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𝓈𝓅𝒹 (2) ♟️ JaeYong


Capítulos

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11

—Te dije que te mantuvieras lejos de esta habitación— dijo Si Cheng cuando le trajo comida.

Taeyong agarró la bandeja e ignoró sus palabras. En los últimos seis días, desde que Yoon Oh se había ido, había perfeccionado el arte de ignorar al jefe de seguridad de Yoon Oh. No era difícil. No sabía qué le habría dicho Yoon Oh a Si Cheng, pero últimamente el musculoso rubio apenas se atrevía a mirarlo cuando le traía la comida. Era algo gracioso cuan cuidadosamente Si Cheng evitaba todo contacto visual. Contrastaba muchísimo con la forma en que se había comportado anteriormente: la mirada en los ojos de Si Cheng había provocado que Taeyong se sintiera incómodo cada vez que Si Cheng lo había visitado. Ahora el tipo apenas miraba en su dirección, incluso cuando se irritaba y regañaba a Taeyong por alguna cosa.

—Se enojará si regresa y te encuentra aquí —Si Cheng insistió. Taeyong encogió los hombros.

—Entonces debería haber bloqueado el acceso a la habitación desde mi lado —dijo, encendiendo el televisor y poniéndose cómodo contra las almohadas. La televisión era el principal motivo por el que había estado pasando más tiempo aquí que en su propio cuarto, eligiendo ignorar la desaprobación de Si Cheng cuando lo descubrió por primera vez en el dormitorio de Yoon Oh hace varios días.

Aunque la mayoría de los canales fueran rusos, resultaba un alivio tener algo para alejar su mente de la situación en la que estaba... y el aburrimiento que carcomía sus sentidos.

Taeyong era una persona social. Nunca había sido demasiado bueno para entretenerse por su cuenta, y aquí nada sucedía. En ocasiones veía a los guardias riéndose, bebiendo e intercambiando bromas sucias en el patio trasero. A veces escuchaba sonidos lejanos de canciones y risas de borrachos a través de la puerta. Parecía que con el jefe fuera, los hombres de Yoon Oh se volvían mucho más relajados e indisciplinados. Nunca se comportaban de esa manera cuando Yoon Oh estaba en la casa. Taeyong estaba seguro de que si no estuviera encerrado, podría haberse escapado sin que lo notaran. Podría haberse escapado.

—No se supone que estés aquí —dijo Si Cheng.

Taeyong se sirvió algo de café y lo probó, estudiando a Si Cheng por sobre el borde de la taza. Sabía que Si Cheng lo deseaba; lo había notado desde el primer día. Estaba bastante seguro de que Si Cheng era un homosexual latente. Consideró la idea de utilizar a Si Cheng para escapar, pero la idea de seducirlo le revolvía el estómago. No podría hacerlo. No sólo porque no se sentía atraído por el tipo en lo más mínimo, sino también que se sentía inseguro ante él. A diferencia de Yoon Oh, Si Cheng podía ser violento sin ningún motivo. Taeyong recordaba el brillo sádico en sus ojos mientras Si Cheng miraba cómo sus guardias lo golpeaban.

Debía ser cuidadoso.

—Estoy bastante seguro de que eres tú quien no debería estar aquí —dijo Taeyong con calma— Se supone que deberías traer mi comida e irte. Tu jefe no estaría complacido al saber que estás desobedeciendo sus órdenes. No podría negar que se sintiera bien saber que las órdenes de Yoon Oh lo protegían. Obviamente, Yoon Oh tenía otros motivos para darle esas órdenes pero, aun así, Si Cheng no podía de hecho hacerle nada. Y Ambos lo sabían.

Si Cheng frunció el ceño y salió disparado, murmurando en ruso sobre cuanto Taeyong iba a arrepentirse una vez que Yoon Oh volviera.

Taeyong se mordió el labio. A decir verdad, no estaba demasiado seguro de que Si Cheng estuviera equivocado. Estrictamente hablando, Yoon Oh no le había permitido explícitamente pasar tiempo en su habitación. Yoon Oh simplemente lo había dejado en este cuarto después de...

Suspirando, Taeyong bajó la taza y empezó a hacer zapping por los distintos canales, intentando ignorar el sentimiento de inquietud bajo la piel. El tiempo pasaba tan lentamente. Era miércoles; Yoon Oh no debía regresar hasta mañana, y Taeyong se sentía picado por la impaciencia. Sólo era... que se sentía como atrapado en el limbo, esperando cualquier noticia del mundo exterior. Ya habían pasado casi tres semanas desde su secuestro, y él tenía muchísimas preguntas y ninguna respuesta. Se seguía preguntando qué estaría pasando con su familia y amigos. Estaba preocupado por Xiaojun: su amigo estaba demasiado deprimido para quedarse solo por tanto tiempo. ¿Estaría Xiaojun incluso comiendo? Y seguramente el padre de Taeyong ya debería saber que había sido secuestrado. ¿Ya lo habrían contactado? ¿O a su madre? ¿Habría alguna demanda por su rescate?

Taeyong frunció el ceño. Sin embargo, eso no tendría sentido. Yoon Oh no necesitaba exactamente el dinero. Era asquerosamente rico, su patrimonio oficial lo convertía en uno de los hombres más prósperos en Europa del Este (y Taeyong no tenía dudas de que su patrimonio oficial no estaba ni cerca de su patrimonio real). Pero si no estaba tras el dinero, ¿por qué estaba Taeyong aquí? Seguro, toda la cosa del secuestro podría ser un simple acto de venganza contra su padre, pero Taeyong no había sido herido, así que ¿cuál era el punto? Sí, antes de que llegara Yoon Oh, sus hombres lo habían maltratado un poco, pero Taeyong no creía que fuera por órdenes de Yoon Oh. ¿O lo fue? ¿Estaba Yoon Oh jugando algún elaborado juego mental con él?

Mierda, todo era tan desconcertante y frustrante. Incluso sin tomar en consideración... esa cosa entre Yoon Oh y él que se estaba haciendo difícil de ignorar.

Dos veces. Ya había ocurrido dos veces.

Ni siquiera eran las mamadas lo que molestaba a Taeyong. Era la atracción, la fuerza intrínseca de la misma, la servil intensidad de esa atracción. ¿Cómo debería llamar a la atracción hacia un hombre frío, manipulador y que ni siquiera le gustaba? Un caso de estupidez.

Taeyong se carcajeó en voz alta. Sí, definitivamente. Era tan estúpido. Se había prometido a sí mismo que no volvería a involucrarse con cabrones. Se lo había prometido. Quería conocer a un tipo agradable, enamorarse e iniciar una familia. Una verdadera familia. Un marido. Muchos niños. Una linda y acogedora casa llena de risas, alegría y amor. Xiaojun lo llamó "ingenuo sin esperanzas", pero Taeyong no se avergonzaba de sus sueños. Habiendo crecido con un padre distante y una madre que había vivido lejos por la mayor parte de su vida, Taeyong siempre había anhelado un hogar y una Familia. Ser gay complicó un poquito todo —o mucho, teniendo en cuenta lo homofóbico que es su padre— pero Taeyong se negó a renunciar a su sueño. Era el siglo XXI. En algunos países, los gays podían casarse. También existían formas de tener hijos: adopción, alquiler de vientres. Sus sueños eran alcanzables. Sólo tenía que encontrar un hombre agradable con quien construir una vida... y dejar de engancharse con pendejos.

Taeyong sonrió. Hasta ahora, estaba haciendo un trabajo fantástico. Yoon Oh hacía que todos sus ex novios parecieran santos en comparación. Sus exs sólo eran pendejos; ni siquiera estaban en la misma categoría que Yoon Oh, quien realmente hacía cosas como secuestrar gente... y probablemente cosas mucho peores. Y aun así permitía que el tipo lo tocara y empujara su polla por su garganta cada vez que Yoon Oh quisiera. Carajo, había estado ansiándolo. Era tan vergonzoso, incluso para sus lamentables estándares. Xiaojun lo llamaría idiota y tendría toda la razón.

Suspirando, Taeyong enfocó su atención en la pantalla del televisor. Estaban dando un capítulo de 'Masha y El Oso'. Ya lo había visto anteriormente con su ahijada, Camila, pero por algún motivo, la caricatura era mucho más divertida en ruso, y Taeyong se encontró riéndose ante las estupideces de Masha.

—¿Qué estás haciendo aquí?

La sonrisa de Taeyong se deshizo en su cara.

♟️

Yoon Oh apenas prestó atención al informe de Si Cheng mientras se dirigía hacia su dormitorio. Estaba exhausto luego del vuelo y todo lo que deseaba era su cama.

—Más tarde, Si Cheng —dijo, golpeando el código de acceso en el teclado y abriendo la puerta.

Se congeló ante la vista que le daba la bienvenida.

Taeyong estaba tumbado en su cama, riéndose por algo en la televisión, sus rizos desordenados, hoyuelos enmarcando su boca. Llevaba una camiseta violeta —Yoon Oh ni siquiera sabía que tenía algo de ese color— que se le había subido hasta los muslos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —se escuchó decir Yoon Oh.

Taeyong volteó la cabeza y se lo quedó mirando, su sonrisa se desvaneció.

Antes de que el muchacho pudiera responder, Si Cheng, quien todavía estaba detrás de Yoon Oh, cortó apresuradamente en ruso.

—Mira, le dije al mocoso que se fuera, pero no obedeció. Él...

—Vete —dijo Yoon Oh, con los ojos clavados en Taeyong.

Mordiéndose los labios, el chico se sentó, pero Yoon Oh arrancó.

—Estoy hablando contigo, Si Cheng. Puedes retirarte.

Un instante pasó antes de que Si Cheng asintiera y se retirara.

Yoon Oh entró, dejando cerrar la puerta, la cerradura se trabó.

Estaban solos ahora.

Luego de un momento, Taeyong volvió a mirar la televisión, viéndola con mucho interés... quizás con demasiado interés para que fuera genuino. Yoon Oh siguió su vista y recién entonces notó lo que Taeyong estaba mirando.

—Estás viendo caricaturas —dijo Yoon Oh conciso. Dejó caer su maleta sobre la silla y comenzó a desabotonar su chaqueta, pero su mirada seguía regresando al muchacho que continuaba tirado en su cama. Su camiseta era demasiado grande para Taeyong, dejando su sedoso cuello y clavícula expuestos. Pese al agotamiento de Yoon Oh, su polla se contrajo y empezó a engrosarse. Yoon Oh apretó los dientes irritado, nuevamente, por la reacción de su cuerpo ante este muchacho.

—Me encantan las caricaturas —dijo Taeyong ligeramente. Su mano, notó Yoon Oh, estaba empuñando el edredón.

—Te encantan las caricaturas —dijo Yoon Oh— ¿Realmente eres un niño?

—No sea tan estrecho de mente —dijo Taeyong, manteniendo los ojos en la pantalla— Todos tenemos algo de niño dentro. Amo a niños, y adoro las caricaturas. Pueden enseñarnos valiosas lecciones —sonrió un poquito.

Era jodidamente ridículo. Era imposible que Lee hubiera podido producir a este extraño muchacho.

—Tengo una ahijada —Taeyong voluntariamente rompió el silencio— Me encantaría tener niños propios algún día.

—¿Tú? —Yoon Oh no se molestó en ocultar su diversión.

Taeyong finalmente despegó los ojos de la pantalla para mirarlo.

Un gatito descontento, efectivamente.

—Sí, yo. ¿Qué es tan gracioso?

—Eres un bebé tú mismo —dijo Yoon Oh, mirándolo de pies a cabeza.

—Las apariencias pueden ser engañosas —dijo Taeyong, sonrojándose— Para que sepa, soy genial con los bebés. Siempre fue mi sueño tener una gran familia, tener muchos hijos —dudó antes de añadir— Y un esposo amoroso.

Yoon Oh sintió que sus labios se curvaban con disgusto.

—¿Qué? —dijo Taeyong, levantando la barbilla. Apagó la televisión—¿Cree que hay algo malo en ello? ¿Con ser gay?

—¿Con ser gay? Personalmente, nunca sentí la inclinación, pero no me importa lo que encienda a otra gente. Diferentes gustos —Yoon Oh se aflojó la corbata— Pero ¿no crees que sea antinatural querer una familia con un hombre? —Había algo desagradable sobre la idea de que Taeyong tuviera un "esposo amoroso".

No le gustaba.

Taeyong ladeó la cabeza, su flequillo cayendo sobre sus ojos marrones.

—Entiendo por qué podría sentirse así —dijo, con voz suave— Sé que la homofobia es más prominente en la sociedad rusa que en Inglaterra. Pero está equivocado. También hay evidencia documentada sobre comportamiento homosexual en animales. Entonces, no es algo antinatural. Sólo distinto a la norma.

Los dedos del muchacho seguían apretados.

—No eres tan indiferente al respecto como pretendes —dijo Yoon Oh, desabrochándose la camisa.

—No lo soy —admitió Taeyong con una sonrisa torcida— Ya le he hablado sobre el punto de vista de mi padre. Me esforcé por ser "normal" para hacerlo feliz. Cambié la forma en que visto y la forma en que actúo, pero no pude cambiar lo que deseo, sin importar cuanto intenté que me gustaran las chicas. Y lo intenté. Pero eventualmente, me rendí. Me gustan los hombres. He hecho las paces con ello. Si nací de esta forma, no puede ser algo equivocado o antinatural.

—Entonces, ¿por qué no le dices eso a tu padre?

Taeyong bajó la mirada y se encogió de hombros, su camiseta deslizándose de su hombro.

—Yo... muy bien, sí, me asusta su reacción —mordió el interior de su mejilla— No estoy listo para confesarlo ante él. Supongo que lo averiguará cuando conozca al hombre de mis sueños y decida asentarme.

Yoon Oh se quitó la camisa.

—El hombre de tus sueños —dijo él, sin molestarse en ocultar la burla en su voz— ¿Y quién es ese?

Los dedos de Taeyong apretaron su muslo desnudo, más como un gesto nervioso que cualquier otra cosa. Sus largas pestañas casi tocando la cremosa piel de sus mejillas.

—No lo sé —dijo despacio— Supongo que lo reconoceré cuando lo vea. Obviamente tiene que ser atractivo, y tiene que tener pelotas como para enfrentarse a mi padre. Pero lo primero y principal, es que debe tener un buen corazón y ser agradable. Debe amar a los niños y querer las mismas cosas que yo —Un débil rubor tiñó sus mejillas— Y debe adorarme, por supuesto.

Por supuesto.

Yoon Oh arrojó su camisa en el cesto de la ropa sucia.

Parpadeando, Taeyong alzó la vista. Su mirada barrió el desnudo pecho de Yoon Oh antes de encontrarse con sus ojos. El silencio se extendió, tenso y tangible.

—Se ve... enojado —murmuró Taeyong.

—Nunca me enojo —dijo Yoon Oh. Eso era cierto, hasta cierto punto. No podía recordar la última vez en que exhibió su ira exteriormente. Cualquier emoción fuerte era una debilidad potencial que no podía permitirse exhibir. Se había distanciado de la mayor parte de su familia por un motivo. Estaban más seguros de esa forma. Era más fácil así también para él.

—Ha regresado pronto —dijo Taeyong— ¿Paso algo? ¿Hay alguna novedad? —Sus ojos oscuros eran grandes y hermosos, y sus labios se veían suaves y muy rosados. Era irritante. Todo sobre el muchacho lo irritaba: la forma en que lucía, la forma en que hablaba, la jodida forma en que respiraba.

Yoon Oh sintió su mandíbula tensarse. En unos cuantos pasos largos, cruzó la distancia entre ellos y jaló al muchacho por el cuello de su camiseta.

—¿Crees que eres un invitado aquí? 

Taeyong parpadeó lentamente.

—¿No? —dijo él, con voz todavía irritantemente suave y musical, incluso mientras su respiración se volvía inestable.

—Pareces pensar que tienes derecho a obtener respuestas —dijo Yoon Oh, apenas a pulgadas de distancia— Que te debo alguna explicación.

—Yo —dijo Taeyong, pareciendo algo aturdido. Miró fijamente a Yoon Oh, la expresión en su rostro seria y abierta—..yo sólo quiero saber por qué estoy aquí... qué quiere conmigo. Creo que es justo, ¿no lo cree? 

¿Justo?

—Creo —dijo Yoon Oh, dejando que su voz adquiriera una prepotencia que reservaba para tratar con enemigos a los que tenía intención de aplastar— Creo que he sido demasiado blando contigo.

La manzana de adán de Taeyong se movió. Mordiéndose el labio, sacudió la cabeza.

—¿No? —dijo Yoon Oh, divertido a pesar de sí mismo.

Con un hoyuelo apareciendo en su mejilla, el chico volvió a sacudir la cabeza, sus rizos enmarcando su cara en forma de corazón, como un halo. No era entrañable. Para nada.

Bastante molesto, Yoon Oh enterró los dedos de su mano libre en la cadera de Taeyong. Taeyong inhaló entrecortadamente, sus pupilas ampliándose mucho.

—Para un niño—hada que sueña con hombres amables y sensibleros romances, de seguro que te gusta áspero —dijo Yoon Oh.

Taeyong se sonrojó.

—Para un hombre homofóbico, de seguro que le gusta manosearme. ¿Está seguro de que no es un "hada" también?

Cuando tocaba a este muchacho, no estaba seguro de una mierda.

Yoon Oh dijo con ligeramente.

—¿Se supone que eso me ofendería? Además, si te dejo chuparme la polla de vez en cuando, no significa que esté interesado en los tipos. Tienes labios de chupa—pollas. Eso es todo.

Algo se rompió en la expresión de Taeyong, la expresión en sus ojos se volvió frágil y herida. La inquietud retorció lentamente el estómago de Yoon Oh. Eso sólo lo enojaba más. La puta madre. Nunca le importó lastimar a la gente, mucho menos herir los sentimientos de la gente.

—Bien —dijo Taeyong, apartando la mirada— Lo suficientemente justo. Ya me lo han dicho antes.

Los labios de Yoon Oh se apretaron.

—Déjeme ir, por favor —dijo Taeyong suavemente, todavía sin mirarlo— Lo entiendo: no soy más que un peón para usted y no debería esperar ser tratado como una persona. Lo entiendo. Ya lo entendí...

Yoon Oh tomó su cabeza y lo besó, derramando su ira en un beso hambriento.

Maldición. Así no es como se suponía que debería ser. Sí, tenía plena intención de joder la mente de Taeyong, volverlo necesitado y dependiente de él. Ya medio había condicionado al muchacho a desear la atención de Yoon Oh, sus besos y su polla. Tenía toda la intención de besar al muchacho en algún momento luego de regresar —días después— después de hacer que Taeyong se cuestionara y recuestionara a sí mismo.

No se suponía que debería estar lamiendo con su lengua la boca del chico apenas regresara. No se suponía que debería pensar en la boca y piel de Taeyong durante sus reuniones de negocios. Y seguro como la mierda que no se suponía que se apresurara a regresar del aeropuerto como un adolescente hormonal, impaciente por poner sus manos en el muchacho.

Taeyong permaneció rígido por, exactamente, cuatro segundos antes de volverse deliciosamente dócil contra su pecho y empezar a chupar la lengua de Yoon Oh con gemidos ahogados que repercutían directamente en la polla de Yoon Oh. La capacidad de respuesta de Taeyong iba más allá de lo excitante, acabando todas sus reservas y volviéndolo codicioso y voraz. Quería jodidamente destruir a este muchacho ridículo, con sus irritantes hoyuelos y sus ridículos labios, con sus sonrisas suaves y su voz mansa, con sus tontos y cursis sueños. Quería romperlo, desarmarlo y ponerle un collar con...

Respirando con dificultad, Yoon Oh apartó su boca arrojando a Taeyong de espaldas en la cama.

Qué carajos.

Tomó algunas respiraciones profundas antes de finalmente mirar a Taeyong. Estaba recostado, jadeando, en la cama de Yoon Oh, sus labios húmedos e hinchados, con los ojos brillantes por el deseo, su polla haciendo una tienda de campaña con la tela de su camiseta. Esto último debería haberlo enfriado, pero tuvo el efecto contrario.

Quiero follarlo.

La intensidad de ese deseo era asombrosa. Le había dicho la verdad a Taeyong: aunque no se consideraba a sí mismo un homófobo acérrimo, Yoon Oh nunca antes pudo comprender el atractivo de los hombres. Los pechos peludos y planos simplemente no lo atraían. Incluso follarse la boca de un hombre era una cosa —una boca húmeda realmente no era más que una boca húmeda— pero implicarse en tener sexo anal con un hombre era un asunto totalmente distinto. Nunca creyó que lo desearía.

Y aun así, al bajar la mirada hacia el joven que estaba recostado en su cama, ruborizado, hermoso y excitado, todo lo que Yoon Oh quería era treparse encima de él, abrir sus piernas, embestir su polla dentro, y follarlo por horas. Por días.

No sabía que estaría manifestando su rostro, pero Taeyong soltó una risa que sonó más como un gemido.

—Ni modo. Olvídelo —dijo con voz ronca, con una mirada oscura y profunda— Ya no me dejo follar por idiotas heterosexuales.

Yoon Oh recuperó una botella de lubricante y condones del cajón de la mesita. Le pasó la botella a Taeyong.

—Ya sabes qué hacer.

El muchacho abrió y cerró la boca antes de mirarlo airadamente. Sus miradas eran efectivamente como las de un gatito, era encantador. Yoon Oh quería enterrar su polla en cada uno de sus agujeros.

—No quiero esto —susurró Taeyong— Si lo quiere, deberá obligarme.

Yoon Oh abrió el botón de su cremallera.

—No estoy de humor para jugar ese juego esta noche —Su mirada vagaba por las piernas suaves de Taeyong, su polla le dolía al imaginárselas enroscadas en su cintura— Dejemos la mierda de lado, ¿sí? Quiero follarte. Tú quieres que te folle, pese a que no soy el hombre amable con el que quieres tener bebitos —Se burló de eso, cada vez más irritado— Prepárate tú mismo —dijo. Podría hacerlo él mismo, pero cuanto menos tocara al muchacho, mejor. Tocarlo era jodidamente adictivo, y el único vicio que se permitía era la nicotina.

Taeyong se lamió los labios.

—¿Y si no lo hago?

—Te vas a tu habitación, y encontraré una mujer agradable y dispuesta que ocupe tu lugar —dijo Yoon Oh, encogiendo los hombros y bajando su cremallera— No hay diferencia para mí —Era una mentira. No deseaba un agujero que follar. Quería follarse a este chico, sentirlo deshacerse debajo suyo, con su polla.

Pasó un latido y luego otro.

Cuando Taeyong se estiró para alcanzar el lubricante, el cuerpo de Yoon Oh se tensó, la sangre corriendo hacia su polla. Apartó la vista y continuó desnudándose, manteniendo sus movimientos sin prisa. No demostraría impaciencia. Ya había cometido suficientes errores. Follarse al hijo de Lee esta noche no estaba en sus planes. Follarlo no estaba en sus planes, punto final.

Sólo cuando estuvo completamente desnudo, se puso un condón y se permitió volver a mirar a Taeyong.

Mierda.

La camiseta de Taeyong se le había subido hasta el pecho, revelando la piel cremosa de su estómago, su polla dura, sus muslos esculturales y fuertes, y unas piernas delgadas, en forma, que eran sorprendentemente largas para su altura. Su rosado agujero brillaba por el lubricante, tomando tres dedos con facilidad. Era un espectáculo para contemplar: todo sonrojado y bonito, un ángel inocente y una puta.

Unos ojos oscuros y vidriosos encontraron los suyos. Taeyong se mordió el labio inferior y empezó a mover sus dedos más duro y profundo, mirando hacia Yoon Oh por debajo de sus pestañas y jadeando.

—Para —dijo Yoon Oh, lubricándose la polla. Sus bolas ya le dolían y el sudor empapaba su frente— Dedos fuera.

Taeyong retiró los dedos y suspiró, retorciéndose, con su agujero pulsando en derredor a la nada. Miraba fijamente la gruesa erección de Yoon Oh con lo que sólo podría describirse como hambre, con sus pupilas dilatadas.

—Quítate la camiseta. Sobre manos y rodillas, ahora —dijo Yoon Oh, apretando la base de su polla. No era realmente lo que quería. Deseaba follarse al chico recostado de espaldas, sosteniendo sus muñecas y besando su bonita boca. Quería ver cada una de sus reacciones y poder ver su rostro cuando acabara. Por eso es que no debía hacerlo. Cuanto menos personal fuera, mejor.

Taeyong se puso a gatas y arqueó su espalda desnuda, con su culito respingón levantado. Jodido infierno.

Yoon Oh se arrodilló detrás de él y aferró sus caderas, observando la lechosa piel enrojecerse bajo sus dedos. Todavía podía parar. Estaba a punto de follar a un hombre. Estaba a punto de enterrar su polla en el culo de otro hombre.

No quería parar.

—Esta es una terrible idea —susurró Taeyong, con voz temblorosa.

—Lo es —estuvo de acuerdo Yoon Oh antes de lentamente empujar su polla dentro.

Ambos gruñeron, Yoon Oh apretando los dientes mientras una estrechez increíble envolvía su polla. El impulso de moverse, el impulso de tomarlo, era irresistible.

No se movió. Se quedó quieto, con sudor goteando de su frente.

Taeyong gimoteó, sonando aturdido.

—Muévete —susurró, retorciéndose— Por favor.

—No —dijo Yoon Oh— Si quieres ser follado, tendrás que trabajar por ello.

—No entiendo —dijo Taeyong, sonando frustrado mientras movía sus caderas impacientemente.

Yoon Oh largó una ronca carcajada y se retiró hasta que solo la punta permaneció dentro, sus ojos atrapados por el punto en que sus cuerpos estaban unidos. Su polla parecía obscenamente enorme y rojiza entre las pálidas mejillas del muchacho— Fóllate a ti mismo con mi polla, kotyonok (Gatito). Toma lo que necesitas.

Taeyong hizo un ruidito gutural. Se preparó a sí mismo, aspirando aire contra la almohada, y luego golpeó sus caderas hacia atrás.

Yoon Oh siseó, pero permaneció quieto, viendo a Taeyong follarse como le gustaba. No buscó un ángulo con sus caderas en lo absoluto, dejándole a Taeyong girar y retorcerse para golpear su punto dulce. Pronto, Taeyong estaba empalándose en su polla con intensidad febril, fijando un ritmo brutal para ambos que hacía golpear la cabecera de la cama contra la pared mientras se balanceaba sobre la polla de Yoon Oh una y otra vez, jadeando y lloriqueando.

Yoon Oh apretó los dientes. Podía ver que el muchacho se estaba cansando, su respiración cada vez más difícil, sus brazos y muslos temblando por el esfuerzo. Le tomó todo su autocontrol no empujar sus caderas más profundamente dentro de ese calor apretado.

—Por favor —dijo Taeyong, casi sollozando mientras sus brazos se rendían— Por favor.

Yoon Oh se inclinó, de forma en que su pecho estaba presionando contra la espalda de Taeyong, por lo que estaba cubriéndolo completamente, y luego embistió con sus caderas hacia el frente. Taeyong dejó escapar un sonido feliz y se relajó mientras Yoon Oh se hacía cargo, golpeando en él y moliéndolo contra el colchón con cada golpe.

—Oh Dios —Taeyong no era muy ruidoso, pero dejaba escapar una cadena casi constante de gemidos mientras Yoon Oh mecía sus caderas en su contra sin piedad, amando la visión de su polla desapareciendo en el estirado agujero de Taeyong.

—¿Disfrutando? —gruñó Yoon Oh, con su boca en la nuca del muchacho. Le gustaba cuan pequeño era Taeyong, su cuerpo fácilmente accesible en todas partes— Mírate, siendo follado por el hombre que te secuestró, y disfrutándolo —mordió el lóbulo de la oreja del muchacho— Una cosita tan cachonda. ¿No es así, suchka (Perra)? —deslizó su polla hacia fuera y se enterró de golpe nuevamente.

Taeyong gimió, enterrando la cara en la almohada y levantando más alto el trasero.

—Sí —murmuró— No pares.

Yoon Oh no se detuvo. No estaba seguro de poder hacerlo si quisiera, todos sus sentidos centrados en el apretado agujero del muchacho en torno a su palpitante polla, y en los gemidos y gruñidos lascivos de Taeyong. El muchacho era una verdadera puta deseosa de su polla; realmente lo excitaba ser follado ásperamente, sus gemidos aumentando con cada embestida, con cada oportunidad en que Yoon Oh lo llamaba algo despectivo. Que cosita tan pervertida.

Aletargado, Yoon Oh se preguntó si su gente podría escuchar los gemidos de Taeyong, si podrían imaginarse que su jefe estaba follándose al prisionero. Que oigan. Quería que oigan. Quería que todos supieran lo mucho que el chico estaba disfrutando ser empalado en su polla.

—Por favor... por favor —gruñó Taeyong entre gemidos mientras Yoon Oh mantenía un ritmo inexorable— Tócame. Lo necesito.

Deslizandosu mano bajo Taeyong, Yoon Oh la envolvió en su polla y dio unos cuantosjalones, embistiendo fuerte dentro de él. Taeyong gritó y se corrió, con suagujero apretando la polla de Yoon Oh. Tembló por un largo rato, aturdido y bienfollado, y Yoon Oh lo folló más a través de su orgasmo, persiguiendo el propio,con bajos gruñidos escapando de su garganta. Taeyong estaba deshuesado debajo de él, jadeando mientras la polla de Yoon Oh pistoneaba en él. Casi allí...

Enterrando el rostro en los húmedos rizos de Taeyong, Yoon Oh le mordió la nuca y empujó unas cuantas veces más, gimiendo cuando se corrió dentro del condón.

Permaneció inmóvil sobre el delgado cuerpo por un largo rato, normalizando su agitada respiración.

Finalmente, se retiró, rodó y se arrojó sobre su espalda, con el pecho agitado. Ató el condón y lo tiró hacia el cesto de basura. Taeyong se movió junto a él y se enterró a un costado de Yoon Oh, presionando su mejilla contra sus bíceps.

Yoon Oh se tensó.

Volteó la cabeza. Taeyong tenía los ojos entrecerrados, la cara todavía enrojecida, sus rizos morados oscurecidos por el sudor, el atisbo de una sonrisa en sus gruesos labios. Yoon Oh apenas podía creer que este fuera el mismo muchacho que se excitaba por ser avergonzado como una puta. Parecía un gatito soñoliento y satisfecho. Se lo veía saciado y feliz.

Yoon Oh quería alejarlo.

No lo hizo, por supuesto. Esto era bueno. Era excelente, en realidad. Significaba que no había arruinado totalmente sus planes. Yoon Oh podría soportar algunos acurrucamientos post— coitales si era lo que el muchacho necesitaba.

—Eres un buen compañero de cama —dijo Taeyong soñoliento, jugueteando con sus dedos en el escaso pelo oscuro del pecho de Yoon Oh— Para ser un cabrón homófobo heterosexual.

Yoon Oh enterró su mano en el cabello de Taeyong.

—¿Y a cuántos cabrones homófobos heterosexuales te has follado?

—No eres el primero —masculló Taeyong, apoyándose en su toque. Yoon Oh jaló uno de sus rizos.

—¿Qué?— murmuró Taeyong, mirándolo. Su mirada todavía era vidriosa y suave— ¿Piensa que es el primer tipo heterosexual corrompido por mis labios de chupa—pollas? —Taeyong sonrió, pero había un borde en ello.

Alguien lo había herido en el pasado.

—¿Corrompido? —preguntó Yoon Oh— Soy un hombre adulto, cariño. Soy completamente responsable de mis acciones. Una boca bonita no alcanza para forzarme a nada si no se lo permito.

Taeyong lo miró algo confundido.

—Te follé porque quería hacerlo —aclaró Yoon Oh, mirándolo a los ojos— Tan simple como eso. Cualquiera que diga lo contrario es un cobarde débil.

Taeyong se rio entre dientes.

—Por favor, deje de hablar así. Usted es el villano. No se aparte del guion.

—Incluso a los villanos se les permite tener algunos episodios semi—redentores.

—No a usted —dijo Taeyong, sonriendo soñoliento— Se supone que sea un completo gilipollas todo el tiempo.

—¿Sí? —dijo Yoon Oh, observando el profundo hoyuelo en la mejilla del chico.

—Sí —dijo Taeyong solemnemente antes de bostezar— Creo que voy a dormir aquí —murmuró, cerrando los ojos.

—¿De verdad? —dijo Yoon Oh, viéndolo con incredulidad. Nadie se autoinvitaba casualmente a su cama. La gente sabía que no sería bienvenido.

—Si quiere que me vaya, tendrá que cargarme hasta mi habitación —murmuró Taeyong— Mis piernas siempre se sienten como gelatina luego de un buen revolcón. Así que es su culpa.

—¿Ya no me tienes miedo? —dijo Yoon Oh, sintiéndose más divertido que molesto, para su propia sorpresa.

Taeyong abrió los ojos y lo miró con seriedad.

—Me asusta, a veces —dijo, con voz tranquila— Sé que no es una buena persona. Sé que es capaz de hacer cosas horribles. Pero físicamente, me siento seguro... ahora mismo. Podría cambiar, sin embargo —sonrió un poco— No soy tan ingenuo como para creer que no me haría daño si creyera que eso lo beneficiaría.

Yoon Oh lo miró fijamente. El muchacho lo sorprendió. No se equivocaba: Yoon Oh no tenía interés en dañarlo. No en este momento.

—Puedes quedarte —dijo finalmente.

Asintiendo con la cabeza, Taeyong colocó un brazo sobre el pecho de Yoon Oh y se acurrucó más cerca.

—Me encantan los abrazos —dijo, bostezando— No lo tome personal. Toda la gente que me follo sabe que es algo que deberán soportar después. Soy el peor monstruo abrazador que conocerá jamás —cerró los ojos— Buenas noches.

—Buenas noches, monstruo abrazador —dijo Yoon Oh con ironía y estiró la mano para apagar la luz, dejando encendida sólo la lámpara de noche.

Respiró monótonamente por un rato, intentando distanciarse del cálido cuerpo masculino presionado en su costado, de los suaves rizos en que sus dedos seguían enredados.

Acababa de tener sexo con un hombre.

Yoon Oh esperó, pero el sentimiento de malestar que medio— esperaba sentir nunca llegó. El sexo había sido bueno. Más que bueno.

Sacudiéndose esa idea, se concentró en sus planes. El chico era casi suyo.

Casi.

Volteando la cabeza, Yoon Oh miró a Taeyong. Estaba durmiendo como un bebé, estúpidamente inconsciente del monstruo contra el que estaba acurrucado.

12

Taeyong no podía respirar.

O mejor dicho, podía, pero cada respiración requería muchísimo esfuerzo, porque su rostro estaba enterrado en la almohada y él estaba aplastado debajo de algo grande y pesado.

Antes de que el pánico se asentara en su soñolienta mente, un aroma familiar golpeó sus fosas nasales. Yoon Oh. Por supuesto que era él.

Taeyong expiró aliviado y casi se echó a reír. Todo este tema era algo bizarro. Alivio es lo último que debería sentir en esta situación. No podía ser tan estúpido como para pensar que estaba a salvo con este hombre, sin importar el fantástico sexo que habían tenido anoche.

Pensar en la noche anterior ciertamente no ayudaba con su erección matutina. Tampoco lo ayudaba que la barba de Yoon Oh raspara la piel sensible de su mejilla cada vez que respiraba. ¿Y eso era...? Sí, esa larga dureza presionada en su trasero era inconfundible.

Mordiéndose el labio, Taeyong escuchó con atención. Yoon Oh todavía estaba dormido, su respiración era lenta y pareja. Estaba estirado sobre Taeyong, pesado y firme en las partes correctas. Su cuerpo era musculoso, el cuerpo de un hombre en su cúspide, nada parecido a los cuerpos de los tipos de su misma edad con los que Taeyong generalmente se acostaba.

Dios, todo era tan injusto. Taeyong siempre había tenido debilidad por los hombres mayores y en forma, idiotas, figuras de autoridad, hombres que parecían poder aplastarte sin siquiera sudar —y Yoon Oh representaba todas esas cosas. Era como si Yoon Oh fuera la mezcla perfecta de todas las cosas malas que no deberían atraer a Taeyong, pero lo hacían.

No debería haber dejado que Yoon Oh lo follara. Debería haberse alejado cuando Yoon Oh le dio la oportunidad; Taeyong lo sabía. Sólo que no había querido pasar otra noche escuchando los gemidos de alguna tipa. Era él quien había provocado esa erección en Yoon Oh. Era suya.

Genial. Al parecer ahora se estaba volviendo posesivo con la erección del tipo. Lo cual no era, para nada, descabellado.

Taeyong se retorció un poco, intentando sacudirse a Yoon Oh y salir de la cama, pero era inútil. No sólo no lo había logrado, sino que tanto retorcerse sólo lo excitó, y Taeyong se encontraba sonrojado y jadeante debajo del cuerpo de Yoon Oh, inseguro ahora de querer levantarse o no. Olvidemos eso, seguro que quería hacerlo —apenas podía respirar y se sentía pegajoso por dentro y por fuera— pero su estúpido cuerpo traidor estaba perfectamente feliz de quedarse donde estaba, debajo del hombre que lo tenía secuestrado por Dios—sabrá—qué motivos.

Se retorció otra vez sin demasiado entusiasmo y su aliento quedó atrapado en su garganta cuando la erección de Yoon Oh asomó entre sus mejillas, atrapada al límite de su agujero.

Yoon Oh gruñó y se tensó contra él, su respiración ya no era estable. Unos dientes rasparon el cuello de Taeyong.

Hochu yobnut tebya, kudryashka (Quierofollarte, Ricitos) —dijo Yoon Oh en ruso, con su voz todavía ronca por el sueño— Hochu trahnut tebya bez rezinki (Quierojoderte sin condón).

Taeyong se estremeció. No había entendido todo lo que había dicho Yoon Oh, pero la idea general era bastante clara: Yoon Oh quería follarlo sin condón, y había usado algunas de las palabras sucias rusas para decir "follar". No fue las palabras lo que lo sorprendió; fue el hecho de que Taeyong lo quisiera también, y eso lo agitó profundamente. El sexo sin condón era la más profunda forma de intimidad, algo que requería una total confianza en la pareja. Taeyong nunca dejó que nadie lo follara sin uno. Desearlo con este hombre era una locura. ¿Estaba loco?

Profundamente incómodo, Taeyong murmuró.

—Me estás aplastando.

Luego de un momento, Yoon Oh rodó apartándose y se puso de lado, apoyándose en un codo.

Respirando, Taeyong volteó la cabeza hacia él. Yoon Oh lo observaba atentamente, sus ojos azules todavía algo desenfocados por el sueño, barba oscura enmarcando su mandíbula cuadrada. Taeyong se preguntaba cómo se sentiría esa barba contra sus muslos.

—Ni siquiera lo piense —dijo, tratando de no comerse con su mirada los anchos hombros y el pecho muscular de Yoon Oh— No dejaré que me folle sin condón. Nunca se lo permití a nadie.

La comisura de la boca de Yoon Oh se torció.

—¿Ese es un honor reservado para tu "hombre agradable"?

Allí definitivamente había un borde burlón cuando había dicho la palabra "agradable".

Taeyong frunció el ceño.

—Puede que sí, o puede que no. Pero un hombre que toma a una mujer distinta cada noche, definitivamente no consigue hacerlo.

El bastardo de hecho sonrió.

—Eres lindo cuando te pones celoso —Antes de que pudiera decirle cuan ridículo era, Yoon Oh se inclinó y lamió la comisura de los labios de Taeyong— Ve a lavarte los dientes. Quiero besar tu bonita boca.

—Su aliento mañanero tampoco huele exactamente a rosas — Taeyong se quejó, aunque el aliento mañanero de Yoon Oh estaba bien.

—Los villanos tienen ciertas libertades —dijo Yoon Oh, con el rostro serio— Está escrito en "Cómo Ser un Villano para Principiantes." última edición.

Taeyong no pudo contener una risita.

Yoon Oh se lo quedó viendo con una expresión extraña.

—Tienes treinta segundos para cepillarte los dientes, Ricitos.

Luego vas a regresar, chuparme la lengua y sentarte en mi polla.

Fue más que vergonzoso cuan rápidamente Taeyong rodó fuera de la cama y se dirigió directamente al baño.

Por lo menos, Taeyong se consoló después, tuvo la suficiente fuerza de voluntad como para insistir en un condón.

Era un pequeño consuelo.

13

—Recuérdale a Sergei que selle el trato con Gazprom cuanto antes —dijo Yoon Oh, sin levantar la vista de su computadora— Espero un informe detallado a fin de mes. ¿Alguna noticia de Seulgi?

Si Cheng dudó, preguntándose si debía decirle a Yoon Oh lo sorprendida que estuvo Seulgi por su ausencia en las negociaciones. Usualmente, Yoon Oh era bastante adicto al control.

Pero entonces otra vez, nada era jodidamente normal por aquí últimamente.

—Está haciendo todo lo que puede —respondió Si Cheng, decidiendo no hacerlo. El humor de Yoon Oh podía ser impredecible— Ella dijo que las negociaciones van razonablemente bien.

Yoon Oh tarareó.

—¿Algo más?

—Recibimos a algunos investigadores del Servicio Secreto de Inteligencia Británico.

Yoon Oh levantó la mirada.

—¿Otra vez?

Si Cheng asintió, frunciendo el ceño.

—No parecen sospechar nada —no tienen nada que nos incrimine— pero están solicitando una reunión contigo. Por lo que dicen, hace un mes, fuiste la última persona con la que Lee Taeyong se reunió antes de su desaparición.

—Ya le he dicho todo lo que sé a la policía rusa —dijo Yoon Oh, aplastándolo con una mirada inexpresiva— El SIS puede preguntarles. ¿Por qué me molestas con esto?

Si Cheng frunció los labios.

—¿No crees que deberías acordar una reunión con ellos? ¿Para disipar cualquier sospecha?

—Soy CEO en múltiples corporaciones de todo el mundo —dijo Yoon Oh lentamente, como si estuviera hablándole a un niño pequeño— Mis citas son reservadas con meses de antelación. Sería demasiado sospechoso si conviniera a una solicitud extraoficial, considerando que, supuestamente, apenas conozco a la persona desaparecida y pasé un total de cinco minutos en su compañía. Tengo una coartada a prueba de balas.

—Sí, pero... quizás Lee les ha dicho sobre el coraje entre ustedes —dijo Si Cheng— Si lo hizo, ellos sabrían que tienes un motivo.

—Lee Sooman perdería mucho más que yo, si hablara — dijo Yoon Oh antes de regresar su mirada a la computadora— Puedes irte.

Cuando Si Cheng no se movió, Yoon Oh alzó la vista nuevamente.

—¿Algo más?

Si Cheng se mordió el interior de la mejilla.

—No tengo todo el día, Si Cheng —dijo Yoon Oh.

—Ha pasado más de un mes desde que tenemos al muchacho—dijo Si Cheng, con voz entrecortada—Y aún no lo has utilizado.

Yoon Oh clavó sus pálidos ojos en él.

Si Cheng tragó, recordándose que él era lo más parecido que Yoon Oh tenía a un amigo desde la muerte de Misha.

—¿Me estás pidiendo que te explique mis motivos? —Yoon Oh dijo por fin, en un tono bajo y aparentemente casual.

Si Cheng lo conocía mejor.

—No, para nada —dijo rápidamente— Es sólo que... estoy preocupado. Cuanto más lo mantengamos aquí, será un mayor riesgo de seguridad. Al menos déjame moverlo a una posición más alejada y segura... Quizás a la casa de seguridad cerca de Omsk. O...

—No.

Si Cheng esperó, pero cuando no hubo ninguna explicación adicional, apretó los dientes. No era que pensara que tenía derecho a conocer todos los proyectos de Yoon Oh, pero esta cuestión era en realidad su trabajo. Se suponía que fuera informado sobre cualquier riesgo potencial a la seguridad, y el muchacho que actualmente estaba encerrado en la habitación de Yoon Oh sería un mayor riesgo de seguridad cuanto más se quedara en la casa, apenas en las afueras de San Petersburgo. Mientras que Si Cheng confiaba en la lealtad de sus hombres, él no se engañaba a sí mismo pensando que las traiciones eran imposibles.

—Pero —intentó de nuevo— El muchacho... Yoon Oh se lo quedó mirando.

—El muchacho no es asunto tuyo. Puedes irte. Asintiendo con fuerza, Si Cheng salió de la habitación.

Una vez de regreso en el centro de control, se sentó en su silla y miró fijamente a los monitores de vigilancia.

Luego de un momento, tecleó el código de acceso en el teclado, y emergieron las imágenes de la cámara de seguridad en la habitación del muchacho Lee.

El chico estaba tumbado en la cama, leyendo un libro. Si Cheng frunció el ceño; no pensó que hubieran libros en aquella habitación.

Se quedó mirando la pantalla un poco más, desconcertado por lo cómodo que se veía el chico, para alguien que estaba cautivo.

Si Cheng estaba a punto de apagar la pantalla de seguridad cuando el chico de repente levantó la vista del libro, mirando hacia la puerta.

Yoon Oh entró en el cuarto y dijo algo. No había audio, por lo que Si Cheng sólo podía adivinar lo que le estaría diciendo. Taeyong le respondió y, frunciendo los labios, regresó su mirada al libro. Descartando su chaqueta, Yoon Oh se acercó a la cama y levantó la cabeza del muchacho. El mocoso de Lee lo miró fijo, con los labios haciendo pucheros.

La mandíbula de Si Cheng se desencajó cuando el muchacho prácticamente saltó sobre Yoon Oh y lo besó, enroscando sus piernas en la cintura de Yoon Oh.

Así que el muchacho era un homo. Ahora tenía sentido por qué Si Cheng se sentía raro en torno a él.

Burlándose, Si Cheng esperó a que Yoon Oh empujara al maricón y le metiera un puñetazo en la boca.

Excepto que Yoon Oh le devolvió el beso, afirmando sus manos en el trasero de Taeyong.

Qué carajo.

Que jodido carajo.

Cuando Yoon Oh tiró al chico sobre el colchón y se trepó sobre él, Si Cheng apagó la transmisión y se quedó mirando la pantalla en negro.

Sabía que algo estaba ocurriendo cuando Yoon Oh dejó de follarse cualquier tía, pero nunca habría adivinado esto luego del regaño que había recibido de Yoon Oh por estar algo distraído por ese maricón.

Maldito hipócrita, Si Cheng pensó sombríamente, con una sensación apretada enroscándose en la boca de su estómago.

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SIS: Servicio Secreto de Inteligencia Británico.

14

Un mes después.

Frotando su cara contra el pelo del ancho pecho de Yoon Oh, Taeyong se preguntaba cómo era posible sentirse tan bien con un hombre que era la definición de "tipo equivocado".

Era algo escalofriante cuan sexualmente compatible era con Yoon Oh. No era como si las experiencias sexuales previas de Taeyong fueran malas —lejos de ello— pero esto era algo más. Este era el tipo de atracción que lo hacía sentir drogado cuando Yoon Oh lo tocaba, y hambriento de sexo cuando Yoon Oh no lo hacía. Era embriagador. Era aterrador. Era aterrador lo bien que Yoon Oh podía leer su cuerpo y tocarlo como a un instrumento: era mandón cuando Taeyong deseaba ser poseído y mandoneado, era gentil y comprensivo cuando Taeyong necesitaba abrazos y acurrucamientos, y era deliciosamente cruel y atemorizante cuando Taeyong estaba de humor para fingir que no lo deseaba (con Yoon Oh, siempre lo deseaba).

La parte más aterradora era, que iba en ambas direcciones. Taeyong estaba perfectamente en sintonía con Yoon Oh. Cuando Yoon Oh estaba en un humor oscuro, Taeyong se encontraba volviéndose maleable y extremadamente sumiso, dejando a Yoon Oh marcarlo y sacar su frustración sobre él —y excitándose con ello. Se excitaba complaciendo a Yoon Oh, lo cual era... sí, probablemente una jodida.

La parte más jodida era, que ni siquiera podría decir que se estuviera aprovechado de él o mintiéndole de ningún modo. Yoon Oh no pretendía ser nada que no fuera. Taeyong no empezó a pensar repentinamente que Yoon Oh podría ser un buen tipo incomprendido. Yoon Oh no era un buen hombre; Taeyong era perfectamente consciente de ello, y sin embargo, eso no cambió para nada su insana atracción por él.

—Eres malvado —murmuró contra el pecho de Yoon Oh— ¿Cómo me has convertido en un ninfómano?

Sintió más que oír la risa de Yoon Oh.

—No es mi culpa que seas una mierdita pervertida, kudryashka.

—¿Qué significa eso? —murmuró Taeyong, sin molestarse en negar la pequeña de mierdita pervertida— No conozco esa palabra — Sonaba como un mote cariñoso. Taeyong esperaba que no fuera un mote cariñoso. La tendencia de Yoon Oh a utilizar apelativos cariñosos que no sentía no era para nada entrañable.

Yoon Oh jaló su pelo.

—Significa "Ricitos." O algo suficientemente parecido. Estupendo. Así que otro cariño fingido.

—Estoy empezando a pensar que tienes algo con mi pelo —dijo Taeyong.

—¿Qué te dio esa idea? —dijo Yoon Oh, pasando su mano por entre los rizos.

Cayeron en un silencio que no debería haber sido tan cómodo.

—¿Alguna vez has matado a alguien? —murmuró Taeyong, arrastrando los dedos por el musculoso brazo de Yoon Oh.

—Lo he hecho —respondió Yoon Oh.

Un escalofrío recorrió la espina de Taeyong. La respuesta de Yoon Oh no lo sorprendió en sí misma —habría estado más sorprendido si la respuesta fuera negativa— pero la calma con la que Yoon Oh hablaba de ello era jodidamente escalofriante.

Taeyong miró el tatuaje en el brazo de Yoon Oh, una única palabra en ruso: "Помни." Significaba "Recuerda". Taeyong no sabía la historia detrás del tatuaje, pero le parecía un buen consejo: nunca debía olvidar de lo que era capaz este hombre.

—¿Quieres decir personalmente o dando una orden? —dijo Taeyong.

—¿Hay alguna diferencia? —dijo Yoon Oh, con voz muy seca— Un asesinato es un asesinato, sin importar qué manos lo perpetúen. Pero para responder a tu pregunta: ambos.

Taeyong trazó la mano de Yoon Oh con sus dedos. Una mano que mató a alguien. Una mano que podría reducirlo a un tembloroso cuerpo y aturdido con un mínimo toque.

—¿Es difícil? —preguntó Taeyong— ¿Terminar con la vida de alguien?

—A veces —dijo Yoon Oh después de un momento— Pero la mayor parte de la gente que maté era escoria, así que no perdí el sueño por ello. Además, trabajaba para el FSB en ese momento, por lo que las muertes fueron perfectamente legales —Por algún motivo, su tono casi sonó mordaz en la palabra "legales".

—¿FSB? —preguntó Taeyong.

—El Servicio Federal de Seguridad —aclaró Yoon Oh.

—¿El sucesor de la KGB? —preguntó Taeyong.

—Sí.

Taeyong frunció el ceño, tratando de recordar todo lo que sabía sobre las agencias militares rusas.

—¿No estuvo muy implicado el presidente ruso con el FSB hace como diez años? ¿De ahí conoces al Presidente? —preguntó Taeyong.

—Entre otras cosas —respondió Yoon Oh antes de murmurar—Liubopytnoi Varvare...

Taeyong lo miró.

—¿Qué?

—Un viejo proverbio ruso —dijo Yoon Oh, con sus ojos azules brillantes de diversión— Básicamente significa lo mismo que "la curiosidad mató al gato". Un proverbio muy sabio, ¿no crees?

—¿Me estás amenazando? —dijo Taeyong con una sonrisa.

Los ojos de Yoon Oh se detuvieron en su sonriente boca por un segundo.

—No en este momento.

Taeyong cruzó las manos sobre el amplio pecho de Yoon Oh y apoyó la barbilla sobre ellas.

—¿Eres algún tipo de jefe de la mafia o algo así?

Echando la cabeza hacia atrás, Yoon Oh lanzó una carcajada.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Taeyong, echándole una mirada ofendida— ¿Vas a negar que seas el jefe de una organización criminal? Eso es básicamente lo que es la mafia.

Yoon Oh todavía lucía divertido.

—No pienso sobre mí en esos términos. Gano dinero, soy muy bueno en ganar dinero, y a veces, la forma en que gano el dinero no es legal. Cuanto más dinero tienes, más poderoso e influyente eres y obtienes más enemigos. Cuantos más enemigos tengas, más despiadado y cuidadoso debes ser. De lo contrario, algunas personas podrían hacerse ideas equivocadas.

Taeyong frunció el ceño, considerándolo.

—Nunca lo había pensado así —miró hacia Yoon Oh— ¿No te agotas? —preguntó en voz baja— ¿No es solitario? ¿Para qué necesitas tanto dinero de todas formas?

Yoon Oh le dirigió una mirada ilegible. Frotó sus nudillos contra la mejilla de Taeyong.

—¿Estás seguro de que eres el hijo de Lee Sooman, bebé?

Taeyong se sintió sonrojar. No estaba seguro del por qué. Ni siquiera era el apodo más ridículo que Yoon Oh lo hubiera llamado.

—¿Estas insinuando que mi padre es igual? —dijo Taeyong. Algo frío y severo titiló en los ojos de Yoon Oh.

—En cierta manera, tu padre y yo fuimos cortados con la misma tijera.

—Lo sé —dijo Taeyong— Quiero decir, que he sospechado que está implicado en algunos negocios sombríos por mucho tiempo. Habría sido un tonto, de permanecer completamente ciego a ello

—Taeyong vaciló antes de encontrarse con la mirada de Yoon Oh— ¿Qué te hizo mi padre?

Yoon Oh cerró los ojos, pareciendo no estar interesado en seguir conversando. Pero, para sorpresa de Taeyong, respondió.

—Pensó que era aceptable mentirme. Como resultado, me puso en una situación muy complicada y terminé debiendo muchos favores a personas con las que preferiría no estar en deuda.

Taeyong frunció las cejas.

—¿Qué quieres decir? ¿Qué hizo?

Empezó a creer que Yoon Oh no iba a responderle, cuando entonces lo hizo.

—Tengo muy pocos principios y límites —dijo Yoon Oh— Pero todos los que hacen tratos conmigo saben que no los rompo. Tu padre hizo que rompiera uno de ellos sin darme cuenta.

—Ahora me muero de curiosidad —dijo Taeyong, golpeteando la punta de sus dedos en el pecho de Yoon Oh.

Yoon Oh abrió los ojos, la comisura de su boca se crispó.

—¿Recuerdas lo que les pasa a los gatitos curiosos?

—Gatos —Lo corrigió Taeyong.

—Los gatitos son gatos bebés —dijo Yoon Oh con una expresión completamente seria.

—Yo no soy un gato bebé —dijo Taeyong echándose a reír— Además, esta conversación es totalmente ridícula y a los villanos no se les permite ser ridículos. Te estás apartando del libreto de nuevo.

—Tal vez no sea un villano —murmuró Yoon Oh, pasando los dedos por el cabello de Taeyong— Tal vez sólo sea un incomprendido.

Taeyong resopló.

—Seguro. Entonces, ¿qué fue exactamente lo que hizo mi padre?

Todo rastro de diversión abandonó el rostro de Yoon Oh.

—Teníamos un acuerdo. Lee necesitaba transportar de forma segura, toneladas de mercancías ilegales desde Kirguistán y Uzbekistán hacia varios países europeos —encogió apenas perceptiblemente los hombros— Puedes meter mercancías de contrabando en esos países por muy poco, si conoces a la gente adecuada. Es un negocio, puro y simple, y mientras que esos bienes no sean drogas, a mí no me importa. Las mercancías de Lee fueron cargadas en mi tren. Por un precio, obviamente.

A Taeyong no le gustaba hacia dónde iba esta conversación.

—¿Qué pasó?

Los labios de Yoon Oh se afinaron.

—Mis trenes están vigilados, pero por lo general es sólo una precaución salvo que hubiera una causa específica... los trenes no son inspeccionados y tienen el paso, a través de la mayoría de las fronteras, asegurado. Excepto que este tren fue atacado en Polonia. Un automóvil estalló, cuatro de mis hombres murieron, y toda la debacle atrajo demasiada atención hacia el tren. Fue registrado, y se encontraron toneladas de cocaína —La mirada de Yoon Oh se endureció— Cocaína que ciertamente no era parte del trato.

Taeyong se estremeció, recordando algo sobre su investigación de Yoon Oh, previa a su primera reunión: el padre de Yoon Oh había muerto de sobredosis.

—Pero no vi ni un indicio de ese escándalo cuando te investigué, así que, ¿debes haberlo silenciado?

—Por supuesto lo hice. Pero no fue fácil con muertes involucradas. Y yo no trafico drogas, por lo que no tenía las conexiones necesarias. Terminé gastando millones para silenciar el asunto y debiendo muchos favores a gente a la que preferiría no deber nada. Peor aún, todo este calvario, dañó mi... reputación comercial en ciertas esferas. En esta línea de trabajo, no quieres ser conocido como alguien que puede ser atrapado. Convenientemente, tu padre no sufrió ningún daño, pese a que fue su propio lío —Algo feo parpadeó en los pálidos ojos de Yoon Oh— Se suponía que sería un trabajo de rutina, nada peligroso. A veces las bajas son inevitables, pero esos hombres no se enrolaron para esa mierda. Algunos de ellos tenían familias. No fue Lee quien tuvo que explicarle a un grupo de niños que su padre estaba muerto.

Taeyong tragó la bilis que subió hasta su garganta. Sabía que su padre no era un santo, pero esto... esto era otra cosa. Una cosa era saber y otra cosa era "saber".

La mirada evaluadora que Yoon Oh le clavaba era inquietante.

—¿Qué vas a hacer cuando heredes el negocio de tu padre y todo lo que implica? ¿Vas a seguir sus huellas?

Taeyong atrapó su labio entre los dientes.

—Para serte honesto, intento no pensar demasiado en ello — rio entre dientes ante su propia ingenuidad— Pero ahora... no creo que pueda hacer lo que él hace, lo que tú haces. No soy... no soy un santo ni nada parecido, entiendo que a veces debes ser despiadado para triunfar, pero tengo límites —Le regaló una sonrisa torcida— No estoy hecho para la vida de una mente— maestra criminal. Me aseguraré de que la empresa sea exitosa por los medios legales. Tengo una cabeza bastante buena para los negocios. Quizás las Industrias Lee no serán tan rentables como antes, pero no soy codicioso.

—Tan rentables como antes —repitió Yoon Oh inexpresivo—¿Realmente entiendes de cuánto dinero estás hablando?

Taeyong sonrió.

—¿Una cantidad escandalosa que nunca podría gastar en mi vida? Te lo dije: no soy codicioso. Ser millonario es suficiente para mí. No quiero tener que mirar constantemente por encima de mi hombro, esperando una cuchillada por la espalda. Quiero vivir una vida plena, ser feliz, y hacer las cosas que quiero hacer.

Una sonrisa burlona torció los labios de Yoon Oh.

—Sí, quieres casarte con un hombre agradable y adoptar a dos niños y medio.

Taeyong sonrió. Se negaba a avergonzarse de ello.

—Nop, por lo menos cuatro bebés. Tengo mucho amor para dar. Y prefiero un vientre de alquiler a la adopción, aunque estoy abierto a adoptar.

Yoon Oh lo miró con una extraña expresión en la cara.

—¿Seré invitado a la boda? —preguntó por fin, con sus ojos azules tan ilegibles como siempre.

Una sensación divertida se instaló en el estómago de Taeyong. En sus fantasías, imaginaba que su boda sería un evento brillante, al estilo de los cuentos de hadas, con un hombre increíble, a quien no podía ver el rostro, a su lado mientras decían sus votos, absolutamente enamorados uno del otro. Tener a Yoon Oh en alguna parte de esa fantasía brillante y feliz, era increíblemente inquietante por algún motivo.

—Mmm —dijo Taeyong— Eso sería algo incómodo, ¿no crees? Normalmente la gente no invita a su —vaciló, aturdido. ¿Qué era exactamente Yoon Oh para él de nuevo?—.. hombres con quienes han dormido en el pasado a su boda.

—Hombres con quienes han dormido en el pasado —repitió Yoon Oh, con diversión brillando en su rostro nuevamente. Su mano se apoyó en la espalda baja de Taeyong, con un peso ya familiar— ¿Estás diciendo que no abrirías tus piernas para mí en el día de tu boda?

Taeyong explotó.

—¡Por supuesto que no! ¿Por quién me tomas?

Los dedos de Yoon Oh se deslizaron más abajo y tocaron el resbaladizo y aflojado agujero de Taeyong. Taeyong luchó contra el impulso de retorcerse. Todavía estaba tierno y sensible luego del sexo. Miró fijamente a Yoon Oh.

Yoon Oh tuvo el coraje de sonreír.

—¿Estás seguro de que no lo harías? —dijo en un tono casual, masajeando el agujero de Taeyong y jugando con su hipersensible borde al deslizar la punta de su dedo dentro y fuera— Estarías todo encantador y bonito, tal vez incluso vistiendo un traje blanco —dijo Yoon Oh, burlándose de su palpitante entrada— Tu hombre agradable estaría esperándote en el altar —empujó el dedo más profundo, estirándolo deliciosamente. Dios—Pero llegarás tarde — dijo Yoon Oh, empujando su dedo dentro y fuera, pero evitando la próstata de Taeyong— Llegarás tarde porque estarás demasiado ocupado gimiendo debajo de mí.

—No —respondió Taeyong, dolorosamente erecto pese a haberse corrido hace veinte minutos. La mera idea de Yoon Oh follándolo mientras que el hombre al que Taeyong amaba lo esperaba era sucia, equivocada y...

—No—dijo temblorosamente, con su voz rompiéndose cuando Yoon Oh añadió otro dedo.

—Sí —Yoon Oh torció un poco sus dedos. Taeyong se estremeció, un gemido escapando de sus labios— Sí, justo así. Te vuelves una puta por mí y siempre lo harás.

—No...

—Sí, lo harás —dijo Yoon Oh, con la voz entrecortada. Empujó sus dedos contra la próstata de Taeyong una y otra vez— Tu tipo agradable te estará esperando en el altar mientras tú estarás colmado de mi verga, rogándome que te folle más fuerte. Eventualmente, él llegará buscándote y averiguará la clase putita sucia que eres.

Taeyong gimió y mordió el pectoral de Yoon Oh. Se enganchó al pequeño y duro pezón y lo succionó ávidamente mientras que su culo se apretaba en torno a los dedos despiadados de Yoon Oh. Ya se sentía cerca de lloriquear, con su agujero sensible y sobre estimulado luego de horas de sexo, y ahora esto... Dios. Se movió contra los dedos, deseándolos más profundo, pero Yoon Oh apretó el agarre en sus rizos no dejándolo moverse.

—¿Y sabes cuál es la mejor parte, Gatito? —dijo ronco Yoon Oh, follándolo ahora con tres dedos— Incluso con tu prometido viendo, no serás capaz de dejar de rogar por mi polla. Te vas a correr, aferrándote a mí y gimiendo mi nombre —golpeó los dedos contra su próstata y Taeyong vio estrellas. Gimió y se corrió, con su agujero apretando los dedos de Yoon Oh.

Para cuando volvió a poder pensar nuevamente, Yoon Oh había quitado sus dedos y había cruzado los musculosos brazos debajo de su cabeza; un cuadro de indiferencia y segura confianza masculina, bordeando la presunción.

—Te odio —dijo Taeyong con sentimiento, su voz rota y ronca. Ni siquiera estaba seguro de por qué se sentía a punto de llorar— Bésame —Se oyó decir— Por favor.

Yoon Oh lo miró por un momento, su rostro inescrutable, antes de rodarlos de lado y capturar la boca de Taeyong en un beso suave y tierno. Taeyong se fundió en él, con una mano enterrada en el corto cabello de Yoon Oh y jalándolo más cerca, sobre él, con temblores de necesidad atravesando su cuerpo.

Gimió molesto cuando Yoon Oh dejó de besarlo.

—Me voy a Suiza —dijo Yoon Oh, mirándolo— Estaré fuera por seis días.

Taeyong sintió revolvérsele el estómago. Es sólo que... no anhelaba contemplar las mismas cuatro paredes durante otra semana.

El pulgar de Yoon Oh acarició su labio.

—Vendrás conmigo. Oh.

—Bien —susurró, con una pequeña sonrisa jalando sus labios.

════ ∘◦♟️◦∘ ════

KGB: El Comité para la Seguridad del Estado, o más comúnmente la KGB, fue el nombre de la agencia de inteligencia, así como de la agencia principal de policía secreta de la Unión Soviética (de 1954 a 1991). El dominio de la KGB fue similar al de la CIA o la división de contrainteligencia del FBI en Estados Unidos. Ha sido conocido popularmente como El Centro. Se encargó de obtener y analizar toda la información de inteligencia de la nación y desapareció cuando se disolvió la Unión Soviética.

15

Si Cheng irrumpió en la oficina de Yoon Oh.

—¡No puedes estar hablando en serio!

Sólo cuando su jefe levantó sus ojos, para nada intimidados, de su computadora, Si Cheng se percató del error que había cometido

—¿Perdón? —dijo Yoon Oh.

Si Cheng se obligó a encontrar su mirada con resolución.

—Lo siento, Yoon Oh Abramovich, pero no puedo estar de acuerdo con tu decisión de llevar al muchacho a Suiza. Es un gran riesgo de seguridad... podría ser detectado en el aeropuerto o...

—¿Tengo que recordarte que usaremos mi avión privado? — preguntó Yoon Oh— Nadie se atreverá a revisarlo. Te ocuparás de ello personalmente.

—Por supuesto —dijo Si Cheng, tragándose las protestas. La mirada de Yoon Oh se tornó penetrante y filosa.

—Si tienes algo que decir, dilo.

Si Cheng dudó, inseguro sobre cómo sacar el tema.

—Estás follándote al mocoso de Lee.

No hubo ni un atisbo de sorpresa o vergüenza en los pálidos ojos de Yoon Oh. Su rostro no develaba nada.

—Sí —dijo— ¿Y cuál es tu punto?

Si Cheng no creía haberse sentido tan incómodo en presencia de Yoon Oh anteriormente.

—No sabía que estuvieras... interesado en hombres.

—No sabía que debería informarte de mi vida sexual, Si Cheng —dijo Yoon Oh amistosamente, con una mirada para nada amistosa.

Tragando duro, Si Cheng retrocedió un paso.

—Por supuesto que no...

—Pero en caso de que te lo preguntes, no me interesan los hombres.

Si Cheng frunció el ceño.

—Pero... pero ¿qué con el chico?

Prendiendo un cigarrillo, Yoon Oh se recostó en su silla y lo observó con frialdad.

—Para finales del año, las Industrias Lee serán mías. Todo lo que hago con Lee Taeyong es con eso en mente. Eso es todo lo que diré al respecto. ¿Lo has entendido?

—Sí —dijo Si Cheng, ocultando su sonrisa aliviada. Había sido un idiota por dudar de Yoon Oh, aunque fuera por un momento. Por supuesto que Yoon Oh no estaba enamorado del niño. La mera idea le resultaba ridícula ahora. Yoon Oh no era homo.

Sin embargo, aún no entendía por qué era necesario cargar con el muchacho hasta Suiza.

—¿En dónde vamos a tenerlo? —preguntó Si Cheng— Tú estarás con Anastasia y...

—Se quedará en mi casa del lago.

Si Cheng palideció.

—No puedes hablar en serio. ¿Qué pasa si tu...

—Se quedará en mi casa —repitió Yoon Oh, con un tono rotundo.

—Entendido —dijo Si Cheng, a regañadientes— Pero sólo quiero que sepas que creo que es una muy mala idea. Por seguridad entre otras razones.

—Lo tendré en cuenta —dijo Yoon Oh, regresando la mirada a su computadora.

Tomándolo como la señal para irse, que realmente era, Si Cheng se giró para retirarse.

—Dong Si Cheng.

Se detuvo, volteó hacia Yoon Oh y se estremeció al encontrar su mirada.

Yoon Oh dijo suavemente.

—Si alguna vez vuelves a espiarme, podría olvidarme de la lealtad que me has mostrado en los últimos quince años. Nadie es indispensable. Ni siquiera tú.

Si Cheng dio un corto asentimiento y salió de la habitación lo más rápido que pudo.

Mientras recorría el pasillo, no podía sacudirse el sentimiento de inquietud de sus entrañas. Yoon Oh podría no estar enamorado del muchacho, pero ciertamente actuaba jodidamente raro en lo que refería a él. Desde que el chico Inglés apareció en la casa, la confianza de Yoon Oh hacia Si Cheng parecía ir por una espiral descendente.

Todo era culpa de Lee Taeyong.

16

El lago Geneva era hermoso... al menos la parte que Taeyong podía ver desde la ventana de su cuarto. Bien, técnicamente era el cuarto de Yoon Oh, pero como él solía ausentarse la mayor parte del día, regresando tarde por la noche, Taeyong había llegado a pensar en el dormitorio como suyo.

Observó con nostalgia las hermosas montañas a la distancia. No estaba seguro de por qué Yoon Oh lo trajo a Suiza. Pasaba solo todo el día.

Tenía que escapar. Tenía que hacerlo.

Porque estaba asustado. Asustado de lo que le estaba pasando. Aterrado porque con cada semana que pasaba, era más y más difícil entender lo que sentía en torno a Yoon Oh. Asustado de despertar una mañana habiendo olvidado que tenía una vida a la que regresar en casa. Una vida a la que deseaba regresar. Estaba asustado de perderse a sí mismo.

Asustado de que fuera demasiado tarde. Ya había signos de ello.

Vestía la ropa de Yoon Oh todo el tiempo, y le gustaba. Tenía rozaduras de barba semipermanentes en su cara y muslos por los besos de Yoon Oh, y lo amaba. Su cuerpo estaba cubierto de mordeduras de amor y arañazos y diversos moretones que no podía dejar de mirar con fascinación. Yoon Oh lo follaba tan a menudo y tan a fondo que Taeyong apenas necesitaba alguna preparación últimamente. Era aterrador cuan perfectamente compatibles eran en la cama. Taeyong siempre había amado el sexo, pero el sexo nunca se había sentido así: tan adictivo, tan necesario. Nunca había sentido como si las manos de un hombre correspondieran estar jodidamente sobre su cuerpo.

Lo horrorizaba. No se suponía que se sintiera así, no con este hombre.

Un sonido en la puerta lo hizo estremecerse, arrancándolo de sus pensamientos.

Con su corazón acelerándose, Taeyong se giró cuando la puerta se abría.

Pero no era Yoon Oh.

Era una joven. Ella lo miraba con la boca abierta. Él le devolvió la mirada asombrada.

Era bastante bonita, con cabello y ojos oscuros que estaban cargados de perplejidad. Había algo familiar en ella, pero no podía determinar qué.

—Oh —murmuró ella en ruso—Bueno, esto definitivamente no es lo que esperaba —Se acercó, mirando a Taeyong con curiosidad.

—Hola —dijo Taeyong, jalando la camiseta de Yoon Oh, repentinamente tímido por sus piernas desnudas. ¿Quién era?

¿Cómo había entrado en el cuarto? Hasta donde Taeyong sabía, Yoon Oh tenía la única tarjeta—llave de la habitación y la casa estaba fuertemente custodiada— ¿Quién eres tú?

Sus cejas ascendieron.

—¿Quién eres ? Esta es mi casa.

El estómago de Taeyong se apretó en un nudo incómodo. ¿Su casa? ¿Acaso Yoon Oh tenía una... una esposa de la que nadie sabía?

Antes de que pudiera formular una respuesta, oyó el sonido de pasos y un muy pálido Si Cheng apareció en la entrada.

—Winter, no deberías estar aquí —le dijo en ruso— Yoon Oh estará enojado, ya está enojado. Lo llamé.

La mujer —aparentemente, Winter— puso las manos sobre sus caderas y resopló.

—Yo también estoy enojada —señaló hacia Taeyong—¿Quién es él? ¿Por qué está en el dormitorio de mi hermano?

¿Hermano? ¿Era la hermana de Yoon Oh?

Si Cheng frunció los labios, disparando una mirada tenebrosa en la dirección de Taeyong.

—Es un huésped —dijo, agarrando el brazo de Winter y jalándola hacia la puerta.

Winter no se movió.

—No soy estúpida, Si Cheng. ¿A qué tipo de huésped se le permitiría entrar al dormitorio de Yoon Oh, vistiendo sólo lo que parece ser una camiseta de Yoon Oh?

Si Cheng se frotó la nuca, mirando hacia todas partes menos a la mujer. Taeyong sintió enardecer su rostro.

Winter miró de Si Cheng hacia Taeyong antes de que sus labios formaran una "O". Entonces, una lenta sonrisa estiró sus labios.

—¿De Verdad? ¿Mi anticuado y heterosexual hermano está durmiendo con un tipo? —Su sonrisa desapareció al concentrarse en el rostro de Taeyong— ¿Un niño? ¿Eres legal? —dijo en un inglés tan fluido y libre de acento como el de Yoon Oh— No sabía que a mi hermano le gustara la pedofilia, especialmente en su variedad masculina.

—Soy perfectamente legal —dijo Taeyong, suspirando—Tengo veintitrés años.

—Ah—dijo ella, en su voz la sorpresa entretejida con la diversión— Pero aun así eres mucho más joven que Jae y aún careces de tetas.

—Kim Winter, debes irte ahora. Por favor—Si Cheng parecía estar al borde de un ataque de nervios.

—¿Por qué?—dijo Winter—Quizás me gustaría familiarizarme con la persona que tiene a mi hermano abandonando a su familia, y ensayos de boda muy importantes, cada noche —sonrió alegremente, se acercó y le ofreció su mano a Taeyong—Winter Jung, también conocida como Kim Winter, pronto a ser Winter Bernard. Encantada de conocerte.

—Igualmente —dijo Taeyong luego de recuperarse un poco de su sorpresa. ¿Yoon Oh estaba aquí por la boda de su hermana?— Soy Taeyong...

—Qué agradable que encontraras tiempo para pasar por aquí, Winter—dijo una tranquila voz familiar.

La sonrisa de Winter se congeló. Parecía un ciervo encandilado.

Yoon Oh se acercó a ella, tomó la tarjeta—llave de su mano y la guardó en el bolsillo.

—Explícate — dijo muy suavemente. Ella tragó saliva.

—Sólo tenía curiosidad, Jae. Tenía curiosidad de por qué no te quedabas con tu familia en las noches.

—Curiosidad —repitió Yoon Oh—¿Y qué si te encontrabas con algo o alguien peligroso en la casa?¿Qué pasaba entonces? —Su voz se endureció cuando su hermana no respondió— Arriesgaste no sólo tu propia seguridad, sino la seguridad de toda nuestra familia. Hay cosas que no entiendes, Nastya. Cosas de las cuales te mantengo alejada por una razón. ¿Dónde está tu guardaespaldas?

—Jae...

—Ve a casa —dijo Yoon Oh, con un músculo pulsando en la mandíbula—Si Cheng te llevará.

—Yoon Oh —intentó de nuevo Winter, pero él negó con la cabeza.

—Hablaré contigo más tarde —respondió él —Si Cheng, llévala a casa.

Esta vez Winter no se resistió cuando Si Cheng la condujo fuera de la habitación, pero ella aún saludó a Taeyong con una sonrisa.

—¡Adiós, Taeyong! Fue agradable conocer al chico de Yoon Oh, ¡aunque ni siquiera supiera que existías!

—Fuera —espetó Yoon Oh, y Winter se apresuró a marcharse.

Cuando la puerta se trabó al cerrarse, Yoon Oh maldijo entre dientes y finalmente miró hacia Taeyong. La ira en sus ojos desvaneciéndose un poco, sustituida por otra cosa.

—¿Por qué me miras así?

—Tienes una familia —dijo Taeyong, parpadeando— Una familia normal, con hermanitas molestas y ensayos de boda.

Yoon Oh caminó hacia él, aflojando su corbata.

—Lo sé, chocante, ¿no es así? —Le dio una sonrisa irónica— A veces los villanos también tienen madres y hermanos. No todos nosotros quedamos trágicamente huérfanos y tuvimos infancias abusivas.

Taeyong se echó a reír, aunque todavía estaba intentando comprender el concepto de Yoon Oh teniendo una familia.

—Supongo que nunca te imaginé como un hermano mayor sobreprotector.

A Yoon Oh le tembló el labio.

—No empieces a creer que soy una buena persona, amor —puso sus manos en las caderas de Taeyong, mirándolo con una expresión comedida— Me protejo a mí mismo y a los míos. Tan simple como eso.

Taeyong asintió. Eso tenía sentido.

—Tu hermana dijo que también era conocida como Kim Winter. ¿El resto de tu familia usa también ese apellido? ¿Saben lo que haces?

—Por supuesto que saben lo que hago. Una parte al menos — Yoon Oh claramente no deseaba hablar sobre ello, su expresión cerrándose y sus ojos tornándose más fríos.

Taeyong se agitó, intentando ignorar la enfermiza necesidad de mejorar el ánimo de Yoon Oh y complacerlo. Mierda. ¿Así eran los primeros síntomas del Síndrome de Estocolmo?

—¿Una parte? —preguntó Taeyong, levantando sus manos para quitarle la corbata a Yoon Oh.

Yoon Oh se lo permitió. Una expresión extraña parpadeaba en su rostro.

—Haces demasiadas preguntas.

—Sólo respondes una pequeña parte de ellas, así que estimo que cuantas más preguntas haga, mayor será la posibilidad de conseguir al menos algunas respuestas —Taeyong se encogió de hombros con una sonrisa— No cuesta nada, ¿verdad?

La vista de Yoon Oh se quedó en su mejilla, donde Taeyong sabía que estaba su hoyuelo. Yoon Oh lo observó por un instante antes de inclinarse y besarlo.

Él lo besó.

Taeyong se quedó rígido, con los ojos muy abiertos y sin respirar, la corbata se resbaló de su mano hacia el suelo.

Yoon Oh se tensó. Se apartó y se alejó, luciendo un poco disgustado, y encaró hacia la puerta.

—¿Ya te vas? —exclamó Taeyong. Inmediatamente se horrorizó, abatido y avergonzado por su tonta e inapropiada falta de cuidado. Joder. Esto era peor de lo que habría pensado. Esto no podía seguir así. Tenía que escapar, tan pronto como fuera posible... antes de que esto pudiera empeorar.

—¿Ya? —Yoon Oh se giró hacia él, sus cejas algo levantadas, la mirada en su rostro fríamente especulativa. Estaba bien afeitado ese día. Lo hacía lucir más joven que de costumbre. Debería haberlo hecho lucir más accesible, pero tuvo el efecto contrario. Este hombre bien afeitado vistiendo un traje de diseñador, le recordó al extraño de ojos fríos que tanto había alterado a Taeyong en su primer encuentro en el restaurante. Taeyong se había acostumbrado al desaliñado Yoon Oh, no a éste. Este lo hacía sentir incómodo.

Y bueno, como que realmente, realmente, le gustaba la barba.

—¿Quieres que me quede? —dijo Yoon Oh, con el rostro ilegible.

Taeyong cruzó los brazos sobre el pecho y observó al otro hombre. Todo esto, ¿sería sólo un juego para él? Todo era tan calculado para Yoon Oh. A veces Taeyong se sentía como una pieza de ajedrez, para ser movida hacia donde Yoon Oh necesitara y ser derribada una vez que ya no le fuera útil. Nunca se sintió tan fuera de sí en su vida.

Dios, estaba tan harto de ello.

Deseaba algo de control. Quería que Yoon Oh cediera control por una vez.

Taeyong aferró el dobladillo de su gran camiseta y se la sacó en un movimiento limpio. Estaba desnudo debajo de ella, por supuesto. Yoon Oh no parecía creer útil darle más ropa de la necesaria.

Los ojos azules de Yoon Oh barrieron en él. Taeyong se irguió, negándose a avergonzarse bajo su escrutinio. Si hubiera algo de lo que estaba seguro, era que Yoon Oh deseaba su cuerpo. Alguien podría fingir emociones, alguien podría mentir sobre sus pensamientos, pero la lujuria no era algo que un hombre pudiera fingir. Yoon Oh lo deseaba... Lo deseaba lo suficiente como para no preocuparse por su género.

—¿Esto significa que quieres que me quede? —dijo Yoon Oh. El muy bastardo sonaba divertido.

Taeyong se encogió de hombros y se extendió en la cama.

—Prefiero que te vayas —dijo suavemente, recorriendo una mano por su propio pecho y suspirando mientras acariciaba sus pezones— De todas formas, no sabes cómo cuidar de mí.

Silencio.

Taeyong sonrió, mirando al cielo raso.

—Esa no es la impresión que tengo, cuando ruegas por mi polla —dijo Yoon Oh en un tono cortante.

—Cualquiera puede meter una polla en un agujero —dijo Taeyong, sonriendo— Me encanta ser follado, y cualquier polla dura y gruesa funciona conmigo. Pero tú no puedes cuidar apropiadamente de mí.

—¿Qué se supone que significa eso? —exclamó Yoon Oh, sonando absolutamente irritado ahora. Bien.

Taeyong lo miró a los ojos.

—Me encanta que me coman el culo —murmuró— Me encanta cuando los hombres meten sus lenguas en mi agujero y me dejan cabalgarles el rostro.

Algo brilló en los ojos de Yoon Oh. Algo oscuro e indefinido.

¿Era ira? ¿Era asco? ¿Fue demasiado para un hombre heterosexual? Para ser un tipo heterosexual, Yoon Oh era un amante muy generoso, sin escrúpulos por tocar la polla de Taeyong con sus manos, o incluso con su boca. Pero parece que había un límite en hacer un rimming a otro hombre. No es que fuera algo totalmente inesperado: a muchos hombres gays tampoco les gustaba comerse el culo de otros. Qué lástima. Había pocas cosas que Taeyong amara más.

—Puta —dijo Yoon Oh con dureza.

—¿Qué? —preguntó Taeyong con una sonrisa descarada, algo feliz de que Yoon Oh no fuera un amante perfecto, después de todo—¿Eso es demasiado gay para ti? Entonces vete, así podré hacerme una buena paja. Pasó un tiempo desde que me masturbé con mi fantasía favorita. Y no te involucra.

—¿Y a quién involucra? —Había algo desagradable en la voz de Yoon Oh.

Taeyongladeó la cabeza, preguntándose si serían celos. Probablemente no, pero la idealo divertía. Por un lado, quería vengarse de Yoon Oh por su arrogante asunciónde que Taeyong le abriría las piernas incluso el día de su boda con el hombrede sus sueños. Por otro lado, Taeyong nunca le había contado su fantasía favorita a alguien. Probablemente era un poco escalofriante. Pero las fantasías son inofensivas, ¿no es así?

Taeyong giró sobre su estómago y abrazó la almohada, presionando su enrojecida mejilla contra la fría tela.

—Estoy en la playa de noche —susurró finalmente, cerrando los ojos— Estoy desnudo. Dormido sobre mi estómago, completamente vulnerable. Me despierto con la lengua de alguien en mi agujero, una barba áspera rozando mis nalgas. Me asusto, porque no conozco al tipo, pero se siente bastante bien y no quiero que termine —Era casi una mentira, que su fantasía no involucrara a Yoon Oh: últimamente, el extraño sin rostro estaba empezando a parecerse, sospechosamente, a Yoon Oh— Estoy avergonzado y abochornado por mis reacciones, pero no puedo dejar de gemir y empujarme contra la lengua del extraño. Él me obliga a ponerme en cuatro patas y me folla con su lengua. Quiero que se detenga, pero a la vez no quiero que se detenga... se siente tan bien y quiero ser follado más profundamente... quiero más...

Unas manos le separaron las mejillas y una lengua mojada se deslizó sobre su agujero. Taeyong lloriqueó, estremeciéndose, mientras Yoon Oh empezó a lamer y chupar sus sensibles bordes. Era demasiado, y aun así no era suficiente, y gimió, intentando retroceder contra la lengua de Yoon Oh. La punta de la lengua presionó y Taeyong cerró los ojos con fuerza, sintiendo a Yoon Oh abrirlo más y empujar más profundamente, lamiéndolo, con húmedos ruidos y pesados jadeos mezclándose con los propios gemidos de Taeyong.

—Por favor —se las arregló para decir, casi sollozando, el sudor goteando por su cuello. Yoon Oh sacó la lengua y bordeó con ella el agujero de Taeyong, una y otra vez, hasta que Taeyong sentía cómo sus muslos empezaban a temblar, con lágrimas brotando de sus ojos— Por favor, por favor, por favor... te necesito... papi...

Sólo cuando la lengua dejó de lamer su agujero, Taeyong se percató de lo que acababa de decir. Una oleada de vergüenza se apoderó de él.

—Yo —empezó a decir, pero Yoon Oh volvió a lamer su agujero, ahora con un ritmo más rápido. Taeyong gimió, su cuerpo apretado por la necesidad— Por favor...

Yoon Oh lo rodó sobre la espalda, trepándose completamente vestido sobre él, excepto por su corbata y su bragueta desabrochada.

—¿Quieres ser follado, bebé? —murmuró, con voz ronca y gruesa, sus ojos hambrientos clavados en él— ¿Quieres la polla de papi?

Taeyong asintió aturdido, estirando los brazos hacia Yoon Oh, queriendo ser sostenido y deseando ser follado. Yoon Oh se inclinó y chupó su cuello, su gran mano acariciando los sensibles pezones de Taeyong mientras que con la otra agarraba un condón y lubricante.

Taeyong sollozó cuando Yoon Oh finalmente empujó dentro de él con una embestida poderosa. Con sus dedos clavándose en el traje de Yoon Oh, sólo podía jadear y sostenerse mientras la polla de Yoon Oh trabajaba en su interior. Se sentía abrumado, adorando el contraste de texturas entre su desnudez y la ropa de Yoon Oh contra su piel hipersensible.

No estaba seguro de cuánto tiempo pasó. No podía ver más de unos pocos metros hacia el frente, sus visión borrosa por las cálidas lágrimas, sus sentidos sobre estimulados mientras Yoon Oh continuaba conectando sus caderas, su gruesa verga estirándolo ampliamente, llevándolo más y más alto. Ahora, estaba prácticamente arañando las caderas de Yoon Oh, abrumado y desesperado y simplemente fuera de sí.

—Vamos, princesa —dijo Yoon Oh en su oído, con una voz tan baja que apenas sonaba reconocible. Embistió con fuerza contra la próstata de Taeyong— Córrete para papi.

Y eso fue todo. Con un ruidito lamentable, Taeyong se corrió sobre la elegante camisa de Yoon Oh, con sus uñas clavadas en el musculoso trasero de Yoon Oh. Intentó empujar hacia atrás contra Yoon Oh, trató de corresponder sus embestidas, pero no logró hacerlo, encontrándose completamente debilitado, su corazón todavía tronando, su polla aún palpitante por las réplicas. Dejaba escapar rotos jadeos mientras que permitía a Yoon Oh usar su cuerpo para satisfacerse, viendo la cara de Yoon Oh retorcerse de placer. Yoon Oh era tan ruidoso, y a Taeyong le encantaba, amaba saber que era el causante de esos gemidos bajos y gruñidos, era él quien logró que Yoon Oh perdiera su autocontrol mientras perseguía su orgasmo. Cuando Yoon Oh finalmente se corrió, Taeyong suspiró satisfecho, sintiéndose extrañamente orgulloso y contento.

Después, cuando estaba completamente despierto junto a la dormida figura de Yoon Oh, se quedó mirando el techo, preguntándose si estaría perdiendo la cabeza.

Papi.

Había llamado papi a Yoon Oh. Taeyong ni siquiera sabía que estaba interesado por ese tipo de cosas. Pero claro, nunca había estado con alguien tan asertivo y maduro como Yoon Oh. Nunca se sintió tan naturalmente sumiso con cualquier otro amante. Nunca antes había sentido esta necesidad constante por complacer a ningún otro hombre. Nunca se había animado a mostrar su faceta rarita y extravagante a cualquiera de sus compañeros sexuales. Con Yoon Oh se sentía cuidado, como una mascota que deseara ser mimada por su dueño. Por su papi. Por su Dom.

Y era una jodida locura. Estaba loco.

Sí, muy bien, él era una mascota, una mascota en una jaula de oro. Yoon Oh no lo mimaba. Yoon Oh sólo lo usaba. Yoon Oh tenía planes que lo involucraban... planes que ciertamente no estaba compartiendo con Taeyong. Yoon Oh era el peor hombre que podría haber elegido para ese fetiche en particular. Porque confiar y querer complacer a un hombre, cuyo corazón era frío y del que cada acción era premeditada, era una receta para el desastre. Taeyong podría ser exasperadamente romántico y optimista, pero no era estúpido ni ingenuo. Esto era malo. Esto era terrible, porque esta cosa con Yoon Oh tenía fecha de vencimiento. Mejor temprano que tarde, Yoon Oh lo utilizaría contra su padre, e independientemente del resultado ellos irían por caminos separados. El sexo ya era demasiado intenso. No necesitaba una perversión que pudiera dejarlo emocionalmente vulnerable además.

Un ruido en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Taeyong volteó la cabeza hacia allí.

La puerta se entreabrió y la cabeza de Si Cheng asomó en el espacio. Si Cheng negó con la cabeza, luciendo pálido y sombrío.

Taeyong frunció el ceño, mirándolo.

Si Cheng sacudió la cabeza de nuevo.

¿Quería hablar?

Viendo al hombre dormido a su lado, Taeyong dejó la cama en silencio y se encaminó hacia la puerta. Si Cheng le tendió un papel doblado. El sudor relucía en su frente mientras que, nervioso, seguía mirando a Yoon Oh, por encima del hombro de Taeyong.

Frunciendo el ceño, Taeyong tomó la nota y la leyó.

Querido Taeyong,

Mi hermano probablemente me matará por esto cuando lo averigüe (y siempre lo hace), pero no puedo ignorar en buena conciencia tu situación luego de descubrir quién eres por Si Cheng (nunca pudo resistirse a mis ojos).

No soy ingenua. Sé que mi hermano dista de ser un inofensivo hombre de negocios. Sé que hace cosas que no nos cuenta a nosotros, a su familia. La mayor parte del tiempo, estoy bien con ello. Tal vez sea una cobardía, pero a veces la ignorancia es una bendición. Para ser totalmente honesta, habría preferido seguir ignorante en este caso, también, porque es honestamente aterrador ir contra Jae. Sé que nos ama, pero probablemente habrás notado que puede ser bastante aterrador. A veces mi hermano puede dejarse llevar y no entiende ni se preocupa por lastimar a otras personas. No puedo estar de acuerdo con él en eso.

Mañana es mi boda y quiero que sea un día perfecto, no sólo para mí, sino para todo el mundo. Me gusta pensar que soy una buena persona. Quiero tener la conciencia limpia cuando diga mis votos matrimoniales frente a Dios y a la gente.

Sí, es correcto: estarás libre mañana. Conseguí persuadir a Si Cheng para que te ayude a escapar y haga parecer que escapaste con la ayuda de alguien más. Fue sorprendentemente fácil, de hecho. Por algún motivo, Si Cheng estaba casi ansioso por deshacerse de ti.

Si Cheng te sacará alrededor de las 11 de la mañana mientras que Yoon Oh no estará y la mayor parte de la seguridad estará en mi boda. Tendrás casi doce horas para hallar seguridad. Sólo te pido que no le digas a nadie que mi hermano estuvo involucrado en tu secuestro. No es un monstruo, ¿sabes? Si, puede ser áspero, y puede ser un culo dominante, pero es el mejor hermano mayor que podría haber pedido. Incluso cuando es un cabrón, generalmente tiene razones para ello. No estoy completamente segura de cuáles sean sus planes contigo, pero tiene motivos para querer vengarse de tu padre. Probablemente no te lo haya dicho, pero uno de los hombres que murieron en ese tren fue el amigo de la infancia de Yoon Oh, Michail. Era un buen hombre. Mi hermano puede no ser tan buen hombre, pero tiene una virtud que no todos los hombres poseen: es incondicionalmente leal con quienes son importantes para él, y haría cualquier cosa para mantenerlos fuera de peligro.

La mejor de las suertes, Winter.

Taeyong miró la nota antes de lentamente levantar la vista hacia Si Cheng. Su nerviosismo y palidez tenían una cantidad descomunal de sentido ahora.

Si Cheng asintió bruscamente, agarró la carta de Winter de su mano y cerró nuevamente la puerta.

Con una sensación de entumecimiento extendiéndose en su pecho, Taeyong regresó a la cama y se deslizó entre las sabanas. Le tomó un considerable esfuerzo no mirar al hombre que estaba durmiendo a pocas pulgadas de él.

Iba a ser libre mañana. Luego de casi dos meses de incertidumbre, se iba a casa.

Eso era todo lo que importaba. Era todo lo que quería. Era lo que necesitaba.

Yoon Oh se movió entre sueños y cruzó su pesado brazo sobre el pecho de Taeyong.

Taeyong cerró los ojos y no se atrevió a respirar.

Se iba a casa. Estaba regresando a la normalidad. Finalmente había terminado.

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Rimming: El beso negro o rimming, consiste en estimular el ano de la otra persona con la lengua y los labios. Es muy similar al cunnilingus, excepto que el rimming implica la penetración del ano con la lengua.

17

—¿Hay algún motivo por el que me estás mirando fijamente desde hace diez minutos? —dijo Yoon Oh abrochándose la camisa de vestir.

Taeyong desvió la mirada hacia la ventana. Con las rodillas contra el pecho y sus desnudos brazos enroscados en torno a ellas, se veía pequeño y muy joven. La luz de la mañana se reflejaba en su pelo morado y coloreaba sus altos pómulos con un brillo saludable. Habría parecido un ángel inocente e incorrupto, si no hubiera algo tan sensual en la curva de su ancha y regordeta boca. No por primera vez, Yoon Oh pensó que el chico parecía más francés que inglés.

—Mira quien habla —dijo Taeyong sin mirarlo, con una diminuta sonrisa forzada en los labios. Estaba de un humor extraño.

Yoon Oh miró su perfil por un momento, antes de decidir que no tenía tiempo para interrogarlo. Taeyong había estado particularmente insaciable esta mañana, y Yoon Oh ya estaba llegando tarde por su culpa. Winter, pese a lo entrometida que era, no se merecía ser plantada por su hermano el día de su boda.

—No volveré hasta la madrugada —dijo Yoon Oh, poniéndose la chaqueta del esmoquin —Si Cheng te traerá tu comida. Mañana regresaremos a Rusia.

Atrapando el labio entre sus blancos dientes, Taeyong asintió, todavía sin mirarlo.

—Adiós —dijo, sus brazos apretados alrededor de sus rodillas. Yoon Oh se detuvo junto a la puerta.

—¿Algo está mal?

Taeyong negó con la cabeza, sonriendo torpemente.

—Sólo estoy harto de estar atrapado aquí dentro, supongo.

Yoon Oh no estaba convencido, pero realmente no tenía tiempo para esto.

—Te veré esta noche —dijo, abriendo la puerta.

—¡Espera! —En un abrir y cerrar de ojos, Taeyong salió de la cama y corrió hacia él, en un aluvión de extremidades pálidas y rizos desordenados. Enroscó sus brazos alrededor del cuello de Yoon Oh y presionó sus bocas. Sus labios suaves, afelpados y desesperados, como si no hubieran pasado horas teniendo sexo.

Yoon Oh se rio, hundiendo los dedos en las redondas nalgas de Taeyong. Pero le devolvió el besó, tomando el control del mismo como le gustaba a Ricitos. Fue recompensado con suaves y necesitados gemidos de placer mientras que el muchacho se aferraba a él. Yoon Oh lo consintió, aunque luego de horas de sexo conseguir una erección era imposible, incluso para un hombre con su libido.

Pero realmente no podría quedarse ni un momento más.

Se apartó, sus labios se separaron con un ruidito mojado y se aclaró la garganta.

—Suéltate de mí camisa, gatito.

Aturdidos ojos marrones lo miraron por unos instantes antes de que Taeyong prácticamente saltara alejándose y uniera las manos detrás de su espalda, luciendo nervioso.

Se sonrojaba tan bellamente.

Los labios de Yoon Oh se adelgazaron ante la idea. Realmente no le gustaba el efecto que el muchacho tenía en él.

Cuanto antes se deshiciera de Taeyong, mejor.

Sin decir nada más, dejó la habitación. La puerta se trabó detrás de él.

♟️

Las bodas eran jodidamente fastidiosas. No lo ayudó el que Yoon Oh hubiera pasado la mayor parte del día teniendo que soportar a sus numerosas tías con sus preguntas sobre su propio estado civil y cuándo este iba a cambiar. Aparentemente, estar del lado equivocado de los treinta y ser soltero era "trágico, simplemente trágico".

Había un motivo por el que no disfrutaba pasar demasiado tiempo con su extensa familia. Era difícil intimidar a alguien para que se calle, cuando te habían visto en pañales. La madre de Yoon Oh era la peor. Lo había estado regañando toda la noche, queriendo saber cuándo iba a seguir finalmente el ejemplo de su hermana menor y establecerse. Ella no lucía impresionada cuando él finalmente se había desbordado y le dijo que tenía cosas más importantes para hacer que jugar a la casita con alguna mujer.

Yoon Oh lanzó un suspiro irritado al recordarlo y entró en su casa del lago. Estaba maravillosamente tranquila en comparación con la ruidosa mansión que había dejado atrás.

Si Cheng lo estaba esperando en el recibidor.

Supo que algo estaba mal al momento de ver su pálida cara.

—El chico de Lee se ha ido —dijo Si Cheng. Yoon Oh lo miró fijamente.

—¿Qué? —se oyó a sí mismo decir.

—Huyó —dijo Si Cheng, metiendo las manos en los bolsillos. Huyó.

La palabra resonó en sus oídos, negándose a penetrar en su mente agotada.

Entonces, se estaba moviendo.

Encaró escaleras arriba, hacia su dormitorio, con Si Cheng siguiéndolo.

La cerradura estaba rota.

La habitación estaba vacía. El armario estaba completamente abierto. No había rastros del chico con pelo rizado y una sonrisa con hoyuelos. La cama todavía estaba deshecha, las sábanas arrugadas y tiradas a un lado como consecuencia del sexo que compartieron esa mañana.

—¿Cómo? —dijo Yoon Oh, mirando hacia la cama.

—No estamos seguros. Todavía estaba aquí cuando le traje la comida a las once en punto. Obviamente, comprobé las grabaciones de seguridad, pero parece que las cámaras funcionaron mal cerca del mediodía. No lo descubrí hasta horas después porque... bueno, ya sabes por qué. Luego de que me dijiste que dejara de espiarte, ya no monitoreé tu dormitorio.

Yoon Oh se giró lentamente. Estudió a Si Cheng en silencio.

Los ojos de Si Cheng se disparaban por toda la habitación.

—Mi suposición es que tuvo ayuda externa. Alguien se debe haber escabullido en la casa, usando la boda como distracción.

Yoon Oh observó la gota de sudor que corría en la cara de Si Cheng.

—La casa todavía estaba vigilada por veintitrés guardias profesionales, altamente entrenados, hombres que supuestamente son los mejores. Pero, de algún modo, no notaron que alguien irrumpió y hurtó mis cosas de mi dormitorio. Explícame eso, Si Cheng.

Si Cheng seguía tragando convulsivamente.

—Parece el trabajo de un profesional. Posiblemente fue el Servicio de Inteligencia Secreto Británico. Parecían sospechar de ti.

Yoon Oh zumbaba.

—Posible —dijo y vio a Si Cheng exhalar— Pero improbable. Hay una explicación más probable, ¿no lo crees?

—No lo entiendo —dijo Si Cheng.

Agarrando su garganta, Yoon Oh lo empujó contra la pared, la cabeza de Si Cheng golpeando contra ella con un ruido sordo. Parecía doloroso. A Yoon Oh no le importó.

—¿Por qué? —dijo, la ira haciéndolo ver rojo—¿Por qué lo hiciste?

Todo disfraz abandonó el rostro de Si Cheng, su cuerpo flácido como si fuera una muñeca de trapo.

—Yo...

—¿Por qué? —repitió Yoon Oh, apretando su garganta con más fuerza y viéndolo ahogarse. Romper el cuello de un hombre no era difícil. Habían pasado años desde que estuvo tan tentado a hacerlo.

—Lo hice por ti —Si Cheng logró disparar— Hice lo mismo que hiciste tú cuando el mocoso comenzó a joder mi cabeza... lo quité de tu alcance. Cuando te calmes, ¡sabrás que hice lo correcto!, ¡Has sido irracional desde que empezaste a follarte a ese pequeño marica! No es más que problemas. Puedes vengarte de Lee de alguna otra forma. Sabes que puedes.

—¡Cómo te atreves! —dijo Yoon Oh— He sido demasiado blando contigo, Si Cheng. Suficiente, es suficiente —apretando más su agarre, vio cómo el rostro de Si Cheng se volvió grisáceo. Cuando Si Cheng empezó a perder el conocimiento, Yoon Oh lo dejó caer al piso como una bolsa de papas.

—Sabes que no manejo bien la traición —dijo Yoon Oh, viendo hacia abajo al hombre jadeante y tosiendo— Confié en que hicieras bien tu trabajo. Confié en que cubrirías mi espalda, no que me apuñalarías por la espalda —Se volteó y se fue.

—¿Qué vas a hacerme?

—Nada —dijo Yoon Oh— Tienes quince minutos para irte de mi casa. Será mejor que no vuelva a oír de ti.

—¡Te he sido leal por quince años! ¿Eso no vale nada para ti? 

Yoon Oh se detuvo.

—Lo hace. Es el único motivo por el que aún estás vivo. Sabes que no me gusta cuando mi gente empieza a pensar que sabe más que yo. No lo hacen —Y salió de la habitación. Ira y arrepentimiento revolviendo sus entrañas y haciéndole hervir la sangre. 

Maldita sea, Si Cheng. Jodido idiota.

Si Cheng tenía razón en algo: incluso sin el muchacho, Yoon Oh podía, y haría, pagar a Lee Sooman. El inglés era en última instancia el responsable de que Yoon Oh hubiera perdido a dos hombres en los que había confiado con su vida: primero Sungchan, ahora Si Cheng.

Ciertamente, Lee Sooman iba a pagar. Pronto.

Segunda Parte:

18

—¡Qué Carajos! —gritó Hendery frustrado frente a la televisión cuando Arsenal nuevamente falló un gol.

Quian Xiaojun escondió su sonrisa en el hombro de Hendery. A diferencia de su novio, no sentía ningún amor por Arsenal, por lo que su constante imposibilidad de meter goles era bastante divertida para él. Sabía que era mejor no decirlo en voz alta de todos modos.

La sonrisa de Xiaojun se desvaneció cuando vislumbró a Taeyong despatarrado en el otro sillón. "Despatarrado" probablemente no era la palabra adecuada para describir la forma en que su amigo estaba sentado: había algo rígido y poco natural en la postura de Taeyong. No era la primera vez que Xiaojun notaba eso en Taeyong desde que regresó a casa. Xiaojun no podía identificar que era. No era que Taeyong luciera infeliz, en sí. No lo hacía. Sólo que había algo raro en él. A veces.

Xiaojun se mordió el labio. Pensó que ofreciéndole a Taeyong un empleo en las empresas de su familia distraería su mente de lo que le había pasado. Mientras que parecía ayudar —Taeyong claramente estaba feliz de hacer algo en lo que era bueno, y contento de no tener que depender de su padre— algo seguía estando mal. Taeyong ya no era el mismo. Xiaojun no sabía qué hacer al respecto. Le había dado algo de espacio a Taeyong, no queriendo presionarlo hasta que estuviera listo para hablar. Pero ya habían pasado tres semanas desde que Taeyong regresó y todavía se reía del tema y lo evadía completamente. Era como si... como si algo le hubiera pasado mientras que estuvo en Rusia. Algo de lo cual Taeyong no quería pensar, ni hablar.

Xiaojun se estremeció y se acurrucó más cerca de Hendery, aspirando su familiar fragancia.

Hendery giró la cabeza.

—¿Xiao?

Xiaojun señaló con su vista hacia Taeyong y susurró:

—Tú también lo ves, ¿verdad?

La mirada de Hendery se movió hacia Taeyong. Asintió.

—¿Crees que le pasó algo mientras que esa gente lo retuvo? — dijo Xiaojun, con cuidado de mantener la voz baja.

Hendery frunció el ceño.

—Xiao, unos criminales lo tuvieron secuestrado por dos meses. No fueron exactamente vacaciones. Es natural que luzca alicaído.

—Eso creo —dijo Xiaojun, pero no estaba convencido. Taeyong era la persona más positiva y optimista que había conocido. Ser retenido por dos meses no debería haberlo afectado en semejante forma... si todo realmente hubiera sucedido como decía Taeyong.

—Quiero intentar hablar de nuevo con él —dijo Xiaojun. Hendery lo estudió antes de asentir.

—Si te hace sentir mejor —dijo, besando una comisura de la boca de Xiao y luego la otra— No es tu culpa, osito Xiao. Lo sabes, ¿verdad?

Xiaojun enterró su rostro en el cuello de Hendery, frotándolo en él.

—Sí —dijo, sin demasiada convicción. Racionalmente, sabía que era muy poco probable que pudiera haber evitado el secuestro de Taeyong, pero una parte de él se seguía preguntándose qué habría pasado si hubiera sacado su culo de la cama e insistido en acompañar a Taeyong a San Petersburgo. Si hubiera tenido un ánimo adecuado, habría hecho eso. Pero se había sentido tan como la mierda sin Hendery, que no le había importado lo suficiente. Debería haber sido un mejor amigo. Taeyong y él siempre se habían protegido las espaldas mutuamente. Tenían muy pocos secretos entre ellos... habitualmente. Por eso era que le preocupaba tanto el que Taeyong no se abriera respecto a sus días de cautiverio. Taeyong no era del tipo preocuparse en silencio. No era del tipo de preocuparse, punto final.

—Hablaré con él ahora —dijo Xiaojun, desenredando sus extremidades de Hendery.

Taeyong lo miró inquisitivamente cuando Xiaojun se sentó a su lado.

—¿Todo bien? —dijo, viendo a Hendery. Xiaojun soltó una carcajada.

—No estamos siempre pegados por la cadera, ¿sabes? 

Taeyong resopló.

—Podrían haberme engañado. Ustedes dos ya eran bastante desagradables antes, pero es completamente asqueroso ahora que están intercambiando fluidos corporales. Son como gemelos siameses que follan hasta la estupidez. Agh.

Rodando los ojos, Xiaojun le dio un codazo.

—Sólo estás celoso, amigo.

—Lo estoy —Taeyong sonrió melancólicamente— Sabes que siempre quise algo como lo que tienen tú y Hendery.

—Lo tendrás —dijo Xiaojun con convicción, apretando el hombro de Taeyong. No conocía una persona más adorable que Taeyong. Era tan fácil amarlo y estaba tan dispuesto a dar amor—Algún día, conocerás a un buen tipo que amará cada parte de ti y te tratará como mereces ser tratado.

Negando con la cabeza, Taeyong desvió la mirada.

—No lo quiero algún día —dijo— Lo quiero ahora. Lo necesito ahora, Xiao.

Xiaojun frunció el ceño, notando un extraño dejo de desesperación en la voz de Taeyong. Se preguntó si los últimos meses eran responsables de ello; quizás los últimos acontecimientos lo hicieron percatarse de que la vida es corta. Xiaojun no estaba seguro de si saltar a cualquier tipo de relación, tan rápido luego de una experiencia traumática, fuera saludable... pero quizás era exactamente lo que Taeyong necesitaba.

—¿Quieres salir esta noche? —dijo Xiaojun—Podríamos ir a ese club que te gusta. Hay muchos tíos calientes ahí.

Taeyong se lamió los labios y asintió, su flequillo cayendo sobre sus ojos.

Xiaojun sonrió. Sabía que Taeyong odiaba su cabello rizado porque creía que lo hacía verse demasiado joven, pero en lo personal, Xiaojun siempre pensó que sus rulos eran ridículamente lindos y entrañables.

Jaló de un rizo juguetonamente.

—Casi olvidaba lo rizado que eres, Ricitos —Y Taeyong simplemente... se congeló.

—¿Amigo? —dijo Xiaojun, confundido.

La mano de Taeyong se disparó hacia su cabello. Lo alisó hacia atrás con timidez, incomodidad parpadeando en sus ojos cafés.

—Sí —dijo con una risita— Supongo que también lo olvidé. Lo arreglaré —Se puso de pie, luciendo vagamente desconcertado—Los recogeré en un par de horas, ¿sí?

Xiaojun arqueó las cejas.

—¿Estás seguro de que quieres salir esta noche?

—Sí, totalmente —Taeyong le disparó una sonrisa— Estoy bien. Hasta más tarde, amigo —Y luego se fue... en la mitad del partido de fútbol que estaban mirando y sin siquiera despedirse de Hendery. Síp, Taeyong estaba totalmente bien.

Más tarde esa noche, mientras que veía a Taeyong acunar su bebida y rechazar a todos los chicos que intentaban sacarle conversación, la preocupación de Xiaojun se profundizó. No era como si Taeyong pareciera estar completamente desinteresado en conocer a alguien: hacía el esfuerzo, pero no parecía ser capaz de entusiasmarse demasiado sin importar lo atractivo que fuera el tipo. Como si hubiera una barrera invisible entre Taeyong y esos hombres, y eso estaba empezando a enloquecer a Xiaojun. Taeyong estaba tan indiferente. Taeyong siempre fue todo lo contrario. Era una persona sociable, cariñosa, con facilidad de palabra, con facilidad para hacer amistades.

—Mira al tipo de la barra —Xiaojun intentó nuevamente con un suspiro, señalando hacia el hombre en traje— Te ha estado observando desde hace un rato —No tenía demasiada esperanza en ese tipo. Era un poco mayor que ellos, más cerca de los treinta que de los veinte. Parecía fuera de lugar en un club como este.

Pero, para su sorpresa, la mirada de Taeyong se detuvo en el tipo, algo similar al interés surgiendo en sus ojos por primera vez en la noche. Pasándose una mano por su pelo domesticado, apenas ondulado, Taeyong encontró la mirada del extraño y sonrió.

Mientras que el tipo empezó a abrirse camino hacia ellos, Xiaojun le dio un codazo a Taeyong.

—¿Estás seguro? Es mucho mayor.

Taeyong asintió, sus largas pestañas ocultando la expresión abatida en sus ojos.

Xiaojun lo analizó pensativo. De hecho, podría funcionar. Taeyong siempre fue mentalmente maduro para su edad, buscando una relación seria en vez de encuentros sin sentido. Xiaojun podía imaginarlo sin esfuerzo casándose joven y teniendo un montón de niños... algo con lo que la mayoría de los chicos de veintitrés años no estarían dispuestos a comprometerse. Quizás un hombre mayor era más compatible con Taeyong, que los chicos de su edad.

Xiaojun desvió la vista nuevamente hacia el tipo que se acercaba a ellos. Por algún motivo, le parecía conocido, pero por mucho que Xiaojun esforzara su memoria no podía recordar de dónde.

—Hola, soy Eunwoo—dijo el tipo, estrechando sus manos.

—Xiaojun —Se presentó a sí mismo.

Eunwoo asintió cortésmente —parecía agradable— pero sus oscuros ojos estaban fijos en Taeyong, hambrientos y algo enamorados ya. Tomando eso como su señal para irse, Xiaojun levantó su bebida y se excusó.

Apoyado en una pared, tomó un sorbo de su bebida, alternando entre mirar a Taeyong por el rabillo del ojo y revisar su teléfono. Hendery debería regresar pronto... se había ido a recoger de una fiesta a su hermano menor, hace casi una hora.

Media hora después, Xiaojun frunció el ceño mientras observaba a Eunwoo y Taeyong. Eunwoo ya tenía una mano en el muslo de Taeyong. ¿No era eso algo rápido?

Xiaojun estudió el lenguaje corporal de Taeyong, buscando alguna señal. Era difícil. Taeyong estaba sentado quieto, con la mirada caída, dejando que Eunwoo tocara su muslo y deslizara una mano bajo su camisa. Aunque Taeyong no estaba deteniendo a Eunwoo , había algo fuera de lugar en la escena.

—Nunca te he visto por aquí.

La voz desconocida obligó a Xiaojun a apartar su atención de Taeyong.

—Lo siento, no estoy interesado —dijo distraídamente, no por primera vez en la noche.

—¿Cómo lo sabes? Apenas me viste —dijo el tipo juguetonamente, inclinándose hacia él y poniendo una mano en el bíceps de Xiaojun.

Irritándose, Xiaojun estaba a punto de ubicar al tipo cuando un brazo abrazó sus caderas y lo jaló contra un amplio y conocido pecho. Xiaojun se relajó inmediatamente.

—Apenas te miró porque está tomado —dijo Hendery, su cálido aliento cosquilleando en la oreja de Xiaojun.

—Ah. Lo siento, compañero —dijo el tipo, parpadeando hacia Hendery y mirándolo con interés... una reacción bastante normal, considerando todas las cosas.

Xiaojun se echó a reír, observando al tipo irse a regañadientes.

—Tal vez deberías intentar modelar —dijo, cerrando los ojos cuando Hendery empezó a mordisquear su mandíbula— Al menos te pagarían por ser admirado.

—No querría ponerte celoso. Xiaojun se echó a reír.

—Si me pusiera celoso cada vez que alguien se babea al mirarte, me saldría una úlcera. Pueden mirar todo lo que quieran. Soy el único que puede tocar esto.

—Sabía que me deseabas por mi cara bonita —dijo Hendery con una falsa voz tristona.

Xiaojun se rio nuevamente, porque ambos sabían que no podría estar más alejado de la verdad. Hendery fue su todo desde niños.

—Eso y tu polla —dijo— Estoy bastante encariñado con tu polla. Hendery hizo una mueca contra su mejilla.

—Mi polla también está bastante encariñada contigo. Por cierto, ¿dónde está Taeyong?

—A la derecha. Con un tipo mayor en un traje oscuro.

—No está ahí.

¿Qué?

Xiaojun abrió los ojos. Hendery tenía razón. La mesa en que estaban Taeyong y Eunwoo estaba ocupada por otras personas ahora.

—Estaba allí hace unos minutos —dijo, sintiendo una punzada de preocupación. Miró hacia la pista de baile pero tampoco pudo encontrarlos allí.

—Quizá congeniaron y se fueron juntos —dijo Hendery. Mordiéndose los labios, Xiaojun negó con la cabeza.

—No es el estilo de Taeyong. Y no creo que se fuera con un extraño luego de lo que pasó. Y ha estado bebiendo. ¿Qué si Eunwoo se aprovecha de él?

—Vayamos a chequear los baños primero —dijo Hendery, tomando su mano y abriendo paso entre la multitud— Llámalo.

—No responde —dijo Xiaojun, frunciendo el ceño hacia el teléfono.

—Lo encontraremos —dijo Hendery, apretando sus dedos— Estoy seguro de que está bien. Probablemente está besuqueándose con el tipo en alguna parte.

No encontraron a Taeyong en ninguno de los baños.

Xiaojun estaba entrando un poco en pánico cuando decidieron revisar el callejón detrás del club.

Dos siluetas estaban apretándose contra la pared, la más alta encerrando a la más pequeña. Xiaojun reconoció el traje de Eunwoo.

Al principio no estaba seguro de lo que estaba viendo. Su primer pensamiento fue que Hendery tenía razón y Taeyong estaba manoseándose con el tipo. Demonios, Eunwoo prácticamente estaba dejando seco a Taeyong con su beso.

—Deja de ser un calienta—pollas —Eunwoo disparó, con su mano deslizándose entre ellos—Sabes que lo quieres —Se escuchó cierta pelea y luego Eunwoo maldijo—Pequeña perra...

Hendery fue el primero en llegar. Apartó a Eunwoo de Taeyong y lo golpeó contra la pared tan fuerte que Eunwoo gruñó de dolor.

—Cuando alguien dice que no, significa no, cabrón —dijo Hendery antes de golpear al tipo en el estómago. Eunwoo se dobló a la mitad, lloriqueando. Parecía jodidamente doloroso —los puños de Hendery eran enormes— pero Xiaojun no sintió la más mínima pena por el tipo.

—Hendery, déjalo ir —dijo Taeyong ronco, deslizándose por la pared y abrazándose las rodillas—Es un imbécil, pero yo lo incité. No soy totalmente inocente.

—Pero...

—Sácalo de mi vista —susurró Taeyong, mirando al suelo—Por favor.

Frunciendo el ceño, Hendery miró a Xiaojun.

Xiaojun sabía que había cosas que Taeyong nunca diría frente a Hendery. Su novio y Taeyong se llevaban bastante bien, pero realmente no eran cercanos. Taeyong era amigo de Xiaojun desde niños, no de Hendery.

Xiaojun observó la cabeza gacha de Taeyong.

—¿Nos das unos minutos, bebé? ¿Nos esperas en el coche?

Asintiendo, Hendery se fue, llevándose a Eunwoo agarrado del cuello.

Cuando estuvieron solos, Xiaojun se sentó junto a Taeyong y puso una mano en su hombro.

—¿Estás bien? —dijo, apretando el hombro de Taeyong—Se fue. Estás a salvo ahora.

Una risa frágil escapó de la garganta de Taeyong.

—Sí —dijo, con la cabeza cayendo contra la pared—Estoy a salvo. Tan jodidamente a salvo.

Xiaojun arqueó las cejas.

—¿Por qué dejaste llegar tan lejos a ese gilipollas? Parecías incómodo cuando te estaba manoseando en la mesa.

Taeyong no respondió por un rato, con los ojos embotados y enrojecidos.

Finalmente, dijo:

—A veces me gusta fingir que no lo deseo, así que pensé... pensé que tal vez lo que necesitaba para dejar de sentirme tan... tan nervioso... podría ser a ese tipo forzándome a hacer lo que no quiero —Taeyong volvió a reírse. Era un sonido horrible: vacío e incomprensible. Aterrorizó a Xiaojun. Algo estaba mal, horriblemente mal—Pero fue tan diferente—susurró Taeyong, mirando el suelo—¿Por qué fue tan diferente? Seguía esperando y deseando que... esperando simplemente ser un pervertido.

Ahora Xiaojun estaba completamente confundido. Taeyong hablaba sin sentido.

—Se parecía tanto a él —murmuró Taeyong, algo aborrecible, obsesivo y desesperado en su expresión—Aunque los ojos estaban mal.

Piel de gallina subió por la columna de Xiaojun, una sensación de hundimiento surgiendo en su estómago. Ya sabía por qué Eunwoo le resultó tan familiar: se parecía a aquel magnate ruso con crueles ojos azules... el hombre que Taeyong había ido a ver antes de ser secuestrado. Pero Taeyong había negado la participación de Jung Yoon Oh en su secuestro. Taeyong había afirmado que no tenía idea sobre quiénes fueron sus captores o qué deseaban. ¿Por qué?

—Conoces al responsable de tu secuestro —dijo Xiaojun. No le gustaban las implicaciones de esto—¿Por qué mentiste al MI6? ¿A tu padre? ¿A todos nosotros?

Los ojos de Taeyong se volvieron hacia él, oscuros, dilatados y perdidos.

—Si decía la verdad, debía enfrentarlo de nuevo —dijo, apenas moviendo los labios— Sólo quiero olvidar que sucedió. No quiero verlo, ni pensar en él ni —se interrumpió, presionando sus nudillos contra los ojos—.. quiero olvidar que sucedió. ¿Por favor?

Con el corazón abatido, Xiaojun atrajo a Taeyong contra su pecho, abrazándolo. No sabía qué decir. No sabía qué pensar.

—Pero, ¿qué hay de Eunwoo? —dijo, porque debía hacerlo. Enterrar la cabeza en la arena podía ser peligroso—¿Y si vuelve a suceder, amigo?

—No lo hará —dijo Taeyong con firmeza, su voz resonando con convicción— No fue por lo que vine aquí esta noche. Yo quería conocer a un buen tipo... no... no esto. No estaba buscando a alguien parecido a él. Lo odio, lo juro.

Xiaojun acarició el ondulado pelo de Taeyong. Había crecido en el tiempo en que Taeyong estuvo fuera.

—Representa todo lo que odio —dijo Taeyong.

—Bien.

—Era malo para mí.

Xiaojun no dijo nada, porque por supuesto que un hombre como Jung Yoon Oh era malo para alguien tan amoroso como Taeyong.

—Me alegra no volver a verlo jamás —La voz de Taeyong se quebró.

—Bien —dijo Xiaojun, abrazándolo más fuerte. Pretendió no notar la humedad contra su pecho.

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MI6: Otra forma de referirse al Servicio Secreto de Inteligencia Británico (SIS).

19

—Me gustas, Taeyong.

Taeyong levantó la mirada del plato y la barrió por el restaurante antes de fijarla en el hombre sentado al otro lado de la mesa. Los tranquilos y oscuros ojos de John Seo, encontraron su mirada y la sostuvieron.

Johnny tenía un rostro fuerte y hermoso, con estilizado cabello castaño, ojos oscuros y una boca firme y sensual. Su piel olivácea sugería alguna ascendencia mediterránea. Era sólo cuatro años mayor que Taeyong, veintisiete años, pero tenía un aire tan sereno, decidido y confiado que parecía mayor.

Fue Xiaojun quien los presentó. Él y Xiaojun... realmente no conversaron sobre lo que pasó hace una semana (a Taeyong le gustaba pretender que su desmoronamiento en el callejón no había pasado), pero Xiaojun parecía decidido a apartarlo de la mente de Taeyong y había preparado un encuentro con Johnny, uno de sus muchos primos lejanos. Pese a descender de un linaje empobrecido de la familia de Xiaojun, Johnny había hecho verdaderamente una carrera para sus veintisiete años y se había ganado una lujosa oficina, un piso arriba de la de Taeyong en Grayguard.

—¿Sí? —dijo Taeyong, dándole a Johnny una sonrisa ladeada— No sabría por qué.

Johnny bebió su vino.

—¿Estás buscando halagos? —Tenía una buena voz, sexy, grave y ronca.

—Nop, sé que soy lindo —Taeyong sonrió más amplio— Es sólo que... Por lo que he escuchado de ti por parte de Xiaojun, no respetas demasiado a las personas que nacieron con una cuchara de plata en la boca, lo que es algo gracioso. Estás emparentado con un montón de aristócratas.

Johnny rio, pero no lo negó.

—Deben ser los hoyuelos. Siempre tuve cierta debilidad por ellos.

Taeyong sólo pudo devolverle la sonrisa. Estaban coqueteando, ¿no es así? Coquetear era bueno. Xiaojun estaría tan orgulloso de él.

La expresión de Johnny se puso seria.

—Mira, voy a ser directo contigo. No quiero ninguno malentendido aquí. Quiero asegurarme de que estamos en la misma página —miró a Taeyong a los ojos— Estoy cansado del ambiente de los clubs y las relaciones ocasionales. A esta altura, me gustaría tener un marido y un par de niños que malcriar — Johnny se encogió de hombros— Realmente me gustas, pero si una relación seria no es lo que te interesa, es mejor que me lo digas ahora.

Taeyong tragó saliva, intentando luchar contra la ola de pánico. Esto estaba bien, ¿verdad? Era lo que había estado buscando. Johnny era atractivo y confiado sin ser arrogante, era firme sin ser dominante, era verdaderamente agradable sin parecer débil. Tenía una voz sexy y unos músculos agradables debajo del traje.

También quería hijos. Johnny cubría todos los requisitos. Era prácticamente perfecto. El hombre de sus sueños.

Taeyong se llevó el vaso a los labios y tomó un sorbo de su bebida, tratando de ganar algo de tiempo.

Johnny sonrió, viéndose divertido.

—No estoy proponiéndome ni nada —dijo, estirándose sobre la mesa y tomando la mano libre de Taeyong. Su mano era grande y cálida— No quiero que te espantes. Sólo digo que me gusta lo que veo... una sonrisa como la tuya no es mentirosa... y realmente me gustaría conocerte mejor. ¿Te gustaría llegar a conocerme?

Era razonable.

Taeyong sonrió y asintió, tratando de ignorar el nudo de ansiedad en su estómago.

El resto de la cita salió bastante bien. Era fácil hablar con Johnny. Era un buen oyente y un gran conversador. Era divertido, inteligente y atractivo. A Taeyong le gustaba. Le gustaba mucho.

Después de la cena, Johnny le compró flores de camino al departamento de Taeyong y lo besó castamente al final de su cita, con una mirada cariñosa y fascinada.

En general, fue genial.

Luego esa noche, mientras que Taeyong miraba las hermosas rosas blancas en su mesita de noche, pensó que Johnny prácticamente era lo que había estado buscando toda su vida.

Se durmió con una sonrisita en los labios, sintiéndose satisfecho y optimista sobre su próxima cita.

Soñó con manos ásperas y posesivas, fríos ojos azules y un cuerpo pesado y caliente encima de él. Se despertó, sin aliento y jadeando, su cuerpo hormigueando de anhelo y hambre, del tipo que nunca había sentido antes.

Lágrimas de ira brotaron de sus ojos. No era justo. No quería esto. Quería a Johnny. Quería soñar con Johnny, que era el epítome de todo lo que deseaba en un hombre.

Se preguntó qué estaría haciendo Yoon Oh ahora mismo.

Taeyong gimió frustrado. Deja de pensar en él, idiota. Había pasado un mes desde que Si Cheng y Winter lo ayudaron a escapar. Dudaba que Yoon Oh le dedicara algún pensamiento, e incluso si lo hiciera, probablemente sería porque estaba molesto de haber perdido una valiosa ventaja contra su padre. O quizás Taeyong fue un peón tan insignificante que Yoon Oh apenas notó o se preocupó por su fuga.

Taeyong odiaba cómo esa idea lo hacía sentir estúpidamente molesto. Sus díscolas emociones le demostraban que había hecho bien en escapar cuando lo hizo. Al ritmo en que iban, unos pocos días más con Yoon Oh lo hubieran convertido en un juguete sexual sin cerebro, enamorado y feliz de estar encerrado y ser usado cuando su captor estuviera de humor.

Había otra cosa que estaba constantemente en el fondo de su mente: había pasado un mes y todo estaba demasiado tranquilo. Aunque Taeyong no esperaba que a Yoon Oh le importara lo suficiente como para buscarlo y secuestrarlo de nuevo, sí esperaba que Yoon Oh hiciera algo para vengarse de su padre. Pero hasta ahora, nada había pasado. La falta de reacción era un poco desconcertante. Incluso si a Yoon Oh no le importaba Taeyong, seguro que sí le importaba hacer pagar a su padre. ¿O no lo hacía?

Suspirando, Taeyong se giró sobre el estómago, abrazó su almohada y trató de enfocar sus pensamientos en Johnny, recordándose que los problemas de su padre ya no eran su preocupación. Había tomado la decisión. No quería tener nada que ver con la mafia, el narcotráfico o el mundo criminal en general. No conocía a su padre tan bien como para preocuparse demasiado por él como persona, y lo que había descubierto sobre él por Yoon Oh, no le había precisamente simpatizado. No amaba a su padre, y su padre ciertamente no lo amaba a él. Esto último se había vuelto abiertamente obvio, cuando su padre había perdido rápidamente su interés en Taeyong, cuando le dijo que no sabía nada sobre su secuestrador.

"Eres un inútil", fue lo único que Lee Sooman había dicho antes de irse. Taeyong no dejaría que lo afectara —la falta de cariño de su padre no era nada nuevo— pero cuando Xiaojun le ofreció un trabajo en su compañía, no lo dudó. Ya tuvo suficiente de intentar ser un buen hijo. Estaba tan harto. Su padre y Yoon Oh podrían matarse mutuamente por lo que le importaba. Taeyong no daba una mierda por ninguno de ellos. Iba a ser feliz. Iba a ser feliz y nunca tener que mirar por encima del hombro.

Con eso en mente, Taeyong cerró los ojos y pensó decididamente en la sonrisa de Johnny.

A la mañana siguiente, el helicóptero de su padre se estrelló en Colombia.

20

Yoon Oh se sentó frente a su escritorio en su oficina de Suiza, ojeando los titulares de los periódicos británicos que Seulgi le había traído. Su mirada se quedó atrapada en la primera página de uno de ellos. Una fotografía.

—¿Algo interesante? —dijo.

—No realmente —respondió Seulgi— El funeral fue hace tres días. El SIS Británico sospecha de grupos organizados de criminales colombianos, pero no hay evidencias hasta ahora.

Yoon Oh zumbaba.

—Ambos sabemos que no las habrá. López no es un aficionado.

Seulgi alzó las cejas.

—¿Desde cuándo te has vuelto tan amistoso con él? La última vez que lo comprobé, lo despreciabas.

—Tiene sus usos — dijo Yoon Oh.

Una sonrisa divertida adornó el rostro normalmente serio de Seulgi.

—Sí, hacer el trabajo sucio por ti, pensando que está siguiendo su propia agenda.

Yoon Oh le dio una mirada inexpresiva.

—Lee lo embaucó. Yo sólo ayudé a López a averiguarlo.

—Por la bondad de tu corazón, por supuesto.

No valía la pena comentar nada, así que no lo hizo.

—No pensé que realmente lo harías matar —dijo Seulgi. Yoon Oh se encogió de hombros.

—No puedo decir que esté triste por la muerte de Lee, pero no puedo tomar crédito por ello. Lo dejé a la discreción de López. No tengo tanta influencia en él, de todos modos —Esperaba que López fuera algo bruto con Lee, no que lo matara. Había sido un error de cálculo de su parte.

Quizás por eso no había sentido ninguna satisfacción particular cuando le informaron de la muerte de Lee.

Los labios de Seulgi se retorcieron.

—Es muy raro que esté de acuerdo con López. El mundo está mejor sin ese traidor de mierda —sacudiendo la cabeza, Seulgi se volteó para irse.

—Seulgi.

Se detuvo y lo miró inquisitivamente.

La mirada de Yoon Oh regresó a la fotografía del funeral.

—Descubre quién es este hombre —dijo, empujando el periódico sobre el escritorio para que pudiera verlo—Todo sobre él.

—¿Cuál? —preguntó Seulgi, sin que se le mueva una pestaña. Estaba acostumbrada a peticiones más extrañas. Era una Ex agente de la KGB con entrenamiento, después de todo. Muy poco podría perturbarla.

Yoon Oh se reclinó en su asiento.

—El que tiene un brazo alrededor del hijo de Lee. 

Ella le lanzó una mirada afilada.

Él encontró su mirada con constancia.

Pero ella no cuestionó sus órdenes. Siempre fue más sabia que Si Cheng. Aunque era mayor que Yoon Oh, por quince años, y lo había conocido por mucho más tiempo que Si Cheng —había sido anteriormente guardaespaldas de su padre— Seulgi nunca se permitió a sí misma hablar tan libremente como Si Cheng. Yoon Oh sabía que ella lo apreciaba, pero era profesional hasta la médula.

Cuando Seulgi se fue, Yoon Oh se acercó al periódico. Miró con detenimiento la fotografía nuevamente.

El muchacho no parecía particularmente destrozado por la muerte de su padre. Considerando lo que Yoon Oh sabía sobre Lee, no podría decir que estuviera sorprendido.

Taeyong se veía... diferente. Sus rizos morados estaban estirados y recogidos detrás, su rostro con forma de corazón pálido y en blanco, sus oscuros ojos serios.

Yoon Oh encontró su propia mano aferrada al reposabrazos.

Arrastró la mirada, enfocándose en el hombre alto que tenía un brazo alrededor de los hombros del muchacho y le estaba susurrando algo al oído de Taeyong. Lucía más que amistoso.

Arrugando el periódico con sus manos y arrojándolo a la basura, Yoon Oh apretó los labios.

Lee estaba muerto. El muchacho ya no era relevante. Cualquier plan que Yoon Oh hubiese tenido con respecto al muchacho ya no era relevante. No necesitaba ninguna información del hombre que tenía sus manos sobre...

Disgustado, Yoon Oh interrumpió su tren de pensamientos.

Quizás Si Cheng tenía razón después de todo. Esto era inaceptable.

Su teléfono sonó.

—Encontré la información que me pediste —dijo Seulgi cuando respondió—¿Quieres que te reenvíe el archivo?

A veces deseaba que Seulgi no fuera tan eficiente como lo era.

—¿Yoon Oh? —dijo cuándo no respondió.

—No —dijo—Sólo hazme un corto resumen.

—John Seo —dijo Seulgi— Veintisiete, Jefe del departamento de Gestión de Riesgos en Grayguard. Es la empresa de servicios financieros más importante del Reino Unido...

—Conozco Grayguard —dijo Yoon Oh—Conocí a Quian Kun.

Continúa.

—Considerando todo, ha hecho una carrera impresionante, y parece haberlo logrado sin hacer enemigos. Según dicen, es firme en sus creencias, pero de trato bastante agradable. Posee una encantadora casa en Kensington y...

—¿Orientación sexual? —dijo Yoon Oh. Hubo un silencio en la línea.

Finalmente, Seulgi respondió.

—No es promiscuo, pero parece ser gay o bi. En una entrevista, mencionó que está buscando una relación seria.

Yoon Oh recogió un encendedor del escritorio.

—¿La naturaleza de la relación con el hijo de Lee?

—Parece ser algo reciente —dijo Seulgi luego de un momento— Ha habido especulaciones en los medios británicos, pero no puedo confirmar nada aún...

—No te molestes en hacerlo —dijo Yoon Oh— No es importante.

Colgó y puso el teléfono en el escritorio, con mucho cuidado.

Luego sacó un cigarrillo de su bolsillo y giró la tapa del encendedor. Reclinándose en la silla, tomó una bocanada profunda, y luego otra.

Así que el chico finalmente había encontrado a su hombre perfecto. Bien por él.

Bien.

21

Taeyong se sentó junto a la piscina, mirando la casa brillantemente iluminada. Podía escuchar las risas y la música, incluso desde aquí. Era el vigésimo tercer cumpleaños de Xiaojun y, ya que Xiaojun estaba prácticamente viviendo con los Moon's últimamente, su cumpleaños este año se celebraba en la casa de Taeil.

Envolviendo sus brazos alrededor de sus rodillas, Taeyong sonrió débilmente. Estaba feliz por su amigo, feliz de que todo por fin iba bien en su vida. La felicidad de Xiaojun había sido peleada duramente y ganada. Era agradable ver que un amor tan fuerte realmente existía y que los "felices para siempre" no eran algo de los cuentos de hadas.

Mordiéndose el labio, Taeyong levantó la mirada hacia la luna.

Probablemente debería volver a entrar. Pero Dios, ya estaba enfermo de estar en el extremo receptor de las miradas compasivas y preocupadas, como si padeciera una enfermedad terminal. Estaba harto de decirles a todos que estaba bien. Nadie le creía, de todos modos.

No es como si Taeyong no pudiera entender que les pasaba a todos. Hasta donde todos ellos sabían, él estuvo viviendo en el infierno por los últimos meses: primero su secuestro, luego el asesinato de su padre apenas un mes después de su escape. Era mucho. Realmente lo era. Pero lo estaba enfrentando. Estaba bien.

¿Por qué sus amigos no podrían entender que su compasión y preocupación excesiva le pesaban, recordándole cosas que prefería olvidar?

Cómo el hecho de que probablemente fuera su culpa que su padre estuviera muerto.

No pienses en ello, no pienses en ello, no pienses en ello.

Un movimiento en la terraza le llamó la atención. Taeyong sonrió ligeramente al notar las dos altas figuras allí, cada una en los brazos del otro. Hendery y Xiaojun se besaban bajo la luna llena, las manos de uno en el pelo del otro, las bocas voraces y tiernas a la vez. Se besaron como si se pertenecieran mutuamente.

Debe ser agradable amar y sentirse amado.

Al notar que se los estaba comiendo con la mirada, Taeyong desvió la vista, hacia la lisa y oscura superficie de la piscina. Otra explosión de risas llegó desde el interior de la casa. Taeyong se tragó un nudo súbito en su garganta. No por primera vez desde que regresó a Inglaterra, se sentía como un extraño entre sus amigos. No sentía que perteneciera aquí.

Pero por otra parte, ya no estaba seguro de dónde pertenecía. Si fuera honesto consigo mismo, podría ser uno de los motivos por los que se había aferrado a Johnny tan rápido. Johnny no lo conocía de antes. No sabía que Taeyong era habitualmente mucho más alegre y fácil de tratar que ahora. Si Taeyong estaba tranquilo y no tenía ganas de hablar, Johnny no pensaba nada al respecto. Johnny lo había apoyado a través del ajetreo casi surrealista, que prosiguió a la muerte de su padre, una presencia silenciosa y reconfortante a su lado, sin hacer preguntas ni juicios. Johnny era algo increíble. Taeyong deseaba que estuviera aquí esta noche. Quizás entonces la gente dejaría de dedicarle esas miradas. Sin mencionar que Taeyong... ¿podría extrañar a Johnny? Quizás. No estaban oficialmente juntos aún —Johnny no lo estaba apresurando, en consideración a la muerte de su padre— pero Taeyong definitivamente extrañaba la coquetería sin complicaciones, y la sensación de seguridad que la presencia de Johnny le daba.

Taeyong se preguntaba si así sería como la gente empezaba a enamorarse. Esperaba que lo fuera. Johnny era un hombre en el que podría confiar para que no le rompiera el corazón. Era agradable, confiado, y refrescantemente directo y honesto. Antes de irse en un viaje de negocios a Japón, lo había mirado a los ojos y le dijo que esperaba una respuesta positiva de Taeyong cuando volviera. Era algo arrogante pero encantadoramente honesto de su parte. Johnny no jugaba juegos mentales. Taeyong adoraba eso de él.

Detrás de él, una rama se quebró.

Taeyong se tensó, la piel de gallina corriendo por su columna vertebral mientras que lo llenó un peculiar estado de alerta.

Contuvo la respiración, su corazón golpeando contra las costillas. Tum—tum, tum—tum, tum—tum.

Era una estupidez. No había nadie detrás de él. Estaba de vuelta en Inglaterra. Estaba de vuelta en casa.

Él no podía estar allí.

Una mano grande y callosa se envolvió en su cuello.

Un estremecimiento recorrió el cuerpo de Taeyong. No era posible. Estaba imaginándose cosas. Esto no podía estar pasando.

Tragando, volteó la cabeza lentamente.

Helados ojos azules se encontraron con los suyos, y Taeyong no podía respirar, ahogándose en sus profundidades frías, como un conejo atrapado en la trampa de un cazador.

Podría gritar. Hendery y Xiaojun lo oirían fácilmente si lo hacía.

—¿Me extrañaste, Solnyshko (Gatito)? —dijo una voz engañosamente suave.

Taeyong se lanzó hacia delante y selló sus labios juntos. Las manos de Yoon Oh se aferraron a su cara, sus labios calientes quemándolo, su lengua invadiendo la boca de Taeyong con una intensidad decidida, mientras la barba de Yoon Oh dejaba rozaduras en la piel de Taeyong.

Dios, se sentía ahogarse, como si estuviera a punto de estallar y lo único que lo mantenía unido fuera la boca y las manos de Yoon Oh. Gemiditos rotos escaparon de los temblorosos y hambrientos labios de Taeyong —necesitaba esto, lo necesitaba tanto— con sus brazos enroscados al cuello de Yoon Oh, su cuerpo tensándose, como una flor buscando alcanzar al sol. Las grandes manos de Yoon Oh se deslizaron, descendiendo por la espalda de Taeyong antes de apretar sus nalgas y levantarlo...

Gimiendo contra la boca de Yoon Oh, Taeyong envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Yoon Oh y dejó que lo cargara... hacia algún sitio. Al menos creyó que se estaban moviendo, pero era difícil pensar, pensar era jodidamente imposible, cuando todo su cuerpo se estremecía por el deseo carnal y emocional. Sólo podía aferrarse a Yoon Oh, moviendo sus ávidas manos por la ancha espalda de Yoon Oh, tocando los músculos duros debajo de la camisa... y Dios, su boca sabía tan bien, olía tan bien, terroso y masculino, para nada como la costosa colonia que usaba Johnny...

Joder, Johnny.

Taeyong apartó la boca, jadeando.

—Espera... no puedo.

Yoon Oh lo empujó contra un muro de la casa, inmovilizándolo fácilmente con sólo sus caderas. Taeyong se tragó un gemido cuando sus erecciones se frotaron.

—¿Por qué no? —dijo Yoon Oh, atrapando con los brazos la cabeza de Taeyong, sus azules ojos clavados en los suyos.

Taeyong se lamió los hinchados e hipersensibles labios, sintiéndose mareado por la cercanía de Yoon Oh. Pensar y hablar resultaba un desafío cuando lo único que deseaba era la boca de Yoon Oh de vuelta sobre la suya.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Taeyong susurró con la voz ronca, intentando obligar a sus piernas a desenredarse de la cintura de Yoon Oh. Ellas se negaban a cooperar—¿Me estás acosando? Es bastante espeluznante, incluso para ti.

—Estoy en Londres por negocios —dijo Yoon Oh, torciendo los labios—Tengo mejores cosas que hacer que acosarte, amor.

Una ola de humillación lo barrió, antes de que Taeyong pudiera entender que esa realmente no era una respuesta.

—Entonces, ¿qué haces aquí? —dijo, levantando la barbilla—Ni siquiera es mi casa.

Por un momento, Yoon Oh no respondió.

—No le dijiste a nadie que yo fui quien te secuestró. Quería preguntarte por qué. Por eso estoy aquí.

Oh.

Intentando ignorar la aplastante decepción en su vientre, Taeyong se obligó a deslizar sus piernas hacia abajo. Todavía atrapado entre los brazos de Yoon Oh, tomó una respiración profunda.

—¿Fuiste tú?

—¿Perdón?

—¿Fuiste tú quien mató a mi padre? 

Algo cambió en la expresión de Yoon Oh.

—No —dijo, mirándolo a los ojos.

Taeyong exhaló, la culpa que había estado cargando por un mes, finalmente cedía. Podría no haber amado a su padre, podría haberlo conocido mínimamente, pero aun así Lee Sooman era su papá. Lo había estado matando el pensar que podría ser en parte responsable de la muerte de su padre, porque no le había contado a nadie sobre el rol de Yoon Oh en su secuestro.

El alivio que sentía era tan grande que Taeyong se encontró sonriendo.

Blyad (Puta) —maldijo Yoon Oh antes de inclinarse y chupar la piel de la mejilla de Taeyong, donde estaba uno de sus hoyuelos. Continuó chupando. Le dejaría un chupón de seguro.

—Detente —Taeyong consiguió decir—No estoy... no puedes.

Yoon Oh respiró contra su mejilla, sus dedos enterrándose en las caderas de Taeyong.

—¿Por qué no?

—Estoy... estoy en una especie de relación —Por algún motivo, sintió una punzada de culpabilidad. Estúpido. Era tan estúpido.

Todo su cuerpo protestaba cuando Yoon Oh se alejó.

La iluminación del farol no era lo suficientemente brillante como para permitirle distinguir la expresión de Yoon Oh.

—¿Una relación? —dijo Yoon Oh.

Sintiéndose extrañamente incómodo, Taeyong asintió. Era una diminuta mentirita blanca, ¿verdad? Él y Johnny aún no estaban juntos, pero entendían que tentativamente lo estarían. Estaban saliendo. O algo así.

—Él es genial —dijo Taeyong— Me gusta mucho. Por lo que no podría estar tonteando contigo incluso si tú no fueras... tú. No soy un tramposo. Desprecio el engaño.

Yoon Oh tuvo el coraje de parecer divertido.

—Veo que sigues siendo el mismo tonto muchachito sentimental, con la cabeza colgada de las nubes.

Taeyong le clavó una mirada asesina.

Yoon Oh alisó las arrugas del entrecejo de Taeyong con el pulgar.

—¿Esa mirada de gatito disgustado debería ser intimidante? — dijo, su tono burlón contradiciendo al hambre en su mirada. Era un contraste tan inquietante: Yoon Oh le hablaba con tanta burla y aun así lo miraba como si quisiera consumirlo.

—Te aborrezco —dijo Taeyong.

Yoon Oh torció una comisura.

—¿Por eso me estás acariciando, amor?

Taeyong bajó la mirada y se sonrojó, viendo traicionado a sus propias manos acariciar el pecho de Yoon Oh. Apartó sus manos y las empuñó a sus lados.

—Es alguna estupidez del Síndrome de Estocolmo —dijo, parpadeando rápidamente cuando las lágrimas de rabia llenaron sus ojos. ¿Qué estaba mal en él? Finalmente había conocido a un hombre increíble, alguien con quien podría construir una vida.

¿Por qué carajos tenía ganas de enterrar su cara en el pecho de Yoon Oh, aferrarse a él con sus cuatro extremidades, y rogarle que lo llevara lejos?

—Mi padre está muerto —dijo Taeyong con firmeza— Tu amigo fue vengado. Ya no tienes motivos para jugar conmigo —encontró la mirada de Yoon Oh y susurró, su voz encrudecida por la honestidad—Entonces, ¿por qué haces esto? No puedes ser tan cruel.

Yoon Oh puso sus manos en los bolsillos del pantalón.

—No estoy haciendo nada, cachorro —dijo en un tono muy suave—No vine aquí para esto. Tú fuiste el que se me arrojó encima al momento de verme.

Alegrándose de que la oscuridad ocultara su sonrojo, Taeyong cruzó los brazos sobre el pecho.

—Es el Síndrome de Estocolmo. Voy a ver a un terapeuta y superarlo.

—No suenas muy convencido.

—Estoy seguro de ello —dijo Taeyong, levantando la barbilla—Si no estuviera enfermo, nunca engañaría a Johnny. Nunca engaño a mis parejas.

—Engañar implica una relación con compromiso —dijo Yoon Oh

— ¿Se te ocurrió que podrías no estar lo suficientemente comprometido con ese... ejemplo de perfección? —Se acercó nuevamente a Taeyong y se inclinó hasta que sólo media pulgada separaba sus rostros. Su aliento cepillando en la mejilla de Taeyong— Quizás tu cuerpo sabe a quién le pertenece.

Los párpados de Taeyong se volvieron pesados y su cuerpo se sentía débil.

—No —logró decir.

—Estás temblando, amor, y ni siquiera te estoy tocando.

Taeyong tragó duro, luchando contra la insensata urgencia de reclinarse en Yoon Oh. 

Estoy saliendo con Johnny. Te odio.

Los dientes de Yoon Oh rozaron su mandíbula.

—¿A quién le perteneces, bebé? Taeyong casi gimoteó.

—¿Te tocó? —preguntó Yoon Oh— ¿Te folló?

Taeyong deseó poder decirle que sí, sólo para hacerlo callar.

—Mi padre murió —susurró—El sexo era lo último en mi cabeza.

—¿De verdad? —dijo Yoon Oh besando la mejilla de Taeyong. Dios, sus labios, su barba—Te recuerdo diferente. Siempre fuiste una pequeña putita, siempre deseando una polla— Chupó en la mandíbula de Taeyong, sus dientes enterrándose en la carne.

Por tu polla, estuvo cerca de decir Taeyong, reprimiendo otro gemido.

—¿Por qué te importa? —dijo en cambio, abriendo los párpados con algo de esfuerzo— ¿Por qué te importa si ya follamos o si no lo hicimos? Yo era un juguete para ti. Un peón. Pero ahora el juego terminó. El rey fue derribado. ¿Para qué necesitas un peón?

Yoon Oh se apartó.

—Tienes razón: no lo hago. Ya no me eres útil. 

Taeyong pegó una sonrisa en su cara.

—Exactamente. Así que por favor, por favor, no me arruines esto. Tengo muchas esperanzas en nuestra relación. Él es bueno, es agradable y es amable conmigo. Tenemos intereses en común. Me gusta mucho —Puede ofrecerme lo que tú no puedes —ni quieres— darme, nunca.

Un músculo en la mandíbula de Yoon Oh palpitó.

—No estoy interesado en arruinar tu relación ideal. Pero antes de casarte con tu Señor Perfecto, quizás deberías considerar revisar su casa en busca de animales callejeros.

Taeyong frunció el ceño.

—¿Qué?

—Eres demasiado confiado e idealista —dijo Yoon Oh, mirándolo con evidente disgusto—Prueba vivir la vida asumiendo que todo el mundo es un cabrón. Algunas personas sólo lo esconden mejor que otras.

—Esa es una forma muy triste de vivir —dijo Taeyong suavemente. Yoon Oh negó con la cabeza.

—No vengas llorando a buscarme cuando te lastimen.

Taeyong parpadeó, una sensación divertida asentándose en su estómago.

—No sabía que tuviera la alternativa. 

Los Labios de Yoon Oh se tensaron.

—No lo es —miró un instante a Taeyong antes de decir— Adiós, Ricitos —Y se volteó.

Algo similar al pánico ahogó la garganta de Taeyong.

—Ya ni siquiera tengo rizos —se oyó decir.

Yoon Oh lo volvió a mirar. Su mirada hizo a Taeyong sentir muy inhibido por su cabello alaciado y su aburrida, segura, ropa. No se veía para nada como el chico de pies descalzos y cabello rizado en brillantes y extravagantes camisas que Yoon Oh estaba acostumbrado a ver.

—Adiós, Ricitos —dijo Yoon Oh, su tono algo diferente, algo apretado, antes de perderse en la noche.

Taeyong se reclinó contra la pared y cerró los ojos, intentando tragar el grueso nudo de su garganta.

Adiós.


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