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𝓒 (5) 🕯️ 𝓙𝓪𝓮𝓨𝓸𝓷𝓰


Capítulos

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31

Taeyong despertó en su habitación. En la mesilla de noche al lado de su cama había una pequeña caja con un lazó que la envolvía. La abrió y dentro había un par de guantes de cuero sin dedos con una nota que decía:


Disfrútalos.

—Joy


Taeyong sonrió.


Se duchó y vistió, luego tomó El Libro de los Cinco Anillos para leer mientras esperaba a ser convocado. Diez minutos después, nadie había venido a buscarlo. Algunas noches eso sucedía. A él no le importaba, significaba más tiempo para leer.


Tres horas después, olió la esencia de Yoon Oh fuera de su habitación. Bajó el libro y se arrodilló mientras Yoon Oh entraba. Estaba nuevamente con su vestimenta habitual: un traje entallado. Taeyong no pudo evitar notar lo bien que le quedaba. Yoon Oh cerró la puerta detrás suyo y estudió a Taeyong en silencio por un par de minutos.


Taeyong sonrió levemente cuando se dio cuenta de lo que estaba esperando Yoon Oh.


—¿Puedo tomar sangre, Maestro? —Había pasado un tiempo desde que había pedido sangre de esta manera porque incomodaba a Wonyoung y ella era la que lo alimentaba la mayoría de las noches.


—Puedes —dijo, y extrajo su teléfono para pedir un poco.


—¿Maestro...?


Yoon Oh pausó la llamada— ¿Sí?


—No quiero matar a nadie en realidad. ¿Puedo tomar sangre embotellada o simplemente no matar al humano? —Taeyong no estaba seguro si Yoon Oh le concedería la petición.


Mientras luchaba, disfrutó la emoción que las matanzas le causaban. Realmente se deleitaba en ella. Aun quería sangre fresca pero un humano que ni siquiera podía resistirse y luchar... había llegado a odiar la idea desde que había aprendido a detenerse cuando se alimentaba. Incluso el vampiro bajo su piel quería un reto.

Yoon Oh asintió y levantó el teléfono hacia su oído—Un cuarto de sangre, a la habitación de Taeyong—Colgó—Levántate.


Taeyong así lo hizo.


Yoon Oh lo rodeó, estudiándolo—Quítate la remera —le ordenó. Taeyong se la quitó y Yoon Oh pasó un dedo sobre su hombro, donde el tigre lo había mordido. La piel aún se veía algo rosada, pero se había reparado— Has sanado bien.


—¿Cuánto tiempo ha pasado desde la batalla? —preguntó y lanzó la remera hacia la cama.


—Tú dímelo.


Esa siempre era una difícil para Taeyong. Sus bolsas de sangre, con todo el daño que habían sufrido, estaban completamente sanas. Le quedaban un par de cicatrices, y estaba lo suficientemente hambriento que quería más sangre, pero no tanto como debería estarlo considerando todas las curaciones que su cuerpo tuvo que realizar, lo que significaba que probablemente había sido alimentado por vía intravenosa en algún momento. Podían ser dos días o dos semanas por todo lo que sabía.


—No estoy seguro —admitió— No sé cuándo sanaron todas estas heridas.


Yoon Oh pasó sus dedos a lo largo del estómago de Taeyong; el toque electrificó sus nervios y fue directamente a su miembro—Tienes otra forma de medir el tiempo.


Ah, su soavik, sabía cuánta cantidad exacta su cuerpo usaba cada día—Seis días.


—Correcto—Yoon Oh parecía complacido.


—¿Por qué me mantuvieron inconsciente tanto tiempo? ¿Hubo un nuevo consejo acerca de lo que será de mi destino?


—Sí.


Hubo un golpe en la puerta. Yoon Oh la abrió, tomó la botella de sangre del cazador y se la entregó a Taeyong. Taeyong quería saber qué decisión se había tomado con respecto a su futuro, pero primero bebió la sangre.


Yoon Oh esperó para hablar hasta que Taeyong hubo terminado de beber—Tu desempeño fue admirable, mejor que lo que yo anticipé después de sólo cuatro meses de entrenamiento. Pero ya debería saber a estas alturas que no debo subestimarte. Compeler al Lord vampiro fue algo extraordinario y completamente inesperado, pero lo más importante es que mataste a más vampiros esa noche que cualquier otra persona. Estoy extremadamente orgulloso de ti.


Taeyong no pudo evitar sonreír. Se recordó a sí mismo por enésima vez que no debería ser tan malditamente ruin, pero deseó que Jeno hubiese estado por ahí para escuchar eso.


—Tus acciones no pasaron desapercibidas. Los rumores acera de ti y lo que eres comenzaron a volar ni bien terminó la batalla. El Gan Rey anuló su orden de mantenerte en secreto y ahora cada miembro de nuestra sociedad sabe que un vampiro íncubo existe y está luchando de nuestro lado.


—¿Eso es bueno o malo?


—Un poco de ambas. El odio a los vampiros corre profundo entre mi gente y muchos piensan que debes morir ahora antes de que tengas una oportunidad para traicionarnos. Otros están bien contigo siempre y cuando continúes siendo un esclavo, y luego están esos quienes sienten, al igual que Lady Wonyoung, que debes ser aceptado como un íncubo sin restricciones.


Taeyong acarició su collar ausentemente—¿Y tú crees que debo ser un esclavo?


—Por ahora. Espero que algún día confíen en ti lo suficiente para que eso cambie. Pero la protección de mi gente es mi deber jurado y no puedo ignorar el hecho que tu naturaleza vampiro a veces saca lo mejor de ti. Hasta que aprendas a controlarla, y hasta que nosotros sepamos de todo lo que eres capaz, no sería responsable de mi parte permitirte la libertad total.


Taeyong frunció el ceño. Últimamente había tenido mucho mejor control sobre sí mismo. Durante la batalla no había herido a nadie que no fuese un enemigo. Bueno, sí tuvo que romperle la mano a un cazador que continuaba intentando clavarle una estaca mientras estaba ocupado luchando contra un lobo cambia formas, pero eso era todo. Había salvado a varios cazadores alejando a los vampiros que estaban sobre ellos... incluso había cargado a unos heridos al área de tiraje.


Yoon Oh descansó su mano sobre el pecho de Taeyong. Nuevamente, fue eléctrico, recordándole a Taeyong lo hambriento que estaba su lado íncubo ahora.


—Sé que mi posición puede parecer dura, pero siempre recuerda que incluso yo tengo que arrodillarme ante ciertas personas y brindarles mi lealtad. Con collar o sin él, todos tenemos nuestros maestros.


Algún día, eso sería diferente para Taeyong. Algún día, los otros se arrodillarían ante él.


—¿Qué sigue? ¿Continúo con el entrenamiento? —preguntó.


—Por supuesto, eso nunca terminará, sin importar lo bueno que te vuelvas— Yoon Oh se rio ante algo. Su mano seguía sobre el pecho de Taeyong—Esa noche en que te atrapé, estaba allí fuera porque quería mantener mis habilidades afiladas. Normalmente no pongo trampas, no desde que era joven.


—Menos mal —dijo Taeyong, el sarcasmo chorreando de sus palabras.


Los ojos de Yoon Oh cambiaron del azul al violeta al pasar su mano a lo largo del pecho de Taeyong y a través de sus abdominales—Menos mal —repitió Yoon Oh con su voz profunda y sexy.


Taeyong se mordió el labio inferior cuando su miembro se tensó. Yoon Oh dio un paso más cerca y su mano viajó más abajo por el torso de Taeyong. Él no estaba de humor para provocaciones ahora, estaba malditamente hambriento. Antes que Yoon Oh registrara lo que estaba sucediendo, Taeyong lo agarró por los brazos y lo sujetó con su espalda contra la pared.


Taeyong extrajo sus garras en un solo dedo, cortó la corbata de Yoon Oh y la lanzó a un lado. Yoon Oh jadeó cuando la camisa de su traje fue abierta brutalmente, los botones saltaron y rebotaron por la habitación. Taeyong plantó su boca en la depresión de la parte baja del cuello del general.


Yoon Oh gimió y sus respiraciones se acortaron—¿Tienes alguna idea de lo caras que son estas camisas?


—Envíame la cuenta —dijo Taeyong mientras lamía y besaba la piel de Yoon Oh.


Yoon Oh lo tomó por las caderas y en un solo movimiento elegante, el íncubo se salió de su agarre y apareció detrás suyo, empujándolo contra la pared y agarrando su cabella, obligándolo a que inclinara la cabeza hacia atrás.


—Puedo pensar en otra manera de que me pagues —susurró Yoon Oh en su oído.


Taeyong gruñó y un escalofrío sacudió su cuerpo. Maldición. Yoon Oh era tan endemoniadamente sexy. Y confuso. Debería odiar todo lo que Yoon Oh representaba, y, sin embargo, con un solo toque Taeyong ya era suyo. Yoon Oh fue bajando sus manos hasta que apretó el trasero de Taeyong, masajeándolo a través de sus pantalones.


La necesidad de Taeyong creció. Se desabrochó el cinturón mientras Yoon Oh bajaba el cierre de sus propios pantalones. Al momento en que Taeyong se bajó los pantalones, el miembro de Yoon Oh estaba sobre él, masajeando su trasero. Se aseguró de liberar suficiente líquido húmedo y sedoso, porque parecía que Yoon Oh no esperaría mucho antes de entrar en él.


Estaba equivocado.


Yoon Oh pasó su polla contra la piel de Taeyong en lentas mociones. Era enloquecedor. Ambas garras de Taeyong salieron por completo y el rasgó la pared de piedra frente a él.


Yoon Oh mordisqueó su hombro y el pecho de Taeyong comenzó a retumbar. Si continuaba provocándolo, dominaría a Yoon Oh y lo tomaría. Malditas sean las consecuencias.


Cuando ya no pudo soportarlo, Yoon Oh lo presionó fuertemente contra la pared y deslizó su gruesa longitud, centímetro a centímetro, dentro de la apretada cavidad de Taeyong. Ésta lentamente se estiró para acomodarse al enorme miembro de Yoon Oh. El ardor se sosegó después de sólo un momento y ambos hombres gruñeron.


Una vez que estuvo dentro, Yoon Oh estableció un ligero ritmo detrás suyo, respirando pesadamente con cada movimiento. Una cola se enredó alrededor del torso de Taeyong y lo apretó fuertemente. Sus ojos se voltearon hacia atrás mientras Yoon Oh golpeaba dentro suyo. Atrapado en el placer, se rindió ante el control de Yoon Oh y cayó en el puro placer. Se perdió en el momento. Su mente se sintió como si estuviese flotando, esto fue hasta que Yoon Oh inesperadamente se salió de Taeyong y su cola se desenroscó. Antes que pudiera entender lo que estaba sucediendo, Yoon Oh lo agarró y lo envió volando a través de la habitación. Taeyong se estrelló contra la pared con un off y se deslizó sobre la cama, terminando en una posición sentada.


¿Qué carajos? Si Yoon Oh quería ir duro esta noche, Taeyong estaba más que feliz de ayudar. Gruñó y le mostró ambos pares de colmillos. Los cuernos de Yoon Oh emergieron, el derecho aún roto, y sus alas salieron de su espalda.


—Quédate ahí —le ordenó.


Taeyong no quiso, pero de todas maneras obedeció.


Yoon Oh se quitó los zapatos y los calcetines. Luego el resto de su traje. Taeyong hizo lo mismo, lanzando la ropa y los zapatos a través de la pequeña habitación. Cuando terminó de desvestirse, Yoon Oh se abalanzó sobre él, tomándolo por los pies y jalándolo hasta el borde de la cama. Besó el tobillo de Taeyong y comenzó a trepar por su cuerpo, su boca recorriendo el camino a través de su piel.


Taeyong arqueó la espalda cuando la lengua húmeda de Yoon Oh rozó su miembro, desde los testículos hasta la punta. Era una provocación. Cruel y maravillosa al mismo tiempo. Sus garras se clavaron en la cama, destrozando las sábanas en un esfuerzo por mantenerse quieto. Yoon Oh tomó la base de la longitud de Taeyong y llevó la cabeza cerca de su boca. Hizo círculos con la lengua alrededor de la coronilla.


—Más —imploró Taeyong.


Yoon Oh se levantó del cuerpo de Taeyong y se inclinó, pasando sus labios contra su oído.


—Obtendrás lo que te dé —susurró seductivamente.


Su mano, la cual no había abandonado el miembro de Taeyong, se movió hacia arriba y abajo en un ritmo pausado. Su lengua húmeda acarició su piel, debajo de su oreja. Taeyong gimoteó y movió sus caderas intentando acabar con la tortura. Yoon Oh envolvió tensamente su mano alrededor de su base y empujó las caderas de Taeyong de vuelta hacia la cama, no dejándolo tener ningún placer que él no le haya dado.


Un gemido desesperado se escapó de Taeyong. Yoon Oh lo tenía entero en esos momentos y, dios, necesitaba liberarse. Yoon Oh salió de encima de Taeyong y se sentó sobre sus rodillas. Separó aún más las piernas de Taeyong y las empujó hacia arriba para obtener acceso a su entrada. Volvió a entrar lentamente, estudiando a Taeyong como si obtuviera un gran placer de cada queja y gemido que su vampiro esclavo emitía.


Taeyong arqueó la espalda y la separó de la cama, intentando acelerar las cosas, pero la cola de Yoon Oh se envolvió alrededor de su cuello, sosteniéndolo en el lugar, forzándolo a aceptar lo que estaba sucediendo. Acarició el miembro de Taeyong y una vez que estuvo completamente sentado, salió y volvió a entrar en él, estableciendo un ritmo que los llevaría a ambos al clímax en poco tiempo.


Yoon Oh se veía magnífico. Cada vez que se sumergía dentro de él, sus músculos se flexionaban y sus alas se extendían. Sus ojos se embebían del cuerpo duro de Taeyong con un hambre intensa. Taeyong se alimentó de él, la energía dorada llenando su soavik. Al acercarse al clímax, Yoon Oh dejó de acariciarlo y tomó el dedo índice de Taeyong. Presionó la garra en su muñeca y se cortó.


—Abre la boca.


Taeyong abrió su boca ampliamente. La promesa de sangre hizo que sus colmillos estuvieran listos con anticipación. Yoon Oh mantuvo el corte hacia arriba, la sangre inundando su muñeca. Con su otra mano, Yoon Oh volvió a acariciarlo mientras reanudaba sus movimientos, llevándolos a ambos cerca del límite.


—Maestro, estoy..—No terminó la oración; Yoon Oh inclinó el corte en su muñeca hacia la boca de Taeyong, llenándola de sangre. Su miembro se sacudió en el agarre de Yoon Oh y sus testículos se aproximaron al clímax.


El orgasmo más intenso que alguna vez haya experimentado atravesó su cuerpo.


Si Yoon Oh halló su propia liberación, Taeyong no lo notó. Estaba demasiado perdido en la dicha, mientras su cuerpo se estremecía con cada oleada de placer. La sangre goteando en su boca, el alimentarse, las caricias, el latido entre sus piernas...era algo extremo. El placer ondeaba por cada centímetro de su piel y su interior estaba caliente como una caldera.


Éxtasis puro.


Cuando termino, se hundió en la cama, cerró sus ojos y perdió el tiempo mientras se recuperaba.


—¿No te quedarás dormido sobre mí, ¿no? —preguntó Yoon Oh, sentándose al lado de Taeyong en la cama. Taeyong ni siquiera lo había sentido abandonar su cuerpo.


Taeyong sonrió y parpadeó fuertemente para alejar el sueño. Miró hacia abajo, sus abdominales estaban cubiertos con su propia eyaculación. Necesitaba ducharse—Eso fue..—Se encontró perdido entre las palabras otra vez.


Yoon Oh sólo respondió con un satisfecho—: Mmm.


Taeyong retornó a su forma humana y miró alrededor de la habitación. Era un desastre. Botones, ropas y zapatos estaban por todos lados. Sus sábanas estaban destrozadas. Yoon Oh frunció el ceño ante el caos y Taeyong se rio de él. Era su maldita habitación; él la dejaría así de desordenada.


Se levantó de la cama con sus piernas temblorosas y fue tambaleando hacia el baño. Entró en la ducha y oyó que Yoon Oh llamaba a alguien para ordenarle que le trajeran una nueva camisa y corbata, y que las criadas viniesen a cambiar las sábanas en una hora.


Cuando la llamada terminó, Yoon Oh, de vuelta en su forma humana, se unió a él en la pequeña ducha. Taeyong miró la herida aún sangrante. No era profunda, Yoon Oh podía curarla él mismo. ¿Acaso querría que Taeyong la curara por él? Tomó a muñeca de Taeyong y acercó el corte a sus labios.


Un gruñido de advertencia salió de Yoon Oh.


Taeyong entendió el mensaje—¿Puedo curarlo por usted, Maestro? —La esencia de sangre era deliciosa.


Yoon Oh dejó de gruñir—Puedes.


Taeyong lamió la sangre, su gusto intoxicante llenando su boca y entibiando su cuerpo. La piel se cerró y Taeyong bajó el brazo, pero no lo soltó. Quería estar cerca de Yoon Oh. Yoon Oh no se alejó cuando él se le acerco, sus cuerpos rozándose entre sí mientras él se duchaba.


Taeyong observó cómo el agua corría por la piel de Yoon Oh. Era cautivante. Todos los íncubos eran hermosos, perfectos incluso, pero el cuerpo de Yoon Oh le interesaba más que ningún otro. Taeyong comenzó a tocar los músculos en su brazo y hombro.


No lo hacía porque estuviese excitado, solamente quería sentirlo.


Yoon Oh levantó una ceja—Estas horriblemente callado. Usualmente me enfrento a un torrente de preguntas a esta altura.


Alejó sus manos al igual que la mirada, Taeyong estaba... avergonzado. Pero no por lo que Yoon Oh había dicho; sino porque se dio cuenta que Yoon Oh le importaba. Lo ansiaba... lo anheló cuando se había ido.


Taeyong había sido un tonto al pensar que podía dominar a un íncubo de miles de años. Seguro, podría matar a Yoon Oh en ese mismo instante, romper su cuello antes que alguien pudiera acudir en su ayuda, pero no haría eso. Estaba de pie en la ducha, deseando estar cerca de Yoon Oh. Y no solo físicamente. Le perteneció a Yoon Oh desde el momento en que el primer collar se cerró alrededor de su cuello. Sólo que no se había dado cuenta de eso hasta ahora.


—No tienes que detenerte —dijo Yoon Oh, acariciando la cadera de Taeyong.


Taeyong no quería hacerlo, pero tampoco quería continuar. Estaba tan dividido. Asustado. Formaba parte de un mundo que apenas estaba comenzando a entender, y su guía era un hombre que ni siquiera confiaba en él. Su maestro.


Acarició el metal alrededor de su muñeca y se agitó, molesto por las muñequeras y el collar. Molesto porque no confiaban en él. Sus colmillos y garras salieron. Cerró sus ojos ardientes e intentó que todo desapareciera.


Yoon Oh percibió lo que estaba sucediendo, que estaba en peligro, y comenzó a salir de la ducha, pero Taeyong atrapó su muñeca para detenerlo. Las puntas de sus garras perforaron la carne de Yoon Oh y puntos de sangre aparecieron.


—Por favor, no te vayas. Por favor, no llames a los cazadores. Te juro que no perderé el control —suplicó Taeyong.


Los ojos de Yoon Oh se oscurecieron.


Taeyong lo soltó y se retrotrajo hacia el agua.


Yoon Oh tenía razón, la naturaleza vampírica de Taeyong lo dominaba. No. Toda su naturaleza lo dominaba. ¿Podría alguien culparlo? ¿Quién querría ser un prisionero? ¿Un esclavo?


Si alguna vez tendrían completa confianza en él, si alguna vez saldría de aquí para vivir la vida bajo sus propios términos, necesitaba mantenerse bajo control. Pero sus sentimientos por Yoon Oh estaban complicando el asunto. Algunas noches, escapar ya no parecía tan importante. Él podría ser un esclavo por ahora, pero Yoon Oh le estaba ofreciendo un futuro. Un lugar entre su gente. Irene lo había ayudado, pero Taeyong no estaba seguro de lo que ella esperaría a cambio. Si ella lo salvaba, si él salía de aquí, ¿terminaría en el otro lado del campo de batalla?


Quería... demonios... quería ser poderoso, pero no quería ser un peón. Esta no era su guerra. El conflicto rugió dentro suyo.


Taeyong forzó a sus colmillos a que volvieran a sus encías y alejó las garras. Dejó caer la cabeza y susurró—: Lo siento, Maestro.


Se sorprendió cuando Yoon Oh no se alejó ni lo amenazó.


Yoon Oh levantó un brazo y descansó su mano sobre la cintura de Taeyong— ¿Qué te tiene tan amargado?


—Yo..—Taeyong tragó la pelota que se había formado en su garganta. ¿Qué le podría decir a Yoon Oh? Ciertamente no la verdad acerca de sus sentimientos, y él ya sabía que Taeyong quería su libertad.


—Estás enamorándote de mí —dijo Yoon Oh. La sorpresa de la comprensión envolvió sus palabras.


—Maldito íncubo—Taeyong alejó con un golpe la mano de Yoon Oh. Había olvidado por completo que Yoon Oh podía leer sus emociones a través del tacto. Sus ojos volvieron a arder rojos y siseó—: No. Te odio.


—Eso podría ser verdad, pero un sentimiento no niega al otro. Si no deseas hablar sobre tus sentimientos en este momento, no te forzaré. Hablaremos cuando estes listo.


Taeyong estaba agradecido que Yoon Oh no lo obligaría a enfrentar sus sentimientos. Yoon Oh volvió a colocar su mano en la cintura de Taeyong.


—No seas tan duro contigo mismo, jovencito. Todo se termina por resolver de cierta manera—Presionó un beso contra el hombro de Taeyong y luego apagó el agua—Ve a vestirte, necesitamos tomarte las medidas.


Taeyong agradecía el cambio de tema—No me harás vestir trajes, ¿no?


Yoon Oh se rio—¿Trajes? No. Pero usarás un esmoquin. Es momento que te introduzcas apropiadamente a nuestro mundo. La semana que viene, irás a un baile.

32

Taeyong se movió sobre su asiento en la limosina por décima vez en el último minuto mientras esperaba a Yoon Oh. El esmoquin que llevaba puesto se le veía bien, pero era incómodo. No era el material o el tamaño, todo eso era perfecto, era lo que representaba: el baile.


Tampoco era cualquier baile. Era uno de los más importantes de toda la temporada. Cualquier persona importante estaría allí.


Durante su entrenamiento, Taeyong había aprendido un montón acerca del protocolo de los íncubos con Wonyoung, pero se había dado cuenta de que ella solo había arañado la superficie de las reglas para una sociedad amable.


Había pasado la última semana en un curso intensivo de etiqueta. Tanto Yoon Oh como Wonyoung pasaban la noche con el enseñándole sobre bailes populares, reglas e incluso habían trabajado en su conversación. Había reglas para todo: cuando y como llegar a un evento (todo era un espectáculo), cómo comer (no era algo que le importara a Taeyong), que temas eran considerados prohibidos (en este evento era considerado de mal gusto hablar acerca de la guerra), con quien era correcto tener sexo (cazadores de turno y humanos reclamados estaban prohibidos), donde ir para tener dicho sexo (Taeyong tenía permitido llevar a una pareja dispuesta), la lista era eterna.


Encontró interesante que había reglas sobre quien lideraba cuando dos hombres o dos mujeres bailaban juntos, era quien tenía una posición más alta en la sociedad. Parejas del sexo opuesto eran usualmente lideradas por el hombre a menos que una mujer de mejor rango insistiera en tomar el papel. Era raro, pero pasaba. Taeyong tenía que darles eso a los íncubos, a ellos no les importaba con que género follaran con tal de que existiera atracción.


El sistema de rangos y clases de los íncubos fascinaba a Taeyong. En realidad, había pocos títulos únicos, la mayoría de las personas que estarían allí serian lores o ladies, pero todos tenían algún orden de rangos. No era realmente oficial o siquiera discutido, pero era esperado que cada incubo supiera quién era de mayor o menor rango que ellos y estar al día con cualquier cambio, como cuando un incubo ganaba más poder, dinero o influencia.


Adquirir, por ejemplo, una compañía Fortune 500 podría llevar a un incubo justo a la cima de la escalera social, donde tendría que ser responsable del mantenimiento de los equipos de cazadores y contratar a otros íncubos. Taeyong estaba impactado al saber cuánto dinero controlaba la especie, y cuantas compañías eran suyas. La mitad del condenado planeta les pertenecía. Y los humanos no tenían una maldita idea.


Los rangos también podían cambiar basados en una situación o evento. Un rey o reina estaban encima de Yoon Oh la mayoría del tiempo, a menos que estuviera en un campo de batalla. En esas situaciones Yoon Oh, como el Gran Lord General, tenía autoridad absoluta. Si él les ordenaba que pelearan, ellos lo harían, incluso si no eran guerreros. No había que arrodillarse en fiestas a menos que el Gran Rey se presentara y entonces todos se arrodillaban ante él.


Taeyong estaba aliviado de saber que el Gran Rey no era esperado esa noche.


Él no salía de Nueva York y esta fiesta era en Virginia, dada por la Reina Chaeryeong, que era la nieta del Gran Rey, y su consorte Lord Huening, quien no era un rey, pero poseía alto rango y era respetado de cualquier manera. La Reina Chaeryeong reinaba la mayoría de la Costa Este.


Taeyong se sentía bajo mucha presión de hacer las cosas perfectamente en la fiesta. Era literalmente de vida o muerte para él. Convencería a los íncubos de agradarle y tendría una oportunidad de vivir.


Jaló el corbatín, soltándolo por accidente. Genial, ahora tendría que volver a hacerlo. Gruñó en frustración, se lo sacó y lo lanzó al otro lado de la limosina. Aterrizó a los pies de un cazador. Había cuatro de ellos, incluyendo a Joy, en la limosina y unos cuantos más en dos carros que iban detrás de ellos. No estaban allí por Taeyong. Lores y ladies viajaban con al menos seis cazadores todo el tiempo, Yoon Oh no era una excepción. Y esta noche, con un grupo tan grande de íncubos juntándose, ese número había aumentado.


El plan era manejar hasta la piedra de teletransportación en Ashwood y teletransportarse al estado de Virginia. En algún punto durante la semana pasada, Joy se había llevado a Taeyong por unas horas y lo había hecho teletransportarse entre las dos piedras hasta que podía ir de ida y regreso sin sentirse mareado. Taeyong pasó la mayor parte de ese tiempo de rodillas, vomitando todo el contenido de su estómago. Ambos habían celebrado la primera vez que se las había arreglado para mantener todo en su estómago.


Joy tomó el corbatín del piso de la limosina y se sentó al lado de Taeyong. Rodeó su cuello con la cinta de tela y comenzó a anudarla por él.


Esa noche, los cazadores usaban sus uniformes normales de cuero, pero tenían un sello puesto en ellos que representaba la Casa Yoon Oh. El diseño del sello tenía un escudo con dos espadas y una ballesta detrás de ellas; alas de íncubo abiertas desde los lados y en el centro había un patrón con estrellas. Joy tenía un segundo sello, una barra de metal que la identificaba como comandante.


—¿Nervioso? —preguntó.


La miró. Sabia la respuesta de esa pregunta.


—Yo también lo estaba la primera vez que tuve que hacer guardia a uno de estos.


—A duras penas es lo mismo. Los cazadores son bienvenidos. Soy un vampiro entrando en un baile con miles de íncubos. Y la mayoría de ellos me quieren muerto.


—No creo que sean tantos como piensas. Quieren verte y chismear sobre ti. Cuando tratas con criaturas que han vivido tanto tiempo, muy pocas cosas son nuevas e interesantes... tú eres nuevo e interesante —le dijo Joy y terminó de hacerle el corbatín.


Taeyong se mofó.


—Hablo en serio. Ya deberías saber que hay algo acerca de ti que los íncubos encuentran atractivo. No es solo el general o Lady Wonyoung... he visto como los otros se comportan cuando caminas por su lado. Ellos tienen hambre de ti. Tal vez despides un tipo de feromona que no pueden resistir o tal vez es porque eres sexy, pero te estoy diciendo que esto no es tan malo como parece.


Taeyong tomó la mano de Joy y la sostuvo.


—Gracias.


Joy sonrió y apretó su mano.


—Ahora, regresemos a esa parte en la que tú piensas que soy sexy —la molestó Taeyong y movió su mano hacia arriba de su brazo.


Había algo que encontraba atractivo en su pequeña figura y presencia dominante. La idea de una cosa tan pequeña y peligrosa tomando el mando sobre él en la cama tenía su encanto.


Joy rio.


—Actúas más y más como un incubo cada día. Pero no me acuesto con nadie que tal vez tenga que matar.


Ouch.


—¿Necesitas más sangre? —le preguntó.


Taeyong rodó los ojos y gruñó. Nadie quería que tuviera hambre durante el baile así que en los últimos días le habían dado tanta sangre que estaba casi explotando. También se había alimentado de la sexualidad de tres humanos ayer para saciar su íncubo interno.


—No. Dios. Podrías abrirte una vena ahora mismo y no estaría interesado.


—Si te da hambre durante el baile, solo dile a cualquier cazador...


Taeyong alzó una mano y la interrumpió.


—Lo sé. Puedes dejar de decírmelo. Prometo no tener una locura de sangre.


Una voz vino del auricular de Joy.


—Comandante, el Lord General está saliendo.


Joy se apresuró hacia la puerta y salió del carro para esperar a Yoon Oh. Taeyong vio como sus ojos escaneaban el área, buscando cualquier peligro potencial. Yoon Oh salió de la fortaleza un momento después. Se apresuró hacia el carro mientras se ajustaba los gemelos y se deslizo en el asiento al lado de Taeyong. Joy entro detrás de él y cerró la puerta.


—Hay un ataque de vampiros en Sudáfrica. Taeyeon está manejándolo ahora— Yoon Oh probablemente quería ser el que estuviera a cargo de eso, viendo que estaba obviamente en su cabeza.


—Bueno, siempre podemos saltarnos esta noche. Puedes volver al centro de comando y dirigir el ataque —sugirió Taeyong con una sonrisa.


El humor de Yoon Oh cambió ligeramente mientras se reía. Con sus nervios crispados como estaban, Taeyong a duras penas notó lo bien que se veía el general en su esmoquin y se congeló sobre su asiento.


—Vas a hacerlo bien esta noche. Solo mantente seguro. Finge si tienes que hacerlo y vas a superar esto —le dijo y puso una mano tranquilizadora en el hombro de Taeyong— ¿Has tomado suficiente sangre?


—¡Gah! SÍ. Tanta sangre que podría abrir mi propio banco de sangre, maldita sea.


Varios de los cazadores tuvieron que ahogar sus risas.


Taeyong alzó su mano para jalar su corbatín, pero Yoon Oh tomó su muñeca.


—Deja de tocarlo.


—¿No me puedes enviar a pelear con vampiros? Tal vez incluso pueda matar a algunos lores a la vez. Creo que eso sería más fácil.


—No. El baile solo será incomodo por un momento y luego le tomarás gusto. Eres excelente adaptándote a nuevas situaciones. Esto no es diferente.


Taeyong suspiró y se volvió a hundir en su asiento.


Yoon Oh y Joy comenzaron a discutir las posiciones de los cazadores alrededor del terreno. Aburrido, Taeyong los ignoró y recordó los nombres y caras de las personas que estarían allí esa noche. Su memoria siempre había sido buena, pero desde que se convirtió en vampiro, y gracias a los azotes de Kun, se había vuelto casi fotográfica.


Llegaron a la Academia Ashwood. Taeyong caminó detrás de Yoon Oh mientras llegaban a la piedra.


—¿Listo? —le preguntó Joy cuando llegaron.


Tres equipos de cazadores estaban esperándolos allí.


—Ni un poco —dijo Taeyong y jugueteó con un botón de su esmoquin.


Yoon Oh tomó la mano de Taeyong.


—Prepárate, jovencito. Puedes hacer esto.


Taeyong cerró los ojos y respiró hondo. Una costumbre vieja de ser humano. Lo calmó. Eso y Yoon Oh animándolo un poco. Taeyong no se resistió; necesitaba la ayuda para calmar sus nervios. Si no se alistaba todos sabrían cómo se sentía y seria devorado, socialmente hablando. Yoon Oh tenía razón, era bueno adaptándose y él podía hacer esto. Sólo necesitaba pensar como si fuera una batalla. Las cosas necesitaban pasar y él iba a hacer que pasen.


Taeyong alejó su ansiedad y enmascaró sus sentimientos. Se paró más recto y la confianza cruzó su rostro.


—La noche no se hace más joven, vamos.


Yoon Oh soltó la mano de Taeyong. Joy hizo una cuenta regresiva y presionó la piedra. Una luz verde los inundó y un segundo después estaban en el patio delantero del territorio de la Reina Chaeryeong. No, no un territorio, era un maldito castillo. Era masivo, fácilmente cuatro o cinco veces más grande que la fortaleza de Yoon Oh e igual de admirable. Tenía seis pisos y Taeyong sentía una red bajo tierra que iba tres o cuatro niveles.


Taeyong filtró los miles de latidos que retumbaban en su oído. Una vez que pudo concentrarse, se dio cuenta que el castillo estaba en medio de un bosque sin casas vecinas por millas. Varios equipos de cazadores patrullaban el área que lo rodeaba. Había dos equipos de cazadores de Chaeryeong haciendo guardia en la piedra. Cada uno tenía sus manos sobre sus armas cuando Taeyong se teletransportó. A su alrededor, los equipos de cazadores de Yoon Oh se fueron, excepto por Joy que se quedó con ellos.


Un íncubo joven estaba cerca con una tableta en sus manos y unos audífonos. Se inclinó hacia Yoon Oh y luego hablo en su micrófono.


—El Gran Lord General Yoon Oh ha llegado con —estudió a Taeyong y su cabeza se movió—.. Taeyong de la Casa Yoon Oh.


¿Casa Yoon Oh? ¿Taeyong era parte de su casa ahora? Le gustaba esa idea. Yoon Oh no esperó ningún tipo de instrucción. Camino lejos del cazador y los íncubos hacia el castillo. Taeyong salió detrás de él y Joy siguió la línea. Cada cazador que pasaba saludaba a Yoon Oh, pero sus pies instintivamente se posicionaban en defensa cuando veían al vampiro. Sus ojos se pegaban a Taeyong mientras cruzaba los terrenos. Cada incubo que pasaban se quedaba en silencio, mirándolo con tímida curiosidad.


Taeyong los ignoró lo mejor que pudo.


Cuando llegaron a las puertas principales los íncubos encargados se retiraron cuando vieron a Taeyong.


Taeyong se detuvo. Una ola de emociones chocó contra él: placer, deseo, lujuria.


Se sentía mareado.


Yoon Oh se volvió.


—¿Todo está bien?


Taeyong luchó para acallar sus emociones.


—Nunca he estado tan cerca de tantos íncubos. Siento como si mis entrañas están siendo aplastadas.


—Ah, eso le pasa a cualquier íncubo joven en reuniones tan grandes como esta. ¿Vas a estar bien?


—Sí, solo dame un segundo. Me ajustaré.


Yoon Oh esperó pacientemente mientras Taeyong se las arreglaba para que las feromonas de los otros íncubos lo bombardearan. Una vez que las rechazo, asintió para indicar que estaba listo para ir.


El general lideró el camino hacia la puerta principal. Dentro había un largo correo con un techo alto, pilares de mármol y una alfombra roja que recorría todo el pasillo. Había una escalera doble al final de la puerta que llevaba más allá. Había un puñado de íncubos dentro. Todos dejaron de hablar al momento en el que Yoon Oh entró y se inclinaron ante él, pero sus ojos estaban puestos en Taeyong.


Mientras entraban, Yoon Oh parecía no tener otra opción que prestarles atención. Taeyong apenas prestaba atención a donde estaban yendo mientras los olores y sonidos golpeaban sus sentidos. Música de orquesta y conversaciones llenaban el aire mientras llegaban a una gruesa cortina de terciopelo. Yoon Oh la hizo a un lado y los llevo a un pasaje privado.


En algún punto, Joy se había alejado y ya no estaba con ellos, pero Taeyong no se había dado cuenta de cuándo. Yoon Oh se detuvo frente a otra gruesa cortina.


Tomó el codo de Taeyong.


—¿Recuerdas lo que vas a hacer una vez que entremos?


Taeyong asintió. Podía sentir miles de íncubos al otro lado de la cortina.


—Te voy a seguir. Me vas a presentar a la Reina Chaeryeong y a su pareja Lord Huening. Hago una reverencia. Luego nos mezclamos. Lo recuerdo.


—Si te sientes abrumado o sientes que pierdes el control durante la noche, el tercer balcón exterior del segundo piso está vacío para ti, ve allí. Si necesitas encontrarme, pregúntale a cualquier cazador. Y recuerda, hay oídos por todos lados. Nada de lo que digas quedara en privado; cuida tus palabras.


—Entiendo.


—Sé que lo haces.


Yoon Oh abrió las cortinas. Piso el escalón sobre la escalera doble que se unía y bajaba hacia una sala de baile. Los ojos de Taeyong se abrieron de sorpresa, sin poder creer lo que veía.


El salón de baile ante él era más grande de lo que habría podido imaginar. El techo, cubierto con un impresionante mural, estaba a seis pisos sobre él y los balcones revestían las paredes hasta el techo. Algunos se veían como cabinas privadas mientras que otras estaban abiertas a cualquiera y llenas de íncubos que estaban charlando, bebiendo o viendo la escena de abajo.


Viendo escaleras abajo, el piso del salón de baile estaba lleno. Todos estaban vestidos en ropa formal y moderna y los íncubos estaban mostrando sus cuernos y ojos de colores vivos. Por alguna razón, Taeyong había pensado que ellos serían un poco más conservadores sobre su atuendo... pero su estilo era más de alfombra roja que de regencia.


Una gran orquesta llenaba el aire con música y en el centro del salón rebosaba de parejas bailando por el suelo con perfecta y sincronizada precisión. Era increíble.


La música paró abruptamente y los bailarines se detuvieron. Susurros ahogados cruzaron por el público y el momento que Taeyong temía estaba sobre él mientras cada par de ojos en la habitación lo observaban.

33

Taeyong se movió sobre su asiento en la limosina por décima vez en el último minuto mientras esperaba a Yoon Oh. El esmoquin que llevaba puesto se le veía bien, pero era incómodo. No era el material o el tamaño, todo eso era perfecto, era lo que representaba: el baile.


Tampoco era cualquier baile. Era uno de los más importantes de toda la temporada. Cualquier persona importante estaría allí.


Durante su entrenamiento, Taeyong había aprendido un montón acerca del protocolo de los íncubos con Wonyoung, pero se había dado cuenta de que ella solo había arañado la superficie de las reglas para una sociedad amable.


Había pasado la última semana en un curso intensivo de etiqueta. Tanto Yoon Oh como Wonyoung pasaban la noche con el enseñándole sobre bailes populares, reglas e incluso habían trabajado en su conversación. Había reglas para todo: cuando y como llegar a un evento (todo era un espectáculo), cómo comer (no era algo que le importara a Taeyong), que temas eran considerados prohibidos (en este evento era considerado de mal gusto hablar acerca de la guerra), con quien era correcto tener sexo (cazadores de turno y humanos reclamados estaban prohibidos), donde ir para tener dicho sexo (Taeyong tenía permitido llevar a una pareja dispuesta), la lista era eterna.


Encontró interesante que había reglas sobre quien lideraba cuando dos hombres o dos mujeres bailaban juntos, era quien tenía una posición más alta en la sociedad. Parejas del sexo opuesto eran usualmente lideradas por el hombre a menos que una mujer de mejor rango insistiera en tomar el papel. Era raro, pero pasaba. Taeyong tenía que darles eso a los íncubos, a ellos no les importaba con que género follaran con tal de que existiera atracción.


El sistema de rangos y clases de los íncubos fascinaba a Taeyong. En realidad, había pocos títulos únicos, la mayoría de las personas que estarían allí serian lores o ladies, pero todos tenían algún orden de rangos. No era realmente oficial o siquiera discutido, pero era esperado que cada incubo supiera quién era de mayor o menor rango que ellos y estar al día con cualquier cambio, como cuando un incubo ganaba más poder, dinero o influencia.


Adquirir, por ejemplo, una compañía Fortune 500 podría llevar a un incubo justo a la cima de la escalera social, donde tendría que ser responsable del mantenimiento de los equipos de cazadores y contratar a otros íncubos. Taeyong estaba impactado al saber cuánto dinero controlaba la especie, y cuantas compañías eran suyas. La mitad del condenado planeta les pertenecía. Y los humanos no tenían una maldita idea.


Los rangos también podían cambiar basados en una situación o evento. Un rey o reina estaban encima de Yoon Oh la mayoría del tiempo, a menos que estuviera en un campo de batalla. En esas situaciones Yoon Oh, como el Gran Lord General, tenía autoridad absoluta. Si él les ordenaba que pelearan, ellos lo harían, incluso si no eran guerreros. No había que arrodillarse en fiestas a menos que el Gran Rey se presentara y entonces todos se arrodillaban ante él.


Taeyong estaba aliviado de saber que el Gran Rey no era esperado esa noche.


Él no salía de Nueva York y esta fiesta era en Virginia, dada por la Reina Chaeryeong, que era la nieta del Gran Rey, y su consorte Lord Huening, quien no era un rey, pero poseía alto rango y era respetado de cualquier manera. La Reina Chaeryeong reinaba la mayoría de la Costa Este.


Taeyong se sentía bajo mucha presión de hacer las cosas perfectamente en la fiesta. Era literalmente de vida o muerte para él. Convencería a los íncubos de agradarle y tendría una oportunidad de vivir.


Jaló el corbatín, soltándolo por accidente. Genial, ahora tendría que volver a hacerlo. Gruñó en frustración, se lo sacó y lo lanzó al otro lado de la limosina. Aterrizó a los pies de un cazador. Había cuatro de ellos, incluyendo a Joy, en la limosina y unos cuantos más en dos carros que iban detrás de ellos. No estaban allí por Taeyong. Lores y ladies viajaban con al menos seis cazadores todo el tiempo, Yoon Oh no era una excepción. Y esta noche, con un grupo tan grande de íncubos juntándose, ese número había aumentado.


El plan era manejar hasta la piedra de teletransportación en Ashwood y teletransportarse al estado de Virginia. En algún punto durante la semana pasada, Joy se había llevado a Taeyong por unas horas y lo había hecho teletransportarse entre las dos piedras hasta que podía ir de ida y regreso sin sentirse mareado. Taeyong pasó la mayor parte de ese tiempo de rodillas, vomitando todo el contenido de su estómago. Ambos habían celebrado la primera vez que se las había arreglado para mantener todo en su estómago.


Joy tomó el corbatín del piso de la limosina y se sentó al lado de Taeyong. Rodeó su cuello con la cinta de tela y comenzó a anudarla por él.


Esa noche, los cazadores usaban sus uniformes normales de cuero, pero tenían un sello puesto en ellos que representaba la Casa Yoon Oh. El diseño del sello tenía un escudo con dos espadas y una ballesta detrás de ellas; alas de íncubo abiertas desde los lados y en el centro había un patrón con estrellas. Joy tenía un segundo sello, una barra de metal que la identificaba como comandante.


—¿Nervioso? —preguntó.


La miró. Sabia la respuesta de esa pregunta.


—Yo también lo estaba la primera vez que tuve que hacer guardia a uno de estos.


—A duras penas es lo mismo. Los cazadores son bienvenidos. Soy un vampiro entrando en un baile con miles de íncubos. Y la mayoría de ellos me quieren muerto.


—No creo que sean tantos como piensas. Quieren verte y chismear sobre ti. Cuando tratas con criaturas que han vivido tanto tiempo, muy pocas cosas son nuevas e interesantes... tú eres nuevo e interesante —le dijo Joy y terminó de hacerle el corbatín.


Taeyong se mofó.


—Hablo en serio. Ya deberías saber que hay algo acerca de ti que los íncubos encuentran atractivo. No es solo el general o Lady Wonyoung... he visto como los otros se comportan cuando caminas por su lado. Ellos tienen hambre de ti. Tal vez despides un tipo de feromona que no pueden resistir o tal vez es porque eres sexy, pero te estoy diciendo que esto no es tan malo como parece.


Taeyong tomó la mano de Joy y la sostuvo.


—Gracias.


Joy sonrió y apretó su mano.


—Ahora, regresemos a esa parte en la que tú piensas que soy sexy —la molestó Taeyong y movió su mano hacia arriba de su brazo.


Había algo que encontraba atractivo en su pequeña figura y presencia dominante. La idea de una cosa tan pequeña y peligrosa tomando el mando sobre él en la cama tenía su encanto.


Joy rio.


—Actúas más y más como un incubo cada día. Pero no me acuesto con nadie que tal vez tenga que matar.


Ouch.


—¿Necesitas más sangre? —le preguntó.


Taeyong rodó los ojos y gruñó. Nadie quería que tuviera hambre durante el baile así que en los últimos días le habían dado tanta sangre que estaba casi explotando. También se había alimentado de la sexualidad de tres humanos ayer para saciar su íncubo interno.


—No. Dios. Podrías abrirte una vena ahora mismo y no estaría interesado.


—Si te da hambre durante el baile, solo dile a cualquier cazador...


Taeyong alzó una mano y la interrumpió.


—Lo sé. Puedes dejar de decírmelo. Prometo no tener una locura de sangre.


Una voz vino del auricular de Joy.


—Comandante, el Lord General está saliendo.


Joy se apresuró hacia la puerta y salió del carro para esperar a Yoon Oh. Taeyong vio como sus ojos escaneaban el área, buscando cualquier peligro potencial. Yoon Oh salió de la fortaleza un momento después. Se apresuró hacia el carro mientras se ajustaba los gemelos y se deslizo en el asiento al lado de Taeyong. Joy entro detrás de él y cerró la puerta.


—Hay un ataque de vampiros en Sudáfrica. Taeyeon está manejándolo ahora— Yoon Oh probablemente quería ser el que estuviera a cargo de eso, viendo que estaba obviamente en su cabeza.


—Bueno, siempre podemos saltarnos esta noche. Puedes volver al centro de comando y dirigir el ataque —sugirió Taeyong con una sonrisa.


El humor de Yoon Oh cambió ligeramente mientras se reía. Con sus nervios crispados como estaban, Taeyong a duras penas notó lo bien que se veía el general en su esmoquin y se congeló sobre su asiento.


—Vas a hacerlo bien esta noche. Solo mantente seguro. Finge si tienes que hacerlo y vas a superar esto —le dijo y puso una mano tranquilizadora en el hombro de Taeyong— ¿Has tomado suficiente sangre?


—¡Gah! SÍ. Tanta sangre que podría abrir mi propio banco de sangre, maldita sea.


Varios de los cazadores tuvieron que ahogar sus risas.


Taeyong alzó su mano para jalar su corbatín, pero Yoon Oh tomó su muñeca.


—Deja de tocarlo.


—¿No me puedes enviar a pelear con vampiros? Tal vez incluso pueda matar a algunos lores a la vez. Creo que eso sería más fácil.


—No. El baile solo será incomodo por un momento y luego le tomarás gusto. Eres excelente adaptándote a nuevas situaciones. Esto no es diferente.


Taeyong suspiró y se volvió a hundir en su asiento.


Yoon Oh y Joy comenzaron a discutir las posiciones de los cazadores alrededor del terreno. Aburrido, Taeyong los ignoró y recordó los nombres y caras de las personas que estarían allí esa noche. Su memoria siempre había sido buena, pero desde que se convirtió en vampiro, y gracias a los azotes de Kun, se había vuelto casi fotográfica.


Llegaron a la Academia Ashwood. Taeyong caminó detrás de Yoon Oh mientras llegaban a la piedra.


—¿Listo? —le preguntó Joy cuando llegaron.


Tres equipos de cazadores estaban esperándolos allí.


—Ni un poco —dijo Taeyong y jugueteó con un botón de su esmoquin.


Yoon Oh tomó la mano de Taeyong.


—Prepárate, jovencito. Puedes hacer esto.


Taeyong cerró los ojos y respiró hondo. Una costumbre vieja de ser humano. Lo calmó. Eso y Yoon Oh animándolo un poco. Taeyong no se resistió; necesitaba la ayuda para calmar sus nervios. Si no se alistaba todos sabrían cómo se sentía y seria devorado, socialmente hablando. Yoon Oh tenía razón, era bueno adaptándose y él podía hacer esto. Sólo necesitaba pensar como si fuera una batalla. Las cosas necesitaban pasar y él iba a hacer que pasen.


Taeyong alejó su ansiedad y enmascaró sus sentimientos. Se paró más recto y la confianza cruzó su rostro.


—La noche no se hace más joven, vamos.


Yoon Oh soltó la mano de Taeyong. Joy hizo una cuenta regresiva y presionó la piedra. Una luz verde los inundó y un segundo después estaban en el patio delantero del territorio de la Reina Chaeryeong. No, no un territorio, era un maldito castillo. Era masivo, fácilmente cuatro o cinco veces más grande que la fortaleza de Yoon Oh e igual de admirable. Tenía seis pisos y Taeyong sentía una red bajo tierra que iba tres o cuatro niveles.


Taeyong filtró los miles de latidos que retumbaban en su oído. Una vez que pudo concentrarse, se dio cuenta que el castillo estaba en medio de un bosque sin casas vecinas por millas. Varios equipos de cazadores patrullaban el área que lo rodeaba. Había dos equipos de cazadores de Chaeryeong haciendo guardia en la piedra. Cada uno tenía sus manos sobre sus armas cuando Taeyong se teletransportó. A su alrededor, los equipos de cazadores de Yoon Oh se fueron, excepto por Joy que se quedó con ellos.


Un íncubo joven estaba cerca con una tableta en sus manos y unos audífonos. Se inclinó hacia Yoon Oh y luego hablo en su micrófono.


—El Gran Lord General Yoon Oh ha llegado con —estudió a Taeyong y su cabeza se movió—.. Taeyong de la Casa Yoon Oh.


¿Casa Yoon Oh? ¿Taeyong era parte de su casa ahora? Le gustaba esa idea. Yoon Oh no esperó ningún tipo de instrucción. Camino lejos del cazador y los íncubos hacia el castillo. Taeyong salió detrás de él y Joy siguió la línea. Cada cazador que pasaba saludaba a Yoon Oh, pero sus pies instintivamente se posicionaban en defensa cuando veían al vampiro. Sus ojos se pegaban a Taeyong mientras cruzaba los terrenos. Cada incubo que pasaban se quedaba en silencio, mirándolo con tímida curiosidad.


Taeyong los ignoró lo mejor que pudo.


Cuando llegaron a las puertas principales los íncubos encargados se retiraron cuando vieron a Taeyong.


Taeyong se detuvo. Una ola de emociones chocó contra él: placer, deseo, lujuria.


Se sentía mareado.


Yoon Oh se volvió.


—¿Todo está bien?


Taeyong luchó para acallar sus emociones.


—Nunca he estado tan cerca de tantos íncubos. Siento como si mis entrañas están siendo aplastadas.


—Ah, eso le pasa a cualquier íncubo joven en reuniones tan grandes como esta. ¿Vas a estar bien?


—Sí, solo dame un segundo. Me ajustaré.


Yoon Oh esperó pacientemente mientras Taeyong se las arreglaba para que las feromonas de los otros íncubos lo bombardearan. Una vez que las rechazo, asintió para indicar que estaba listo para ir.


El general lideró el camino hacia la puerta principal. Dentro había un largo correo con un techo alto, pilares de mármol y una alfombra roja que recorría todo el pasillo. Había una escalera doble al final de la puerta que llevaba más allá. Había un puñado de íncubos dentro. Todos dejaron de hablar al momento en el que Yoon Oh entró y se inclinaron ante él, pero sus ojos estaban puestos en Taeyong.


Mientras entraban, Yoon Oh parecía no tener otra opción que prestarles atención. Taeyong apenas prestaba atención a donde estaban yendo mientras los olores y sonidos golpeaban sus sentidos. Música de orquesta y conversaciones llenaban el aire mientras llegaban a una gruesa cortina de terciopelo. Yoon Oh la hizo a un lado y los llevo a un pasaje privado.


En algún punto, Joy se había alejado y ya no estaba con ellos, pero Taeyong no se había dado cuenta de cuándo. Yoon Oh se detuvo frente a otra gruesa cortina.


Tomó el codo de Taeyong.


—¿Recuerdas lo que vas a hacer una vez que entremos?


Taeyong asintió. Podía sentir miles de íncubos al otro lado de la cortina.


—Te voy a seguir. Me vas a presentar a la Reina Chaeryeong y a su pareja Lord Huening. Hago una reverencia. Luego nos mezclamos. Lo recuerdo.


—Si te sientes abrumado o sientes que pierdes el control durante la noche, el tercer balcón exterior del segundo piso está vacío para ti, ve allí. Si necesitas encontrarme, pregúntale a cualquier cazador. Y recuerda, hay oídos por todos lados. Nada de lo que digas quedara en privado; cuida tus palabras.


—Entiendo.


—Sé que lo haces.


Yoon Oh abrió las cortinas. Piso el escalón sobre la escalera doble que se unía y bajaba hacia una sala de baile. Los ojos de Taeyong se abrieron de sorpresa, sin poder creer lo que veía.


El salón de baile ante él era más grande de lo que habría podido imaginar. El techo, cubierto con un impresionante mural, estaba a seis pisos sobre él y los balcones revestían las paredes hasta el techo. Algunos se veían como cabinas privadas mientras que otras estaban abiertas a cualquiera y llenas de íncubos que estaban charlando, bebiendo o viendo la escena de abajo.


Viendo escaleras abajo, el piso del salón de baile estaba lleno. Todos estaban vestidos en ropa formal y moderna y los íncubos estaban mostrando sus cuernos y ojos de colores vivos. Por alguna razón, Taeyong había pensado que ellos serían un poco más conservadores sobre su atuendo... pero su estilo era más de alfombra roja que de regencia.


Una gran orquesta llenaba el aire con música y en el centro del salón rebosaba de parejas bailando por el suelo con perfecta y sincronizada precisión. Era increíble.


La música paró abruptamente y los bailarines se detuvieron. Susurros ahogados cruzaron por el público y el momento que Taeyong temía estaba sobre él mientras cada par de ojos en la habitación lo observaban.

34

Taeyong estuvo atrapado bailando durante las siguientes tres horas. Cada vez que se libraba de un íncubo, alguien más tomaba el lugar de ella o él.


Las conversaciones que tenía con sus parejas seguían el mismo ritmo. Eran tímidas al principio y comenzaban con comentarios inocentes. Usualmente sobre sus ojos plateados, o lo sorprendidos que estaban de que su piel no fuese fría como esperaban, o que no podían creer que la estatua era una gárgola.


Luego pasaban a las preguntas sobre cómo era ser un vampiro y un íncubo. Algunas veces le preguntaban a qué sabía la sangre o como había sido morir. Taeyong trataba de llevar la conversación lejos de las preguntas de vampiro y enfocarla más en el lado íncubo.


Cerca del final de baile se relajaban y comenzaban a coquetear con él. Algunos incluso se lo proponían directamente. Taeyong estaba tentado, pero no se sentía como si pudiera desaparecer para tener sexo en esos momentos. Estaba allí, después de todo, para causar una buena impresión en tantas personas como pudiera. O al menos esa era su política hasta que vio a Lady Xiaoting entrar al salón. Ella era la hija de un rey de India del Sur. Taeyong la reconoció enseguida por la foto que Wonyoung le había mostrado, pero la foto no le hacía justicia. Llevaba un sari de seda rojo y dorado, la larga tira de tela que formaba parte de su atuendo cubría su cuerpo en todos los lugares correctos. Su piel era del color del caramelo y Taeyong quería probar cada centímetro de ella.


Su mente se inundó de imágenes de su oscuro cuerpo presionado contra el suyo pálido. Particularmente, no le gustaba ser tan pálido, pero en estos días broncearse le daría una manera rápida de morir.


Su pareja de baile actual comentó que no estaba respirando. Taeyong miró hacia abajo y dio una respuesta apropiada que olvido inmediatamente. Trató de enfocarse en su pareja, de darle la atención que ella merecía, pero sus ojos seguían yendo hacia Xiaoting.


Entonces, vio como Jeno caminaba detrás de ella y envolvía sus manos alrededor de su cintura.


—¿Estas gruñendo? —le preguntó la mujer en sus brazos.


Lo había estado haciendo. Había comenzado en el momento en que había visto a Jeno.


—No, perdón, solo un ronroneo —mintió y le dio la sonrisa más convincente que pudo.


Pareció creérselo. Cuando la canción termino él se excusó y se escabullo antes de que alguien más lo tomara.


Terminó en un pasillo vacío y dio un suspiro largo mientras descansaba su espalda contra la pared.


Joy entró al pasillo.


— Comandante —le dio un saludo.


—Eso fue una salida rápida —le dijo y cruzó sus brazos mientras se recostaba en la pared frente a él.


—Necesito un descanso. No puedo bailar toda la noche.


—Ah, entonces no fue porque te estaba gustando la súcubo en los brazos de Lord Jeno.


Taeyong le gruñó a Joy.


Ella rio—Lo pensé. Sabes, creo que la escuché decir que iba a subir al tercer piso. Y creo que Lord Jeno está atrapado bailando con alguien más.


Taeyong entrecerró los ojos, sospechoso.


—¿Por qué me dirías eso?


Joy se encogió de hombros.


—Eres un niño inteligente, compréndelo tú mismo.


—No te agrada Jeno, ¿verdad?


—Lord Jeno es un guerrero excelente —le dijo, levantándose de la pared— Haz lo que quieras con esa información, pero se cuidadoso, puede morder.


—Yo también puedo.


Joy volvió a reírse y salió del pasillo.


Taeyong encontró una escalera no muy lejos de él. Subió al tercer piso y miró por el borde de un balcón lleno de gente. Notó que la estatua (bueno, la gárgola) de Pan había sido removida de la pista de baile. Vio a Wonyoung. Estaba en el centro de una gran multitud de íncubos, en su mayoría hombres. Todos parecían estar adulándola sobre lo que sea que decía.


Taeyong no vio a Yoon Oh, pero si vio a Jeno bailando con una hermosa mujer. Jeno parecía estar pasándola bien, pero por lo que Taeyong sabía, podría ser una farsa. Como su padre, él era muy bueno poniéndose mascaras.


Los íncubos a su alrededor susurraban entre ellos. Este piso parecía ser el lugar donde se consumía bastante alcohol. Cada balcón tenía cubetas de hielo llenos de botellas brillantes de vino tinto. Taeyong deseaba poder beber un poco y sentir al menos un pequeño estremecimiento.


Cuando localizó el olor de Lady Xiaoting, fuego y azafrán, se inclinó hacia los íncubos a su alrededor y luego lo siguió hasta el fondo del pasillo, lejos del salón. Después de unos momentos de seguir el olor, se dio cuenta que el ala a la que la había seguido estaba extrañamente vacía. Algunas de las habitaciones tenían ocupantes, pero había silencio. Si Taeyong se encontraba con ella aquí, sola, la iba a asustar. Se detuvo. Su deseo de ella no sobrepasaba su preocupación de asustarla.


Comenzó a caminar de regreso por donde había venido cuando una puerta se abrió detrás de él y Lady Xiaoting salió de la habitación. Dio un grito ahogado cuando lo vio y su corazón se aceleró.


Taeyong presionó su mano contra su hombro y se inclinó profundamente.


—Lady Xiaoting. No quería asustarla.


—No estoy asustada —le dijo y cerró la puerta detrás de ella para probarlo.


Taeyong notó rastros de adrenalina corriendo por su sangre.


—¿Puedo confesarle algo? —preguntó.


Asintió, sus ojos muy abiertos. Taeyong se inclinó hacia ella solo un centímetro y bajo su voz como si fuera a contarle un secreto—Soy un vampiro.


Ella se veía confundida. Obviamente sabía que era un vampiro.


—Es increíble, lo sé, pero es verdad. Me las arregle para escabullirme por los miles de cazadores de vampiros y los guerreros íncubos dentro de este baile. Pero creo que me descubrieron. Hay algunos cazadores siguiéndome en este corredor. Apuesto que, si les pidiera que se mostraran, lo harían.


Ella miró a su alrededor y no vio a nadie.


—Muéstrense —ordenó.


Seis cazadores aparecieron de la nada. Habían estado parados quietos, camuflándose, efectivamente haciéndose invisibles, pero Taeyong los sintió moverse en sus lugares cuando el entro al pasillo. En realidad, lo habían estado vigilando toda la noche. Cada vez que él iba a algún lado, él los sentía moverse en posición y luego desaparecer de sus sentidos. El único cazador que Taeyong reconocía era Shohei, el asesino enmascarado que había visto en el campo de batalla. Solo podía asumir que los otros cinco eran casi tan talentosos como él.


—Emperador Eunwoo —dijo Xiaoting y se inclinó ante uno de los cazadores.


Taeyong nunca había visto a un íncubo inclinarse ante un cazador antes. Eunwoo... el comandante del Gran Rey y líder de los Argonautas, los cuales consistían en los seis mejores cazadores de las corporaciones. O eso le decían los aprendices de Ashwood a Taeyong. Estaba inclinado a creerles considerando que el Emperador Eunwoo era una de las cuatro personas que Taeyong no podía hipnotizar sin que su collar explotara. Y tenía sentido para él que fuera vigilado por los mejores esa noche.


Taeyong estudió al Emperador.


Su uniforme tenía influencia de la antigua Grecia con un peto ajustado, armaduras de piernas y brazos pesadas y tiras de cuero que formaban un tipo de falda increíble. Parecía que estaba hecho de metal, pero eso no parecía entorpecer sus movimientos. Tenía un casco que ocultaba su rostro; encima había grandes, intimidantes cuernos que se enroscaban hacia atrás. Aunque era extraño, no tenía armas sobre él, al menos ninguna que Taeyong pudiera ver.


La magia que venía de Eunwoo, probablemente de sus runas o tal vez de su armadura, ponía de punta la piel de Taeyong. El sigilo que llevaba consistía de un escudo con un gran rubí en el centro con una corona sobre la gema. Algo que parecía una cola de íncubo se enredaba a su alrededor. También llevaba una insignia que lo identificaba como comandante y una tercera que parecía una espada. Emperador.


Eunwoo asintió hacia Xiaoting, luego los cazadores desaparecieron de nuevo. Taeyong desvió sus pensamientos de los cazadores, tratando de ignorar el hecho de que todavía lo observaban.


Xiaoting se relajó.


—¿Es verdad lo que dicen sobre ti?


Había escuchado los rumores más ridículos sobre él esa noche. Como que él ya era un lord vampiro, o que necesitaba cuatro galones de sangre al día o se volvería una furia, o de que podía caminar por las paredes como una araña. Se preguntaba si los íncubos serían así de chismosos si supieran que él los podía escuchar.


—Va a tener que ser más específica, mi lady.


—Que tu apetito por sexo ha sido insaciable desde que te transformaste.


Taeyong rio—No. No creo que ese sea el caso. Mi apetito es muy sano, pero no insaciable.


—Oh, es una pena —le dijo, sus ojos tomándose el tiempo para notar su cuerpo.


Placer corría por Taeyong.


—Lady Xiaoting, ¿cree que es sabio tratar de tomarme?


Sus labios se curvaron en una sonrisa retorcida.


—¿Sabio? No. Divertido, absolutamente. Y creo que lo disfrutaría.


Sus ojos fueron al bulto creciente en Taeyong.


Ella tenía razón, él lo disfrutaría. Era un agarre débil y Taeyong podría romperlo con facilidad si quería. Pero él iba a seguirle el juego. Él la deseaba y si necesitaba la ilusión de que ella podía controlarlo, él estaba de acuerdo con eso.


Taeyong dio un paso hacia ella y su corazón se aceleró por la emoción.


—¿Has estado con un vampiro? —preguntó, su voz profunda, masculina.


Ya sabía cuál sería la respuesta. Durante su entrenamiento, Wonyoung le había dicho que el sexo con vampiros estaba prohibido a menos que fuera por razones de captura o de quebrarlo. Las dos especies estaban, después de todo, en guerra. Taeyong era una excepción porque también era un íncubo. A sus ojos, él era el vampiro que se podían follar. Esa era la razón por la que se lo habían propuesto tantas veces esa noche. No muchos íncubos tenían la oportunidad de dormir con un vampiro.


Ella negó con la cabeza—No.


—No somos exactamente gentiles —le dijo, cerrando la distancia entre ellos. Taeyong estaba mintiendo... por supuesto que podía ser gentil, y a menudo lo era con Wonyoung.


Pero Xiaoting no era Wonyoung.


—No quiero que lo seas —le dijo, mirándolo.


Sus ojos chocolate se tornaron un tormentoso azul mientras ella se excitaba. Taeyong se le acercó y capturó sus labios. Se abrieron para él y metió su lengua por su boca. Ella gimió en respuesta. Taeyong tomó sus caderas y la alzó. Presionándola contra la puerta, su beso se intensificó como un volcán a punto de entrar en erupción. Sus manos pasearon por el cuerpo de ella, posesivas y sin poder escoger una sola parte. Llegó al final de su sari y lo alzó para que ella pudiera enredar sus rodillas con más fuerza a su alrededor. Subió su mano por su pierna y agarró el suave montículo que era su trasero. Taeyong retuvo un gemido cuando se dio cuenta que no llevaba ropa interior.


Ella giró el picaporte de la puerta, abriéndola de golpe. Taeyong pulsó poder en su velocidad y la tuvo contra la pared del fondo antes de que ella pudiera preguntar qué pasó.


La habitación no era enorme, pero estaba decorada con extravagancia. Parecía que todos los íncubos adoraban la opulencia excesiva. No era del gusto de Taeyong: él prefería el cálido, práctico diseño, aunque había comenzado a adorar las sábanas de seda.


Pero ahora no le importaba la habitación.


En vez de eso, tenía una mano bajó Xiaoting para tenerla firme contra la pared mientras la otra mano vagaba por su vestido de seda. Paró solo cuando llego a sus pechos y tomó uno en su mano.


Xiaoting rompió el beso y ahogo un grito. Sus rodillas se apretaron contra sus caderas. Paso sus dedos por sus labios y él los lamió, invitándolos dentro de su boca. Ella aceptó la invitación, metiéndolos y él los chupó con entusiasmo, alimentándose de su deseo. Sus encías comenzaron a picar.


—Quiero verlos —le dijo y tocó sus dientes.


Si la Lady ordenaba ver el lado vampiro de Taeyong, él la complacería con gusto.


Sus ojos ardieron y sus colmillos salieron, tanto los de arriba y los de abajo. Le gruñó juguetonamente. Ella rio para liberar los nervios.


Tomando su muñeca, la fijó con fuerza contra la pared. Su respiración se aceleró y ella toqueteó el cierre de los pantalones de Taeyong con la otra mano. Cuando no pudo deshacerlo con una mano comenzó a acariciar su duro miembro sobre el pantalón del traje.


Taeyong tomó sus dos muñecas y las pasó por su cuello. La soltó, bajó el cierre de su pantalón y saco su duro miembro antes de que sus músculos pudieran flexionarse en reacción.


Alzó más su vestido sobre su cintura y metió dos dedos entre sus húmedos pliegues. Ella estaba gimiendo y lista para él. Esto no sería un polvo rápido. Taeyong sacó sus dedos y tomó la base de su pene. Lo puso en su entrada, pausando para provocarla con su gran cabeza.


—Vampiro —ella suspiró— por favor.


Él le sonrió y se hundió en ella unos cuantos centímetros antes de sacarlo de nuevo. Ella gruño y sus manos se posicionaron en su espalda para empujarlo dentro de ella. Él complació su deseo y se enterró profundamente en su cuerpo. Su caliente, pesada respiración lamió su oreja. Taeyong la embestía con fuerza una y otra vez. Cada embestida sacaba un nuevo gemido de la boca de ella y un gruñido de la suya. Chupó y lamió su cuello con un fervor de gula.


—Muérdeme —le dijo, su voz baja y apasionada.


Taeyong dudó. Dios, quería enterrar sus dientes en su cuello y robar unas cuantas gotas gloriosas de sangre de ella. Pero no se le había ocurrido preguntarle a Yoon Oh si podía morder a alguien durante el sexo. No podía arriesgarse; temía demasiado la ira de Yoon Oh.


Xiaoting chillo cuando Taeyong la lanzó sobre la cama. Ella aterrizó en sus rodillas. Antes de que pudiera moverse, Taeyong estaba detrás de ella. Tomó sus caderas y las alzo ligeramente, más cerca de él. Alzando su vestido para exponer sus dos hermosos glúteos. Paso sus dedos arriba y debajo de la abertura entre ellos, sacando gemidos de ella. Tomó las nalgas y los abrió ligeramente.


La vista era increíble.


Necesitaba estar en ella de nuevo, llenándola por completo. Puso su pene en su entrada y lo vio desaparecer dentro de ella mientras la llenaba. Una vez que su larga virilidad entraba dentro, él salió de nuevo, y volvió a entrar; lento y deliberado.


—Más duro —le demandó.


Él la obedeció golpeando su trasero y comenzando con un ritmo más rápido. Se inclinó hacia ella con la intención de darle atención a su clítoris, pero antes de que pudiera tocarlo, ella gritó su nombre y comenzó a temblar bajo él mientas el orgasmo la partía.


Taeyong sonrió. Así que no necesitaba más estimulación. Continuó embistiendo contra ella mientras su interior palpitaba apretado contra su pene. Sus manos se cerraron en sus caderas y él rugió mientras explotaba dentro de ella. Cada musculo que tenía convulsionó mientras el placer lo arrollaba. Cuando comenzó a ablandarse, él salió cuidadosamente.


Ella colapsó sobre la cama y frente a él. Taeyong se acostó a su lado y posó una mano en su cadera.


—Sabes delicioso —le dijo.


Taeyong le había dejado tomar pequeños sorbos de su energía durante el encuentro.


—Tú también.


Descansaron juntos por un momento antes de ella se levantara de la cama y arreglaba su vestido.


—Hm, decepcionante —dijo Taeyong mientras la veía.


Xiaoting se giró y le dio una mirada ofendida, sin duda pensando que el insultaba su cuerpo o su técnica.


—Mi plan era darte tres o cuatro orgasmos más. Pero si no te sientes lista, lo entiendo. Los íncubos no parecen tener tanta resistencia como los vampiros.


—Mi resistencia está bien. Es solo que —Ella miró al suelo—.. nos van a extrañar... todos se darán cuenta de que no estas.


Taeyong rio.


—¿Cómo puede ser posible que me importen los demás cuando estoy aquí contigo?


Debió decir lo correcto porque ella lamió sus labios y comenzó a quitarse el sari.


Taeyong estaba feliz cuando se lo quitó porque no tenía idea de cómo sacarle esa cosa y habría terminado desgarrándola de frustración.


Él se ocupó quitándose el esmoquin y preparándose para el segundo round.

35

Taeyong veía a Xiaoting dormir desnuda sobre su cama mientras terminaba de abotonarse el chaleco. Se veía como una diosa.


Se había quedado dormida mientras él de sus actividades sexuales. Había pasado la última media hora duchándose y Taeyong no se había atrevido a despertarla. Ella necesitaba descansar después de tenerla muchas veces, ambos estaban satisfechos. Termino de vestirse y abrió la puerta lo más silenciosamente que pudo. Miró hacia ella una última vez.


Un olor familiar llegó del pasillo de afuera e inundó su nariz.


—Mis disculpas, Xiaoting. Cada maldita chica de la Casa Laike quería bailar con...


Taeyong abrió todo lo que pudo la puerta y se topó cara a cara con Jeno. Los ojos de Jeno se abrieron en sorpresa. Luego miró hacia la cama, donde Xiaoting gimió y se revolvió en sueños.


Taeyong le sonrió mientras hacia una reverencia.


—Lord Jeno.


La mandíbula de Jeno se apretó mientras Taeyong caminaba a su lado y cerraba la puerta, asegurándose de que se cerraba detrás de él. La ira que venía de Jeno era palpable. La sonrisa no dejo el rostro de Taeyong mientras caminaba por el pasillo vacío, dejando a Jeno solo. No se había acostado con Xiaoting para enojar a Jeno, pero mierda, era la cereza en la cima del pastel. Se hinchaba con satisfacción.


Taeyong camino a uno de los balcones del tercer piso. Los íncubos borrachos que estaban allí actuaron amistosos mientras él se aproximaba. Alguien le dio un vaso de alcohol. Taeyong le agradeció y se lo paso a otro incubo que lo tomo con agradecimiento.


Parejas dándose el lote en los asientos que alineaban el lado del balcón llamaron su atención. Parecía como si fueran a comenzar a arrancarse la ropa allí mismo. Le divertía darse cuenta de que no le importaría si lo hacían. La energía que venía de ellos era estimulante. Hacía solo medio año, la idea de ver a gente tener sexo tan públicamente lo habría hecho rehuir con vergüenza y parecía que a nadie le molestaba que estuviera mirando. Se sentía bienvenido allí. Aceptado. Ahora mismo, la idea de escapar algún día se sentía como una memoria estúpida para él. Eso, combinado con los aromas embriagadores que llenaban el área, lo hicieron perderse en sus pensamientos.


No sintió a Jeno aproximarse hasta antes de que su puño golpeó su mandíbula. Taeyong salió volando hacia el otro lado del balcón. Cayó tres pisos y aterrizó sobre su espalda, apenas esquivando a una pareja que bailaba. A su alrededor, la música se detuvo y gritos salieron de personas que se apresuraban a salir de su camino.


La ira llenó a Taeyong, pero cuando vio a las parejas de íncubos que lo rodeaban, algunos demasiado asustados, se las arregló para mantener su lado vampiro suprimido y acelerar la recuperación de los huesos rotos que tenía.


Aún sobre su espalda, miro hacia Jeno, cuyos ojos estaban brillando morados y sus cuernos y garras estaban fuera. En su mano una espada de plata. Saltó del balcón y apuntó hacia Taeyong. La ira en la cara de Jeno dejaba malditamente claro que su meta era matarlo.


Taeyong rodó para esquivarlo mientras Jeno aterrizaba de pie, su espada empalando el piso de madera donde Taeyong había estado. Jeno sacó la espada de la madera y se lanzó hacia Taeyong. Taeyong presionó poder en su velocidad y se paró. No fue lo suficientemente rápido, la punta de la hoja tocó su hombro.


Genial. Ahora su esmoquin estaba arruinado.


Rugiendo y enseñando los colmillos, el lado vampiro de Taeyong se presentó. Sus garras eran largas y sus ojos brillaban rojos. Jeno volvió a cargar contra él y Taeyong bloqueó dos estocadas con sus muñequeras. Contraatacó dando un paso más cerca y arañó con sus garras el pecho de Jeno, desgarrando su esmoquin y haciéndolo sangrar. Jeno pasó sus propias garras por el rostro de Taeyong, dejando cinco cortes profundos. Pateó a Taeyong en el estómago y lo mando tropezando por la habitación.


—Ella era mía —grito Jeno y caminó hacia él.


No había sido el nombre de Jeno el que ella había gritado esa noche. Pero Taeyong nunca diría algo tan burdo sobre una mujer que le había dado la bienvenida a su cama. En vez de eso, se rió de Jeno, lo que solo sirvió para enojarlo más. En este punto, la mayoría de los íncubos en la pista del salón estaban contra las paredes, tan lejos como podían de ellos dos. Los cazadores y algunos guerreros habían sacado sus armas, pero ninguno se metió entre ellos.


Mientras Jeno cargaba de nuevo contra él, no tuvo tiempo para pensar en porqué no estaban deteniendo esto. Taeyong no quería perder el control, pero Jeno lo estaba haciendo difícil. Taeyong se empujó hacia arriba y apareció detrás de Jeno. Escuchó gritos desde la multitud.


Antes de que Jeno supiera que él estaba allí, Taeyong lo golpeó en el costado de las costillas, haciéndolo volar hacia una pared. Piezas de arte cayeron al suelo, sus pesados marcos quebrándose.


Jeno se levantó y toco su costado, las costillas rotas. Le gruño a Taeyong y fue de nuevo hacia él. Taeyong esquivó otra estocada de él solo para que lo pateara en la canilla, su tibia se rompió. Aullando, tomo a Jeno de la garganta, sus garras enterrándose profundas en la piel. Jeno movió su espada hacia el cuello de Taeyong, justo encima de su collar.


—Basta —una orden seca vibró.


La espada de Jeno se detuvo. La hoja presionaba contra Taeyong, siseando mientras quemaba su piel y la mano de Taeyong se cerró con fuerza en el cuello de Jeno, para que el joven incubo no pudiera respirar.


Había sido la Reina Chaeryeong quien les había dicho que se detuvieran. Desobedecerla significaría un montón de castigos, incluso la muerte. Pero Taeyong no quería obedecer su orden. Quería destripar a Jeno. Jeno se estaba poniendo azul, pero no entró en pánico. Ambos hombres se fulminaron con la mirada.


—Dejen ir al otro —dijo Chaeryeong desde su trono.


Jeno bajo la espada y Taeyong soltó su cuello. Jeno tomo una bocanada de aire cuando estuvo libre. Ninguno de los dos rompió el contacto visual con el otro. Taeyong comenzó a mandar energía en curar su tibia rota y las cicatrices en su rostro.


Una vez que Jeno pudo respirar bien, un cazador le lanzó un tubo de sangre de vampiro y Jeno la puso sobre sus heridas.


Taeyong podía oler el miedo a su alrededor. Se sentía mal por todos los íncubos de sociedad. Para ellos, la pelea probablemente había sido terrorífica. Él era terrorífico. El vampiro. La misma cosa que los habían condicionado a odiar por toda su vida. El miedo que sentía de ellos no lo estaba calmando. Su lado vampiro deseaba pelear. Estaba seguro que habría arrancado el cuello de Jeno antes de que su espada le hubiera cortado la cabeza.


—Los dos, vengan aquí —ordenó la Reina.


Jeno y Taeyong se gruñeron entre ellos y luego caminaron hacia Chaeryeong, que estaba alta en su estrado.


Chaeryeong rió. Taeyong se preguntaba que mierda era tan chistoso.


—Ustedes dos a duras penas son los primeros jóvenes en pelear por una mujer —Su sonrisa cayó— Aunque nunca había visto que se tornara tan violento tan rápido. Su casa tendrá que pagar por los daños.


Taeyong se encogió. En unos segundos, se las habían arreglado para destruir literalmente millones en arte. No estaba emocionado de ver a Yoon Oh... a quien era imposible sentir ahora mismo.


—En el futuro —continuó— si ustedes desean pelear por una mujer, pueden hacerlo fuera. ¿Me han entendido?


—Sí, Su Majestad —dijeron al unísono.


Taeyong no podía salir sin un escolta, pero ella no lo decía para beneficio suyo o de Jeno, sino para asegurar a los otros íncubos en la habitación. Hacía parecer que la pelea fuese entre dos chicos con la cabeza caliente y no un incubo guerrero y un vampiro tratando de matarse.


—Taeyong, puedes ir a esperar al cabecilla de tu casa en el segundo piso.


Ella apunto hacia arriba. Él sabía dónde tenía que ir, el tercer balcón había sido vaciado para él.


Taeyong le hizo una reverencia y corrió hacia el balcón a la velocidad de la luz. No quería estar allí más de lo necesario. Su control era más fino de lo que le importaba admitir. El más mínimo comentario podría empujarlo demasiado lejos. Su lado vampiro no cedía, no importaba lo mucho que quisiera que desapareciera.


El balcón era grande y recluido entre dos paredes de piedra sin ventanas. Había dos luces en la pared al lado de la puerta para iluminar el área. Taeyong miró por el borde, al menos veinte pies hacia el suelo. Había jardines escénicos rodeando el castillo y más allá del muro. Luego en los bosques había miles de cazadores patrullándolos.


—¿Pensando en huir? —le preguntó una voz joven.


Recostado contra la cerca estaba Shohei. La capucha de su capa estaba alzada y su máscara roja cubría la mitad baja de su rostro.


Taeyong miró detrás de él. No podía sentir o ver a los otros cinco Argonautas, pero asumía que estaban allí vigilándolo. Le gruño a Shohei y comenzó a caminar de un lado a otro del balcón, mirando al cazador.


Flexiono sus garras. Parte de él quería que Shohei lo atacara solo para que pudiera terminar la pelea. Pero Shohei se cruzó de brazos y le devolvió la mirada.


Taeyong necesitaba calmarse antes de que Yoon Oh llegara.


—No —le dijo. Tal vez hablar con un cazador le alejaría la mente de la pelea— He visto lo que haces, no quiero descubrir de primera mano de lo que son capaces los otros cinco.


Shohei asintió y aceptó la respuesta. Alargó su mano y se puso la máscara debajo de su barbilla.


Taeyong volvió al borde y miró—¿Qué tan lejos crees que podría llegar antes de ustedes me atraparan?


—Hm —Miro hacia abajo sobre su hombro— Si saltas, no creo que tus pies logren tocar al suelo.


—¿En serio?


Shohei asintió.


—Ahora estoy medio tentado a hacerlo solo para ver si eres tan bueno.


—Hazlo, sería algo divertido para nosotros. Pero doloroso para ti.


—Sí, no esperaría algo más.


Toda su vida era dolorosa. Taeyong cerró sus ardientes ojos. El silencio pasó entre los dos y la mente de Taeyong comenzó a vagar en pensamientos sobre lo que Yoon Oh le estaba haciendo.


—Tienes una bonita polla —le dijo Shohei, rompiendo el silencio.


Taeyong se ahogó mientras reía y se enojaba a la vez. Shohei se rió de su reacción.


—Por favor dime que no estaban en la habitación cuando estuve con Lady Xiaoting —le dijo.


Shohei le respondió con una gran sonrisa. Taeyong quería enterrar su rostro en sus manos, pero probablemente se cortaría con sus garras.


—Dios mío. ¿En serio?


Shohei se movió un poco para acomodarse en el cerco—Tenía que asegurarme de que no la ibas a herir.


—Nunca le haría daño. Y no soy un maldito exhibicionista—Un voyeur tal vez, pensando en la pareja del balcón, pero no quería que otros lo vieran a él.



—¿De verdad? Deberías serlo. Tienes el cuerpo para ello—Shohei miro a Taeyong de arriba para abajo.


—Gah, por favor cállate.


Taeyong volvió a caminar. Estudió a Shohei mientras caminaba de un lado al otro. Era delgado, pequeño y Taeyong pensaba que su rostro era atractivo. Tenía pómulos altos y rasgos suaves. Sus ojos siempre parecían sonreír. Si Taeyong no podía pelear contra nadie en ese momento, quería follarse algo.


Maldijo en un susurro. Ser un íncubo estaba resultando ser un gran problema. Desde que se transformó, quería tener sexo todo el tiempo. Tal vez su apetito estaba comenzando a ser insaciable como lo decían los rumores.


—Eres un cazador extraño —dijo Taeyong.


Shohei frunció el ceño—¿Lo soy?


—Si. La mayoría de cazadores son... rígidos. ¿Por qué estás hablando conmigo?


Shohei se encogió de hombros—Necesitabas hablar con alguien.


Taeyong negó con la cabeza—Estás equivocado. Necesito alguien con quien pelear o follar ahora mismo.


—Si me atacas, me voy a defender —Palmeo una daga en su cinturón. La oferta era tentadora. Taeyong miró a su arruinado esmoquin. Había corte sobre las esposas donde Jeno lo había atacado. Tal vez ya estaba metido en demasiados problemas— pero no puedo follar contigo ahora mismo. Estoy de turno.


Dios, eso solo hizo que Taeyong lo deseara más. Las cosas que Shohei decía lo sorprendían y lo excitaban al mismo tiempo. Se imaginaba tomándolo en una gran bañera, Shohei sentado sobre su regazo con los brazos de Taeyong envueltos a su alrededor.


—¿Y cuándo termina tu turno?


Shohei suspiró—No termino hasta que este vampiro que estoy cuidando se vaya a dormir.


Taeyong sonrió—Hombre, eso es lo peor.


—Sí, dímelo a mí.


Más tranquilo, las manos de Taeyong volvieron a la normalidad y sus colmillos volvieron a sus encías.


—¿Estás mejor? —pregunto Shohei.


—Bueno, ya no quiero pelear —dijo y le giño un ojo al cazador, quien sonrió.


Apoyándose contra el cerco, Taeyong se preguntó dónde carajos estaba Yoon Oh. Quería terminar con esto. Cerró sus ojos y extendió sus oídos. Escaneó el castillo nivel por nivel, ala por ala tratando de encontrar a Yoon Oh.


Al fin escucho su voz en los niveles bajo tierra.


—Estás equivocado sobre esto —escuchó que decía Yoon Oh.

Sonaba en medio de una conversación intensa.


—Lord General, ha perdido la cabeza. Es una abominación —le decía una voz masculina. Taeyong no pudo identificarla.


Quienquiera que fuera este hombre, Taeyong no apreciaba ser llamado una abominación.


—No es una abominación —le respondió Yoon Oh al hombre.


—Lo es y debería estar encerrada y no bailando con nuestros hijos e hijas. Perderás tu posición si esto va mal.


—Conozco los riegos y te estoy diciendo que él vale la pena. Has visto lo que puede hacer y está mejorando todos los días —dijo Yoon Oh.


El pecho de Taeyong se hincho con satisfacción al escuchar a Yoon Oh defenderlo.


—No puedo apoyarte en rescatar a tu hija si continúas tratándolo como uno de nosotros —dijo la voz extraña.


—Estas cometiendo un error —gruñó Yoon Oh.


Alguien con pasos ligeros entro a la habitación.


—Tengo la pelea grabada.


Era la voz de Joy.


Debe haberle dado una tableta o algo porque Taeyong podía escuchar a Yoon Oh viendo el video de la pelea entre él y Jeno. Ahora la razón por la cual llegaba tarde tenía sentido. Yoon Oh siempre quería saber los hechos antes de tomar una decisión.


Taeyong esperaba que esa decisión no lo involucrara a él siendo azotado, encadenado con plata o con grilletes de nuevo. Y no quería quedarse solo en una jaula. El prospecto de eso era lo que más lo asustaba.


Cuando abrió sus ojos el rostro de Shohei estaba a centímetros del suyo. Taeyong saltó.


—¿Qué carajos?


Shohei dio unos pasos hacia atrás.


—Solo quería ver que tan cerca me podría poner antes de que me sintieras. ¿A quién estabas escuchando a escondidas?


—A nadie —dijo Taeyong y se sacó la chaqueta del esmoquin, dejándola sobre el cerco.


—Deberías aprender a mentir.


—No respondo a...


Taeyong se detuvo cuando notó la sombra de Shohei. Las luces en la puerta hacían contraluz con Shohei, su sombra, al revés desde la perspectiva de Taeyong, era la de una criatura de cuatro patas. Tenía orejas puntiagudas y colas felpudas.


Muchas colas felpudas.


Taeyong se paró y camino al lado de Shohei para ver su sombra. Era un zorro.


—Mierda, no eres humano.


Una sonrisa astuta cruzo el rostro de Shohei—Nunca dije que lo fuera.


—Pensaba que todos los cazadores eran humanos.


—Nope.


Taeyong estudió a Shohei de cerca. Estaba parado a solo un metro de él. Olía a incienso y cerezas. Se veía y sonaba humano, excepto por sus latidos que eran un poco más rápidos. Taeyong no tenía idea de qué criatura tenía la sombra de un zorro. No había nada sobre ellos en los libros que había leído, aunque todavía había algunos que no había tocado en su librero.


Shohei parecía divertirse mientras Taeyong caminaba a su alrededor.


—¿Qué eres?


—¿Debería decírtelo? Siento que me gusta la idea de que no lo sepas. Te volvería loco.


Taeyong resopló, volvió al cerco y se recostó contra él. No estaba de humor para que jugaran con él—Eres cruel.


Shohei se unió a él en el cerco—No quiero serlo.


Shohei tomo la capucha que tenía sobre él y se la quitó. Cabello de un puro color blanco y hasta el cuello cayó libre, enmarcando su rostro. La mandíbula de Taeyong se aflojo cuando vio dos orejas peludas y puntiagudas sobre su cabeza.


—Me dicen kitsune. Un espíritu zorro.


Un millón de preguntas inundaron a Taeyong. Quería saber todo sobre él ahora. ¿Qué significaba un espíritu? ¿Usaban las mismas runas que los otros cazadores? ¿Era por eso que su teletransportación era blanca y no verde? ¿Por qué tenía tantas colas en su sombra? ¿Podía cambiar de forma o solo tenía las orejas? Pero en vez de preguntar solo se quedó ahí sentado, la boca abierta.


—Puedes tocarlas si quieres —le ofreció Shohei.


Taeyong se rio de sí mismo. Estaba siendo estúpido... un tonto no dejaría pasar la oportunidad de tocar las orejas de zorro de Shohei. Estiró la mano y gentilmente paso su mano por una. Era suave y se movió hacia adelante y atrás cuando él la toco.


Marcas rojas, que parecían pintadas con largos brochazos, aparecieron en las mejillas de Shohei. Taeyong pasó sus dedos por las líneas rojas en el rostro de Shohei. Casi esperaba tener pintura en los dedos cuando los miro, pero no había nada. Shohei rio. Era amistoso y cálido.


—¿Cuántos años tienes? —pregunto Taeyong.


—Es más viejo que yo —dijo Yoon Oh detrás de ellos.

36

Yoon Oh despidió al cazador con una sacudida de su mano.


—Gracias, Comandante.


Shohei hizo una reverencia y desapareció del balcón en un flash de luz blanca.


¿Cuánto tiempo había estado Yoon Oh detrás de él? Demasiadas veces esa noche había dejado que sus sentidos vagaran. Mantuvo sus ojos lejos de Yoon Oh mientras se levantaba de la cerca e hincaba la rodilla. Taeyong no necesitaba mirar a Yoon Oh para saber que estaba enojado.


—Ustedes dos casi se matan esta noche —dijo Yoon Oh.


Taeyong no tenía una respuesta. Yoon Oh tenía razón, ambos habían estado a punto de matarse entre ellos. Ahora que estaba tranquilo, podía admitir para sí que la hoja de Jeno había estado más que cerca de cortar su cabeza, más de lo que quería admitir.


—¿Por qué te acostaste con Lady Xiaoting? —preguntó Yoon Oh.


Taeyong podía sentir los ojos de Yoon Oh sobre él.


—Amo, yo... ella captó mi atención desde el otro lado de la habitación. Desde el momento que la vi, la deseé.


—¿Y qué ella estuviera con Jeno no tuvo nada que ver?


—No, Amo —suspiró Taeyong— Es obvio que Jeno y yo no nos agradamos. Él... me enfurece. Pero no tendría sexo con alguien solo para enojarlo.


Yoon Oh estuvo en silencio por un momento hasta que finalmente le dijo—: Te creo.


El alivio inundó a Taeyong.


—Pero si tú y Jeno pelean de nuevo, vas a ser castigado. ¿Necesitas detalles sobre lo que te voy a hacer?


Por ahora, Taeyong tenía una buena idea sobre los castigos que Yoon Oh podría darle—No, Amo. No peleare con él.


Pero más le valía a Jeno no traicionarlo de nuevo.


—Eres extremadamente suertudo de que le agrades a la Reina Chaeryeong. Toda esta noche podría haber resultado diferente sin su apoyo. Levántate.


Taeyong se levantó y enfrentó a Yoon Oh, que se veía serio.


—Esta ha sido una noche muy cara para mí.


—Lo siento, Amo—Se sentía terrible acerca de eso.


—Me lo vas a compensar pronto.


Taeyong no tenía idea de lo que deparaba su futuro, pero todavía planeaba rescatar a la hija de Yoon Oh de la casa de los vampiros. No había sido capaz de hacer nada mientras estaba entrenando y todavía necesitaba información antes de que pudiera formular un plan y salvarla.


—¿Por qué no escogiste pelear cuando la Reina Chaeryeong quería que la impresionaras? —preguntó Yoon Oh.


Taeyong sonrió y su dedo pasó por una rotura en su manga.


—No quería arruinar el esmoquin.


Un lado de los labios de Yoon Oh se curvó en una media sonrisa.


—Y tenia de la sensación de que la pelea no la iba a impresionar —añadió Taeyong.


—Tus instintos fueron correctos, ya no la impresionan muchas cosas. ¿Cuánto tiempo has sido capaz de sentir gárgolas de esa manera?


—No estoy seguro, Amo. Cada noche paso un poco de tiempo extendiendo mis sentidos más lejos. Uh, tal vez hace unas semanas comencé a sentir las que están arriba de tu fortaleza.


—Espero que me reportes cualquier habilidad nueva que tengas.


—Sí, Amo. No quería esconderla de ti. Solo que se sentía como algo que siempre he podido hacer. Es difícil de explicar, pero ni siquiera lo pensé—Era verdad. Sentir las gárgolas del techo sobre él se había sentido normal y no había vuelto a pensar en ello desde aquel momento.


Yoon Oh asintió lentamente, aceptando la explicación de Taeyong—¿Por qué no mordiste a Lady Xiaoting cuando ella te ofreció su cuello?


Mierda. ¿Acaso todo el mundo sabía lo que hizo con esa mujer? Era vergonzoso.


Taeyong rechinó los dientes y dejó de mirar a Yoon Oh.


—Te estas molestando, Taeyong. ¿Por qué?


Sus puños se cerraron—No estoy acostumbrado a que las personas me vean teniendo sexo.


Yoon Oh extendió la mano y tocó el rostro de Taeyong, trazando su mandíbula y raspando su ligera barba. Taeyong lo miró.


—Eres tan modesto. Y joven. Con el tiempo dejará de molestarte —dijo Yoon Oh.


—Si tú lo dices, Amo —Taeyong volvió a apartar la mirada— Quería morderla, pero no lo hice porque temía lo que me hicieras si tomaba sangre sin tu permiso.


Por el tacto, Taeyong podía sentir como eso complacía a Yoon Oh. Se preguntaba si Yoon Oh podía sentir lo avergonzado que se sentía. Lo roto que estaba por dentro.


—En el futuro, puedes morder solo si te lo piden y solo puedes tomar unas cuantas gotas de sangre. Y debes curar la herida. No quiero ver un desfile de íncubos con marcas de mordidas caminando por todos lados.


Taeyong asintió.


—Estuviste excelente esta noche. Si Jeno no te hubiera atacado, habría sido perfecto —Taeyong se preguntaba si Jeno seria castigado por sus acciones. Lo dudaba. Yoon Oh sacó su celular de su bolsillo y vio la hora— Espero que puedas repetir la interpretación.


—¿Amo?


Yoon Oh le dio una sonrisa astuta.


—Este es solo el primero de muchos eventos a los que vas a atender en los siguientes meses.



Yoon Oh no había exagerado acerca del número de eventos a los que Taeyong tendría que atender. Casi todas las noches de la siguiente semana Taeyong iba a una reunión o fiesta con Taeyeon o Wonyoung. Yuta había sido reasignado a la Costa Este y Yoon Oh estaba ocupado casi todas las noches.


Ninguno de los eventos era tan importante como el baile de la Reina Chaeryeong. Unos cuantos bailes tenían unos cuatrocientos invitados, pero la mayoría eran reuniones pequeñas donde había de diez a cien íncubos.


Al principio, el recibimiento de Taeyong era igual al que había tenido en el baile. La mayoría de personas eran dudosas y curiosas sobre él, pero siempre se mantenía amistoso y al final del evento tenía a íncubos rodeándolo. Joy tenía razón... era como si estuvieran atraídos hacia él. Después de un tiempo, había comenzado a disfrutar de la atención.


A veces, Jeno aparecía en alguna fiesta. Los dos nunca hablaban entre ellos, pero Jeno se complacía en robarle y acostarse con cualquier incubo que captaba la atención de Taeyong. Le molestaba, pero se forzaba a dejarlo pasar. Tenía que hacerlo o terminaría arrancándole la garganta a Jeno.


Taeyong nunca vio ni sintió a Shohei ni a los otros cinco Argonautas de nuevo. Parecía como si todos estuvieran satisfechos de que él no iba a matar a toda la comunidad incubo. Todavía tenía cazadores vigilándolo, pero el deber cayó en los Guardianes.


Estaba feliz por ello. Haría las cosas más fáciles. Joy era una gran cazadora, pero Taeyong sabía cómo pelear con ella ya que habían pasado mucho tiempo entrenando juntos. También le gustaba que ella se quedara fuera de la habitación cuando estaba follándose a alguien.


Taeyong pasaba todo el tiempo libre que tenía planeando cómo derrotar a la Casa Moreau. Se había obsesionado con la idea.


Cada fiesta que atendía trabajaba para ganar más información sobre la casa vampiro. Mencionaba la casa casualmente durante conversaciones en la cama con una súcubo o direccionaba la conversación en esa dirección con un guerrero borracho.


Se enteró que los vampiros no solían dormir en grupos grandes. Normalmente se separaban antes del amanecer, para que los cazadores no pudieran ir y matar nidos enteros de ellos.


Pero no los vampiros de Nueva Orleans. Su estado estaba protegido por humanos hipnotizados, mercenarios contratados, guardias y gárgolas que seguían las ordenes de un Lord vampiro que vivía allí. Tenían cada entidad de la ley local en su bolsillo para evitar que los íncubos estuvieran en el área.


Durante una cena, Lord Kyungsoo le había dicho que la Casa Moreau contaba con al menos seis Lords vampiros. Durante la misma cena, Taeyong comenzó a formular un plan. Estaba allí para impresionar a Lady Seohyun. Ella tenía al menos 400 años y poseía una casa privada en un lugar apartado en el lado este de las Montañas Rocosas en Colorado. Era una guerrera que no parecía disfrutar el estilo de vida extravagante que disfrutaban muchos íncubos, pero respetaba su sociedad por la habilidad de entretener.


Esa noche, ella los invitó a todos a beber grandes cantidades de alcohol mientras contaba historias de gloriosas batallas y trabajos. Sobrio, Taeyong escuchó mientras relataba situaciones embarazosas en las que se encontraban cazadores e íncubos.


Él disfrutaba de sus historias.


A altas horas de la fiesta, mientras el grupo (diez íncubos y dos acompañantes humanos) estaba sentado alrededor de la sala de Lady Seohyun riendo y hablando, Taeyong se paró de repente. Sus ojos se tornaron rojos y sus colmillos salieron.


Dos de los cazadores de guardia sacaron sus ballesteas y las apuntaron hacia él. Seohyun se levantó, espada en mano. Taeyong no tenía idea de donde había venido. Joy tenía su mano sobre un arma debajo de su capa, pero no la había sacado.


—¿Qué ocurre, Taeyong? —Wonyoung, quien era su escolta, le preguntó.


Taeyong estaba feliz que ella no hubiera asumido que él estaba a punto de atacarlos. Con el paso de los meses que habían estado juntos, ella había comenzado a confiar en él.


—Hay veintiocho vampiros acercándose por el lado oeste y otros cuatro vienen del norte. Están a aproximadamente, dos millas y moviéndose rápido. Muy rápido.


Mirando a su alrededor, Taeyong comenzó a preocuparse. De los íncubos, Seohyun parecía estar lo suficiente sobria para pelear, pero el resto estaban completamente borrachos y no eran guerreros. Eran dieciocho cazadores esa noche. Los Guardianes; el equipo de seis de Lady Seohyun, los Asesinos de Criptas; y otros seis que habían venido con Lord Kyungsoo, Pardwell Verde. Los otros íncubos no eran lores ni ladies, por lo que no comandaban equipos de cazadores.


Seohyun gruñó.


—Maldita sea. Nos sobrepasan mucho en número—–no vamos a poder soportar esto. Vayan a la piedra.


Joy reportó la situación a Yoon Oh por su comunicador mientras todo el grupo se apresuraba hacia el sótano de la casa, donde la piedra de teletransportación estaba escondida. Taeyong mantuvo a Wonyoung cerca de él.


Taeyong escuchó la voz de Yoon Oh por el audífono de Joy.


—Detén la orden de retirada, tú te quedaras a pelear. Nadie debe usar la piedra de teletransportación.


—Entendido —Joy se giró y alzó la mano, deteniendo al grupo— Lady Seohyun, se nos ha ordenado quedarnos. A todos.


Seohyun tomó un comunicador de un cajón cercano. Lo puso en su muñeca y puso el altavoz.


—General, estamos superados. Esta casa no resistirá una batalla que no está a nuestro favor.


—Mi orden se queda. Todos se quedan —dijo Yoon Oh.


¿Por qué carajos Yoon Oh no dejaba que Wonyoung regresara a casa? Ella estaba temblando en los brazos de Taeyong.


Seohyun rechinó los dientes.


—Al menos déjame enviar a los que no son guerreros lejos de aquí.


Por el comunicador se podía escuchar a docenas de voces que gritaban información a Yoon Oh acerca de los ataques que ocurrían. Sonaba como un caos completo fuera.


—No —dijo— Las líneas ley han sido corrompidas. Estamos trabajando para identificar el problema ahora mismo. Los tres equipos que se teletransportaron terminaron como un charco cuando llegaron a su destino.


Seohyun tomó con fuerza su arma.


—¿Hay alguien cerca que nos pueda enviar refuerzos?


Más caos del otro lado. Yoon Oh volvió con ellos después de unos momentos.


—No. Esto es un ataque coordinado. Otros territorios están siendo atacados ahora mismo y no puedo enviar refuerzos a ningún lado. Están por su cuenta, pero están mejor que los demás ahora mismo. Usen a Taeyong.


—Entendido.


Seohyun cortó la transmisión y gruñó.


—Todos excepto Taeyong y cazadores vayan a la piedra. Hay un cofre allí que tiene armas, cierren la puerta y ármense —le ordenó a uno de los cazadores que vaya con el grupo— Apenas funcionen las líneas salgan de aquí —Se giró hacia Joy— Pongan las defensas, estaré de vuelta enseguida.


Ella desapareció por el pasillo y Joy comenzó a dar órdenes a los cazadores para que se posicionaran en lugares estratégicos alrededor de la casa.


Taeyong se sacó su chaqueta, Yoon Oh al fin le había conseguido una ya que esa noche no era lo suficientemente formal para un esmoquin y no podía ir en jeans, y comenzó a desabrocharse la camisa.


—¿Puedes sentir a algún lord entre ellos, Taeyong? —preguntó Joy.


Taeyong cerró los ojos y escaneó a los vampiros.


—No lo sé. Es difícil diferenciar a los lores porque están enmascarando sus poderes. ¿Esta casa tiene alarmas como las de la fortaleza?


—Sí. Ya las apagamos por ti. Las mantendré apagadas por ahora, pero tal vez tenga que volverlas a poner si logran entrar. Una vez que estés fuera voy a tener que activar algunas barreras. No cruces los bordes hasta que te diga que es seguro.


Taeyong asintió.


—Están cerca.


Seohyun regresó pareciendo impotente en su armadura y su forma completa de íncubo. Mirando a Taeyong, le ofreció la espada.


—Entonces, ¿qué mierda están esperando? Vayan a matarlos.


Taeyong tomó la espada que se le ofrecía y salió corriendo. Los vampiros, obviamente, no esperaban que el estuviera allí o que se moviera tan rápido. Cortó las cabezas de los tres primeros antes de que siquiera lo vieran. Eran jóvenes. Débiles. Si estos ataques eran coordinados como decía Yoon Oh, los vampiros más poderosos estarían en los lugares más estratégicos.


Un montón de flechas de plata volaron a su lado y dos vampiros que corrían hacia él se transformaron en alfileres de tamaño humano. Gritaron mientras la plata quemaba su piel. Los cazadores podrían terminar con ellos. Taeyong fue hacia el vampiro más poderoso que podía sentir. Mientras se acercaba, el vampiro sacó sus alas y voló. Seohyun tendría que lidiar con él, desafortunadamente para Taeyong.


Ningún vampiro a su alrededor era un desafío. Terminó con las manos llenas de arañazos y uno se las arregló para morderlo y quitarle un pedazo de hombro, pero lo regeneró con facilidad. Desearía estar peleando contra Lord y no solo despedazando a vampiros jóvenes. La peor herida que tenía era de una flecha de plata que estaba en sus costillas.


Un fuego amistoso.


O tal vez un cazador cretino que tomo la oportunidad de herirlo. No todos los cazadores estaban felices de trabajar con un vampiro. Taeyong se separó de la pelea principal para detener a un grupo que trataba de rodear la casa, cuando se dio cuenta que estaba sólo con cuatro de ellos. Presionó poder en su aura y apenas lo hizo, los vampiros corrieron asustados.


Taeyong sonrió mientras derribaba a uno. Lo tomó por el cuello.


—Contesta mis preguntas.


El vampiro asintió, rindiéndose a sus comandos.


—¿Qué sabes de la Casa Moreau? —preguntó.


—No mucho. Vampiros viejos. Muchas reglas. Yo me alejo de ellos.


Era inútil. Taeyong soltó al vampiro y lo dejó huir. Persiguió a la otra, a la mujer, y repitió el proceso. Ella sabía más. Le dio a Taeyong la dirección de la casa y le dijo que todos los viernes los vampiros importantes de Nueva Orleans se reunían allí. También que cualquier vampiro que viajaba al área tenía que conseguir el permiso de ellos para cazar. Fallar en seguir sus reglas significaría la muerte. Taeyong la dejó ir y vio como los demás vampiros huían. Eran débiles, desesperados y no eran una amenaza para la casa. Pelear con ellos habría sido como matar a gatitos, un acto en el Taeyong no encontraba ningún placer.


Yoon Oh se enojaría con el si se enteraba, pero no había nadie alrededor. Con la amenaza retirada, Taeyong regresó a la casa. Podía oler la sangre mientras se acercaba. Tres cazadores estaban muertos. Otro estaba brutalmente rasguñado, pero viviría. Otros tenían heridas que no suponían una amenaza a su vida y estaban tomando sangre de vampiro para curarse. Olió la sangre de íncubos dentro de la casa. Era tóxico. Pelear siempre lo ponía hambriento... no importaba si recién acababa de comer.


Se detuvo frente a la puerta principal y un cazador desactivó la barrera para él, el brillo verde desapareciendo. En la sala de estar, Seohyun estaba acostada en un mueble, rodeada de cazadores. Sangre goteaba por debajo de su armadura. Taeyong puso su espada en una mesa y vio como Joy susurraba un comando a la armadura y se convertía en una pieza de pecho. La sacó del íncubo. Seohyun tenía una herida seria de una garra en el cuello y varias puñaladas en el costado. Estaba luchando para quedarse consiente.


Joy se inclinó sobre ella y comenzó a besarla, pero Seohyun se desmayó antes de que pudiera responder. Joy negó con la cabeza y trató de levantarla.


—¿Lady Seohyun? Vamos, despierte.


Taeyong se acercó y puso su mano con garras en el hombro de Joy.


—Déjame intentarlo.


Miró hacia él y luego hacia Seohyun.


—Confía en mí, lo he hecho antes —dijo Taeyong.


Se movió para hacerle un espacio.


Él se arrodillo al lado del sofá y puso a Seohyun en sus bazos. Presionó sus labios contra los de ella y forzó la energía para que fluya de él hacia ella. No pasó mucho tiempo hasta que sus labios respondieron a los de él. Ella envolvió sus brazos alrededor de él y tomó el mando, robando sus reservas a pasos acelerados. A diferencia de la primera vez con Yoon Oh, Taeyong no se resistió. Dejó que tomara todo lo que necesitaba.


Aunque sería malditamente doloroso, él podía vivir con un soavick vacío; ella no. Seohyun se separó de él. Sus heridas cerrándose solas.


—¿Forzaste tu energía en mí? —le preguntó Seohyun con tos y se sentó en el sillón, sorprendida.


Taeyong asintió.


—¿Qué pasó con el Lord vampiro?


—Escapó —respondió Joy.


—Desearía tener alas, me habría gustado mucho más pelear con él. Esos vampiros débiles no eran demasiado desafío.


Joy le pasó un contenedor de sangre y frunció el ceño.


—Esos vampiros “débiles” mataron a tres de mis hombres, Taeyong.


Él se encogió. No había considerado eso y ahora, porque sentía un gran respeto hacia Joy, se sentía terrible por enojarla.


—Lo siento, Comandante, no quería ofenderla.


El resto de la noche no tuvo más sorpresas para el grupo. Taeyong la pasó tranquilizando y asegurándole a Wonyoung de que todo estaba bien ahora. Las líneas estuvieron arregladas una hora antes del amanecer y Taeyong regresó a la fortaleza de Yoon Oh y colapsó en su cama. Escuchó a Ilertha cantarle mientras planeaba el ataque a la Casa Moreau.


Ahora tenía una ubicación. Solo necesitaba que unas piezas más cayeran en su lugar... luego iría a rescatar a la hija de Yoon Oh y los íncubos lo aceptarían como uno de ellos.

37

Taeyong caminó de un lado a otro en el balcón de la torre de Lord Bogum. Había una fiesta dentro y él había sido echado por perder el control.


Un gran número de cazadores estaban patrullando los terrenos abajo, pero Joy era la única otra persona en el balcón con él. Se sentía mal por lo que estaba a punto de hacerle, pero era la única forma en que podía escapar sin lastimar a nadie. Taeyong había planeado cuidadosamente cada momento de esta noche y, hasta ahora, estaba yendo perfectamente. La Casa Moreau caería por su mano en unas pocas horas.


Semanas atrás, había convencido a Wonyoung para que le contara sobre cada evento en el que él estaría. Ninguno era en Louisiana. Tenía que cambiar eso. Hizo que le contara sobre los diferentes eventos a los que no iría. La fiesta de Lord Bogum en Baton Rouge estaba en la lista. Era grande, más de dos millones de íncubos de la elite asistirían, y sería un viernes. Perfecto.


El problema estaba en que Lord Bogum —y la mayoría de sus amigos— odiaban a Taeyong. Querían verlo encadenado o muerto. Taeyong no podía culparlos, la mayoría de estos íncubos vivían relativamente cerca de territorio vampiro y todos habían perdido hogares y seres queridos en la guerra. Taeyong suplicó a Wonyoung que lo llevara de todos modos, pero ella no cedería. No le gustaba este círculo de íncubos. Al final, tuvo que convencer a Yoon Oh que lo llevara, pero pasó un rato hasta que Taeyong lo encontrara.


Yoon Oh estaba ocupado limpiando los daños ocasionados por el masivo ataque vampiro que había sacado las líneas ley. El ataque en la casa de Lady Seohyun no era nada comparado con lo que había pasado en otros lugares. Los vampiros habían matado cientos de íncubos y cazadores aquella noche.


Fue un gran golpe para ellos.


Yoon Oh había sido convocado a Nueva York para responder ante el Gran Rey y había estado ausente por una semana. Cuando volvió, mandó a llamar a Taeyong. Cuando él llegó a su habitación, Yoon Oh no dijo nada antes de arrancar la ropa de Taeyong y tomarlo. Fue duro, relajante, y Taeyong disfrutó cada momento.


Cuando ambos estaban descansando desnudos en la cama, Taeyong besó el cuello de Yoon Oh, tratando de animarlo para otra vuelta.


—Voy a tomarlo como que Nueva York no fue bien para ti —dijo, moviéndose al lóbulo de Yoon Oh y succionándolo.


—No realmente. No —Yoon Oh no respondió a los avances de Taeyong, su mente ya en otra cosa.


Taeyong se dio por vencido y descansó su cabeza en el hombro de Yoon Oh. No se había esperado que Yoon Oh envolviera su brazo alrededor de él y lo atrajera cerca. Se sintió bien.


—Quiero ir a la fiesta de Lord Bogum —dijo Taeyong después que un momento hubiera pasado.


—Lady Wonyoung me dijo que la has estado molestando con eso. ¿Por qué tienes tantas ganas de ir?


—Todas las fiestas y bailes a las que me envías están llenas de íncubos que son indiferentes hacia mí o a los que ya les caigo bien. Pero Lord Bogum odia lo que soy. Tal vez puedo convencerlo de que cambie de opinión o al menos cambiar algunas de las opiniones de su séquito. Será un desafío divertido —Taeyong estaba mintiendo sólo en parte. Él iba a cambiar sus opiniones, pero no sería por sus habilidades para conversar o bailar, sería eliminando los vampiros que controlaban la región vecina.


—De verdad disfrutas los desafíos, ¿no?


Taeyong presionó un beso en el pecho de Yoon Oh y sonrió contra su piel.


—Sí lo hago, Amo


—Jeno estará allí. Él y el hijo de Lord Bogum son cercanos.


—Me he vuelto quedándome lejos del camino de Jeno. ¿Crees que Wonyoung vendría si ambos vamos?


Yoon Oh se encogió de hombros.


—Le preguntaré.


Taeyong se sentó apoyándose en un codo, emocionado.


—¿Entonces eso es un sí?


—Sí. Pero más vale que me impresiones.


—Lo haré, Amo. No te preocupes por eso.


Ir a la fiesta era sólo el primer paso. Necesitaría ayuda si iba a eliminar con tantos lores vampiros. Ayuda de un cazador o íncubos estaba fuera de consideración, pero había alguien más a quien podría dirigirse que se acercaba.


Por aproximadamente media hora cada noche, luego de llegar a casa después de algún evento, se sentaba en el techo de la torre y leía libros en la luz de la luna. Los cazadores pensaban que era un comportamiento extraño, pero Yoon Oh le permitía hacerlo. Era agradable estar bajo el cielo estrellado, oliendo el aire y escuchando los sonidos de la noche.


La verdadera razón por la que iba allí afuera, sin embargo, eran las gárgolas. Les hablaba. No decía nada importante, sólo hablaba sobre una fiesta a la que había ido o algo que encontraba gracioso en un libro. Podía sentirlas disfrutándolo incluso si nunca contestaban o ni siquiera se movían.


Un par de noches antes de la fiesta se dirigió a Asper, la primera gárgola que había visto. La gárgola de Yoon Oh. Le contó sobre su plan para atacar la Casa Moreau, y que lo estaba haciendo para recuperar a la hija de Yoon Oh. Le contó toda la verdad y le pidió ayuda. Ella no se movió. Taeyong no tenía idea de si funcionaría. Lo descubriría tarde o temprano.


Una de las cosas más impresionantes que hizo en preparación, al menos en su opinión, fue cuando se despertó durante el día mientras la criada humana estaba limpiando en su habitación. Estaba cansando y no podía moverse, pero sí podía hablar. Esperó hasta que la criada estuviera cerca y abrió los ojos. Ella miró abajo hacia donde estaba y jadeó. Las criadas nocturnas no usaban esos malditos lentes de contacto que prevenía que pudiera obligarlas.


—Ve a cerrar la puerta y vuelve aquí —le susurró en un comando para que los guardias en el pasillo no pudieran oírlo. Ella hizo lo que le dijo— Si te pido que me consigas algunas cosas y las tengas listas para mí en la torre de Lord Bogum, ¿crees que podrías hacerlo?


Ella asintió.


—Conozco a la jefa de ama de llaves allí. Ella puede conseguir lo que necesitas si le dijo que el Lord General lo pide.


—Bien. Esto es lo que necesito que consigas para mí...


La noche de la fiesta había llegado finalmente. Taeyong planeó cada momento. Llegó con Yoon Oh y Wonyoung. Hizo una reverencia a Lord Bogum y tomó la golpiza verbal de su parte. Luego, se mezcló y bailó con unos cuantos íncubos a los que incluso les agradaba.


A las diez en punto se tropezó en frente de Jeno, tirando la bebida que Jeno estaba sosteniendo sobre su esmoquin. Jeno gruñó y se lanzó hacia Taeyong. Taeyong salió disparado detrás de Yoon Oh, su apariencia de vampiro afuera, gruñendo a Jeno.


Yoon Oh terminó la pelea antes de que incluso iniciara mandando a Jeno al piso de arriba a cambiarse y a Taeyong afuera al balcón para calmarse. Habiendo fingido todo, Taeyong ya estaba calmado. Jeno y Yoon Oh habían reaccionado exactamente de la forma que había esperado.


A las diez y cinco, Taeyong dejó de caminar y agarró un bolso de lona negro que lo estaba esperando en el balcón.


—¿Qué es eso, Taeyong? —le preguntó Joy cuando vio el bolso.


—Cambio de ropa —dijo él y comenzó a sacarse su traje.


Joy frunció el ceño.


—¿Por qué estás sacándote tu esmoquin?


Taeyong sacó su saco y camisa.


—Es difícil correr en traje.


—No entiendo —Ella lo vio cambiarse, pero no hizo nada para detenerlo. Se veía como si tuviera la mente nublada. Confundida.


—Lo harás en unos minutos.


Una vez que estaba sólo en ropa interior, se vistió en jeans negros, pesadas botas negras y un cuello de tortuga negro que ocultaba su collar metálico. Todo el negro hacía resaltar su piel pálida como un faro, pero parecía apropiado, por no decir un poco cliché, para un vampiro. Había una espada de plata dentro del bolso con una vaina en un cinturón. Se puso el cinturón y ajustó la espada correctamente en su cadera. Dobló el traje lo mejor que pudo y lo puso en el bolso.


Dos minutos.


Caminó hacia ella y removió la banda de dagas arrojadizas de Joy.


—Taeyong, ¿por qué no puedo moverme? —preguntó ella, su cuerpo congelado en el lugar.


Puso las dagas sobre su propio pecho y se enfundó en una chaqueta de cuero y subió el cierre para ocultar las armas.


—Porque te controlé hace tres días y estás bajo mi comando.


El corazón de Joy estaba acelerado.


Él levantó una mano y toco su cara para cambiar sus emociones un poco para que ella no entre en pánico.


—Por favor no te asustes, no voy a lastimarte. Serás liberada de la coacción en aproximadamente doce minutos. Sé que esto probablemente será una mancha en tu registro, y lo siento por eso.


Tomó cuatro granadas de polvo de plata, tres estacas, su ballesta, un vial de un líquido marrón que demoraba la sanación en los vampiros —durante su entrenamiento había descubierto que era dedalera— y la cadena de plata del cinturón de Joy y los puso en la bolsa. Luego tomó el celular de ella y lo metió en su bolsillo.


—¿Cómo me controlaste? No lo recuerdo —preguntó ella, su voz furiosa.


—Tomé tus lentes de contacto la otra noche cuando estábamos solos en el salón. Te hice olvidarlo. Todo lo que harás será crear una distracción. Una vez todo termine serás liberada.


Taeyong había tomado una página del libro de Irene. Casi todas las noches Joy volvería de su ronda antes del amanecer. Ella tenía una rutina en la que comenzaba a sacarse su uniforme y sacarse sus amas. Las tiraría en su habitación e iría a buscar un yogurt o una fruta del salón. Taeyong se uniría a ella para hacerle preguntas sobre especies sobrenaturales, técnicas de pelea, o sólo para hablar. Ella siempre era feliz de responder; parecía que la ayudaba a relajarse antes de irse a la cama.


Él descubrió que ella tenía treinta y seis años, aunque lucía como si estuviera en sus veinti—tantos. Yoon Oh estaba extendiendo su vida. Él no necesitaba acostarse con ella para hacerlo, pero era una especie de transferencia de energía que tenía que hacer cada año. Los vampiros también podían detener el envejecimiento de los humanos alimentándolos con su sangre una vez al mes o por ahí. Taeyong realmente disfrutaba hablar con ella. Ella era una humana sarcástica y algunas mañanas él iba a dormir riendo debido a sus bromas.


Le dolía que sólo lo estuviera haciendo así ella bajaría su guardia lo suficiente y se relajaría a su alrededor. Una noche cuando estaban solos en el salón, impulsó poder en su velocidad y sacó los contactos de sus ojos. La tiró al suelo y la sostuvo para que no pueda sonar ninguna de las alarmas como Kun hizo cuando Irene lo controló. Antes de que pudiera teletransportarse lejos, hundió sus garras en su runa para desactivarla.


La mirada en sus ojos cuando se dio cuenta que la había engañado — traicionado— aplastó su corazón. Casi no pudo hacerlo. Pero lo hizo, y sentir como su voluntad desaparecía mientras trataba de luchar contra él fue devastador. Podría haber controlado a cualquier otro cazador que no fuera ella, pero ella era la única que podía garantizar que estuviera aquí esta noche. Y, como comandante, nadie cuestionaría sus órdenes si mandaba a Taeyong a pelear.


Un minuto.


—¿Estás escapando? —preguntó ella. Su cara se torció como si estuviera tratando de pelear en contra de la compulsión. Si Taeyong podía mantener a un Lord vampiro, una humana —incluso aunque fuera cazadora— no tenía esperanza de romperlo.


Taeyong no respondió su pregunta. Era mejor que ella creyera que él estaba tratando de escapar por ahora.


—No huyas, Taeyong. Podemos rastrearte con el collar. Tan sólo serás recapturado y toda libertad por la que hayas trabajado te será arrebatada.


Lo conmovía que Joy mostrara preocupación por él. Ella le había dicho una vez que siempre pensó en él como un guerrero, incluso cuando había estado encarcelado. Taeyong frotó un guante bajo su remera.


—No tengo tantas libertades como crees.


Treinta segundos.


Taeyong se enfundó un par de guantes de cuero sin dedos y agarró algunos tapones de oído de uso pesado del bolso de lona.


—Lo siento, Joy, tú eres la última persona a la que quería hacerle esto. Siempre has sido justa conmigo. Espero que puedas perdonarme. Y dile a Yoon Oh..— Taeyong hizo una pausa por un momento—.. dile a él que también lo siento.


—Libérame y..—ella no terminó. Era hora. Otro comando que le había dado hizo efecto. Ella levantó su comunicador a su boca y Taeyong puso los tapones en sus oídos— Múltiples contactos en el lado norte. Taeyong ha reportado al menos cincuenta entradas vampiras, tres millas afuera y acercándose con rapidez.


Sonaron alarmas en la torre y los cazadores abajo corrieron preparándose para los vampiros que venían.


Ignoró la necesidad de disculparse con Joy otra vez y saltó del borde del balcón, bolso de lona en mano. Joy les diría que estaba mandando Taeyong a pelear. Nadie debería encontrar extraño que él estaba corriendo solo pero no lo arriesgó. Puso poder en su velocidad, moviéndose lo suficientemente rápido para borronearse. Necesitaba que los cazadores estén distraídos por diez minutos. Ese era el tiempo que le tomaría correr de Baton Rouge a Nueva Orleans. Quemaría un poco de sangre impulsándose a máxima velocidad, pero habría suficientes humanos en Nueva Orleans con los que podría recargarse.


Se mantuvo cerca de la 1—10 mientras corría. Autos parecía estar arrastrándose junto a él al tiempo que los pasaba. Mantuvo sus sentidos abiertos por cualquier cazador que pudiera teletransportarse enfrente de él.


Ninguno lo hizo.


Llegó a Nueva Orleans sin ver un solo incubo o cazador. Usar a Joy para reportar falsamente que se acercaban vampiros como distracción había funcionado.


Taeyong saltó sobre un auto estacionado con una joven pareja besándose en él. Él les ordenó mantenerse calmados mientras se alimentaba de su sangre. Cuando terminó, los controló para que olvidaran lo que había pasado y les dijo que esta noche irían a casa caminando.


Mientras se deslizaba en el asiento de conductor en el auto ahora vacío, el teléfono que había tomado de Joy vibró en su bolsillo. Lo sacó y vio quién estaba llamando.


Lord General.


Taeyong debatió si debía contestar. Cada parte de él le gritó que lo deje sonar, pero no pudo evitarlo. Contestó, pero no dijo nada mientras sostenía el teléfono sobre su oído.


—Taeyong —rugió Yoon Oh— has cometido un grave error esta noche.


Taeyong tragó saliva. Podía oír furia en cada palabra.


—Tal vez pienses que estás siendo listo corriendo en un área a la que no puedo enviar cazadores, pero te recapturaré con el tiempo. Si vuelves ahora, te prometo que sólo serás castigado físicamente por tu falta de juicio. Pero si no regresas, cuando te capture de vuelta te romperé hasta que no quede nada sino un arma sin mente para usar. Cada parte de ti se habrá ido.


Taeyong deseó no haber contestado el teléfono.


Sabía que Yoon Oh no estaba haciendo una amenaza vacía y eso lo asustaba. Tendría que triunfar esta noche o nunca podría regresar. Y la idea de nunca más volver a ver a Yoon Oh le dolía más de lo que podía admitir. Había pasado meses ignorando los sentimientos que tenía por el general íncubo, pero ahora estaban en el frente de su mente.


Siempre había sido su intención escapar una vez que hubiera podido aprender lo que pudiera de los íncubos, pero últimamente se había encontrado queriendo quedarse.


Disfrutaba de las fiestas y el baile y la conversación. Disfrutaba hablando con Joy, entrenando con los cazadores, pasando tiempo con Wonyoung, peleando con Taeyeon, y durmiendo con Yoon Oh. Todas esas eran cosas que no quería perder. Estaba empezando a sentirse como si tuviera una familia otra vez. Era un lugar al que pertenecía. Ashwood era su hogar ahora. La Casa Yoon Oh. Y eso era por qué tenía que eliminar la Casa Moreau. Aquellos vampiros habían lastimado a gente que le importaba y no podía dejar que eso quedara así. Sólo deseaba no ser un esclavo.


—Amo, yo..—quería explicarle lo que estaba haciendo, pero no podía decirle, no hasta que estuviera hecho.


Taeyong terminó la llamada.


Puso la dirección en el teléfono y decidió manejar hasta allí ya que no estaba seguro cómo reaccionarían los vampiros a él acelerando. Su plan no sólo era aparecer y empezar a matar, quería tratar de reunir información de lo que se estaba enfrentando, algo que había aprendido de Yoon Oh. Manejó hacia la dirección y estacionó a una calle. Llevando el bolso de lona con él, se acercó hacia el lugar.


Era una gran mansión blanca en el Garden District. Tenía una considerable escalera que llevaba a la puerta principal, llamativas columnas y balcones alrededor de la casa, y una cerca negra de metal rodeando la propiedad. El interior estaba oscuro y parecía vacío.


Taeyong no podía sentir a nadie, tampoco.


Tocó la puerta principal con cautela. Magia brilló entre sus dedos. Tuvo que pelear con un sentimiento de intranquilidad. Si fuera humano, querría irse de ese lugar. Empujó abierta la puerta y su piel hormigueó mientras pasaba por un velo mágico. Una vez en el otro lado, sus sentidos fueron asaltados mientras todo cambiaba.


La fría y vacía mansión se encendió con luces cálidas. Gárgolas, descansando en cada esquina, se volvieron visibles. Música viva y risas llenaban el aire. Taeyong podía sentir fácilmente cien vampiros en el área y algunos humanos. También había cinco íncubos cerca. Uno dentro y cuatro detrás de la casa, en lo que Taeyong asumió era una segunda estructura. El jardín y los balcones estaban llenos de vampiros. La vestimenta varía de formal a casual, de época a moderna; todo parecía encajar. Era un festín para la vista ver tal gala.


Los vampiros miraron hacia Taeyong, lo estudiaron por un momento, luego de vuelta a lo que sea que estaban haciendo antes de que él entrara. Había vampiros alimentándose o jugando con humanos, una pareja de vampiros estaba besándose en un banco de piedra bajo un árbol, y había grupos ensimismados en conversaciones. Nadie parecía alarmado de que Taeyong hubiera aparecido.


Taeyong subió las escaleras a la puerta principal abierta. Capturó la esencia de sangre cuando miró hacia adentro. Estaba lleno. Había vampiros bailando, riendo, hablando y tomando de humanos controlados. Con la excepción de los colmillos y la alimentación, lucía y se sentía como cualquier fiesta normal lo haría. Era menos rígida y formal que cualquiera en la que hubiera estado con los íncubos.


Cuando Taeyong entró, una mano fuerte agarró su hombro.


—Para ahí mismo.
























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1 comentario


el 32 y el 33 son el mismo capítulo. 🤨

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