𝓈𝓅𝒹 (3) ♟️ JaeYong
- mellifluous_AR

- 19 may 2022
- 1 Min. de lectura
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Segunda Parte:
22
Taeyong apenas durmió esa noche, sacudiéndose y moviéndose, y se despertó a la mañana siguiente sintiéndose cansado y frustrado pero con una determinación iracunda corriéndole por las venas. Iba a borrar a Jung Yoon Oh de su mente.
La doctora Miranda Benson era una mujer de mediana edad, con inteligentes ojos marrones enmarcados en un delgado par de anteojos. Su oficina estaba decorada con buen gusto y, aun así, se las arreglaba para parecer cómoda y acogedora. Taeyong se sintió cómodo instantáneamente cuando ella le sonrió y lo invitó a sentarse.
Por media hora, sólo lo escuchó sin interrumpirlo, mientras el tropezaba con su historia. Le contó todo. No tenía mucho sentido buscar ayuda psicológica si uno no tenía intenciones de ser honesto.
El rostro de Miranda lucía medianamente comprensivo mientras que Taeyong describía su problema, pero, para su decepción y confusión, no estuvo inmediatamente de acuerdo en que él sufría del Síndrome de Estocolmo.
—Mientras que estoy de acuerdo en que el aislamiento y el evidente desequilibrio de poder en la relación con su secuestrador no podría ser saludable para ti, no presentas el comportamiento típico de alguien con el síndrome —dijo— No estás justificando a tu secuestrador. No crees que normalmente sea un buen tipo. Fuiste capaz de escapar. Cada caso es distinto, por supuesto, pero las víctimas del Síndrome de Estocolmo generalmente, ni siquiera desean ser rescatados —Su mirada no lo juzgaba cuando añadió suavemente—En cuanto al desequilibrio de poder en su relación, entiendo que provenía de sus preferencias sexuales, ¿verdad?
Taeyong sólo pudo tartamudear y sonrojarse. Nunca había hablado de sus fantasías y perversiones con alguien que no fuera Yoon Oh; hablar de ello con una mujer de la edad de su madre, era bastante embarazoso.
—¿Usaron palabras seguras? —dijo Miranda. Mordiéndose el labio, Taeyong asintió.
—¿Por qué crees que te ofreció palabras de seguridad en vez de sólo tomar lo que quería?
Taeyong se encogió de hombros.
—Me dijo que no lo excitaba violar a nadie, y yo le creí, pero probablemente también buscaba hacerme confiar en él.
Ella sonrió.
—Eso es lo que quiero decir, Taeyong: eres capaz de pensar críticamente en lo que respecta a tu captor, cuestionas sus motivos en vez de confiar ciegamente en él. Eso es muy bueno. Es saludable.
Taeyong se encogió un poquito.
—Pero sí confiaba en él, al menos en la cama. Me hacía sentir lo suficientemente seguro como —Su piel se recalentó—.. para...
Miranda no se inmutó.
—¿Para jugar escenas de violación con él?
Taeyong nunca se había sentido tan mortificado, en toda su vida.
—Ahmm...
La mirada que Miranda le dedicó era amable y divertida.
—No te avergüences, no es nada que no haya escuchado antes. Muchas veces, las fantasías de la gente exceden los límites de lo que consideran que deberían sentir, quedando por fuera de lo que consideran normal. Fantasías de violación o fantasías de seducción forzada, son en realidad de las fantasías sexuales más comunes tanto en hombres como en mujeres. Mientras que ambas partes den su consentimiento y usen palabras de seguridad, no hay nada malo con esos juegos —Hizo una pausa, observándolo con calma— Sin embargo, el hecho de que te sintieras lo suficientemente seguro con tu captor como para hacer eso, muestra un grado de confianza que uno no suele sentir hacia su captor. ¿Puedes explicar por qué confiaste en él?
Taeyong se encogió de hombros, buscando las palabras.
—Yo... yo no lo sé. Él me asustaba al principio, pero también era... diferente a sus hombres. Siempre he sido bastante buen juez del carácter. Podría decirse que tenía la cabeza lo suficientemente fría como para no incurrir en la violencia física sin una buena razón —Se pasó una mano por sus rizos. No los había alaciado esa mañana. Todavía estaba inseguro del motivo. Aclarándose la garganta, Taeyong continuó— Hasta su llegada, los guardias me usaban de bolsa de boxeo cuando se embriagaban. Él terminó con eso, me mudó a una habitación cómoda, me dio comida y... sí.
Miranda frunció algo el ceño.
—¿Y empezaste a verlo como a tu salvador?
Taeyong se rio entre dientes.
—Estoy bastante convencido de que era su objetivo. Quiero decir, nunca me dijo cómo pensaba usarme, pero estoy seguro de que quería manipularme para necesitarlo y confiar en él. Pensé que si estaba tratando de ganarse mi confianza, no era previsible que le interesara herirme después. De una forma retorcida, el hecho de que sospechara de él me hacía a la vez sentirme seguro con él, físicamente. Y bueno —bajó la mirada y se aclaró la garganta de nuevo, viéndose los dedos—.. me sentía tan atraído por él que tenía problemas para pensar. Era todo instinto, para ser honesto.
—Ya veo —dijo, sin ningún juicio en la voz— ¿Alguna vez has pensado o fantaseado con tener una relación con él?
Taeyong se congeló.
—Por supuesto que no —dijo luego de un momento, todavía mirándose las manos.
—Taeyong — dijo ella— Necesito que seas honesto conmigo. ¿Estás siendo totalmente honesto conmigo ahora?
—Estoy siendo honesto —dijo con brusquedad. Ella no dijo nada.
Él tomó una profunda respiración.
—Lo lamento —dijo, haciendo una mueca— Es sólo que... Él y yo... nosotros... siempre supe que no iba hacia ninguna parte. Él es todo lo que yo no quiero. Mi padre era igual que él: siempre ocupado, distante, con el corazón frío y manipulador. Nunca tuvo tiempo para mi madre o para mí. Éramos prácticamente extraños el uno para el otro. No quiero eso para mis hijos. Quiero amor. Quiero un marido amoroso y atento que me ponga en primer lugar. Alguien que me cuide —sintió una profunda vergüenza apenas lo dijo. Ahora Miranda probablemente adivinaría que tenía un fetiche sobre un "Papi" por sobre sus otras extrañas perversiones.
—Mencionaste que estás saliendo con alguien —dijo.
—Algo así —dijo Taeyong, aliviado por el cambio de tema— Johnny. Es genial. Quiero decir, no estamos oficialmente juntos aún ni nada, pero salimos unas cuantas veces. Tenemos intereses en común. Desea las mismas cosas que yo.
—Ya veo —parecía pensativa— ¿Te sientes seguro con él?
Taeyong asintió.
—Seguro, ha sido de mucho apoyo y muy atento.
—¿Dirías que confías lo suficiente en él como para interpretar una escena de violación?
Taeyong palideció.
—¿Qué...? —dijo antes de toser—Sólo lo conozco desde hace un mes. Es algo pronto. Ni siquiera hemos hecho algo más que besarnos.
Miranda asintió, con una expresión ilegible.
—Muy bien. Creo que es suficiente por hoy, Taeyong.
—¿Qué? —dijo Taeyong, parpadeando—Pero... pero no hiciste nada para..—Curarme de él.
Ella levantó las cejas, mirándolo.
—Tengo el síndrome de Estocolmo —dijo Taeyong sonando ronco—Haga que se detenga. Por favor. Su rostro reflejaba simpatía.
—Como ya dije, lo tuyo no es un caso típico de Síndrome de Estocolmo. Mantenías el sentido de tí mismo. No te engañabas sobre sus motivos. Deseabas escaparte y lo hiciste. Estás tratando de continuar con tu vida personal en vez de enfocarte en tu captor. Estás convencido de que él es completamente malo para ti. Eres capaz de ver sus faltas con claridad —Ella sonrió— No necesitas mi ayuda, Taeyong. Eres fuerte.
No lo soy, pensó mientras dejaba su despacho. Realmente no lo soy.
Quizás debería haberle contado a Miranda que en vez de confiar en el tipo con el que estaba saliendo, Taeyong pensaba en Yoon Oh y en lo que este le había dicho sobre Johnny. Había intentado honestamente no pensar en la advertencia de Yoon Oh, pero no pudo evitarlo. Pese a todos los defectos de Yoon Oh, nunca le había mentido. ¿Por qué le mentiría Yoon Oh sobre Johnny?
¿Con qué fin?
Así fue como Taeyong se encontró, más tarde ese día, tocando el timbre en casa de Johnny, incluso cuando su dueño todavía estaba en Japón.
Miró alrededor. No había estado en la casa de Johnny anteriormente. Era una bonita y pintoresca casa en un gran barrio. Taeyong se podía imaginar fácilmente viviendo allí. Podía fácilmente imaginarse a un par de dulces niños jugando en el jardín.
La puerta se abrió. Taeyong parpadeó.
El tipo —realmente un niño— que estaba al otro lado era bastante bonito. Delgado, alto y con piernas largas, tenía un desordenado cabello rojo oscuro, piel pálida y grandes ojos verdes del tipo gatuno con las pestañas más largas que Taeyong hubiera visto. No podía tener más de dieciocho años pero, claramente, Taeyong sabía de primera mano cuan engañosas podrían ser las apariencias.
Algo semejable al reconocimiento parpadeó en los profundos ojos del pelirrojo.
—Johnny no está en casa —dijo el muchacho antes de cerrar la puerta en la cara de Taeyong.
Parpadeando, Taeyong caviló unos instantes antes de volver a tocar el timbre.
—Debo haber confundido el día en que regresaba —dijo cuándo la puerta se abrió. Le sonrió brillantemente al chico— Soy Taeyong. No sabía que Johnny tuviera un pariente viviendo con él.
El muchacho se burló.
—No soy su pariente. Y sé quién eres.
Taeyong inclinó la cabeza.
—Entonces me tienes en desventaja, compañero.
—Soy Jaemin —dijo el pelirrojo, sus ojos verdes refulgentes—Vivo aquí.
Eso era bastante obvio.
—¿Te importaría explicarme? —dijo Taeyong, aún con una sonrisa débil, pero estaba bastante seguro de no estar imaginando la oleada de hostilidad proveniente del muchacho. O el chico era gruñón por naturaleza o tenía algo personal contra Taeyong. Taeyong estaba inclinado a pensar que era esto último.
—No —Nuevamente la puerta se cerró de golpe en la cara de Taeyong.
Correcto.
Taeyong se giró y encaró hacia su coche.
Luego esa noche, cuando Johnny lo llamó por Skype, Taeyong decidió sacar el tema.
—Me equivoqué de fecha y fui a tu casa esta tarde —dijo Taeyong.
—Conocí a Jaemin.
La postura relajada de Johnny no cambió. Sonrió, aunque había cierta sorpresa en su rostro.
—¿Conociste a Dongs? No lo mencionó cuando hablé con él.
—Sí —dijo Taeyong—Nunca mencionaste que no vivías solo.
Johnny exhaló, evaluando su cara.
—No lo mencioné porque no es fácil de explicar. Algunas personas lo interpretan mal.
Taeyong tenía una sonrisa torcida.
—Me gustaría pensar que no soy sólo "alguna persona".
—Espero que no lo seas —dijo Johnny, con sus oscuros ojos entrecerrados centrados en los labios de Taeyong—Me gusta tu cabello, por cierto. Ni siquiera sabía que era tan enrulado.
El deseo en la mirada de Johnny hizo a Taeyong sentirse algo incómodo. Se dijo a sí mismo que la incomodidad desaparecería luego de que permitiera a Johnny algo más que unos cuantos besos castos. Aun así, el hecho de que no se sintiera particularmente culpable por haber besado ayer a Yoon Oh era bastante preocupante. No se sentía como si hubiera hecho algo malo.
—Cuando conocí a Jaemin —empezó a contar Johnny, regresando la mirada a los ojos de Taeyong— era un niño sin hogar, medio muerto de hambre. Lo llevé a casa. Le ofrecí un hogar —Se encogió de hombros—Eso es prácticamente todo.
—¡Oh! —dijo Taeyong—Eso es... extremadamente dulce.
Johnny negó con la cabeza.
—Realmente no. Tú habrías hecho lo mismo si lo hubieras visto por entonces.
—Dijiste que algunas personas lo interpretaban mal. ¿Por qué? El apuesto rostro de Johnny se descompuso en una mueca.
—Porque la gente piensa con sus traseros. Sí, sé que parece extraño. Vive conmigo, soy abierto sobre mi sexualidad, y soy mucho mayor que él. No estamos emparentados y aun así pago por su educación —pago todos sus gastos— así que por supuesto, la gente empieza a asumir un montón de mierda. Dongs es heterosexual, y es un niño, y yo no soy un jodido pedófilo, pero algunas personas todavía creen que soy su Papito Rico —Johnny rió, como si fuera la cosa más ridícula que hubiera escuchado.
Taeyong no se reía con él.
—¿Estás seguro de que no lo eres? —murmuró—Si lo entendí correctamente, las relaciones entre "Papis Ricos" y "Bebés Dulces" no son necesariamente sexuales.
La sonrisa de Johnny se desvaneció.
—Estoy seguro —dijo, con un borde afilado surgiendo en su voz—Jaemin no se queda conmigo por mi dinero. Soy su familia.
—Lo lamento —dijo Taeyong, intentando no demostrar su sorpresa. Era la primera vez que Johnny no se comportaba suave y considerado en torno a él—Sólo lo pregunto porque él no parecía estar feliz de verme. Parecía... algo amenazado.
Johnny suspiró, pasándose una mano por el rostro.
—Dongs es inseguro. Cree que voy a deshacerme de él cuando inicie mi propia familia —miró a los ojos de Taeyong—Está equivocado. No se va a ninguna parte, sin importar lo que alguien piense.
Indirecta entendida.
Taeyong forzó una sonrisa y cortó la conversación, alegando estar cansado. Cerró el Skype y se desmoronó de espaldas en las almohadas, frunciendo el ceño profundamente. No acababa de imaginarse a Johnny advirtiéndole, sin dejar lugar a dudas, que la presencia de Jaemin en su casa era innegociable, incluso si se comprometieran en su relación. Y Yoon Oh le había insinuado que las cosas no eran tan inocentes como lo había hecho sonar Johnny.
Por amor de Dios.
Taeyong gimió, girando sobre el estómago y enterrando el rostro en la almohada. ¿Por qué confiaba en la palabra de Yoon Oh por sobre Johnny? No debería sacar conclusiones precipitadas. Si Johnny actuaba protector con el niño sin techo al que le había ofrecido un hogar, era algo simplemente admirable. Con seguridad, reflejaba algo bueno de su personalidad. Eso demostraba que sería un padre genial y cariñoso algún día. Johnny era perfecto. Estaba actuando estúpidamente al dudarlo. En cuanto Johnny regresara de Japón, lo que sucedería mañana, Taeyong debería decirle que sí: que le gustaría emprender una relación con él. No tenía sentido posponerlo.
Tomada la decisión, cerró los ojos y esperó no tener más sueños.
Pero los sueños vinieron.
En su sueño, estaba sentado con las piernas cruzadas en el encantador jardincito de Johnny. Las risitas de un niño alcanzaron sus oídos. Taeyong sonrió, viendo a un niño pequeño, regordete y con el cabello oscuro, correr hacia él con los brazos abiertos. Taeyong lo atrapó, riendo, y alzó a la adorable criatura por sobre su cabeza. El niño chillaba, con sus azules ojos iluminados de placer.
♟️
El siguiente día no empezó bien para Taeyong. Pasó la mayor parte de la mañana en la oficina de su padre (todavía no podía pensar en ella como suya) lidiando con cosas que requerían su atención inmediata e ignorando estoicamente las miradas condescendientes y desconfiadas en los rostros de sus empleados más antiguos. No era fácil, considerando que era evidente que algunas cosas, sobre cómo se dirigía la empresa, no tenían demasiado sentido, lo cual probablemente tuviera mucho que ver con el lado extraoficial de los negocios de su padre. Eso le hacía doler la cabeza. Cualquier investigación por su parte, podría destapar una lata repleta de gusanos que Taeyong no estaba seguro de estar preparado para enfrentar ahora mismo.
Finalmente, enfermo y cansado por todas las complicadas maniobras y horas de negociaciones, Taeyong abandonó las oficinas de la compañía bastante tarde y se encaminó nuevamente hacia la casa de Johnny. Se suponía que Johnny llegaría en cualquier momento y Taeyong quería estar presente cuando lo hiciera.
A Taeyong le habría gustado decir que no podía esperar para ver a Johnny, pero eso no era verdad. Antes de comprometerse con nada, quería observar a Johnny interactuando con Jaemin. Porque, sin importar lo que se dijera a sí mismo, algo en todo este asunto lo hacía sentir incómodo. Contrariamente a la opinión de Yoon Oh, Taeyong no era un ingenuo niño con la cabeza en las nubes... ya no. Sí, aún creía en lo bondad intrínseca de la gente, y siempre sería un optimista de corazón, pero luego de su decepcionante relación con Neville, quien había resultado ser casado, sería un idiota de confiar tan ciegamente de nuevo.
Cuando Taeyong bajó de su coche, se encontró a Jaemin sentado en el porche de la casa de Johnny, con un cigarrillo entre los labios.
—Hola —dijo Taeyong, acercándose al chico.
Jaemin estiró sus largas piernas hacia el frente, básicamente bloqueando el acceso al porche. Ojos verde esmeralda observaban a Taeyong con dureza.
—Johnny todavía no está en casa.
—Lo sé —dijo Taeyong, evaluando al muchacho— Pero debería estar llegando dentro de la próxima media hora.
—Estará agotado luego del largo vuelo —dijo Jaemin.
Taeyong casi se echó a reír. La descarada aversión del chico era algo hilarante. Y Jaemin realmente era un niño... podría ser más alto y ancho de hombros que Taeyong, pero no había forma de que tuviera más de dieciocho años, quizás era incluso más joven.
—Me siento como si hubiera matado a tu cachorro o algo —dijo Taeyong aligerando la situación y sonriendo un poco. No podía recordar la última vez en que le había desagradado tanto a alguien—¿Qué te hice?
Jaemin tomó una seca de su cigarrillo.
—No me gustan los ricos gilipollas de cara bonita que utilizan a Johnny y le dan falsas esperanzas. Se merece algo mejor.
Taeyong frunció el ceño y ladeó la cabeza.
—No lo estoy utilizando.
—Por favor —dijo Jaemin, burlándose— Cuando vivía en las calles, vi muchas cosas, ¿sabes? Aprendí a leer a la gente. He visto fotos de ti y Johnny. Nunca te ves como si él te atrajera, como si estuvieses enamorado. Hay algo insensible y calculador como la mierda en la forma en que lo miras. Obviamente, no puedes estar tras su dinero —miró a Taeyong— No logro descubrir que es lo que buscas, pero no confío en ti.
Taeyong cruzó los brazos sobre el pecho, repentinamente incómodo.
—No lo estoy usando —repitió, aunque era consciente de que ya no sonaba tan seguro. Era cierto que había escogido a Johnny con la mente, no con el corazón, ¿pero eso era algo tan malo? Estaba harto de ver sus sueños aplastados una y otra vez. Claramente su corazón no tenía idea de lo que le convenía. Y no era como si hubiera engañado a Johnny en cualquier cosa: le había dicho a Johnny que se convertiría en su novio únicamente cuando estuviera absolutamente seguro de lo que quería. Hasta entonces, sólo estaban saliendo casualmente.
—¿No lo haces? —dijo Jaemin, arqueando sus oscuras cejas rojas—¿Estás diciendo que tienes, algo como, sentimientos por él? Por favor.
Taeyong le dio una mirada inexpresiva. ¿Quién se creía que era este chico?
—No, no estoy diciendo que tengo sentimientos profundos, pero realmente dudo que él tenga sentimientos profundos hacia mí, tampoco. Nos gustamos, hemos estado saliendo por un mes, pero con la muerte de mi padre, apenas tuvimos tiempo de tener citas apropiadas y enamorarnos. Así no es cómo funcionan las relaciones entre adultos, Jaemin.
El muchacho bufó.
—¿Entonces nunca has deseado a nadie tan mal como para no preocuparte sobre cuanto lo conoces?
Desviando la vista, Taeyong se frotó la nuca.
—Atracción física y amor no son lo mismo.
—Salvo que seas asexual, y sé que no lo eres, no puede haber amor romántico sin atracción física —contrarrestó Jaemin—Y si realmente lo quisieras, no lo dejarías esperando por un mes. Johnny es un partidazo —El chico parecía ofendido por Johnny. Era raro y adorable.
Antes de que Taeyong pudiera decir algo, oyó a un automóvil acercándose.
El rostro entero de Jaemin se iluminó, sus ojos verdes centelleaban —por una jodida que centelleaban. Taeyong no necesitaba preguntar quién estaba llegando.
—¡Johnny! —Jaemin se paró de un salto y corrió hacia el hombre alto que descendía del vehículo. Jaemin tropezó, sus largas piernas simpáticamente torpes, recordándole a Taeyong a una jirafa bebé.
Johnny se quitó los anteojos de sol y sonrió, abriendo los brazos justo cuando Jaemin chocaba contra él y abrazaba con entusiasmo al hombre mayor.
—Muy bien, déjame verte —dijo Johnny, apartándose para ver al muchacho— ¿Has crecido otra pulgada en una semana? A este ritmo, pronto serás más alto que yo.
—¡Te extrañé! —anunció Jaemin, dándole otro abrazo.
Una suave sonrisa curvó los sensuales labios de Johnny. Le devolvió el abrazo, dejando caer un beso en la cabeza del chico.
—Yo también, Dongs —dijo, con la voz repleta de afecto.
Taeyong los observó con un sentimiento de opresión creciente en la boca del estómago. No eran celos. Era algo peor. Era decepción y envidia.
Johnny finalmente notó a Taeyong y le sonrió por encima del hombro de Jaemin. Era una sonrisa diferente a la que le había dado a Jaemin. Estaba claramente complacido por ver a Taeyong y apreciaba lo que veía, pero eso era todo.
Taeyong sonrió vagamente.
—Hola.
Johnny soltó al muchacho en sus brazos y encaró hacia él.
—Oye. Estaba pensando llamarte. No esperaba encontrarte aquí. No es que no me alegre verte —Se inclinó para rozar los labios de Taeyong con los suyos, pero Taeyong volteó la cabeza para que el beso aterrizara sobre su mejilla. Johnny retrocedió, frunciendo ligeramente el ceño— ¿Todo está bien?
Taeyong envolvió sus brazos alrededor de su propio pecho.
—Yo... no creo que quiera ser tu novio.
Una arruga apareció entre las cejas de Johnny.
—¿Puedo preguntarte por qué?
Quitándose el flequillo de los ojos, Taeyong se encogió de hombros con incomodidad.
—Yo solo... tuve mi dosis de malas relaciones. Mi primer novio resultó ser casado y con niños. Mi segundo novio me dejó por alguien más pervertido cuando me negué a hacer algunas cosas que él quería hacer. El tercero enloqueció y me dejó cuando le dije que a mi realmente no me gustaban las relaciones ocasionales y querría una familia en algún momento. El cuarto se aterrorizó cuando descubrió quién era mi padre —Le dedicó una sonrisa de lado a Johnny— Y mi padre siempre tuvo cosas más importantes que hacer que ser un papá para mí. Probablemente ahora entiendas el panorama.
Los oscuros ojos de Johnny parecían pensativos.
—Quieres un hombre completamente comprometido contigo —dijo.
—Quiero a un hombre que escuche y entienda mis ideas, un hombre que me ponga primero en su vida y cuide de mí —dijo Taeyong en voz baja, sintiendo una punzada de culpa— Realmente me gustas, Johnny, pero parece que tampoco eres ese hombre.
Johnny miró hacia Jaemin, quien los observaba con preocupación mal disimulada.
—¿Esto es sobre Dongs? No es lo que parece. Sólo es un niño.
—No es un niño —dijo Taeyong con una risotada— Abre los ojos. Tiene apenas unos cinco o seis años menos que yo —Negó con la cabeza— Y no importa, de todas formas. Incluso si realmente no es lo que parece, es extremadamente importante para ti. Y tal vez es egoísta de mí parte, pero estoy cansado de ser quien recibe migajas de atención y afecto. Ya estuve allí, hice eso, y tengo la camiseta de recuerdo. Creo que me merezco algo más. Todos lo hacemos. Tú también —Y no estoy seguro de poder darte eso. Quizás Jaemin tenía razón después de todo.
Johnny lo estudió unos instantes antes de inclinarse y besar a Taeyong en la mejilla, junto a su boca.
—Realmente me gustas, osito. Si cambias de opinión, sabes dónde encontrarme.
Asintiendo, Taeyong se alejó.
—Gracias por todo, Johnny —dijo suavemente— Y perdóname si te di falsas esperanzas. No quise hacerlo. Realmente creí que podríamos funcionar... que podría enamorarme de ti —Dedicó una sonrisa ladeada a Johnny— Eres algo así como todo lo que siempre busqué en un hombre. Pero estoy empezando a ver que no es suficiente. Así que, sí, lamento si te hice ilusionar sin querer.
Johnny se rio, sus dientes blancos casi enceguecedores encontraste con su piel olivácea.
—Tener a un tipo precioso y dulce en mis brazos no fue exactamente una pesadilla para mí.
—Adulador —dijo Taeyong riendo, besándolo en la mejilla— Tengo que irme antes de que tu Dongs me asesine por tratar de robarle a su Papito Rico.
—Ja—ja, desopilante —dijo Johnny suspirando.
Taeyong solo sonrió, saludó a Jaemin y se fue. Se encaminó hacia su coche, su sonrisa marchitándose a cada paso que daba.
Sí. Sólo otra relación fallida. Al menos esta vez la había terminado antes de que alguien saliera herido.
Se preguntaba si ya era hora de abandonar sus sueños de encontrar a su Único. No era que ya no creyera en el amor. Lo hacía. Era obvio que Xiaojun y Hendery tenían un amor del tipo "para siempre". El hermano mayor de Hendery, Taeil, y su novio Haechan también estaban estúpidamente enamorados, pese a sus constantes discusiones.
Era sólo que... Taeyong estaba empezando a cuestionarse si el Único para él incluso existiría. Estaba empezando a sentir que era imposible encontrar a un hombre que lo adorara pese a su sensiblera personalidad, que lo aceptara con todos sus extraños fetiches y peculiaridades, que quisiera iniciar una familia con él, que lo pusiera primero cuando importara, y a quien Taeyong amaría con todo su corazón y su cuerpo.
Quizás ese hombre simplemente no existía. No para él.
Quizás él era un chico tonto con la cabeza en las nubes, soñando despierto mientras que la vida transcurría a su alrededor pasándolo por alto.
23
Recibió la llamada al día siguiente.
—Señor Lee —dijo una desconocida voz con un marcado acento— Por la muerte de su padre, le hemos concedido generosamente algo de tiempo extra, pero nuestra paciencia se está acabando.
A Taeyong se le secó la boca.
—Me temo que no lo entiendo.
—Pagamos por un cargamento de doscientas unidades y lo esperamos para este sábado.
—¿Unidades de qué?
—No te burles de mí, chico —dijo el hombre.
—Realmente no sé de qué me está hablando.
—Riñones.
El estómago de Taeyong se hundió.
Mierda. Comercio ilegal de órganos. Su padre estaba involucrado en el tráfico ilegal de órganos. Taeyong no estaba seguro de por qué se seguía sorprendiendo.
—Mire, lo que sea que mi padre le prometió, no sé nada al respecto...
—No me importa, chico —dijo el tipo con aspereza—Tengo compradores haciendo fila. Quiero mis productos. Si no los obtengo o vas a dar cháchara a la policía, iré tras tus jodidos órganos.
Colgó incluso antes de que Taeyong pudiera preguntar con quién estaba hablando.
Doce horas después, Taeyong estaba sentado en la antigua oficina de su padre, con la cara enterrada entre sus manos. Frustración, ira y miedo retorciendo sus entrañas luego de revisar la computadora de su padre.
Era demasiado para él. Había esperado acabar con la parte oscura en los negocios de las Industrias Lee de forma rápida e indolora —no tenía intenciones de seguir los pasos de su padre— pero era más fácil decirlo que hacerlo. Aparentemente existían obligaciones que su padre —y ahora él en su lugar— debía cumplir antes de que Taeyong pudiera lavarse las manos de toda esta mierda, y no tenía idea de qué hacer. El círculo íntimo de su padre nunca tomó enserio a Taeyong, y todos se fueron al carajo hacia alguna parte luego de la muerte de su padre, ya sea para mantener el perfil bajo o seguir adelante con sus propias vidas. Taeyong también querría hacer esto último, pero primero tenía que arreglar este desastre sin cagarla de alguna manera, dejándose matar o arrestar.
Desearía poder ir a las autoridades, pero no era tan ingenuo como para pensar que la policía podría encontrar y arrestar a cada uno de los cómplices de su padre. Estaría muerto en cuestión de semanas si lo hiciera. Sin mencionar que no deseaba que el nombre de la compañía fuera arrastrado por el barro, lo que inevitablemente iba a ocurrir si se hacían públicos los tratos ilegales de su padre.
Lágrimas de ira llenaron sus ojos, y las apartó con brusquedad. Dios, nunca había odiado más a su padre. No era suficiente que hubiera sido una persona de mierda y un padre de mierda; tenía que hacerse matar y dejar este desastre detrás.
Doscientos riñones para el sábado.
Una risa áspera dejó la garganta de Taeyong. Se suponía que de alguna manera obtuviera doscientos riñones para este sábado o estaría muerto... luego de lo sucedido a su padre, Taeyong tenía pocas dudas de que estas personas tomaban en serio los negocios.
No sabía qué hacer.
Estaba completamente fuera de su terreno. ¿Qué podía hacer?
A menos que...
Con sus manos temblando, Taeyong alcanzó su teléfono. Abrió su lista de contactos y se deslizó a través de ella hasta que llegó al que necesitaba.
Jung Yoon Oh.
Un par de semanas atrás, había encontrado el número de Yoon Oh entre los documentos de su padre y lo había guardado, odiando un poco por hacerlo, pero haciéndolo de todos modos. Desde entonces, había intentado borrarlo en varias ocasiones; lo había hecho, realmente, pero algo siempre lo frenó. Era algo bueno que no lo hubiera hecho. Racionalmente, Yoon Oh era la única persona que conocía que sabría qué hacer en esta situación.
Era lógico llamarlo. Taeyong no lo llamaba porque quisiera oír la voz de Yoon Oh o sentirse a salvo o algo tan patético como eso.
El teléfono sonó cuatro veces antes de que una mujer lo atendiera. Ella pidió el nombre de Taeyong y su información de contacto. Le dijo que se los transmitiría a su jefe, sonando como si no creyera que Yoon Oh realmente le devolvería la llamada. Taeyong tampoco lo creía en verdad.
Se había medio convencido de que Yoon Oh no tenía intenciones de llamarlo y que probablemente ya se había ido de Inglaterra, cuando su teléfono sonó más tarde esa noche.
Taeyong miró fijamente la pantalla del teléfono por un momento antes de respirar hondo y contestar.
—¿Qué quieres? —preguntó Yoon Oh—Estoy bastante ocupado en este momento.
Taeyong se volteó sobre su vientre, intentando luchar contra una oleada de inseguridad. ¿Por qué querría Yoon Oh ayudarlo?
—Necesito tu ayuda.
Una pausa.
—¿Con qué?
—Recibí una llamada esta mañana —dijo Taeyong—Alguien está bastante molesto porque no recibió los doscientos riñones que mi padre aparentemente le debía. Y ahora están...
—Amenazándote —terminó Yoon Oh por él.
—Sí —dijo Taeyong con una corta carcajada—¿Tú, por casualidad, tendrás doscientos riñones tirados por allí?
Había sido una broma —y una mala— pero la respuesta de Yoon Oh fue completamente seria.
—No hago ningún tipo de tráfico humano.
—Eso es... eso es sorprendentemente decente de tu parte.
—Odio defraudarte, pero no tiene nada que ver con la decencia. Sólo son más molestias de lo que valen.
—Eres una persona horrible —dijo Taeyong sin demasiada pasión. No pudo obligarse a reunir la repugnancia que debería sentir ante la desvergonzada insensibilidad de Yoon Oh. Intentó no pensar en lo que eso decía sobre él.
—Por eso me estás llamando —dijo Yoon Oh, con un tono muy seco— Porque soy una persona horrible. Tipos agradables como tu Seo nunca podrían manejarlo.
Taeyong arrugó la frente. ¿Estaba Yoon Oh celoso? Se aclaró la garganta.
—De todos modos. Eso no es todo. Busqué en sus documentos, y parece que los riñones no es el único cargamento que mi padre debía a alguna gente. Esto... no tiene buena apariencia —Taeyong cerró los ojos— Esta tan fuera de mi terreno — admitió en voz baja. ¿Qué tenía Yoon Oh que lo hacía admitir tan fácilmente su debilidad?— Sólo quería seguir adelante con mi vida. Pero ahora tengo que averiguar cómo tratar con esta gente, cómo sacármelos de la espalda.
—Quieres que lo haga por ti —dijo Yoon Oh. No era una pregunta.
—Sí —contestó Taeyong, tratando de mantener un tono firme y de negocios—No le dije a nadie que fuiste tú quien me secuestró. Me lo debes, Yoon Oh. Si no me ayudas, le diré al MI6 que fuiste tú.
Yoon Oh se rio, sonando profundamente divertido.
—Mi esponjoso gatito tiene garras.
Tenía una sensación retorciéndole el estómago.
—Deja de llamarme así —dijo Taeyong, apretando su ruborizada mejilla en la almohada—¿Me ayudarás o no?
Incluso sin poder verlo, podía sentir desvanecerse la sonrisa de Yoon Oh.
—Primero que nada, yo no te debo nada, amor —dijo, en voz baja— No te pedí que les mientas a las autoridades por mí. Y deberías conocerme mejor. Amenazarme no es la mejor forma de lograr que haga algo.
El pecho de Taeyong se oprimió.
—¿Estás diciendo que no me vas a ayudar?
—Estoy diciendo que necesito un mejor incentivo que ese.
Su boca se le secó repentinamente, su corazón latía en algún lugar de su garganta.
—¿Qué quieres?
—Veinte por ciento de las Industrias Lee.
Los ojos de Taeyong se abrieron de golpe. Soltó una carcajada.
—¿Crees que estoy loco? No te voy a dejar estar en ningún lugar cerca de mi empresa.
—¿Por qué no? —Diversión tiñendo nuevamente la voz de Yoon Oh.
—Quiero librarme de cualquier operación ilegal en mi compañía. Dejarte entrar es bastante contraproducente para ello.
—Cariño —dijo Yoon Oh, en voz tan baja e íntima que hizo estremecer a Taeyong—Te das cuenta que cerca del setenta por ciento de mis negocios son completamente legales, ¿verdad?
Taeyong frunció el ceño. Eso era nuevo para él.
—Eso no importa —dijo—No te quiero en ningún sitio cerca de mi empresa —En ningún sitio cerca de mí—Así que elije algo más.
Hubo silencio en la línea, pesado y cargado.
—Me temo que no tienes nada que me interese —dijo Yoon Oh finalmente—Entonces aceptas mi precio o no hay ningún trato.
—No hay trato, entonces —dijo Taeyong tan agradablemente como pudo, y colgó. Se mordió el interior de la mejilla, tratando de ignorar el estúpido e ilógico dolor oprimiendo su pecho. Por supuesto que Yoon Oh no daba una mierda por él. Por supuesto. Yoon Oh sólo se preocupaba por su propio beneficio.
Su teléfono sonó otra vez. Taeyong lo miró fijamente, pero atendió.
—Cosita obstinada de —dijo Yoon Oh en un siseo bajo y furioso—.. La gente con la que tu padre tenía negocios, no se deben contrariar. Si no aceptas mis condiciones y me dejas tratar con ellos, encontrarás el mismo final que el idiota de tu padre.
—¿Es una amenaza?
—No de mí parte —dijo Yoon Oh.
El dolor en el pecho de Taeyong se alivió, calidez extendiéndose en él. Taeyong se dijo que no debía ser tan idiota, pero no pudo evitar que una sonrisa tensara sus labios.
—Cuidado, casi parece como si estuvieras preocupado por mí.
—Veinte por ciento —dijo Yoon Oh, su tono francamente helado.
—No —murmuró Taeyong, con el corazón latiendo desenfrenado. Yoon Oh no era tan indiferente como trataba de aparentar. Una emoción lo recorrió al comprenderlo, incluso cuando sabía que no cambiaba nada. Incluso si Yoon Oh sintiera algo por él, no había futuro. Ellos no encajaban juntos. Yoon Oh no quería lo que él de la vida. Pero... pero se sentía tan bien saber que no era el único, que Yoon Oh estaba tan afectado como él. Lo hacía sentirse poderoso, lo que era algo irónico, considerando que nunca se sintió tan sumiso con ningún otro hombre. Quizás la gente que decía que había poder en la sumisión tenía razón. Y tal vez era insensible y despiadado usar esto... esta atracción recíproca para su beneficio, pero Taeyong estaba harto de no tener ningún control. Mientras que no perdiera el corazón en el proceso, debería estar bien. ¿Verdad?
—Te necesito —dijo honestamente. Era vergonzoso cuan honesto estaba siendo—Te necesito tanto.
Hubo un silencio sepulcral en la línea.
Cuanto más se prolongaba, Taeyong se sentía más cohibido, el calor expandiéndose por su rostro.
Entonces escuchó a Yoon Oh exhalar.
—¿Qué pasó con tu novio perfecto?
—Nunca fue mi novio —dijo Taeyong—Resultó ser que no es tan perfecto después de todo. Tiene alguien más que es su prioridad. No puede darme lo que quiero.
—Tampoco puedo darte lo que quieres —dijo Yoon Oh exasperado.
—No —convino Taeyong—Pero puedes darme lo que necesito.
Yoon Oh tomó aire.
—No estoy ordenando el desastre de tu padre por un par de hoyuelos y una boca bonita —Su tono era áspero, pero no engañaba a Taeyong.
Cerrando los ojos, susurró con nada más que cruda honestidad en la voz.
—Tengo miedo. Te necesito para superarlo. Has que se vaya.
Yoon Oh maldijo en ruso y colgó.
24
Mientras que el ascensor privado lo llevaba hacia el pent— house, Yoon Oh sombríamente se preguntaba si estaría perdiendo la cabeza. ¿Realmente estaba permitiendo que unas cuantas palabras dichas con suavidad lo afectaran? ¿Realmente había cancelado su vuelo a Italia por una oportunidad para... hacer qué exactamente? No podía creer que estuviera dejando que un muchacho de veintitrés años lo influenciara tan fácilmente sólo con decir que lo necesitaba. Jodidamente increíble.
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron para revelar un amplio living.
Una figura solitaria estaba parada frente al ascensor, apoyada contra el respaldo del sillón. Taeyong tenía los brazos cruzados en el pecho, los hombros rígidos, sus ojos marrones abiertos de par en par, rizos enmarcando su cara en forma de corazón.
El cuarto estaba extrañamente silencioso cuando Yoon Oh caminó hacia él. Taeyong lo observaba como una presa miraría a un depredador acercándose. Era bastante irónico. Yoon Oh se sentía como si hubiera sido atrapado y arrojado hacia una presa engañosamente inofensiva.
Se detuvo a algunas pulgadas del muchacho, encerrándolo contra el respaldo del sofá.
Taeyong tragó audiblemente, sus labios se separaron. Yoon Oh alejó la vista de ellos, hacia los ojos oscuros, y acunó la mejilla de Taeyong, su pulgar descansando contra su garganta. Percibió un estremecimiento recorriendo al muchacho y sintió a su propio cuerpo ponerse rígido en varios sentidos, la fuerza de atracción jalándolo hacia Taeyong y apretándolo en su agarre.
—Dijiste que me necesitabas ¿Para qué? —Su voz era tranquila, pero sonaba áspera y afilada en el silencio total del cuarto.
—Yo..—Taeyong se balanceó hacia él.
Se miraron uno al otro, sus irregulares respiraciones volviéndose más sonoras, luego mezclándose, desapareciendo la distancia entre ellos. Con un gemidito, Taeyong enterró el rostro en el cuello de Yoon Oh, sus afilados dientes hundiéndose en su piel. Lo siguiente que supo Yoon Oh, fue que tenía sus brazos alrededor del chico mientras que Taeyong le chupaba el cuello como un bebé hambriento. La polla de Yoon Oh palpitaba. Bebé. Eso le recordó la última vez que tuvieron sexo, lo que Taeyong lo había llamado y cuánto lo había necesitado. Había sido embriagador. Joder, Yoon Oh ni siquiera estaba interesado en ese tipo de cosas hasta que Taeyong había susurrado la palabra "papi".
—Shhh —dijo, enterrando los dedos en los sedosos rulos y jalando fuerte. Taeyong gimió, moliéndose contra el muslo de Yoon Oh, sus manos deslizándose bajo la camisa de Yoon Oh, acariciando su pecho mientras que seguía chupando su cuello.
—Mírame —dijo Yoon Oh.
Taeyong suspiró y alzó la cabeza.
Cristo. Cómo se veía... Ojos vidriosos, mejillas sonrojadas, labios rosados y temblorosos... Yoon Oh quería lamerlo por todas partes y comérselo todo.
Inhaló profundamente, intentando recuperar algo de su control, tratando de aparentar algo de autocontrol. Resultaba imposible cuando todo lo que quería era quitarle la ropa a Taeyong, enterrarse en él y respirar.
El sonido de una cremallera abriéndose rompió el silencio y, después de eso, unos suaves dedos envolvieron la engrosada polla de Yoon Oh, sacándola de sus boxers.
Silbando entre dientes, Yoon Oh se resistió a bajar la mirada, manteniendo constante su vista en los vidriosos ojos de Taeyong.
Taeyong se humedeció los labios con la lengua, su mano apretando la erección de Yoon Oh.
—Te necesito —dijo, con voz rota—Por favor.
Gimiendo, Yoon Oh besó sus temblorosos labios, y todo lo demás se volvió irrelevante, todo excepto este chico con su boca dulce y obscena.
Cuando la niebla del deseo se dispersó de su mente, ya estaban en la cama y estaba embistiendo en Taeyong. La estrechez a su alrededor era casi insoportable. Eso fue lo que le proporcionó una, muy necesaria, claridad.
—¿Te preparé? —se las arregló para decir, trabando los músculos. No podía jodidamente recordarlo.
Taeyong rio sin aliento, sonrojándose.
—Algo. Estoy bien. No usamos condón, sin embargo.
—Mat tvoiu (Puta Madre)—Yoon Oh juró y se forzó a retirarse.
—Espera —dijo Taeyong. Levantó la vista hacia Yoon Oh con los párpados pesados—¿Puedo confiar en ti?
La pregunta se sentía cargada de peso, la respuesta era más complicada de lo que le gustaría.
Respirando con dificultad, Yoon Oh analizó su respuesta, reuniendo toda su voluntad para no jalar las piernas del muchacho sobre los hombros y enterrarse en él como un salvaje. Lo quería... quería follarlo sin protección, quería correrse adentro y llenarlo hasta que el chico estuviera desbordando y algo más. Pero Taeyong ya no estaba pidiendo solamente sexo.
—Puedes —dijo, sosteniendo la mirada de Taeyong.
Taeyong se estremeció. Sus piernas, abiertas con Yoon Oh entre ellas, se extendieron aún más, y trabó sus tobillos en torno a las caderas de Yoon Oh, acercándolo más.
—Entonces, bien. Nunca antes hice esto sin condón, pero quiero hacerlo. No pares... Oh Dios.
Apretandolos dientes, Yoon Oh empujo más profundo, apretado calor envolviéndolo, ymaldita sea, se sentía... Taeyong gimoteó, sus ojos oscuros con una miradaausente, sus mejillas sonrosadas y los labios hinchados y entreabiertosmientras jadeaba. Cristo, el chico ya parecía completamente ido.
—¿Estás bien? —dijo Yoon Oh, y Taeyong asintió aturdido, su polla pesada y gruesa sobre su vientre, enrojecida y húmeda en la punta. Yoon Oh quería tocarlo, pero sabía que sería demasiado si lo hacía ahora: el chico ya parecía sobre estimulado.
Se contempló desaparecer en el agujero de Taeyong, fascinado por la visión de su gruesa polla abriéndolo. Manteniendo en posición a Taeyong por las caderas, se deslizó hasta el fondo, un resbaladizo calor a su alrededor y tan apretado que lo estaba enloqueciendo.
Taeyong empuñó el edredón.
—Dios, Dios, oh Dios —Se veía completamente perdido, sus dientes masticando su labio inferior, sus oscuros ojos inundados— Más —dijo ahogado, y Yoon Oh retiró algo sus caderas antes de empujar nuevamente, frotando su polla en la próstata de Taeyong. Taeyong se quejó, arqueándose debajo de él. Yoon Oh lo hizo de nuevo, con los ojos enfocados en el rostro de Taeyong, que estaba sudoroso, salvaje, completamente aturdido, y hermoso. El chico parecía drogado, como si estuviera volando alto, con la sensación de la polla de Yoon Oh extendiéndolo ampliamente, balanceándose hacia adelante y atrás, llevándola profundamente.
Yoon Oh acarició los muslos de Taeyong, separándolos, sus pulgares presionando la piel sensible de su cara interna. Empezó a embestir más duro, gruñidos bajos escapando de su garganta. Taeyong lo miró con esos grandes ojos, sus rizos morados, húmedos y oscuros por el sudor, pegados en la frente, su polla goteando líquido pre—seminal. Gemía entrecortadamente.
—Yo... joder, voy —dijo ronco, y Yoon Oh ni siquiera tuvo tiempo de procesarlo antes de que Taeyong se estremeciera y se corriera, sin tocarse, sobre su pecho. Su polla palpitando y con espasmos.
Yoon Oh sólo pudo mirarlo. No era la primera vez que Taeyong se corría sin tocarse la polla, pero era la primera vez que se corrió sin ser tocado, con sólo treinta segundos de sexo.
Gimiendo, Taeyong se cubrió el rostro con las manos.
—Oh, mi Dios, esto es tan mortificante —murmuró antes de espiar a Yoon Oh entre sus dedos y lanzar una risita desquiciada.
Una repentina oleada de cariño por este niño ridículo, se apoderó de Yoon Oh.
—Lo siento, lo juro, realmente no tengo trece años —Taeyong logró decir entre ataques de risa.
Yoon Oh apretó la mandíbula, porque la risa de Taeyong hacía que sus paredes internas exprimieran la polla de Yoon Oh, lo cual no estaba ayudando con su auto—control en lo más mínimo. Joder.
¿Cómo podía este chico lucir tan increíblemente adorable y hacerlo querer follarlo tan mal?
Probablemente interpretando mal su silencio, Taeyong dejó de reír.
—¿Estás verdaderamente enojado? —dijo, con un dejo de incertidumbre en la voz.
—No seas tonto —dijo Yoon Oh, respirando profundamente a través de sus dientes apretados—Está bien.
—¿En serio?
Yoon Oh frotó la corrida de Taeyong en su suave vientre con movimientos circulares.
—Te ves hermoso cuando estás desesperado —dijo, mirando hambrientamente al joven sonrojado debajo de él— Estuviste perfecto, gatito —Yoon Oh culpaba a su polla por todas las cursilerías tontas saliendo de su boca—Eres perfecto —dijo, acariciando la polla de Taeyong.
La mirada de Taeyong brillaba, su polla empezó a endurecerse nuevamente.
—Es sólo que pasó tanto tiempo desde que hicimos esto. Yoon Oh se retiró lentamente y empujó nuevamente adentro.
—Bien —dijo y estableció un ritmo constante, viendo la expresión de Taeyong volverse soñadora y lejana—No dejaste que nadie te tocara. Que buen niño.
Taeyong sonrió por la alabanza, sus párpados pesados mientras se movía para encontrar los embistes de Yoon Oh.
—Solo te quería a ti. Extrañé... yo... esto.
Las palabras sacudieron su cuerpo. Yoon Oh sabía que era un peligroso camino a tomar, pero no sabía cómo frenar este tren descarrilándose.
Alzando a Taeyong entre sus brazos, rodó sobre la espalda.
—Cabálgame, kotyonok (gatito)—dijo, recorriendo con sus manos el pecho de Taeyong, jugando con sus rosados pezones.
Taeyong asintió ansioso, viéndolo hacia abajo con los ojos entrecerrados, sus rizos desordenados, su expresión completamente abierta y enamorada. Yoon Oh le devolvió la mirada, deseando no tener una expresión similar en el rostro. Mierda, la forma en que lo afectaba este muchacho era ridícula. No pudo apartar la mirada mientras Taeyong lo montaba lánguidamente, sus oscuros ojos cada vez más desenfocados mientras Yoon Oh murmuraba alabanzas sobre lo bien que lo estaba haciendo, lo perfecto que Taeyong se sentía a su alrededor, lo perfecto que era.
Pronto, Taeyong parecía completamente desconectado, sentado en la polla de Yoon Oh y balanceándose aturdido. Jesús.
Yoon Oh se sentó y jaló a Taeyong fuertemente contra su pecho, empujando sus caderas hacia arriba, enterrando su dolorida y dura polla en el dócil cuerpo del muchacho, provocando que Taeyong gimiera a un lado de su cuello, aferrándose a él.
Continuó así por un largo rato, con Yoon Oh follando al cuerpo deshuesado entre sus brazos. En determinado momento, Taeyong gimió y enterró los dientes en su cuello, corriéndose por todo el pecho y estómago de Yoon Oh. Y Yoon Oh finalmente se dejó ir, su orgasmo rasgando en él, estremeciendo todo su cuerpo mientras se derramaba dentro de Taeyong.
Cuando su cabeza se despejó algo, Yoon Oh se encontró con el muchacho acunado contra su pecho, sus dedos peinando los rizos húmedos. Taeyong se acariciaba contra su clavícula, sólo le faltaba ronronear. Realmente era un gatito.
—¿Por qué siempre es tan bueno contigo?—Taeyong murmuró, todavía sonando algo perdido—Como si, como que me siento en el cielo cuando te cedo todo el control. Se siente tan, tan bien. Quiero sentirlo por siempre.
Yoon Oh se recordó que Taeyong no sabía lo que estaba diciendo: todavía estaba volando alto por el placer post—orgásmico.
Taeyong suspiró.
—La Dra. Benson está equivocada —murmuró contra el cuello de Jae—Definitivamente tengo el síndrome de Estocolmo. Necesito ayuda.
—Entonces, ¿qué tengo yo? —dijo Yoon Oh. Y se lamentó apenas las palabras dejaron su boca.
Taeyong levantó la cabeza y lo miró sin parpadear, sus gruesos labios formando una "O".
Resistiendo el impulso de apartar la vista, Yoon Oh se preguntó si la estupidez sensiblera del chico sería contagiosa.
Taeyong se mordió el labio, pero no pudo reprimir la sonrisa.
—Bueno, me han dicho que soy muy adorable —dijo, como si estuviera compartiendo un enorme secreto.
Yoon Oh quería besarlo.
—Esto no es divertido —dijo lacónicamente— Esto es... inconveniente.
—Inconveniente —Taeyong repitió, viéndolo con curiosidad—¿Quieres decir tu... Atracción por mí?
Atracción. La palabra no se sentía adecuada. Yoon Oh asintió de todas formas. No tendría demasiado sentido negar la atracción; no tendría sentido, considerando dónde todavía se encontraba su polla.
Taeyong hizo una mueca graciosa.
—Que sepas que esta atracción por ti es muy inconveniente para mí, también —dijo, y miró a Yoon Oh con expectación... confiadamente—¿Qué vamos a hacer con esto, entonces?
Maldición, ¿acaso el chico se daba cuenta del modo en que lo miraba? Yoon Oh querría poder decir que la mirada enamorada de Taeyong lo molestaba o lo divertía, pero sería una mentira.
La verdad era que no le importaba.
La verdad era que jodidamente le gustaba. Le gustaba.
La verdad era, que quería que el chico siguiera mirándolo así... su niño. Jesucristo. Su propia posesividad lo hizo estremecer.
—Solías ponerme muy nervioso con esa expresión en la cara — Taeyong dijo amistosamente.
Yoon Oh deslizó sus manos por la elegante curva de la espalda de Taeyong y las detuvo sobre sus nalgas.
—¿Estás diciendo que ya no te pongo nervioso? —Pocas personas en todo el mundo podrían decir algo así.
Taeyong sonrió de lado.
—Lo haces. Pero de un modo diferente —Pareció dudar antes de admitirlo, con vergüenza coloreando su voz— No estás ciego. Sería bastante inútil que negara que me gusta complacerte. Me pongo ansioso si no lo hago —Taeyong se pasó una mano por la nuca— Es bastante inconveniente. No puedo esperar a curarme de ello.
—Curarte —repitió Yoon Oh.
—De mi Síndrome de Estocolmo —Taeyong aclaró con serenidad. Yoon Oh sintió una picadura caliente e irracional de desagrado.
—Buena suerte con eso —dijo, levantando a Taeyong y dejándolo en la cama antes de pararse. Agarró sus boxers del piso y se deslizó en ellos.
—¿Ya te vas?
Yoon Oh lo miró.
Había una arruga de displacer en el entrecejo de Taeyong, las comisuras de sus labios caídas.
—¿Para qué me quieres aquí? —dijo Yoon Oh—Estoy seguro de que tu psicóloga te diría que abrirle las piernas a tu antiguo secuestrador no es el mejor camino para curarte.
Un rubor rosado surgió en las mejillas de Taeyong. Se mordió el labio.
—¿Qué pasa con las amenazas que recibí? Realmente necesito tu ayuda.
Yoon Oh sabía con qué clase de gente había estado tratando Lee. Se comerían vivo a este jovencito con cara de bebé. Desearía poder decir que no le importaba. Lo hacía. No había un motivo racional para ello, ningún sentido lógico. Sólo lo hacía. Sin importar lo que se dijera a sí mismo, no podía ver este dulce— hablador, cabeza—en—las—nubes, sentimental chico como algo más que suyo. Era frustrante, porque Yoon Oh no quería desear reclamar nada parecido.
—Me ocuparé de eso —dijo cortante.
Taeyong le sonrió, con los ojos brillantes y una sonrisa en toda su gloria.
Por una chingada.
—¿Ahora? —dijo Taeyong esperanzado, con impaciencia y deseo evidentes en toda su cara—Tengo todo aquí en mi notebook —No te vayas, decían los ojos de Taeyong. No te vayas, decía su cuerpo.
Hubiera sido desgarrador si Yoon Oh no sintiera la misma atracción irresistible por él. Excepto, que a diferencia de Taeyong, él no podía alegar convenientemente que estaba afectado por algún tipo de síndrome.
—Trae la notebook —escupió y se sentó en la cama.
Cuando Taeyong trajo su computadora a la cama, y se acurrucó contra él, Yoon Oh no lo apartó.
Debería haberlo hecho. El muchacho era una amenaza.
════ ∘◦♟️◦∘ ════
Mat tvoiu: Algo así como "La Puta Madre" aunque no en forma literal. Es un derivado de la frase vulgar más usada en ruso, que puede significar desde "¿qué tal?" hasta "vete a hacer puñetas". El sentido depende de la entonación y del contexto. Significa literalmente. "he besado a tu madre"... en este contexto, me inclino por "La puta Madre."
25
La sostenida mirada de su terapeuta en él, era bastante desconcertante.
Taeyong se retorció y enseguida se arrepintió. Todavía sentía las actividades de la noche pasada.
—¿Por qué estás aquí, Taeyong? —dijo Miranda finalmente—¿Qué esperas lograr al verme?
—Yo —Se lamió los labios—..ya te lo dije. Quiero que me ayudes a curarme de este... del Síndrome de Estocolmo. Quiero sacármelo de la cabeza.
Ella ladeó la cabeza, mirándolo por sobre sus gafas.
—Y aun así, sigues teniendo relaciones sexuales con ese hombre.
Taeyong se mordió un nudillo, esquivando su mirada.
—Al final, me curarás, ¿qué diferencia hay?
—Taeyong —dijo Miranda calmada, pero en un tono de reproche— No soy maga. No puedo ayudarte si no haces un esfuerzo. Tu actitud no es muy distinta a la de alguna mujer que elige tener sexo sin protección sólo porque luego puede tomar la "pastilla del día después". De hecho es peor, porque no existe una pastilla así para ti.
Taeyong enterró el rostro en las manos, hundiendo los hombros.
—Lo sé —dijo— Es sólo qué... es difícil —suspirando, levantó la cabeza y observó a su terapeuta entristecido— Me siento tan bien con él. Tan, tan, bien.
Miranda no parecía sorprendida.
—¿Qué quieres decir con "bien"? ¿Puedes decirme más?
Taeyong pensó en cómo se sintió esa mañana al despertar en los brazos de Yoon Oh.
—Mareado —dijo—Protegido —agregó más bajito, sintiéndose un monstruo. Yoon Oh era la última persona con la que debería sentirse seguro—Necesito ayuda —dijo, con desesperación en la voz.
—Cualquier tipo de relación BDSM requiere un alto nivel de confianza en la pareja —comentó Miranda—Confiarle tu seguridad, confiar que cuide de ti, confiar en que te lea correctamente y te ofrezca lo que necesitas. Puede crear un vínculo profundo entre dos personas que va más allá del sexo.
—Pero nosotros no... nosotros no siempre... lo hacemos —dijo Taeyong con el rostro en llamas— Ni siquiera me gusta el dolor. No me interesan los látigos ni cosas como esa. Sólo me gusta ser..— Se interrumpió, inseguro, porque la primera palabra que surgió a su mente fue "suyo".
—¿Cuidado? —sugirió Miranda—¿Cómo si pertenecieras a alguien?
Taeyong asintió vacilante. Ella no se equivocaba, pero él realmente no quería hablar de ello. A decir verdad, Yoon Oh era la única persona con la que se sentía lo suficientemente cómodo para discutir —y hacer— esas cosas.
—Una relación BDSM no necesariamente incluye bondage o sadomasoquismo —dijo ella, pero como si sintiera su renuencia a hablar del tema, cambió la dirección— ¿Dirías que te sientes menos apegado a él ahora que eres libre?
Taeyong pensó en esa mañana... en lo reacio que había estado a alejarse del ancho y cómodo pecho de Yoon Oh, cuando llegó el momento de levantarse. En como no podía dejar de robarle besos mientras preparaba el desayuno para ambos. En cómo permitió que Yoon Oh le dejara un chupón en el cuello, estando en el garaje subterráneo, antes de que se subieran a sus respectivos automóviles. En cómo había estado verificando obsesivamente el teléfono todo el día, apenas siendo capaz de concentrarse en el trabajo.
Taeyong se aclaró la garganta.
—No realmente.
Se fue del consultorio de su analista con más preguntas que respuestas.
A medio camino hacia su departamento, notó algo que finalmente lo distrajo de las preguntas en su mente y del silencioso teléfono en su bolsillo.
Una camioneta negra seguía a su coche. Estaba bastante convencido de que había visto ese vehículo estacionado cerca del consultorio de Miranda cuando salió.
Con el corazón en la boca, Taeyong volvió a mirar el espejo retrovisor antes de sacar el teléfono y arrastrar su pulgar sobre el número que Yoon Oh había agendado en su teléfono esta mañana.
"En caso de emergencia", le había dicho Yoon Oh, con una expresión ilegible. No le había dado motivos a Taeyong para creer que la noche pasada no sería la única. Taeyong había querido preguntar si Yoon Oh volvería esta noche o no, pero no quería parecer pegajoso. No quería ser pegajoso. Ya era bastante malo que se viera obligado a pedirle ayuda a Yoon Oh. Ya era lo suficientemente malo, que la noche anterior estuviera tan contenido que se había comportado como un adolescente probando por primera vez una polla.
Pero esto sin duda aplicaba como una emergencia, ¿verdad? Era completamente razonable llamar a Yoon Oh si un vehículo sospechoso lo seguía a casa, especialmente a la luz de los últimos acontecimientos, ¿no?
—Jung —dijo Yoon Oh al responder.
—Alguien está siguiendo mi auto —dijo Taeyong sin preámbulos, intentando ignorar las estúpidas mariposas que surgieron en su estómago al escuchar la voz de Yoon Oh. Él es malo para ti, se recordó. Malo, malo, malo. No es un Príncipe Encantador. Si fuera algo, sería el villano.
Hubo silencio en la línea por un momento.
—Regresa a casa como de costumbre. Me ocuparé de ello —dijo entonces Yoon Oh.
Colgó.
Taeyong soltó la respiración que había estado conteniendo, calidez bajando por su pecho y acurrucándose en su estómago.
—No seas estúpido, Taeyong —susurró. "Me ocuparé de ello" no era lo mismo que "me ocuparé de ti". Sentir un hormigueo cálido en su interior cada vez que Yoon Oh estaba allí cuando lo necesitaba era una estupidez. No significaba nada. No podía significar nada con un hombre como Jung Yoon Oh.
Sin mencionar que Taeyong no debería desear que significara algo... no con Yoon Oh.
—Estúpido —murmuró y se obligó a concentrarse en el vehículo del retrovisor. Se preguntaba si debería asustarse, por estar tan tranquilo ahora que le había dicho a Yoon Oh sobre la camioneta. No debería desear poder contar con Yoon Oh para que siempre esté listo para aparecer y salvar el día. No era una jodida doncella en apuros y Yoon Oh no era su caballero de brillante armadura. Quizás debería contratar un par de guardaespaldas, por lo menos de momento. Tal vez.
La camioneta lo siguió todo el trayecto hasta su hogar.
Taeyong estacionó en el garaje subterráneo y dudó. No veía a Yoon Oh en ninguna parte. La camioneta también frenó. El garaje estaba inquietantemente tranquilo.
Tragando en seco, Taeyong bajó de su auto y se encaminó hacia el ascensor. Sus pasos resonando en el semi—iluminado garaje.
¿Por qué no habría gente? ¿Dónde estaba la entrometida señora Bale, del décimo piso, ahora que a Taeyong realmente no le molestaría tener que hablarle?
Escuchó varias pisadas detrás de él.
Taeyong empezó a caminar más rápido, un nudo grueso de decepción creciendo en su interior. Idiota. Había sido un idiota por confiar en Yoon Oh.
—Si gritas, estás muerto —dijo una voz áspera mientras que alguien presionaba un arma en la espalda de Taeyong.
Taeyong no gritó. No se resistió cuando unas manos aferraron sus brazos y lo empujaron hacia la camioneta... no tenía demasiado sentido hacerlo. Fue empujado al interior con tanta rudeza que tropezó y se habría golpeado el rostro, si un par de manos no frenaban su caída. Un par de manos muy conocidas.
Taeyong se quedó boquiabierto frente a Yoon Oh, confusión e ira en conflicto en su interior.
—¿Qué carajos?
La puerta de la camioneta se cerró, dejándolos solos en la semi—penumbra.
Yoon Oh liberó sus brazos y se reclinó en el asiento, nivelándolo con una mirada para nada asombrada.
—Podría preguntarte lo mismo. Es la segunda vez que mis hombres pudieron secuestrarte sin esfuerzo, pequeño idiota descuidado. ¿Dónde están tus guardaespaldas?
Taeyong se tiró en el asiento opuesto y cruzó los brazos.
—No tengo. Y agradecería que dejaras de llamarme idiota y me explicaras por qué me secuestraste... otra vez.
—Fue una prueba. Y la fallaste —Un músculo pulsó en la mandíbula de Yoon Oh— Revisé los archivos que me diste. ¿Tienes idea de lo peligroso que son algunos de esos tipos?
El grueso nudo de decepción se aflojó y desapareció. Taeyong ocultó la sonrisa tras su mano.
—Estás preocupado por mí.
Los azules ojos de Yoon Oh centellaron. Aferrando el brazo de Taeyong, lo sacudió acercándolo y atrapó su garganta.
—¿No entiendes el significado de la palabra "peligro", chico tonto e imprudente? Si esas personas ponen sus manos en ti, desearás estar muerto.
Taeyong humedeció sus resecos labios con la lengua.
—Pero noté la camioneta, ¿no es así? Y te llamé.
Los labios de Yoon Oh se adelgazaron.
—Sabes que tengo razón —dijo Taeyong, encontrando su mirada—Si no hubiera sido tu propia gente, habrías venido a ayudarme.
Si algo, Yoon Oh lucía aún más enojado.
—Deja de mirarme de esa forma —espetó, con una expresión a la vez tormentosa y hambrienta.
—¿De qué forma?
—Como si fuera un jodido héroe —Yoon Oh grito, antes de meter su lengua en la garganta de Taeyong.
Taeyong suspiró alegremente y dejó de pensar.
Minutos después, cuando Yoon Oh se alejó y pudo volver a pensar, Taeyong se encontró acurrucado en el regazo del hombre, con su mano bajo la camisa de Yoon Oh, sus labios bien besados e hinchados. Le sonrió a Yoon Oh, sin estar particularmente preocupado por la mirada severa y cansada en su rostro.
—Te daré unos cuantos guardaespaldas y los llevarás a donde sea que vayas —dijo Yoon Oh, sosteniendo con sus manos la cintura de Taeyong, sus pulgares acariciando su vientre y provocándole piel de gallina, deliciosamente recorriendo su piel— No será permanente —dijo Yoon Oh— Sólo hasta que termine de lidiar con el desastre que dejó Lee.
¿Y luego, qué? Casi preguntó Taeyong antes de reprimirse.
Seguro que sabía lo que vendría después: Yoon Oh se iría.
Dejando caer la mirada, Taeyong asintió.
—De acuerdo, si eso es todo —dijo, dejando que su mano se arrastrara por el cálido y musculoso pecho de Yoon Oh. Miró a Yoon Oh a través de sus pestañas y se lamió los labios—..¿Vienes conmigo?
Yoon Oh lo miró con la mandíbula tensa. Parecía estar tan enojado que Taeyong pensó que, de seguro, diría que "no".
Estaba equivocado.
════ ∘◦♟️◦∘ ════
Pastilla del día después: Método anticonceptivo de emergencia que se puede usar después de la cópula, siendo capaz de inhibir un embarazo en caso de haber mantenido relaciones sexuales sin las debidas precauciones anticonceptivas.
26
Dos meses después.
—Lindo —dijo la mujer, viendo con agrado la espaciosa habitación.
Yoon Oh encogió los hombros, lanzando una mirada desinteresada al cuarto. París, Milán, Londres, ahora Nueva York... Llegaba un punto en que todos los lujosos hoteles empezaban a verse iguales.
Se quitó la corbata sin apuro.
—Déjame a mí —dijo con una sonrisa coqueta, empujando sus manos y empezando a desabotonarle la camisa.
Yoon Oh dejó que sus ojos siguieran las curvas de su cuerpo semidesnudo, tratando de despertar algún interés por ella. Debería estar más que interesado. Había pasado un tiempo desde que tomó una mujer. Casi medio año. Para él, era algo inaudito. Para él, era impensado permanecer monógamo por una semana, ni que decir de medio año. Lo más curioso, es que nadie lo obligó a mantenerse monógamo. Taeyong lo conocía demasiado como para pedirlo en voz alta, aunque sus ojos contaran una historia distinta. El chico había estado cada vez más afectuoso y necesitado, recibiéndolo con una brillante sonrisa cada vez que Yoon Oh regresaba a Londres entre viajes.
Este fue el último viaje que habría emprendido en representación de Taeyong. Le había llevado casi dos meses lidiar con el desastre que Lee había dejado tras de sí, pero ahora había terminado. No tenía motivos para seguir regresando a Londres.
—¿Te estoy aburriendo? —dijo la mujer con un puchero juguetón, rozando los dedos en su entrepierna a través de los pantalones. Su acento americano le resultaba extraño luego de meses escuchando uno británico.
—No soy un adolescente, cariño —dijo Yoon Oh— No me voy a desesperar sólo por ver a una mujer medio desnuda, sin importar lo hermosa que sea—Decididamente evitó pensar en el hecho de que no tenía problemas para ponerse duro con sólo mirar la curva de los labios, de cierto chico inglés.
Una sensación incómoda se instaló en la boca de su estómago. Irritado, Yoon Oh la acercó y la besó con rudeza, haciendo un esfuerzo consciente para enfocarse en la suavidad de sus labios y de sus pechos. Pero la forma de sus labios estaba completamente mal, su boca no era suficientemente dulce, y su pelo era demasiado lacio y no lo suficientemente suave...
Yoon Oh rompió el beso y le dio la espalda.
—Cambié de opinión. Vete —Sus palabras sonaron cortantes y cargadas de ira, y no lo sorprendió cuando ella se fue sin decir nada.
Tan pronto como la puerta se cerró tras ella, Yoon Oh se quitó la camisa, la enroscó en su puño y la arrojó cruzando la habitación. Carajo.
Hasta aquí llegó su intento por demostrar que no estaba obsesionado con Lee Taeyong.
Muy bien, estaba obsesionado.
Más que obsesionado.
Soltando un suspiro, Yoon Oh se sentó en la cama y pasó una mano por su rostro.
Tenía treinta y dos años. No exactamente una edad como para revolcarse en la negación. Quizás ya era hora de llamar "espada" a una "espada", sin importar cuán inconveniente fuera la verdad.
Y la verdad era, que sólo quería a su chico inglés de pelo enrulado.
Quería poseerlo. Quería quedárselo. Carajos, lo retendría en un bolsillo si pudiera hacerlo, para tener acceso 24/7 a él. Quería poder enterrar su cara en los suaves rizos de Taeyong y chupar marcas sobre su piel cuando se le antojara. Quería tener derecho a hacerlo.
La pregunta era, si debía hacer algo al respecto.
Yoon Oh no estaba acostumbrado a negarse nada, siendo el alcohol y las drogas las únicas excepciones. Pero desear a Taeyong... no era una simple cuestión de tomar lo que quería. Ni siquiera era el género de Taeyong lo que lo hacía dudar: hace mucho que Yoon Oh ya había superado ese punto. No le importaba que Taeyong tuviera una polla en vez de una vagina. Estaba bastante enamorado del pequeño cuerpo del muchacho y no le cambiaría absolutamente nada.
No, el problema era mucho más complicado que el sexo de Taeyong. El chico había sido herido en el pasado. Era demasiado jodidamente vulnerable. Taeyong deseaba la clase de compromiso que pondría a la mayor parte de los hombres a correr en dirección contraria. El muchacho también tenía una habilidad inquietante para hacerlo querer ser un hombre mejor y desear protegerlo de todo daño y dolor. Un buen ejemplo de ello, ocurrió cuando Taeyong le preguntó a Yoon Oh si fue quien asesinó a su padre y este le respondió que no. Aunque técnicamente no mintió, no era la verdad completa: efectivamente había jugado su parte en la muerte de Lee, aunque indirectamente. Pero lo había omitido, sabiendo que el muchachito estúpido se paralizaría por la culpa, aunque su padre no lo mereciera.
Considerando todo, Lee Taeyong complicaría innecesariamente su vida. Involucrarse con él sería irracional, poco práctico y peligroso. Yoon Oh tendría que hacer concesiones y sacrificios que de otro modo no enfrentaría.
Suspirando, Yoon Oh se pellizcó el puente de la nariz. Tenía que tomar la decisión.
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24/7: 24 horas los 7 días de la semana... Es decir, siempre.
27
Seulgi no le veía la gracia. Por supuesto, no era fácil que algo le hiciera gracia, pero la forma en que su jefe se había estado comportando los últimos dos meses, decididamente no le causaba ninguna. ¿Los últimos dos meses? Quizás sería más preciso decir el último medio año, desde que Yoon Oh secuestró al hijo de Lee y lo convirtió en su mascota... al menos así fue cómo Si Cheng se lo informó cuando ella estaba en Francia, ocupada cerrando un acuerdo multimillonario en representación de Yoon Oh. Por entonces, Seulgi se había mantenido escéptica y no tomó las palabras de Si Cheng con seriedad: Yoon Oh nunca había demostrado algún interés por los hombres, por lo que ella estaba convencida de que sería parte de algún elaborado plan para hacer pagar a Lee Sooman. Para cuando regresó de Francia, Seulgi se encontró con que el muchacho ya se había ido, a Si Cheng le habían dado la patada, y Yoon Oh estaba inquieto en una forma que nunca había visto antes.
Había cierta tensión sobre Yoon Oh, una carga pesada sobre sus hombros en las semanas posteriores. La razón más obvia que pudo imaginar en ese momento, fue que Yoon Oh había dejado de acostarse con cualquiera y, para Yoon Oh, era casi inaudito. Incluso la muerte de Lee no pareció apaciguarlo. Por el contrario, Yoon Oh parecía más al límite luego de eso.
Seulgi empezó a sospechar el verdadero motivo del raro humor de Yoon Oh, cuando le pidió que averiguara todo sobre John Seo. Con Lee muerto, sólo podía haber un motivo para el interés de Yoon Oh: el hermoso joven que Johnny abrazaba. Casi podía entender su atractivo: el chico tenía rasgos faciales muy refinados y una boca para morirse. Sólo que Seulgi nunca pensó que fuera del tipo de Yoon Oh... ni cualquier cosa con una polla, en todo caso. Pero incluso entonces, ella no sospechó hasta qué punto Lee Taeyong afectaba a su normalmente imperturbable y sereno jefe.
El viaje impulsivo, rompiendo la apretada agenda, de Yoon Oh a Londres había sido la primera pista. Cuando desapareció en la noche, luego de despedir a sus guardaespaldas, a Seulgi no le causó la más mínima gracia... con Si Cheng despedido, la seguridad fue añadida a su larga lista de responsabilidades, y Seulgi no apreciaba cuando Yoon Oh no la dejaba hacer su jodido trabajo. Afortunadamente, Yoon Oh había regresado a su habitación en el hotel algunas horas después, sano y salvo. Pero cuando se dejó caer en el cuarto de Yoon Oh para hacerle saber lo disgustada que estaba, lo encontró sentado en el piso, aferrando una botella de vodka en la mano y viéndola con deseo.
La vista la hizo frenar. Yoon Oh no bebía. Ya no.
Era de conocimiento general que el padre de Yoon Oh había muerto por una sobredosis cuando Yoon Oh tenía diecisiete años, pero pocas personas sabían que había sido envenenado con drogas. Danil Jung había sido un hombre de negocios duro e insensible, pero un marido y un padre excelentes. Él y Yoon Oh fueron muy unidos y la muerte de Danil había golpeado duro a Yoon Oh. Seulgi sabía que Yoon Oh había matado personalmente al hombre responsable de la muerte de su padre. Y todo se fue en picada a partir de allí. Yoon Oh había empezado a beber. Continuó por meses hasta que finalmente fue hospitalizado con una grave intoxicación etílica. Cuando Seulgi llegó al hospital, encontró a la madre de Yoon Oh abrazada a él, llorando y suplicándole que ya no lo hiciera, por ella y por las chicas.
¿Quién nos protegerá si también te vas, Jae? le había dicho finalmente mientras su hijo permanecía sordo a sus súplicas.
Hasta donde Seulgi sabía, Yoon Oh nunca volvió a tocar el alcohol. Pero sí lo mantuvo a su alcance. Cuando Seulgi le preguntó hace unos años por qué guardaba alcohol si nunca lo bebía, Yoon Oh le dijo que le gustaba ponerse a prueba.
Ese fue el motivo por el cual, cuando Seulgi vio a Yoon Oh observando la botella de vodka con una intensidad escalofriante, su mandíbula se tensó, y una alarma se disparó en su cabeza. Cuando unos días después, él canceló su vuelo a Italia y despidió nuevamente a sus guardaespaldas, Seulgi estaba muy preocupada. Sin embargo, cuando Yoon Oh la llamó al día siguiente, ella notó inmediatamente el cambio en él: sonaba más relajado, la irritación que apretaba su voz se había ido. Cuando le informó sobre su paradero para que pudiera mandarle sus guardaespaldas, casi no se sorprendió al descubrir que estaba en el pent—house de Lee Taeyong. Casi.
Pero incluso entonces, ella no supo cuánto cambiaría todo.
Durante las semanas siguientes, Yoon Oh le había hecho reorganizar su agenda, delegando la mayor parte de sus responsabilidades y dejando Londres únicamente para las más importantes reuniones de negocios. Tan pronto como finalizara la reunión, Yoon Oh estaría en su avión volando de regreso a Londres. También estaba gastando gran parte de su valioso tiempo en ayudar a Lee Taeyong a resolver el desastre que había dejado su padre.
Seulgi observó todo eso con una mezcla de sorpresa e incredulidad. En todos los años que había conocido a Yoon Oh, nunca lo había visto tan... obsesionado con nadie. Llamaba a eso "obsesión" a falta de una palabra mejor. De seguro, no había visto a Yoon Oh interactuar con Lee Taeyong, pero como Yoon Oh no dejaba que nadie se acercara a él, prefiriendo mantener hasta a su propia familia alejada por su propia seguridad, concluyó que sólo podía tratarse de sexo.
Así que esperó pacientemente a que Yoon Oh superara su extraña obsesión con el chico de Lee, y a cada semana transcurrida sin que esto suceda, su confusión se hacía más fuerte.
Pero Seulgi sabía que no debía cuestionar las decisiones de Yoon Oh. Por supuesto, eso no significaba que no pudiera intentar interrogarlo.
—Entonces —dijo Seulgi tan pronto como Yoon Oh salió de la ducha. Acababa de llegar del aeropuerto de Nueva York. Si el patrón de los dos últimos meses seguía manteniéndose, terminaría de vestirse y se iría a ver a su muchacho de pelo rizado.
Yoon Oh dejó caer la toalla y abrió el guardarropa.
—¿Sí, Seulgi?
Se tomó un instante para admirar su físico, considerando si su cariño hacia Yoon Oh habría sido menos fraternal si ella tuviera quince años menos de los que tenía.
—¿Por cuánto más estaremos basados en Inglaterra? —El tono de Seulgi era cuidadosamente casual— Apenas salimos de Inglaterra en dos meses.
Ante la pregunta, las manos de Yoon Oh se congelaron. Pálidos ojos la examinaron.
Se negaba a dejarse intimidar. Ella era una ex—agente de la KGB. No era fácilmente intimidada.
Presionando los labios, Yoon Oh se calzó unos pantalones.
—De hecho, quiero que empieces a buscar un edificio grande en Londres. Bien, la prioridad es que esté en una ubicación segura. El precio no importa.
Ella tomó una respiración entrecortada.
—Te refieres...
—Sí —dijo Yoon Oh—Mudaré la oficina principal de Ginebra a Londres.
Seulgi sólo pudo quedarse mirándolo en silencio. Trasladar el cuartel general, de un paraíso fiscal como Suiza hacia el Reino Unido, no era la decisión más práctica. Para decirlo suavemente.
Abrió la boca y volvió a cerrarla sin decir nada. Yoon Oh soltó un suspiro.
—Tienes dos minutos para expresar tus objeciones —dijo, colocándose una camisa limpia y empezando a abotonarla.
—Como tu empleada, no es mi papel objetar —dijo Seulgi dejando que una sonrisa lenta estirara sus labios— Pero como tu vieja amiga, digamos que nunca pensé que vería el día en que dejarías a un niño inglés con carita de bebé trenzar tus cuerdas. Te queda bien el estar enamorado.
Yoon Oh le dedicó una mirada fulminante.
Seulgi se estremeció, pero sostuvo su mirada, sus labios contrayéndose con un tic.
—Enfócate en hacer tu trabajo, Seulgi — dijo Yoon Oh agarrando sus llaves.
Ella lo observó partir, sonriendo débilmente. No tenía idea de cómo el chico Lee habría logrado esto, pero se alegraba. Yoon Oh trabajaba demasiado. Seulgi era igual, pero había una diferencia fundamental entre ella y Yoon Oh: ella siempre tenía un hogar al que regresar; Yoon Oh no lo hacía.
Quizás eso estaba por cambiar.
28
Yoon Oh dejó su hotel, con los músculos tensos y la cabeza palpitando por el inicio de una jaqueca. Había tenido un largo vuelo, y la conversación con Seulgi no había sido justamente relajante. Apenas esperó a que sus guardaespaldas entraran en la parte trasera del auto antes de pisar el acelerador. Los neumáticos chirriaron.
Para cuando estacionó el automóvil y encaró hacia el pent— house de Taeyong, Yoon Oh estaba con un humor tan horrible, que hasta sus guardaespaldas mantuvieron una precavida distancia por detrás de él.
—Esperen aquí —dijo antes de utilizar su tarjeta—llave para entrar en el ascensor privado.
Finalmente, las puertas se abrieron y él ingresó en el living vacío.
Un aroma delicioso venía de la cocina. Yoon Oh se encaminó hacia allí, sus pisadas sofocadas por la afelpada alfombra.
Se apoyó contra el marco de la puerta de la cocina, sintiendo la tensión de sus músculos disiparse.
Taeyong estaba cantando suavemente de pie junto al horno, revolviendo la salsa en una olla. Estaba usando unos pantalones cortos de jean y una brillante camiseta hawaiana, sus rizos morados mantenidos fuera de la cara con un pañuelo florido. Unos auriculares grandes colgados en su rizada cabeza, las caderas de Taeyong balanceándose ligeramente mientras que tarareaba una canción. Se lo veía muy joven, muy adorable y muy ridículo... no era exactamente una combinación que Yoon Oh normalmente encontraría atractiva.
No podía apartar la vista.
En silencio, se acercó, apartó los rizos y presionó sus labios en la nuca de Taeyong.
Taeyong se tensó por un momento antes de relajarse y reclinarse contra el pecho de Yoon Oh.
—Llegaste temprano —dijo, sacándose los auriculares. Intentó girarse, pero Yoon Oh no lo dejó, sus manos apretando las caderas de Taeyong y manteniéndolo en su sitio mientras que chupaba moretones en su perfecta piel, inhalando su dulce aroma con avidez y sintiendo como su dolor de cabeza retrocedía.
—¿Cómo... cómo fue? —dijo Taeyong—Quiero decir, la reunión.
—Tan bien como se esperaba —respondió Yoon Oh, arrastrando los labios desde el cuello de Taeyong hasta su mejilla—Canberra está satisfecho con el nuevo contacto que le presenté.
Taeyong se apoyó en la caricia, sus regordetes labios entreabiertos. Parecía tener dificultad para mantener los ojos abiertos.
—¿Le dejaste en claro que las Industrias Lee ya no harán negocios de su agrado?
—Sí —dijo Yoon Oh concisamente antes de jalar el cuello de la camisa de Taeyong hacia un lado y chupar una marca en la cremosa piel de su hombro.
Taeyong se retorció.
—Deja eso —dijo ronco y sonriendo—Tengo que terminar de preparar la cena y no puedo hacerlo si estás encima mío. Ve a sentarte por allí —empujó a Yoon Oh hacia la silla.
Yoon Oh se sentó, aunque a regañadientes. Acomodándose en su silla, echó un vistazo a la vaporera y alzó una ceja con incredulidad.
—¿Estás cocinando manti?
Un rubor rosado coloreó las mejillas de Taeyong. Encogió los hombros despreocupadamente, regresando a mezclar la salsa.
—Supongo que desarrollé algún gusto por ello mientras estaba en Rusia. No es un plato difícil de preparar. Hoy me aburrí y decidí probar que tal me sale —Se encogió de hombros nuevamente.
Era un terrible mentiroso.
Los labios de Yoon Oh se curvaron. Taeyong le lanzó una mirada de reojo.
—Cállate —dijo. Su hoyuelo derecho hizo una aparición cuando una vergonzosa sonrisa curvó sus labios. Debió haber notado cuan patéticamente enamorada parecía su conducta.
Yoon Oh no lo mencionó. Cómo tampoco mencionó nunca la forma en que Taeyong lo miraba, se apoyaba en él, y le ofrecía sus labios para besarlos en cada oportunidad.
Un mejor hombre lo habría cortado de raíz y le habría dicho a Taeyong que destinara su cariño a alguien que fuera digno de él. Pero sólo pensar en algún otro hombre tocando la piel de Taeyong, besando sus gruesos y dulces labios, y follando ese adorable cuerpito hacía que las manos de Yoon Oh se empuñaran.
Él no era un mejor hombre. Porque sin importar lo patéticamente evidentes que fueran los sentimientos del chico, Yoon Oh se encontró deseando más—más—más, despiadadamente codicioso, tomando cada pedacito de afecto de Taeyong y negándose a renunciar a él.
—¿Un penique por tus pensamientos? —dijo Taeyong, colocando un plato de comida, con un aroma delicioso, delante de Yoon Oh y girándose para llenar su propio plato.
Yoon Oh estiró el brazo, lo agarró de la muñeca y lo jaló sobre su regazo.
Taeyong soltó una risita.
—No, comamos primero—dijo. Contradiciendo a sus palabras, sus brazos rodearon el cuello de Yoon Oh—Sabes que no vamos a comer nada si empezamos. Tengo hambre. Debes tener hambre también.
Lo hacía. Siempre lo hacía.
—Canberra fue el último —dijo Yoon Oh.
Le tomó unos instantes a Taeyong comprender lo que significaba.
—Oh —dijo, su expresión marchitándose.
Jodida mierda. ¿No entendía este muchacho lo peligroso que era llevar el corazón en la mano?
—Sí —dijo Yoon Oh—Todo ha sido resuelto. Ya no habrá más amenazas.
Taeyong enroscó las manos sobre el regazo.
—Así que... ¿Vas, como a... Vas a irte? —dijo con una expresión abierta y vulnerable.
Santa Jodida Mierda. ¿Qué carajos hacía este ser en el regazo de Yoon Oh, mirándolo de esa forma?
Nunca pensé que vería el día en que dejarías a un niño inglés con carita de bebé trenzar tus cuerdas.
Las palabras de Seulgi respecto a que Taeyong lo traía envuelto en su dedo meñique lo habían llevado al límite... porque no se equivocaba. No tenía sentido negarlo. Era difícil negarlo cuando Taeyong era el único motivo por el cual Yoon Oh trasladaría su oficina central a otro país. Entendía por qué Seulgi estaba tan sorprendida: una parte de él todavía no podía creer lo que estaba haciendo, tampoco. Y este era sólo uno de los muchos compromisos que debería asumir.
Viendo la cara ansiosa y angustiada del chico, Yoon Oh no podía obligarse a que le importe.
Alzó una mano y acomodó un rizo suelto tras la oreja de Taeyong.
—¿Cómo van tus sesiones de terapia? ¿Tuviste suerte para curarte de mí?
Apoyándose en su mano como un gatito hambriento por caricias, Taeyong lo fulminó con la vista.
—Para de burlarte de mí.
—No me burlo de ti —dijo Yoon Oh, sosteniendo su mirada—Esta es una pregunta seria.
Taeyong bajó la vista un instante antes de volver a mirarlo con una sonrisa carente de humor.
—Creo que la respuesta es bastante obvia, ¿no? —Se humedeció los labios con la lengua— Parece que padezco de una forma crónica e incurable del Síndrome.
Intentando ignorar el asquerosamente cálido sentimiento en la región de su corazón, Yoon Oh se aclaró la garganta y dijo.
—Eres un idiota.
Taeyong asintió, las esquinas de sus labios descendiendo. Con los ojos sospechosamente brillantes, parpadeó unas cuantas veces antes de enterrar el rostro en el pecho de Yoon Oh.
—Me siento tan estúpido —susurró— Nunca quise que pasara esto. No contigo. Incluso antes de ti, siempre terminé enganchándome con tipos que no me convenían para nada. Tú eres, como el peor de todos ellos. Pero nunca fue tan intensamente malo —Su voz se quebró— ¿Qué carajos está mal en mí?
Si Yoon Oh fuera un mejor hombre, le aseguraría a Taeyong que no había nada malo en él y que tenía tiempo de sobra para encontrar a un buen hombre que lo merezca.
Pero, desde su punto de vista, no existía un hombre suficientemente bueno ni siquiera para merecer lamerle las botas a este precioso muchacho. El mundo estaba lleno de cabrones egoístas como él. Al menos Yoon Oh era un cabrón que podría cuidarlo y protegerlo.
—Me preguntaste si me iba —dijo Yoon Oh, enterrando los dedos en los rulos de Taeyong. Nunca podía resistirse a ellos— ¿Quieres que me quede por aquí?
Taeyong levantó la cabeza y lo miró con el ceño fruncido.
—¿Importa lo que yo quiera? —Había confusión e incredulidad en su voz, y Yoon Oh sintió el impulso repentino de asesinar a cada hombre que fuera responsable de ello.
—Estás haciendo la pregunta equivocada —dijo Yoon Oh, con voz cortante y severa mientras miraba detenidamente los ojos de Taeyong— Deberías preguntarte a ti mismo si lo quieres o no. Ambos sabemos que no soy un hombre agradable. Un hombre como yo no tiene nada que hacer con alguien como tú. Si eres inteligente, me pedirás que salga de tu vida, Ricitos —riendo entre dientes, acarició la frente de Taeyong con su pulgar— Hazlo ahora mientras todavía puedes. Porque una vez que eres mío, eres mío —inhaló y exhaló lentamente— Ya pienso en ti como mío, pero creo... creo que todavía podría frenarme y dejarte en paz —Quizás— Pero si eliges ser mío, eso es todo. Incluso si tu hombre perfecto apareciera, no dejarás de ser mío —Por una jodida que voy a matarlo, y no es una exageración— Así que piénsalo con cuidado. Es tu decisión, no mía.
Taeyong tenía los ojos muy abiertos, llenos de asombro, incredulidad y algo muy brillante y cálido.
Finalmente, una sonrisa lenta estiró sus labios.
—Diría que quiero ser tuyo —dijo—Pero ya soy tuyo.
Yoon Oh no sabía si reír o maldecir.
—Eres un idiota —dijo otra vez, acunando el rostro con forma de corazón del muchacho en sus manos.
—Quizás, pero no me importa —dijo Taeyong, volteando el rostro para besar la palma de Yoon Oh—Quiero ser feliz. Tú me haces feliz.
A la mierda la cena. La cena podía esperar.
—Lo haré —Yoon Oh presionó sus labios contra los de Taeyong, se paró y lo cargó hacia el dormitorio.
Tenía un muchacho al que hacer feliz.
29
—Te ves diferente —dijo Xiaojun, viéndolo desde el lado opuesto de la mesa.
Taeyong se encogió de hombros y excavó en su ensalada, negándose a sentirse cohibido por su camisa con flores rosadas algo desabrochada o sus entallados jeans blancos. Si alguien pensaba que se veía extravagante, no era problema de Taeyong. Ya no se sentiría avergonzado sobre quién era. Se sentía bien con esta ropa. Eso era lo importante.
—Amigo —dijo Xiaojun con cautela—..¿Ese hombre te obliga a vestirte así?
Taeyong parpadeó.
—¿Qué?
Al darse cuenta de que Xiaojun iba en serio, empezó a reírse como un niño. Sabía que Xiaojun no había estado precisamente emocionado cuando Taeyong le contó que estaba viéndose con Yoon Oh, pero Taeyong no había entendido el alcance de ello. Era la primera vez que estaban pasando el rato en casi un mes.
—Ey, no es gracioso —dijo Xiaojun— Estoy preocupado, tonto. Primero empiezas a follar con el tipo que te tuvo secuestrado por meses, y ahora estás cambiando tu forma de ser por él.
—No estoy cambiando por él —dijo Taeyong con una sonrisa torcida— Este es quien soy. Este es quien siempre fui. Lo único que él cambió fue... que me ayudó a ver que no había nada malo en mí. Ya no siento como si tuviera que esconderlo.
Las cejas pálidas de Xiaojun se juntaron, sus ojos verde— azulados llenos de confusión.
—Pero... ¿por qué no me dijiste antes? ¿Pensaste que te juzgaría?
Taeyong encontró su mirada.
—Recuerdo claramente cuando me contaste cuánto te desagradaba que Fred fuera tan extravagante y afeminado.
Xiaojun se sonrojó.
—Me desagradaba Fred porque no era Hendery, no porque... seguía comparándolo con Hendery. Por lo que todo sobre él me molestaba.
—No puedo culparte porque te gusten machotes —dijo Taeyong, riendo—Sería muy hipócrita de mí parte.
Compartieron unas miradas divertidas antes de que Xiaojun se pusiera serio.
—Realmente no me importa, lo sabes, ¿verdad? Lamento si te di esa impresión —sonrió un poco—Puedes usar una falda y seguiré amándote, Ovejita.
Rodando los ojos, Taeyong le dio una patada por debajo de la mesa.
—No me va el travestismo. Solo me gustan las cosas bonitas, y decidí que no me va importar si algunas personas con la mente estrecha consideran que es extraño o afeminado. Los estereotipos de género son estúpidos de todas formas. Soy feliz como soy.
—Te ves feliz.
Taeyong sonrió, pensando en los últimos meses.
—Porque soy feliz.
Xiaojun lo miró pensativamente.
—Eres serio respecto a él, ¿verdad?
Taeyong encontró la mirada de su amigo.
—Nunca fui más serio.
—Es sólo que es algo loco —dijo Xiaojun, suspirando—Lo sabes, ¿verdad? Es un hombre que te secuestró y se forzó en ti.
Taeyong frunció el ceño.
—Ya te lo dije: nunca me obligó a hacer nada que no quisiera. Sí, Yoon Oh dista mucho de ser un santo, pero algo que no es, es un violador. Así que déjalo, ¿sí?
Xiaojun apretó los labios.
—Es sólo que no lo veo funcionando a largo plazo. Va a romper tu corazón.
Taeyong se miró las manos.
—¿No todas las personas que están en una relación corren peligro de que eso pase? Si viviéramos constantemente con miedo de que rompan nuestros corazones, nunca tomaríamos la oportunidad de ser felices.
—Sí, pero ese hombre es...
—Ese hombre —lo interrumpió Taeyong, con un ligero filo en la voz— es el hombre que me hace más feliz de lo que nunca fui. Por favor, respétalo. Por favor.
—Lo siento —dijo Xiaojun, haciendo una mueca— Sí te ves muy feliz. Sólo no quiero que te hagan daño.
—Yo tampoco quiero que me lastimen —dijo calmado Taeyong— Mira, entiendo hacia dónde vas, pero no creo que tengas nada por lo que preocuparte. Yoon Oh... él —Taeyong se apagó, pensando en irse a dormir en brazos de Yoon Oh y despertarse tan enredados que era difícil saber dónde terminaba uno y comenzaba el otro. Taeyong sonrió suavemente—.. él se preocupa por mí. Sé que lo hace.
La expresión de Xiaojun continuo siendo escéptica.
—¿Te ha dicho eso? ¿Qué te ama?
Taeyong soltó una breve carcajada.
—Yo no le he dicho exactamente esas palabras, tampoco. Es sólo que... no importa. Quiero decir, por supuesto que importa, pero —Se cortó, frustrado por su incapacidad de poner sus ideas en palabras—.. no es realmente del tipo de hablar sobre sentimientos, y no creo que las palabras sean tan importantes. Creo que lo que sientes en torno a la persona es más importante que las palabras bonitas. Y yo me siento —una calidez se extendía desde su pecho hasta su rostro—.. me siento jodidamente mimado cuando estoy con él. Como si yo fuera algo precioso. Y eso significa más para mí que cualquier palabrerío dulce.
—Oh —dijo Xiaojun, finalmente suavizando su expresión. Él sonrió— Muy bien, está bien. Si te hace tan feliz, es todo lo que importa. ¿Pero no estás asustado? ¿Ni un poquito?
Taeyong le devolvió la sonrisa.
—Estoy asustado a cagar. Pero no por los motivos que piensas. Tengo miedo de espantarlo. Sabes lo que siempre he soñado.
La frente de Xiaojun se arrugó.
—Un tipo agradable con quien construir una familia. ¿Todavía lo quieres?
—No quiero un tipo agradable —dijo Taeyong, resoplando— Como que Yoon Oh me arruinó a todos los demás hombres. Solo lo quiero a él —Todo el tiempo— Pero la cosa es, que no dejé de querer otras cosas. Aún quiero niños. Quiero una familia propia. Pero desearlo con él no sólo es estúpido, sino que es peligroso. Él es quien es. Me pongo súper ansioso cada vez que no tengo noticias de él cuando está lejos. Sumar niños a la escena sólo lo empeoraría. Incluso si Yoon Oh estuviera dispuesto a ello.
—Espera —dijo Xiaojun, sus ojos ampliándose— ¿Niños? ¿No crees que sea algo demasiado rápido? Ni siquiera Hendery y yo hemos hablado todavía sobre niños ¡Y hemos sido inseparables desde la infancia!
—Obviamente no quiero niños ahora —dijo Taeyong con una carcajada— Para ser honesto, no creo estar preparado para compartirlo con nadie. Lo quiero todo para mí —Taeyong se sonrojó. Nunca pensó que fuera capaz de ser tan posesivo. Era algo mortificante— Pero me conoces, Xiao. En algún punto, en el futuro, me encantaría tener sus bebés —Incluso pensar en niños o niñitas con el pelo oscuro y los ojos azules lo hacía sonreír soñadoramente. Taeyong suspiró— Y no debería desearlo. Solo me estoy preparando para decepcionarme.
Xiaojun parecía pensativo.
—Creo que deberías preguntarle. Es mejor probar las aguas ahora, para ver si está abierto a la idea. De esta forma, si él lo rechaza de plano, al menos sabrás con seguridad que no es una posibilidad. Apestaría, sí, pero la honestidad es siempre la mejor política —Xiaojun sonrió sin demasiado humor— Mentir y esconder lo que deseas durante años nunca es una buena idea, créeme.
—¿No crees que sería presionarlo mucho? No quiero ser demasiado agresivo.
Xiaojun resopló.
—Eres como, lo contrario de agresivo, amigo.
Taeyong casi se echó a reír. Xiaojun nunca lo había visto con Yoon Oh. No había visto cuán insaciable y necesitado era Taeyong cuando estaba con él. Afortunadamente para él, a Yoon Oh parecía gustarle, ¿pero seguramente tendría algún límite? Hablar de niños tan pronto en una relación sería probablemente uno de ellos.
—Pensaré en ello —dijo Taeyong frunciendo el ceño. El consejo de Xiaojun era lógico, pero no podía imaginarse a Yoon Oh dándole una respuesta positiva.
—Ey, levanta la barbilla —dijo Xiaojun, golpeando sus rodillas— No quiero que tu mafioso ruso venga tras de mí porque entristecí a su niño.
Taeyong se rio entre dientes.
—No seas ridículo —dijo, ruborizándose un poquito. Sabía que a Yoon Oh le importaría si lo viera triste, y ese conocimiento lo calentaba de pies a cabeza.
Puede que Yoon Oh dijera que no, pero quizás no importaba.
Esto era suficiente para él.
Más que suficiente.
Final
Yoon Oh nunca fue del tipo de caricias y acurrucamientos. Algunas veces había complacido a sus parejas, pero nunca lo disfrutó particularmente en lo personal. Pero no podía negar que le gustaba el peso de la cabeza enrulada de Taeyong sobre su pecho, le gustaba sostener cerca al chico después del sexo, le gustaba Taeyong soñoliento y mimoso. Realmente era un monstruo abrazador.
—¿Recuerdas que me dijiste que el setenta por ciento de tu negocio era legal? —Taeyong murmuró repentinamente.
Yoon Oh hizo un sonido afirmativo, pasando los dedos por el pelo de Taeyong.
—Podrías convertirlo en el cien por ciento.
Yoon Oh abrió los ojos.
—¿Qué?
Taeyong cruzó los brazos sobre el pecho de Yoon Oh y apoyó su barbilla en ellos, su expresión seria pero vacilante.
—Eres multibillonario. No haría gran diferencia para ti. Sería prácticamente una gota en el océano.
Yoon Oh rio.
—No exactamente una gota en el océano.
Taeyong frunció las cejas.
—Nunca necesitarás tanto dinero.
—Probablemente no —concedió Yoon Oh.
—¿Lo ves? —exclamó Taeyong sonriéndole, con sus hoyuelos en todo su esplendor.
Yoon Oh reprimió un suspiro.
—¿Y por qué, exactamente, debería renunciar al treinta por ciento de mis ingresos? —dijo secamente— Estamos hablando de millones. Y antes de que me digas que es hacer lo "correcto", nunca me importó hacer lo correcto y no voy a empezar ahora.
—No es... No estoy hablando sobre hacer lo correcto. Me refiero a que, por supuesto que hacer lo correcto es importante, pero ese no es el motivo principal —Taeyong se quedó callado por un ratito— Sé que crees que mi padre era un idiota, pero no lo era. Era inteligente, astuto y peligroso. Y aun así, está muerto — Mordiéndose el labio, Taeyong bajó la vista por un momento antes de volver a encontrar la mirada de Yoon Oh— Me pongo nervioso cada vez que tardas en llamarme cuando estás fuera. Quiero dejar de sentirme así, dejar de vivir con miedo.
Yoon Oh lo miró, una cálida sensación extendiéndose en su pecho, una sensación que se volvió muy familiar últimamente.
—No soy fácil de matar, solnyshko —dijo, y por primera vez se dio cuenta de que no había un dejo burlón tras el mote cariñoso. Quizás no lo hubo habido por un tiempo. Solnyshko encajaba. Luz del sol. Su pequeño sol.
Taeyong le dio una pequeña sonrisa que no llegó hasta sus ojos.
—Estoy seguro de que mi padre pensó lo mismo. ¿Por favor?
Yoon Oh estaba acostumbrado a tratar con hombres peligrosos. Muchos lo llamarían un hombre muy peligroso, también. Pero este joven delgado con cara angelical, suaves sonrisas, rulos morados y ojos fervientes, era lo más peligroso que había enfrentado. Esta cara debería haber sido prohibida.
Yoon Oh apretó su brazo alrededor de la espalda de Taeyong antes de girarlo y rodarlo sobre él. Se inclinó y besó ligeramente sus rosados y acolchonados labios, luego otra vez, y otra vez. Su cuerpo estaba completamente saciado luego del sexo, pero él estaba hambriento, con un hambre que nada tenía que ver con la lujuria. Quería tragarse la dulzura de este chico y hacerla suya.
—¿Eso fue un sí? —Taeyong jadeó contra sus labios.
—Fue un quizás —dijo Yoon Oh, apoyándose en sus codos. Este era un tema delicado. Por supuesto que podría encontrar alternativas legales para compensar en parte la pérdida de ingresos, pero racionalmente no tenía motivos viables para cambiar lo que ya funcionaba perfectamente. Sin embargo, sabía que este probablemente podría ser uno de los compromisos que debería asumir si quería mantener al muchacho... y mantenerlo seguro. Ya había evaluado la situación. Pero Taeyong no necesitaba saber eso. Taeyong no necesitaba saber cuan confundido estaba— No es una decisión que pueda tomar a mi antojo.
—Lo sé —dijo Taeyong, con los ojos llenos de luz. Tocó la mejilla sin afeitar de Yoon Oh— Yo pensé que... lo rechazarías de plano. Significa mucho para mí que lo considerarás.
Sonriendo, Yoon Oh murmuró,
—¿Pero qué hay en esto para mí? ¿Qué hay de algunas acciones en las Industrias Lee?
Taeyong medio gruñó, medio rio.
—¡Eres imposible!
No, tú eres imposible, pensó Yoon Oh, con su mirada en la cara sonriente de Taeyong. ¿Qué estás haciendo conmigo? Permitiendo que mis manos contaminadas te toquen.
No lo dijo en voz alta. Nunca proclamó ser un buen hombre.
En cambio, Yoon Oh rodó de espaldas, preguntándose si Taeyong tendría idea de en qué se había metido. Era tan joven, sólo veintitrés años. ¿Realmente se daría cuenta que no había vuelta atrás para él? Porque Yoon Oh nunca lo dejaría ir.
Taeyong se acurrucó nuevamente contra él, jugueteando con los dedos en el pelo de su pecho.
—¿Puedo preguntarte algo? —Había algo extraño en su voz— Prométeme que no te vas asustar de mi —agregó contra el bíceps de Yoon Oh.
Mirando su enrulada cabeza, Yoon Oh se rio entre dientes.
—No es exactamente un inicio prometedor.
Taeyong cuidadosamente evitaba sus ojos.
—¿Quieres tener hijos en algún momento?
—No es que me oponga a ello —respondió Yoon Oh, en un tono neutro mientras miraba a Taeyong. A decir verdad, era un tema que se había planteado luego de cumplir los treinta. Dejando de lado la constante insistencia de su madre pidiéndole nietos, sí le gustaba la idea de dejar la fortuna que había amasado a sus propios hijos. Porque Taeyong tenía razón en algo: Yoon Oh no podría gastar todo su dinero en varias vidas. Pero había otros asuntos que considerar. Un niño era una gran responsabilidad. Un niño sería otro punto débil que sus enemigos podrían usar contra él— Pero probablemente sea más problemas de lo que vale —dijo Yoon Oh—No es seguro —Aún.
—Oh —dijo Taeyong, ocultando su expresión tras las pestañas. Yoon Oh lo miró detenidamente.
—No puedes querer seriamente tener niños conmigo.
Ruborizándose un poco, Taeyong encontró su mirada y la sostuvo.
—¿Por qué no? ¿Esperas que tenga hijos con otro hombre?
—Ni siquiera bromees con eso —dijo Yoon Oh, descansando una mano en la nuca de Taeyong—Eres mío.
Una sonrisa divertida, pero complacida, nació en el rostro de Taeyong.
—Hmm, creo que sólo es la tercera vez que dijiste eso hoy. Podrías necesitar decirlo un par de veces más —dijo con una sonrisa astuta en el rostro— Podrías tener que mearme o algo así.
Yoon Oh atrapó con su mano la barbilla de Taeyong.
—¿Crees que no lo haré?
—Ahmm. Eso es —Taeyong se sonrojó intensamente y miró a Yoon Oh—.. No desvíes el tema. Estamos hablando sobre tener bebés. Como, tenerlos juntos. En algún momento —Se masticó el labio— ¿No quieres hacerlo? Si es que eres... algo así cómo, ¿serio conmigo?
Yoon Oh casi sonrió. No era la primera vez que Taeyong había evitado cuidadosamente hablar sobre sentimientos, como si Taeyong creyera que Yoon Oh estaba emocionalmente atrofiado y era incapaz de hablar de ellos. Era divertido. Yoon Oh era un adulto. Era plenamente capaz de hacerse cargo de sus sentimientos una vez que reconocía su existencia.
—Pero ya tengo un bebé —dijo Yoon Oh, tocando la mejilla de Taeyong con su pulgar.
Una risita sofocada escapó de los labios de Taeyong.
—No seas tonto... estoy hablando de bebés reales.
—¿Me estás diciendo que no eres realmente un bebé? —Yoon Oh se inclinó y mordió ligeramente el lóbulo de la oreja de Taeyong— Podría haber jurado que me llamaste "papi" hace sólo una hora.
Taeyong abofeteó su pecho.
—¡Oh, Dios mío!, ¡Estoy intentando tener una conversación seria aquí!
—Bien —Yoon Oh se apoyó sobre un codo y lo estudió atentamente— ¿Realmente lo deseas? ¿Formar un hogar conmigo? ¿Criar niños juntos?
Taeyong asintió, luciendo nervioso pero ferviente al respecto.
—En algún momento.
Mirándolo con atención, Yoon Oh se imaginó a unos niños pequeños con el pelo rizado y hoyuelos corriendo a recibirlo luego de regresar a casa de un largo y agotador viaje de negocios. La idea no era desagradable. No era desagradable en absoluto.
—No puedo prometerte que ocurrirá pronto —dijo Yoon Oh— Antes de que sea posible, hay cosas que poner en movimiento —Y enemigos de los que ocuparse. Supuso que iniciar una familia era un motivo respetable para hacer una gran limpieza—Podría llevar años.
Taeyong lo miró con incredulidad antes de que una brillante sonrisa partiera su rostro y se lanzara al frente para besar a Yoon Oh, sonriendo como loco y abrazándolo fuertemente.
—¡Te amo, te amo, te amo! —dijo sin aliento entre los besos, Taeyong se congeló, sonrojándose, y riendo con incomodidad—No tienes que decirlo también. Solo quería que lo sepas.
—Eres un idiota —dijo Yoon Oh y la cara de Taeyong se tornó adorablemente confundida y algo herida. Como un gatito. Un gatito con las garras clavadas en él.
—También te amo, muchacho tonto —dijo Yoon Oh con voz ronca. Cuando los ojos de Taeyong se ampliaron, los labios de Yoon Oh se torcieron— Desearía no hacerlo. Dicen que el amor saca lo peor de un hombre. Estoy casi asustado de lo que sería capaz de hacer si alguien intentara alejarte de mí —Acarició la mejilla de Taeyong con sus nudillos, sosteniendo su mirada llorosa e incapaz de pestañear— Deberías haberme pedido que me marchara mientras todavía podías, cariño. No soy un buen hombre. No lo suficientemente bueno como para alguien como tú.
Taeyong sacudió la cabeza lentamente.
—Eres bueno para mí. ¿Es malo que sea todo lo que me importe?
Yoon Oh se rio entre dientes.
—Estás preguntándole a la persona equivocada, amor.
Taeyong seguía viéndolo sin pestañear.
—¿No te importa que sea un tipo? —murmuró, masticándose el labio— Solías pensar que no era natural desear una familia con otro hombre. La gente va a hablar.
Yoon Oh alisó la arruga en el entrecejo de Taeyong con su pulgar.
—Si alguien tiene un problema contigo... con nosotros... son bienvenidos a decírmelo en la cara.
Taeyong se rio.
—Correcto. Pero estoy seguro de que tu familia no lo aprobará.
Como tu madre. Ella probablemente sea... muy conservadora.
Los labios de Yoon Oh se curvaron.
—Soy un chico grande. Puedo vivir sin la aprobación de mi madre. Pero dudo que le importe, siempre que le dé un montón de nietos. Además, es tan intimidante como una esponja mojada. Es una dama consentida y tenaz con cierta debilidad por las cosas bonitas —sonriendo, él pellizcó la mejilla de Taeyong— Se llevarán bien.
Taeyong hizo un puchero.
—Te burlas de mí —gruñó, pero sus ojos estaban radiantes plagados de calidez y felicidad. Apoyó su mejilla contra la de Yoon Oh y suspiró satisfecho cuando Yoon Oh empezó a acariciar sus rizos.
Cayeron en un silencio cómodo, con sus cuerpos apretados uno contra el otro.
Yoon Oh sabía que no iba a ser tan simple como lo hizo sonar. Había cosas que acomodar. Iba a hacer que algunas personas estuvieran descontentas con él. Pero con Taeyong en sus brazos, todo parecía insignificante. Irrelevante. Fácil.
Yoon Oh se preguntó cuándo este ser de corazón suave y ojos brillantes se había vuelto su hogar, su sitio seguro. No lo sabía. Lo que sabía era que haría casi cualquier cosa por mantener a su sitio seguro, a salvo.
—¿Sabes lo que deseo justo ahora? —dijo Taeyong con una pequeña sonrisa feliz—Quiero tener lento y sensible sexo vainilla para variar.
—Creo que lo llaman hacer el amor —dijo Yoon Oh, frotando la nariz de Taeyong con la suya.
—Sí —murmuró Taeyong, sonriendo contra los labios de Yoon Oh—Vamos a hacer el amor.
—Vamos —dijo Yoon Oh y besó sus dulces labios, codicioso y posesivo.
Nadie te alejará de mí.
Nadie.
Déjalos intentarlo.
Fin.


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