ℛ (2) 🌹 𝒥𝒶𝑒𝒴𝑜𝓃𝑔
- mellifluous_AR

- 13 ago 2022
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 29 dic 2022
Capítulos
Capítulos Parte 1:
Sal de piedra

La noche antes del cumpleaños número diecisiete de JaeHyun, se va a una fiesta en la casa de Lucas. Yo no estoy invitado, pero de todas formas tengo un ensayo que terminar. El cumpleaños de JaeHyun es mañana, y no quiero esta estúpida tarea sobre mí.
Me siento a mi escritorio para terminar mi ensayo. Cuando el reloj indica las doce en punto, sonrío y le mando un mensaje de cumpleaños a JaeHyun. Diez minutos después, me meto a la ducha, me masturbo y me preparo para la cama.
Me estoy metiendo entre las frescas sábanas cuando mi teléfono suena. Caigo de la cama y me golpeo la cabeza contra la alfombra.
Froto mi cabeza y encuentro el maldito teléfono. JaeHyun. Supe que era él en cuanto el teléfono sonó.
—¡Feliz Cumpleaños!
Él gruñe.
—¿Feliz? No lo sé. ¿Qué es feliz de todos modos?
—¿Estás borracho, JaeHyun?
Él eructa y eso lo dice todo.
—¿Puedes venir por mí, Tae? Dejé mi billetera en casa y estoy demasiado borracho como para caminar a casa.
Mierda.
—Solo tengo mi permiso de aprendiz—Y ningún auto...
El auto de Irene. Un amigo pasó por ella antes por lo que su auto está disponible.
—¿Por favor? No quiero que mamá o papá me vean así.
—Voy de camino.
Me pongo unos pantalones sobre mis bóxers, pero me dejo mi camiseta de dormir. No planeo socializar. Después de ponerme zapatos, tomo las llaves de Irene. JaeHyun me ha enseñado los trucos para salir sin ser descubierto; me aseguro de apagar el sensor de la luz antes de salir.
Subo al Honda de Irene estacionado a mitad de la calle. Enciendo el motor y ruego para que no me detengan.
Tengo suerte, y después de una parada rápida, llego a casa de Lucas unos quince minutos después. La casa está zumbando con adolescente en varios estados de sobriedad y desnudez. Me muevo alrededor de unas chicas riendo y de parejas besándose, y sigo el palpitante ritmo de la música al corazón de la fiesta: los juegos de beber.
Y JaeHyun.
Un tipo me empuja, derramando cerveza de su vaso de papel. Salto hacia atrás para que no me caiga encima. Casi.
JaeHyun está tirado boca abajo en el sofá, un brazo tocando el suelo, sus pies sobresalen al final del sofá y una serpentina rosada cuelga de su pantorrilla. Su camiseta está levantada, y la dureza de su espalda y la curva de su cadera están a la vista. Parece estar estudiando la multitud.
Cuando me ve se transforma. Su cuerpo cobra vida y se levanta del sofá.
—Taeyong —vocaliza mientras choca contra mí.
—Llegó el hermano por ti, ¿eh? —dice Lucas mientras tira un brazo sobre los hombros de JaeHyun y camina el resto del camino con él.
—Ni siquiera somos hermanastros —murmuro, pero es principalmente para mí... y al tipo punk en la mesa con licor junto a mí.
—Le dije que no bebiera tan rápido —explica Lucas cuando me alcanzan— Pero estaba nervioso—Su pulgar se mueve hacia un montón de chicas en la esquina de la habitación.
Inmediatamente reconozco a la rubia, quien acaba de derramar vino tinto en su blusa y se ríe sobre necesitar sal. Alguien le dice que vaya donde los chicos bebiendo tequila.
Sé que tendrá que pasarnos para llegar a esos chicos.
—Claro —digo— Será mejor que lo lleve a casa.
JaeHyun murmura algo, pero la fuerte música resonando en mis oídos me ensordece. Me despido de Lucas y tomo su lugar, deslizando un brazo alrededor de JaeHyun y guiándolo fuera de la fiesta.
No está tan borracho como para no poder subir al auto, gracias a Dios. Pero tira del cinturón y este no se extiende. Sé que es una maldita molestia cuando se está sobrio, por lo que me inclino y lo estiro por él.
La mirada vidriosa de JaeHyun iguala su sonrisa entretenida.
—¿Qué? —pregunto mientras le pongo su cinturón. Se encoge de hombros y frota sus sienes.
—Necesito algo de agua.
—Guantera.
—Eres un salvavidas.
Bebe mientras conduzco a casa.
Cuando se tambalea fuera del auto, noto su billetera sobresalir en su bolsillo. Le resto importancia. Probablemente estaba demasiado borracho como para notar que la tenía.
Cierro el auto y nos meto de regreso a la casa.
Escaleras arriba, va al baño. Supongo que está bien y me meto a mi cama. Dos minutos después, mi puerta se abre y JaeHyun se tira en la cama a mi lado.
Ruedo y enciendo la lámpara junto a la cama.
—Habitación equivocada, JaeHyun.
—Nop —dice, ya arrastra menos las palabras— La correcta—Usa nada más que sus bóxers de Angry Birds y está acostado sobre su estómago, sus brazos bajo su cabeza, mirándome— Es mi cumpleaños, y quiero charlar.
Me muevo hacia la cabecera.
—¿Cómo estuvo la fiesta?
—Bien, creo.
No genial.
—¿Qué hiciste toda la noche?
—Hablar de mierdas. Beber. Empezar algunos juegos.
—¿Juegos? —Sé de qué juegos habla, por lo que ahora mi estómago se retuerce.
—Infantiles. Creyeron que estaban siendo graciosos. Me metieron en un armario con Somi y casi vomito sobre ella.
Estoy aliviado.
—Suave.
—No quería jugar de todos modos.
Yuta y Johnny siempre están intentando conseguir tal oportunidad.
—¿Por qué no? Creí que te gustaba.
—Sí, pero así no es como quiero empezar una relación. Quiero llevarla a algunas citas primero. Halagarla. Consentirla. Que progrese desde ahí.
Detesto cada palabra.
—Ella debe ser especial entonces.
—Eso espero—JaeHyun cambia su atención a la repisa detrás de mí— Las piedras sobre tu cama. Esas son tus favoritas, ¿no?
Las miro y me encojo de hombros. Quiero patearlo fuera de la cama. Quiero cerrar la puerta y estar solo. Quiero que se quede exactamente donde está hasta que abra sus malditos ojos a lo que está justo frente a él.
—Mis favoritas de las semanas que estoy aquí. JaeHyun toma una, la ametista que se negó a darme.
—¿A qué te recuerda esta?
—¿Te gusta?
—Es mi piedra de nacimiento —dice— Como que tiene que gustarme.
Justo como creí. Las piedras que me había dado significaban algo.
—¿Entonces qué significa? —pregunta— ¿En qué piensas cuando ves esta?
—Pienso en ti, de hecho —digo mientras me niego a mirarlo— Probablemente no lo recuerdes, pero pasó el año pasado. Estábamos viendo clásicos con Irene. Cuando ella se fue a la cama, nos quedamos levantados y vimos El Silencio de los Inocentes, y me asustó totalmente.
—Lo recuerdo —dice JaeHyun, su voz cosquillea contra los vellos de mi brazo y hace que mi cuello pique— Intentabas ser rudo como si pudieras controlarlo, pero los escalofríos hacían vibrar el sofá.
—Difícilmente.
—Tae, estaba a punto de quitarla y enviarte a la cama. Eso no lo sabía.
—¿Por qué no lo hiciste?
—Porque seguías diciendo bromas estúpidas—Su voz cambia un poco. Como si estuviera imitándome, hace un pobre trabajo— ¿Cuándo deja un caníbal la mesa? ¡Cuando todos están comidos! —JaeHyun ríe— Seguías preguntando si yo podría soportarlo. Sabía que estabas determinado a verla toda. Todos necesitamos una película que nos asuste para poder reírnos de nosotros mismos luego.
Le gruño y golpeo la parte de atrás de su cabeza.
—A eso me recuerda la ametista —digo, aunque eso no es todo. También recuerdo cuando JaeHyun tomó una manta y se detuvo de tirarla sobre mí y la dejo sobre los dos. Estábamos sentados con nuestros pies doblados al centro del sofá, el resto de nuestros cuerpos tan lejos de tocarse como fuera posible.
Entonces me asusté y mi pie se deslizó contra el de JaeHyun. Esperé a que se apartara y se reacomodara, pero no lo hizo, y por el resto de la película nuestros pies se tocaron.
Repentinamente JaeHyun se aclara la garganta, deja la piedra y toma la blanca piedra Cheshire, la más reciente agregada a mis favoritas.
—¿Y qué hay de esta?
—Esa es algo especial.
JaeHyun hace una mueca.
—¿Te recuerda a tu primera paja apropiada? ¿Primer beso francés?
—Estás borracho.
—Sí. Pero eso me da coraje.
—¿Coraje para hacer qué?
—Para preguntarte.
—¿Preguntarme qué?
—¿Por qué no me lo dices?
—¿Es esa una pregunta capciosa? Suena sin sentido.
—No lo entiendes—Suspira y toma otra piedra— ¿Qué hay de esta?
De esa puedo decirle.
Después de terminar la historia, sonríe y bosteza.
—Quiero ver una más.
—¿Qué es eso?
Él estira una mano y frota sus dedos.
—La piedra de hoy.
—¿La de hoy?
—Eso es lo que dije.
Salgo de la cama y la tomo de un agujero sobre el escritorio. La piedra es un trozo con capas de sedimento que encontré en el parque local al final de la calle mientras ensayaba mi discurso para el cumpleaños de JaeHyun. No podía pensar en las palabras correctas por lo que tomé una piedra por la frustración.
Se la paso y él me mira con cuidado, tanto como puede un chico ebrio. La huele y la toca con la punta de su lengua.
Rápidamente se está convirtiendo en una de mis favoritas. Él me la devuelve y yo la dejo en la mesita de noche.
JaeHyun vuelve a bostezar.
—¿Puedo dormir aquí, Tae?
—¿Por qué?
Se encoge de hombros.
—Más caliente contigo junto a mí. Será como acampar de nuevo.
Tengo un escalofrío. Quiero rogarle que duerma en su cama, que sueñe con Somi ahí, pero soy demasiado débil porque lo quiero aquí, así puedo fingir que es mío.
—Puedes dormir aquí con una condición.
—¿Cuál sería?
—Tienes que levantarte temprano conmigo. Tengo algo para ti.
—¿Qué tan temprano?
—Mucho. Tenemos que salir mientras siga oscuro.
—Bien.
—¿Bien?
—Buenas noches, Taeyong.
—Buenas noches.
Su mano busca la mía y cuando la encuentra tira de ella levemente hacia atrás.
—Eres el mejor hermano y amigo que pude haber pedido.
Amigo. Hermano.
No me gusta especialmente esa segunda palabra. Está intentando apagar esa pequeña llama de esperanza en mi estómago y no quiero que lo haga.
Apago la lámpara, ahogando la habitación en sombras y secretos, me acuesto. JaeHyun me adormece con sus respiraciones profundas.
En algún momento durante la noche, se acurruca bajo las mantas y me rodea con su brazo. Está cálido y sólido ahí. Diferente, pero es un buen diferente. Dejo a JaeHyun justo donde está y continúo durmiendo a su lado.
Ametista

Él suelta un ruido cuando lo despierto y maldice cuando lo hago seguirme a la cueva. Es más tarde de lo que me hubiera gustado. El cielo está de un gris lechoso, pero aún lo suficientemente oscuro como para que la cueva brille con racimos de luz verde.
Siempre estamos tranquilos aquí. Es el lugar perfecto para darle su regalo. Nos sentamos en la cueva con las piernas cruzadas uno en frente el otro.
La oscuridad y el brillo nos dan un aura verdosa. JaeHyun se mueve y sus rodillas golpean contra las mías. Me está mirando, esperando que hable.
Exhalo y busco en mi bolsillo su regalo, el cual está envuelto en una bolsa negra de terciopelo. Lo toco a través de la suave bolsa y su significado pesa en mi mano. He estado esperando darle esto por semanas, pero ahora mis manos están pegajosas y mi lengua parece estar atorada en mi paladar.
Estiro mi mano con el regalo y, sin hablar, levanto la suya para poner el regalo en su palma cálida. Me mira, luego mira su mano. Su manzana de Adán se mueve cuando traga.
—Taeyong...
Levanto un dedo a mi boca y niego. Quiero que le guste, que lo acepte, no que hable.
Tiembla al abrir la bolsa y levanta el anzuelo de diorita. Es simple y oscuro con flecos de verde brillante. Espero que cuando lo vea me vea mirándolo. Espero que cuando lo use, nosotros —nosotros y los momentos que hemos pasado juntos— pasemos por sus pensamientos.
Sé que verlo contra su pecho me recordará el momento en que nos conocimos, cuando lo odiaba. Lo odiaba por reclamar mi papá como el suyo, lo odiaba por darme esa sonrisa engreída y lo odiaba por quitarme el aliento. Porque fue justo ese momento en que todo hizo clic. Cuando mi cuerpo me gritaba cuán atractivo era, pero lo deformé en algo oscuro y feo. Sus ojos azules no eran hermosos, no lo eran. Eran del color de las bolsas de basura que mamá usaba para el baño, del color de agua de mar grasosa, del color de escamas de pez regurgitadas.
Miro al anzuelo que está atando alrededor de su cuello. Tenía que ser un anzuelo porque quiero pescarlo. Incluso si no puedo o no lo haré, será agradable ver la esperanza colgando de su pecho.
JaeHyun mete la bolsa de terciopelo vacía en su bolsillo y se levanta. Lo sigo. Fuera de la cueva, JaeHyun se gira hacia mí. No me abraza. De hecho mantiene su distancia. El arroyo murmura. Los pájaros pían. Y luego sus palabras. Su promesa.
—Nunca me lo quitaré.
🌹
Jae In y papá nos llevan a almorzar para celebrar. Estamos en un restaurante frente al mar y bien vestidos. Me las arreglé para derramar agua en mi camisa y estoy restregando mi pecho con una servilleta. Irene se está riendo y sacudiendo su cabeza hacia mí. Papá está contento, descansando la espalda en la silla, mirando sobre el mar brillante la vista de la ciudad.
Jae In se sienta al otro lado de su hijo, sus ojos bordeados con humedad, apretando la mano de JaeHyun.
—Diecisiete —murmura— No puedo creer lo rápido que has crecido. JaeHyun besa su mejilla.
—Aún me queda un año en casa antes de la universidad.
Un año más. Solo uno.
Luego se irá, ¿Y tú? Aún vas a estar en la escuela. Dos mundos diferentes. Se mantendrá en contacto por un tiempo, pero se terminará y, eventualmente, serán meros chicos que crecieron juntos, entonces la parte de amigos terminará.
Papá se gira hacia Jae In, una sonrisa melancólica jugando en sus labios.
—¿Recuerdas cuando teníamos diecisiete?
Jae In se ríe y libera la mano de JaeHyun, buscando su vaso de jugo de naranja. Está a punto de tomar cuando para.
—Estuve triste la mayoría de ese año —admite, y papá frunce el ceño, enderezándose.
—¿Lo estuviste?
Sorbe su jugo de naranja.
—Sí. Difícil no estarlo cuando tu mejor amigo se va a los Estados por seis meses.
—Tenías a cuál—era—su—nombre. Pensé que estabas bien. Siempre delirabas sobre cómo ustedes estaban teniendo todo tipo de aventuras. Me ponía celoso la mitad de las veces.
Papá se gira en su silla así que ahora está encarando a Jae In directamente. Toma su mano y besa su palma.
—No tienes idea de lo mucho que te extrañaba.
Irene se aclara la garganta.
—Tal vez deberíamos revisar los menús antes de que el mesero venga—Leo sus palabras dichas apretadamente. ¿Y mamá? Si ya estaban enamorados, ¿cómo se enamoró de mamá?
¿Acaso papá la amó? Ciertamente no verdadera, loca y profundamente. Miro los tres juegos de cuchillos y tenedores delante de mí, pulidos hasta brillar.
JaeHyun se gira y juega con el borde del mantel blanco. Una silenciosa tormenta de emociones se desplaza por nuestra mesa. Jae In y papá están perdidos en el pasado, uno en el otro. El resto de nosotros está perdido en algún grado de dolor.
Excepto que no entiendo por qué JaeHyun está herido. Él y su mamá ganaron, ¿no debería estar sonriendo?
A menos que sienta lástima por nosotros.
Tengo que romper la tensión antes de que Irene se dé cuenta. Ha estado siendo perfectamente abierta y cariñosa desde nuestro campamento y no quiero que regrese a como era.
—¿Fue entonces que te convertiste en una atracción de Halloween?
Papá y Jae In sueltan sus manos y papá se ríe.
—Podría decirse.
El resto del almuerzo es agradable, aunque rígido. De vez en cuando JaeHyun toca el anzuelo haciendo un bulto bajo su camisa, pero solo me mira una vez para reírse cuando un ostión salta de su concha y cae en su vaso de agua.
Después del postre, su mamá pregunta:
—¿Qué es eso que escondes bajo tu camisa?
Me congelo. No estoy seguro exactamente de por qué. Solo es un regalo después de todo. Pero es íntimo. Le echarán un vistazo y sabrán.
JaeHyun me mira, lee mi inseguridad, y le dice que compró un collar.
—Sabes que no deberías comprar tu propia diorita —acusa Jae In— Se supone que te la debe dar alguien que te ama.
—Todo este hablar de rocas —interrumpo, tratando de sacudirme los inexplicables escalofríos subiendo por mi columna— Pensarías que es mi cumpleaños.
Papá se ríe.
—¿Ya le diste su roca a JaeHyun?
—¿Huh? No, ¡dijo que se lo compró el mismo!
Una pequeña mueca ensombrece el rostro de papá en confusión.
—Me refiero a su piedra de nacimiento. El resto de nosotros ha conseguido las nuestras. ¿Cuál es febrero de todas formas?
Dejo salir un respiro de alivio.
—Ametista. Que justo haría el regalo perfecto. Se cree que agudiza el ingenio, después de todo.
JaeHyun se ríe y me da un codazo en el costado, con el ceño fruncido. El ligero codazo envía todo otro set de escalofríos a través de mí.
—Además —continúo, nuestras miradas encontrándose por un segundo— Se cree que es una piedra de compositor.
Jae In aplaude.
—Sí. Perfecto.
Cuando llegamos a casa, JaeHyun revisa el buzón en lugar de ir directo adentro. Lo espero en el porche. Está mirando un gran envoltorio café mientras recorre lentamente el camino. Me nota mirándolo y apura el paso.
—¿Qué estás esperando?
—¿Quieres jugar videojuegos?
Señalo el correo.
—¿Qué es eso?
—Nada. Solo cosas de preparación de la universidad.
Oh. Por segunda vez desde el almuerzo, mi estómago se siente vacío.
—Universidad.
El envoltorio hace un sonido rasposo como si lo estuviera sosteniendo fuerte. Quizá siente ese vacío porque baja su mirada.
—Dame un minuto y podemos darle a esos videojuegos.
JaeHyun comienza a subir las escaleras, luego se detiene y mira sobre la barandilla hacia donde todavía estoy lamentándome en la entrada.
—Todavía falta un año.
Diorita: roca plutónica que suele tener coloraciones verdes y oscuras.
Carbón

Yuta y Johnny vienen a pasar la noche. Hemos estado jugando juegos de computadora en la sala de juegos toda la noche y son casi las dos de la madrugada. Los chicos se acomodan en sus bolsas de dormir color carbón y prenden el televisor.
—Siempre hay algo en la tele a esta hora de la noche —indica Yuta, cambiando entre los canales— Johnny, apaga las luces.
La habitación se sume en la oscuridad y la pantalla del televisor se convierte en el punto focal. Estoy sentado en el sofá más allá de los dos chicos, agarrando el brazo. Suaves gruñidos y gemidos llenan la habitación y llenan mis oídos. Johnny y Yuta se ríen y meten las manos en sus bolsas.
Yuta me mira, inexpresivo.
—En la escala Mohs de dureza, estoy como en un diez.
Sus bolsas de dormir empiezan a estirarse en el medio...
—¡Tengo que orinar! —Me levanto del sillón y me apresuro a salir— ¡Mierda!
—¿No te la estás pasando bien?
Salto. JaeHyun está saliendo del baño. Como yo, no lleva más que sus bóxers y una camiseta de dormir.
Me encojo de hombros.
—Están viendo porno.
—Oh —exclama JaeHyun, como si fuera la cosa más natural del mundo— ¿Y?
—Bueno... no sé.
—¿No quieres hacerlo? Está bien.
—No, sí quiero. Pero ellos... han hecho esto antes. Frente al otro, me refiero.
JaeHyun sonríe.
—¿Estás nervioso?
Eso y que el porno que están viendo no es exactamente lo que hubiera elegido. JaeHyun se muerde el labio y se acerca.
—¿Tal vez necesitas encontrar alguien con quien te sientas más cómodo?
Trago y miro entre nosotros, cerca pero sin tocarnos. Con una mano temblorosa, toco el pecho de JaeHyun, luego agarro un puñado de su camiseta y lo arrastro más cerca. El da un paso y su cuerpo se presiona contra el mío; cálido, sólido, oliendo a jabón y cítricos. Trago.
—¿Te estás ofreciendo?
JaeHyun se ríe suavemente, el soplido pegando en mi mejilla y rozando hasta mi oído. No se aleja inmediatamente.
—¿Qué si lo estoy?
¿Eso significa que tú también eres gay? ¿O solo estás caliente?
Camina de regreso a su habitación, dejando la puerta abierta. Es una invitación. Burbujea debajo de la piel e incluso me acerco hasta el umbral de su habitación. Está sosteniendo la puerta, mirándome.
—¿Solo una paja?
—¿Qué más podría ser?
Su habitación está oscura, pero luz lechosa se filtra por las rendijas de sus cortinas. JaeHyun hace su desordenada colcha hacia atrás y palmea el espacio libre.
Es excitantemente incómodo. Aunque estoy duro y ver a JaeHyun tocarse a través de sus bóxers de piano me está endureciendo más. A través del muro, gemidos y gruñidos apagados emanan del televisor.
JaeHyun saca un pequeño tubo naranja de su buró. Un leve olor a vainilla se mezcla en el aire.
—¿Qué es eso?
—Esto, mi amigo, es el mejor lubricante del mundo.
Se ríe y cuidadosamente se baja los bóxers, lo suficiente para exponer su larga dureza. Lo he visto antes cuando ha tirado su toalla de camino a la ducha, pero nunca cuando está duro. No es tan largo como yo.
Se agarra a sí mismo y bombea algunas veces. Meto mi mano en mis bóxers y agarro mi pene. Cuando levanto la mirada, me está mirando con calor y hambre en sus ojos. Está tan caliente como lo estaban Johnny y Yuta. Está tan caliente como yo...
Recogiendo un poco del lubricante, se inclina sobre mí y susurra:
—No tienes nada que esconder, Taeyong. Ten confianza.
—¿Mi mano en mis bóxers no es suficiente confianza para ti?
—Solo digo. Está bien ser tú mismo aquí. Soy tu amigo. Puedes confiar en mí. Y yo confío en ti.
Cae de nuevo en la cama y echa el lubricante en su pene, bombeando lentamente. Fija la mirada en el techo pero quiero su mirada en mí. Me levanto, bajo mis shorts y sumerjo mis dedos en el frío lubricante. Froto un poco sobre mi longitud, jadeando, y luego me acomodo en la cama junto a él. Nuestros hombros se tocan, sus músculos tiemblan al trabajar su brazo.
Me masturbo un par de veces y me acomodo al mismo ritmo que JaeHyun, parando cada tercer bombeo para acariciar la cabeza. Ruedo mis ojos hacia él. ¡Mírame!
—¿JaeHyun?
—¿Si? —susurra.
—¿Cambio de pollas? —Suelto la mía y agarro la suya. Está completamente duro pero su piel es sedosa. Jadea, luego firmemente envuelve su cálida mano alrededor de mi dureza.
—¿Eso es lo suficientemente confianzudo para ti?
Gimo cuando la yema de su dedo se mueve sobre la hendidura de mi cabeza.
Esto se siente demasiado bien para estar pasando de verdad. Lo bombeo más rápido. El lubricante está resbaladizo y... no puedo evitarlo.
No voy a durar mucho.
¡Mírame!
Se pone rígido, el cuerpo tenso. Me agarra más fuerte. También me tenso y nos venimos con guturales gemidos y susurros incomprensibles.
JaeHyun deja su mano en mi entrepierna por un momento más, aún mirando hacia el techo, pero con una sonrisa contenta partiendo sus labios. Nos soltamos y nos sostenemos en los codos. Nuestro abdomen está cubierto de semen que huele a vainilla. Nunca pensaré lo mismo sobre la vainilla.
Me río de este pensamiento, y ahí es cuando noto cuán callado está JaeHyun. La sonrisa satisfecha se ha ido y su expresión es impasible. Se sienta, descansa sus codos sobre sus rodillas y se muerde el labio inferior.
—¿Lamentando la paja mutua?
—No —replica, simple— No realmente.
Suspira y agarra un paño tibio para nosotros. Cuando estamos bien metidos en nuestros bóxers, me mira y se encoge de hombros.
—¿Vas a volver ahí para otra ronda con los chicos?
No estoy esperando esta pregunta, y se siente mal. ¿Pero por qué debería?
Porque fue más que solo una paja para mí.
—Ya fue suficiente confianza por una noche.
Ámbar

Asalto el gabinete del licor.
Papá y Jae In están en la cama pero no estoy listo para hacer lo mismo. Aún no, maldición. Tengo dieciséis, acabo de terminar los exámenes de prueba... ¡Voy a estar levantado hasta medianoche al menos!
JaeHyun también.
—¿Qué estás haciendo? —sisea cuando me apodero de una botella de un cuarto de whiskey.
—Agarra dos vasos y vamos a nuestro balcón.
Nos sentamos contra el muro medio caliente de la casa, la botella de whiskey descansando entre nosotros, sostenemos nuestros vasos y vemos las últimas franjas de rosa desvanecerse del cielo nocturno. El alcohol ámbar quema al deslizarse por mi garganta, es como imaginaba que el ámbar líquido debería saber: como madera ahumada y miel. Calienta mi vientre y mis venas.
Soy demasiado sensible para tomar más que una buena copa, lo cual es un poco deprimente. Nunca hago nada loco o salvaje. Soy un estudiante correcto que nunca ha faltado un día de clases en su vida. Un chico cuyo único comportamiento cuestionable es andar con Yuta y Johnny y sus bocas sucias. Y masturbarse mutuamente con un chico hetero que está a unos votos de ser su hermanastro.
Bueno, quizá soy un poco loco.
Accidentalmente tiro whiskey sobre mí cuando encuentro a JaeHyun mirándome.
—Bú —exclama tardíamente.
—Tonto —murmuro. Levanta una ceja.
—En serio, Taeyong. Y yo pensando que estabas creciendo. Estoy achispado. Siento la risita antes de que salga.
—Quiero hacer algo salvaje. Hacer algo.
—¿Robar el whiskey de papá no es suficiente?
—Es un inicio. Pero quiero algo que me vigorice.
—¿Estar conmigo no es suficiente?
Un incómodo latido pasa. Al menos lo encuentro incómodo porque creo que JaeHyun sabe cuán bien me siento cuando estamos cerca.
Me está sonriendo, sus ojos brillan.
¡Es una broma!
Me río y me levanto rápido.
—Vamos a caminar a la cueva.
Nos metemos a ver a las luciérnagas, pero estoy muy inquieto para estar mucho tiempo aquí y no quiero molestarlas. Saco a JaeHyun y lo arrastro más lejos por el arroyo. Caminar por la colina por la noche le da un sentimiento misterioso al ya tenebroso aire. Probablemente hemos caminado el largo de nuestra calle y estamos cerca del parque local. Nos detenemos en un pozo en el río. No del tipo chapoteadero sino del tipo larga—extensión—de—campo—y— árboles—y—río. Está tranquilo. Vacío. Un aire cálido nos empuja por la orilla de guijarros.
Del otro lado del río, se asoma una gran roca. Una larga cuerda cuelga de un árbol en la cima.
JaeHyun se agacha y por un momento creo que está revisando nuestras opciones, pero deshace sus cordones y se quita los zapatos.
—¿Quieres vigorizante? —Agarra mis cordones— Entonces desnúdate. Vamos a nadar.
Me río.
—No hablas en serio. Está frío ahí. Y oscuro. ¿Y las anguilas?
—Nada te lastimará—Se quita la camiseta y la tira con sus zapatos detrás de él.
La luz de la luna toca su pecho. Una brisa roza su piel, haciéndolo parecer húmedo aunque no se ha terminado de desvestir. El anzuelo de diorita sobresale contra su piel más clara. Quiero acercarme, tocarlo...
JaeHyun desabrocha sus vaqueros y desliza sus pulgares bajo la cintura. No me mira al bajarse los pantalones y los bóxers de un solo tirón. Se amontonan a sus pies y sale de ellos.
Sumerge su pie en el río, pero no estoy viendo sus dedos hacer ondear la superficie del agua o la forma en que los músculos de su pantorrilla se flexionan o incluso sus finos muslos entrenados. Estoy fascinado con su trasero y la curva de su pene, colgando desde debajo de un pequeño parche de pelo oscuro. El pene que he tenido en mi mano, el que bombeé hasta que se corrió.
—Sip. Frío, está bien.
Alejo mi cabeza. El whiskey debe estar trabajando su magia en mí porque me estoy desnudando también.
JaeHyun se sumerge en el agua, siseando por el frío. Cuando su cintura se sumerge se gira a mirarme. Estoy desnudo y enterrándome en los guijarros al sumergirme en el agua. Está frío, pero estoy casi inconsciente de esa sensación porque estoy experimentando una más grande.
JaeHyun aún me está mirando. Su mirada recorre el largo de mi cuerpo. Sonríe y se recarga contra la superficie.
—No pensé que lo fueras a hacer.
Me interno en la parte profunda del río, donde las aguas frías arropan mi pecho.
—No piensas mucho de mí, ¿no?
Me pregunto si sabe que lo estoy citando de ese primer Halloween. Me pregunto si lo recuerda tan vívidamente como yo.
JaeHyun sonríe y se sumerge.
Es difícil ver bajo el agua. Algo se mueve junto a mí y roza levemente mi muslo. Cuando JaeHyun vuelve a salir, está detrás de mí. El agua revolotea contra mi espalda y JaeHyun se estira en el aire. En mi cuello, siento sus palabras. Son vacilantes al principio pero el temblor de su voz se suaviza.
—Pienso mucho en ti, Taeyong.
Me giro.
El agua gotea de su cabello a su nariz y corre sobre la punta. Estamos parados cerca y el aire parece cerrarse y vibrar entre nosotros.
—JaeHyun —empiezo.
Este es tu momento de decírselo.
Se acerca, agua estrellándose contra mi estómago. Mi corazón golpea tan fuerte contra mi pecho que estoy seguro de que va a romper una costilla.
—¿Si? —Muerde su labio por un momento y es hermoso— ¿Qué pasa, Tae?
—Yo... yo...
Mi pie se resbala con guijarros y me caigo en JaeHyun, golpeando su pecho cuando trato de corregirme. El pie de JaeHyun se desliza y golpea contra el mío de nuevo.
Nos caemos y el agua nos absorbe dentro. Nuestros cuerpos se deslizan juntos y JaeHyun empuja contra mí para ponernos de nuevo en pie. Su brazo deja mi pecho cuando los dos estamos parados. Escupo el agua que tragué.
La risa fuerte de JaeHyun hace eco con las rocas y se sumerge en mi piel. Cosquillea de buena forma, y me empiezo a reír también.
Nos salpicamos el uno al otro y reímos histéricamente.
No nos detenemos hasta que algo se desliza alrededor de mi tobillo y JaeHyun jura por Dios que no fue él.
—¡Anguila! —Regreso a la orilla.
JaeHyun carga detrás de mí, alternándose entre maldecir y reír.
—Tal vez no es una anguila. Tal vez es una sirena de agua fresca tratando de jalarte, su tesoro aguamarina, a las profundidades a las que pertenece.
—¿Investigaste mi piedra de nacimiento? —pregunto mientras nos retorcemos en nuestras ropas.
—Tal vez un poquito—Desliza su camiseta sobre su cabeza— ¿Sabías que la aguamarina se cree que cura al envenenado?
Sé eso. También sé que es un mineral berilo y va del 7.5 al 8 en la escala de Mohs, me gusta pensar que soy una aguamarina en fuerza de alma y mente, pero temo romperme muy fácilmente.
—Si alguna vez te envenenan, JaeHyun, te besaré.
Se ríe. Yo río.
Montamos esa ola a casa.
Sílex

Cuando me despierto, estoy en mi cama y JaeHyun está aplastado sobre mi espalda. Puedo sentir su respiración en intervalos regulares en el cuello de mi camiseta. Su brazo está alrededor de mí, pero un toque más bajo de lo usual. Mi erección matutina está prácticamente picando su antebrazo y se siente genial.
Mi retuerzo hacia abajo, pero solo empeoro la situación. Ahora su erección matutina está presionando contra la parte de atrás de mis bolas. Demasiado para escaparme al baño sin despertarlo. Giro mi hombro hacia atrás para que choque contra su pecho.
JaeHyun se despierta sobresaltado, levantando sus manos tan rápido que choca la diorita contra sus dientes.
—¿Huh? ¿Qué?
—Tenemos clases —le digo.
Rueda para revisar el reloj y gruñe.
—¿Tenemos que?
—Sip. Prefiero arreglarme ahora a que papá venga a gritarnos. Especialmente ya que estamos en la misma cama.
No es que esté pasando nada bajo las sábanas, pero no puede lucir bien. ¿Qué diría papá? ¿Se enfadaría? ¿Lo tomaría con calma?
No es que estemos emparentados, después de todo.
JaeHyun se sale de la cama como si estuviera sosteniendo una punta caliente contra su espalda y se va a su cuarto. Ordeno mi mierda y estoy listo media hora más tarde. JaeHyun deja su habitación al mismo tiempo, metiendo una libreta en su mochila.
Ha pasado un tiempo, así que lo insulto.
Me insulta. Y luego se va a la escuela. Irene se fue en un viaje de estudios así que solo somos nosotros dos. Me dirijo a la parada de autobús y JaeHyun me detiene a medio camino de la entrada.
—Escóndete en el asiento trasero y te llevaré.
Muerdo mi labio. Me he escapado algunas veces, cada vez es una descarga de adrenalina.
Enloquezco pensando que lo castigarán.
—Seguro —acepto y me dirijo a su ventana trasera. Como siempre, separamos caminos en la escuela y no miramos atrás.
Yuta y Johnny me encuentran en el gimnasio con choques de puños y palmas. Yuta enreda un brazo en mi cuello en una llave. Johnny grita:
—¿Quién tiene a Tae?
Yuta le contesta gritando:
—Yo tengo a Tae—Sus voces hacen eco en el vestidor, provocando risitas de nuestros compañeros de clase. Con un empujón juguetón, Yuta me suelta. Nos estamos poniendo ropa de deporte cuando Johnny le da una mirada a Yuta que solo puede significar que están a punto de embaucarme. Tengo el sentimiento de que sé de qué se trata esto. Quieren que vaya al baile que viene. Lo he evitado los últimos tres años. Yuta y Johnny señalan a todos los chicos que hay en el vestidor.
—Todos van a estar ahí, amigo. Tienes que venir a este baile. ¡Es el segundo para el último año del instituto! Quizá de hecho tengamos suerte este año.
Alguien bufa y Johnny le entorna los ojos al culpable.
—Cállate, Yuta.
—¿Entonces lo harás? —continúa Yuta. Johnny, en su infinita sabiduría, añade:
—Si no lo haces, la gente pensará que te asustan las chicas. O que eres gay.
Los último años han probado que sus bocas son más grandes que los hoyos de sus trasero por toda la mierda que sale de ellas. Pero esto está cortando cerca de casa y el calor está subiendo a mis mejillas. Tartamudeo y me meto una zapatilla, atando los cordones apretadamente. No me atrevo a mirarlos. Ponte el otro zapato, átalo, entra al gimnasio.
Yuta baja a mi nivel. Sus cejas luces como un gran azotador negro.
—¿Lo eres? —pregunta calladamente y, cuando no puedo decir algo, ato la segunda zapatilla; maldice—: Mierda, lo eres.
No habla particularmente fuerte, pero los chicos en mi clase parecen tener un radar de chismes más fuerte que el de mi abuela. El vestidor se pone mortalmente silencioso. Algunos se mueven, alguien cierra una bolsa y está el sonido de pies cuando alguien se va, pero el resto está callado. Yuta y Johnny me miran pero las miradas de los otros chicos están fijas en los muros, los ganchos o los cubículos. Sus orejas se alargan, anticipando lo que fuera que viniera después.
No se los doy. Ni lo haré.
Meto mi ropa en mi mochila, paso a través de Yuta y Johnny, meto mi mochila en un cubículo y camino fuera de ahí tan calmadamente como me es posible.
Nadie dice nada durante gimnasia. Cerca del final Yuta trata de agarrar mi brazo, pero lo alejo. Cuando es tiempo de cambiarme de regreso en mis jeans y camiseta de manga larga, me desaparezco hasta que solo soy yo y la esquina de panel de madera del cuarto.
La clase de inglés viene después. Los susurros se propagan, y los chicos evitan mirarme.
Las chicas me mandan miradas furtivas, curiosas y empáticas.
Garabateo, concentrándome en el texto frente a mí hasta que las palabras que salen del libro no tienen ningún sentido. Estoy viviendo en un capullo de calor y estoy deseando que desaparezca. Nunca admití nada. No lo saben.
El primer descanso viene y me encierro en la biblioteca. Los susurros pararan pronto. No soy lo suficientemente genial para que sea un gran chisme. Para la comida, la mitad de mi clase lo habrá olvidado.
Pero no lo hacen. A cualquier lado que mire, alguien me mira. Los dedos de mis pies pulsan con los primeros signos de pánico pero me arrastro contra este. Solo es un rumor. Estúpidos rumores. Y nadie está siendo un estúpido idiota sobre eso de todas formas. Al menos no en mi cara. Todos ellos me dejan solo, me aíslan más de lo normal, un aislamiento que está sumido con sus susurros. Es como el juego del teléfono, donde cada susurro es exagerado, hasta que podría ser gay se convierte en le encanta que se lo metan por el culo.
Yuta y Johnny están hablando en tonos apagados en nuestro muro de ladrillo en el jardín. Johnny encoge los hombros y me hace gestos para que vaya allá, pero, si lo hago, les diré que todo esto es su puta culpa. Entonces tendrán toda la prueba que necesitan de estar en lo correcto. Soy un maricón.
Aprieto mis dientes, me giro lejos de ellos y escaneo el jardín por un nuevo lugar para sentarme.
Mi mirada cae en una figura familiar sentada en un banco en medio del patio.
Un chico con patinete zumba junto a mí y brinca sobre una rampa baja, girando y aterrizando tranquilamente.
Mi vista se abre una vez más y está JaeHyun sentado junto a Lucas y algún otro chico con el que se junta. Lucas le está hablando, la forma en que esté apretado e inclinado me hace contener el aliento. Los susurros se hacen más fuertes y se aprietan a mi alrededor como una cuerda. No me puedo mover.
JaeHyun frunce el ceño y lanza una mirada por sobre su hombro hacia Yuta y Johnny. Su boca se mueve pero no puedo leer en sus labios lo que dice.
Un cálido pánico aprieta mis nervios como pequeñas ráfagas de electricidad. Quiero huir.
JaeHyun se levanta del banco, la expresión adolorida de su rostro me dice que también ha escuchado los susurros. La forma en que se gira hacia mí me dice más. No solo ha escuchado, sino que sabe que es verdad.
Mi garganta duele y mi visión se borra con lágrimas. Me las arreglo para parpadearlas de regreso. El sol hace a la luna en la camisera de JaeHyun brillar y sus ojos me ruegan no correr.
Ahí es cuando me doy cuenta de que estoy alejándome de él. No estoy listo para que lo sepa. No así. Niego con la cabeza. Vete, vete, ¡vete!
Cuando sigue viniendo, me giro en mis talones y corro a través del patio lleno de susurros, a la parte trasera del instituto y por encima de los campos de fútbol a la esquina más alejada que está carente de vida y me atrapa con rejas unidas con cadenas.
—Mierda—Pateo la reja y se tambalea.
El pánico se barre a través de mí más fuerte y rápido. Necesito una piedra. Necesito calmarme. ¡Necesito una maldita piedra!
Mi respiración está estrangulada y mi pecho duele mientras caigo sobre mis rodillas y busco en el pasto una roca, una piedra, algo. Hojas de pasto se deslizan a través de mis dedos mientras escarbo el suelo. Mi visión es borrosa y una lágrima cae en el dorso de mi mano. La embarro en el pasto y continúo buscando.
Aprieto mis dientes agitadamente, para detenerme de hacerlo más. Cálmate. ¿Y qué si lo sabe? Eventualmente se iba a dar cuenta.
—¡Taeyong!
Es su voz. Me encontró. Como no quería.
Como esperaba que hiciera.
Está al otro lado del campo de fútbol, corriendo.
Busco desesperadamente una piedra, cavando en el suelo como si fuera a desenterrar mi paz. Cuando no lo hace, me siento en cuclillas y miro mis vacías y sucias manos.
—Taeyong —repite JaeHyun, parado frente a mí con un ceño preocupado.
—No puedo encontrar una —aclaro. Se pone de rodillas frente a mí, se inclina hacia delante y jala mi mano para que esté de rodillas también. Envuelve sus brazos alrededor de mí y me aprieta fuerte.
—¿Estás bien? —pregunta contra mi cabello.
—Sí, no, es decir, lo que sea, ¿cierto? Solo rumores.
Niega con la cabeza.
—Bien —digo y me alejo de él para buscar en el suelo— Es cierto.
JaeHyun exhala pesadamente y me ayuda a buscar. Después de unos minutos, niega con la cabeza.
—Déjalo —suelta y se levanta, llevándome con él.
—¿Qué? —dudo.
Cierra su puño y lo aprieta en mi palma abierta.
—Seré tu roca. ¿Crees que puedas manejar eso por hoy?
Aprieto su cálido puño. Su pulso... ¿o es el mío?... pulsa bajo mi dedo.
Nunca miraré su mano de la misma forma. Siempre me recordará este día, esta humillación, esta furia y esa hilarante ola que estoy montando que me está arrastrando más cerca de algo que solo he soñado.
Necesito ser honesto. Lo miro y trago.
—Lo siento, JaeHyun.
—¿Por qué? No has hecho nada malo.
Niego con la cabeza.
—Lo siento porque no debías ser la última persona en saberlo, que te lo dijeran un montón de perdedores. Debías escucharlo de mí. Quería decírtelo anoche en el río.
Chupa su labio y asiente antes de mirar a la verja con cadena que da a la bulliciosa calle.
—¿Quieres ir a casa?
—¿Saltarnos clases?
—¿Y qué?
—Bueno. Pero se suponte que tengo que estar con mamá el resto de la semana.
—Lo sé —dice mientras nos dirigimos a través del campo— Vamos ahí entonces.
Caliza

—Así que así es como luce tu habitación —comenta JaeHyun, indicando la cama individual, el escritorio atestado de libros y las treinta cajas de herramientas apiladas contra la pared. Uso las cajas de herramientas para separar mis rocas y mantener todo en orden. Cada una está etiquetada de acuerdo al mes y año que representan, desde el momento en que tomé mi primera piedra caliza. JaeHyun se detiene en el medio de la habitación, me pregunto si me está imaginando mientras estudio o juego en la computadora en mi escritorio, mientras trato y fallo miserablemente al hacer abdominales en la alfombra redonda, mientras salgo mojado del baño con nada más que una toalla alrededor de la cintura, mientras me masturbo pensando en él bajo mi cobertor. ¡Sí, claro, ya quisieras!
Enciendo la música para llenar el silencio, pero con el volumen bajo para poder conversar.
Los resortes del colchón rechinan cuando JaeHyun se sienta. Su reflejo me mira desde la fotografía que tengo de mamá, papá, Irene y yo en el escritorio.
—Tengo algo que confesar —empieza JaeHyun, y lo miro perplejo, levantándome de mi silla, la cual da un giro completo tras de mí y se golpea contra el escritorio.
—¿Una confesión?
JaeHyun se muerde el labio inferior y se levanta de la cama. Camina por la habitación, tocando el vestidor y estudiando las rocas que tengo exhibidas allí. Me mira a través del espejo cuadrado encima del vestidor.
—No estaba dormido cuando saliste de la tienda esa noche.
Hago una pausa.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero —explica, girándose y recostándose contra el vestidor— a que cerré los ojos cuando sacaste tu saco de dormir. Después de unos minutos me escabullí fuera... Bueno, los escuché a ti y a Irene.
—¿Me estabas espiando?
Él cruza los brazos y se ve avergonzado.
—Me dio curiosidad saber en qué andabas.
—¿Curiosidad? —No tenía ideas propias y me incliné a creer lo que me decía.
—Me preguntaba qué estabas haciendo. Pensé que podría asustarte, saltar sobre ti o algo.
—¿Saltar sobre mí?
JaeHyun hace una mueca de dolor y ríe por lo bajo.
—Confiaba que te enfocaras en esa pobre selección de palabras.
No sé lo que quiero decir, pero comienzo a hablar:
—¿Entonces pudo haber ocurrido un abalanzamiento?
Se separa del vestidor y camina hacia mí. Se encoge de hombros como si estuviese respondiendo su propia pregunta.
—Si querías que hubiese abalanzamiento, pudo haber pasado, ¿está claro? Mucho, de hecho, empecemos ahora mismo.
JaeHyun me toca el pecho y me empuja contra el colchón. Apenas proceso lo que está sucediendo antes de que se lance sobre mí, clavándome al colchón. Su roca volcánica se resbala fuera de la camisa y roza mi cuello.
—Así que eres gay —murmura, esta vez estoy consciente de lo que dice. Detecto una ira oculta—¿Por qué no me lo dijiste?
Porque eres tú. Me siento atraído por ti. Eres el que hace que mi corazón lata furiosamente.
Cuando no respondo, se quita de encima de mí. Inmediatamente extraño su peso.
Extraño su mirada fija pidiéndome respuestas.
—Como puedes ver, estoy bien con ello. ¿Crees que no lo estaría?
—No —respondí, salió como un graznido. Lo que realmente necesito saber es si estoy proyectando algún sentimiento que contradiga eso. Pero por su puesto que no, después de todo, vi su alijo de pornografía.
Me dijo que le gustaba Somi. No puedo siquiera imaginar que esté mintiendo solo porque tiene temor de declararse. ¿Por qué lo estaría? Él está en paz con que yo sea gay y sabe que sus padres lo están también. Nada lo detiene.
Porque él no siente nada por ti.
Igual quiero preguntar. Quiero saber.
No destruyas el sueño de que pueda tener sentimientos por ti más allá de una amistad. Imaginar ese día en que se dé cuenta que te quiere a ti y venga y arrase contigo como el héroe de una novela romántica.
—Puedes decirme cualquier cosa. Solo quería que supieses eso.
Intercambiamos miradas.
—No tengo nada más que decir. Ahí está. Mi gran secreto, expuesto. Si quieres poner distancia entre nosotros lo entenderé.
JaeHyun se sienta.
—¿Qué demonios?
—Solo digo...
—Sé a lo que te refieres. ¿Crees que me preocupa que te me insinúes? —Rió— Has tenido suficientes oportunidades, ¿por qué cambiarían las cosas ahora? Además de todo el asunto de hermanastros.
Me rio.
—Sí, hermanastros—Y solo porque soy incapaz de contenerme agrego—: Aunque no técnicamente. Incluso si fuésemos hermanastros, no tenemos relación sanguínea.
JaeHyun me mira.
—Supongo. No realmente relacionados, no por sangre—Por un momento piensa que se inclinará y agregará algo, pero frunce el ceño y hace un cambio drástico de tema—: Invité a Somi al baile. Dijo que mientras no vomite encima de ella, le encantaría ir conmigo.
—Romántico —solté algo bruscamente. JaeHyun ríe fuerte.
—¿Y tú irás este año, hermano?
Hermano, ¿qué demonios le pasa?
—Soy gay. ¿Con quién iría?
Se estremece.
—Deberías ir de todas formas. Ponerte firme por quien eres, demostrarles que no te importa lo que opinen.
—¿Tú lo harías? ¿Si estuvieses en mis zapatos?
Se queda callado por un largo rato.
—Está bien, tal vez sea una idea tonta, yo solo... Pero tienes razón, es más difícil cuando te toca en persona.
La puerta de enfrente se cierra, y saltamos fuera de la cama.
—Mamá llegó.
—¿Deberíamos escondernos? ¿Escapar por la ventana?
Le doy una sonrisa condescendiente y voy a abrir la puerta para salir al pasillo.
—¿Mamá? —Ella aparece unos segundos después, un tanto ofuscada. Las manos de Paul por todas partes llevándola a la habitación principal, tirando nervioso de una corbata naranja que combina con su cabello. Saluda mientras la corbata se atascaba en su cara. La acomoda y se rie de sí mismo.
—¿Qué haces en casa tan temprano?
—Creo que me salí de clases, necesitaba recuperarme.
—Oh, cariño, ¿debería prepararte algo de té?
—Nah, estoy bien—Miro de ella a Paul— JaeHyun y yo vamos a ir a comernos un helado y sentarnos en el parque.
—¿Estás seguro...?
—Sip—Sus labios se curvaron en una sonrisa, pasa junto a mí y se detiene frente a él.
—Él es JaeHyun —aclaró, y antes que empiece a preguntar por qué está en mi habitación, agrego—: Me trajo a casa.
—Por Dios, te pareces muchísimo a Jae In —exclama.
—Él es más alto —indico mientras JaeHyun exclama:
—Yo soy más alto.
Nos reímos.
—Tienes sus ojos, su cabello, nariz, boca; todo excepto por lo fornido que eres. Es como...
—Ella gira la cabeza y canturrea—: Bueno —agrega eventualmente— Eres realmente guapo.
—Mamá.
—No más guapo que tú cariño —se corrige mientras yo gruño.
—Déjalo ya —pido— Vuelve con tu semental en el pasillo—Esta vez es su turno de ruborizarse, ahora estamos a mano.
Cuando se hubo ido, JaeHyun rió fuerte.
—Tu madre está muy bien —observa mientras me indica que salga de la habitación—Ahora, ¿me parece que hablaste de helados?
Alabastro
Yuta y Johnny me llaman varias veces algunos días después. Si describiera lo que quieren como a una roca, tendría que ser un alabastro, una roca traslúcida identificada con el perdón.
Al tercer día contesto la tercera llamada. Sentado en mi cama individual mirando mis cajas de herramientas, contesto:
—¿Qué pasa?
—Amigo, la jodimos en grande.
—A lo Johnny—agrega Yuta.
—Cállate —replica Johnny— No estás mejorándolo.
—Bien, la jodimos a lo grande, ¿mejor, Johnny?
—No sé, pregúntale a Taeyong.
—Lo sentimos, nos sorprendió que te gustaran los hombres, pero no nos importa.
—No, no nos importa y al que le preocupe va a ver por qué juego de defensa —amenaza Johnny.
—¿Vas a hacerles frente, Johnny? —pregunta Yuta— Esa imagen es tan gay, ¿tal vez te guste Tae?
—Si esta es su manera de disculparse —indico— apestan.
—Es que no tenemos mucha práctica —explica Johnny. Yuta resopla.
—Sí, porque nuestras bocazas no nos han metido en problemas antes.
—Lo sentimos —exclaman al unísono.
—Ven al baile con nosotros —pide Yuta en tono travieso.
—¿Por qué? —Me agarro de las sábanas de la cama, ¿en verdad quiero ir? Aunque no quiera, tengo curiosidad. No tiene nada que ver con que JaeHyun me dijera que va con Somi. Absolutamente nada— La gente hablará.
—Si, pero lo harán de todas formas. Así al menos puedes controlar lo que digan. Tener la mano más alta. Demuéstrales que no te importa, como tampoco a tus dos increíblemente guapos amigos hetero.
Pausa.
Yuta resopla.
—Esa era tu entrada para confirmar nuestra guapura. Ya sabes, desde la perspectiva masculina. Johnny ríe fuerte.
—Vamos, él está fuera de tu liga, nosotros somos unos feos babosos.
—Habla por ti...
—¡Chicos! —Sacudo la cabeza— Iré con ustedes pero deben rogar otro poco para que los perdone.
—¿Acaso acaba de decir que le chupemos algo por su perdón, Johnny?
—¡Yuta! —Se ríen, y yo puede que también lo haga.
🥀
En el original dice Johnny—Time, haciendo un juego de palabras con la expresión Big Time, que significa mucho o en grande más el nombre del chico.
En el original Suck up se refiere a rogar, implorar en el argot popular y literalmente significa chupar, succionar, por ello el juego de palabras.
Cianita
JaeHyun está de mal humor la próxima vez que voy donde papá por la semana. Cuando lo tomo del brazo para preguntarle qué sucede, él me rechaza.
Voy tambaleante hasta el sofá. Irene murmura en alguna parte, sale disparada de su silla, dejando la máquina de coser.
—¿Qué demonios? —Me pongo de pie— ¡Acabo de preguntarte si estás bien! Pero obviamente..—Le toco el pecho— no lo estás.
Me toma por las muñecas y las aparta de su cuerpo. Sus ojos azul hielo lucen como la cianita, uno de los pocos minerales azulados que se dan en este país.
—¡Ella ha tenido suficiente! Compartir al amor de su vida por cinco años, perder al bebé, conseguir una familia que apenas la tolera—Él mira a Irene y me taladra con la mirada—¡No merece más la pena!
Irene se interpone entre los dos, empujando nuestros pechos hasta que JaeHyun maldice por lo bajo y se aleja. Sale disparado de la habitación golpeando la puerta.
Irene frunce el ceño.
—¿De qué trató todo eso?
No lo sé, pero me gustaría saberlo. Voy tras él, pero Irene me toma de la manga y me retiene.
—No lo hagas. Necesita tiempo para calmarse. Vendrá a ti cuando esté listo.
Tomo mis libros y me dirijo a mi habitación, deteniéndome un momento frente a su puerta para oír el punzante bajo de la música. Saco la rara cianita que encontré en la playa hoy y la froto en mi mano. Cuando me calmo, la coloco en la repisa y me concentro en hacer la tarea.
Después de una hora intentando concentrarme en la tarea de biología, tomo mi taza del
Encantador de rocas y me dispongo a prepararme una taza de té.
Irene me detiene en el pasillo, girando para mostrar una falda púrpura.
—La cosí yo misma. Para el baile, ¿qué opinas?
Asiento.
—Vaporosa.
Se ríe.
—No eres esa clase de gay, ¿verdad?
—¿Qué clase?
—La de... no importa—Mira mi taza— ¿Té? ¿Me preparas uno a mí también?
—Háztelo tú. No voy a hacer el té verde ese aguado y tibio que te gusta.
—Si hierves el agua libera muchos taninos que lo hacen amargo.
—¡Vaya! —exclamo sonriendo— Sonaste igual que mamá ahora mismo Intenta fruncir el gesto, pero termina siendo una sonrisa.
—Está bien, me lo haré yo misma.
—¿En tu falda vaporosa?
—Cállate. Iré a ver qué dice papá, probablemente tenga más que opinar de todas maneras.
No lo hizo, pero es porque no nos estaba escuchando; está sentado al final de la mesa del comedor contemplando el arreglo de rosas. Su ceño profundo hace sombra en sus ojos. Se frota las sienes con los codos apoyados en la mesa.
—¿Papa? —pregunto, olvidándome del té, coloco la taza vacía y me siento junto a él. Irene hace lo mismo del otro lado.
—¿Qué pasa? —pregunta ella.
Papá parpadea y golpea sus manos juntas.
—Me alegra que estén aquí chicos.
Mi corazón se acelera, JaeHyun me está gritando de nuevo, empujándome el pecho.
—¿Qué le pasó a Jae In? —pregunto— ¿Dónde está?
—Se fue a acostar. Necesitaba algo de calma—Se remueve en su silla— Quiso que hablara con ustedes—Su voz se quiebra, se aclara la garganta y continúa—: Jae In se hizo una mamografía.
—¿Cáncer de seno? —La voz de Irene es débil. Papá mueve sus manos agarrotadas hacia él.
—Sí. Los doctores encontraron algunas anormalidades. Tiene un tumor de cuatro centímetros y el cáncer se extendió a tres nódulos linfáticos cerca de su axila.
¡Ya ha tenido suficiente mala suerte! Oh JaeHyun, lo siento tanto.
Y Jae In. Mierda.
—¿Estará bien?
—Sí —afirma mi padre con fuerza— Le harán quimioterapia para reducir el tumor y cirugía para sacarlo. Y todos la apoyaremos.
Mira a Irene por largo rato. Las lágrimas caen por sus mejillas, se inclina en la silla y se lanza a los brazos de papá.
—Lo siento tanto, tanto. Por todo, te quiero. Siento mucho que Jae In esté enferma, ayudaré. Se pondrá mejor.
También lo abrazo.
Pienso en Jae In enferma en su habitación.
Pienso en JaeHyun encogido en su cama, lleno de rabia y resentimiento.
—Te quiero. Estaré aquí para lo que necesiten.
Papá arrastra mi taza por la mesa.
—Ibas a preparar algo de té, ¿cierto?
—Sí—Irene y yo respondemos al unísono.
—Bien, me vendría bien un poco también—Le pasa la taza a Irene— Hazlo tú cariño, sabes cómo se hace.
Resoplo.
Ellos se ríen con fuerza.
Goodletita
JaeHyun me ignora por dos semanas. Se encierra en su habitación como Irene acostumbraba hacerlo. No baja a comer y no lo veo en la escuela, excepto una vez, cuando rodeaba con un brazo a Somi.
Necesita algo de tiempo para calmarse. Vendrá a ti cuando esté listo.
¿Por qué no ha venido aún?
La noche del baile llega y, antes que Johnny y Yuta lleguen, deslizo una nota doblada bajo la puerta de JaeHyun. Me quedo encogido en el pasillo, aplastado contra la madera por un momento hasta que oigo sus pasos al otro lado mientras recoge el papel. Estoy a punto de irme cuando la puerta cruje, como si se hubiese recostado en ella, con la frente apoyada en la fría puerta, susurro:
—Lo siento.
Inspiró. No estoy seguro, pero creo haber oído un murmullo:
—Yo también.
—JaeHyun yo..—El timbre suena, sacándome del momento— Maldición —maldigo contra Johnny y Yuta por su puntualidad mientras bajo las escaleras para abrirles. Vamos a la cocina y saco tres Coca—Colas de la nevera.
Irene se está colocando perlas en el cabello. Mueve su vaporosa falda, nos dice que nos divirtiéramos y sale.
Johnny intenta hacer un silbido.
—Maldición, pensé que lo tenía—Frunce el ceño e intenta de nuevo, pero se da por vencido cuando no le sale— Tu hermana se ve muy caliente —murmura simplemente.
Yuta no opina nada, pero sus ojos también la siguieron.
—¡Gah! —Me cubro los oídos, no es algo que quisiera escuchar.
Yuta pone una gran bolsa de papel en la mesa mientras le da una palmada en la espalda a Johnny.
—Sí, dejemos los aullidos —gira su cabeza hacia mí— ¿Por qué no estas vestido aún?
Yuta y Johnny llevan esmóquines negros a juego, con corbatas y camisas de cuello ancho.
¿Y creen que no estoy vestido? Mis pantalones negros y camisa blanca funcionan muy bien.
—Estoy vestido —aclaro mientras coloco las bebidas en la mesa— ¿Quieren? Johnny miró a Yuta.
—Creo que estabas en lo cierto al decir que no es esa clase de gay.
—¿Qué? —comienzo, pero Yuta me hace callar.
—No te preocupes, tampoco soy esa clase de hetero. Recogí algo para ti. Póntelo—Me pasa la bolsa de papel. Me quedo en el sitio antes de comprender.
—Debería ser tu talla. Metro ochenta, ¿cierto? Miro dentro de la bolsa y me estremezco.
—Luciremos como Los Tres Mosqueteros.
—Los Tres Mosqueteros mejor vestidos —agrega Yuta.
—Ese cuello es extraño —indico al sacar la camisa.
—Ahora la explicación —me advierte Johnny poniendo los ojos en blanco. Yuta pregunta:
—¿Quiénes somos en la escuela? —Me estremezco— Exacto, no somos nadie. ¿Y qué nos hace resaltar en la multitud?
—¿Casi nada?
—Exacto. No importa lo estrafalario que luzcan nuestros trajes porque cada chico allí también se va a ver estrafalario —continúa, haciendo gesto de que me apure, me saco la camisa y me pongo la del gran cuello— Para resaltar debemos hacer lo inesperado.
—¿Y estas camisas son la manera?
—Bueno, compadre, tú lo dijiste, Los Tres Mosqueteros. A las chicas les encantan esas tonterías.
Me rio. Seré gay, pero estoy bastante seguro de que a las chicas no les gustan estas tonterías.
Lo uso de todas maneras. Por diversión y para tranquilizar a Yuta. El resto del traje se siente suave y sedoso. Saco la goodletita que tengo en los otros pantalones y la deslizo en el bolsillo interior de la chaqueta. Crea un pequeño bulto pero me calma. Tengo una roca rara hecha de zafiro, rubí y turmalina, estaré bien.
Las habladurías no me lastimarán.
Un verdadero silbido llega, los tres nos giramos para ver a Jae In entrando a la cocina con una sonrisa entretenida y una cámara. Click. Click.
—Lucen estupendos chicos.
Yuta pasa un brazo por mis hombros y Johnny posa para la cámara.
—Al menos uno luce emocionado —observa Jae In.
Para hacer las cosas más agradables para ella, me uno a la pose. Revisa algunas de las tomas que hizo.
—Tu padre se va a orinar de la risa cuando vea esto. Ahora chicos, la parte embarazosa. Son muy jóvenes para tener sexo. Así que no lo hagan. Y asegúrense de que los condones no están caducados. Créanme, eso no llevará a nada agradable. Ahora a buscar a ese hijo mío.
Sale de la cocina y nos deja avergonzados.
—Tío —murmura Johnny— Jae In es sabia.
—Y muy caliente —agrega Yuta. Le lanzo una mirada que lo hace encogerse detrás de Johnny.
Y muy enferma.
Mi pecho se aprieta. JaeHyun está sollozando de nuevo.
Llegamos al baile una hora después, lo cual es estupendo porque así todo terminará mucho más rápido.
Es todo lo que esperaba que un baile fuese: oscuridad, luces parpadeantes, música terrible. Algunas parejas bailan en el centro de la cancha convertida en pista de baile, pero la mayoría estamos compartiendo en los lados o sentados a las mesas. Algunos chicos entrecierran los ojos hacia mí y siento los murmullos en el aire, pero Yuta y Johnny me escudan.
Un grupo de chicas se burlan de nosotros, y Yuta sacude la cabeza.
—Ellas no serían capaces de manejar todo esto de todas maneras.
Johnny saca una botella que metió a escondidas y se la pasa a su amigo, un buen trago después me la pasa.
—Nah, estoy bien—Me recuesto en la pared oscura— ¿Así que esto es todo?
—¡Esto es todo! —exclama Yuta— ¿Viste lo cortas que son sus faldas? ¿Y lo llenos que son sus pechos?
Johnny suspira.
—Nunca tendremos sexo.
—Repito. ¿Esto es todo? Señal de interrogación.
—Esto y bailar también.
Una canción rápida empieza, impulsando el choque de caderas y el balanceo de cuerpos.
He estado rastreando los rostros desde que llegué buscando a JaeHyun. JaeHyun y Somi.
—Yyyyyyyy —agrega Yuta cuadrando el pecho y parándose frente a mí— Este baile será épico—Se inclina ligeramente y extiende una mano— Taeyong, ¿bailarías conmigo?
Resoplo y doblo los brazos. ¿Qué está haciendo? ¿Es alguna clase de broma?
—No es gracioso.
Yuta mantiene la mano extendida.
—No estoy bromeando.
Sacudo la cabeza.
—No podemos hacer eso aquí.
—¿Por qué no? —Baja la mano y se gira hacia Johnny— Oye, ¿quieres mostrarle cómo se hace?
Yuta lleva a Johnny a la pista de baile, Johnny rodea a Yuta. Yuta se inclina y trata de girar a Johnny pero es muy alto para él. Se ríen y tontean otro poco. Se están tocando y, en alguna parte, hasta están sonriendo y no les importa que los estén mirando. Algunos idiotas murmuraron maricas y algunos otros se meten los dedos en señal de náuseas, pero la mayoría está sonriendo...
JaeHyun.
Bailando con Somi, con los brazos alrededor de su cintura. El traje lo hace lucir mayor, como un futuro JaeHyun. Es todo lo que imaginé que sería y más.
Somi le pasa la mano por el cabello, y me pego más a la pared, mirándola fijamente por entre las parejas que bailan. Podría ser capaz de manejarlo. Ser capaz de ignorarlo.
Si no fuese porque JaeHyun la mira y le susurra algo al oído.
La garganta se me aprieta y un extraño zumbido me recorre el cuerpo. Le hago señas a Johnny y Yuta, quienes dejan de bailar en cuanto notan mis puños apretados.
—¿Estás bien, amigo? —pregunta Johnny, sacando el pecho— ¿Alguien te está molestando?
—Yo solo..—¿Me quiero ir? ¿Es eso?— ¿Bailarías conmigo?
Yuta sale de detrás de Johnny.
—Pensé que nunca lo pedirías.
Se siente extraño cuando Yuta toma mi mano y la estrecha.
Incómodo, su loción para después de afeitado me abruma. Pero logra hacer algo parecido a bailar, a mitad de la segunda canción, mientras nuestras risas opacan los murmullos, tanto que no busco a JaeHyun a través del salón, estoy bien.
Encuentro a mi hermana parada al otro lado del salón con la cabeza inclinada ligeramente y una sonrisa embelesada que le ilumina el rostro.
—Yo también quiero —alega Johnny, colándose, alejando a Yuta y tomándome por las caderas— Todas las chicas están mirando, compartan el amor.
Johnny es más alto que yo, pero no por mucho. Lo giro a solicitud de Yuta. Maricas, murmuran algunos idiotas. Les muestro el dedo.
Cuando un verdadero idiota lo repite, Johnny se abalanza con su puño en alto hacia él. Lo tomo de la camisa.
—Déjalo. Probablemente esté en el armario—Mis palabras callan al idiota. Sonrío. ¿Ves? Puedo pararme con la frente en alto por quien soy.
Me giro cuando me tocan en el hombro, listo para bloquear un golpe si es necesario.
—JaeHyun—Reviso la multitud buscando a Somi— Pero pensé...
—¿Me permites? —le indica a Johnny, quien da un paso atrás con una sonrisa.
La bola de espejos refleja cuadros de luz en la cara de JaeHyun. Trato de sacar una sonrisa de su parte, pero no está en eso. Algo nubla la profundidad de sus ojos. Miro nuestros zapatos lustrosos.
Él me toca el brazo. Levanto la mirada.
—¿Qué pensará Somi?
Mira hacia Somi, quien está sentada en un banco conversando con Lucas y mi hermana.
—Está bien.
Su mano recorre mi brazo hasta llegar a mi hombro y se acerca. Somos casi de la misma estatura.
—Recibí tu nota.
El último vestigio de celos se desliza de mí, reemplazado por un dolor punzante.
—¿Sí? Siempre estaré para ti.
—Ella luchará contra ello. Lo hará—Su voz es severa, determinada, como si se estuviese convenciendo a sí mismo— Ahora solo... ¿Bailas conmigo?
Trago y a trompicones aflojo el agarre a sus caderas. Sus dedos aprietan en mi hombro mientras se acerca más. Nuestras auras vibran, nuestros cuerpos están solo a un centímetro de distancia. Su mejilla roza la mía por un tierno instante.
—Lamento haberte alejado.
Nos movemos lentamente con el ritmo, pero todo el mundo parece estar brincando y meneándose. Una lágrima rueda hasta mi cuello y dentro de mi camisa.
Deslizo los brazos en su cintura y aprieto.
—Aquí estoy. Para lo que sea que necesites.
Otra lágrima sigue el camino de la anterior. Con cada centímetro, mi dolor crece. No sé qué más decir. No sé que más puedo hacer. Así que no digo nada. No hago nada. Solo siento la roca contra mi pecho y pido que todo resulte bien. Y bailo.
Ópalo
Papá juguetea con su llave, intentando abrir la maldita puerta. JaeHyun tiene un brazo alrededor de su madre. El aire es tenso, está cargado, como siempre al volver a casa después de uno de sus tratamientos. La llave deslizándose de la cerradura suena como címbalos chocando. Entonces la llave se traba y papá la mueve.
Pongo una mano sobre la temblorosa mano de papá y lo sustituyo. Jae In eructa suavemente cuando abro la puerta. Logra llegar al vestíbulo antes de vomitar. Un gruñido de dolor y vergüenza la abandona.
—Lo siento.
Papá y JaeHyun acarician su espalda mientras otro espasmo la ataca. Irene palidece:
—Yo... haré algo de té—Se aleja rápidamente.
El ácido hedor llena la entrada y me sigue al cuarto con los productos de limpieza, donde tomo un trapeador y lleno una cubeta con agua jabonosa.
Cuando regreso para limpiar, JaeHyun toma la cubeta y el trapeador. Gira su espalda intentando ocultar a su madre de mí y limpia. Me aparto. Me siento tan... tan estúpido. Inútil.
Me apresuro escaleras arriba y me aseguro de que tenga una cubeta junto a su cama y algo de agua. Papá lleva a Jae In al baño primero y luego la acomoda bajo las mantas. JaeHyun se queda conmigo en el umbral; su cuerpo está tenso y cambia de un pie a otro, luego mete sus dedos en los bolsillos. Los vuelve a sacar.
Jae In ríe suavemente.
—Toc—toc —dice, mirándonos a JaeHyun y a mí. JaeHyun frunce el ceño.
—¿Quién es?
—Cáncer.
Su manzana de Adán se mueve con tragos rápidos.
—¿Cáncer quién?
—¿Cáncer puedes ver que necesito dormir?
JaeHyun parpadea rápidamente, se da la vuelta y se aleja de la habitación. Jae In maldice e intenta llamarlo, pero no volverá.
—Demasiado, entonces —observa. Papá besa su poco cabello.
—Estará bien. Descansa ahora, hermosa.
Ella se apoya contra las almohadas.
—Solo un poco. Luego hablaré con él.
Incómodamente le deseo que duerma bien. Anhelo encontrar a JaeHyun, y corro escaleras abajo donde Irene señala por una ventana. Salgo por la puerta abierta al patio, alcanzo a JaeHyun en el jardín trasero, exactamente donde golpeé su nariz tantos años atrás. Sus hombros tiemblan con un llanto silencioso y luego hipa. Lo atrapo en un abrazo, y él se aferra a mí tan fuertemente que pruebo el frío. Sorbe contra mi cuello y balbucea:
—No me sueltes.
🌹
Un mes después, JaeHyun está en su piano, golpeando fuertes y violentas piezas, demostrando su ira con su instrumento. Esperando. Esperando a que Jae In vuelva a casa.
La música me roba el aliento desde la cocina, donde estoy sentado con Irene, observando mi taza vacía.
Irene levanta la tetera para servirme más cuando el familiar sonido de la puerta abriéndose la detiene. Nos acercamos al arqueado umbral, hacemos una pausa ahí mientras papá entra con Jae In. Ambos están sonriendo hoy.
—JaeHyun —grita papá, y la música se detiene abruptamente. Segundos después, las escaleras gruñen bajo sus pasos impacientes.
Jae In nos indica que nos acerquemos mientras la seguimos como un rebaño.
—Las cosas se ven bien para una cirugía pronto —aclara papá y besa la mejilla de Jae In sonoramente— Estamos seguros del progreso. También los doctores.
JaeHyun se acerca y envuelve a su madre en un abrazo. Irene y yo nos unimos hasta que somos un gran nudo de buenos deseos. JaeHyun gira su cabeza y atrapa mi mirada; la tensión que
ha contenido por los últimos meses sigue ahí, pero una sonrisa esperanzada rompe un lado de sus labios.
—Hice algo de té —indica Irene al separarnos.
—Eso sería adorable—Jae In y papá la siguen al comedor.
—Taeyong y yo saldremos por una hora —anuncia JaeHyun— ¿Necesitan algo?
No lo hacen.
JaeHyun me indica en silencio que lo siga a su auto. Diez minutos después paseamos por la playa, disfrutando de la fría arena, las hermosas conchas, las olas reventar, las ruidosas gaviotas y el distante olor a pescado y frituras. Las conchas se pegan en mis suelas, asaltándome con agudas punzadas que me recuerdan que no estoy soñando.
JaeHyun toma una hermosa concha pāua13. Esta brilla como si el mar la hubiese estado puliendo por décadas, el interior tiene remolinos verdes y azules.
—Estas son mis conchas favoritas —indica. Me la pasa y yo la tomo.
—¿Cuál es tu piedra favorita, Taeyong?
Rio.
—Eso es como un padre eligiendo un hijo favorito o algo así.
—¿Pero cuál consideras especial? ¿El diamante, tal vez?
—Los diamantes son los más fuertes y me gustan. Es una piedra de optimismo. Sin importar cómo la gires, la luz siempre está ahí.
Los zapatos colgando del hombro de JaeHyun empiezan a resbalarse, pero los atrapo antes de que golpeen la arena.
—Como sea —susurro, poniendo sus zapatos de regreso a su hombro— mi piedra favorita es el ópalo.
Encontrado en Australia donde un enorme océano interno solía estar, el ópalo es literalmente como tocar un océano prehistórico. Mientras el océano empezaba a secarse, el agua atravesó las grietas de la tierra desgastando la arenisca y creando un ambiente rico en sílice para que mi piedra favorita se formara.
—Sé que es un piedra australiana —menciono sonriendo— pero no me odies. Realmente me gusta.
JaeHyun frunce el ceño.
—Traidor.
—Y la diorita —agrego rápidamente antes de que me remuevan mi condición de Kiwi—Por supuesto.
Se ríe y acaricia su anzuelo.
—Lo próximo será que digas que tu animal favorito es el Koala.
—Bueno...
Sacude la cabeza.
Continuamos por la extensión de la playa. Al final, metemos los dedos en el agua.
—Gracias —comenta sobre una ola chocando— Por la caminata. Ayuda. Tú ayudas.
—Cuando sea.
🥀
Pāua: nombre maorí para una gran especie de caracoles marinos comestibles conocidos como abulones, el interior de sus conchas posee diseños abstractos en tonos azules y verdes, además de púrpuras, rojos y amarillos. En Nueva Zelanda existen tres especies de pāua. Además son utilizadas para crear brazaletes, collares y otros.
Conglomerado
"Cuando sea" viene algunas semanas después. La noche antes de la operación de Jae In.
JaeHyun se escabulle a mi habitación.
—¿Taeyong?
No estoy dormido. Mis nervios y mis esperanzas no me dejan cerrar los ojos.
—¿Sí?
Él toma mi pie a través de mi colcha.
—No puedo dormir.
Lo sé. Él ha estado tocando una pieza nerviosa en el piano por la última hora. Era originalmente jovial y esperanzadora, pero luego se convirtió en algo oscuro y desesperado que me hacia cubrirme los oídos con la almohada.
—¿Ven a ver las luciérnagas conmigo?
Es la mitad del invierno y un viento frio está aullando por las canaletas.
Levanto la colcha de todos modos. Cinco minutos después, estoy totalmente vestido y deslizándome a través de franjas de la selva con JaeHyun.
El viento helado pasa entre nuestro cabello mientras caminamos penosamente a la cueva. Las luciérnagas se han marchado por la temporada, pero nuestro lugar especial está tranquilo. Dejo mis preocupaciones en la entrada y me permito respirar.
—Tengo miedo —admite JaeHyun. Él está contra la pared.
Yo me deslizo detrás de él y paso mis manos alrededor de su cintura, mi frente presionada contra su cuello.
—Ella tiene buenos doctores y es fuerte. Saldrá de esto.
Mi cabeza asiente al unísono con él.
—No es solo acerca de mi madre —continúa, tan silencioso que apenas puedo escucharlo.
—¿Qué más?
—Yo. Somi.
Rechino mis dientes. Él continúa:
—Dormí con ella por primera vez la semana pasada.
Quiero alejarme, pero JaeHyun está trazando algo en la parte trasera de mi mano.
—Fue después de que mamá nos dijo que las cosas se miraban bien. Me sentí con tanta esperanza. Tan lleno de energía. Ella me besó y yo tena esta necesidad de estar cerca. ¿Lo sabes?
—Correcto—Me alejo, pero JaeHyun captura mi mano, deteniéndome en mi lugar.
—No, esa es la cosa. No se sentía bien. No sentí... nada. Nada.
Suelto el aliento lentamente.
—¿Por qué te asusta eso?
Suaves sonidos de lluvia se vuelven en un raudal torrencial.
—Porque lo hace todo oscuro.
—JaeHyun, tú nunca te lastimarías a ti mismo...
—No. No es eso. Recibí este correo, Taeyong, y no lo he abierto porque no quiero que las cosas cambien, pero las cosas cambiarán y..—Él se da la vuelta— Apagará lo último de la luz.
Frota su rostro.
—Dios, desearía nunca haberme acostado con ella. Desearía que mamá no estuviera enferma. Desearía que no tuviera tanto miedo todo el tiempo. Desearía ser tan fuerte como tú. A ti no te importa lo que piensen y te levantas por lo que eres. Yo también tengo que hacer eso. Pero no puedo. Joder, en este momento sueno tan estúpido. Ni siquiera sé lo que estoy diciendo. No he dormido desde siempre y... no lo sé.
Levanto su barbilla. Cientos de palabras reconfortantes bailan en la punta de mi lengua, pero en lugar de hablar de cualquiera de ellas, susurro:
—Te amo.
La lluvia se estrella con fuerza en el follaje y salpica en el arroyo. Mi aliento se empaña en el aire frío de la noche.
—Más que a un amigo, JaeHyun —sigo— Estoy completamente enamorado de ti.
🌹
La llamarada en los ojos de JaeHyun me dice que está impactado, pero el pequeño tic de su labio indica que no está totalmente sorprendido.
Parpadea y deja escapar un suspiro lento que se mezcla con el mío. Todavía estoy repitiendo el momento en mi mente y tratando de entender por qué dije eso. Era la verdad — es la verdad—pero es la peor declaración de amor de toda la historia.
No le dices a un hombre que lo amas cuando está en medio de una crisis familiar. Cuando su mamá está a horas de una cirugía y él es emocionalmente frágil. No le muestras una emoción frágil que has cultivado y protegido por años cuando no ha dormido apropiadamente en meses.
No me importa. La euforia quema a través de mis venas. Le he dicho la verdad, y el secreto que se anclaba en mi pecho se ha levantado. Y no me voy a retractar de nada de ello.
Quiero besarte, JaeHyun. Quiero hacer el amor contigo y abrazarte para siempre.
Trago, atreviéndome a sostenerle la mirada. ¿Está luchando por darle sentido a esto?
¿Está averiguando la forma para rechazarme con cuidado?
Me quedo allí de pie por siempre, esperando. La lluvia se estrella en la entrada y unas gotas aterrizan en mi bota. JaeHyun descansa la cabeza contra la pared y cierra los ojos.
—Tae —murmura finalmente con cansancio.
No quiero escuchar lo que tiene que decir. No quiero saber nunca que él no siente lo mismo.
Retrocedo pero él agarra mis manos.
—Taeyong, es complicado.
De todas las cosas que espero que dijera (No te veo de esa manera, también te quiero, eres más que un hermanastro para mí, te quiero como un amigo), esta no es una de ellas.
—¿Complicado?
Un largo momento de silencio pasa. Él empieza a hablar pero se detiene. Dos veces.
Entonces consigue decir:
—Eres mi mejor amigo. Necesito eso en este momento.
Asiento. Mi boca está seca y estoy temblando. Asiento de nuevo y me escabullo de allí. La lluvia golpea en mi rostro y la llovizna cae por mi cuello y debajo de mi chaqueta. En el borde del arroyo, encuentro una piedra manchada cubierta de musgo húmedo. Conglomerado, tal vez. La meto en mi bolsillo y dejo escapar un suspiro tembloroso.
Él me necesita como amigo.
A su mamá la van a operar mañana.
Aspiro, asiento, después regreso a JaeHyun y lo llevo a casa.
Laminae
Me meto en la cama de Irene. Ella envuelve sus brazos alrededor de mí sin hacer preguntas.
¿Acaso piensa que estoy preocupado por la cirugía de Jae In o sabe que es más que eso?
¿Cuánto sabe Irene?
Agarro mi piedra cubierta de musgo y lloro. Ella dirige mi cabeza a su hombro y me da palmaditas en la espalda.
—Está bien, todo va a estar bien.
Su camisa está mojada con mis lágrimas. Me da un pañuelo de papel, pero rápidamente tengo que agarrar otro. Cuando por fin estoy agotado, me acuesto en la almohada.
—Lo siento, Irene.
Se da la vuelta y besa mi mejilla.
—¿Hay algo más en juego, Tae? También tengo miedo por Jae In, pero era el nombre de JaeHyun el que seguías diciendo.
Estoy agradecido por la oscuridad, por las sombras que ocultarán la verdad.
—Lo siento por él —aclaro— Solamente tiene a su madre.
—Papá también.
—Me refiero a los parientes reales.
—Él te tiene a ti y me tiene a mí, incluso si tiene mal gusto en el té. Pero estoy acostumbrada a eso contigo, así que...
—Eso no es lo que quise decir.
—No importa que no compartamos la misma sangre. Tenemos dos casas, y esta es uno de ellas. JaeHyun siempre será familia ahora.
Me hundo en mi lado. El cabello de Irene brilla tenuemente a pesar de la oscuridad.
—¿Cómo se pasa de odiar a amarlos tan rápido?
—No digo que los amemos.
Pero está conteniendo las lágrimas y sé que le importa.
—Esto es solo la forma en que es. Nadie dijo que puedes elegir a tu familia, ¿verdad?
De repente es nueve meses atrás, JaeHyun y yo estábamos en la cueva: yo te habría elegido. Ese fue el momento en que me di cuenta de que mi amor se extendía más allá de la amistad. El momento que eventualmente condujo a la noche: estoy completamente enamorado de ti.
—Yo los habría elegido —murmuro. Una embarazosa pausa, luego una sonrisa— Tienes razón. Somos eternos ahora.
—Incluso cuando las cosas cambien —estuvo de acuerdo Irene.
Cambio. La palabra suena como un domingo de iglesia por la mañana, tratando de agitar mi alma y arrebatarla.
El cambio está llegando. Diablos, podría llegar mañana. Si no es mañana, entonces vendrá en cinco meses cuando Irene y JaeHyun se separen del nido y vuelen por su cuenta. Claro, eso es de esperar. El tiempo y las presiones de la vida hacen que sea necesario. Al igual que el basalto para la granulita, la lutolita para la loza, la piedra caliza para el mármol, el niño JaeHyun convirtiéndose en el adulto JaeHyun.
El yo niño convirtiéndome en el yo adulto.
—¿Sabes a dónde te vas a la universidad?
Irene resopla en su almohada.
—Creo que quiero estudiar psicología e ir a la Universidad Victoria. Vic tiene un gran programa.
Mi gran sonrisa agrieta las lágrimas en mi cara.
—¿Vas a quedarte en Wellington?
—Sí. Quiero probar vivir en un apartamento, sin embargo.
—OH. Sí. Eso tiene sentido—¡Por favor no me dejes solo!
—Pero voy a venir a cenar a veces. También puedes ir a dondequiera que este viviendo.
—Está bien—No está bien, en realidad. Pero es todo lo que tengo. ¿JaeHyun hará lo mismo?
¿O lo arruiné con mi declaración?
Pongo la piedra en la esquina de la almohada entre nosotros.
—Me gustaría que las cosas no tuvieran que cambiar.
Travertino
La operación de Jae In para remover el tumor es exitosa, y una nube negra se levanta de nuestra casa. Los rayos de sol fluyen a través de las ventanas.
Papá y JaeHyun se abrazan en el vestíbulo por la bolsa del hospital de Jae In.
Irene y yo nos apretamos como si fuéramos jugadores de rugby. Igual que JaeHyun, papá se ve desigual. Él casi no ha dormido en el último mes y comer saludable no ha sido su mayor prioridad, sin importar cuánto lo fastidiábamos Irene y yo para que se mantuviera en forma.
—Gracias —exclama papá— Gracias a todos por estar aquí. Por enseñarnos que familia tan fuerte podemos ser. Los amo. Los amo mucho.
Nos apretamos entre sus palabras y amor, y luego lentamente nos separamos. Papá y Irene se mueven hacia la cocina para hacer té mientras yo me escabullo escaleras arriba para espiar por la puerta de la habitación de papá. Jae In está acurrucada en la cama sosteniendo una foto enmarcada.
JaeHyun se desliza a su piano y toca una luminosa y animada melodía. Jae In cierra sus ojos y respira. Sonríe.
La luz está de regreso.
Siderita
Los días pasan volando con la escuela y la rutina de la vida familiar.
Las noches, sin embargo, son largas.
Demasiado tiempo para pensar, para la esperanza, para la desesperación. Las mujeres que amo están resplandeciendo más brillantes que nunca. Jae In, con nueva fuerza y espíritu; mamá, con pasión y aventura; Irene, con radiante confianza y madurez. Parecen más viejas, más sabias, más felices.
Pero yo no soy más feliz. Me pregunto si JaeHyun ha olvidado nuestro último momento juntos. Él nunca lo mencionó y no ha cambiado su comportamiento. Todavía me roba y nos conduce a la playa para comer helado como cerdos. Todavía se ríe de mis desventuras con Johnny y Yuta. Todavía encuentra rocas y piedras para mí. Todavía envuelve su brazo alrededor de mi cuello mientras caminamos descalzos en la corriente del océano.
Dos veces incluso trepó en mi cama cuando no podía dormir. Pero sin una palabra acerca de esa noche.
Reflexiono sobre el silencio de JaeHyun como una línea de un féretro falso con terciopelo rojo en preparación para el cumpleaños de Halloween de papá.
JaeHyun se supone que está mostrando a Irene las mejores teclas del piano para la tonada de una casa embrujada, pero en su lugar está tocando Time Warp de Rocky Horror Picture Show.
—Madness takes its toll —canta, su tono bajo cosquilleando en mi piel. Irene se une, pero la música se detiene cuando papá se aclara la garganta. Jae In desliza su mano en la de papá, apenas conteniendo su sonrisa.
—Tenemos algunas noticias.
JaeHyun se agarra del borde del taburete del piano con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos.
—Buenas noticias —aclara Jae In y se muerde el labio— Los médicos dicen que estoy bien.
JaeHyun salta de su silla.
—¿Estás bien? —La abraza antes de que pueda comprender lo que dijo. Las lágrimas bordean sus ojos y esa sonrisa finalmente se rompe.
—¡Estoy bien!
Más tarde esa noche, después de las celebraciones, encuentro a JaeHyun en su habitación agarrando un sobre marrón sin abrir.
—¿Qué es eso?
—Nada. Es solo algo para la universidad.
Lo esconde en el cajón de su escritorio.
—¿A dónde vas a ir a la universidad? —pregunto. Hemos evitado el tema durante meses, pero ahora que JaeHyun se ha graduado, no podemos esconderlo por más tiempo.
Permanezco inmóvil.
—Yo..—Baja la vista al desgarre de mis pantalones— En cierto sentido quiero quedarme en Wellington e ir a Vic.
—¿En cierto sentido? —Sus palabras me hacen estremecer.
Él cierra sus ojos.
—Pero apliqué para Otago la semana pasada y fui aceptado. No puedo tener un pensamiento coherente.
—¿Dunedin?
Él asiente.
—¿Tu mamá y papá lo saben?
—Les pedí que lo mantuvieran en secreto—Él abre sus ojos— Quería decírtelo yo mismo.
—¿Entonces son seis semanas y adiós?
—Podemos hablar por teléfono. Regresaré para las vacaciones de invierno y Navidad.
¿Solo dos veces al año?
Exhalo lentamente. Mi vientre se siente hueco y quiero vomitar.
Dejo su habitación y me apresuro fuera. El camino se sacude con cada paso gracias a las sandalias delgadas en las que me metí. JaeHyun grita desde nuestro balcón. Quiero ignorarlo, pero deambulo sobre el foso hacia él, cortando un ángulo a un lado de la casa.
—Lo siento —dice, agachándose sobre el barandal.
Me encojo de hombros. Tengo que salir de aquí.
—Sí, sí. Oye, ¿me prestas tu auto?
JaeHyun se va y regresa con sus llaves, que mete en un sobre y lo sella con un golpe de su lengua antes de entregármelo.
No lo abro hasta que estoy en su coche. Apoyado en el techo, saco las llaves y después la nota.
Perdóname.
Te voy a extrañar. Mantente fuerte.
Siento que no sea un ópalo.
Inclino el sobre al revés, y una piedra pequeña juguetea en la parte superior del coche. No mucho más grande que mi pulgar, una lágrima de siderita rojo mate y negro.
La agarro con fuerza antes de sellar cuidadosamente el sobre y deslizarlo en mi bolsillo.
Salto al asiento del conductor y conduzco.
Y conduzco.
Y conduzco.
Granate
Papá y Jae In se van por una escapada de fin de semana a una hermosa playa en Brisbane. Después del año que han tenido se merecen un descanso.
Convencí a Irene de quedarse en casa de mamá por los cuatro días. Tiempo de calidad, le dije, para hacer noches de chicas y confraternización femenina.
La verdad es que JaeHyun y yo queremos el fin de semana solos.
El tiempo se está acabando. Después de este fin de semana, solo tenemos una semana para vivir juntos. Estamos en el precipicio del cambio y queremos pasar los últimos momentos juntos, fingiendo que no vamos a caer.
Nos levantamos temprano para ir de excursión por la ciudad.
En el último estrecho a Oriental Bay, encuentro un fragmento defectuoso de granate y paso su lado afilado por la parte suave de mi pulgar.
—Veamos —comenta JaeHyun, robándomelo y sosteniendo la piedra roja hacia la luz— ¿Rubí de los tontos?
—Granate.
Él la arroja hacia el cielo azul, el cual está rayado con largas y tenues nubes, como una paua, y esta cae de nuevo hacia él como una gota de sangre.
—¿Y? —comenta, atrapándola con una pequeña y estúpida sonrisa de suficiencia arqueándose en su labio— ¿Seguro que sabes más que eso?
Golpeo en su costado mientras él la arroja hacia arriba de nuevo. Milagrosamente la atrapo cuando JaeHyun tropieza, rociando arena en arcos hacia la espumosa marea.
—Es una piedra de la verdad —aclaro a mi amigo caído, extendiendo un brazo. Él está riéndose mientras lo toma.
—¿En serio?
—Ayuda a liberarla—Hacemos nuestro camino por el bulevar hacia el café donde trabaja Irene— A veces la información aprendida es dolorosa, pero el granate asegura que aquellas verdades sean lo que necesita saber el buscador—JaeHyun deja de caminar y me volteo hacia él.
El ceño curioso grabado entre sus cejas es la misma única línea que tiene Irene cuando ella está insegura y un poco incómoda— ¿Estás bien?
JaeHyun dobla sus brazos sobre su camiseta con una cinta de casete; espero a que hable. Mira fijamente mi mano envolviendo el granate.
—Si no aprendes una verdad, ¿eso quiere decir que en realidad no la necesitas? Le arrojo la piedra y es rápido para atraparla.
—No lo sé—Él se pone a mi lado y continuamos hacia el café. El granate también aumenta la intimidad sexual.
Con una sonrisa furtiva, Irene nos sirve mini—magdalenas extras con el café de JaeHyun y mi té.
—¿Cómo va el tiempo de calidad con JaeHyun? —pregunta cuando JaeHyun va al baño—Realmente ha resultado ser más que un hermano, ¿cierto?
Me congelo y bajo mi té antes de escupir.
—¿Qu—qué?
—Quiero decir, ustedes chicos son como mejores amigos. Lamento que tengan que romper—Ella guiña un ojo. ¿Qué significa eso?— Pero es solo por un año, ¿verdad? Entonces puedes estudiar allá con él.
Ya estoy planeando mudarme a Dunedin. Solo para poder estar con JaeHyun.
—Así que estaba pensando —comenta JaeHyun, sentándose de vuelta y observando a Irene irse a servir otra mesa— después de esto, ¿tal vez podríamos comprar algo de música? Me encantaría poner mis manos en algunas composiciones más.
Bebo a sorbos mi té con una mano temblorosa.
—Sí. Por supuesto.
🌹
Después de la tienda de música, nos llevo a cenar a un restaurante en el barco donde comimos para su cumpleaños número diecisiete. Secretamente espero que eso avive los recuerdos de JaeHyun de la cueva ese día cuando le di el anzuelo.
Nunca me lo quitaré.
Nos sentamos al lado de la ventana con vista hacia el océano. JaeHyun toca el anzuelo como si supiera en lo que estoy pensando, una sonrisa cariñosa juega en sus labios.
Aún lo uso.
Un mesero enciende las velas entre nosotros. JaeHyun y yo nos sonrojamos, nos movemos incómodamente y miramos fijamente hacia afuera por la ventana, la cual refleja nuestros rostros parcialmente.
Espero un latido antes de echarle un vistazo a su imagen. Mi corazón salta cuando encuentro que él está mirando al mío, y tenemos trece y catorce de nuevo, de pie en la parada del autobús, mirándonos a escondidas el uno al otro a través de nuestros libros...
¿Estamos llegando al final de nuestro duelo?
Mi humor decae y paso el resto de la noche prestándole demasiada atención a mis raviolis de mariscos.
Cuando llegamos a casa bostezo a pesar de que no estoy cansado.
—Voy a dormir.
JaeHyun frunce el ceño y me detiene en las escaleras.
—Son solo las diez—Él coloca una mano al lado de la mía en la barandilla y tira de mis dedos con su otra mano— Algo pasa.
—No. Estoy bien—Triste. Tan jodidamente triste.
—¿Me dejas tocarte una nueva pieza antes de que te vayas a la cama?
Trago. Asiento.
En el cuarto de juegos, él se posa en el taburete del piano. Una lámpara única ofrece solo la suficiente luz para que él lea su música.
Me recuesto contra la pared. Los golpes de la música contra mi piel aumentan mi pulso. JaeHyun está completamente enfocado en la música, un entrañable ceño marcado entre sus cejas. Cuando termina, mira fijamente las notas y sonríe.
—Nada mal —comento.
—¿Nada mal? —Él niega con su cabeza— Nunca he tocado eso antes. Fue malditamente perfecto.
Un trazo de la sonrisa que había extrañado reaparece.
—Toca algo más. Canta.
—¿Cantar?
—Me gusta cuando cantas. Tienes una voz buena.
—¿Qué quieres que toque? Puedo hacer un par de covers de U2.
—¿U2?
—Los favoritos de mamá. Aprendí unos cuantos cuando ella estaba enferma.
Me muevo hacia el taburete y me siento al lado de él, mirando hacia el otro lado del piano, dándole justamente suficiente espacio para que toque.
—Está bien —acepto— Toca una para mí.
Su manzana de Adán sobresale en un trago duro y su mirada pasa sobre mi rostro.
—Para ti —aclara lentamente. Un pequeño estremecimiento pasa a través de mí. Él se enfoca en las teclas, deslizando sus dedos sobre ellas.
Luego empieza.
Quiero llorar, quiero reír, quiero maldecirlo por hacer que cada una de mis esperanzas se hinche hasta el punto de ruptura. Conozco esta canción.
—Jae In y mi mamá la aman.
Ahora yo la amo.
Cuando él canta la palabra diamonds, sonríe hacia mí.
All I want is you.
No puedo verlo, pero no puedo alejarme. Silenciosamente ruego que se detenga, pero deseo que siga para siempre.
Él recuerda lo que le dijiste esanoche. Nunca lo olvidó.
Intento contener mis lágrimas pero se filtran a través de mis pestañas. JaeHyun dice diamonds de nuevo y su voz se rompe. Deja de tocar.
—¿Taeyong?
Mi voz es ronca.
—¿Sí?
Levanta su mirada y toca mi mejilla.
—Taeyong...
Me besa.
Sus labios se deslizan sobre los míos como un susurro. Me congelo por tres latidos rápidos de mi corazón, y luego estamos frenéticos. Rápidos, urgidos, necesitados. Él lleva una mano a mi cuello mientras que su otra mano acaricia mi brazo. Su lengua se encuentra con la mía como un hombre ahogándose y luchando por oxigeno. Él sabe como la azúcar caramelizada en la creme brulée que comimos en la cena. Sus besos dejan mi boca y encuentran mi mandíbula, mi cuello y...
Mis manos han encontrado su camino hasta debajo de la camiseta de JaeHyun. Su piel está caliente, los planos de su espalda suaves y duros.
Quiero explorar más, pero el maldito taburete me lo está haciendo difícil. Como si leyera mi mente, JaeHyun se pone de pie, tirando de mí. Me dirige alrededor de él mismo, se inclina sobre el piano, haciendo que las notas más altas suenen, y me atrae completamente hacia él. Sin una pulgada entre nosotros. No hay duda de hacia dónde está yendo esto.
Me besa nuevamente y me inhala. Mis labios hormiguean mientras el aire se mueve. Su mirada azul es pesada, como si me estuviera explorando profundamente. Nos estamos besando otra vez, sus manos tirando de mi camiseta. Me muevo hacia atrás una pulgada para quitarla y remover la suya.
Paso mi lengua por su cuello y muerdo su clavícula antes de hundirme para tentar su tetilla. Él se arquea y un gemido de satisfacción se le escapa, indicándome que saboree cada pulgada de su cuerpo.
Estoy más duro de lo que he estado jamás y, cada vez que nuestras ingles chocan, él me bombea con deseo. Necesidad.
Más.
¡Ahora!
Busco a tientas para deshacer los botones de su bragueta. El aliento de JaeHyun se entrecorta mientras lo toco a través de sus bóxers; muerde mi oreja y trabaja mis vaqueros. Nuestros pantalones se deslizan a nuestras rodillas, seguidos de nuestros bóxers. JaeHyun me besa de nuevo y tomo su polla como en mis fantasías. Su ingle vibra sobre mi labio. Las teclas del piano suenan mientras él me hala más cerca y toma mi polla.
¡Mírame!
Esta vez lo hace y me bombea lentamente, como si quisiera que esto durara para siempre. Lame sus labios, luego me libera y lentamente remueve mi mano de él. Nuestras pollas se tocan y presiono más cerca para frotarme contra él mientras nuestros dedos se entrelazan.
Las teclas del piano producen un sonido de cacofonía que se une con nuestros gemidos y respiraciones pesadas. Montamos la ola atrayéndonos más y más cerca...
—Taeyong —gime en mi oreja.
Chillo, el orgasmo estremeciéndose a través de mí, y unos segundos después JaeHyun también se libera.
—Yo... yo..—JaeHyun arroja su cabeza hacia atrás a medida que recupera su aliento y cuando me mira otra vez, su expresión me enerva— ¿JaeHyun?
Él duda, luego me besa una vez más. Es lento, lánguido, ¿un beso de despedida? Lo agarro más duro, lo beso más duro. No quiero que me deje. Nunca.
Él se retira y toca mis labios.
—Lo siento.
El dolor y el asombro por su disculpa me sobresaltan. Brinco hacia atrás y JaeHyun se desliza de mi agarre.
Él se acerca, sus pantalones abotonados, sosteniendo un paño tibio para mí, pero algo está diferente. Cuando estoy limpio y vestido de nuevo, lo enfrento.
Doy pasos grandes hacia él.
—¿Por qué estás disculpándote? —Ese fue el momento más conmovedor de mi vida.
—Porque... porque...
—¿Porque qué?
Él se aleja pero no lo dejo ir tan fácilmente. Lo sigo a su habitación.
—Háblame, JaeHyun. Por favor, por el amor de Dios, háblame.
—Lo siento porque no debí haber hecho eso. No contigo.
—¿Conmigo? —Me rio pero estoy lejos de estar entretenido— ¿Porque soy gay y tú no? Él maldice bajo su aliento, luego arranca el sobre marrón de la gaveta de su escritorio.
—No.
El sobre se ve más oscuro ahora. Más ominoso. JaeHyun lo golpea sobre el escritorio entre nosotros.
—Porque tú podrías ser mi hermano.
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All I want is you: Todo lo que quiero es a ti.
Bioesparina
—¿Podría ser? —Mi mente se niega a juntar lo que está diciendo— Somos hermanastros — aclaro— No estamos emparentados. ¡Ni siquiera somos hermanastros! Solo somos unos chicos que se conocieron jóvenes y pasaban tiempo juntos cada dos semanas.
JaeHyun se desliza sobre mí.
—Quiero convencerme a mí mismo—Me quedo mirando sobre él. JaeHyun dice—: Hice una prueba de ADN de mí y papá en secreto.
Mi aliento silba bruscamente. Me estremezco.
—Pero no lo has abierto. No sabes a ciencia cierta si somos o no..—Mi estómago se voltea—hermanos.
JaeHyun limpia las lágrimas en sus ojos.
Me apoyo en su escritorio, la esquina del sobre empujando en mi antebrazo.
—Por qué... cómo... qué...
Él sabe lo que estoy tratando de preguntar.
—¿Te acuerdas de aquella noche en que estaba tocando el piano y tú irrumpiste ahí, lleno de energía, y bailaste como si no tuvieras ninguna preocupación en el mundo? —Cuando se acercó y comenzó a hacerme cosquillas en el sofá. Inhalo fuertemente; ese no es un momento que pueda olvidar fácilmente.
—Lo recuerdo —admito— Irene entró y te dijo que Jae In estaba llorando.
—Bajé las escaleras —agrega JaeHyun, mirando el sobre— Mamá y papá estaban peleando.
—Dijiste que no sabías por qué estaba molesta.
—Mentí—Salta de su asiento y se pasea a lo largo de la cama— Estaban discutiendo sobre casarse. Mamá quería; papá, no. Mamá trataba de convencerlo. Dijeron que estaban juntos desde después de que papá se separó de tu madre, antes de que él se enterara del embarazo.
JaeHyun se desploma en la cama, agarra las manos y sacude su pierna.
—Mamá dijo: "Entonces supe que eras el indicado. Pensé que también lo sentías. Pensé que te casarías conmigo". Y papá dijo: "¡Pensabas que yo era el indicado, seguro que te moviste rápido!"
Doblo mis brazos contra un escalofrió. JaeHyun continúa:
—Sabía lo que papá estaba insinuando, que mamá se embarazó rápidamente de mí. Papá la presionó de nuevo: "¿Cuál era su nombre? ¿Roger? ¿George?" Y mamá no dijo nada. Nada—JaeHyun niega con la cabeza— No sabía qué hacer, pero me hizo miserable. Me dijiste que hiciera algo al respecto, así que mandé a comprobar su cepillo de dientes.
—El día que me diste esa piedra melocotón con la ola blanca.
Recuerdo lanzando la piedra hacia mí en la sala, el cepillo de dientes en la otra mano.
Cierro mis ojos.
El aire se mueve, y la sombra de JaeHyun cae sobre mí.
—¿Por qué no lo abres? —pregunto. Cuento su respiración. Uno, dos, tres— ¿No quieres saber si también es tu verdadero padre?
Uno, dos.
—No tanto como quiero saber que no lo es.
Abro los ojos, JaeHyun está mirando nuestros pies, pero está de pie cerca como si estuviera dividido entre dos emociones. Como siempre ha sido, ¿no?
Es complicado. Hermanos.
Me siento enfermo.
—Ábrelo.
JaeHyun coge el sobre.
—No puedo.
—Lo haré yo, entonces—Su expresión se desmorona y creo que podría llorar, pero controla sus emociones y me pasa el sobre.
Hojeo los bordes. Un pequeño pedazo en una esquina raspa mi piel, esto es lo que JaeHyun ha logrado abrir. ¿Cuántas veces lo ha visto y preguntado? ¿Cuántas veces ha tratado de abrirlo, pero termina metiéndolo en un cajón oscuro?
¿Cuántas veces se ha volteado su estómago como el mío ahora? ¿Qué si no es positivo? Podríamos continuar experimentado nuestros sentimientos por el otro y ser lo que queremos.
Podría tomarlo en mis brazos y besarlo condenadamente duro. Podría empujarlo en la cama y amarlo otra vez.
¿Y si es positivo?
Me detengo, hojeando el sobre. Niego con la cabeza.
Yo tampoco.
Es demasiado arriesgado.
Prefiero estar en el purgatorio de amor que en el infierno de la pérdida.
Lo dejo caer de nuevo en el cajón, JaeHyun lo empuja y lo cierra inmediatamente.
—¿Estás enfadado? —pregunta JaeHyun después de mucho tiempo— ¿Por nuestro momento? Sé que no debería haberlo hecho, pero... es cierto. La canción. No sé lo que me hace, pero es verdad. Estoy asqueado de mí mismo. Me conocía mejor. No debería haberlo hecho. Dios, lo siento mucho.
No lo hagas. Fue especial.
—Por lo que sabemos, no estamos emparentados.
¿Y si estamos emparentado? ¿Realmente importa?
Mi estómago se retuerce ante la voz.
Sería impulsivo. Sería incestuoso. No más tranquilizador que mis sentimientos estando bien porque no somos hermanos reales.
Inclino mi cabeza.
¿Realmente importa?
Ónix
No veo a JaeHyun la siguiente vez que estoy donde papá. Él tomó un vuelo temprano a su nueva vida, así que somos solo Irene, el fantasma de JaeHyun y yo en la mesa de la cena con papá y Jae In.
Quiero un ónix.
No para liberar la tristeza o la aflicción. Sino para ser invisible.
Para ser un fantasma a su lado.
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Parte tres: Metamórfico.
Metamórfico: forma alterada.
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Anfibolita
Más duro que la piedra caliza, más pesado que el granito. Me siento como anfibolita.
El año escolar comienza lentamente, cada día arrastrándose más largo que el anterior. Solo los maestros son felices, mi trabajo es cada vez más elaborado y difícil. Después de que mi profesor de geología presentó mi ensayo a un profesor que conoce en Vic, la profesora Donaldson me escribió un mensaje personal informándome que ella quería que estudiara en su departamento y, si lo necesitaba, me escribiría una carta de recomendación para el decano de admisiones. No que ella pensara que necesitaré ayuda.
No la necesitaré. El trabajo escolar no es solo mi única distracción y en lo que me concentro, no necesitaré ayuda porque no quiero quedarme en Wellington.
Arrastro los pies junto a Yuta y Johnny y me escondo en la protección de sus risas y bromas.
—Amigo —exclama Yuta, golpeando mi brazo.
Estamos en nuestro lugar en el patio por la pared de ladrillo.
—¿Puedes llevarnos a lo de Irene después de clase? —Levanto una ceja. Sé lo que él quiere, pero no puedo encontrar la energía para que me importe.
—Sus compañeras de piso no están interesadas—Al menos no creo que estén interesados. No he estado exactamente prestando atención. Él y Johnny intercambian miradas confusas y sacuden sus cabezas el uno al otro.
Yuta dice afectado:
—¿Qué pasa con él?
—Seriamente necesita echarse un polvo —murmura Johnny, luego hacen tronar sus dedos.
—Lo tengo. Mi primo le hinca el diente a chicos. Él estará por aquí por mi cumpleaños en un par de semanas—Yuta se frota las manos.
—Vendido. Entonces tal vez tendremos al verdadero Taeyong de vuelta. Sí..—Se ríen— tu primo puede bombear algo de vida dentro de él.
Me meto en el momento lo suficiente como para decir:
—¿Quién dice que no seré yo quien haga el bombeo?
—Ese es nuestro chico, aunque ligeramente más burdo. Me gusta.
Me quedo mirando la banca en el centro del patio. La campana suena, lo que señala nuestra caminata a clase. El aire se siente diferente, más espeso y pesado.
Después de la escuela, encuentro una gran piedra oscura que JaeHyun dejó para mí cerca de la ventana trasera. Cuando la tomo, no siento el peso de miles de recuerdos. Siento vacío. La oquedad más amable, ¿tal vez?
Yuta y Johnny me alcanzan. Sus brazos se deslizan alrededor de mi cintura y cuello mientras declaran:
—Vamos a estar en nuestro mejor comportamiento.
Yuta aletea sus pestañas. Estoy a punto de decir que no, no hoy, cuando mi bolsillo vibra a la vida. Una suave brisa lleva el fuerte sabor de gases de escape mezclado con especias de la India.
Las risas repentinas de Yuta y Johnny resuenan en mis oídos. El teléfono vibra nuevamente, enviando escalofríos por mis brazos mientras tomo la llamada.
—¡JaeHyun! —Una sonrisa tira de mis labios y rio, torciéndome lejos de Yuta y Johhny. El sol brilla en mi cara y respiro en la brillantez.
—¿Cómo estás? —Su voz es ronca y tose— Lo siento. Resfriado de otoño.
—Eso apesta. Estás llamando temprano esta semana.
—Sí, me voy de excursión este fin de semana, así que quería decir hola ahora.
—¿A dónde vas? —¿Y con quién?
—Un par de compañeros y yo recorreremos el sendero difícil en Kepler Track.
—¿Compañeros?
JaeHyun me conoce demasiado bien.
—Taeyong —murmura tranquilamente.
Es una advertencia. Es una súplica. Por favor no vayas allí. No hablemos acerca del maldito elefante en la habitación. Vamos a fingir que no existe. Finjamos. Todo lo que quiero es que tú nunca hubieras pasado. Fingir es la regla no dicha de nuestras pláticas semanales. Fingir es una versión diferente del duelo que comenzamos en lados opuestos de la calle esperando el autobús. Esta vez él está en South Island, yo estoy en el Norte y somos maestros en fingir.
Él finge que no le importa mi vida amorosa y yo finjo que no me interesa la suya.
—¿Qué harás este fin de semana? —Su juego es más astuto.
Caminar descalzo por la playa recogiendo conchas päua para ti y piedras para mí.
—Nada.
—Oye, ahora tengo dieciocho. ¿Quieres que te envíe mi licencia de conducir? Puedo afirmar que la perdí y obtener una nueva.
—¿Quieres que me cuele en un bar gay con la esperanza de tener suerte? JaeHyun tose de nuevo.
—No—Su voz se quiebra— Solo quiero que te diviertas.
—Nunca llegaría lejos con tu identificación, no nos parecemos.
—No es saludable—Una larga pausa— No hacer nada.
Así que algunas reglas está bien romperlas, pero ¿otras no?
Él cambia de tema.
—¿Cómo está el auto?
—La única cosa por aquí que sigue funcionando sin problemas.
—Mierda.
Me maldigo a mí mismo por mi falta de sutileza.
—¿Cómo va tu música?
—No suena igual que en casa. Las piezas son más complicadas, pero ahí voy. Mejorando.
—¿Tal vez puedes tocarme algo cuando vengas a casa para las vacaciones de invierno?
Él tose, pero no contesta. Algunas voces llaman su nombre en el fondo.
—Mira —comenta— Me tengo que ir. Te llamaré la próxima semana, ¿está bien?
—Sí, bien. Ten una buena caminata.
—Haz algo este fin de semana, Taeyong. ¿Por favor?
Miro por encima de mi hombro a Yuta y Johnny.
—Lo prometo.
Cuando cuelga, sostengo el teléfono por un largo rato antes de enfrentar a los chicos.
—Muy bien —acepto, haciendo tintinear las llaves en mi bolso— Vamos a ver a Irene.
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El piso de Irene luce como que si una bomba hubiera explotado. Hay platos con costra apilados en el fregadero, montones de ropa tirados por el suelo, botellas de vino vacías dándole al aire un sabor amargo y las paredes del baño están bordeadas con moho.
Decido esperar mejor que usar el baño.
—Pensé que las chicas estaban destinadas a ser las limpias —comento mientras ella despeja un espacio en el sofá para nosotros.
Irene se encoge de hombros.
—Solo se puede ser una perra con tus compañeros de piso para que limpien una cierta cantidad de veces hasta que se ponga incómodo.
Niego con la cabeza.
—No es de extrañar que vayas a cenar con mamá cada vez más seguido. Yuta y Johnny descansan en el lío como es su trono.
—Un par de cervezas y estamos listos.
—¿Alguien dijo cerveza? —Una de compañeras de piso de Irene se pasea con un paquete seis cervezas en una mano y un montón de bolsas con compras en la otra.
Johhny mira fijamente a la puerta como si fuera mágica.
—Un par de chicas y estamos bien—Las chicas hacen buenas migas con Johnny y Yuta mientras yo salgo de la conversación y pienso en JaeHyun. Mi hermana clava sus uñas en mi brazo y me arrastra a su habitación, la cual está sorprendentemente mucho más limpia que el resto de la casa. Nos sentamos en la gran ventana con vistas a un jardín lleno de yerbajos.
—¿Qué pasa, Tae?
—Nada. Estoy... bien.
Antes de que presione más le pregunto sobre ella.
—¿Cómo fue tu cita con cómo—se—llame?
Ella gruñe.
—Steve. La maravilla de una noche—Se encoge de hombros— Nunca volveré a hacerlo. La peor caminata de la vergüenza. Me topé con Lucas luciendo como una prostituta—Se sonroja— Él tenía que saber. Todo lo que quería era largarme a casa y esconderme.
—Lo siento.
—Sí. Pero por supuesto que fue él quien me atrapó en mi peor momento—Nos quedamos en silencio, pero Yuta y Johnny están riendo en el fondo del piso.
Irene pellizca mi brazo.
—¿Estás donde mamá esta semana?
Niego con la cabeza.
—Donde papá. ¿Vendrás a cenar este fin de semana? —Lo hace más fácil cuando ella viene, sospecho que es porque ella hace más de un esfuerzo.
—Quiero decir... no estaba planeando hacerlo. Mañana veré esta producción de teatro donde está Chrissy. Y tengo reunión de un proyecto grupal el domingo. Pero no tengo que ver la obra. Claro. Voy a ir...
—No, no lo hagas.
Pongo una sonrisa alegre adicional que sabe a cartón.
—Estoy bien. La próxima semana, tal vez.
—¿Estás seguro?
—Sí, por supuesto.
—Invita a tus amigos. Podrían tener una fiesta de pijamas—No he invitado a Johnny y a Yuta a dormir otra vez desde aquella noche con JaeHyun. Me temo que si lo hago, todo lo que voy a recordar será estar tocando a JaeHyun por primera vez. Deseando que me mire.
¿Solo una paja?
¿Qué otra cosa podría ser?
—Sí, ellos están ocupados. Pero tengo una prueba para la cual estudiar.
—Estudias más duro que cualquiera de los que he conocido en la universidad. ¿Sabes a dónde irás el próximo año?
—Otago.
Dunedin.
JaeHyun.
¿Te importa?
No. Y lo convenceré de que a él tampoco. Y al resto del mundo si necesito hacerlo.
Johnny y Yuta la están pasando genial, así que los dejo, pueden irse en taxi. Están demasiado ebrios como para importarles que los deje botados.
Conduzco el auto alrededor de las bahías, conduciendo y manejando, hasta que el sol finalmente se esconde.
—Taeyong —saluda papá cuando finalmente llego a la puerta. Él y Jae In están totalmente vestidos— Estábamos a punto de salir a cenar. ¿Quieres unirte a nosotros?
—No, estoy bien. Voy a quedarme por aquí.
Jae In desengancha sus pendientes.
—No necesitamos salir. Vamos a quedarnos contigo.
Papá intercambia una mirada con ella y se quita los zapatos.
—Ordenaremos en su lugar.
A pesar de sus esfuerzos para hacer que la casa grande parezca menos vacía y menos tranquila, eso lo hace peor. Debería haber más voces, más chispa en el aire.
Como unas pocas rebanadas de pizza, finjo unos bostezos y me dirijo arriba. La sala de juegos está oscura, el piano ahí sin tocar durante meses. Me siento en el taburete y dejo que el escalofrío repte por mí. Si cierro los ojos, escucho su canción y su fantasma deambula alrededor de mí como si estuviera tirando de mí en sus brazos.
Me froto la cara y me rio de mí mismo. Luego voy a la cama. Su cama.
Grauvaca
Una semana más tarde, cuando estoy con mamá, recibo un correo de JaeHyun. Una piedra grauvaca que se ha roto por un lado y una pequeña nota.
Desde Kepler Track. (El camino es hermoso). Esta piedra me hizo imposible dormir.
Siguió clavándose en mi espalda, así que escapé de la tienda en medio de la noche, levanté las estacas y la saqué.
Seguía sin poder dormir, sin embargo.
Después de eso, todo lo que podía pensar era en las rocas.
Sonrío y, de repente, soy yo de nuevo.
Estamos separados, pero nada tiene que cambiar. Esto es solo una prueba que pasaremos con éxito.
Me meto en mi habitación, me tiro sobre la cama enfrente de mi caja de herramientas y lo llamo.
Es tan fácil. Él me cuenta todas las locuras que ha conseguido en Dunedin y cómo me encantaría ahí.
Se ríe. Me rio.
Hago que me lleve a su dormitorio y toque algo en su nuevo piano. Me pregunta si debería cantar, y yo respiró con fuerza.
Él toca, incluso a través del teléfono es hermoso.
Hablamos más de una hora. No quiero que termine, pero mi teléfono está sonando con batería baja. JaeHyun ríe de nuevo y me dice que tenga una buena noche.
Cuelgo, agarro el teléfono contra mi pecho y muerdo mis labios.
—¿Quién era? —Salto a mis pies. Mamá está inclinada contra el marco de la puerta; la puerta no debe haber estado bien cerrada— ¿Tu novio?
—¿Q—qué te hace pensar eso? —tartamudeo.
—Suenas feliz. De la cabeza a los pies. No te he oído animado en meses.
Deslizo el teléfono en mi bolsillo.
—¿La cena está lista?
—¿Era tu novio entonces? ¿Cuándo voy a conocerlo?
Pavor y náuseas se arrastran sobre mí, finalmente entiendo por qué JaeHyun se ha distanciado.
—Solo era un amigo —digo. ¿Me odiarías si supieras que estoy enamorado de mi posible hermano?— Solo un amigo.
—Oh, no correspondido, ¿verdad?
Esa es una pregunta difícil, pero hay que esperar por alguien especial. Alguien que te quiera tanto como tú, alguien que estará orgulloso de llamarte su novio.
Tenemos una cena de pollo asado, Irene viene. Paul, sentado frente a mamá, abre una botella de vino blanco y nos vierte una copa a cada uno, la mía más ligera que la del resto, pero no me importa el alcohol de todos modos.
—¿Qué es esto? —pregunta Irene, mirando entre mamá y Paul. Irene silenciosamente me pregunta con su rostro de qué se trata todo esto.
Niego con la cabeza. Mamá se pone de pie.
—Buenas noticias —anuncia, sonriéndole a Paul— Nos vamos a mudar juntos.
Topacio
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