𝓒 (4) 🕯️ 𝓙𝓪𝓮𝓨𝓸𝓷𝓰
- xiaotrufa

- 18 sept 2022
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23
Taeyong estudió a Wonyoung mientras ella se plantó frente a él justo fuera del rango de sus cadenas.
Ella lo ayudaría. Él se preguntó qué habría cambiado en su mente. Estaba claro que odiaba a los vampiros a un extremo que Taeyong no había visto siquiera en cazadores.
—Hay algunas reglas con las que debes estar de acuerdo.
—Lo que sea —dijo Taeyong.
—No quiero ver tus colmillos, ni garras, ni ojos rojos. Si los veo, se termina todo. Harás todo lo que te pida. Si fallas al seguir, aunque sea una sola de mis órdenes o pierdes el control, se termina todo. Si decido influenciar tus emociones o hipnotizarte, te entregarás a mí. ¿Entiendes?
Taeyong estaba tan desesperado por terminar con su dolor que hubiera aceptado cualquier cosa que ella propusiera.
—Sí, mi señora, mantendré mi lado vampiro a raya y haré todo lo que me pidas.
—Y algo más, quiero tu palabra de que no me harás daño.
Taeyong asintió.
—Te doy mi palabra — no te lastimaré.
Él esperaba cumplirlo. El tener sangre dentro suyo lo ayudaría a mantener el control, pero no sabía lo que su lado íncubo era capaz de hacer. Wonyoung dio un paso hacia adelante e hizo una pausa, tomó una profunda respiración, y entonces caminó hacia Taeyong. Tocó su pecho y tembló. Su mano se sentía tan bien descansando sobre él.
Ella levantó su camisa y presionó una mano contra su estómago, justo debajo de su ombligo. Él deseó que ella continuara moviendo su mano hacia abajo y la pasara sobre su erección.
Sintió una sensación de eco mientras ella lo escaneaba.
—Tus bolsas de sangre ya casi se han secado. Y tu soavik está vivo de hambre.
Taeyong soltó una risita entre dientes.
—Te pude haber dicho eso.
Su rostro se iluminó con una sonrisa. Taeyong se alegró al verla sonreír. Wonyoung caminó a su alrededor hasta situarse detrás de él y liberó la cadena unida a su collar, entonces pasó sus manos por sus brazos y desencadenó los grilletes. Una vez liberado, Taeyong se masajeó las muñecas. Deseaba que ella pudiera quitarle el collar y los brazaletes también.
Wonyoung se movió hacia la cama y se sentó sobre ella.
—Desvístete y ve a ducharte
Taeyong se quitó las ropas y las lanzó sobre su catre. Ella lo observó desvestirse mientras se quitaba los tacones. Si Taeyong no se equivocaba, juraría que la oyó jadear entre dientes cuando él se quitó la ropa interior y liberó su miembro duro. Consciente de su mirada, se pavoneó hacia la ducha y abrió el grifo. El agua caliente que salía de tres cabezales caía en cascada a su alrededor. Taeyong cerró sus ojos un momento mientras disfrutaba la sensación relajante.
Escuchando los ventiladores casi silenciosos que chupaban el vapor, impidiendo que la humedad escapara de aquella esquina de la habitación.
Wonyoung se aclaró la garganta.
Él le sonrió y se apuró para terminar la ducha. Agarró una toalla y, una vez que estuvo seco, Wonyoung le hizo señas para que se le uniera en la cama. Envolviendo la toalla alrededor de sus caderas, dio unos cuantos pasos hacia ella. Su corazón comenzó a latir más rápido y él pudo oler su miedo. Dio un paso atrás. Wonyoung se puso de pie, respirando pesadamente, congelada en el lugar como si estuviera intentando controlar su miedo.
Taeyong esperaba que ella no hubiera cambiado de opinión. No estaba seguro de poder sobrevivir algunas semanas más sin alimentarse.
—Quítate la toalla y vete a acostar —dijo ella.
Taeyong obedeció. Arrojó la toalla en el suelo, un pequeño desafío para Yoon Oh, y luego se acostó sobre las sábanas de seda. Su miembro, no tan duro como estaba antes de la ducha, ahora descansaba a un lado sobre su cadera. Eso cambió cuando Wonyoung soltó el nudo de su vestido verde azulado y lo abrió.
Debajo llevaba puesto un sostén negro y una tanga haciendo juego. Taeyong recorrió con la mirada su estómago plano, sus sensuales caderas, su longitud ahora prominente en el aire. Quería terminar de desvestirla desesperadamente. Al sentarse para ir hacia ella, Wonyoung retrocedió un paso, su corazón latiendo desbocado nuevamente.
Taeyong cerró sus ojos y suspiró.
—No creo poder hacer esto. No puedo estar con una mujer que me teme.
Abrió sus ojos y la miró. Su rostro delataba el conflicto que rugía dentro suyo. Taeyong la necesitaba en ese instante, su hambre lo manejaba, pero no podía soportar la manera en la que ella lo miraba. Cómo si él fuera la muerte. Vampiro.
No podía hacer esto. No sería placentero para ninguno de ellos. Se sentó más derecho.
—Recuéstate —le ordenó.
—No.
Él ya había tenido suficiente.
—Harás lo que te ordene o me iré.
—Entonces vete, haz que los cazadores me vuelvan a encadenar.
Taeyong se levantó de la cama y caminó hacia su catre, donde se sentó con un jadeo.
Ella se cruzó de brazos.
—Vuelve a la cama.
—No.
—Habrán serias consecuencias si no haces lo que te pido.
Eso lo enojó. Otro íncubo, otro maldito íncubo, amenazándolo con herirlo. Taeyong se puso de pie y comenzó a pavonearse hacia ella. Ella retrocedió cada vez más con cada paso que él daba.
—¿Sí? ¿Harás que Yoon Oh me golpee otra vez con ese garrote de picos suyo? Quizás harás que me encierren y me azoten cada noche. ¿O dejarme morir de hambre? ¿Encadenarme con plata? ¿Ponerme un collar y quitarme la libertad que tengo? ¡Oh! ¡Ya se! Podrías forzarme a luchar contra los míos para tu entretenimiento. O hacerme pelear en una guerra la cual me trae sin cuidado. Convertirme en una herramienta, un arma.
Ella golpeó el borde de la cama con la parte trasera de sus piernas y se cayó hacia atrás con un quejido. Taeyong se posicionó encima de ella.
—Pero, nuevamente, todas esas cosas ya me las han hecho. Estoy seguro que tienes algo nuevo planeado. Las creativas formas en las que los íncubos pueden infligir dolor parecen no tener fin.
Sus cejas se juntaron con furia.
—No te he hecho ninguna de esas cosas.
—Tienes razón. Tú sólo quieres ejecutarme por atreverme siquiera a existir. Nunca antes he matado a un íncubo, pero he matado muchos vampiros.
—Yo..—ella comenzó a decir algo, pero Taeyong la interrumpió antes que pudiera refutar alguna de sus palabras.
—Estoy hambriento y cansado de ser arrojado como peón.
Taeyong se detuvo. Podía sentir sus ojos ardiendo. Ella tembló al verlos. Bien. Espera. No. Ella no era con quien él estaba realmente enojado, aquel honor era de Yoon Oh.
Se alejó unos cuantos pasos para darle algo de espacio y forzó a sus ojos rojos a volver a su marrón habitual.
—E incluso después de todo el sufrimiento que tu clase ha me causado, no tengo deseos de herirte. Demonios, hasta me siento culpable por haber matado a los humanos de los que me alimenté y soy un maldito vampiro.
Ella se sentó en la cama mirándolo detrás de sus largas pestañas; su sostén negro y su ropa interior marcando un pecaminoso contraste con su piel de porcelana.
Taeyong no podía verla más, si lo hacía, su resistencia se quebraría e intentaría tomarla, quisiera ella o no. No podía permitirse que eso sucediera. Nunca. Respirando pesadamente, se dio la vuelta y dejó caer su cabeza. Probablemente estuviera dañado para siempre, sin ser capaz de alimentarse correctamente, si creía en las palabras de Yoon Oh. El dolor dentro de él se ensanchó, al acabar de perder la única oportunidad que tenía para alimentarse.
Entonces sintió su suave mano tocando su piel. Ella pasó la mano por su columna y dejó que sus dedos juguetearan con los hoyuelos en la parte baja de su espalda.
—Tal vez..—comenzó a decir ella, su voz suave, casi arrepentida— tal vez estuve equivocada al juzgarte precipitadamente.
Ella se movió más abajo y gentilmente apretó su trasero.
Era la única invitación que necesitaba.
Más rápido de lo que pudo registrar, Taeyong la tenía atrapada debajo suyo en la cama. Ella gimoteó al caer sobre las sábanas de seda. Sus brazos estaban envueltos alrededor de su cuerpo, manteniéndola en el lugar.
Buscó por alguna señal de que ella quisiera librarse de él y cuando no la encontró, la beso hambrientamente justo debajo de la oreja. Ella gimió.
Dios, era el sonido más dulce. Él quería saber cómo sonaría cuando estuviera gritando su nombre de placer. Quería hacerla temblar.
Deslizando su mano detrás de ella, desabrochó su sujetador y lo lanzó al suelo. Sus redondeados pechos se desplazaron hacia los costados. Taeyong se alejó de su piel y estudió sus perfectos montes, coronados con pezones rosados. Presionó su boca contra uno y lo mordisqueó, extrayendo otro gemido de sus sensuales labios. Sus labios acariciaron la parte superior de su cuerpo, mientras que su mano se aventuraba abajo. Gentilmente ahuecó sus pechos, antes de pasar sus dedos por sus voluptuosas curvas.
Ella se retorció debajo de su toque y restregó su muslo contra su pene. Taeyong se sacudió en respuesta. No estaba dispuesto a dejar que ella lo tuviera todavía. Sujetó su cadera con su mano y la presionó contra la cama para que no volviera a hacer eso.
Saboreó su clavícula con su lengua y lamió su cuello. Sintió cómo su corazón se aceleraba cuando él pausó sobre su pulso y depositó un beso duro contra él. Esperaba que el miedo la inundara, pero en vez de eso, él olió el placer ondeando a través de su cuerpo.
Ella quería que la mordiera. Lo deseaba.
Dios, era tan sexy. El miembro de Taeyong se crispó al imaginarse hundiendo sus colmillos en su cuello. Entonces, tan pronto como comenzó, el momento había terminado y sus ojos bajaron y su cuerpo se paralizó debajo del suyo. El olor de la vergüenza salió de ella y ella lo empujó por los hombros, alejándolo. Taeyong no dejaría que esto terminara, no podía hacerlo.
Deslizó su cuerpo hacia un lado y quedo recostado a su lado, aun presionando piel contra piel. Bajó su boca hacia su oído.
—Nunca te mordería, salvo que me lo pidieras.
—Los vampiros... ellos...
Ella cerró sus ojos. Él besó su frente.
—No soy ellos.
Sus ojos se abrieron lentamente y entonces levantó la mirada hacia él.
—Supongo que eso lo veremos. Pruébame que eres un íncubo. Demuéstrame lo que tienes.
Una malvada sonrisa cruzó los labios de Taeyong. Le dejó a su mano explorar el borde de su tanga negra, luego la dejó deslizarse debajo y que sus dedos pasearan sobre los cálidos pliegues entre sus piernas. Se sumergió más profundo y sus dedos recorrieron su humedad de arriba abajo. Se sentía cómo seda.
Sus labios rojizos se separaron y su lengua se asomó para humedecerlos. Incapaz de resistirse más a probarlos, Taeyong se inclinó y reclamó su boca con la suya. Sus lenguas bailaron juntas. Wonyoung envolvió sus manos alrededor de su cuello y lo atrajo aún más. Jadeos amortiguados escaparon de los dos. Taeyong pasó un dedo sobre su clítoris y ella arqueó su espalda en respuesta. Él continuó provocándola, torciendo sus hábiles dedos alrededor de su centro.
Él se separó del beso y la vio retorcerse y gimotear de placer cada vez que la acariciaba. Le encantaba. Apenas podía resistir esto. Quería estar dentro de ella, pero no duraría demasiado. Pasar las últimas cuatro noches en un estado constante de excitación lo había dejado muy cerca del límite. Al estudiar sus respuestas, su piel comenzó a resplandecer de un suave color dorado. Era hermoso y diferente de cualquier cosa que hubiera visto antes. Dejó de acariciarla entre sus piernas y pasó su mano sobre su abdomen para tocar el brillo.
La luz se retorcía alrededor de su mano. Movió sus dedos a través de ella, mirándola bailar a su alrededor. Continuó haciendo esto hasta que el brillo comenzó a desvanecerse, y se dio cuenta que Wonyoung lo estaba estudiando con sus maravillosamente hermosos ojos color jade.
—Lamento haberme detenido, eso solo que... estas resplandeciendo.
Wonyoung se rio. Su risa era pura y dulce, sin una pizca de burla en ella.
—Esa es la energía sexual. Sólo puedes verla si te concentras. Aliméntate de ella, tómala en ti.
Taeyong se concentró nuevamente en ella y el brillo dorado reapareció una vez más. Él corrió su mano a través de él y la luz pareció desaparecer dentro suyo.
Se sentía asombroso.
—¿Has notado que tu dolor ha disminuido? —preguntó Wonyoung.
Ella apoyó una mano sobre su abdomen, su gentil caricia lo excitó y él flexionó los músculos en respuesta. Ella tenía razón, el dolor se había ido. Aún estaba hambriento, pero no tan agonizantemente. El alivio lo inundó. No iba a estar estropeado... podía alimentarse correctamente.
Su corazón se saltó un latido cuando en un momento estaba recostado a su lado y al otro estaba de pie al lado de la cama, mirándola.
—Necesito más —dijo, agarrando sus piernas y arrastrándola sobre las sábanas de seda hacia el bode de la cama. Él quitó su tanga y se arrodilló frente a ella. Ella enganchó sus piernas sobre sus hombros y él se inclinó para venerar sus pliegues con su lengua.
—Sabes divino —ronroneó él dentro de ella. Su espalda se arqueó en respuesta y él inmovilizó sus caderas, empequeñeciéndolas en sus manos.
Taeyong era un novato en lo referente a Yoon Oh, pero tenía demasiada experiencia complaciendo a las mujeres y cada parte de él quería, no, necesitaba, complacerla.
Él lamió y jugueteó con su núcleo mientras introducía dos dedos en su cálido centro. Ella se cernía caliente y húmeda contra sus fríos dedos. Sus gemidos lo alentaron a aventurarse tan profundo dentro de ella como fuera posible. Él lo hizo, entonces lentamente se retiró y volvió a entrar en ella. Sus caderas se balancearon hacia arriba mientras montaba su lengua y sus dedos, aferrándose frenéticamente a su cabello.
Ella jadeó cuando Taeyong presionó el dulce lugar dentro de ella, mientras él prodigaba atención a su sensible clítoris con la punta de su lengua. Ella tembló con cada lamida que la llevaba cada vez más y más cerca de la liberación. Palabras inconclusas salían de sus labios, y muchas se perdían entre respiraciones pesadas y gemidos.
—Sí... más... ahí... dioses, ahí..—Eran algunas que Taeyong podía adivinar.
Él no amainó, continuó el ritmo rápido y constante hasta que finalmente un éxtasis puro creció dentro de ella y ella gritó, temblando y perdida en el placer del orgasmo. Su cuerpo se apretó en torno a sus dedos y él pasó su lengua sobre ella, bebiendo su gratificación tanto como fuese posible.
Cuando ella se detuvo, él se alejó y lamió sus labios. Él la observó mientras ella se recuperaba y bajaba la vista hacia él.
—¿Cómo te sientes? —pregunto ella, su voz seductora.
Taeyong se movió para sentarse sobre el borde de la cama a su lado. Él mostró una sonrisa diabólica y puso una mano sobre su cadera.
—Excitado. Me gustaría hacer que te corrieras otra vez.
Ella se ruborizó. Él había hecho ruborizarse a un demonio del sexo. Taeyong se sintió cómo si hubiese conquistado toda Roma.
—Me refiero a cómo está tu hambre.
—Mejor, pero quiero más.
Taeyong le dio poder a su velocidad y complació a Wonyoung sobre su regazo, ella enfrentándolo, sus piernas esparcidas alrededor de las caderas de él. Su miembro atrapado entre sus abdominales y su pelvis.
Ella aulló una vez que procesó lo que había sucedido.
—Necesitas dejar de hacer eso.
—¿Por qué? —provocó él, besando con avidez su cuello.
Ella gimió y movió su cabeza hacia atrás en respuesta, exponiendo toda su garganta a él. Los colmillos de Taeyong bajaron, ya incapaz de retenerlos.
No. No podía dejar que ella los viera. Todo acabaría si ella lo hacía. Él la tomó de la cintura y la sentó en la cama. Entonces se apresuró hacia donde su catre estaba y se quedó allí, dándole la espalda a ella. Sus hombros jadearon mientras el aire entraba y salía de él, aunque ya no necesitara respirar, se sentía como si no tuviera aliento.
Él la oyó levantarse y dar unos pasos hacia él. Sus ojos ardían y sus garras salieron. Él estaba perdiendo cada vez más el control, no ganándolo. Cada parte de él quería probarla. El íncubo estaba satisfecho, pero la urgencia de morderla y follarla como un vampiro era arrolladora.
—Taeyong..—lo llamó. Su suave voz lo destrozó.
—No. No deberías acercarte a mí ahora. Yo solo... dame un minuto —le respondió.
Taeyong luchó para reganar su compostura. Dejó caer su cabeza y deseó nunca haberse convertido en tal miserable criatura.
—Lo lamento —susurró él.
Había terminado.
24
Llevó un tiempo, pero finalmente su lado vampiro retrocedió y él se volvió para enfrentarla. Ella tenía una expresión preocupada. Taeyong se sorprendió cuando ella se volvió a sentar en la cama y palmeó el lugar a su lado.
—Ven aquí. Te enseñaré algo.
Él pensó que de seguro ella acabaría con esto. Se preguntó qué sería lo que le mostraría al sentarse en la cama.
—Esto me llevó un tiempo aprenderlo, así que no te frustres si no funciona.
Taeyong asintió.
—Quiero que toques mi brazo. Visualízate dándome placer a través de tu toque. Imagínate arrastrándome hacia ti.
Taeyong se inclinó y tocó su muñeca, entonces, lentamente, dejó que sus dedos subieran por su brazo. Él sí quería darle placer. Quería avivar las brasas frías dentro de ella y hacer que su cuerpo se volviera a estremecer. Ella respondió. Sus ojos viraron hacia atrás y su corazón empezó a latir más rápido, sin miedo esta vez, sino que con pasión. Sus respiraciones comenzaron a acortarse. Él continuó hacia su hombro, y luego debajo por sus pechos. Ella gimió cuando él acarició su cálida piel.
Sus ojos se abrieron de golpe y ella agarró su mano.
Taeyong estaba preocupado de haber hecho algo mal, pero ella lo soltó y sonrió.
—El general me dijo que aprendes habilidades rápidamente, pero no tenía idea.
—¿Qué estoy haciendo en realidad? ¿Esto es hipnotizar?
—Cerca, pero esto es algo diferente. El hipnotizar evoca emociones, como el miedo o la dicha. Es temporal. Normalmente, la presa debe estar dispuesta para que el hipnotizar funcione, aunque los íncubos más antiguos pueden forzar cambios emocionales en otros contra su voluntad. Lo que te estoy enseñando es una manipulación química, una reacción física más que una emocional.
Ella apoyó sus manos sobre su pecho y exploró sus pectorales. Los extremos de sus nervios se sintieron como si estuvieran prendidos fuego y él se revolvió contra el toque. Su miembro duro se tensó, desesperado por atención. Sus ojos lo miraron seductoramente y ella se lamió los labios.
—¿Ves?
Dos podían jugar ese juego. Taeyong colocó una mano sobre su estómago y empujó el placer. Sus ojos ardieron con deseo, el brillante verde ahora resplandeciendo. Ella lo igualó, intensificando su placer mientras movía sus malvadas manos a lo largo de su cuerpo. Taeyong compitió con ella, pero ella ganó al recorrer con su mano su erección dura como el acero.
Taeyong gruñó. Quería más de ella.
Ella liberó su gruesa longitud y se movió hacia su regazo, sus rodillas una vez más cubriendo sus musculosos muslos. Su duro sexo estaba listo para entrar en ella, cuando ella alineó su resbaladizo centro con el suyo, cerniéndose en el lugar, provocándolo con una traviesa sonrisa y una leve inclinación de cuello.
—No me ofrezcas tu cuello, a menos que quieras que te lo muerda —le advirtió Taeyong.
Ella asintió.
Él no podía esperar más. La tomó por las caderas y la posicionó hacia abajo sobre él. Su rígida virilidad se deslizó dentro de su estrecha vagina. Ella tomó el control, montando su polla con una excitada intensidad. Él gruñó con cada movimiento, intentando luchar contra el torrente de placer que se aproximaba. Dios, él no podría retenerlo por mucho más si ella continuaba moviéndose así.
Él plantó sus manos sobre su divino trasero para ralentizarla. Ella comprendió el mensaje y comenzó a balancearse hacia adelante y hacia atrás, sin prisas. Así estaba mejor. Taeyong mantuvo una mano sobre una exquisita nalga redondeada y pasó la otra por su espalda, dándole placer a través de su toque. Estimulando gemidos que salieran de sus labios.
—Sí, así. Has aprendido muy rápido.
Debajo de sus dedos, sintió cómo sus alas se movían debajo de la piel en su espalda. Querían salir.
—Quiero verlas —le susurró cerca del oído.
Ella no necesitó otra incitación; sus alas rojas atravesaron su piel y se desdoblaron. Eran más pequeñas que las de Yoon Oh y los otros íncubos que Taeyong había visto. No estaba seguro de que pudiera realmente volar con ellas. Quizá planear. Él las recorrió con la mano y ellas palpitaron en respuesta. Era magnífico. Taeyong elevó sus caderas, penetrando más y más profundo cada vez que ella bajaba. Su velocidad aumentó nuevamente cuando se acercó a su segundo clímax. Sus piernas empezaron a temblar y Taeyong pudo sentir su inminente liberación. La suya también. Taeyong llevó una mano hacia la parte de atrás de su cuello y enredó su mano en sus rizos rojizos. Ignoró su propia advertencia para con ella y tiró de él, haciendo que su cabeza se echara para atrás, dejando expuesta su garganta hacia él.
Él se inclinó hacia su cuello y presionó sus labios contra él, su frío aliento fluyó sobre su piel. Se las arregló para retener sus colmillos, pero solo apenas. Podía sentir que, en algún rincón, ella quería que él la mordiera. Un vampiro la había herido en el pasado, eso estaba muy claro, pero disfrutaba las mordidas, aunque pareciera que la avergonzaban. Era un fruto prohibido. La anticipación... el peligro de llegar a morderla... fue suficiente para enviar a Wonyoung al límite.
Sus alas batieron y su cuerpo entero se sacudió en los brazos de Taeyong. Su entrada se cerró como una abrazadera, tensando su agarre en torno a su virilidad durante el orgasmo. Ella era más estrecha y más intensa que cualquier otra mujer con la que hubiera estado antes.
No lo podía resistir más. Sus testículos se elevaron al penetrarla una vez más y una luz dorada explotó a través de su visión. Su cuerpo tembló y él la sostuvo apretada entre sus brazos mientras la llenaba. Cuando hubo terminado, ambos suspiraron pesadamente. Él plantó un beso en su cuello y cayó de espaldas hacia la cama. Se estremeció cuando ella salió de su sensible longitud, entonces cerró los ojos y comenzó a ronronear.
—Ven, acompáñame —dijo ella, dirigiéndose hacia la ducha. Sus alas replegándose en su espalda.
Taeyong no quería moverse. Quería volver a tenerla entre sus brazos y descansar allí con ella. Pero esta no era su cama. Taeyong observó los brazaletes de metal envueltos alrededor de sus antebrazos; se había olvidado de ellos y del collar mientras estaba con Wonyoung.
Ella lo había hecho sentirse... libre.
Él se unió a ella y comenzó a lavarse. Ella levantó la mirada hacia sus ojos y su mandíbula cayó.
—¿Qué? —preguntó él.
Ella no respondió.
—¿Son mis ojos? ¿Están rojos? —Taeyong cerró sus párpados con fuerza y le dio la espalda—Lo siento, probablemente cambiaron de color cuando me vine. No pretendo asustarte con ellos. No te voy a lastimar.
—No, es sólo que... ven.
Ella agarró su brazo.
Taeyong volvió a abrir los ojos para no resbalarse y comer mierda cuando ella lo condujo, mojada y desnuda, desde la ducha hacia el baño propiamente dicho.
Taeyong nunca había visto el interior. Era enorme, casi de la mitad del tamaño de la suite misma. En el centro había un jacuzzi que podía albergar fácilmente a ocho personas. Había divanes, tocadores y más duchas. Todos los ornamentos eran clásicos y extremadamente de soltero.
Wonyoung condujo a Taeyong frente a un espejo.
Era su turno de dejar caer su mandíbula.
Sus irises habían cambiado de color, pero no eran rojos. En cambio, eran plateados. Brillantes y resplandecientes.
—El general necesita ver esto —dijo ella y comenzó a marcharse.
Taeyong la tomó por la cintura.
—¿Es necesario? ¿No puedes reportárselo más tarde?
No quería ver a Yoon Oh en ese momento.
Wonyoung parecía que fuera a negarle la petición, pero pareció cambiar de opinión cuando le lanzó una toalla y agarró una para ella también. Taeyong volvió a mirarse al espejo. El plateado casi se mezclaba con lo blanco de sus ojos, otorgándole una apariencia etérea.
—Nunca he visto plateado antes. La mayoría de nosotros tiene un tono de púrpura, azul, o verde en nuestra forma verdadera —dijo ella, saliendo del baño— Ven conmigo.
Él se alejó del espejo y volvió a entrar en la habitación para encontrarla ya acostada sobre la cama. Él dejó caer su toalla al suelo, convirtiéndola ahora en la segunda que ensuciaba la habitación de Yoon Oh, y se unió a ella. Wonyoung se acomodó entre sus brazos, acurrucándose con su espalda hacia él. Él sonrió y besó su coronilla.
—Realmente eres un íncubo —dijo ella, como si finalmente aceptara lo que él era.
La euforia lo recorrió. Al haber tenido ambos, sangre y sexo, tanto su lado vampiro como su lado íncubo, se sentían saciados. Durante gran parte de su vida se había sentido incompleto, como si hubiera más de él sin descubrir, y ahora se dio cuenta que nunca fue humano, a pesar de haber vivido como uno antes de haber sido asesinado y convertido. Se preguntó, por enésima vez en su vida, quienes serían sus padres y por qué lo habrían abandonado.
Él la apretujó contra sí y se preguntó si ella sabría el valor real del regalo que le había dado.
—Gracias por ayudarme.
Ella se acomodó más cerca, como si entendiera por lo que él estaba realmente agradeciéndole.
—La próxima vez, te enseñaré a compartir mientras te alimentas.
Taeyong frunció el ceño.
—¿Acaso hice algo mal?
Ella se rió.
—Para nada, lo hiciste bastante bien por ser tu primera vez. Me alimenté antes, pero tú estabas hambriento. Me has dejado exhausta. Si fuera humana, me habrías matado.
Taeyong no tenía idea que había tomado tanto. La energía sexual no era como la sangre: un líquido físico y tangible que podía monitorear la cantidad que bebía. Estaba excitado por saber más y por alimentarse más. Su miembro se endureció con solo pensarlo. El cuerpo desnudo de Wonyoung contra el suyo tampoco ayudaba mucho.
—Cálmate. Descansa —dijo Wonyoung al sentir su miembro creciendo contra su espalda.
—Lo siento—Él se rio y cerró sus ojos, preguntándose si continuaban siendo plateados o habían regresado al marrón normal.
No era muy tarde en la noche y estaba cansado. Satisfecho y contento, pero cansado. Sus sentidos comenzaron a naufragar y escuchó un canto que provenía de algún lugar cercano. ¿Tal vez un súcubo en una de las habitaciones adyacentes? Su voz era clara y angelical, y él dejó que lo arrullara hasta dormir.
25
Golpe.
Los ojos de Taeyong se abrieron gradualmente. Continuaba en la cama de Yoon Oh, pero Wonyoung se había ido. Yoon Oh estaba sentado a su lado, su mano descansando sobre el pecho desnudo de Taeyong. Intentó alejarse de su toque, pero su cuerpo no le respondió. Observó las cortinas, la luz del sol sangraba a su alrededor.
—Tuve un presentimiento que te despertaría —dijo Yoon Oh con una perfecta sonrisa.
Un profundo gruñido salió del pecho de Taeyong. Yoon Oh cerró sus ojos.
Golpe.
Maldito sea.
—¿Disfrutaste eso? —preguntó Yoon Oh.
Por supuesto que lo había disfrutado. Había dejado su interior en llamas con deseo. Pero este solo era otro juego, otra provocación que ya no podía soportar.
Taeyong le siseó.
Se concentró en la porción de su piel que Yoon Oh estaba tocando. Si él podía causarle placer a Wonyoung a través de su tacto, ¿podría hacer lo mismo con la repulsión? Taeyong intentó establecer miedo en Yoon Oh.
Yoon Oh se rio.
—Has tenido tus habilidades por menos de un día, ¿realmente crees que tendrán algún efecto en mí?
Taeyong no respondió. Deseó poder moverse.
—¿Otra vez no me diriges la palabra? —Yoon Oh suspiró y apartó su mano de Taeyong—Está bien, no te tocaré si no quieres.
¿No lo haría? Él siempre había hecho lo que quería, los deseos de Taeyong nunca antes le habían importado a Yoon Oh.
—Ojalá supieras cómo... hm, olvídalo. Descansa un poco, lamento haberte despertado—Yoon Oh abandonó la cama y se dirigió hacia su escritorio para descansar.
¿Yoon Oh se había disculpado con él? ¿Qué demonios estaba sucediendo? Incapaz de permanecer despierto más tiempo, Taeyong se preocuparía por ello cuando cayera la noche. Cuando se despertó, esperaba estar encadenado de vuelta en su catre, pero en cambio, sintió suaves sábanas de seda contra su piel desnuda.
Yoon Oh estaba trabajando en su escritorio. Se veía como si hubiese estado allí desde más temprano ese día. No estaba armado. Taeyong podría estar sobre él antes que pudiera conseguir un arma. Sabía que Yoon Oh era fuerte, pero le llevaba unos momentos cambiar a su forma incubo. Taeyong podría romper su cuello antes que sucediera. Pero Taeyong no podía matarlo.
Una parte de él quería vengarse por todo lo que Yoon Oh había hecho. Cada castigo que había sufrido lo desgarraba, pero el íncubo era la llave para su supervivencia ahora. Y, si era completamente honesto consigo mismo, Taeyong continuaba sintiéndose atraído hacia él. Y lo odiaba.
Taeyong suspiró y se levantó de la cama. Se arrodilló ante Yoon Oh y esperó. Yoon Oh levantó la vista de su trabajo.
—Dúchate y vístete, puedes hablar si así lo deseas.
Taeyong no lo deseaba. Se puso de pie y caminó hacia la ducha.
—Puedes usar las duchas del baño si eso te resulta más cómodo —dijo Yoon Oh.
Sería más cómodo, pero ir allí se sentía como si fuese alguna clase de victoria para Yoon Oh, y él se negó a darle al general victorias fáciles. Entró a la ducha y abrió el agua caliente. Mientras se bañaba, sintió los ojos de Yoon Oh sobre él, pero resistió la urgencia de mirar. Taeyong no perdió el tiempo. Una vez estuvo limpio, apagó la ducha, se secó y volvió hacia su catre, donde ropas limpias estaban prolijamente dobladas.
Dejó caer la toalla sobre el suelo y sonrió al oír el gruñido de Yoon Oh. Se vistió rápidamente, sentándose en el catre para ponerse las botas. Cuando hubo terminado, se mantuvo sentado y cruzó sus brazos sobre su pecho. No tenía idea cómo Yoon Oh planeaba torturarlo esa noche, pero no estaba de humor para adivinarlo.
Yoon Oh, aún en su escritorio, apoyó su barbilla en una mano y estudió a Taeyong. Taeyong lo estudió en devolución. Mientras el tiempo pasaba, comenzó a notar que Yoon Oh se veía... cansado. Sus hombros estaban algo hundidos, como si un pequeño peso estuviera presionándolo. Sus ojos se veían casi tristes.
Suspiró y se acercó a Taeyong, plantándose ante él. Taeyong se puso de pie también, no quería que Yoon Oh estuviera por encima de él.
La boca de Yoon Oh se torció hacia arriba en una media—sonrisa.
—¿Sabes? Eres terrible escondiendo tus emociones.
Si, él no había tenido un milenio para perfeccionar eso.
Yoon Oh puso sus manos detrás de la espalda.
—No creo que solo seas una herramienta, Taeyong. O sólo un arma—Taeyong frunció el ceño, confundido— Vi cuánto te hirieron esas palabras cuando estaba hablando con Lady Wonyoung, y me arrepiento por ellas.
¿Él se arrepentía? ¿O esta era solo otra manipulación? Taeyong quería creerle, pero estaba tan harto de que lo lastimaran. Yoon Oh comenzó a caminar de acá para allá ante la falta de respuesta de Taeyong.
—Cuando un íncubo empieza su transición, su cuerpo se inunda de feromonas que obligan a la sangre a ir hacia ellas. Es extremadamente poderoso. Necesitábamos a Wonyoung de nuestro lado, pero ella no podía ver más allá del hecho que tú fuiste un vampiro el tiempo suficiente, para ver que eres un íncubo también. Necesitaba que ella estuviera lo suficientemente conmovida para superar eso y ayudarte. Lamento haberte tenido que matar de hambre para hacer que eso sucediera. No quise hacerlo. Si ella no hubiese venido ayer, yo te hubiera alimentado antes que causara un daño permanente.
Yoon Oh se veía sincero, y lo que decía tenía sentido. Wonyoung pasó de odiarlo aquella noche a prometerle ayudarlo en el futuro. Pero Taeyong no estaba de ninguna manera menos enojado con él. Matarlo de hambre hasta el punto de tener que morderse a él mismo para probar sangre fue un momento verdaderamente vergonzoso en su vida.
—Deberías saber que funcionó. Ella está bastante encantada contigo. Pasé la mayor parte de mi mañana siendo objeto de sus gritos debido a mi forma de tratarte —dijo Yoon Oh, después suspiró— Ella apasionadamente señaló que, si no puedo comenzar a confiar en ti dentro de mi propia casa, no puedo esperar que el resto de la comunidad íncubos confíe en ti tampoco.
Taeyong se masajeó las muñecas. Así que esa era la razón por la que no estaba encadenado.
—Si quieres permanecer suelto, deberás controlarte. Si lastimas a alguien en este hogar, no me importa si se trata de una sirvienta humana o un íncubo, volverás a las cadenas y no te daré una segunda oportunidad. ¿Entiendes?
Taeyong consideró guardar silencio, pero decidió en contra de ello. Estar libre de las cadenas, incluso si aún llevaba el collar y los brazaletes, significaba que estaba un paso más cerca de cumplir sus metas. Tendría que probar que era merecedor de su confianza, no solo de Yoon Oh, sino que de todos los íncubos. Necesitaba jugar sus juegos si iba a aprender cómo vencerlos algún día.
Necesitaba saber contra lo que realmente se enfrentaba.
—Lo entiendo, Amo.
Yoon Oh se veía complacido. Dejó de moverse y descansó su mano sobre el hombro de Taeyong. Incluso a través de la remera, su toque se sentía bien. Demasiado bien. Un suave gemido se escapó de Taeyong antes que pudiera detenerlo.
Yoon Oh sonrió y acarició la sien de Taeyong.
—Tus ojos están plateados.
—¿Siguen así? —Taeyong se tocó el otro lado del rostro. Quería volver a mirarse en el espejo.
—No creo que nunca regresen al marrón. Normalmente, aprenderás a enmascarar o esconder tu lado incubo, pero no estoy seguro que consigas esas habilidades. Son hermosos.
Taeyong se hubiera ruborizado si fuese capaz en esos momentos. Dios, estaba teniendo hambre y no era sangre lo que deseaba. Quería deslizar la mano detrás del cuello de Yoon Oh y besarlo, pero antes que tuviera la oportunidad de hacerlo, el teléfono de Yoon Oh sonó.
Extrayéndolo de su bolsillo, contestó.
—Reporte.
Taeyong oyó una voz masculina que no reconoció al otro lado—Lord General, está confirmado. La Casa Moreau la tiene.
Yoon Oh cerró sus ojos y tragó varias veces—Gracias, Comandante Sungchan.
Yoon Oh colgó la llamada. Apretó el teléfono tan fuertemente que Taeyong creyó que se rompería en su mano. El mejor juicio de Taeyong le estaba diciendo que se mantuviera callado, pero tenía demasiadas preguntas que causaban un revuelo dentro suyo.
—La Casa Moreau es una casa de vampiros, ¿no?
Yoon Oh abrió sus ojos, casi al borde del llanto. Taeyong nunca lo había visto de esta manera. Él asintió y se retiró hacia su vestidor durante unos momentos.
Cuando salió, llevaba consigo un traje limpio, el cual apoyó sobre una silla.
—La Casa Moreau es una casa de vampiros particularmente peligrosa, ubicada en Nueva Orleans. Nosotros tenemos el control de la mayor parte de Louisiana, excepto esa ciudad y los condados que la rodean. Ellos utilizan a los humanos para su ventaja y hace que sea casi imposible para nosotros poder acceder a ellos. Capturaron a Lady Wonyoung hace un tiempo y nos llevó casi una década poder sacarla de allí. Hemos perdido a tantos en el proceso que tengo órdenes de nunca llevar a cabo un asalto contra ellos sin una aprobación explícita del propio Rey Superior. Tanto así es el poder que esos vampiros tienen.
Bien, eso explicaba por qué Wonyoung odiaba a los vampiros. Taeyong se preguntó lo que le habrían hecho mientras la tuvieron en sus manos. Apenas podía imaginar los horrores—Los vampiros que hirieron a Lady Wonyoung, ¿siguen vivos?
Yoon Oh asintió—La mayoría lo está.
Las manos de Taeyong se volvieron puños. Sintió sus ojos rojos ardiendo.
—¿A quién han capturado ahora?
Yoon Oh se pasó los dedos bruscamente por su boca y luego su barbilla.
—A mi hija.
26
Taeyong observó cómo Yoon Oh comenzaba a desabotonar su camisa y a caminar hacia el baño, cerrando la puerta de un golpe detrás de él. Oyó la ducha prenderse.
Taeyong se sentía terrible por él. A partir de todo lo que había ido juntando acerca de su Gran Rey, nadie desobedecía sus órdenes. Si Lily hubiese sido capturada, Taeyong rompería cada regla y sufriría cualquier tortura para salvarla. Pero Yoon Oh era un general leal; él no se atrevería, ni siquiera para salvar a su propia hija.
Taeyong escuchó mientras Yoon Oh entraba a la ducha y se dejaba de mover. Un pesado suspiro seguido de un doloroso sollozo atravesó la puerta. Sabía que Yoon Oh se estaba conteniendo. Si no hubiese sido por su audición mejorada, no lo hubiera oído siquiera. No estaba seguro de lo que hacer, pero no quería quedarse allí sin hacer nada mientras Yoon Oh sufría.
Taeyong se apresuró hacia el baño, apareciendo a un lado del general. Yoon Oh tenía sus manos apoyadas contra el azulejo de la pared, su cabeza colgaba entre ellas. El agua caía formando cascadas por su cuerpo desnudo.
—Vete —gruñó Yoon Oh.
Taeyong no se movió.
—Sal de aquí.
No podía obligarse a irse, aunque debería hacerlo. Aún odiaba a Yoon Oh por todo lo que le había hecho, pero la hija del hombre había sido secuestrada por vampiros y él tenía pocas esperanzas de volver a verla. Taeyong no podía estar enojado en esos momentos. Él podría volver a odiar a Yoon Oh mañana.
Entró a la ducha, todavía completamente vestido y pasó sus dedos por el hombro de Yoon Oh. Los músculos se flexionaron ante su caricia. Taeyong sabía que Yoon Oh podía resistirse totalmente a sus habilidades de incubo, pero lo intentó de todas maneras. Trató de inducirle sensaciones de calma y tranquilidad para tal vez ayudarlo a encontrar una pequeña medida de alivio.
—He cometido muchos errores últimamente —dijo Yoon Oh, manteniendo la cabeza gacha. Taeyong se acercó aún más y colocó su otra mano en la espalda de Yoon Oh—Nunca sospeché que Irene atacaría mi casa directamente. Sabía que se había aliado con una bruja, pero nunca creí que fuera una lo suficientemente poderosa como para traspasar todos los guardias que rodean este lugar, Debería haberlo sabido. He pagado caro por ese error. Tantos muertos, y Kun está perdido para mí. Él ha sido mi amigo durante casi cinco siglos..—Las garras de Yoon Oh salieron y sus manos se volvieron puños. Sacudió su cabeza con recelo—Debería haber asignado a más cazadores para ella.
Taeyong supo que ahora estaba hablando acerca de su hija. Presionó la espalda de Yoon Oh y comenzó a besar sus hombros.
—Nunca debí permitirle que se volviera un soldado—Yoon Oh estrelló su puño contra los azulejos. Ellos se rompieron ante su fuerza.
Taeyong se quedó quieto, dejando que los minutos pasaran. El sonido del agua cayendo llenaba el silencioso baño. Finalmente, Yoon Oh se giró para enfrentar a Taeyong, su espalda apoyándose contra el mosaico. Una sonrisa triste cruzó su rostro.
—Estoy arriesgando mucho por ti. Podría perder todo. No me traiciones—Era una súplica. No una orden. La primera que había oído de Yoon Oh.
Taeyong no lo quería traicionar, pero ansiaba la libertad y, una vez que estuviera lo suficientemente fuerte para asegurarse que nadie podría volverlo a encerrar, él la obtendría. O por lo menos ese era su plan. En esos momentos, Yoon Oh le hacía difícil mantenerse inquebrantable con respecto a su objetivo. Inclinándose hacia adelante, besó a Yoon Oh debajo de la oreja.
—No lo haré, Amo —susurró contra su piel.
El gusto de la mentira se apegó amargamente a su garganta. Él la hizo a un lado y se concentró en complacer a Yoon Oh, quien gimió cuando él presionó sus labios fuertemente contra el cuello del general. Taeyong recorrió el cuerpo del íncubo con sus ávidas manos, sintiendo cada pulgada de él.
Taeyong se concentró en ver la energía sexual alrededor de Yoon Oh, líneas doradas luminosas aparecieron ante él. Él las absorbió mientras se dirigía hacia abajo y masajeaba con sus palmas el magnífico miembro de Yoon Oh, el cual se endurecía cada vez más bajo su tacto.
Yoon Oh gruñó.
—¿Hambriento, pequeño íncubo?
Taeyong sonrió contra su piel—No tengo tu tamaño, pero difícilmente me llamaría “pequeño”. Yoon Oh soltó una risotada. Taeyong estaba feliz de ser capaz de distraerlo, incluso durante unos pocos momentos. Mantuvo al miembro de Yoon Oh atrapado en su mano mientras devoraba su cuello con besos feroces. Sus colmillos picaban y sabía que sus ojos estaban rojos, pero estaba contento de no tener que retener su lado vampiro ahora. El general no le temía, a diferencia de Wonyoung.
—¿Amo? —exhaló Taeyong entre besos.
—¿Mmm?
—¿Puedo... tengo permiso..—se corrigió— para morderlo? Solo beberé unas pocas gotas—Se lamió los labios y luego le dedicó toda su atención al cuello de Yoon Oh con su lengua. El sonido de la sangre corriendo debajo de la piel lo estaba volviendo loco—Por favor.
Yoon Oh inclinó la cabeza hacia un lado, exponiendo aún más de su cuello.
— Puedes.
Taeyong no esperaba que en realidad le diera permiso. La excitación recorrió todo su cuerpo mientras sus colmillos crecían. Gentilmente lamió el cuello de Yoon Oh un par de veces y luego clavó sus colmillos en la suave piel.
El mundo alrededor de Taeyong se desvaneció mientras succionaba algunas gotas de sangre, la cual salía de un agujero en la base del colmillo y se esparcía sobre su boca. Era eufórico, lo enviaba completamente a otro nivel de existencia. La sangre fuerte mejoraba cada uno de sus sentidos. Oía música, risas y conversaciones a su alrededor. Una luz brillante asaltó sus párpados y sintió cada una de las gotas de agua que caían sobre su piel. El tiempo ya no existía para él. Mantuvo sus colmillos en el cuello de Yoon Oh hasta que una mano gentilmente tiró de su cabello, haciéndole saber que era momento de detenerse.
Taeyong quitó sus colmillos y lamió la herida punzante antes que el agua pudiera limpiar las gotas de sangre que aún quedaban. Una vez que selló las marcas, continuó lamiendo y besando el cuello de Yoon Oh, sus clavículas, su pecho.
Se arrodilló y sus labios deambularon sobre los esculpidos abdominales. La respiración de Yoon Oh se tornó pesada y descansó su mano sobre la nuca de Taeyong, haciéndole saber que quería más. Taeyong obligó a sus colmillos a desaparecer mientras envolvía su mano alrededor de la base de la dura longitud de Yoon Oh y la acercaba a sus labios. Jugueteó con la coronilla, con unos cuantos giros de su lengua, y luego lamió la hendidura, probándolo.
—Demonios, no tienes ni idea de lo que me estás haciendo —dijo Yoon Oh entre profundos gruñidos.
Taeyong no pudo evitar sonreír ante el comentario. Su propio miembro se retorcía dolorosamente dentro de sus empapados pantalones. Levantó la vista hacia los ojos de Yoon Oh mientras envolvía la cabeza con sus labios. Yoon Oh gruñó de placer y flexionó sus dedos enredados en la cabellera de Taeyong, pero no apresuró nada, y Taeyong estaba agradecido por ello ya que él todavía era un novato para esto.
Atrajo al miembro de Yoon Oh aún más profundo dentro de su boca hasta que la cabeza chocó contra la parte trasera de su garganta. Taeyong succionó gentilmente y luego se alejó, la longitud abandonando su boca con un sorbo. Utilizando su lengua, se tomó su tiempo para explorar el masivo miembro. Cada vena. Cada arruga. Cada pulgada.
Cuando volvió a tomar a Yoon Oh dentro suyo, el íncubo se removió, como si luchara contra la necesidad de empujar sus caderas hacia adelante.
—Aprieta tu agarre en la base y acaríciala. Usa tu otra mano para jugar con mis bolas —se las arregló para decir Yoon Oh.
Taeyong obedeció.
Alzó su mano libre y gentilmente estiró los testículos de Yoon Oh y luego los enrolló en su palma. Yoon Oh apretó los dientes, su rostro desfigurado por el éxtasis. Succionando más fuerte, Taeyong acarició su miembro con un tenso agarre. Oyó el corazón de Yoon Oh latiendo como un trueno y lo entusiasmó el poder evocar tal poderosa respuesta en su captor.
Las garras de Yoon Oh resonaron contra los mosaicos, como si hubiese usado su mano libre para estabilizarse. Sus orejas se tornaron puntiagudas y cuernos negros y púrpuras emergieron de su frente, uno aún roto. Taeyong aumentó la velocidad de sus caricias, extrayendo profundos gruñidos de los labios de Yoon Oh mientras se acercaba al clímax. Su miembro se ensanchó dentro de su boca y sus testículos se prepararon. Yoon Oh tomó a Taeyong por el pelo y dolorosamente lo alejó de su miembro.
Completamente tomado con la guardia baja, Taeyong movió sus manos debajo de él para no caerse hacia atrás. Gotas de agua se estrellaban contra su rostro mientras era forzado a levantar la vista y quejarse ante el súbito rechazo. Él quería explorar más de ese cuerpo con sus manos. Quería sentir el miembro duro como acero deslizándose en sus labios. Quería que los sonidos del sexo llenaran sus oídos.
—Mantén tu boca abierta —le ordenó Yoon Oh, su voz cruda.
Cumpliendo la orden, Taeyong abrió su boca ampliamente. Yoon Oh pasó su propia mano por su miembro y con la otra agarró fuertemente el cabello de Taeyong, impidiéndole cualquier movimiento. Aunque no lo habría hecho ahora. Teniendo a Yoon Oh alzándose sobre él, complaciéndose a sí mismo, era más emocionante de lo que esperaba.
Los gruñidos de Yoon Oh hicieron eco dentro del baño mientras movía su mano más rápido por la cabeza de su miembro. Sus caderas se dispararon hacia adelante y él gruñó cuando una oleada de espeso y cremoso semen explotaba y aterrizaba en la cara y en la boca de Taeyong.
Taeyong tragó todo lo que pudo, el agua se llevó consigo lo demás. Yoon Oh mantuvo a Taeyong fuertemente agarrado incluso después de haber terminado. Su cuerpo temblaba y sus hombros jadeaban mientras recuperaba el aliento. Finalmente liberó el cabello de Taeyong y recorrió su rostro con su mano.
—Mi magnífico campeón vampiro —dijo al absorber la energía sexual que aún colgaba en el aire entre ellos. Apagó la ducha y agarró una toalla— No te dejaré insatisfecho. Desnúdate.
Taeyong se preguntó lo que Yoon Oh tendría planeado mientras se despojaba de sus ropas mojadas y botas empapadas. Las dejó en la ducha y luego también agarró una toalla. Mientras se secaba, hizo una pausa para mirarse al espejo. Al disimular su apariencia vampírica, sus ojos se tornaron plateados.
Yoon Oh tenía razón, no habría más marrón. Por lo menos no eran tan diferentes como para llamar mucho la atención. En luz tenue, podían pasar como azules. Yoon Oh ya había doblado su toalla y estaba inclinado contra la encimera, desnudo, observándolo. Taeyong se volteó y levantó el brazo para tocar el cuerno de Yoon Oh.
—¿Volverá a crecer?
Tomando la mano de Taeyong, Yoon Oh la alejó como si estuviera avergonzado del estado de su cuerno.
—Eventualmente. Ven.
El general marchó desde el baño hacia su cama. Quitó la toalla de Taeyong de su cadera y la hizo a un lado. La forma en la que los sensuales ojos azules de Yoon Oh se tornaron violetas mientras absorbía su cuerpo hizo que el miembro de Taeyong palpitara con dolorosa necesidad.
En un suave movimiento, Yoon Oh envolvió sus manos alrededor de Taeyong y lo empujó sobre la cama, de manera que quedaron recostados lado a lado. El íncubo se inclinó y besó a Taeyong con una hambrienta posesión. Recorrió su interior y lo que era suyo con su lengua. Taeyong empujó la propia hacia adelante y se batió a duelo con Yoon Oh. Sintió cómo Yoon Oh se tensionaba contra él y Taeyong rompió el beso.
—Jesucristo, ¿ya estás duro otra vez? —Recorrió el firme miembro de Yoon Oh con la mano, necesitando sentirlo para creerlo—Sé que te puedes excitar cuando quieres, ¿pero no necesitas un par de malditos momentos para recuperarte después de haberte corrido?
Enseñándole una endemoniada sonrisa, Yoon Oh sacudió su cabeza.
—No. Los íncubos no lo necesitamos.
Taeyong estaba sorprendido.
—¿Así que puedes pasarte la noche entera teniendo orgasmos?
Yoon Oh pasó su mano por el trasero de Taeyong y lo apretó.
—Si lo deseara.
—Dios, no había sido capaz de correrme más de dos veces en una misma noche desde que era un adolescente.
Yoon Oh se rio.
—Eso cambiará al tiempo que aprendes a dominar tu lado íncubo—Se inclinó y besó el cuello de Taeyong. Entonces se separó después de un minuto—Hmm, me pregunto...
Tomó la mano de Taeyong y la sostuvo en alto entre ellos.
—Deberías ser capaz de comenzar a segregar lubricante tú mismo a estas alturas —dijo Yoon Oh mientras acariciaba la palma de Taeyong con sus dedos.
Ew. Taeyong arrugó su nariz.
—No estoy seguro de querer hacerlo.
—Es mejor que estar dando vueltas en busca de aceite, o lo que sea que se use actualmente, cada vez que quieres follar a alguien por el trasero.
Yoon Oh tenía razón. Taeyong suspiró. Se concentró en su mano e imaginó el lubricante apareciendo. Como era de esperar, un claro y espeso líquido rezumó en la palma de su mano. No se detenía; ahuecó las manos hacia arriba y la cosa entera se llenó.
—Jesús—Taeyong entró en pánico mientras el lubricante seguía fluyendo y se derramaba alrededor de sus manos. Se concentró en detener el flujo de líquido que provenía de él y lo logró.
A su lado, Yoon Oh se estaba riendo tanto que sacudía la cama. Tenía una toalla lista, conteniendo el exceso.
—Eso le sucede a todos la primera vez.
—Me podrías haber advertido—Taeyong le quitó la toalla y se limpió las manos.
—Si lo hubiera hecho no habría podido ver esa expresión de pánico en tu rostro. Y, además, te hice usar tu mano y no tu miembro, aunque eso hubiese sido divertidísimo—Yoon Oh estaba sonriendo ampliamente.
—Tan gentil, Amo—Taeyong fingió enojo. En realidad, encontraba la situación algo graciosa también, ahora que se había limpiado.
Yoon Oh se inclinó hacia Taeyong, besó su hombro y tomó su miembro. Lo agarró fuertemente y pasó su sedosa mano de arriba abajo, cubriéndolo de su propio lubricante. Taeyong refrenó un gemido.
—¿Ves? No es tan malo—Yoon Oh lo soltó y se puso de rodillas en la cama.
Ordeno a Taeyong a que hiciera lo mismo y luego se dio vuelta, dejando a Taeyong mirando su espalda... y ese increíble trasero.
¿Qué estaba haciendo Yoon Oh?
—Quiero que me folles —le dijo, respondiendo la silenciosa pregunta.
—Amo, yo, uh..—Taeyong dejó de balbucear. Nunca pensó que Yoon Oh le dejaría entrar en él. Simplemente asumió que él siempre sería al que se lo follan.
Las cosas normalmente no eran así entre hombres... ¿y esclavos? No estaba del todo seguro...
—¿No lo deseas? —preguntó Yoon Oh con una sonrisa de suficiencia. Sabía malditamente bien que Taeyong lo quería ahora mismo.
Taeyong tomó a Yoon Oh de las caderas y lo atrajo más cerca. Su pecho se presionó contra la espalda de Yoon Oh—He querido follarte desde el primer momento en que te vi.
Yoon Oh se inclinó hacia adelante.
—Lo sé.
—Pero yo nunca... con un hombre...
—Si yo no fuera un íncubo, tendrías que prepararme. Te enseñaré después. ¿Necesitas que te explique el resto?
Taeyong podía notar su diversión. No. No necesitaba que le explicaran el resto. Agarró la base de su pene y lo restregó contra la entrada ya húmeda de Yoon Oh. No quería apresurar esto, pero se le hizo casi imposible cuando Yoon Oh empujó hacia atrás contra él, alentándolo. Taeyong tensionó su agarre en la cadera de Yoon Oh mientras se impulsaba hacia adelante. Hubo algo de resistencia al principio, luego cedió, y entonces estuvo dentro profunda y totalmente.
Dios, Yoon Oh envuelto alrededor de su pene se sentía como algo que nunca antes había experimentado. Ruidosos gruñidos escaparon de los labios de Taeyong conforme el estrecho agujero se cernía en torno a su acero, aferrándose a él de tal forma que no creía que fuese posible. Quizás esto era algo de los íncubos... o quizá todos los hombres se sentían así, pero por el momento, a Taeyong no le importaba mucho.
Al principio, fue lento, no muy seguro de qué ángulo se sentiría mejor para Yoon Oh o a qué velocidad debería ir. Yoon Oh no concordó con ello y tomó el control, moviéndose contra el miembro de Taeyong, cuyos ojos se pusieron en blanco y colmillos volvieron a salir. Se dio cuenta que, a pesar de ser el que estaba penetrando a Yoon Oh, el íncubo estaba completamente en control. Taeyong sólo se estaba dejando llevar. Clavó sus dedos en las caderas de Yoon Oh y disfrutó la sensación. El fuerte movimiento contra su pene se sentía increíble y su interior se alborotó con deleite mientras se alimentaba. Empujando sus caderas hacia adelante, Taeyong se precipitó tan profundo como le fue posible.
Yoon Oh se levantó y envolvió su mano detrás del cuello de Taeyong. Agarró la argolla en la parte trasera del collar y la utilizó para empujar a Taeyong más cerca. Tirando de su espalda hacia atrás y torciendo su torso, besó a Taeyong, apasionada y posesivamente.
Taeyong colocó sus manos alrededor del pecho de Yoon Oh y lo sostuvo fuertemente. El contacto piel a piel fue demasiado y, mientras Yoon Oh lo inundaba de placer, perdió todo el control, follándolo como si muriera al detenerse. Ruidosos y necesitados gruñidos de ambos acompañaron cada rápida penetración. Carne chocaba contra carne.
Los músculos de Taeyong se trabaron y su longitud se sacudió mientras enviaba su cargamento dentro de Yoon Oh, inundando su estrecho pasaje. Sus gruñidos se volvieron ronroneos cuando recorrió la columna de Yoon Oh con sus dedos, explorándolo y disfrutando la sensación de la suave piel, mientras su cuerpo bajaba de las alturas.
Antes que se calmara por completo, se salió del cuerpo de Yoon Oh y ambos colapsaron sobre la cama, Taeyong boca arriba y Yoon Oh de costado a su lado. El íncubo colocó una mano posesivamente en el abdomen de Taeyong.
—Eso fue..—Taeyong no podía pensar siquiera en la palabra correcta. ¿Increíble? ¿Satisfaciente? ¿Asombroso? Ninguna de ellas parecía suficiente. Los ojos púrpuras de Yoon Oh brillaron con diversión. Taeyong se volvió consiente de que Yoon Oh continuaba excitado—Uh, ¿necesitas que haga algo respecto a eso?
—No hay necesidad, se irá en un momento—Yoon Oh rodó sobre su espalda también y descansó al lado de Taeyong. Dejó salir un profundo suspiro, como si el peso de la noche finalmente lo hubiese alcanzado.
—¿Qué tan seguido duermes? —preguntó Taeyong. No lo pudo evitar. Quería saber todo acerca de todo. Siempre cuestionando. Solía volver loca a su esposa.
Yoon Oh mostró una media sonrisa. Parecía siempre obtener algo de disfrute de las preguntas de Taeyong.
—No muy seguido. Un par de horas cada día. Puedo pasar algunas semanas sin dormir si tengo que hacerlo. Un íncubo quien recién ha atravesado su primera transformación por lo general duerme tanto como un humano. Pero al envejecer un íncubo duerme lo mínimo que necesita.
—Eso debe ser agradable. Detesto ser forzado a dormir al momento en que el sol sale—Taeyong observó las cortinas y deseó que estuvieran abiertas, así podía ver la noche.
Yoon Oh se mantuvo sin descanso a su lado. Sus pensamientos seguramente habían vuelto a su hija.
—¿Cuántos hijos tienes? —preguntó Taeyong.
Yoon Oh frunció el ceño.
—¿El total, o sólo los que siguen vivos?
—Ambos, supongo.
—He tenido diecisiete hijos—Hizo una pausa y masajeó su frente mientras alejaba lo que pareció ser un doloroso recuerdo. Taeyong pensó que tal vez no terminaría de responder la pregunta, pero lo hizo—Tengo seis hijos que todavía viven, asumiendo que la Casa Moreau no ha asesinado aún a mi hija. Cinco muchachos, una niña. Mujer, supongo, aunque me es difícil verla como algo más que una pequeña niña.
Taeyong se sentía igual acerca de Lily.
—Jesús. ¿Has perdido once hijos?
—Crie guerreros. Y ha sido una larga guerra.
Había perdido tanto. Con razón quería que la guerra acabara. Ahora tenía sentido la razón de porque estaba tomando tantos riesgos al mantener a Taeyong aquí.
Algo en el salón fuera de la habitación atrapó la atención de Yoon Oh. Taeyong había dejado que sus sentidos se distrajeran mientras hablaba. No debería haberlo hecho, Kun lo había entrenado para mantenerse consiente de sus alrededores todo el tiempo y él aún portaba cicatrices de latigazos en su espalda para probarlo.
Sonaron gritos y antes que Taeyong pudiera deducir quién era, las puertas dobles se abrieron de golpe y Jeno entró a la habitación.
27
Jeno pasó delante de los dos cazadores que, sin éxito, habían intentado detenerlo en el salón. Llevaba puesto sólo pantalones negros de pijama y su cabello era un desastre.
—¿Es verdad? —preguntó Jeno. Su tono de voz no escondía nada de su rabia.
Taeyong se revolvió en las sábanas de seda y se cubrió las caderas desnudas mientras Yoon Oh se sentaba.
Uno de los cazadores se dirigió a Yoon Oh —: Lo siento, General, le dijimos que usted no quería ser molestado.
Yoon Oh, quien no se había molestado en cubrirse, levantó su mano para despedir a los cazadores. Ambos hicieron una reverencia y se marcharon, cerrando las puertas detrás de ellos. Taeyong deseaba que lo tragara la tierra, para evitar este encuentro. Que Jeno lo viera desnudo en la cama junto a su padre era vergonzoso, que a ninguno de los íncubos les importara.
—Sí, es verdad —le dijo a su hijo— La Casa Moreau ha capturado a Ningning.
Los orificios nasales, sin embargo, parecía de Jeno se ensancharon.
—¿Y cuál es tu plan para recuperarla?
Yoon Oh gruñó y se levantó de la cama—Hay órdenes...
—¡A la mierda las órdenes! —gritó Jeno, interrumpiendo a su padre— Tú sabes lo que le hacen a los súcubos capturados. Ellos la violarán.
Yoon Oh tomó su ropa interior de arriba de la silla y se la puso—Soy bastante consiente de eso.
—Entonces sabes que tenemos que hacer algo. No podemos dejarla allí— Agitado, los cuernos de Jeno salieron de su cabeza y sus ojos comenzaron a resplandecer en un tono violáceo.
—No hay nada que podamos hacer por ahora.
—¿Cuándo te volviste tan cobarde?
Oh, mierda. Taeyong no podía creer que Jeno acabara de decir aquello. Deseaba estar en cualquier lugar salvo aquel en esos momentos. Incluso la prisión subterránea comenzaba a sonar bien.
La furia atravesó el rostro de Yoon Oh y se hizo un par de pulgadas más alto. Sus alas emergieron de su espalda y caminó hacia su hijo. Jeno sabiamente intentó retroceder, pero Yoon Oh envolvió su mano alrededor del cuello de Jeno y lo mantuvo en el lugar.
—Escúchame cuidadosamente: tú no desobedecerás sus órdenes. Si intentas atacarlos por tu cuenta, no sólo que fallarás en salvar a tu hermana, sino que serás condenado a muerte por tu deslealtad. Me rehúso a perder a otro hijo. ¿Lo entiendes?
La vulnerabilidad que Yoon Oh había dejado ver a Taeyong se había ido por completo. Estaba nuevamente siendo un general, autoritario, fuerte, seguro. Alguien cuyas órdenes nunca eran cuestionadas.
Jeno bajó la cabeza y dijo entre dientes—: Sí, señor.
—¿En verdad crees que me rendiré con ella?
Los ojos de Jeno volaron hacia Taeyong—Ya no sé ni la mitad de las cosas que haces.
Yoon Oh frunció el cejo y clavó sus dedos aún más profundo en su cuello— Utilizaré cada recurso que tenga para hacer que anulen la orden, pero tomará algo de tiempo convencer al Gran Rey de cambiar de opinión. Ningning es fuerte, ella sobrevivirá hasta que seamos capaces de rescatarla.
Jeno se zafó del agarre de su padre—Espero que tengas razón.
Salió hecho una furia hacia las puertas, pero se detuvo para volver a mirar a Taeyong. Taeyong se tapó un poco más con la sábana de seda.
—Espero que tu mascota valga la pena, nos estás poniendo en riesgo a todos al tenerlo.
Luego de decir eso, Jeno abandonó la habitación.
Yoon Oh gruñó. Taeyong quería unirse a su gruñido, pero se mantuvo en silencio; no quería que nada de la furia de Yoon Oh se redirigiera a él. Mientras se sentaba observando a Yoon Oh, Taeyong llegó a una decisión: mataría a todos los de la Casa Moreau y rescataría a la hija de Yoon Oh. Se lo debía por haber salvado la vida de Lily. Se vengaría de los vampiros por lo que le habían hecho a Wonyoung. Los mataría por violar a sus prisioneros.
Aunque, por otro lado, la misma cosa les sucedía a los vampiros prisioneros bajo la guardia de Yoon Oh. Él había visto el daño que Jeno le causaba a la vampira, cortándola y usando su cuerpo para sus propios placeres repulsivos. Todos eran lo mismo. Monstruos. Algún día, él castigaría a todos aquellos quienes eran cómplices en tales atrocidades, pero por ahora, podía usar esto para probar su valía a los íncubos.
Yoon Oh quería un arma, él probaría que podía convertirse en una, más allá de cualquier sombra de duda. Matar a tantos vampiros poderosos establecería de una vez por todas que él luchaba para los íncubos. Todos confiarían en él y podría dejar de preocuparse acerca de la sentencia a muerte que pendía sobre su cabeza. Además, le daría una oportunidad de dejar a Jeno en ridículo. Taeyong se dijo a sí mismo que no debería ser tan ruin, pero no podía evitarlo. Llevar a cabo esto tomaría tiempo y debería hacer un plan para cada escenario posible. Tendría que ser paciente.
Su primer paso sería terminar su entrenamiento. Durante la batalla, había tenido un avance al descubrir que podía utilizar menos energía y aún obtener lo que quería de ella, pero necesitaba mejorar sus habilidades si se iba a enfrentar a una casa repleta de vampiros. No tenía dudas de que habría lores vampiros allí, quizás varios. También tenía que ingeniárselas para salir de Nueva Orleans sin que los cazadores lo arrastraran de vuelta. Y tenía que encontrar una forma de apagar su “aura de muerte”, sea lo que sea. Perdería su elemento sorpresa con eso.
Yoon Oh finalmente se calmó y regresó a su forma humana. Tomó sus pantalones y se los puso.
—Hay un equipo de ropa extra para ti en el armario a la derecha. Vístete.
Taeyong salió de la cama y fue hacia el vestidor.
Santa mierda.
Era enorme. Casi del mismo tamaño del baño. Demonios, era más grande que el dormitorio de su primer apartamento. Había dos espejos verticales. Taeyong solo podía ver su reflejo en uno de ellos, el otro se veía antiguo. Gabinetes hechos a la medida de madera oscura alineados a cada lado de las paredes.
Trajes, esmóquines y abrigos, todos colgaban en ordenadas filas. Ni una sola cosa estaba fuera de lugar. Había una sección de corbatas dobladas sobre un estante. Cada par de zapatos estaba perfectamente lustrado, ni siquiera un rayón a la vista. El centro del armario poseía una mesada con cajones a modo de isla. Detrás de esta había algo que Taeyong no esperaba: una armadura hecha completamente de metal. Dependiendo de la luz y dónde Taeyong se paraba, parecía cambiar de colores, del azul al violeta, en compasé con los ojos de Yoon Oh. El diseño era enorme e intimidante, perfecto para Yoon Oh cuando estaba completamente en su forma íncubo. Tenía pinches a lo largo de los hombros. Colgando en la pared había piezas de metal que cubrían sus cuernos, la parte superior de sus alas y la punta de su cola, todo con pinches también. Taeyong tocó la armadura y sus dedos hormiguearon como si una batería de nueve volteos lo hubiese electrocutado. ¿Magia tal vez?
Observó la parte de atrás. Había huecos para que las alas y la cola pasaran. La armadura se veía pesada, pero cuando la levantó con una manopla, era liviana, como si no pesara nada en absoluto. A diferencia de todo lo demás que había en el armario, la armadura estaba marcada. Estaba limpia y obviamente cuidada, pero tenía rasguños y marcas de batalla a través de ella.
—Ya no la visto tanto —dijo Yoon Oh al aparecer detrás suyo, abotonándose la camisa— Pero antes de volverme Gran General la usaba casi todos los días.
—¿Cuándo fue eso? —preguntó Taeyong mientras recorría con sus dedos la pieza del pecho.
—¿Cuándo me volví Gran Lord General? Fui promovido cuando mi predecesor murió alrededor de trescientos años atrás. Ya había sido un general para las legiones europeas durante muchos siglos antes de eso.
—¿Los vampiros lo mataron?
Yoon Oh abrió uno de los cajones en la mesada, revelando hileras de costosos gemelos. Escogió un par y se los colocó.
—Sí. Ella fue asesinada durante una gran batalla. Perder a nuestra Gran Lady General fue un enorme contratiempo para nuestro lado, y fue especialmente difícil para mí ya que era mi madre.
—Oh, lo lamento—Taeyong no estaba muy seguro de qué otra cosa podía decir, pero sabía que necesitaba dejar de asumir que todo era masculino. Era la segunda vez que cometía ese error.
—Vístete —ordenó Yoon Oh y se dirigió hacia un estante donde un par de jeans y una remera descansaban prolijamente doblados, junto con un par de botas y calcetines.
Taeyong olvidó que aún estaba desnudo. Estaba agradecido que Yoon Oh no pareciera interesado en hacerlo usar trajes. Se vistió rápidamente.
—Ven —dijo Yoon Oh, y caminó fuera de su dormitorio.
Taeyong lo siguió. Al salir vio a dos guardias apostados en la puerta. Ambos saludaros e hicieron una reverencia a Yoon Oh. Vigilaron de cerca a Taeyong, pero no realizaron ninguna otra acción.
Taeyong siguió a Yoon Oh hacia el elevador al final del pasillo. Yoon Oh presionó el botón para descender un nivel.
—¿Qué le sucedió a Kun? —Taeyong se había estado preguntando eso por días.
Yoon Oh tomó una profunda respiración—Continúa bajo las órdenes de Irene y no conocemos ninguna manera de romper la compulsión. Se estaba lastimando a sí mismo al tratar de llegar a mí, por lo que tuvimos que mantenerlo inconsciente. Dudo que alguna vez seamos capaces de volver a despertarlo, por lo menos no hasta que Irene esté muerta, y he estado intentando matarla durante muchos siglos.
—Eso es... terrible.
—Sí.
El elevador se detuvo en el tercer piso y Yoon Oh guió a Taeyong nuevamente hacia el centro de comando. La mayoría del daño que había sufrido este piso durante la batalla había sido limpiado o arreglado. Él veía algún hueco ocasional en el mármol de la pared, pero eso era todo. No le sorprendía que Yoon Oh tuviera todo en condiciones prístinas en seguida. Era una clase de obsesivo acerca del desorden.
Dentro del centro de comando, Taeyong contó quince cazadores plantados alrededor de varias mesas. Todos ellos estaban ocupados preparando reportes, trabajando en Tablet o persuadiendo a comunicaciones. Esta vez había cinco humanos trabajando como despachantes frente a los monitores. Taeyong los oyó llamar a otros centros de despacho, enviar órdenes o recibir noticias de ataques de vampiros. Taeyong incluso escuchó por encima un reporte acerca de un ataque en Melbourne.
Los monitores mostraban un metraje local alrededor de Ashwood, además de otras fincas y edificios que él no reconocía. La gran pantalla en el centro mostraba un mapa del mundo con puntos rojos que se encendía de vez en cuando, coincidiendo con un ataque.
Había dos íncubos en la habitación. Uno era la íncubo negra que había estado luchando contra el lord vampiro durante el ataque; el otro era el fiero súcubo con puntas azuladas en sus cuernos y cola. Ambos estaban en su forma humana y vestían camisas blancas con ajustados pantalones negros metidos dentro de botas de montar lustradas. Al haber visto a Yoon Oh usando algo similar, ahora Taeyong estaba seguro que se trataba de un uniforme.
El súcubo se sentó en el trono central en la parte trasera de la habitación, mientras que la íncubo se sentó a su derecha. Cuando Yoon Oh entró en la habitación, ambos se pusieron de pie y presionaron su puño contra el hombro opuesto a modo de saludo, luego hicieron una reverencia. Los cazadores en la habitación hicieron lo mismo.
Taeyong siguió a Yoon Oh y se volvió dolorosamente consciente que la habitación quedó en silencio cuando toda la atención recayó sobre él. Pensó que su reacción se debía a que estaba caminando por ahí desencadenado, pero entonces notó que la mayoría estaba estudiando sus ojos. Ninguno de ellos había visto el plateado antes.
Por suerte, el silencio no duró mucho.
—General, la finca de Lord Johnny está bajo ataque. Reportó por lo menos veinte vampiros y la mitad de sus cazadores han caído —dijo uno de los despachantes.
Los monitores empezaron a cambiar a imágenes del ataque de los vampiros en una gran finca que se veía como un lugar en el Profundo Sur. Taeyong observó cómo un vampiro destrozaba el cuello de uno de los cazadores y luego era estacado por otro.
—Haz que Lord Winwin envíe a los equipos Banshee y Rojo Creciente. Shadowtalon debería estar por allí cerca, ¿correcto?
Un cazador que estaba a un lado de la mesa en el centro respondió—: Sí señor, están preparando una trampa con el Guerrero Kai aproximadamente a quince millas de esa ubicación.
—Envíalos también. Suho..—Un hombre de aspecto hosco con una larga cicatriz en su rostro dio un paso hacia adelante—Refuerza a tu equipo. Lleva a Eunseok y a Seunghan contigo.
—Sí, señor —dijo. Su cuerpo se delineó con una luz verde cuando se teletransportó.
Gritos y alarmas salieron de los auriculares de los despachantes y Taeyong observó cómo las cámaras captaban a los vampiros entrando a la fuerza en la casa de Lord Johnny. Una protección mágica resplandeció verde, incinerando al primer vampiro que cruzó el umbral.
En un patio fuera de la finca, una piedra gigante cubierta con runas comenzó a resplandecer en un verde brillante. Tres equipos de seis cazadores aparecieron, mientras las runas quemaban el pasto debajo de ellos. Taeyong supuso que la piedra era alguna clase de tele puerto a larga distancia, ya que Suho estaba con ellos. El cazador con apariencia de caballero que Taeyong había visto durante el ataque en la guardia también estaba allí. Él parecía no pertenecer a ningún equipo.
Un guerrero íncubo cubierto con una armadura, más grande que Yoon Oh en su forma completa, formaba parte del grupo. Taeyong se preguntó cuál de ellos sería Eunseok y cuál Seunghan.
Un grupo de vampiros les tendió una emboscada, y tres cazadores cayeron antes de poder contraatacar y eliminar a los vampiros. Otro grupo de seis cazadores se teletransportó hacia el otro lado de la finca; se veían como si hubiesen usado sus regulares tele puertos. ¿Cuál era el rango de aquellos? Poco después, una súcubo voló y aterrizó a su lado. Ella vestía shorts oscuros y un top estilo halter que dejaba ver su cuello. A excepción de la espada en su mano, se veía como si estuviera a punto de ir a la discoteca. Ese debía ser el grupo llamado “Shadowtalon” y ella, la carnada de la trampa.
Taeyong observó la batalla, estudiando los movimientos de cada uno de los cazadores y cómo los vampiros devolvían el golpe. Sumamente sobrepasados en número a esta altura, los vampiros se retiraron. No pasó mucho tiempo hasta que la finca estuvo libre de ellos. El ataque entero, de principio a final, tomó menos de quince minutos.
El cazador Suho se dirigió a una cámara—General, está despejado aquí.
Yoon Oh presionó un botón en la mesa—¿Bajas?
—Cinco cazadores de nuestro grupo. Averiguaré el resto de los números del comandante de Johnny. Por lo menos tres íncubos han muerto, pero no los reconocí. Banshee y Shadowtalon están rastreando a los corredores ahora. Tenemos a dos vampiros clavados que reviviré para cuestionarlos.
—Mantenme informado —dijo Yoon Oh.
—Sí, señor.
Yoon Oh volvió a presionar el botón y le hizo señas a los dos íncubos para que se acercaran. Taeyong estaba agradecido que el resto de la habitación regresara a sus tareas y ya nadie lo estuviera mirando abiertamente.
—Taeyong, esta es Lady Taeyeon, ella es mi mano derecha. Lucha como mis ojos y oídos en las batallas, y si yo caigo, ella se volverá Gran General temporariamente hasta que uno nuevo sea promovido. Tú deberás seguir sus órdenes como si fueran las mías —dijo Yoon Oh.
Taeyong asintió mientras ella lo estudiaba con sus ojos marrones. Era alta, con el aspecto de una Amazona, y cabello corto y oscuro. Basado en lo poco que había visto, la mayoría de los guerreros íncubos eran físicamente más grandes que los sociales. Era fascinante.
—Y él es Lord Yuta. Es uno de mis mejores guerreros y usualmente pelea en territorio vampiro.
Yuta asintió con la cabeza hacia Taeyong. Al verlo tan cerca, Taeyong pudo verdaderamente apreciar su gran estatura. Debía medir cerca de los dos metros en su forma humana, y se veía como si pasara la mayoría del día dentro de un gimnasio.
Se preguntó cómo sería el sexo con él, ¿sería un gentil gigante o dominaba a quien fuera que estuviese con él? Su miembro tenía que ser masivo. Los pensamientos de Taeyong se tornaron sucios al imaginarse ser embestido por Yuta. Maldición, Yoon Oh ya no era el único hombre que lo excitaba a todas horas.
Parecía que estar alrededor de los íncubos, y pasar por su transformación, ciertamente había cambiado sus preferencias al volverlas un poco más inclusivas. Los tres íncubos le sonrieron con malicia.
—¿Qué? —preguntó Taeyong— ¿he hecho algo?
Yoon Oh se rio.
—Estás lanzando feromonas, tratando de atraer una presa. Hasta que aprendas a controlarlo, sucederá cada vez que pienses en sexo.
Por una vez, Taeyong estaba contento de no haberse alimentado de una cantidad sustancial de sangre en las últimas horas; si lo hubiese hecho, su rostro se hubiese vuelto rojo como un tomate mientras la vergüenza fluía a través de él. Se frotó los ojos y la frente con su mano.
—Oh por Dios, ¿en serio?
—¿En quién de nosotros estabas pensando? —preguntó Taeyeon, guiñándole un ojo.
—No molestes al chico. La primera transformación es difícil para todos. Aunque tú eres tan vieja que probablemente lo has olvidado —dijo Yuta con una profunda voz.
Taeyeon se burló de él.
—Taeyong, he traído a Taeyeon y a Yuta aquí para que te entrenen en la lucha. Joy te entrenará, también. Porque has participado en la defensa de la guardia durante el ataque, se te concederá algo más de tiempo. Necesitamos aprovecharlo al máximo.
Taeyong asintió—¿Cuándo empiezo a entrenar?
—Mañana. Ven conmigo —dijo Yoon Oh.
Lo guió fuera del centro de control y a través de un corredor. Desembocaron en un conjunto de puertas dobles y Yoon Oh las abrió para revelar un largo pasillo con más puertas a los costados. La esencia de íncubos y cazadores que reconoció estaba en el aire. Eran habitaciones.
Yoon Oh entró en la cuarta puerta a la derecha.
Taeyong lo siguió. Dentro había una cama grande, un librero lleno de libros y una mesita de luz. Había puertas que llevaban a un pequeño baño y un armario. La habitación no tenía ventanas.
—Aquí es dónde te quedarás a partir de ahora. Hay una sala al final del ala, tienes permitido ir allí, pero a ningún otro lugar, salvo que te pidan o te ordenen hacerlo. De momento, puedes aceptar sangre del Comandante Joy, Lady Wonyoung, Lady Taeyeon o Lord Yuta. Siempre habrá dos cazadores montando guardia en esta ala; si necesitas algo, puedes pedírselo a ellos y ellos transmitirán tu pedido. No entres a ninguna de las otras habitaciones, incluso si te invitan. Todas ellas están protegidas contra los vampiros.
Taeyong estaba sorprendido. Había asumido que dormiría en el catre de la habitación de Yoon Oh o nuevamente en la celda. No esperaba tener su propio espacio.
—Yo... te lo agradezco, Amo
—Las habitaciones de este piso son para guerreros y los mejores cazadores. La mayoría ha pasado su vida entera asesinando vampiros. Ninguno me desobedecería, pero no todos ellos han aceptado la idea de luchar o vivir a tu lado. No esperes una bienvenida muy cálida aquí y contrólate. No quiero volver a ponerte en la jaula porque perdiste tu temperamento con alguno de ellos.
—No permitiré que me afecten—De todas formas, Taeyong se estaba acostumbrando a que las personas no lo aceptaran.
—Bien. Estaré fuera por un tiempo. Espero recibir sólo reportes de tu perfecta obediencia mientras no estoy.
Taeyong se preguntó dónde iría, pero Yoon Oh no parecía como si se lo fuese a decir, por más que preguntara.
—Entonces eso es lo que recibirás—Ahora que estaba desencadenado y tenía su propia habitación, no quería retroceder pasos.
Yoon Oh colocó una mano en el hombro de Taeyong y lo apretó—Descansa un poco, no podrás hacerlo mucho en los próximos meses.
28
Cuando Yoon Oh lo dejó solo la primera noche, Taeyong exploró su pequeña habitación. El baño no era grande, pero contenía un inodoro y una ducha. El armario estaba lleno de remeras y jeans. También había unos pares de pantalones de combate negros.
Taeyong se preguntó si tendría que lavar su propia ropa cuando notó el canasto para la ropa sucia, pero esa pregunta fue respondida la siguiente noche cuando encontró el canasto vacío. Olió que una criada había estado en su habitación en algún momento durante el día.
El librero estaba lleno de libros interesantes que cubrían diferentes temas. Los tópicos iban desde recientes y antiguas guerras y estrategias hasta clásicos de Twain y Shakespeare. Pero los libros que más le interesaron a Taeyong fueron los que trataban acerca de criaturas sobrenaturales. Los estudiantes íncubos escribieron la mayoría de ellos, pero había algunos en el montón escritos por vampiros.
A lo largo de los siguientes meses, Taeyong dedicó cada momento libre que tenía a leer y estudiar los tomos, asombrado por las cifras en sí de las otras criaturas que también compartían este mundo; no sólo terminaba en dragones y gárgolas. Leyó acerca de demonios encerrados en un lugar llamado la Fosa, o lo que los humanos llamaban Infierno, que no habían pisado el planeta en miles de años. Un estudiante especulaba que los vampiros y los íncubos descendían de los demonios, mientras que otro estaba fervientemente en contra de la idea.
Había entradas acerca de cambia—formas, rakshasa, sirenas, trolls, ovnis, elfos, jubokko, la lista seguía interminablemente, incluso leyó acerca de las hadas. Pequeñas. Brillantes. Hadas. Si Taeyong no fuera un vampiro viviendo entre los íncubos, custodiado por humanos mejorados mágicamente, hubiese pensado que todo esto eran patrañas.
La primera noche, al recostarse en su cama a esperar que el sol saliera, oyó nuevamente el canto de la mujer. Taeyong escuchó su dulce canción hasta que su cuerpo se apagó.
Al pasar las semanas, cada noche cerca del amanecer oía esa canción. La curiosidad lo llenó. ¿Quién estaba cantando? Abrió la puerta de su dormitorio y los dos cazadores montando guardia lo miraron mientras se dirigió a las dobles puertas al final del ala.
Sus guardias extrajeron las estacas.
—No tienes permitido salir —le advirtió uno.
—Lo sé. Es sólo que... ¿ustedes oyen el canto? —preguntó Taeyong.
Los guardias se miraron entre ellos y luego sacudieron las cabezas. Las puertas dobles se abrieron y Joy apareció. Ella se veía cansada, retornando de un largo turno. La parte superior de su ropa ya estada desatada. Taeyong sabía que ella poseía una habitación en esta ala, pero nunca la había visto volviendo a ella.
Casi choca contra él, ya que no esperaba que estuviera plantado del otro lado de la puerta. Él miró a sus espaldas, no había nadie más y sin embargo continuaba escuchando el canto que provenía de esa dirección.
—¿Qué demonios estás haciendo? —le preguntó.
—Lo lamento, Comandante. ¿Oyes ese canto?
—No. Ve a tu habitación. El sol está a punto de salir y no quiero tener que arrastrar tu trasero muerto de vuelta a tu cama.
Taeyong gruñó, pero hizo lo que se le ordenó.
El canto continuó a lo largo de los meses, pero nunca pudo encontrar a quién pertenecía. Todo el mundo a quien le preguntaba lo miraba como si estuviera loco. Además de leer e intentar resolver el misterio del canto, las noches de Taeyong estaban llenas de entrenamiento. Diez minutos después de la puesta de sol era reclutado por un cazador o citado en una ubicación. Aprendió a ducharse y vestirse rápidamente para tener algunos minutos para leer antes que el entrenamiento comenzara.
Usualmente, su noche comenzaba cuando Wonyoung lo citaba a su cuarto por un par de horas. Ella le daba sangre embotellada, Taeyong estaba feliz de ya no tener que matar humanos, pero deseaba poder beber directamente de una vena. Una vez que se terminaba la sangre, Wonyoung le enseñaba a controlar sus nuevas habilidades de íncubo mientras se alimentaba sexualmente de ella. Nunca la mordió. Provocaba su cuello como mil demonios cada vez que hacían el amor, esperando que ella se lo pidiera, pero nunca lo hizo.
Después de un par de semanas, había aprendido a dejar de lanzar feromonas cada vez que sus pensamientos se volvían acerca del sexo. Estaba agradecido por eso, ya que los otros íncubos y cazadores siempre sabían lo que estaba sucediendo y le guiñaban el ojo.
Bajo la tutela de Wonyoung, aprendió a controlar la cantidad de energía que tomaba de su compañero, cómo enviar mejor el placer, incluso como llegar a una persona y manipularla, como mantenerla bajo su control. El control de los íncubos era muy diferente de cómo los vampiros compelían. Era sutil e influyente, una gentil redirección de las emociones. Una compulsión era una dominación de la voluntad y le entregaba el control completo de una persona.
No era muy bueno controlando, cualquier íncubo lo percibió de inmediato. Incluso los cazadores podían resistirse a él. Los humanos por lo general no lo notaban, pero los efectos no duraban mucho, y, además, prefería compelerlos porque era más fácil.
Las habilidades vampíricas de Taeyong superaban los límites, pero las íncubos no eran muy impresionantes. Wonyoung le aseguró que era sólo porque era joven y nuevo en esto, y que, con el tiempo, su poder crecería.
Taeyong no estaba tan seguro.
Tenía la sensación de que, por haber sido asesinado y convertido en vampiro antes de finalizar su transformación, este lado suyo siempre sería más débil. Nunca terminó por desarrollar los cuernos o las alas de los íncubos en ningún punto durante estos meses de entrenamiento. Su único cambio físico eran los ojos plateados. Además de prender a controlar sus poderes de íncubo, Wonyoung también le enseñó todo acerca de la sociedad incuba.
Le mostró fotos y le hizo memorizar los señores y señoras de cada casa, junto con sus familias. La mayoría de los íncubos en realidad no poseían ningún rango ni título; él había estado alrededor de una gran cantidad desproporcionada de aquellos que sí los tenían, por culpa de Yoon Oh.
De hecho, la casa de Yoon Oh poseía un puñado de señores y señoras que vivían allí y a cambio trabajaban para mejorar la fortaleza de la casa y servían a Yoon Oh. La mayoría parecían curiosos al interactuar con Taeyong, pero algunos pocos claramente no aprobaban que él estuviese allí.
Como Lord Donghyuck, quien tenía la misma edad que Jeno, pero no se veía para nada como él. Con cabello y ojos igualmente oscuros, era hermoso, pero más delgado. Era un íncubo social, no un guerrero, pero Taeyong nunca lo hubiese adivinado por la forma en la que Donghyuck lo miraba cada vez que cruzaban camino, como si lo quisiera desafiar. Taeyong estaba más que alegre de salirse de su camino para evitarlo. A él y a Jeno.
Junto con el aprendizaje de navegar por las estructuras sociales de la casa, aprendió cuáles íncubos tenían un rango que superaba al de Yoon Oh, para saber que debía arrodillarse ante ellos. Y fue instruido en cómo reverenciarse apropiadamente ante lores y ladies. Esto era más complejo de lo que Taeyong esperaba: la ubicación de los brazos, qué tan baja debía estar la cabeza y la profundidad de la inclinación, todo era importante.
Lo que sí encontró interesante fue que Yoon Oh era el único al que debía dirigirse cómo “Amo”. Incluso el Gran Rey era llamado “Su Majestad”. Los esclavos sólo tenían un Amo, aunque los otros pudieran darle órdenes.
Taeyong le pidió a Wonyoung que le mostrara una foto del Gran Rey, pero ella le dijo que no era necesario, que él sabría quién era cuando lo viera. Dejó a Taeyong decepcionado.
Wonyoung también le enseñó a bailar en el enorme salón de baile de la Finca Ashwood. Lo odió al principio; nunca había bailado mucho más allá de las discotecas y el ocasional balanceo lento. Este baile era formal, como el tipo que se veía en las películas históricas. Fue terrible haciéndolo durante un tiempo. Pero Wonyoung era paciente, y antes que lo supiera, se estaba volviendo bastante bueno. Se encontró a sí mismo queriendo bailar con ella cada noche.
Una noche fue citado a la habitación de Wonyoung, sólo para encontrarla vacía. Cuando miró alrededor buscándola, Joy apareció detrás suyo y le clavó una estaca por la espalda. Cuando volvió en sí, ella estaba sobre él sosteniendo la estaca ensangrentada en su mano. Aprendió de mala manera que los cazadores tenían runas que los ocultaban de los vampiros y otras criaturas, siempre y cuando no se movieran. Eso significaba que siempre debía esperar un ataque que proviniera de su alrededor. Mantuvo sus sentidos alerta y aprendió a no bajar la guardia.
Después de pasar un par de horas con Wonyoung cada noche, entrenaba con Taeyeon, Yuta, o Joy. Taeyeon se dedicaba a hacerlo usar sus habilidades vampíricas para responder a sus ataques. Con el tiempo, Taeyong supo cuánta cantidad justa de energía que obtenía de la sangre necesitaba para prolongar el poder. Podía correr rápidamente durante horas, mientras que antes, le dedicaba tanta energía a su velocidad que se agotaba en un par de minutos.
Tener las cuatro bolsas de sangre funcionando ayudaba también. La guerrera súcuba parecía disfrutar pelear con Taeyong, tanto como a él le gustaba hacerlo con ella. Probablemente nunca había trabajado tan cerca con un vampiro antes e incluso sus propias habilidades parecían mejorar a medida que luchaban.
Taeyong comenzó a sentir respeto por ella. Era una vieja (cerca de los ochocientos años) y habilidosa luchadora, estricta y poseía un tranquilo temperamento con un aire de autoridad. Adoraba molestar a Taeyong cuando este hacía algo con torpeza, pero no era excesivamente maliciosa con eso.
Se enteró que ella creía, al igual que Yoon Oh, que Taeyong podía acabar con la guerra, y lo aceptó como un íncubo a la vez que respetaba su lado vampiro. Taeyong sólo entrenaba con Taeyeon una o dos veces por semana. Sin Yoon Oh, ella estaba ocupada encargándose del centro de control.
La mayoría de las noches entrenaba con Yuta, quien se concentraba en enseñarle a Taeyong a combatir con armas y cuerpo a cuerpo. A diferencia de Taeyeon, Yuta no había aceptado tan rápido a Taeyong por lo que era. La razón por la que estaba allí la noche en que Taeyong se había enfrentado a los vampiros en la arena, era para ver si él era merecedor de su entrenamiento.
Yuta no había estado convencido hasta después del ataque en la guardia, cuando Taeyong mantuvo su palabra a Joy y regresó al alba. Él recién había cumplido los trescientos años y, según los chismes de los cazadores, había recientemente atravesado su tercera transformación, quedando como uno de los íncubos más grandes alrededor.
Taeyong vio su verdadera forma cuando estaban luchando y fue intimidantemente inspirador. Era negro como la noche de pies a cabeza, a excepción de los extremos blancos en sus cuernos y alas; sobrepasaba los tres metros de alto y la envergadura de sus alas podía atravesar una habitación. Era tan fuerte como un vampiro y tenía una audición sensitiva que la igualaba.
Para ser una criatura tan grande, sus reflejos eran rápidos. Taeyong se movía más rápido, pero Yuta siempre se anticipaba a sus movimientos y estaba allí esperando los suyos. En más de una ocasión, Yuta lo golpeó tan fuertemente durante el entrenamiento que los cazadores tuvieron que arrastrarlo hasta su habitación y no era hasta la noche siguiente en la que obtenía la sangre o el sexo suficiente para curar sus heridas.
A veces escuchaba a Wonyoung regañando a Yuta por montar tan fuerte a Taeyong, pero a él no le importaba. Yuta estaba forzándolo a pensar y a reaccionar con rapidez. Sus oponentes no serían lo suficientemente amables de dejarlo vivo al final de una lucha.
Dominó la lucha con armas mientras entrenaba con Yuta, pero las noches favoritas de Taeyong eran con Joy. Ella lo citaba en Ashwood, pero lo dejaba correr las millas allí solo. Él disfrutaba la sensación de libertad que obtenía al correr por el bosque, debajo del cielo nocturno.
Entrenar con Joy significaba entrenar con cazadores cadetes y a él le encantaba. Ella montaba circuitos con obstáculos, los cuales Taeyong debía atravesar sin que una bala le pegara, o a veces tenía que localizar a todos los cadetes en un área y robar las banderas que ellos habían enganchado en sus cinturones antes que ellos le clavaran una estaca. El entrenamiento era más para los cazadores que para él, pero igualmente fue aprendiendo bastante.
Una vez, ella dejó sueltos a tres vampiros en el bosque y Taeyong tuvo que clavarles una estaca antes que se escaparan, y antes que los cazadores llegaran a ellos. Para hacerlo más desafiante, ella no le dio ninguna estaca. Se las arregló utilizando la rama de un árbol en uno de los vampiros y robándoles las estacas a los cazadores para usarlas en los otros dos.
Al igual que Kun, Joy lo atosigaba con más de veinte preguntas al final de la mayoría de las noches. A diferencia de Kun, ella no lo azotaba, se limitaba a esperar que respondiera correctamente. Y él lo hacía. Se volvió extraño para él fallar alguna pregunta.
Una noche, un grupo de cazadores veteranos que él no reconoció lo emboscaron mientras estaba en camino hacia la academia. Esquivó sus ataques iniciales, pero lo amarraron con cadenas de plata antes que tuviera la oportunidad de contraatacar.
Lo dejaron allí toda la noche hasta momentos antes del amanecer, cuando Joy lo dejó libre. Tuvo que apresurarse hacia la guardia para evitar el sol y colapsó en la escalera hacia su habitación al alba. Ese evento lo demolió y le sirvió como recordatorio de que había estado entrenando mayormente con cazadores novatos.
Cuando despertó, estaba en su cama y Joy estaba allí sosteniendo una botella de sangre en sus labios. Ella lo alimentó y curó las heridas profundas que las cadenas de plata habían dejado en su piel.
—¿Por qué corriste de vuelta hacia la guardia anoche? —preguntó una vez que él terminó de beber.
Taeyong estaba confundido—Um... ¿en realidad no quería morir?
Ella se encogió de hombros—Casi no lo logras. Deberías haberte hundido en el suelo.
Taeyong la miró, sin saber de lo que diablos estaba hablando.
Ella le sonrió—Los vampiros pueden regresar a la tierra cuando lo deseen. Esta noche veremos si puedes descifrar cómo hacerlo.
Afuera en el bosque, Taeyong oyó a los cazadores yendo y viniendo de vez en cuando, pero ella le dijo que los ignorara.
—No tengo idea de cómo lo hacen los vampiros, así que tendrás que descifrarlo por tu cuenta, pero tienes el resto de la noche para hacerlo. Sugiero que te recuestes, así es como los más jóvenes lo hacen.
Taeyong se acostó sobre el suelo del bosque. Imaginó su cuerpo hundiéndose en la tierra, pero nada sucedió. Se concentró en avocar todos sus sentidos a la tarea, sintiendo la tierra debajo de él. Después de un par de horas, podía señalar cada insecto que estuviera hasta tres pies de su cuerpo, pero aún no se hundía.
Joy esperó a su lado la noche entera en silencio. Taeyong finalmente suspiró y se puso de pie cuando el amanecer se acercaba.
—¿Qué estás haciendo? —le preguntó ella.
—No creo que suceda, he estado intentándolo toda la noche y nada funciona. Necesito volver.
El cielo se aclaró a su alrededor.
Ella se cruzó de brazos—Recuéstate.
Taeyong se limitó a mirarla. No podía hablar en serio.
—Esos cazadores que te pedí que ignoraras antes son el mismo grupo que te dejó afuera anoche. Les ordené que te detuvieran si intentabas correr de vuelta hacia la guardia.
El miedo hizo mecha en Taeyong. El sol aparecería por el horizonte en cualquier momento—¿Por qué harías algo así?
—Porque siempre resuelves las cosas más rápido cuando tu vida corre peligro. Y te estoy diciendo que cada vampiro, incluso los más novatos, pueden hundirse en el suelo. Así que recuéstate y hazlo.
Taeyong le gruñó, pero ella ni se inmutó. Observó el cielo, estaba terroríficamente claro para él ahora. Notó que su respiración se había vuelto más pesada mientras sus instintos gritaban que corriera hacia un lugar seguro antes que el sol saliera. Acostándose, miró al horizonte. No había ninguna manera de que pudiera hacer esto. Había estado intentándolo toda la noche y nada había sucedido.
El sol salió sobre una colina. Taeyong se forzó a dejar de respirar, concentrándose debajo de él y dejó que la tierra se lo tragara. Se hundió profundamente en ella, las partículas moviéndose alrededor de su cuerpo y cubriéndolo. Se quedó dormido en el suelo.
Al despertar, entró en pánico mientras la tierra llenaba su boca. No estaba seguro de cómo salir al principio, pero entonces se calmó y se concentró. Se sintió en armonía con la Tierra a su alrededor. Ésta se rindió a su orden de levantarlo. Atravesó la superficie, se arrastró fuera y comenzó a toser.
Joy estaba allí, esperando por él—Muy bien hecho. Tienes cerca de..—Miró su reloj— siete minutos antes que Lady Wonyoung te convoque, y no creo que ella aprecie mucho que llegues en estas condiciones.
Le frunció el ceño a Joy y se apresuró a llegar a su habitación para ducharse. A lo largo de los meses, su entrenamiento se volvió, de cierta forma, más suave. Perdió el temperamento un par de veces durante una lucha, o cuando un cazador o Jeno, quien estaba a cargo de la casa durante la ausencia de su padre, enviaban un grosero comentario en su dirección, pero él recobraba la compostura antes que fuera más lejos. Eso o Yuta lo golpeaba hasta que se calmara.
La siguiente vez que vio a Yoon Oh, cuatro meses habían pasado. No fue exactamente la reunión de Taeyong había estado esperando.
29
Ya era verano y las noches eran cálidas. Taeyong caminaba con Lady Wonyoung mientras ella le enseñaba el arte de la conversación. Lo obligó a intentar seducirla y llevarla a su cama. Como si él en realidad pudiese seducir a una mujer como Wonyoung. De todas maneras, disfrutó el sexo con ella, incluso si no estaba completamente hambriento, por lo que puso lo mejor de sí. Lo hizo terriblemente. Ella pareció encontrarlo adorable y lo recompensó con un beso.
En la guardia, los usuales sonidos de la rutina (el cambio de cazadores, las cenas programadas, incluso el aseo de los sirvientes) cambiaron al producirse un ajetreo en las actividades. Algo andaba mal. Se separó de ella.
—¿Qué sucede? —preguntó Wonyoung.
—Taeyeon y Joy están en camino hacia aquí, ambos están agitados—Él podía oír los rápidos latidos de sus corazones.
Joy se teletransportó a su lado y le lanzó una larga espada envainada a Taeyong.
—Tu turno.
¿Acaso este era un nuevo ejercicio en el entrenamiento? Era muy extraño que lo necesitaran durante su tiempo con Wonyoung.
—¿A qué te refieres? —preguntó mientras enganchaba la espada a su cintura.
Taeyeon corrió hacia el jardín con una armadura completa, pero sin estar en su forma íncuba—Se refiere a que el entrenamiento ha terminado, hay una batalla mayor librándose en California del Norte en estos momentos y te necesitamos allí. El propio Gran Rey ha ordenado que aparezcas en el campo.
La preocupación atravesó el rostro de Wonyoung.
—Necesitamos llegar a la academia. ¿Qué tan rápido puedes correr hacia allí conmigo? —preguntó Taeyeon.
—En menos de un minuto, si me esfuerzo —respondió. Taeyong supuso que podría ir aún más rápido, pero eso significaría consumir toda su energía.
—Es más rápido de lo que puedo volar. Vamos.
Taeyong alzó en brazos a Taeyeon y se dirigió hacia la academia. Para el momento en el que llegaron, Joy, quien se había teletransportado, estaba de pie esperándolos, sosteniendo dos grandes jarras llenas de sangre. Ella lo guió hacia la piedra que servía como tele puerto escondida en el sótano de uno de los dormitorios. Durante todos los meses de entrenamiento, Taeyong aprendió que Yoon Oh no tenía una piedra en su finca por razones de seguridad.
Aguardando en la piedra de la academia había veinticinco cazadores: cuatro equipos junto con Eunseok, el cazador caballero. Taeyong descubrió que era una marca especial de cazador que se especializaba en derribar diferentes monstruos, además de los vampiros.
Eunseok era un asesino de dragones. Verdaderamente un asesino de dragones. Sin embargo, debido a que los dragones estaban dormidos y raramente se despertaban, él era enviado a unirse a cualquier lucha que estuviera sucediendo. Algunos cadetes le habían dicho a Taeyong que Eunseok una vez fue un verdadero caballero durante la edad media, pero Taeyong era algo escéptico con respecto a eso.
Los aprendices adoraban molestarlo. Durante una semana entera lo mantuvieron convencido que Drácula era un vampiro real que seguía vivo. Yuta le dijo eventualmente que Drácula era ficción y disciplinó a los cadetes una vez que se enteró de lo que estaba sucediendo.
—No te molestes en arrodillarte ante nadie hasta el final de la batalla, y eres libre para tomar toda la sangre que necesites de nuestros enemigos —le dijo Taeyeon mientras chequeaba sus armas, asegurándose que todo estuviese en su lugar.
—Muchos de los cazadores y los íncubos que están luchando no saben quién eres, pueden intentar atacarte. Si lo hacen, sólo reagrúpate con nosotros —dijo Joy.
—Sí, Comandante —respondió él.
Joy se volteó para dirigirse al resto del grupo—Iremos preparados, los vampiros están en la piedra.
Todos los cazadores extrajeron sus armas y se colocaron en posición defensiva.
—Taeyong, teletransportarse la primera vez es duro, probablemente expulses tu cena—Ella levantó la jarra en su mano—Recupérate tan pronto como puedas. Teletransporte en tres, dos, uno—Ella puso su mano en la piedra y una luz verde brillante resplandeció a su alrededor.
Cuando se desvaneció, aparecieron en un patio sin techo, rodeado de paredes pertenecientes a una mansión moderna. El estómago de Taeyong se retorció y cayó de rodillas. Comenzó a vomitar sangre negra mientras los cazadores se movían alrededor del área, cercando a un puñado de vampiros que los habían estado esperando. Los sonidos de la batalla llenaron el aire.
Cuando finalmente terminó de vomitar sus tripas, tomó una de las jarras de sangre y se la tragó. Sus sentidos volvieron a él justo para mirar a un lord vampiro volando sobre su cabeza. Taeyeon expandió sus alas y se lanzó al aire, persiguiéndolo. Las dos criaturas desaparecieron por encima de la casa, fuera de la vista de Taeyong.
Taeyong contó ocho vampiros más proviniendo de la parte superior del techo, abriéndose camino hacia el patio. Uno saltó hacia abajo, se apresuró y clavó sus garras profundamente en el cuello de un cazador. Extrayendo su espada, Taeyong cortó al vampiro en dos antes que pudiera herir a alguien más. Nuevos gritos llamaron su atención, y se dio vuelta para encontrar a una mujer vampiro aferrándose al tobillo de un cazador y arrastrándolo lejos.
Se apresuró hacia el vampiro y la embustió con toda su fuerza. Ambos cayeron, pero Taeyong terminó encima de ella, sosteniéndola debajo de él. Ella siseó e intentó clavarle las garras, pero él la sostuvo con fuerza y la miró a los ojos.
—Pelea para mí. Mata vampiros.
Ella luchó al principio, pero era joven y no estaba a la altura de rivalizar con Taeyong. Su voluntad colapsó y él la liberó. Ella se puso de pie en un instante y se lanzó contra los otros vampiros, atacándolos. Taeyong repitió el proceso con un segundo vampiro: capturándolo y forzándolo a luchar contra su gente.
—No los controlaré por mucho tiempo —le dijo a Joy cuando se reunió con ella, quien había tomado una posición defensiva detrás de una maceta.
—Los mataré una vez que esté todo despejado —le dijo mientras le disparaba a la bolsa de sangre de un vampiro que se acercaba. Gritó y se retrajo— Tenemos esto bajo control. Ve al frente.
Taeyong asintió y se movió rápidamente a través de la casa (al ser propiedad de los íncubos, no necesitaba ser invitado para entrar) y hacia las puertas delanteras. Cuando salió, patinó hasta detenerse y jadeó. Nunca había visto algo como esto antes.
Yoon Oh le había dicho a Taeyong que los vampiros y los íncubos peleaban en batallas, pero siempre había asumido que serían escaramuzas o asaltos como el que había sucedido en la guardia. Esto no era nada como aquello. Esto era una guerra. Había miles de vampiros, íncubos y cazadores peleando. La batalla tomó lugar en los campos de viñedos, todas las uvas pisoteadas hasta ser destruidas por completo. Enormes pozos ardiendo iluminaban el campo. A cierta distancia, el espeso humo difuminaba las casas vecinas.
No muy lejos de él, un grupo de cazadores salió volando por los aires, lanzados por olas de vampiros que intentaban atravesar sus filas. Sus cuerpos se desplomaron como muñecas de trapo. Aquellos quienes no murieron inmediatamente, se teletransportaron de vuelta. Taeyong esquivó un cuerpo que volaba y se estrelló contra una pared con un enfermizo ruido.
Había grupos de cazadores en el techo arriba suyo, lanzando una lluvia de flechas y balas hacia los vampiros. En la distancia, observó un enjambre de murciélagos que rodeaban a un cazador, cada uno de ellos destrozando su piel. Cuando el cazador se tornó verde, para teletransportarse, los murciélagos se transformaron en un vampiro, quien arrancó el corazón del cazador y se volvió a transformar en el enjambre de murciélagos.
Lobos aullaron. Desde uno de los flancos, treinta o cuarenta lobos masivos aparecieron, más grandes y sarnosos de lo que Taeyong alguna vez había visto. Cambia—formas, luchando para los vampiros. Taeyong observó cómo destrozaban a cualquier cazador o íncubo que pudieran separar y sostener entre sus garras.
En lo alto, Lords íncubos y vampiros colisionaban en el aire. Cazadores e íncubos muertos cubrían el suelo, al igual que los vampiros descomponiéndose. El olor a sangre era áspero. Esta batalla se había prolongado durante un tiempo, y era surreal. El monstruo dentro de Taeyong despertó y una sonrisa cruzó su cara. Ambos juegos de colmillos salieron, sus ojos ardieron rojos y sus dedos se volvieron garras mientras agarraba fuertemente la espada. Impulsó poder a su velocidad y se unió al combate.
En menos de un minuto, había matado a cinco vampiros y apuñalado a tres más en sus bolsas de sangre. Ninguno lo había tocado. Se detuvo para deleitarse en su poder, sólo para sentir unas garras que habían penetrado su piel y se clavaban en la parte baja de su abdomen. Un vampiro se aferró fuertemente a una de sus bolsas de sangre y la apretó, haciéndola explotar.
—¿Qué dem..—Los ojos del vampiro se ampliaron al darse cuenta que Taeyong tenía cuatro bolsas de sangre dentro suyo.
Taeyong le respondió cortándole el brazo y luego su cabeza, en un solo movimiento. Sacó el brazo fuera de su cuerpo antes que se pudriera dentro de él. Porque eso sería malditamente asqueroso. Antes que tuviera la oportunidad de recuperarse de la herida, una pared a rayas de músculo y piel se abalanzó encima de él. Taeyong se derrumbó sobre la tierra y las uvas, la espada volando de su mano.
Rodó fuera del camino cuando las garras del tigre golpearon en su dirección, tan cerca que pudo sentir la ráfaga de aire que le siguió. El tigre, de abrasadores ojos amarillos, rugió y soltó un segundo golpe poderoso con sus garras. Este último golpeó a Taeyong de costado, rompiendo costillas, arrancando piel y haciéndolo rodar por el suelo. Su cuerpo se deslizó debajo de los pies de un vampiro y un cazador que estaban peleando, lo que los derribó. Los tres se volvieron una pila enredada de extremidades y armas. Rasguñaron y dieron zarpazos, intentando escapar uno del otro.
El vampiro, quién terminó arriba, impulsó una daga hacia el cazador. El cazador se teletransportó antes que le golpeara. Por desgracia, Taeyong estaba por debajo del cazador y recibió la daga en su pecho. Taeyong rugió y lanzó al vampiro lejos de él.
Tan pronto como se pudo levantar, fue tirado otra vez, sujetado debajo del gigantesco cuerpo del tigre. Sus garras se clavaron en sus hombros y sus dientes mordieron el collar de Taeyong al intentar roer su cuello. Su aliento cálido golpeaba contra la piel fresca de Taeyong.
Taeyong pateó y lanzó zarpazos, pero la piel del tigre era gruesa y no podía sacarse al gran gato de encima. Incapaz de causarle mucho daño al cuello de Taeyong, el tigre rastrilló una garra por el frente de Taeyong y mordió su hombro. Desesperado, Taeyong extrajo la daga que seguía clavada en su pecho y la condujo hacia el ojo del tigre. Este se tambaleó hacia atrás, llevándose un pedazo de Taeyong con él. Rugió, escupiendo el trozo de carne que una vez fue el deltoide de Taeyong y ahora estaba pudriéndose.
El orgullo de Taeyong recibió un golpe cuando se admitió a sí mismo que esta era una lucha que no podía ganar. Su abdomen estaba sangrando debido a la bolsa de sangre que el vampiro le había explotado, tenía cortes profundos y una herida de puñalada en su pecho, además le faltaba la mitad de un hombro. Taeyong necesitaba tiempo para recuperarse.
Cuando el tigre arremetió contra él, Taeyong le dio a su velocidad todo el poder que pudo reunir y corrió como los mil demonios. Polvo voló sobre los aires mientras las patas del tigre caían sobre la tierra, intentando redirigir su ataque, pero no había nadie allí contra el que luchar; Taeyong estaba ya lejos.
Se retiró hacia el tele puerto de piedra, tomó una segunda jarra de sangre y se la tragó. Joy cortó la cabeza de uno de los vampiros que estaba bajo su poder.
—Te ves como la mierda.
—Tigre —dijo Taeyong, su voz cruda debido a las marcas de mordidas del tigre alrededor del collar.
Taeyong miró hacia arriba y tuvo una idea, pero esperó unos momentos antes de decirla en voz alta, dándole tiempo a su cuerpo para reparar su brazo y cerrar sus heridas—¿Puedes bajar a uno de esos Lords del cielo?
Joy alzó una ceja—¿Crees que puedes enfrentarte a un Lord?
—No lo sé, supongo que averiguaremos si tu entrenamiento sirvió de algo — respondió Taeyong con una sonrisa.
—El entrenamiento estuvo bien, es el estudiante del que estoy dudando. Él acaba de ser machacado por un tigre cambia—formas —dijo ella, devolviéndole la sonrisa.
Taeyong frunció el ceño. Ella lo ignoró y convocó a los otros guardias, dándoles rápidas órdenes. Su grupo aguardó pacientemente hasta que un Lord vampiro sobrevoló sus cabezas. Todos los cazadores movieron sus brazos y cadenas bañadas en plata provenientes de dispositivos escondidos debajo de sus mangas salieron disparadas hacia el cielo. Tres de ellas golpearon su objetivo y atraparon al Lord.
Los cazadores fueron levantados del suelo cuando el Lord intentó escapar volando. Taeyong tomó una de las cadenas de plata para ayudarlos, quemando su mano en el proceso.
—Me comprarás guantes después de esta batalla —le dijo a Joy mientras jalaba fuertemente, enviando al lord en picada hacia el suelo.
El vampiro luchó por levantarse mientras los cazadores le disparaban más cadenas de plata. Taeyong saltó encima del Lord, llevando sus rodillas hacia su abdomen. El lord siseó y lanzó lejos a Taeyong como una muñeca. Maldición, este hijo de puta era fuerte.
El Lord empujó las cadenas, enviando a los cazadores de fauces al suelo. Taeyong recibió un pequeño corte cuando Eunseok rebanó una de las alas del lord con su espada y aporreó su escudo contra la parte trasera de la cabeza del vampiro, dejándolo aturdido por unos momentos.
Taeyong no le dio la oportunidad de recuperarse. Llevó su pie hacia la parte de atrás de la rodilla del Lord, cuyas piernas colapsaron debajo de él haciéndolo quedar nuevamente sobre el suelo.
Esta vez, Taeyong estuvo sobre él más rápido. Lo tomó por el cabello y lo miró a los ojos—Lucha para mí.
Los cazadores en el área se quedaron quietos mientras esperaban a ver si Taeyong realmente podía compeler a un lord.
—¿Qué eres? —preguntó el lord mientras luchaba contra la voluntad de Taeyong.
—Un íncubo —respondió con un guiño— Ahora, lucha para mí —repitió la orden y tocó al Lord, dándole el empujoncito justo a sus emociones para que se quisiera rendir a su control.
El Lord perdió la batalla de voluntades y ahora pertenecía a Taeyong... siempre y cuando pudiera mantener su enfoque, pero le estaba tomando la mayoría de su concentración mantener el control.
—Lo tengo —le dijo Taeyong a los cazadores. Ellos liberaron al lord de sus cadenas.
—Mata a los otros señores —ordenó Taeyong. El ala del vampiro se enmendó ante sus ojos y volvió a los cielos.
Joy agarró la espada de un cazador muerto y se la lanzó a Taeyong—No te tomó mucho tiempo perder tu arma.
Taeyong la cazó del aire y la envainó—Te lo dije... tigre.
Ella señaló hacia la mansión vecina—Ve a despejar el barrio vecino. Está lleno de vampiros y no podemos entrar.
Taeyong entró en velocidad y deseó no tener que enfrentarse a nada muy desafiante. Si algo lo golpeaba lo suficientemente fuerte, perdería al lord que luchaba para él.
En su camino hacia la casa, vio a Yuta peleando en el suelo, con su tamaño completo y enfundado en su armadura de grueso metal. Trozos de vampiros se apilaban a sus pies. Atravesó a un vampiro a la mitad con su espada de doble filo y luego se encaminó hacia el aire para enfrentarse a un lord.
Taeyong saltó una cerca y corrió hacia un par de puertas dobles destrozadas. Percibió siete vampiros en la casa. Se chocó contra una pared invisible al intentar entrar y se cayó sobre su trasero, gruñéndole al aire. Uno de los humanos dueños de la casa debía seguir vivo. Los vampiros que ya estaban allí probablemente habían forzado a uno de los dueños para que los invitara antes de matarlos.
Extendió sus sentidos y olio a una aterrorizada humana al otro lado de la casa. Se apresuró hacia esa dirección. La chica, una adolescente, estaba en medio de un grupo de cuatro cazadores que estaban luchando contra un vampiro. Los cazadores se veían algo diferente de los que normalmente él veía. Este equipo tenía uniformes combinados, capas negras con capucha y máscaras oscuras que cubrían sus bocas y narices. Todos ellos luchaban con gran agilidad. Se veían como un grupo de asesinos. No hablaban mucho, pero cuando lo hacían se comunicaban en japonés entre ellos y en inglés con sus comunicadores.
¿Habrían sido convocados aquí desde Japón? Taeyong no estaba seguro del rango de los tele puertos, pero quizás podrían trasladar a alguien alrededor del mundo en lo que dura un parpadeo.
Mientras observaba cómo derribaban al vampiro y atrapaban a un segundo que había entrado en el área, se preguntó si estarían protegiendo a la chica porque se preocupaban por ella, o lo hacían para mantenerla viva y evitar que otros vampiros pudieran entrar a la casa. O ambos.
Antes que Taeyong lograra oírla, una estaca pinchó una de sus bolsas de sangre por atrás. Taeyong rugió al voltearse y arremetió contra el cazador que lo había apuñalado. El cazador lo esquivó y salió de su camino. Era pequeño y rápido. Se veía como un quinto miembro del grupo de asesinos, excepto que su máscara era roja. Taeyong supuso que probablemente sería su líder.
Dejando la estaca clavada en la espalda de Taeyong, el asesino llevó una mano debajo de su capa, extrajo una granada de plata y se la lanzó a Taeyong mientras se tumbaba alejándose. Taeyong la atrapó en el aire y la lanzó hacia el otro vampiro que el equipo estaba combatiendo, cubriendo al primero en polvo de plata. Los cazadores asesinos tomaron la oportunidad para atravesar a la criatura con una estaca y matarla.
El líder enmascarado en rojo se teletransportó. Su tele puerto era diferente: se fundió en un brillo blanco, no verde. Y ahora, Taeyong ya no podía percibirlo. Maldición. No tenía tiempo para esta clase de mierda.
Se acercó a los cazadores y estrellas voladoras fueron hacia él. Las esquivó con facilidad, sólo para sentir un filo quemando en su espalda. El líder había llevado la daga a sus costillas, el arma bañada con el líquido ardiente que ralentizaba su sanación.
Hijo de puta.
Taeyong puso una mueca al intentar extraer la daga de su espalda, pero no pudo alcanzarla. Invirtió más poder en su velocidad, corrió hacia un cazador muerto y agarró el comunicador de su cuerpo. El asesino se teletransportó detrás de él. Taeyong rodó hacia un lado cuando el hombrecillo trató de apuñalarlo con una nueva daga. ¿Cuántas malditas armas tenían esta pequeña mierda?
Una cadena de plata pasó volando cerca de él. Taeyong estaba haciendo lo mejor que podía para esquivar estos ataques, pero el grupo era rápido. El cazador en su trasero tenía reflejos más rápidos que Joy, y los otros cuatro definitivamente eran expertos.
Taeyong presionó un botón en el comunicador.
—Por el amor de dios, por favor díganles a estos cazadores en el lado sur de esta mansión rosa que me dejen de atacar.
Lanzó el comunicador y esperó que funcionara. Un pequeño cuchillo volador se clavó en su abdomen y perforó otra bolsa de sangre. Taeyong lo extrajo y tejió hilos rojos de energía para sanar la herida y prevenir que la sangre saliera a borbotones.
Aún envenenado con la daga en su espalda, le tomó más tiempo de lo normal. Tres de sus bolsas de sangre habían salido dañadas en esta pelea. Había dejado de sangrar en dos, pero la estaca todavía estaba clavada en una. Necesitaba más sangre. Y pronto. Su concentración flaqueó y sintió al lord vampiro luchando en su contra, intentando liberarse.
El asesino líder enmascarado en rojo apareció frente a él y Taeyong apenas se movió lo suficientemente rápido para evitar que le clavara una estaca en el corazón.
Una voz femenina se escuchó por la pieza en el oído del cazador—: A todos los guerreros, se les avisa que hay un vampiro luchando en nuestro bando. Cabello marrón, ojos plateados, un metro ochenta. Lleva un collar y está armado con una larga espada de plata. Por órdenes del Gran Lord General, no debe ser atacado.
Taeyong forzó a sus ojos a pasar del rojo al plateado.
El líder se congeló, sus ojos se ampliaron.
—Sí, estoy de tu lado. Saca tu maldita daga de mi espalda —dijo Taeyong y alejó con un golpe la estaca que el cazador estaba sosteniendo.
El asesino se teletransportó detrás de él y extrajo de un tirón tanto la daga como la estaca. Taeyong gruñó y forzó a sus heridas a cerrarse. Sangre. Necesitaba sangre. Taeyong se acercó al grupo de cazadores. Habían oído la orden, pero todas sus armas lo apuntaron de todas maneras.
Él las ignoró y fue por la muchacha. Ella estaba aterrada de él y él difícilmente la culpaba: estaba cubierto de sangre, la mayoría suya propia, su camisa estaba hecha jirones gracias al tigre y tenía crudas cicatrices rosadas alrededor de su cuello y pecho. Sin mencionar sus garras y colmillos. Tomó una profunda respiración y obligó a su lado vampiro a desaparecer.
Cuando Taeyong dio un paso hacia ella, la joven retrocedió, chocándose contra un cazador. Antes que ella pudiera asimilarlo, Taeyong se movió hacia ella y puso su mano en su rostro. No podía compelerla en esos momentos porque no quería arriesgarse a perder el control que tenía sobre el Lord, pero poseía otras formas de conseguir lo que quería.
—No debes temerme, querida. No te lastimaré —dijo, usando sus habilidades de íncubo para envolver cierto control a su alrededor. La muchacha se relajó— ¿Está bien si entro a tu casa?
—Sí —dijo ella asintiendo.
Esa era la única invitación que Taeyong necesitaba. La soltó y expandió sus sentidos.
—Eres un íncubo—dijo el asesino líder. No era una pregunta.
Taeyong asintió y dejó que su lado vampiro saliera otra vez.
—Hay cuatro vampiros en planta baja, tres arriba. Dame tres minutos y despejaré todo.
Taeyong extrajo su espada y concentró todo el poder que le quedaba en su velocidad. Se disparó hacia dentro de la casa, directo al primer piso, pasando sobre los cuerpos de por lo menos ocho cazadores y los padres de la joven en su camino.
Se movió con tal velocidad que los primeros dos vampiros ni siquiera llegaron a verlo cuando les arrancó las cabezas. El tercero, un poco más rápido, lazó un zarpazo al hombro de Taeyong. Éste lo aporreó contra la pared y hundió sus colmillos en el cuello del vampiro. Lo drenó rápidamente y el vampiro cayó sin fuerzas. No estaba muerto permanentemente, pero de seguro así se veía. No volvería a levantarse hasta que alguien lo alimentara con sangre.
Con cuatro vampiros más de los que ocuparse, saltó por el hueco de la escalera directamente hacia un vampiro que estaba debajo. Levantó su espada y rebanó su cuerpo en dos. Los dos vampiros jóvenes que esperaban allí se alejaron varios pasos y sus ojos se ampliaron al ver a Taeyong.
—Muerte —jadeó uno. Ambos huyeron de él, fuera de la casa.
Su aura. Tenía que ser eso.
Otros se habían protegido de él también, pero sus acciones se perdieron en el fervor de la batalla. Ahora era un problema. Necesitaba encontrar alguna forma de suprimir su aura. No que tuviera el tiempo para hacerlo ahora.
El último vampiro, en la parte trasera de la casa no huyó cuando Taeyong entró a la habitación. En cambio, estaba listo con la espada en mano. Cargó contra Taeyong, quien desvió el filo con su muñequera y respondió con su espada. El habilidoso vampiro lo bloqueó. Ambos se batieron a duelo.
Taeyong era más rápido y tenía más poder crudo, pero este vampiro tenía experiencia con su espada y desviaba cada uno de sus ataques. El combate se extendió a lo largo de varios minutos hasta que un brillo blanco apareció detrás del vampiro. El asesino con máscara roja clavó una estaca en la espalda del vampiro. Antes que el cuerpo tocara el suelo, Taeyong tenía sus colmillos en su cuello, recuperando más de la sangre que había perdido.
El cazador observó mientras se alimentaba, estudiando el collar y las muñequeras de Taeyong—Tardaste más de tres minutos.
Taeyong dejó caer el cuerpo y frunció el ceño hacia el cazador—No seas tan duro conmigo, esta es mi primera batalla real. El resto de la casa está despejada.
El cazador empujó hacia abajo su máscara roja, pero se dejó su capucha puesta, revelando sus rasgos japoneses. Se veía joven, tal vez dieciocho años. Taeyong supuso que sería mayor de lo que aparentaba dadas sus habilidades y su rango. Taeyong fácilmente le sacaba una cabeza y triplicaba su masa, pero incluso mientras superaba al pequeño cazador, se sintió extrañamente atraído al hombrecillo.
Culpó a su lado íncubo por eso. Algunos días quería follarse a cualquiera que pasara y necesitaba de todo su autocontrol para calmarse. El cazador asesino extendió su mano.
—Comandante Shohei de la Casa Kōki.
Ningún cazador le había ofrecido a Taeyong su mano, y los íncubos no se saludaban de esa manera. Taeyong sonrió y sacudió su mano cuidadosamente para que sus garras no lo rasguñaran.
—Taeyong, el vampiro íncubo.
Shohei soltó una risita.
—Eso es nuevo. ¿Dónde te han estado escondiendo?
Era horriblemente inquisitivo para un cazador y mucho más hablador de lo que Taeyong hubiera creído que fuera. Siempre se había imaginado que los asesinos serían del tipo... taciturnos.
—El Lord General Yoon Oh es mi Amo —dijo, tocándose el collar.
Taeyong no estaba seguro si debía decirle eso, pero nunca se le había ordenado que no lo hiciera y en esos momentos, sinceramente no le importaba.
Golpe.
Maldición. Sentimientos de placer surgieron en Taeyong al sentirse atraído a la fuente.
—Hablando de Roma... por favor, discúlpame —dijo Taeyong. Shohei asintió mientras Taeyong corría fuera de la casa.
30
Taeyong se abrió camino a través de los jardines que servían como parte del campo de batalla, matando a un puñado de vampiros que se interpusieron en su camino y esquivando a un par de cazadores que intentaron atacarlo.
Golpe. Golpe. Golpe.
Había más de un íncubo emitiendo esos ruidos sordos. Los vampiros alrededor de Taeyong se pausaron cuando la sensación también los invadió. Muchos de ellos cayeron ya que tanto cazadores como íncubos tomaron ventaja de la situación. Taeyong continuó hasta que vio a Yoon Oh.
Estaba en el balcón del segundo piso, observando la batalla. A su alrededor había comandantes y otros íncubos de importante apariencia. Dentro de la casa, Taeyong pudo ver lo que parecía un centro de control móvil, completo con despachantes delegando información.
Yoon Oh, totalmente en su forma íncuba, usando la iridiscente armadura con pinches, se veía intimidante y magnífico. Sus alas estaban extendidas detrás de él y Taeyong observó cómo empalaba a un vampiro a través de su abdomen con su masiva espada y pateaba al cuerpo fuera del balcón. Tres íncubos pequeños estaban a su lado. Todos ellos tenían los ojos cerrados.
Golpe. Golpe. Golpe.
Un Lord vampiro chocó contra uno de los íncubos, aplastándolo. Luego desgarró el rostro de un segundo íncubo. Taeyong cruzó la distancia remanente y saltó hacia el Lord. Aterrizó a sus espaldas y arrancó una de sus alas. El Lord lanzó un alarido, agarró a Taeyong por los brazos y lo lanzó tan lejos a través del campo de batalla que quedó cerca de la casa vecina.
Taeyong rebotó hacia un grupo de cazadores que se teletransportaron antes de chocar contra él. Se precipitó a través de las vides antes de chocar finalmente contra un pequeño muro de contención. Para el momento en que Taeyong regresó, el Lord estaba entrelazado en una lucha con Yoon Oh.
Yoon Oh golpeó la empuñadura de su espada a lo largo del rostro del vampiro y luego extendió el brazo para una estocada. El Lord cayó bajo el control de Yoon Oh durante un momento. Joy se teletransportó y le clavó una estaca en el corazón.
—¿Tú no tienes que despejar algunas casas? —le preguntó Yoon Oh cuando Taeyong saltó hacia arriba.
Yoon Oh no esperó que Taeyong respondiera. Se volvió y ladró órdenes al grupo de cazadores que estaba en el techo, cubriendo el lado norte de la casa.
Yoon Oh podía haber estado ocupado comandando una batalla, pero Taeyong no lo había visto en cuatro meses. El caos se sucedía a su alrededor: varios despachantes gritaban la información todos al mismo tiempo, un cazador apareció de la nada para dar un reporte, sanadores se apresuraron para ayudar al íncubo que había sido herido por el Lord y la batalla rugía debajo de ellos, pero Yoon Oh, el Gran Lord General, no estaba amilanado por nada de la locura.
Taeyong observó mientras Yoon Oh procesaba cada parte de la información que le daban y, de una forma casi desapasionada, derivaba nuevas órdenes. En calma. Sereno.
Yoon Oh dio un paso al costado cuando una flecha desviada pasó volando por su cabeza y luego atravesó una misiva que un despachante le había entregado. Él de ninguna manera reconoció ni pareció notar que recién se hubo apenas alejado del camino de la muerte.
¿Cómo era que este hombre podía llenar a Taeyong con tanto miedo y deseo al mismo tiempo?
Taeyong reluctantemente se separó y se alejó para despejar la otra casa. No le llevó mucho tiempo; los dueños de la casa estaban muertos y sólo había un par de vampiros aún vivos dentro. Para su sorpresa, un grupo de cadetes de Ashwood con los que él había entrenado un par de veces, había quitado a los vampiros. Estaban todos exhaustos, también era su primera batalla, pero se manejaron bien, a pesar de que tuvo la sensación que no deberían estar allí.
Golpe.
Maldito infierno. Taeyong regresó al balcón, agachándose sobre la gruesa barandilla de piedra.
—Sigues golpeando y no seré capaz de mantener el control sobre ese Lord vampiro —dijo Taeyong, señalando al cielo.
Yoon Oh envió una orden a través de su comunicador para Yuta y otro guerrero íncubo, cuyo nombre Taeyong no reconoció, para que eliminaran a un grupo de vampiros que intentaba destruir la piedra que servía como tele puerto. El general verificó el tiempo, aún les quedaba un largo camino hasta el amanecer, y entonces observó durante un momento cómo el vampiro Lord compelido luchaba contra otro de su raza en un combate aéreo. Yoon Oh parecía estar sopesando qué era más importante: la distracción que sus golpes le causaba a algunos de los vampiros más débiles o tener al Lord luchando en su bando.
—Detendremos los golpes por ahora —dijo, una vez hecha su elección.
Dos íncubos con sus armaduras completas bajaron del cielo y aterrizaron al lado de Yoon Oh. Uno era Jeno, cuya forma íncubo medía sólo un metro ochenta en ese momento, pequeño para un guerrero íncubo, y el otro tenía que ser un hijo de Yoon Oh también. Su rostro y cabello se veían exactamente como los de su padre, a excepción que sus cuernos se curvaban hacia adelante, no hacia atrás, terminando en aterradoras puntas, de un color verde oscuro, no violeta. Medía cerca de los dos metros y medio en su forma completa, más alto que Yoon Oh.
Taeyong podía percibir lo poderoso que era.
—Hemos eliminado su ruta de refuerzos —dijo al aterrizar. Tenía una pizca de acento ruso.
—Bien. Sunoo, únete a los cazadores en la...
—¡Señor! —Un despachante lo interrumpió— El velo que cubre el sur está fallando. Un humano acaba de llamar a emergencias reportando sonidos de la batalla.
—Ve y ocúpate de eso entonces —le dijo a Sunoo— Luego únete al Ashwood Azul y flanquea a esos lobos. Necesitamos que retrocedan. Jeno, reagrúpate en la batalla principal.
Sunoo. Wonyoung lo había mencionado una vez. Era un general por mérito propio, escogido para reemplazar a Yoon Oh si alguna vez caía. Tenía la tarea casi imposible de intentar luchar contra los vampiros en Rusia. El hijo mayor salió volando mientras Jeno daba un paso hacia adelante, posicionándose al lado de Taeyong.
—Veintitrés —dijo, informándole a Taeyong el número de vampiros que había matado.
Taeyong estrechó sus ojos y gruñó, no quería ser arrastrado dentro de un juego tan ruin y cliché. Y, sin embargo, no lo podía evitar.
—Catorce, pero llegué tarde— Un Lord vampiro cayó de los cielos y aterrizó sobre la tierra debajo del balcón. El lord controlado por Taeyong cayó encima y comenzó a alimentarse—Sin incluir a los que él ha matado —continuó Taeyong.
—Esos no cuentan.
Taeyong le frunció el ceño y saltó hacia abajo. Tenía algunas cosas con las que ponerse al tanto. Jeno lo siguió detrás, claramente determinado a no dejar que Taeyong lo superara en números. Ambos se estrellaron contra los vampiros, eliminando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Taeyong incluso mató a un par de lobos cambia—formas. Para su decepción, no fue capaz de encontrar al tigre. O había muerto y regresado a su forma humana, o se había alejado del frente del viñedo.
La batalla rugió por horas.
En un momento durante la noche, Taeyong se alejó del combate y encontró un lugar vacío alrededor de la parte trasera de la casa. Llamó al Lord compelido. Este aterrizó, temblando, aun intentando liberarse.
—¿Sabes cómo suprimir un aura? —le preguntó Taeyong, una vez que estuvo seguro que nadie los escuchaba.
—Sí.
—¿Cómo?
—Libérame y te enseñaré.
—No. Me lo enseñarás ahora —dijo Taeyong, vertiendo poder detrás de su orden.
El Lord gruñó. Levantó la muñeca frente a Taeyong.
—Mi sangre te lo mostrará.
Taeyong tomó su muñeca y clavó sus colmillos en ella. Cuando la poderosa sangre ingresó a su cuerpo, comenzó a ver cosas... recuerdos en la sangre. Vio al Lord aprendiendo a ocultarse de otros vampiros. No poseía un aura de muerte como Taeyong, más bien suprimía su poder para que los vampiros más jóvenes no se vieran abrumados por él.
El entendimiento llegó a Taeyong, y supo lo que debía hacer ahora. Buscó dentro de él hasta sentir el aura fluyendo en su cuerpo, entonces la apagó. Retiró sus colmillos y lamió la herida para cubrir las marcas de la mordedura.
— ¿Aún sientes el aura de muerte a mi alrededor? —El vampiro lord sacudió su cabeza. Había funcionado— No le digas a nadie lo que te pedí. Regresa a la batalla.
Cuando Taeyong volvió a la batalla, ninguno pareció haber notado su falta. Unas horas antes del amanecer, las fuerzas vampíricas se retiraron. Taeyong, al haber soportado tantas heridas durante la lucha, llamó al Lord compelido y bebió de él hasta casi dejarlo seco. Después que el Lord cayera inconsciente, le cortó la cabeza.
Taeyong no estaba del todo seguro de qué debería estar haciendo ahora que la batalla había terminado. Extendió sus sentidos y escuchó hacia el balcón donde el puesto de control móvil de Yoon Oh estaba montado. El general estaba ocupado impartiendo órdenes y Taeyong sólo se interpondría en su camino. Sí escuchó que Yoon Oh ordenaba la evacuación de su finca para el siguiente anochecer. Ésta estaba en territorio vampiro y las pérdidas que habían sufrido no hacían que valiera la pena mantener el lugar para otra batalla. Viéndolo así, se trataba de una victoria para los vampiros... pero bastaba una mirada alrededor para que Taeyong creyera que el otro bando tampoco había ganado. Ambos habían sufrido pérdidas masivas.
Taeyong entró a la casa. Los sonidos y olores del sexo estaban impregnados a todo su alrededor. Los íncubos heridos estaban follando para poder sanar. Sus compañeros eran en su mayoría cazadores. Ser un cazador era un trabajo de mierda. Algunos días mataban vampiros, otros días se tiraban a sus jefes para sanarlos. Y hoy, para un puñado de ellos, ambas cosas ocurrieron. Por lo menos cada uno parecía saber para lo que se habían alistado y habían tenido una elección en el asunto.
Taeyong acarició las muñequeras que servían como recordatorio que él no era nada más que un esclavo cuyas elecciones le habían sido arrebatadas. Encontró un baño, se arrancó lo que quedaba de su destrozada remera y se miró en el espejo. Había sangre pegada a su piel y sus ojos estaban rojos, sus colmillos largos y preparados. La batalla lo había excitado más de lo que debería.
Él sabía que era un monstruo, pero maldición, ¿realmente tenía que disfrutar tanto al matar? Taeyong, incapaz de forzar a su lado vampiro a ocultarse, se lavó la cara y las garras cuidadosamente, sólo para limpiarse un poco.
Al salir del baño, vio a tres íncubos muertos que habían sido arrastrados hacia la sala de estar. Los reconoció gracias a las fotos que Wonyoung le había mostrado. Eran el señor y la señora de esta finca, junto con su hija. Sus cuerpos olían como si hubiesen estado muertos hacía horas. Debieron ser asesinados durante el ataque inicial. Tal vez así fue como comenzó esta batalla.
Mientras estaba allí de pie, Taeyong pudo oír el canto nuevamente. Ni siquiera había llegado el amanecer. Y no estaban bajo la custodia de Yoon Oh, lo que significaba que quien fuera que estuviese cantando, estaba aquí.
Determinado a encontrarla, abandonó la sala de estar y se movió hacia la voz. La siguió por las escaleras y hacia un ala abandonada de la casa donde se topó con unas puertas dobles de madera. Fuera quien fuese que estaba cantando, estaría en la habitación detrás de ellas.
Finalmente. Respuestas.
Abrió las puertas y echó un vistazo alrededor.
No había nadie.
Dentro, el diseño era semejante a un santuario. Velas apagadas delineaban las paredes. Divanes de felpa y almohadones cubrían la mayor parte del suelo. En la otra punta de la habitación, la pared estaba pintada con elaborados símbolos que Taeyong no reconocía. Había una estatua de mármol de cuerpo completo de la diosa íncubo, Ilertha, en el centro contra la pared del fondo. A sus pies había ofrendas de incienso, oro y varios dijes. La habitación entera parecía pensada para alabarla. Taeyong pudo oler que mucha copulación había sucedido aquí.
¿Era así como la adoraban?
Taeyong no podía alejar sus ojos de la estatua; era hermosa.
Y le estaba cantando a él. La estatua no se movía, pero aun así la canción provenía de ella.
Taeyong entró a la habitación y se detuvo frente a ella. Inclinó su cabeza y tragó profundamente. La música lo emocionaba.
—¿Por qué me cantas? —preguntó, su voz apenas un murmullo.
No hubo otra respuesta más que la canción.
El mundo a su alrededor se desvaneció y Taeyong dejó que la tranquilidad que le sobrevino lo inundara. Lo calmó, la excitación de la batalla desapareció y su forma de vampiro se hizo a un lado derritiéndose. Se perdió en la voz.
La siguiente cosa que supo era que había una mano sobre su hombro. Taeyong parpadeó fuertemente al salir del trance, pero el canto no se detuvo. Yoon Oh estaba de pie a su lado. Estaba en su forma humana pero todavía llevaba su armadura, la cual se había encogido para caber en su tamaño humano, probando sin alguna duda que el metal estaba recubierto de magia.
Joy estaba en la puerta, su piel cubierta de rasguños y moretones, y se veía exhausta. Taeyong percibió un par de grupos de cazadores esperando en el pasillo. ¿Acaso esperaban que él diera pelea?
El sol saldría pronto. ¿Cuánto tiempo había pasado allí de pie? Por lo menos una hora. Se sentía como si sólo hubiesen pasado minutos.
Taeyong se hincó de rodillas ante Yoon Oh.
—Nos tomó un tiempo encontrarte, pensamos que habías huido —dijo Yoon Oh.
—No Amo, no hui.
—¿Por qué estás aquí? Puedes ponerte de pie.
Taeyong alzó la mirada a la estatua al levantarse—Ella me está cantando. ¿Puedes oírlo?
Yoon Oh sacudió la cabeza—No, pero he leído bastantes informes que decían que has estado preguntando por el canto. ¿Puedes repetir la canción?
Taeyong asintió. Estaba feliz que Yoon Oh no estuviera burlándose de él y no creyera que estaba volviéndose loco. Comenzó a cantar junto con la voz. Era la misma canción cada noche y él la había memorizado. A pesar de que no tenía idea lo que significaba, ya que era un idioma que no hablaba.
Yoon Oh sonrió—Esa es una canción de cuna íncuba que le cantamos a nuestros hijos. La estas cantando en nuestra lengua antigua.
—¿De qué trata? —preguntó Taeyong.
—Es acerca de un niño perdido quien viaja lejos y tiene muchas aventuras antes de reunirse con su familia un día.
—Señor, el sol saldrá en menos de dos minutos —dijo Joy.
Yoon Oh se movió detrás de él—Hay un ataúd en la sala para ti.
—¿Un ataúd? ¿En serio? —Taeyong preguntó mirando a Yoon Oh.
—El tele puerto ha sido gravemente dañado. Tenemos que hacerte regresar al este. Tenemos mejores contenedores a prueba de luz para los vampiros, pero ninguno de ellos se encuentra en esta finca, así que tendremos que apiñárnosla con un ataúd—Yoon Oh le sonrió maliciosamente—No te preocupes... nunca antes ha sido usado.
Taeyong respiró profundamente. Se quitó el cinturón con la espada y se lo entregó a Joy, entonces entró a la sala. Todos los cazadores que estaban allí se veían tan cansados como Joy.
Taeyong se metió en el ataúd y esperó a que el sol saliera. Yoon Oh estaba de pie sobre él y presionó una mano contra el pecho desnudo de Taeyong. Como siempre, su mano contra su piel se sintió tan malditamente bien.
—Lo hiciste bien esta noche —dijo Yoon Oh.
Taeyong intentó sonreír, pero el sol salió y él quedó dentro como un cadáver.
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