenta decir algo. Mueve los brazos para todas partes, como si fuera un robot encendido por primera vez.
Ahora mismo deseo con desesperación tener un superpoder. Quizás controlar la mente para poder borrar la memoria de mi padre y luego obligarlo a salir de aquí de inmediato. Pero, probablemente elegiría la invisibilidad.
—La protección es buena—dice mi padre—No puedes quedar embarazado, pero hay otros peligros.
A este punto, incluso aceptaría el poder de arder en llamas, lo que sea. Coloco los condones en un bol que contiene dólares de chocolate.
—No, no haremos esto —balbuceo—Olvidemos que esto siquiera ocurrió, papá. Vamos, chicos—Intentamos abandonar el pasillo, pero mi padre se interpone en el paso delante de nosotros.
—Espera. Deberíamos poder hablar de esto. No tiene que ser vergonzoso — dice mi padre.
—Tampoco tiene que ocurrir en la fila de Duane Reade...
Sabiendo que no tenemos más opción que seguirlo, los cuatro terminamos escondidos en el pasillo que contiene los productos de baño. Jaehyun y yo estamos de pie uno al lado a lado. Miramos a Doyoung, quien sonríe y no entiende la indirecta que indica que se marche. Claro que no. Por fin tiene ventaja.
—Tu madre y yo hemos estado pensando en sentarnos contigo pronto para hablar de esto... para hablar de sexo. Llamémoslo por su nombre. Sexo. Supusimos que ustedes pensaríais en eso en algún momento.... —mi padre deja de hablar—Espera. ¿Ustedes ya han...?
Mi rostro está en llamas; quizás mi deseo de tener el superpoder de arder se está haciendo realidad.
—Sí —respondo.
Mi padre se muerde el labio inferior, lo cual hace normalmente cada vez que está nervioso de decir algo erróneo si se precipita al hablar. Me mira directamente.
—¿Fue tu primera vez?
—Sí.
—Buena decisión —dice mi padre, sonrojándose—Eso salió mal. Lo siento, Jaehyun. Lo que trato de decir es que el sexo significa más cuando es con alguien que te importa.
Sé que mi padre tuvo sexo algunas veces antes de conocer a mi madre, no recuerdo por qué surgió el tema hace unos años, pero así fue; y es bueno oír que él se siente así. Solo apesta que tenga que recordármelo ahora mismo, cuando lo único que quería era comprar condones con mi novio y nuestro mejor amigo.
Este silencio es doloroso e incómodo. Interminable, también. Jaehyun señala una botella detrás de mi padre.
—Miren, un champú que a su vez funciona como acondicionador.
—¡Un producto revolucionario, Jaehyun! —Doyoung ríe. No puedo culparlo por estar disfrutando tanto esta situación.
—Sé que no necesitan la charla de los pájaros y las abejas —prosigue mi padre—¿Pájaros y pájaros? ¿Quizás es abejas y abejas? No estoy seguro de si el pájaro o la abeja es el chico en esa frase idiomática—Se pierde un segundo reflexionando al respecto antes de regresar a la tierra—No conozco toda la mecánica del sexo con alguien del mismo sexo, pero he estado investigando en distintos foros últimamente, y estoy disponible para hablar si tienes alguna pregunta. Cualquiera de los dos.
¿Investigando? Cielos.
—Vale —digo, ahora mis ojos están pegados al suelo de linóleo rayado—Gracias, papá.
—Gracias, Jaejoong —añade Jaehyun.
—Cuando quieran —dice mi padre. Nunca más, por favor.
—Ahora, les haré a los dos un gran favor —dice mi padre.
Quizás hará un truco mental Jedi para que todos los presentes olviden que la interacción siquiera ocurrió. Regresa a la fila, coge los condones del bol de chocolates, los alza para que los veamos, se acerca al cajero y coloca los condones, el cereal y las afeitadoras sobre el mostrador. Miro la tienda porque no puedo tolerar mirarlo. Encuentro veneno para ratas y los engranajes de mi historia de origen como superhéroe comienzan a girar; beberé un poco de veneno y de pronto obtendré la habilidad de convertirme en una rata diminuta a voluntad: una rata que no necesite condones, una que pueda evitar la incomodidad de que su padre le compre condones.
Jaehyun y yo corremos hacia la salida. Doyoung camina a paso lento detrás de nosotros, sonriendo.
Afuera, mi padre me ofrece la bolsa de plástico que contiene los condones; luego se la ofrece a Jaehyun antes de que pueda cogerla, pero después vuelve a ofrecérmela antes de girar hacia Jaehyun de nuevo. Le arrebato la bolsa cuando la pone de nuevo frente a mí.
—¿Regresarás pronto a casa? —pregunta mi padre. Asiento, mirando el suelo otra vez.
—Probablemente no haré contacto visual contigo durante al menos una década.
—Suena justo. Te veré luego. Buenas noches, Jaehyun.
—Buenas noches, Jaejoong.
Mi padre se aleja. Doyoung aplaude en cámara lenta de nuevo.
—Bien hecho, chicos. ¿Crees que tu padre ya está intentando adivinar quién va arriba y quién va abajo?
—Cállate —replica Jaehyun.
Agarro el brazo de Jaehyun y los tres caminamos en la dirección opuesta a la que tomó mi padre.
—Sé que es muy pronto, pero ¿crees que puedo mudarme contigo? Nunca regresaré a casa. A menos que tus padres también planeen atacarte con la conversación de las «abejas y las abejas» pronto.
—No, tuve la conversación de los pájaros y las abejas cuando tenía diez años —responde Jaehyun.
—Supongo que no sospechaban que solo necesitabas la charla de las abejas, ¿verdad? ¿O de los pájaros? Maldición, mi padre tenía un punto —digo.
—No importa. Me agradan los pájaros y las abejas.
Agarro la muñeca de Jaehyun y me detengo.
—Vamos, soy yo. No tienes que continuar fingiendo que te agradan los pájaros... o las abejas... maldición, ya no tienes que fingir estar interesado en las chicas.
—No estoy fingiendo interés —responde Jaehyun—Estoy bastante seguro de que soy bisexual.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Creí que lo sabías. Tuve enamoramientos y esas cosas, aunque creo que hablaba más de eso con Doyoung.
La sonrisa de Doyoung ha desaparecido. Ahora está petrificado, lo cual es en realidad genial porque es probable que pierda los cabales si él se ríe de Jaehyun y de mí acerca de esto. Que mi padre nos encontrara mientras comprábamos condones es una cosa; pero sentir que mi relación está amenazada es otra.
—Supuse que esos enamoramientos eran cortinas —digo ante el silencio. Hacía lo mismo que él; creía que las chicas eran geniales y todo eso, pero no pensaba realmente que tuviera el corazón para salir con ellas.
—Bueno, no lo eran—Jaehyun luce honestamente confundido—Lamento que lo hayas comprendido de otro modo. Pero ¿por qué importa siquiera? Estoy saliendo contigo, Tae.
Miro a Doyoung, pero él tiene la vista clavada en su teléfono. No me agrada que no supiera esta verdad esencial acerca de Jaehyun. Sé que hay más en él de lo que jamás podré capturar y mantener conmigo, como sus pensamientos fugaces o sus conversaciones con otras personas, pero esto es más grande. Es tan central a su corazón, una de mis cosas favoritas de él... el modo en que me ama, el modo en que ama a sus padres y a su hermana, el modo en que ama a su grupo, el modo en que ama descubrir los misterios de la vida y resolverlos.
Esto cambia todo, ¿verdad?
Suelto su muñeca.
—Es estúpido, pero siento que tengo más competencia—Siento que estoy enfrentado a todo el mundo, que es imposible que yo sea sin duda la mejor opción para él en todo el planeta. Al menos creí que sería capaz de ver a un chico nuevo con él, pero ahora debo sospechar de todos. Tengo cosas que no quiero saber, pero qué debo saber—¿Cuál es tu tipo? Hablando de chicas.
—No sé qué clase de chicas me gustan, Taeyong, porque creo que mi tipo es una buena persona y punto—Suaviza la voz—Lamento que nunca hayamos tenido una conversación real acerca de esto, pero confía en mí cuando digo que no es algo tan serio en mi mente. No me mantiene despierto por las noches porque soy feliz contigo, y no estoy esperando que alguien mejor aparezca— Jaehyun coge mis manos. No hay gracia en su voz, solo determinación—Por favor, no te sientas amenazado.
Besa mi mejilla.
Le creo, en este momento, pero lo que me ahoga un poco es lo que pueda ocurrir en el futuro. Pero no diré nada. Ser paranoico no me llevará a ningún lugar. Beso su mejilla.
—¿Se supone que eso fue una pelea? —pregunta Doyoung. Ni siquiera se molesta en alzar la vista de su teléfono, pero aprecio que esté aquí para alivianar el ambiente—No hubo suficiente sangre.
Caminamos en silencio un poco.
—¿Tae? —dice Jaehyun por fin.
—¿Sí?
—Dos cosas importantes para el futuro.
—¿Qué?
—Una: solo compraremos condones en Internet de ahora en adelante. Dos: nunca jamás usaremos los condones que tu padre nos compró.
Capítulo 11
PRESENTE
MIÉRCOLES 24 DE NOVIEMBREDE 2021
Creí que ningún Día de Acción de Gracias podría competir en rareza con el del último año. Se suponía que volarías a Nueva York para repartirte entre las cenas de nuestras familias. Era nuestra tradición. En cambio, permaneciste en California y pasaste la noche con la familia de Jungwoo. Tus padres estaban molestos, Jisoo estaba molesta, Doyoung estaba molesto y yo también; todos estábamos molestos porque era la primera vez que te veríamos desde agosto. Pero no hicimos un escándalo porque dijiste que necesitabas concentrarte en la tarea, específicamente en tu animación, la de los pescadores guerreros que cogen huevos de dragón de un volcán, la que terminaste abandonando después de todo.
Pasé todo mi Acción de Gracias en el apartamento de mi tía, preguntándome si te agradaba la familia de Jungwoo, por qué estabas obsesionándote tanto con él. No era un lugar mental cómodo. De hecho, era asfixiante, pero estabas vivo y todavía eras mi destino. Viajaría al pasado para tener esos problemas.
En el apartamento de mi tía hace un calor sofocante, como siempre.
—Feliz Día de Acción de Gracias, Rosie.
Nunca olvidaré la primera vez que viste a Rosie y la confundiste con una versión más delgada de mi madre, que en ese momento pesaba un poco más, y la felicitaste por haber perdido peso, lo cual le resultó gracioso a todos, incluso a mi madre. Rosie tiene media década más que mi madre, pero ha ido regularmente al gimnasio y creo que incluso siento la aparición de unos abdominales cuando nos abrazamos.
—Feliz Día de Acción de Gracias, Taeyong —dice y me abraza fuerte. Intenta mirarme a los ojos pero me separo por completo, así que saluda a mis padres y le da un beso a mi madre. Su hermandad siempre me ha hecho desear un hermano. Estar de luto probablemente sería menos solitario si pudiera hablar con alguien de mi edad, quizás un poco más grande y sabio, con heridas causadas por batallas que yo estoy luchando por primera vez. Quizás no hubiera hecho las cosas que hice.
La cocina huele a pan de maíz y salsa (para el puré de patatas que te obsesionaba); hay pavo relleno, macarrones con queso que ni siquiera tocaré, arroz amarillo, y luego me golpea la dulzura de la salsa de arándanos. Me quito la chaqueta, pero aún siento que me aso vivo en la cocina porque tengo puesto tu jersey, así que me dirijo a la sala de estar. Mis primos menores corren hacia mí e intentan trepar por mis piernas. No tengo sonrisas para ellos. A duras penas puedo recordar bien cómo se llaman porque los veo muy poco. Viven al norte del estado y todos sus nombres empiezan con R, una tradición desquiciada que en algún momento llevará a que haya niños llamados Rasputín o Raiden, de Mortal Kombat. Soporto los abrazos y las condolencias de mis primos mayores, pero mi abuela es quien realmente me agota.
—Taeyong, ven, siéntate —indica y da palmaditas en el aire porque no hay ningún lugar a su lado donde realmente pueda tomar asiento. Me agazapo y permito que ella tome mi mano con las suyas.
Cumple noventa años en diciembre. Te perdí a los dieciocho. Ella vivió su vida como una mecánica militar, gerente de una farmacia, bisabuela, esposa de un hombre que nunca conocí y luego de un hombre que nunca me agradó. Tú viviste como un genio, un estudiante de honor con un futuro prometedor, mi primer amor, y luego novio de Jungwoo. Ella vivió mucho en su vida, pero tú te fuiste antes de que pudiéramos arreglar las cosas.
—¿Cómo está tu ojo? —pregunta la abuela. Quizás recuerda la vez en que mi compañera de curso, Joy, golpeó accidentalmente mi ojo con su codo... en sexto curso. Así es la demencia senil. Mis primos a veces hacen bromas porque no hay nada más gracioso para ellos que la mente de alguien lo abandone y cobre vida propia.
—Mi ojo está bien, abuela —respondo—Está mucho mejor. ¿Cómo estás? ¿Cómo está Primo? —Su canario amarillo con pecho café enfermó un poco hace un tiempo.
—¿Has rezado hoy?
—Recé esta mañana —miento. Hubiera sentido que mentir al respecto era mucho más pecaminoso si alguna vez hubiera creído en Dios, pero bueno, esos pensamientos son mejores para alguien que tenga razones para creer en el milagro de la resurrección.
Le echo un vistazo a Hyunjin, el primo de diez años obsesionado con el fútbol que sintió repulsión cuando nos vio besándonos. Acapara la tele que la abuela podría estar usando para ver uno de sus programas. Solo en ese caso podría ir a un rincón y desconectarme. Veo su vaso vacío, otra estrategia para huir.
—¿Quieres más agua?
—Ya bebí agua. ¿Dónde está Jaehyun? Quiero ver una de sus películas.
A la abuela le agradan mucho tus animaciones. Creo que su favorita es el corto de cuarenta segundos acerca de la araña que persigue a esa hormiga colorada. Cuando llega a las demás hormigas, juntas forman una hormiga gigante que ahuyenta a la araña. Es posible que ella admirara las flores que pusiste en el fondo. Probablemente podría mostrarle algunas de tus animaciones, las que tengo en mi teléfono; excepto «Taeyong a la izquierda» (esa es solo para mis ojos), pero no tengo el coraje de ver los vídeos. De todos modos, necesito mi teléfono para oír tu voz.
—Jaehyun no puede venir —respondo. Estoy seguro de que mi madre o mi tía le dijeron que moriste. Ella ya lo ha olvidado, pero lo dejaré pasar en lugar de repetírselo. Me gusta que piense que estás vivo—Iré a traer más agua, abuela.
Quito a Hyunjin de la tele, le indico que le lleve agua a su bisabuela y entro a la habitación de Rosie, donde me oculto debajo de los abrigos que están sobre su cama.
Pongo una canción que solía enloquecerte una y otra vez. Nunca pude quitar de mi cabeza ciertas letras o ritmos hasta que escuche la canción durante una semana entera, a veces dos. Odiabas aun más el sonido de tu propia voz grabada, y lamento que tengas que oírla de nuevo mientras escucho una y otra vez tu último mensaje de voz: «Hola, Tae, lamento haber perdido tu llamada. Estaba fuera y tenía el teléfono apagado... suenas en aprietos. Si los piratas de The Walking Dead no te han atrapado, llámame de nuevo para saber que estás bien. Adiós, amigo».
Me gusta mucho este mensaje porque no mencionas a Jungwoo, aunque es probable que él fuera la razón por la cual estabas fuera. También porque me llamaste Tae, no Taeyong... como solías hacer cada vez que Jungwoo estaba cerca.
Presiono Play de nuevo.
Estoy escuchando el mensaje por vez número treinta y ocho cuando alguien toca mis tobillos. Ni siquiera había notado que sobresalían del borde de la cama. Casi pateo la mano para alejarla, pero salgo de debajo de los abrigos y veo a mi padre.
—La cena está lista. La cena de Acción de Gracias, que ocurre una vez al año. No esperes ver pan de maíz de nuevo hasta el año entrante.
Qué discurso horrible para Acción de Gracias: ¿qué demonios me importa el pan de maíz? ¿Acaso ha olvidado la razón por la cual me oculto de la familia que suelo estar muy entusiasmado de ver?
Pero me pongo de pie y me dirijo a la sala de estar. Prácticamente todos ya tienen comida en un plato y están de pie en un círculo contra las paredes mientras los niños están sentados de piernas cruzadas o sobre las rodillas en el suelo. Cierto: primero el rezo, después la comida. Mi madre me ha preparado un plato porque, aparentemente, cuando alguien está de luto hace una regresión a una edad en la que debe coger la mano de alguien al cruzar la calle, pedir permiso para quedarse a dormir en la casa de un colega, en la que probablemente necesite una luz de noche y en la que no pueda servirse su propia cena. Le agradezco antes de tener un exabrupto digno de ponerme un condón en la boca y piso a Reynaldo, creo, cuando me acomodo entre el equipo de música averiado y una planta en una maceta que necesita agua con desesperación.
Rosie coloca un paño de cocina sobre su hombro y aplaude, como si estuviéramos a punto de agruparnos para que ella nos guíe como un entrenador en la cena.
—¿Quién quiere guiar el rezo? —Mira a sus tres hijos mayores: Richie, el mayor, quien siempre estuvo demasiado enfrascado en su mente con trabajo para conectar contigo; Ronnie, quien no trajo al último gran amor de su vida este año; y Remy, quien siempre ha sido mi menos favorito. No porque sea el tercer hijo o porque su nombre no encaje del todo con el de sus hermanos, sino porque él solía hablar mierda acerca de nosotros a tus espaldas, lo cual nunca te conté porque sus estupideces antigays son problema suyo.
Ninguno de ellos se ofrece. Mi padre da un paso al frente. Rosie aplaude.
—Guau, primera vez. Adelante, Jaejoong.
El muslo de pavo que estoy seguro de que mi padre consiguió empujando a mujeres y niños de en medio casi cae de su plato cuando hace un gesto hacia la familia, invitándonos a agarrarnos de las manos. Pero todos estamos sosteniendo comida y algunos, bebidas. Él nota su error y ríe. Remy está a mi derecha y sin duda no cogería mi mano de todos modos. Su hijo, Ralph (nombre de anciano), está a mi izquierda, así que esto es para bien.
—Querido Dios, gracias por reunir a nuestra familia para compartir otro año de buena comida y buena compañía, pero sobre todo buena comida... —Hace una pausa, realmente espera escuchar risas. Mi abuela, mi madre, Rosie y algunos de mis primos mayores le dan el gusto con una risita, pero ninguno de los menores lo hace: el instinto de reconfortar el ego de otros todavía no está programado en ellos—Por desgracia, un rostro amigable que nuestra familia ha llegado a conocer bien a lo largo de los años está ausente esta noche. Todos, en especial Taeyong, lo extrañamos mucho y continuaremos rezando por su familia.
Creo que entraré en pánico y vomitaré o que vomitaré y luego entraré en pánico, Jaehyun.
Mi padre hace una pausa y respira hondo.
—Dios, te pedimos que protejas a nuestra familia otro año y gracias por nuestras bendiciones. Amén.
En el coro que responde «amén», me hundo contra la pared y apoyo mi brazo en el borde de la maceta. Si había creído que lograría tragar algo de comida, ya sé que no sucederá. Pienso de nuevo en tu familia, en especial en Jisoo. Ni siquiera puedo imaginar cómo debe estar todo allí, cómo debe ser pertenecer a una familia por la que los demás están específicamente (y en vano) rezando en Acción de Gracias. Y también está Jungwoo, quien es probable que esté pegado a su mesa, acampando en su hogar. No creo que sea parasitario, pero incluso yo he mantenido mi distancia. Ellos ya tienen suficientes heridas para también ocuparse del dolor ajeno.
—Taeyong, Taeyong —llama mi abuela del otro extremo de la habitación; su voz tiene el volumen justo para que yo la escuche, a pesar de la conversación cercana de mis primos sobre fútbol—¿Dónde está Jaehyun? Cociné el puré de patatas.
Ella no preparó el puré de patatas; Rosie utilizó su receta. Y a ti realmente te encanta su receta, pero también te gustaban mucho las patatas en general. Nunca comprendí como podías comer a modo de cena puré de patatas, una patata al horno y patatas fritas con una manzana verde aleatoria como acompañamiento. Pero lo hacías. Lo hacías todo el tiempo.
—Jaehyun no puede venir, abuela —respondo—Le diré que se perdió tu puré de patatas.
—¿Se lo dirás? —pregunta Remy—Vaya.
—Remy —advierte Rosie.
La abuela intenta hacerme una pregunta, pero los primos menores la hacen callar; los pequeños instigadores quieren ver un revuelo. Cuando intento ponerme de pie, mi padre me sujeta y me obliga a permanecer en el suelo mientras mi madre coge mi mano y la aprieta. Remy resopla.
—Ya basta. Salió con el chico durante, ¿cuánto? ¿Un año?
—Lo he conocido durante siete años —replico apretando los dientes y arañando muy fuerte mi palma libre porque estoy muy nervioso de ver a la persona que él está sacando de mí.
—Estás demasiado obsesionado. Supéralo y haz algo por ti mismo—El tono de Remy ni siquiera es agresivo. Es como si simplemente estuviera declarando un hecho, como si fuéramos la clase de colegas que intercambian consejos.
Me pongo de pie, aparto la mano de mi padre, pero él continúa agarrándome.
—No lo golpearé —miento, y quito de encima las manos de mi madre y de mi padre. Remy tiene seis años más que yo y me importa una mierda. Sé que no te agrada que me involucre en peleas, y no solo porque no puedo pelear, sino porque no estás aquí para tranquilizarme o detenerme—No lo entiendes, no... —Miro a todos los presentes en la habitación, en busca de alguien que sí lo entienda, pero aquí nadie ha pasado por esto—Todo lo que hice por él, también lo hice por mí, porque me hacía feliz verlo feliz. Eso no es obsesión, imbécil, es amor.
Él está avergonzado; sus mejillas están coloradas. Rosie luce bastante avergonzada también por haber criado semejante idiota.
—Excepto que él estaba saliendo con alguien más —replica Remy—Supéralo. Él lo hizo.
Jaehyun, estás a punto de tener compañía y lamento que no sea alguien más digno de ti.
Me lanzo sobre el bastardo (oigo los gritos ahogados de mi madre y de Rosie, algunos vítores de mis primos menores, gritos de los demás) y mi padre me atrapa antes de que pueda golpearlo, y me arrastra hasta la cocina mientras Remy ríe.
—Iremos a casa, Taeyong; todo estará bien —dice mi padre, pero ya no me detiene porque estoy furioso, sino que me abraza porque estoy llorando.
☁️
Es seguro afirmar que el próximo Día de Acción de Gracias lo pasaremos en casa, o quizás en alguna universidad que acepte a un chico que planea no hacer absolutamente nada durante el resto de su último año.
Mis padres están sentados frente a la tele de la sala de estar, comiendo sobras (¿cuentan como sobras si es comida que nunca lograron probar en primer lugar?) y yo regreso a mi cuarto. Estoy estirado sobre mi cama cuando suena mi teléfono. Espero que sea Doyoung, pero es tu madre. La última vez que llamó fue para decirme que habías muerto.
Son cerca de las once, lo cual me pone todavía más nervioso al atender.
—¿Hola?
—Hola. Soy Jessica. Lamento llamar tan tarde.
—Está bien. ¿Cómo estuvo...? —Prefiero no preguntar acerca de la cena. Es probable que sea una de las pocas pesadillas que ella tenga oportunidad de dejar atrás—¿Cómo estás?
—Es imposible, Taeyong. Estoy constantemente... Es grandioso oír tu voz — responde—De hecho estoy preparándome para intentar descansar un poco. Pero quería llamarte y ver si te parece bien que le dé a Jungwoo tu número. Él quería comunicarse contigo, pero creí que sería mejor para ti que lo contactaras si tenías ganas de hacerlo.
Casi le pregunto por qué Jungwoo quiere hablar conmigo, pero ella ya ha perdido suficiente tiempo actuando de intermediaria.
—No hay problema —digo—¿Está despierto?
—Está completamente despierto. Es por el horario de la costa Oeste — responde Jessica después de una pausa larga. Me pregunto si está nerviosa acerca de lo que sucederá si Jungwoo y yo hablamos.
—Lo llamaré y dejaré que descanses un poco. Si hay algo que pueda hacer, como cuidar a Jisoo o ir de compras por ustedes, estoy más que feliz de hacerlo —respondo.
—Gracias, Taeyong. Eres dulce. Te lo haré saber. Buenas noches.
—Buenas noches.
Corto la comunicación y Jessica me envía un mensaje con el número de teléfono de Jungwoo.
Miro los siete números que aparecen después del código de área de California de Jungwoo. Presiono llamar antes de que la razón someta a la soledad. Este, este mismo momento, es el cambio repentino entre lo mismo de siempre y la intensidad desquiciada. Me incorporo, presiono la mano contra mi corazón y cuento al ritmo de los latidos.
Uno, dos. Uno, dos. Uno, dos. Uno, dos. Uno, dos...
—¿Hola?
—... Uno, dos—Termino. Me interrumpió en un número impar: no empezamos bien—Soy Taeyong.
—Hola —dice Jungwoo. Hay un silencio breve y puedo oírlo respirar: inhalaciones cortas, silenciosas, que tú probablemente oías mientras él dormía—Gracias por llamar.
Asiento como si él pudiera verme.
—¿Todo está bien?
—No —responde Jungwoo—No tiene sentido fingir que todo está bien. Sin presión, pero ¿estás ocupado esta noche? Sé que es un poco extraño. Sí, es extraño. Pero quería decirlo. Me vendría muy bien salir de la casa.
No estoy seguro de cómo respondería a esta situación por mí mismo. Solo sé lo que tú querrías que hiciera.
—Creo que a Jaehyun le gustaría —respondo. Es verdad. Sé que te haría feliz que Jungwoo y yo nos lleváramos bien, en especial dado que nunca pudimos hacerlo cuando estabas vivo. Pero acceder todavía me hace sentir nauseas.
—Tienes razón —dice Jungwoo—Le habría gustado.
—Puedo reunirme contigo en la casa de Jaehyun. Dame veinte minutos.
—Vale. Te veré en un rato.
—Nos vemos —corto la comunicación.
Nuestra conversación duró tres minutos y dos segundos. Mejor.
Me obligo a salir de la cama. Quizás algo bueno saldrá de hablar con Jungwoo. Nadie lo comprende, Jaehyun. El asesor académico asegura que sanaré con el tiempo. Mi primo cree que soy demasiado joven para estar enamorado. Doyoung no sabe nada acerca del amor. Mis padres creyeron que estaba lo bastante bien para asistir a la cena en lugar de permitir que me ocultara en la cama bajo las sábanas. Sé que no es saludable; no soy estúpido. Pero tú y yo teníamos planes. No teníamos un mapa para llegar a destino, y tu desvío con Jungwoo me dejó muy perdido. Sin embargo, mantuve la esperanza de que encontraríamos el camino de regreso a los brazos del otro. Y luego, moriste, y ahora quedé vagando sin rumbo y sin ningún sentido de la orientación. Hablar con alguien más que esté perdido quizás ayude.
Me pongo el impermeable sobre tu jersey, unos vaqueros oscuros y las botas desgastadas y marcadas que me compraste para mi cumpleaños este año: nuestra broma privada era cuán estúpido se siente comprar botas en mayo cuando el clima está para usar deportivas. A pesar de que llamaste para decirme feliz cumpleaños un día después, las botas llegaron a tiempo y son mis favoritas. Gracias de nuevo, Jaehyun.
Mi padre está quedándose dormido cuando entro a la sala de estar. Despierta de pronto al verme por el rabillo del ojo. Mi madre ya está dormida sobre el apoyabrazos del sofá con los pies entre las piernas de mi padre.
—Dormiré aquí —susurra. Coloca un jersey sobre su rostro y se desvanece nuevamente.
—¿A dónde vas? —pregunta mi padre—Son casi las once y media.
—Me reuniré con... —Casi digo tu nombre. Cada vez que permanecía despierto hasta tarde durante el fin de semana o días sin escuela, lo único que debía hacer era decirles a mis padres que estaba contigo y me libraba del hogar. Pero me contengo—Jungwoo. Necesito salir un poco. Él también.
Mi padre levanta la pierna de mi madre apoyada en su regazo, se levanta del sofá y la cubre con una manta decente.
—¿Te llamó?
—Jessica me dio su teléfono porque él quería hablar conmigo, así que yo lo llamé.
Noto que está sorprendido, si es que no está preocupado.
—¿Quieres que los lleve a algún lado? Se supone que nevará de nuevo en cualquier momento.
—Tengo ganas de caminar, papá. ¿Vale?
—¿Tienes batería en el teléfono?
Asiento. Mi padre me abraza. Me hace prometer que lo llamaré si quiero que me recoja con el automóvil y que atenderé si él llama.
Vale, vale, vale, vale... Observarás cómo paso el rato con Jungwoo a solas. Se siente inusual, como algo irrepetible en una vida, como si estuvieras en un techo con tus dos personas favoritas para ver el cometa Halley cruzar el cielo. Excepto que es imposible que hubieras podido reunirnos a Jungwoo y a mí en el mismo lugar, ni siquiera por un cometa. En cambio, recorreré las calles donde vivíamos con alguien que no eres tú, alguien que también estuvo enamorado de ti.
¿Acaso no es lo mejor del mundo para alguien que estaba dividido entre dos chicos?
Capítulo 12
PASADO
VIERNES 26 DE SEPTIEMBRE DE 2019
No tengo idea por qué el asesor académico quiere reunirse con Jaehyun al final del día. Me cruzo con Doyoung entre clases y él tampoco sabe el motivo. Le resta importancia y dice que después lo sabremos, pero me hace sentir insignificante no saberlo. Jaehyun está feliz, ¿verdad?
Ya es lo bastante difícil fingir interés en la clase de Ciencias de la Tierra en la séptima hora. Necesito saber la diferencia entre rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas y otras cosas para los exámenes semanales y los estatales, pero juro que presté atención al dos por ciento de la clase esta tarde. Estaba demasiado ansioso por la noticia de Jaehyun. Cuando la última campana suena, omito ir a mi casillero, me dirijo directo al de Jaehyun y siento alivio al ver que ya está allí.
—Hola —digo, y beso su mejilla. Todos saben que estamos saliendo y no ha sido nada del otro mundo. Muchos de nuestros compañeros de clase repartidos entre segundo y tercer año de preparatoria asumían que salíamos cuando solo éramos mejores amigos, y los estudiantes de primer año lo descifraron fácilmente porque Jaehyun y yo llegamos cogidos de la mano la mayoría de las mañanas. Ha sido genial que a nuestros profesores les importara un cuerno—¿Qué sucede? No esperaremos a Doyoung.
—Claro que no —responde Jaehyun, sonriendo—Lamento el suspenso.
—He estado de lo más tranquilo —bromeo y suelto mi corbata.
—Por supuesto—Jaehyun deja de vaciar su mochila y apoya la espalda contra su casillero; dentro hay una fotografía nuestra pegada con pegatinas de Tetris—El asesor académico me citó para hablar acerca de la admisión temprana. Te arruinaré el final: tengo notas excelentes en todas partes. Incluso superé a algunos del último año este mes en mis clases avanzadas. El señor Haft incluso utilizó la expresión «niño prodigio» y tuve que esforzarme al máximo por no proponerle casamiento en ese instante.
—Guau. ¿Y qué debe ocurrir para que entres?
—Quieren que escriba un ensayo antes del primero de noviembre para presentar en las universidades —responde Jaehyun—El señor Haft cree que debería postularme para Harvard, pero me gusta mucho el programa de animación de la Universidad de Santa Mónica. Debo hablar con mis padres acerca de su situación económica. Amigo, podría estar en California a esta altura del año entrante—Cierra los ojos mientras reclina la cabeza contra el casillero, sonriendo, perdido en su sueño donde es libre de mí—¿No es maravilloso?
No le daré a mi rostro la oportunidad de traicionarme, así que abrazo a Jaehyun antes de que pueda abrir los ojos.
—Te lo mereces, Jaehyun. Ayudaré como pueda—Espero que no sea una oferta vacía, por el bien de ambos.
Sin embargo, tengo miedo. La posibilidad de que Jaehyun se mude al otro lado del país se siente un poco como si fuera el principio del fin. Ya estaba nervioso acerca de lo que pasaría con nosotros cuando yo comenzara mi último año mientras él empezaba la universidad. Ahora, existe la posibilidad de que esté dos años delante de mí. No parece prometedor. No puedo quitar estos sentimientos paranoicos de mi cabeza.
Retrocedo y él sonríe. Su rostro se ilumina del mismo modo cuando llega el avance de una película nueva que está muy entusiasmado de ver. Tiene una idea preliminar en su mente y no puede esperar a ver si es todo con lo que soñó despierto.
Sonrío por él. Pero es mentira. No estoy feliz.
Capítulo 13
Link siguientes capítulos:
https://jaeyonglove.wixsite.com/mellifluousar/post/sǫɴʜ-2-jaeyong

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